Una de las equivocaciones más torpes, que ha cometido la teología cristiana, ha sido presentar la relación del ser humano con Dios de tal manera que, para que esa relación sea correcta, al ser humano no le basta ser plenamente humano, sino que, además de eso, necesita divinizarse. Es decir, al hombre no le basta la “condición humana”, sino que, además de eso, necesita también la “condición divina”. Por eso y para eso, el ser humano necesita eso que los entendidos en los asuntos de la religión cristiana llaman la “gracia santificante”.
Se discute en qué consiste esta “gracia santificante”. En cualquier caso, y se entienda como se entienda, los teólogos insisten en que, mediante la gracia divina, es como se obtiene su propia divinización.
Es verdad que, para los teólogos antiguos y medievales, “divinizar” al hombre no es lo contrario de “humanizarlo”, sino hacer que alcance su plenitud y su destino definitivo. Pero también es cierto que, al explicar este complicado asunto, los teólogos daban a entender, que si el hombre no alcanza se propia “divinización”, por eso mismo queda frustrado en su ser.
El problema que, sin darse cuenta, plantearon los teólogos mediante esta teoría está en que, en la mentalidad de muchos cristianos, la gente se veía ante un dilema terrible: “o Dios o el hombre”. Lo que, en definitiva, equivalía a integrar en la propia vida dos ideas aterradoras. Primera idea: la “distinción” radical entre “lo divino” y “lo humano”. Segunda idea: la “contraposición” e incluso el “enfrentamiento” entre “lo divino” y “lo humano”.
Ahora bien, desde el momento en que se vieron así las relaciones entre el hombre y Dios, desde ese mismo momento los hombres y las mujeres, que hemos pretendido ser religiosos, creyentes y practicantes…, nos hemos visto expuestos a situaciones extremadamente desagradables y erizadas de dificultades, que han llevado a mucha gente a tomar distancias en relación a Dios, a la religión y a todo cuanto se refiere a lo divino y lo sagrado. Por la sencilla razón de que, en todo eso, somos muchos los que hemos visto un peligro o una amenaza para su propia humanidad.
¿Por qué? La cosa se comprende enseguida. Los teólogos, los moralistas, los obispos, basándose en estas teorías, al contraponer y al enfrentar “lo divino” a “lo humano”, se han sentido con el derecho y en el deber de presentar y exigir que todo “lo humano” se someta y se acople a todo cuanto se le ha presentado como decisión o imposición de “lo divino”. De ahí que, con frecuencia, las religiones imponen obligaciones, renuncias y sacrificios, que, en nombre de Dios y como voluntad de Dios, exigen a los humanos aceptar dogmas y presuntas verdades que no se entienden, privarse de cosas que todos naturalmente apetecemos o imponerse renuncias, privaciones y sacrificios que resultan sumamente costosos.
Yo entiendo, por supuesto, que una persona (por motivaciones religiosas o simplemente sociales) se prive de algo que le apetece, si, de esa privación, se sigue un bien para alguien, para otro ser humano, sea quien sea. Pero lo que no me cabe en la cabeza es que se pueda creer en un Dios al que le agrada (y se siente más satisfecho cuando ve) que sus fieles se privan de lo que les gusta, de lo que les proporciona bienestar y felicidad. De forma que se trata de un Dios que, en la medida en que ve a la gente sufrir, Él se pone más contento. ¿No es eso un “dios peligroso”, un “dios sádico”, un “dios indeseable”, que no merece sino nuestro desprecio?
Esta teoría según la cual “lo profano” tiene que someterse a “lo sagrado”, “lo laico” a “lo religioso”, “lo humano” a “lo divino”, está en la base de los incesantes conflictos (grandes y pequeños) que surgen en la sociedad entre las autoridades religiosas y los poderes civiles. Es la teoría que, en el fondo, explica la extraña contradicción en la que incurren los dirigentes religiosos cuando hablan elogiosamente de los derechos humanos, pero, al mismo tiempo, no los aplican en sus normas y prácticas de gobierno religioso. Y hacen esto basándose en la teoría según la cual la verdad divina no es armonizable con los derechos humanos. En virtud de este argumento, sin ir más lejos, en la Iglesia, las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres. ¿Estamos seguros de que Dios quiere que eso sea así? No podemos estarlo. En cualquier caso, de lo que sí podemos estar seguros es que, si no queremos presentar a Dios como un esperpento, no podemos ir por la vida diciendo que Dios no quiere que se pongan en práctica los derechos humanos. Y, sin embargo, por más esperpéntico que resulte, esto es lo que la teología católica va diciendo por el mundo entero cuando se empeña en defender que hay colectivos enteros, como es el caso de las mujeres o el de las personas homosexuales que no tienen los mismos derechos que el resto de los mortales.
