Escribo esta breve reflexión el día de san José. Hoy se celebra en la Iglesia el “Día del Seminario”, el día de las vocaciones sacerdotales. Y esto precisamente es lo que me lleva a pensar en el dolor de la Iglesia. Pienso en la Iglesia como lo hace el concilio Vaticano II: “el conjunto de todos los creyentes que miran a Jesús como autor de la salvación” (LG 9, 3). Cuando se piensa así en la Iglesia, resulta inevitable sentir el dolor de esta Iglesia, que se ve cada día más desamparada, más desprotegida y me temo que, también cada día, más desorientada.
Digo estas cosas porque, en las últimas semanas, en pocos días, han fallecido cinco sacerdotes, amigos de toda la vida, que han dedicado su larga vida a trabajar por el bien de la Iglesia y por el bien de todos aquellos a los que la Iglesia ayuda y quiere seguir ayudando. Como es lógico, mi dolor tiene su razón de ser más inmediata en el vacío que dejan los amigos que se nos van para siempre. Pero, más allá de eso, es el dolor del que ve a esta Iglesia tan desamparada. ¿Por qué? Por dos razones, que explico lo más brevemente que me es posible.
La primera razón está a la vista de todo el mundo: cada día hay menos sacerdotes; y los que van quedando, cada día son más ancianos, con sus lógicas e inevitables limitaciones. Y mientras tanto, los seminarios medio vacíos, algunos casi vacíos y no pocos se han cerrado. A la casi totalidad de los jóvenes, ni ofreciéndoles un puesto de trabajo seguro y un sueldo (sobrio) seguro, no les interesa este trabajo. Si es que se puede decir que tiene “vocación” un individuo que se mete a cura por ganar dinero y por tener un trabajo fijo. Así las cosas, aumenta de día en día el número de pueblos sin párroco, el número de parroquias sin misa, sin sacramentos, sin catequesis… Además, una situación como ésta no se arregla en un año. Ni en varios años. La Iglesia se ha metido en un fangal del que no sabemos ni cuándo, ni cómo podrá salir.
La segunda razón de mi dolor es que esta situación se tenía, y se podía, haber resuelto hace mucho tiempo. Jesús no instituyó el sacerdocio. Ni en los primeros tiempos de la Iglesia hubo en ella sacerdotes. Había “ministerios”, que tenían un carácter meramente organizativo y administrativo. Y que variaban de unas comunidades a otras. Cada “iglesia” tenía libertad para organizarse como creía que era más conveniente, según las circunstancias y necesidades de cada lugar. Por tanto, no había ninguna necesidad de organizar todo este montaje del clero y de los sacerdotes como administradores de los sacramentos.
¿No podría la Iglesia repensar este estado de cosas muy en serio y tomar decisiones audaces? No hay ninguna cuestión de fe que lo impida. Es un asunto meramente organizativo. Si hubo un tiempo en que la Iglesia funcionó sin clero, ¿por qué no podría hacerlo hoy? Yo tengo la convicción de que el tiempo del clero y de los sacerdotes se está acabando. Pienso, por tanto, que la Iglesia tiene que organizarse de otra manera. Y es evidente que, cuanto antes lo haga, será ganar tiempo. Se podría pensar, como pasos intermedios, en el sacerdocio de las mujeres o de los curas casados. Pero yo creo que, si se piensa con amplitud de miras, todo eso son parches que no van al fondo del problema. Para bien de la Iglesia misma. Y de todos aquellos a los que la Iglesia puede prestar algo de ayuda y ofrecerles una esperanza que tanto necesitamos, vamos a tomar en serio, muy en serio y sin miedo, la forma de salir, cuanto antes, de este estancamiento que no lleva a ninguna parte.
Me llega un video curioso, elaborado y emotivo sobre el día del seminario en la diócesis de Sevilla. Es algo parecido, al que ofrece trabajo como cura. Estos video tan peculiares, unidos a las acertadas palabras del amigo Castillo, me llevan a reflexionar sobre el seminario hoy día, el sacerdocio y algunas notas más.
Tengo que decir que con todos estos hombres más o menos jóvenes, que dicen haber sido llamados por Cristo, mi respeto y mi consideración. Sobre todo porque entre ellos -los seminaristas- se encuentra mi muy querido amigo Pepe Alfaro, al cual quiero muchísimo pues es amigo de mundo, de fe y de confidencias. El admite que sigue a Cristo y que “desea que todos sean felices como él lo es”; y yo le creo pues la bondad de su corazón es algo que merece la pena descubrirse. Abrazos Pepe.
Pero me ocupo brevemente de toda la colectividad que se expresa en este video y de las razones de todos estos hombres. Hombres al 100%. ¡Lástima que se limite al sexo femenino el acceso al sacerdocio, cuando tan presente está la femineidad y la sensibilidad en muchos hombres que son llamados al ministerio del presbiterado!
Será esto lo que Cristo desea? Me pregunto.
Creo que no, de nuevo con todo mi respeto. Creo que no, porque Jesús no ordeno a nadie. Ni a hombres, ni a mujeres. Se paso la mayor parte de su vida censurando a los fariseos –clase sacerdotal de entonces-, como para inventarse un sistema comunitario en el que el poder estuviera repartido entre Sota, Caballo y Rey.
