B. De la sintonía a la desconfianza
De quienes acudían al bautismo de Juan, unos regresaban a sus casas y otros, los menos, se quedaban con él en calidad de discípulos. Jesús no retornó a su aldea. ¿Cómo iba a hacerlo? Después de su experiencia, no volvería la vista atrás. Su vida se encontraba ahora lejos de donde solo había hallado desprecio. Había coincidido de tal manera con los planteamientos del Bautista que se quedó a formar parte del grupo de sus discípulos.
Jesús sintonizó con Juan y convivió con él un tiempo indeterminado, el suficiente para conocerle a fondo y comprender su programa punto por punto. De ahí que le dedicase los mejores elogios:
- “Os aseguro que no ha nacido de mujer nadie más grande que Juan Bautista” (Mt 11,11).
El Galileo hablaba con conocimiento de causa. Dispuso de innumerables oportunidades para comprobar la firmeza de los planteamientos del Bautista. Estaba convencido de que él no cedería de sus posiciones ni aun sometido a encarcelamiento. Estando Juan en prisión, Jesús defendió en público su voluntad inquebrantable, capaz de vencer todas las dificultades:
- “¿Qué salisteis a contemplar en el desierto?, ¿una caña sacudida por el viento?” (Mt 11,7).
De hecho, necesitaron cortarle la cabeza para callarlo. La solidez de Juan contrastaba a todas luces con las veleidades del poder. Jesús lo afirmó con vehemencia y sentido crítico ante la gente:
- “¿Qué salisteis a ver si no?, ¿un hombre vestido con elegancia? Los que visten con elegancia, ahí los tenéis, en la corte de los reyes” (Mt 11,8).
Jesús estimaba a Juan. Lo ensalzó sin reparar en límites:
- “Entonces a qué salisteis?, ¿a ver un profeta? Sí, desde luego, y más que profeta…” (Mt 11,9).
Juan, con la vista fija en la justicia, se había dado cuenta de que la injusticia se filtraba por todos los estratos sociales. Por eso invitaba a todos sin exclusión a un cambio radical. Naturalmente, los representantes del poder político y el religioso rechazaron su propuesta. Resulta significativo, sin embargo, que la aceptara la gente considerada por la institución despreciable y de baja ralea. Al Galileo no le pasó desapercibido:
- “Porque Juan os enseñó el camino para ser justos y no le creísteis; en cambio, los recaudadores y las prostitutas le creyeron” (Mt 21,32. Palabras dirigidas a sumos sacerdotes y senadores: ver Mt 21,23).
Jesús aprendió bastante de Juan. Tanto, que llegó a despuntar. De la combinación de las ideas de Juan con sus propias reflexiones surgieron las certezas de las que más tarde nacería su proyecto.
Jesús hizo suyo el discurso del Bautista. Hasta el punto de asumir protagonismo y pasar a ser él quien, como Juan, invitara a la multitud al bautismo. ¡El Galileo había destapado sus esencias! Su personal forma de presentarlo atraía a la gente. De tal manera, que los discípulos de Juan comenzaron a recelar de él. Así pues, acudieron al Bautista mostrando cierto desdén hacia el de Nazaret y con la duda de si no estaría haciéndoles la competencia:
- “Fueron después adonde estaba Juan y le dijeron:
Maestro, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, y de quién tú diste testimonio, resulta que ese está bautizando y todos acuden a él” (Jn 3,26).
El menos ajustado a la historia de los cuatro evangelios, recoge este dato de Jesús animando a la gente a mojarse. El apunte posee fiabilidad por lo desfavorable para su imagen. De hecho, uno de los redactores posteriores del cuarto evangelio quiso rectificar como mejor sabía e introdujo un desmañado paréntesis unos versos más abajo:
- “Se enteraron los fariseos de que Jesús hacía más discípulos y bautizaba más que Juan (aunque en realidad, no bautizaba él personalmente, sino sus discípulos)” (Jn 4, 1-2).
El tiempo junto al Bautista resultó decisivo para Jesús. Tan es así, que el cuarto evangelio ni siquiera habla de su venida desde Nazaret. Pasa de largo sobre su punto de partida y presenta a Jesús en la escena pública conectando directamente con Juan:
- “Al día siguiente, [el Bautista] vio a Jesús que llegaba hacia él…” (Jn 1,29).