Y que nadie me venga enarbolando un crucifijo y recordando los textos de san Pablo en los que se habla de la muerte de Cristo como un “sacrificio expiatorio” por nuestros pecados (Rom 3, 25; 8, 3; Gal 3, 13; 2 Cor 5, 21….). Está bien demostrado que esos textos son inseparables de la idea de “resurrección”. Es decir, esos textos, por sí solos, pierden su verdadero sentido. San Pablo se vio en la terrible situación de tener que presentar el cristianismo como la religión que predicaba un “Dios Crucificado”, una idea tan espantosamente inaceptable para cualquier ciudadano del Imperio, que no tuvo más remedio que echar mano de la teología del “sacrificio” y de la “expiación” del Antiguo Testamento, para presentar una “interpretación” aceptable en su tiempo. Pero, sobre todo, lo decisivo en este asunto es saber que el Nuevo testamento modificó de raíz la idea y la experiencia del “sacrificio”. Tal como se nos dice al final de la carta a los Hebreos, la cosa está clara: “No os olvidéis de la solidaridad y de hacer el bien, que esos sacrificios son los que agradan a Dios” (Heb 13, 16). El sacrificio religioso, que hoy más le agrada a Dios, es que aliviemos penas y sufrimientos, que ayudemos a las familias que no tienen trabajo, a los que se ven desamparados y sin esperanza. No puedo creer en un cristianismo que no ve así las cosas.
Por cierto, Javier, no me ha llegado tu dirección de correo, te (os) paso el mío por si quieres contactar.
ficanda@yahoo.es
Sigo, Javier, tras la interrupción de anoche.
Tienes razón, si Dios es sólo uno, el mismo para todos, es una contradicción pretender que tenga un pueblo elegido. Eso es vanidad pueblerina propia de su época. Pero ya no lo sería tanto, si en lugar de elegido arbitrariamente, un personaje singular surgiera espontáneamente, como consecuencia de un devenir histórico insoportable. De hecho la aparición de Jesús estuvo anunciada y precedida por la aparición de otros, antes, durante y después de él, profetas unos, y otros “sólo” personajes singulares, que la tradición –escrita siempre a posteriori- se empeña en interpretar, para hacer cuadrar a la fuerza, como cumplimiento de un plan divino. Interpretación que me parece normal con ojos de entonces, pero que me parecería insensato seguir manteniendo con ojos y conocimientos de hoy.
¿No sería más lógico –con la debida modestia- algo parecido a lo que, sugerido por lo que unos y otros habéis ido diciendo en Atrio, fantaseaba yo ayer? ¿Y no sería ese, un proceso de elaboración de pensamiento, mediante sucesivas y progresivas aproximaciones a la comprensión de un suceso, similar al de nuestros antecesores, con las desventajas y ventajas propias cada uno de su tiempo?
¿Y por qué congelarse en el “progreso” de los más antiguos y negar el deber y el derecho de los siguientes a realizar su búsqueda y su progreso personal?
Siempre habrá conservadores y exploradores que, celosos unos de consolidar lo alcanzado, frenen involuntariamente el progreso de los otros. Y se valora la importante labor de consolidar lo logrado, pero una cosa es valorarla y asumir a cambio un cierto freno, como “precio” por lo consolidado, y otra muy diferente permitirle que impida y atasque el avance de los demás, y que –encima- se enroque en una auto-sacralización por la que se erige en autoridad divina y única fuente posible de revelación, con lo que niega toda posibilidad futura de crecimiento, y hasta de revelación, que no venga exclusivamente por vía de su auto-proclamada autoridad, o la de sus sucesores por línea directa.
Pues yo, qué quieres que te diga, me siento llamado a explorar. Creo que precisamente ese: “sentirse llamado a explorar” forma parte de la respuesta primera, de la acogida a dar, a la “intuición de Dios” que a todos nos da la encarnación. La sumisión a la idea y al sistema construido por los conservadores de tradiciones, ya la viví y profundice en ella durante cuarenta y seis años y su principal fruto (lento en llegar, ¡pero al fin llegó!) fue precisamente, como fruto del infinito intento de todo pájaro enjaulado, acabar rompiendo el techo de la jaula con la cabeza (calva ya y despellejada) y salir a volar fuera. Y –no se puede comparar-, lo descubierto volando libre, llegó: más, y mejor y en menos tiempo; y ahora pienso seguir volando –mientras el cuerpo aguante- más lejos y más alto, y reuniéndome en lugares como Atrio a contarnos nuestros viajes y compartir lo descubierto en ellos, que, os lo puedo asegurar –y agradecer- en un año y medio en Atrio, ha sido mucho.
Gracias. Buenos días. Y un abrazo a todos.
