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La gran contradicción brasilera

Crece más y más la convicción, incluso entre los economistas sea del establishment sea de la línea neokeynesiana, de que nos acercamos peligrosamente a los límites físicos de la Tierra. Aun utilizando nuevas tecnologías, difícilmente podremos llevar adelante el proyecto del crecimiento sin límites. La Tierra no aguanta más y nos vemos forzados a cambiar de rumbo.

Economistas como Ladislao Dowbor entre nosotros, Ignace Sachs, Joan Alier, Herman Daly, Tim Jack y Peter Victor y mucho antes Georgescu-Roegen incorporan orgánicamente el momento ecológico en el proceso productivo. Especialmente el inglés T. Jack se ha dado a conocer por el libro Prosperidad sin crecimiento (2009) y el canadiense P. Victor por Managing  sin crecimiento (2008). Ambos mostraron que el aumento de la deuda para financiar el consumo privado y público (es el caso actual en los países ricos), exigiendo más energía y un mayor uso de bienes y servicios naturales no es en modo alguno sostenible.

Los premios Nobel P. Krugman y J. Stiglitz, por no incluir el explícitamente en sus análisis los límites de la Tierra, caen en la trampa de proponer como salida para la crisis actual un mayor gasto público, en el supuesto de que éste producirá crecimiento económico y mayor consumo con los cuales se pagarán más adelante las astronómicas deudas privadas y públicas. Ya hemos dicho hasta la saciedad que un planeta finito no soporta un proyecto de esta naturaleza, que presupone la infinitud de los bienes y servicios. Este es un dato ya asegurado.

Lo que Jack y Víctor proponen es una «prosperidad sin crecimiento». En los países desarrollados el crecimiento alcanzado ya es suficiente para permitir el desarrollo de las potencialidades humanas, dentro de los límites posibles del planeta. Entonces, basta de crecimiento. Lo que se puede pretender es la «prosperidad» que significa más calidad de vida, de educación, salud, cultura ecológica, espiritualidad, etc. Esta solución es racional pero puede provocar un gran desempleo, problema que ellos resuelven mal, apelando a una renta universal básica y una disminución de las horas de trabajo. No habrá ninguna solución sin un previo acuerdo de cómo vamos a relacionarnos con la Tierra, amigablemente, y sin definir los modelos de consumo para que todos tengan lo suficiente y lo decente.

Para los países pobres y emergentes se invierte la relación. Se necesita «crecimiento con prosperidad». El crecimiento es necesario para atender las demandas mínimas de los que están en la pobreza, en la miseria y en la exclusión social. Es una cuestión de justicia asegurar la cantidad de bienes y servicios indispensables. Pero simultáneamente se debe buscar la prosperidad, que tiene que ver con la calidad del crecimiento.

Existe el peligro real de que sean víctimas de la lógica del sistema que incita a consumir más y más, especialmente bienes superfluos. Entonces acabarían agravando los límites de la Tierra, que es justamente lo que se quiere evitar. Estamos ante un angustiante círculo vicioso que no sabemos cómo hacer virtuoso sin perjudicar la sostenibilidad de la Tierra viva.
La contradicción vivida por Brasil es esta: urge crecer para realizar lo que el gobierno petista hizo: garantizar los mínimos para que millones puedan comer y, mediante políticas sociales, ser incorporados a la sociedad. Para las clases ya atendidas, se necesita menos crecimiento y más prosperidad: mejorar la calidad del vivir bien, la educación, las relaciones sociales menos desiguales y más solidaridad a partir de los últimos . ¿Pero quién va a convencerlos si están violentamente mediatizados por la propaganda que los incita al consumo?

Sucede que hasta ahora los gobiernos solamente han hecho políticas distributivas: repartieron desigualmente los recursos públicos. Primero se garantizaron 140.000 millones de reales para el sistema financiero a fin de pagar la deuda pública, después para los grandes proyectos, y solamente cerca de 60.000 millones para las inmensas mayorías que sólo ahora están ascendiendo. Todos ganan pero de forma desigual. Tratar de forma desigual a iguales es una gran injusticia. Nunca ha habido políticas redistributivas: tomar de los ricos (por medios legales) y pasarlo a los que más lo necesitan. Habría equidad.