Junto al Bautista granó el gran ser humano que fue el Galileo. A lo largo de los evangelios aparecerán algunos de los rasgos más sobresalientes de su personalidad: independencia, capacidad de escucha, sentido crítico, aptitud pedagógica, rebeldía, agrado, carácter fuerte y provocativo, discurso directo, fina inteligencia, firmeza en el debate, incómodo para los poderosos, acogedor para los débiles y marginados…
El Galileo tenía gancho. Cautivaba. Su fuerte atractivo se dejó notar. Algunos de los discípulos del Bautista se prendieron a él. En el evangelio de Juan queda alguna huella:
- “…los dos discípulos [de Juan] siguieron a Jesús…” (Jn 1,37).
Un grupo de personas salidas del círculo del Bautista constituirían el germen del conjunto de adheridos a su propuesta. El primero de ellos fue Andrés:
- “Uno de los dos que escucharon a Juan y siguieron a Jesús era Andrés” (Jn 1,40).
Tuvo tanta importancia la relación de Jesús con Juan que cuando el libro de Hechos narra las deliberaciones previas a la elección del sustituto de Judas, indica que optaron por buscar entre quienes le siguieron ¡desde la etapa del Bautista!:
“Por tanto, uno de los hombres que nos acompañaron todo el tiempo mientras vivía entre nosotros el Señor Jesús, a partir del bautismo de Juan…” (Hch 1,21-22).
El apresamiento de Juan provocó una conmoción entre sus discípulos. A Jesús no le sería fácil seguir entre quienes desconfiaban de él. Fueron circunstancias difíciles en las que cuajó su intención de desmarcarse del movimiento del Bautista y entregarse por entero a la idea que bullía en su mente:
- “Cuando entregaron a Juan llegó Jesús a Galilea y se puso a proclamar la buena noticia de parte de Dios” (Mc 1,14).
Algunas diferencias entre Jesús y el Bautista comenzaron a despuntar:
.Juan esperaba a la gente. Jesús acude adonde la gente vive.
- Ambos exigen un cambio radical. Jesús lo hizo visible socialmente. Jesús deja de bautizar. El río ha quedado atrás.
- Juan anunciaba la inminente intervención de Dios para edificar la sociedad definitiva. Jesús proclamará que la sociedad alternativa está ya en marcha.
- Juan aguardaba la liberación. Jesús demuestra con hechos que ya se está produciendo.
- Juan llamará a confiar en la llegada del Reinado de Dios. Jesús lo presentará a la vista de todos y dará detalles de su realidad. Hablará de sus características, de su evolución y de su coincidencia con lo que el ser humano anhela.
El movimiento del Bautista optó por adherirse a la tradición y se amoldó al sistema de enseñanza institucional. Sus integrantes observaban al Galileo con suspicacia. Se sentían descolocados ante la extraña forma de funcionar de Jesús con los suyos. Desean someterlo a su control. De ahí que le urjan a dar explicaciones de su heterodoxia y le exijan seguir las pautas establecidas:
- “Los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Fueron a preguntarle:
Los discípulos de Juan y los fariseos discípulos ayunan; entonces, ¿por qué razón tus discípulos no ayunan?” (Mc 2, 18).
En realidad, no aceptan al colectivo de Jesús como sociedad alternativa. No entienden, por tanto, que en el grupo reine la fiesta. El Galileo, por el contrario, se reafirmará en que su proyecto ha abierto la época definitiva. Su lógica refleja profundas convicciones. El fin de la marginación y la miseria, aunque a pequeña escala, significa que el reinado de Dios ha dado comienzo. Es tiempo de celebración. Se ha acabado la tristeza. Impera la igualdad. De ahí la alegría desbordada en el entusiasmo de los amigos íntimos:
- “¿Es que pueden ayunar los amigos del novio mientras el novio está con ellos” (Mc 2,19).
Juan se manifestó como un reformista pacífico. Demandaba el cambio, aunque daba como válidas las instituciones. Para Jesús, sin embargo, el sistema estaba viciado de raíz. Se había demostrado su incapacidad para dar solución a los problemas del pueblo. Su mensaje presenta, por eso, una alternativa imposible de ser asumida por una estructura ineficaz. Su proyecto requiere una nueva organización:
- “Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos; si no, el vino reventará los odres y se pierden el vino y los odres; no, a vino nuevo, odres nuevos” (Mc 2,22).