Javier, ya se que sólo era dejar correr la imaginación, pero con la pretensión de intentar profundizar –especular, si quieres- en otra posible comprensión de cómo pudo ser la cosa. Por eso en mi especulación, en todo momento me he referido a encarnación en TODOS los miembros de un grupo, pueblo, civilización…, al que Dios no daría la categoría de Su pueblo elegido, que esa se la dio el Pueblo Judío a sí mismo, por más que los libros de la presunta verdad revelada digan lo que digan; sino que, simplemente, en una sociedad en situación crítica, gente, toda ella encarnada de Dios, suscita de entre sí misma, surge de entre sí misma, uno, que da primero un cumplimiento extraordinario a su humanidad, que rescata y alienta después la humanización de un pequeño grupo, el cual a su vez hace lo mismo con otros…
Nunca lo había pensado así, pero se me ocurrió el otro día, a partir, precisamente, de algo que dijiste tú. Y tengo que madurarlo más, pero no me desagrada como posibilidad.
Y me voy, que debo apagar la luz para que mi mujer pueda dormir.
Buenas noches.
Empiezo por el final, para proteger (no cansar) la cabeza de Fico: si Dios es universal, el mismo Dios de todos y para todos, (para musulmanes lo mismo que para cristianos y lo mismo que para judíos …), es una contradicción en sus propios términos sostener que Dios tiene un pueblo elegido (el pueblo judío, qué casualidad, en la Biblia escrita por judíos, que algunos pretenden que es palabra de Dios; ya, y el Corán, y el Talmud, y el qué sé yo qué libro de cualquier religión, son igualmente palabra de Dios, si Dios es universal).
De la misma forma es una contradicción en sus propios términos sostener que ese Dios universal se encarnó históricamente sólo en un hombre, en un judío, Jesús.
Si es el Dios de todas, se encarna en todas las personas o no se encarna en ninguna.
Piñero en el vídeo de su conferencia hace este razonamiento: en cuanto el Dios de los judíos pasa a ser un Dios universal, es una contradicción en sus propios términos sostener que hay un pueblo elegido por Dios entre todos los demás pueblos: precisamente por el hecho de ser universal Dios, el Dios de todos.
1:33’10 En concreto los judíos hasta hoy, si son verdaderamente judíos, tienen que admitir, y ellos aceptan que existe un Dios que es universal y que al mismo tiempo que es universal tiene un pueblo elegido: lo cual es una contradicción en sus propios términos, porque si es universal no puede tener elegido ninguno
1:33’53 Ahora, hay otros judíos que aceptan que el Dios es universal y son mucho más amplios; luego vienen los judeocristianos (al principio Pablo es un judeocristiano) que se transforma luego en una Iglesia formada al principio por muy pocos judíos y muchos expaganos, que abre ese Dios universal y le quita la contradicción judía y proclama de una manera técnica que ese Dios es auténticamente universal y que no tiene absolutamente ningún elegido.
El elegido es exclusivamente quien cumple su voluntad. Y punto.
Me he quedado un tanto descolgado este fin de semana por cosas de familia, pero la cabeza no para de remover las cosas que me vais sugiriendo, y como veníamos de post del Concilio de Nicea: ya sabéis, la discusión sobre lo del Jesús humano y el divino; que no pega mucho ahora con lo de J. Mª. Castillo, pero me peguntaba: ¿y ahora cómo meto yo baza con el montón de ideas que me habéis sugerido en vuestros comentarios? (¡porque la culpa es vuestra, ¡evidentemente!). Así que, si me perdonáis y como la tertulia ahora pasa por aquí, ¡pues hago trampa y os lo cuento aquí!
Pues eso. Que decía yo, que sigo dándole vueltas al Jesús humano -que no niega al divino. Pero dejemos éste por ahora, que ya llegaremos a Él (si es que me aclaro con lo que me ronda e intento expresar).
Creo, porque me las han sugerido la reflexión de otros que las habéis pensado y expresado antes, dos cosas. La primera es que es inconcebible –o tiene plazo de caducidad- la supervivencia del mensaje separado del mensajero (o, tanto más se debilita y se hace inconcebible), cuanto más éste se aleje de aquel. Y la segunda es: que no se puede servir a dos señores, tanto si es algo tan evidente cuando estos son Dios y el dinero, como cuando se trata de algo menos claro, caso de ser Dios y una bienintencionada doctrina religiosa o, sospechosamente menos bien, caso de tratarse de Dios y una ideología política.