Lo más grave es que con la obsesión del crecimiento estamos minando la vitalidad de la Tierra. Necesitamos crecimiento pero con una nueva conciencia ecológica que nos libere de la esclavitud del productivismo y del consumismo. Este es el gran desafío al enfrentar la incómoda contradicción brasileña.

Leonardo Boff escribió Sustentabilidade: o que é e o que não é, Vozes, Petrópolis 2012.

[Traducción de MJG]

4 comentarios

  • Gabriel Sánchez

    Dice Leonardo…y entiendo que dice con razón…“Sucede que hasta ahora los gobiernos solamente han hecho políticas distributivas: repartieron desigualmente los recursos públicos. Primero se garantizaron 140.000 millones de reales para el sistema financiero a fin de pagar la deuda pública, después para los grandes proyectos, y solamente cerca de 60.000 millones para las inmensas mayorías que sólo ahora están ascendiendo. Todos ganan pero de forma desigual. Tratar de forma desigual a iguales es una gran injusticia. Nunca ha habido políticas redistributivas: tomar de los ricos (por medios legales) y pasarlo a los que más lo necesitan. Habría equidad.
    Lo más grave es que con la obsesión del crecimiento estamos minando la vitalidad de la Tierra. Necesitamos crecimiento pero con una nueva conciencia ecológica que nos libere de la esclavitud del productivismo y del consumismo. Este es el gran desafío al enfrentar la incómoda contradicción brasileña.”

    Uno de los grandes problemas, que se plantean en la actualidad, es que se intenta conciliar, una actitud, que transciende de lo político socialdemocracia…a lo cultural, por ejemplo esa especie de connivencia entre muchas corrientes religiosas y el poder de las sombras, esa conciliación que debilita la respuesta venida de los de abajo…sólo es útil a las clases opresoras que vienen y sin piedad por la rendición incondicional de la clase trabajadora, que no soportan ninguna disidencia y ante las que las conciliaciones son inútiles, si queremos crear una mundo con una distribución justa de la riqueza y con menos destrucción de los ecosistemas debido, a rentabilización que necesitan las grandes multinacionales que están destruyendo el Sur Global…SERA NECESARIO QUE EL PUEBLO ESTE DISPUESTO A TOMAR SU PROPIO DESTINO EN SU MANOS Y ESTO IMPLICA UNA CULTURA DE CAMBIO…INTERIOR Y SOCIAL, DE LAS PERSONAS Y DE LAS ESTRUCTURAS…No es tiempo de conciliaciones, anoche mirando con mi hija la teleserie los archivos del Cardenal de TVN de Chile, veía la actitud firme y decidida, de el Cardenal Silva Enriquez y de la gente de la Vicaria de la Solidaridad en contra de la dictadura de Pinochet una de las más sanguinarias del continente…Por esto, el cambio comienza con el cambio de hábitos, de cada uno en la vida cotidiana, pero no se puede dejar allí…encerrada, de hecho muchos pueblos están en la calle y hoy tienen perfecta conciencia de que luchan por su libertad y supervivencia…Gabriel

  • Gabriel Sánchez

    Comparto cada palabra y  hasta las comas de esta reflexión de Leonardo…de hecho hemos reflexionado mucho sobre este asunto…pero nada parece suficiente para que el poder tome conciencia, si las transformaciones no la hacemos los de abajo…

    Más sobre el proyecto hidroeléctrico de la italo española Endesa Enel
    https://www.salvalaselva.org/mailalert/845/multinacionales-europeas-destruyendo-la-amazonia-colombiana
     

    http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=BFv4HG8ALeA
     
    Con cariño Gabriel

     

  • sarrionandia

    Pero Grullo diría lo mismo pero con un lenguaje menos alambicado