Las relaciones entre los seguidores del Bautista y Jesús se agriaron. A Juan empezaron a llegarle noticias a la cárcel. El Galileo recorría pueblos y aldeas con un grupo cada vez más amplio de adheridos a su plan. La gente escuchaba atónita su propuesta. El Bautista no podía dar crédito a los informes que recibía sobre su actividad. Aquel campesino de Nazaret se le había ido de las manos. No conforme con haberse alejado de su movimiento para el cambio, tuvo la osadía de ir declarando a la gente que el Reinado de Dios había comenzado ya. ¿Con qué autoridad afirmaba tal cosa? ¿Dónde y cómo se había manifestado la intervención de Dios? Al Bautista se lo comían las dudas. Su movimiento empezaba a perder fuelle mientras el Galileo ganaba popularidad. A la vista de los hechos, desde los mismos calabozos, mandó una delegación para tratar de solventar el asunto, Los comisionados llevaban una pregunta para aquel hombre raro de Nazaret:
- “Juan se enteró en la cárcel de las obras que hacía el Mesías y mandó dos discípulos a preguntarle:
¿Eres tú el que tenía que venir o esperamos a otro?” (Mt 11, 2-3).
Sorprende este interrogante salido de quien anteriormente había declarado con tanta seguridad reconocer en Jesús al Mesías esperado:
- “Soy yo quien necesita que tú me bautices, y ¿tú acudes a mí?” (Mt 3,14).
“y fijando la vista en Jesús que caminaba, dijo:
Mirad el Cordero de Dios” (Jn 1,36).
Incluso con argumentos irrebatibles:
- “Y Juan dio este testimonio:
He contemplado al Espíritu bajar como paloma desde el cielo y quedarse sobre él. Tampoco yo sabía quien era; fue el que me mando a bautizar con agua quien me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que el Espíritu baja y se queda, ese es el que va a bautizar con Espíritu Santo’. Pues yo en persona lo he visto y dejo testimonio de que este es el Hijo de Dios” (Jn 1,32-34).
En Lucas, el reconocimiento de Jesús por parte del Bautista había sobrepasado todos los límites. Según el evangelista tuvo lugar antes incluso de que Juan naciera:
- “Al oír Isabel el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre…” (Lc 1,41).
¿A qué venían, entonces, esas vacilaciones? Antes de entrar en su sentido, la pregunta que Juan dirige a Jesús demuestra que estos textos expresando identificación y aceptación como Mesías son elaboraciones posteriores de los autores de los evangelios sin nada que ver con la realidad histórica.
Volviendo a su interrogante, Juan no pretendía salir de dudas, sino poner al Galileo entre la espada y la pared. Su actuación no respondía en modo alguno a lo que, según la tradición, se esperaba del Mesías ni a lo que él mismo había estado anunciando sobre él:
- “…trae el bieldo en la mano para aventar su parva y reunir el trigo en su granero; la paja, en cambio, la quemará con fuego inextinguible” (Mt 3,12).
Pero Jesús no se dejó avasallar por mucha autoridad que Juan mostrara. Contaba con un argumento irrebatible: su praxis lo avalaba. Los emisarios no llevarán al Bautista un sí o un no, sino la realidad que ellos mismos pudieron constatar. Juan, como cualquier otra persona, tendrá que decidir ante los hechos:
- “Jesús les respondió:
Id a contarle a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
Ciegos ven y cojos andan,
Leprosos quedan limpios y sordos oyen,
Muertos resucitan
Y pobres reciben la buena noticia” (Mt 11,5).
No hay mención de castigo ni Jesús se presenta como juez. Su praxis resulta, en cambio, inequívoca: ¡Ha llegado el tiempo definitivo! Salta a la vista. La liberación ha comenzado. Se está produciendo lo que anunciaban los profetas:
- Se ve salida al laberinto.
- Ha comenzado la andadura.
- La marginación está siendo barrida.
- El proyecto cala hondo.
- Y, sobre todo, como prueba decisiva, la realidad social, consecuencia de esa praxis, representa la gran noticia para los pobres.
Pero, aún hubo más en la respuesta de aquel campesino de Nazaret a los emisarios de Juan el Bautista. Con ellos le mandó un serio recado a Juan, con eco para todos aquellos que rechazan su proyecto y a él mismo:
- “Y ¡dichoso el que no se escandalice de mí!” (Mt 11,6).