Y digo esto porque considero que, a efectos de enseñanza práctica, de asequibilidad de ésta al ser humano (a todo ser humano: sentido de universalidad), la bienintencionada y precipitada divinización de Jesús, por otra parte lógica en los primeros momentos, a fin de fundamentar una religión, por necesidad de garantizar –de blindar- su supervivencia en el tiempo, tiene el inconveniente de que, simultáneamente, lo que también hace (porque una cosa inevitablemente conlleva la otra) es alejarlo del Jesús humano: el mensajero humano universal, semejante y por ello asequible a todo otro ser humano, que, a medida que se aleja para divinizarlo, se va progresivamente difuminando y debilitando, a la vez que el divinizado no resulta más legible. Con lo que perdemos asequibilidad en ambos casos.
Alejamiento y difuminación que se producen –o incluso se agigantan- del mismo modo, tanto cuando se pretende garantizar (blindar) el mensaje, ya sea con una doctrina religiosa que dice de sí ser mejor que otras anteriores –y por tanto parcial y menos universal, por piadosa que ésta sea- de progresiva construcción humana posterior; o, mucho peor aún, cuando se intenta reforzar asociándolo a una ideología política presuntamente mejor intencionada que otras, y de nuevo por ello parcial y menos universal que el mensaje original, del que cada vez nos alejamos y debilitamos más.
No podemos, con el fin de garantizarlo, perder una de las características esenciales del mensaje de Jesús: la universalidad. El problema no está en que el Jesús divino no fuera o llegase a ser divino, o las ideologías religiosa o política no sean bienintencionadas –al menos a priori-; sino en que todo ello: pérdida de universalidad e ideologías, por bienintencionados que sean los medios que disponen para alcanzar su fin (preservar el mensaje) no sólo, no logran el fin pretendido, sino que lo obstaculizan, al imponer unos medios que, bien porque debilitan al mensaje al alejarlo del mensajero, o bien porque lo mutilan al privarle parcialmente de su universalidad, lo hacen fracasar, convirtiéndolo, como mínimo, en un sucedáneo de pobre y limitada eficacia; cuando no en algo mucho peor.
Lo fundamental –en la opinión cada vez de más- es, que deben permanecer unidos mensaje y mensajero, pues el objeto de nuestra fe son ambos, pero sobre todo, juntos: el mensaje de amor de Jesús y Jesús mismo. Y no me ayuda la “prematura divinización” de Jesús si me priva, o cuando menos: me aleja, del Jesús humano que es camino –testimonio de la búsqueda a recorrer- para descubrir al divino y, por él, a Dios.
Y ahora, dejadme fantasear un poco. Si yo me pongo en la piel de Dios (que es mucho ponerse, pero en fin, dejadme jugar a Dios) y pienso: «¿Cómo enseñaría yo a estos humanos a ser humanos? Ah, ya sé, me encarnaré como humano en ellos y les mostraré cómo se hace»
Lo que haría, ¡y como soy Dios nunca hago trampas!, además de encarnarme por igual en todos, lo que imprime una llamada igual en todos a la búsqueda de su esencia, de su origen y su destino; sería suscitar en algunos (en todos sus atributos humanos iguales todos, y no uno divinamente superdotado, lo que sería trampa inimitable) un sentido íntimo especial de esa llamada. No especial, en el sentido de estar alguno especialmente más dotado que los otros (que volvería a ser trampa, y poco o nada didáctico para el resto), sino porque un grupo (un pueblo, una civilización…) se viera (con igual posibilidad para todos los del entorno) rodeado de unas circunstancias históricas, culturales, políticas y religiosas especialmente duras e injustas, de esas (no hace falta que yo las invente) que los humanos son tan dados a crear, que hicieran que algunos de ellos, ¡reventaran hartos de injusticias!, y, ahondando por ello de manera especial en el sentido de su humanidad, madurara alguno humanamente hasta el extremo de dar tal cumplimiento a su humanidad, que se entregara a tomar sobre sí la misión humana de recuperar el sentido humano de los demás, de manera que la calidad de su entrega y su mensaje resultaran intemporales y, juntos, pudieran prolongarse a pesar de las futuras dificultades de las bienintencionadas desviaciones religiosas que se darían a posteriori, y renovarse indefinidamente a lo largo de la historia de la humanidad.
Ese, por más que la religión involuntariamente lo haya oscurecido, es, en mi opinión, el camino –el proyecto de humanización- iluminado por Jesús con su ejemplo, para que el género humano vuelva por él a Dios.
Quizá ese cumplimiento humano, alcanzado especialmente por Jesús, fuera la causa final –y no primera- de que Jesús llegase a ser de Dios, tan de Dios, que él fuera la causa de la divinización de Jesús, la integración de Jesús en Dios; como lo sería al final, en potencia, y no sé en qué medida, de todo discípulo de Jesús que, a la búsqueda de sí y de Dios junto a los otros, recorriera un itinerario similar.