¿Están los sacerdotes de más en el mundo y en las parroquias? Creo que no. Espero y deseo su utilidad, por más que en los curas que circundan a uno, se aprecie comportamientos poco educados, para nada urbanos en algunos casos y la continua cantinela de la amenaza de: -¡¡pues ya no te confirmas!!
Creo en la misión del sacerdote, como nexo de unión entre las personas. Creo en la posibilidad de la misión sacerdotal, sin un ápice de poder y desde la humanidad. Creo en la posible formación de los sacerdotes, sin que les den el sentido de la autoridad en el seminario con cucharas grandes.
Ellos, no son gobernantes, pero tristemente en muchos casos juegan a ello, dejándose por el camino a creyentes rezagados, que no ven el ellos lo que esperan ver.
Yo no quiero que se interprete de mis palabras, que deseo sacerdotes super hombres e inmaculados en su conducta, no. Demasiado tiempo llevo bregando con unos y otros como para entender que son personas. Y desde ese sentido, es desde donde tienen que partir, entendiendo que su poder es responsabilidad, y que lo que administran es un edificio. Las personas se administran solas.
Por todos estos hombres llamados al sacerdocio y los que queden por el camino, por todas las mujeres que ejercen en sus vidas un ministerio tan válido como el sacerdotal, pues dan su vida y manos para la humanidad de Cristo en el mundo; con todos ellos mi afecto, mi oración y mi deseo de que colaboren en un mundo mejor y más humano.
De jerarquías exentas del IBI, estamos la comunidad hasta la misma coronilla.
Amén y abrazos fraternos desde Andalucía. atte. Floren de Estepa.
http://cartujoconlicencia.blogspot.com.es/
La palabra «clero» ya significa selección por valor e importancia. contradiciendo el pilar fundamental de la igualdad cristiana
Desde la situación de jubilado, no puedo dar más testimonio práctico sobre la huelga laboral que proponer el compromiso general serio y profundo de lo que ha representado y representa la UNIDAD como garantía de eficiencia ante la DIVISIÓN.
La SOLIDARIDAD es el único antídoto eficaz contra la COMPETENCIA que de ventajas al fuerte a costa de los débiles.
Hay una propuesta SOLIDARIA por el lado del CONSUMO para que renunciando al máximo a él ese día, se pueda concretar una SOLIDARIDAD frente a los antivalores PRODUCCIONISMO-CONSUMISMO.
Un aldabonazo considerable sobre el CONSUMO,incluso de lo necesario, podría sonar a ALARMA SOLIDARIA desde L*S simplemente INDIGNAD*S, y desde quienes se crean y valoren que primero hay que buscar la JUSTICIA del Reino Humano y luchar por ella para que puedan venir las añadiduras.
Puede ser un intento de SOLIDARIDAD HUELGUISTICA con los MILLONES de herman*s atrapados en la MISERIA de NO PODER CONSUMIR
Querido Honorio, pienso que el lugar idóneo para hablar de la huelga podría ser el post de Eloy Isorna sobre “píldoras para no dormir”. Yo tengo mucho interés en conocer tu criterio al respecto. Yo me manifesté ampliamente, incluso terminé mi análisis de la situación con el grito de guerra de ¡a las barricadas!
?alguna sugerencia sobre el tema de la huelga del 29, amigos atrieros? Y perdonen la insistencia…
-¿Es que ese trabajo seguro que se ofrece y ese sueldo más que decente no es el que corresponde a cualesquiera de l*s que se declaran seguidor*s de Jesús?
¿Por qué no plantearse el que ese trabajo de EVANGELIZACIÓN respecto de la HUMANIDAD corresponde a TOD*S L*S que Jesús considera DISCÍPUL*S SUY*S ( Ju. XIII,35)
¿Cuando se sacarán conclusiones de que cualquier IGLESIA (Dos o más reunid*s en nombre de Jesús y por ello contando con SU PRESENCIA entre ell*s, ha de tener, por voluntad suya, la posibilidad de vivir plenamente la ECLESIALIDAD, la COMUNIÓN CRISTIANO-CATÓLICA, SIEMPRE QUE ESTÉ ABIERTA A LAS DEMÁS IGLESIA, constituyendo el CUERPO del que Jesús es CABEZA? ¿Y esto se puede conseguir y alcanzar con el modo actual de entender la clerecía y la jerarquía ministerial?¿Se entendió en todo el largo proceso de misiones colonizadoras de la Romanidad? ¿Cómo se permitió, o se forzó, el vivr eclesial deficitario de esas pequeñas en número, pero grandes COMUNIDADES INDÍGENAS, por sus vivencias y testimonios prácticos de fe en Jesús?
Respondiendo a la pregunta que nos hace Castillo al final:
No, no puede ‘La Iglesia’ –lindo sujeto- “repensar este estado de cosas muy en serio y tomar decisiones audaces”
Sería como pretender que la ICR vuelva a funcionar sin clero, o algo parecido: sería una revolución en la ICR y los que ostentan el poder en ella nunca lo van a permitir.
Sería otra ICR, no la que padecemos.
Este Castillo habría sido un magnífico Papa de la ICR; precisamente por eso nunca lo ha sido ni podrá serlo.