El verbo σκανδαλίζω (escandalizar) expresa ruptura. El aviso es general. No descalifica. Advierte de la oportunidad perdida para quien rompe con él. Con el verbo escandalizar, el Galileo alude a su rechazo por motivos de su baja condición humana. Es justamente lo que hicieron sus paisanos, despreciar su propuesta por venir del ser histórico que conocían: un campesino bastardo. Es lo que no se acepta. De un ser celestial se admite hasta lo irracional –hecho del que se valen las religiones-, pero de un campesino…
El texto de Marcos donde se narra la visita a Nazaret comenta una vez terminada la burla de los nazarenos, los que le tacharon de ser hijo de María:
- “Y se escandalizaban de él” (Mc 6,3).
El verbo escandalizar también hace referencia a la recusación de su proyecto, una realidad social que representa la buena noticia para los más débiles y cuyos resultados son susceptibles de ser constatados. Como sucede respecto a su persona, su propuesta también repele debido a su humilde realidad histórica. Ahora bien, a pesar de su modestia, cualquiera de los adheridos a ese programa suyo sobrepasa en categoría al mismo Bautista:
- “el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él” (Mt 11,12).
Jesús concedía máximo valor a lo que hasta el Bautista descartó. Juan, fiel a sí mismo, se había quedado a las puertas.
Jesús coincidió con Juan en su indignación contra el sistema y sus sostenedores. Empleó, al igual que él, la denuncia pública como manera de desacreditarlos ante la gente. Se identificó también con el Bautista comprometiendo su vida sin reservas a favor de la justicia y la igualdad. Comprendió, no obstante, que indignación, denuncia y compromiso, ya fueran acciones individuales o colectivas, resultaban insuficientes para transformar el injusto sistema, corrupto y envenenado desde sus cimientos.
Jesús atesoró sensatez suficiente para no caer en la candidez. Se dio cuenta de que el poder solo acepta modificaciones beneficiosas para el robustecimiento de su armazón. Era inútil intentar la reforma de un sistema que ha inundado la mar y ha sembrado la tierra de cadáveres. Tampoco resultaba viable seguir aguardando la definitiva intervención de Dios. Habían transcurrido siglos de espera que solo dejaron como fruto decepción tras decepción. Y de ninguna manera valía plantar ilusiones creando un movimiento hacia un fin inalcanzable. Mucho menos, abogar por una solución para más allá de la muerte.
El Galileo supo por sí mismo que ser pobre no significa carecer de inteligencia. Estaba convencido de que los pobres nunca aceptarían como la buena noticia un mensaje alejado de la realidad histórica.
Aquel campesino de Nazaret, albañil de oficio, tomó la iniciativa que los profetas y el pueblo pensaron que correspondía a Dios y constituyó con su grupo de amigos una sociedad alternativa abierta a todos en la que reinara la igualdad. De ella solo cabía excluir el poder y la ambición. La identificó con el reinado de Dios y contó con su respaldo. Ese fue su gran atrevimiento; también su formidable novedad.
Los nazarenos la rechazaron de plano por venir de quien venía. El Bautista, como otros muchos entonces y ahora, desconfió de ella.
Hola Josela.
Respecto a tus dudas, algunos apuntes.
La vida del pequeño campesino mediterráneo en la antigüedad exigía saber algo más que de agricultura, tener un oficio: hacedor de espuertas, alfarero, peletero… que le permitiera alcanzar el nivel de subsistencia. Ese oficio complementario a una actividad común distinguía a un campesino de otro.
El término aplicado por los paisanos de Jesús para identificarle por su oficio en Mc 6,3, tekton, proviene de un verbo (tiktein) que significa producir y designa oficios como cantero, herrero, carpintero. Habla de quien trabaja en la construcción. De ahí procede nuestra palabra arquitecto, compuesta de una raíz verbal (arjein): ser el primero, mandar, ser jefe, gobernar y el vocablo tekton: constructor, obrero en general.
Los paisanos de Jesús aludieron, según cuenta Marcos (6,3) al oficio que le distinguía del resto de aldeanos. No tenía sentido decir: ¿no es este el campesino? Esa no habría sido manera de identificarle, porque todos lo eran.
Hay un libro interesante de John Dominic Crossan, especialista católico, titulado: Jesús: Vida de un campesino judío, publicado por Editorial Crítica en 1994.