Cómo se daría eso en la otra vida, si es que existe, no tengo ni idea, ni –con perdón- me preocupa lo más mínimo. Como suele decir el amigo Javier Renovales, si Dios lo hubiera dispuesto a sí, seguro que será bueno aunque yo no sepa cómo. Que, de alguna manera (quizá un poco “tramposilla”) intentaría resolver la contraposición entre lo “humano” y lo “divino” planteada por Castillo.
Cordialísimos buenos días a todos.
Aprecio mucho el pensamiento de José María C. Hasta que mantengo en mi pantalla una carpeta entitulada: “pepitas Chema C”.
Me gustó mucho esta ponencia de Chema. A mi edad (84) no vale la pena potricar sobre ideas, sino más bien gozar cuando alguien expone las que para mi “se cuajan”.
Gracias Chema por escribir y gracias Antonio por postar lo escrito.
Justiniano de Managua
Mí querido Oscar:
A mi edad… ya larga; no entro en los artls. para diseccionarlos y hacer un estudio de ellos.
Leo, si me dicen algo esperanzador, doy las gracias; eso no quiere decir que siga a pies juntillas sus ideas o lecciones.
Ahora vivo mirando la vida que me rodea con gran deseo de “conocimiento interno de ella” eso es lo que hace mi ser todo, estar “atento” para aprender cada día algo nuevo.
Unas veces desde el dolor, otras desde la esperanza, otras… sencillamente y copiando tu hermosa despedida:
¡Seguir yendo todavía!..
Y añado, ya estoy preparada para marchar, sin equipaje, si peso, con paz.
Procuro aprender de todas las personas que entran en Atrio, especialmente de las que hablan también:
¡¡¡Desde la Vida!!!
¡Ya sé, que no eres duro!
Solo, que José Mª Castillos, lleva caminando con fuerza y me gusta reconocer su trabajo.
mª pilar-pili
Hola pili!
Comentario ¿”duro”?
¿No ves que lo empecé “blandito”?:
– “Acá, el señor Castillo cumple una labor valedera“-
Lo “durito” vino luego en reacción a su “dureza”:
– “por más esperpéntico que resulte, esto es lo que la teología católica va diciendo por el mundo entero”-
Y dije:
– “pero manca“-
¿tan “duro” fui?
¿Qué le voy a hacer si me hago el duro, no?
¡Voy todavía! – Oscar.
Mi modesta Fe, me dice que del Amor que sale del corazón del hijo y del Padre…una imagen, algo tradicional, pero que a mi me resulta muy “humana”…que se derrama sobre el mundo y que es la verdadera fuente de todo Amor…dio al hombre la capacidad inherente de Amar…y yo con muchos teólogos (que yo no lo soy…apenas un creyente de pie…con la ilusión de poder servir a otros)…creo que Dios es Amar…por lo que cuando el hombre crece Amando…llena del Amor de Dios…su corazón y la historia y a eso le decimos el Reino… o donde Dios que es Amar…Reina…esa es mi modesta síntesis, que intento vivir cada día…con muchas fallas y caídas…pero el Amor, me ayuda a levantarme y a continuar…vamos todavía… Gabriel
Recuerdo haberle oído mucho a mi padre, sencillo labrador, cuando se complicaban religiosamente algo las cosas,esta expresión: ” Fes be i no fases mal i atre sermó, no cal”; que, puesto en cristiano como solía oírse en ciertos ambientes más refinados, equivalía a: ” Haz el bien y no hagas el mal, y no hacen falta más sermones”.
Respecto a la tan traída y llevada voluntad de Dios, esto me contó mi madre que le había pasado con mi obispo.
Tuvo que tratar con él una delicada cuestión sobre una decisión suya para enviarme a una misión iberoamericana en un momento que no quedaban claros los motivos del envío, a pesar de mi anterior ofrecimiento, ni para mi familia que, generosamente había prescindido de mi, el mayor de seis hermanos para ir al seminario y ser sacerdote, y recién había muerto mi padre y había otro hermano en el seminario.
Después de un largo y duro diálogo sin acercamiento de posturas contrapuestas, al obispo se le ocurre invitarla a que con él acudiera al sagrario en busca de luz.
La respuesta de aquella sencilla pero fuerte mujer fue inmediata y tajante: Vaya usted, si quiere y lo considera necesario, pues yo no necesito ir, sabiendo ya, que a usted le va a decir una cosa y a mí otra; es decir: ni a usted, ni a mí nos va a decir nada. Y con esto, terminó el encuentro.
De Jesús dicen que refiriéndose al Padre comparaba su actitud con sus hij*s; l*s human*s así: “-Si tu hijo te pide un huevo serás capaz de darle una piedra o un escorpión; pues, si vosotros, siendo como sois, no haríais eso ¿Cómo lo va a hacer vuestro Padre celestial?
¿Acaso las capacidades naturales que nos han sido dadas, por ese Padre en quien Jesús creía y creemos los que se consideran creyentes, tienen como finalidad el sacrificarlas porque a él le agrada eso y es su voluntad?
Estaría bueno que los padres regalaran juguetes a l*s hij*s para satisfacer su gozo parental en el sacrificio de los hijos renunciando a jugar con ellos.
Gracias Castillo por poner tan al alcance de lo humano, todo este embrollo teológico eclesial.
Oscar:
Divino y humano son adjetivos que califican los sustantivos, segun nuestras entendederas, en más o menos bueno y poderoso, en cuyo caso, es “lógico” que lo humano derive de lo divino y no viceversa.
Es bastante infrecuente que haga algún comentario en un artículo de un teólogo (salvo en los de Boff, para criticarlo mucho, pero no por cuestiones teológicas, al menos desde mi punto de vista -a lo mejor desde el suyo, sí-).
Desde la lejanía, este artículo de Castillo me ha parecido sugerente. Aunque el desarrollo y el desenlace, no han conseguido satisfacer las esperanzadoras expectativas que me suscitó el planteamiento inicial.
Oscar:
Me parece algo “duro” tu comentario hacia José Mª Castillo, pienso como te dice José Ignacio Calleja.
Es mi apreciación; creo que ha dicho y escrito mucho sobre como ve y vive José Mª Castillo la experiencia de seguimiento al proyecto de Jesús y la teología que presenta.
mª pilar
Floren: Está bien, que seas joven e impetuoso está bien, que vayas a Misa si eso te conecta, está bien, si te imaginas a Jesús haciendo limpieza general de estolas y dalmáticas y de babuchas apolilladas también está bien. Y está bien que sospechemos de algunos colegios y seminarios, porque las últimas denuncias en Chile respecto a algunos seminario, son tristísimas. Yo a veces iba a misa al Colegio San Ignacio, porque había un jesuita joven encantador que me hacía reir con ganas, organizó una empresa que se extendió por toda América, de construcción de viviendas para los sin casa. Y por sus opiniones evangélicas sobre las limitaciones intelectuales que crea el hecho de vivir en guettos de ricos, sintió la presión de la reacción y se fue a trabajar a Africa. Ahora los días Domingo, hago un acto de amor y entro a la cocina a cocinar firme y recibo a un hijo, y creo que ese espacio de afecto y tiempo que nos damos, la comida que compartimos, es parte del Amor, de ese que Jesús nos habla.
OSCAR, OLGA-OLGA, OSCAR
Bueno hermanos, paz y bien. Y tranquilidad, ¡¡vamos todavía, verdad Oscar!!
Al fin y al cabo, conocemos al sr.Castillo y como escribe, y sabemos que él es opinable. Aunque desde luego, hace clic en la entrada quien quiere. Esta claro que, como dice una tia mía “este es el batallón de los libres”.
Pero al contrario de Olga, yo voy a misa y me presto a una vida espiritual, que me conecta -de momento- con la católica iglesia, aunque no se hasta cuando.
¿Sabéis que veo en mi ambiente?
Quien me conoce y sabe de la vivencia particular de lo religioso, casi se le hace la boca agua, al saber que es posible caminar tras los pasos de Jesús, o lo que es mejor, caminar paralelamente a Él. Y que es posible hacerlo casi solos, o junto a aquellos con los que nos sentimos comunidad. Creo que Castillo, hace bien en escribir lo que el entiende como el tomar el pulso a la comunidad cristiana y social. Y él, como yo, y como tantos y tantos, somos conscientes de que el abismo entre el pueblo y la jerarquía es cada vez más amplio. Mi papa es delegado de Manos Unidas en la zona de mi pequeña ciudad de Estepa (Sevilla). Ayer fue a comunicar a un sacerdote un evento de la ONG, en favor de la lucha contra el hambre. El “fenomeno” del sacerdote -por calificarlo de algun modo- le hablo a mi padre con desprecio y displicencia. ¡Se que solo es un dato, que hace publica la poca educación del presbítero! Pero todas estas pequeñas cosas, que nos hieren y molestan, hacen que -como se orada una roca- poco a poco nos retiremos hacia una vivencia más serena y comprometida del mensaje de Jesús.
Cuando saquemos completamente a Jesús de los ritos y ceremonias de pantuflas bordadas y dalmáticas con olor a naftalina, entonces los curas no tendrán nada que hacer, pues creo que en los seminarios les enseñan hasta a ser malas personas.
Perdonad mi mal humor de hoy. A mis 34 años, tengo una buena dosis de ímpetu.
Saludos a tod@s. saludos Olga. Oscar felicidades para el viernes y otro saludo.
Abrazos desde la helada Andalucía.