Tu alusión a su probable trabajo en Séforis es lógica. Es frecuente esa idea. Hay que considerar, sin embargo, que el tráfico de personas se producía de la ciudad al campo y no del campo a la ciudad. De hecho la fiebre constructora de la familia Herodes se debió en parte a su intento de dar trabajo a un excedente de obreros desempleados de las ciudades propensos a generar disturbios.
Séforis, ciudad que nunca se nombra en el NT, se reconstruyó y amuralló con categoría de capital. Se le calcula una población de alrededor de 10.000 habitantes. Nazaret estaba constituida por un pequeño número de casas en cuatro calles sin pavimentar. Lo más importante de las excavaciones hechas en Nazaret es lo que no se ha encontrado. Porque había muy poco para encontrar.
Te mando un abrazo
Antes que nada tengo ganas de manifestar que me alegro un montón de que Santos haya vuelto con sus reflesiones..y que Atrio le abra sus puertas. Y esa alegría no queda desautorizada aunque uno no haya participado en los últimos aportes. Pero sí que me interesa plantear una duda. Y es la siguiente: tengo la idea de que en uno de sus comentarios Santos afirmaba que Jesús era más agricultor que carpintero. Sin negar la afirmación, ¡yo que pensaba que en Séforis, un gran centro en construcción cerca de Nazareth, habría demanda de mucha mano de obra, particularmente de profesiones intermedias como la del carpintero.¡ ¡Yo pensaba que a según esto, no le habría faltado trabajo a Jesús¡.
Parece que la naturaleza humana, tiene en si determinadas tendencias innatas, que yo llamo pulsiones…como para expresar que forman parte constitutiva del ser… humano…me parece que están bien explicadas en Lc. 4,1-12…Algunos le llaman pecado…a la ceder a la tentación a esa pulsión por ser, tener, poder más que los otros de eso debemos liberarnos… y esto exige un salto evolutivo y civilización QUE ES POSIBLE…en cuanto a como se articulo con lo social, político y económico me parece que esta bien recogido en http://www.redescristianas.net/2011/08/30/el-capitalismo-salvaje-engendra-desesperacion-salvajegabriel-sanchez-montevideo-uruguay/
Gabriel
Hola Gaby!
Te leo
– “conviene rescatar aquí un concepto a veces poco comprendido,
* el Reino va más allá de los aspectos:
– sociales,
– económicos y
– políticos,
* la liberación planteada, va a la raíz de lo que oprime y esclaviza al hombre,
* no obstante, los incluye…, “-
Te pregunto:
1.- ¿Cuál sería esa “raíz que oprime y esclaviza al ser humano?
2.- ¿Cómo se “en-troncan”
* el ramalaje de lo social-político-económico
* con esa postulada raíz?
…………….
Mientras espero la tuya, ensayaré mi respuesta:
a) A la raíz de “lo social-político-económico”
[Y RELIGIOSO-CULTURAL, te agrego yo]
está el SISTEMA que los nutre y sustenta
(digamos un universal Sistema de Mierda, e.d. “fábrica de miserables”)
b) Jesús se avivó experiencialmente que el PODER DE VIDA NO ESTÁ:
* ni en “AJUSTES” al SISTEMA
* ni en el cacareado DIOS
(papito o mamita o como se lo llame
¡Somos grandes, ché!
¡no vengamos con esas cosas infantiles!;
o p’a “cachar giles”)
¿Qué le vamos a hacer, no es cierto Gaby?
Yo por ahora: Averiado pero ¡Yendo todavía! – Oscar.
Coincido con Pascual en que todo lo que Salvador escribe sobre Jesús me apasiona e interesa: lo copio, lo leo y lo releo. Me abre horizontes de comprensión y reflexión para conocer mejor a este judío marginal, que con su manera de vivir y de expresarse me dice cómo es Dios y su Reino.
Agradezco profundamente a Salvador su trabajo. Un abrazo.