En realidad Oscar, la categoría de “divino” la inventamos nosotros, es un constructo mental nuestro, y puede querer decir muchas cosas diferentes para personas diferentes. En Argentina es un súper piropo ¿No? Y humano tambien es categoría inventada, aunque tiene un sustrato más carnoso…Pero ambas ocupan un espacio en nuestra imaginación, y en forma solapada si asocias divino a superior, limpio y puro, y humano a inferior,manchado y pecaminosos, puedes llegar a alguna ideología espantosa. Y si tienes poder económico y político para imponerla, no quiero ni pensarlo.
Sarri: Comparto contigo la idea de que hay misterios que es mejor dejarlos ahí y aprender a convivir con ellos sin tratar de entenderlos con la lógica, porque ahí se te escapan de entre uñas. Además nuestra lógica está condicionada a nuestra cultura, por lo tanto ve a través de las categorías que te permite la cultura. Y el ejercicio de salirse de esas categorías no es para todo el mundo.
Hola Oscar: Vivo en Santiago del Nuevo Extremo, como se llama en realidad este pueblo, y adopté una gata hace un par de meses, que después de varios nombres humanos un poco ridículos, terminó llamándose “Bigotina” en honor a su gateidad, ya que me imagino que entre los gatos la más bella gata debe se apreciada por sus hermosos bigotes. Me ha destrozado todo lo destrozable, porque es niña aún, pero como soy optimista estoy segura que se convertirá en una gata digna y cariñosa y aprendrá a manejar la uña y el colmillo con más recato. Por el momento parece que me estuviera flagelando, ya que tengo todos los brazos a la miseria. No tengo ningún otro bicho en casa, ni humano ni de los otros…
Hola sarri!
¿Y si fuera al revés?:
* No que lo humano sea creación divina
sino
* que lo divino sea creación humana.
…………….
Hola Olga!
¿Cómo se llama tu gata?
¿Qué otros bichos tenés?
¿Vivís en Santiago?
¡Vamos todavía! ¿o no? – Oscar.
Pretender aclarar y entender misterios es contraproducente.
El misterio es indescifrable; los enigmas, tarde o tenprano, son descifrables.
Imposible hacerse un codo más alto o cambiar el color del cabello; cosas que se hacen solas y que dejan de hacerse cuando uno mismo pretende hacerlas.
Si lo humano, por ser «creación» divina ya es divino, pretender divinizarlo es como pretender blanquear lo que ya es blanco.
Es sufrimiento inútil!
Querido Oscar: Mientras leía tu intervención, me saltó mi gata encima del ordenador, me distraje, y en vez de “formica leo” leí “fornica”, releí rápidamente y era” formica”. Y me acordé del chiste de la reunión de ex-alumnas del colegio de monjitas, en que cada una tiene que decir a que profesión se ha dedicado, y una de ellas dice : Prostituta. ¿Cómo?, dice la Madre Superiora, por favor repita más fuerte que parece que no escuché bien. PROSTITUTA, madre. Ay, Gracias a Dios, que alivio,yo había entendido Protestante….
MUCHAS GRACIAS JOSE MARIA CASTILLO, por todo lo que nos ha aportado y la liberación que ha supuesto, le deseo larga y saludable vida.
Cordial saludo y buenas tardes.
Perdón, donde dije Teología Católica, debería decir Teología Cristiana.
Bueno Oscar: Yo no se mucho de Teología ni de la formación de los curas, ni voy a misa, ni he leído el catecismo de Benedicto, por lo tanto no los escucho. Me imagino que para los que tienen una formación académica más seria, reducir la Teología Católica a lo que dice el curerío es una imprecisión fuerte. Especialmente si el curerío los acalló y les prohibió pensar o escribir en su nombre. Y creo que Don José María era uno de los que callaron y le prohibieron enseñar. Pero parece que la institución tiene una voz oficial, que es la del curerío,y no hay muchas discusiones posibles con ellos. Para la gente de a pié, que es la que lee el blog de este teólogo, a la que este curerío le ha impuesto un modelo de santidad o perfección o como quieras llamarlo, que le da orden a su vida y una vía para alcanzar el cielo, tiene importancia que le digan que el modelo es dudable, por decir lo menos. Que no necesitan andar por la vida con los ojos en blancos, en actitud pía de esas de novela, ni levitando, ni escuchando voces divinas, ni yendo a las procesiones, ni absteniéndose del sexo en el matrimonio, ni recitando el catecismo. Que la perfección de lo humano no va por la caricatura de lo divino, sino que por ser una persona decente y compasiva, que come , que toma, que hace el amor, que comparte, que no cultiva rencores y que se comporta bien con su prójimo. Habiéndolo leido por varios años, me parecen sus artículos lo suficientemente entendibles para las personas corrientes de mi país, y por eso lo publicamos habitualmente. Saludos,
Creo que Olga tiene razón, amigo Oscar, porque el texto es sencillo y lúcido; y pone el dedo en la llaga; es cierto que se refiere a la teología más poderosa e influyente, hoy, en la Iglesia; y habla como si él no fuera teólogo, prueba evidente de que hay otra teología; podía matizar más de qué teología habla; pero el fondo de la cuestión, “el rábano”, yo sí creo que es ese. Saludos.
Y Josemi, no puedo decirte sino que los otros son como son y siguen su camino; haces bien en decir lo que no te gusta de ellos, o en primera persona, en qué deberíamos mejorar y cómo dialogar más literalmente (“diálogo”), pero si no quieren, o no lo ven, o lo ven de otro modo, o entienden el diálogo como militancia en las ideas… cada caso es particular… pero eso, conocer, sopesar, perseverar o renunciar; ánimo, siempre hay alguien con quien se acierta a “dialogar”. Además, no hablamos para tener razón, no necesariamente y sólo, sino para expresar nuestra visión de una experiencia o de una idea que nos importa. Saludos.
Pienso que todos nos miramos constantemente el ombligo, disertamos simple o académicamente, y tendemos a hacer corrillos con los que nos son afines y comparten nuestras ideas, ignorando o, en el peor de los casos, enfrentándonos a quien discrepa. Atrio.org es un ejemplo. Desde hace varios años intervengo, con largos paréntesis, y no he visto una evolución positiva, hace unos meses un comentario con el que daba por finalizada mi intervención en el portal suscitó una reflexión que me pareció interesante. No obstante los viejos hábitos no se han perdido.
Si se quisiera que Atrio fuera lo que indica su subtítulo, “Lugar de Encuentro entre lo sagrado y lo profano” se debería hacer un esfuerzo por parte quién participa con sus colaboraciones y con sus comentarios, y no me olvido del moderador, que al margen de su parcialidad reconocida a la hora de abordar y exponer los temas, creo que tiene mis respetos por su apertura dialéctica a todos los que desean participar en Atrio, actitud muy diferente con la que tienen algunos de los intervinientes.
Me imagino que a muchos, la mayoría, lo que aquí expongo no les interesará, aunque no ha sido así en otras ocasiones. No sería mejor plantearse el ¿por qué de la existencia de este portal, de lo que puede aportar?, ¿si puede ser “ese lugar de encuentro” para exponer nuestras dudas y experiencias, para llegar entre todos a un aprendizaje colaborativo?, ese era el interés que en mi suscitaba el portal cuando comencé a participar, por lo atrayente del subtítulo “Lugar de Encuentro…….”. Me temo que se ha convertido en un recurso para llenar la soledad, los miedos y rencores pasados, aunque no llene los vacíos existenciales que se puedan tener, pues no creo que les haga salir de la realidad de sus vidas y del por qué de sus problemas pasados o presentes. No sería negativo este aspecto terapéutico, aunque no cure, pero no parece que sea la finalidad de Atrio.org.
En el Concilio de Nicea se juntaron muchas personas, muchas ideas similares y opuestas, unos ganaron y otros perdieron, el diálogo no era posible pues no se quería dialogar, no supieron ni quisieron discrepar con sencillez, con coherencia, sin llegar a la exageración, sin culpar ni llegar a la violencia verbal, sin polarizar y personalizar, sin exigir. Esto no debería de hacer reflexionar a todos.
jusqu’à toujours, amigos de Atrio
Hola!
¿Te parece, Olga?
Acá, el señor Castillo cumple una labor valedera,
pero manca.
En los cambios de época histórica
las mentes suelen obliterarse, obturarse, cerrarse;
como la “formica leo“, que cierra la entrada al hormiguero con su cabezota.
Empieza, así, a funcionar el fraserío del improperio y de la bronca.
Se oyen barbaridades sin que muevan un pelo a los oyentes.
Por ejemplo, dice Castillo:
– “por más esperpéntico que resulte, esto es lo que la teología católica va diciendo por el mundo entero”-
1.- ¿La “teología católica”?
2.- ¿No será el aplastado curerío (super-jerarquías incluidas) por una mal-formación seminarístico-estudiantil?
3.- ¿y que luego y por ello, al salir a pastorear no se les cae ni una idea de la cabeza?
4.- Tal vez haya que esperar a que el señor Castillo
complete el cuadro con algo más positivo y hacia adelante.
5.- Claro que esto último exige pensar por propia cuenta y riesgo;
y no sólo recolectar las molestias y quejas de la calle,
para ponerlas por escrito al voleo.
¿Exagero mucho, Olga?
¡Voy todavía! – Oscar.
Leer a Don José María Castillo me produce siempre agrado por la sencillez y elegancia en la exposición de sus argumentos y lo certero de su lógica. Amén de su franqueza. Siga escribiendo, que en tierras distantes publicamos todos sus artículos.