Más allá de algunos aspectos matizables, como concluir que textos que pueden tener muchas líneas interpretativas nos muestran actitudes interiores de su los protagonistas en forma absoluta, es una en algunos casos una línea interpretativa con las se puede diferir… (Como endosarle a Juan el Bautista la actitud de intentar avasallar o poner entre la espalda y la pared a Jesús)…Y de dejar sin resolver la contradicción que el mismo Salvador plantea entre quien declara de Jesús (Mt 3,14-Jn 1,36) incluso me atrevo a sugerir para la mejor comprensión del texto (diría que conviene leer Jn 1,33-40) y la vez hace la pregunta de Mt 11,3, cuestiones sobre las que abundare al final y sin coincidir con que el oficio de Jesús fuese campesino o fuera considerado al menos legalmente (entiéndase que hablamos de la legalidad religiosa), como un bastardo, coincidimos con Salvador que los religiosos de la época, veían a un galileo, con costumbres rurales y de oficio albañil, como algo que para categorizarlo hoy, en nuestra realidad, podría equivaler a un campesino pobre, ignorante y la categoría bastardo…podría usarse como actualización de quien perdió a su padre y tuvo a una mujer como jefa de hogar, lo que estaba fuera no sólo de las costumbres, sino de las normas legales… la mujer no debía pertenecer a un hombre o ser reducida a una viuda…indigente…es posible que su viudez temprana, haya constituido (digo posible-no afirmo en forma categórica), de María y su hijo dentro de la legalidad religiosa de su tiempo que regulaba las relaciones de familia…un grupo impropio y si Jesús, era aún incapaz de ser declarado legalmente por su corta edad (y si- es condicional), su carácter de viuda la redujo a alguien sin capacidad legar de retener propiedades, por lo que debía pasar como viuda a ser parte de la familia paterna…como mantenida…claro que si Jesús ya tenía la edad de ser considerado Jefe de Familia…esto no jugaría, sabemos poco de esta etapa, el que se le llame hijo de María puede sugerir, tal vez…que José falleció antes de que Jesús pudiera ser considerado jefe de hogar…
Pero nos permitimos coincidir con Salvador, en que es factible que Jesús perteneciera algún tiempo al movimiento de Juan, que conociera a fondo sus enseñanzas y allí en un proceso que se resume en el bautismo haya descubierto aspectos de su vocación…Esto podría querer decir que Jesús fue descubriendo su misión vocación y naturaleza…en un proceso que se fue desarrollando en su vida, en contacto con su pueblo, con la gente, en medio de las circunstancias…
Es interesante consignar dos cosas, la primera en Marcos, no encontré ningún vez que Juan llamará a Jesús Mesías (creo que la idea de Mesías-el enviado), esperado, que Juan tenía si bien podría diferir en muchos aspectos con el de los saduceos y algunos fariseos, sin embargo coincidía en muchos otros…con la tradición de su pueblo que esperaba un gran líder…justiciero…que expresará el poder de Dios, aplastando a los enemigos de Israel y hacer que ese Reino de Israel, Reinara sobre las naciones… Juan sintió y vio algo distinto en Jesús, posiblemente sintió la fuerza de su Espíritu, pero al menos en el Evangelio de Marcos, esto no significa que entienda que es el Mesías esperado…
Entiendo la pregunta de Juan no tiene doblez, no intenta poner a Jesús entre la Espada y la Pared… (No condice con la imagen que los evangelios nos trasmiten del Bautista, un hombre integro, no parece querer someter a Jesús a una pregunta tramposa con dobles), en el texto de Mt 11, 3…Se dice εἶπεν αὐτῷ· Σὺ εἶ ὁ ἐρχόμενος ἢ ἕτερον προσδοκῶμεν
προσδοκῶμεν: prosdokōmen …Esperar, algunos lo han traducido buscar (esperar, o buscar a otro)…No parece una palabra destinada a poner a prueba…más bien parece la pregunta de de quien tiene una duda y esta en la situación en la que presiente que es posible que no salga de la prisión, la relación entre el movimiento de Juan y Jesús, en Marcos es muy sucinta…no encontré el termino Mesías, la única probable alusión es esta…eres tu el que debía a llegar…el termino ἐρχόμενος – erchomenos… puede traducirse por llegada…(el que debía llegar), en alusión al esperado…al anunciado, al Mesías…
Sin embargo como tan bien marca Salvador, el Reino de Juan…y posiblemente el del pueblo de Israel, difiere bastante del Reino que Jesús de Nazareth, plantea…el cambio comienza en el corazón del hombre y en un estilo, forma, de sentir las vinculaciones y relaciones con Dios (papito), con los hermanos y con toda la creación…Incluso el termino Cordero de Dios, como el expresar…Soy yo el que necesita que tu me bautices…Mateo 3,14…incluso el titulo de hijo de Dios…no significaba que se tuviera claro que el era el Mesías, justamente porque el Mesías que es Jesús, así como su Reino…es radicalmente diferente incluso al del mismo Juan…
Creo que las tres nudos que yo al menos capte en el trabajo de Salvador…Jesús despreciado por su humanidad y su posición marginal dentro del esquema social, su relación con el movimiento de Juan y con Juan…más allá de los matices, como detonante, de un cambio de rumbo en la vida de Jesús…y la radical diferencia que plantea tanto en el Dios que nos muestra, como en lo que significa ser su enviado-Mesías…como lo que es su planteo del Reino…Jesús de Nazareth, con la tradición y la imagen de su pueblo tenía de tanto de Dios, como de su enviado, como del Reino y cuando digo su pueblo incluyo naturalmente a Juan el Bautista…lo que no va en desmedro de la imponente figura de Juan…y del cambio que el y su movimiento representan en medio de la desesperanza y de la opresión del pueblo…con una sistema religioso político, adscripto a los intereses imperiales y opresor y explotador del pueblo más pobre…conviene rescatar aquí un concepto a veces poco comprendido, el Reino va más allá de los aspectos sociales, económicos y políticos, la liberación planteada, va a la raíz de lo que oprime ye esclaviza al hombre, no obstante, los incluye…, han pasado dos mil años y tantas cosas se parecen tanto…Aprovecho para saludar a Salvador y abrazar a todos desde Montevideo.- Gabriel
He leído y pensado despacio, con mucho interés, los cuatro artículos del trabajo por la sencilla razón que es un tema que me apasiona desde hace algún tiempo. Es un gran trabajo y me aporta razones profundas y coincidencias. Gracias, amigo.
Luego he pensado en algo que ya hace tiempo escribió Teilhard:
/* Style Definitions */
table.MsoNormalTable
{mso-style-name:”Tabla normal”;
mso-tstyle-rowband-size:0;
mso-tstyle-colband-size:0;
mso-style-noshow:yes;
mso-style-priority:99;
mso-style-qformat:yes;
mso-style-parent:””;
mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt;
mso-para-margin-top:0cm;
mso-para-margin-right:0cm;
mso-para-margin-bottom:10.0pt;
mso-para-margin-left:0cm;
line-height:115%;
mso-pagination:widow-orphan;
font-size:11.0pt;
font-family:”Calibri”,”sans-serif”;
mso-ascii-font-family:Calibri;
mso-ascii-theme-font:minor-latin;
mso-fareast-font-family:”Times New Roman”;
mso-fareast-theme-font:minor-fareast;
mso-hansi-font-family:Calibri;
mso-hansi-theme-font:minor-latin;
mso-bidi-font-family:”Times New Roman”;
mso-bidi-theme-font:minor-bidi;}
“Periódicamente, del fondo de la Humanidad asciende una aspiración común. La masa entera de las almas, en un momento dado, se resquebraja con el despertar a una nueva luz. Sus muchedumbres, tan diversas, se incorporan, en el consentimiento unánime e indiscutido, a una verdad espontáneamente admitida. Y, todas juntas, parten como a la conquista de un nuevo Santo Grial. Pág. 99. Pierre Teilhard de Chardín.-Escritos del tiempo de guerra (1916 – 1919) Taurus. Madrid 1966
/* Style Definitions */
table.MsoNormalTable
{mso-style-name:”Tabla normal”;
mso-tstyle-rowband-size:0;
mso-tstyle-colband-size:0;
mso-style-noshow:yes;
mso-style-priority:99;
mso-style-qformat:yes;
mso-style-parent:””;
mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt;
mso-para-margin-top:0cm;
mso-para-margin-right:0cm;
mso-para-margin-bottom:10.0pt;
mso-para-margin-left:0cm;
line-height:115%;
mso-pagination:widow-orphan;
font-size:11.0pt;
font-family:”Calibri”,”sans-serif”;
mso-ascii-font-family:Calibri;
mso-ascii-theme-font:minor-latin;
mso-fareast-font-family:”Times New Roman”;
mso-fareast-theme-font:minor-fareast;
mso-hansi-font-family:Calibri;
mso-hansi-theme-font:minor-latin;
mso-bidi-font-family:”Times New Roman”;
mso-bidi-theme-font:minor-bidi;}