Hoy en día hay un conflicto entre las distintas maneras de entender la sostenibilidad. Es clásica la definición del Informe Brundland de la ONU (1987): Desarrollo sostenible es el que atiende las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para atender a sus necesidades y aspiraciones. Este concepto es correcto pero tiene dos limitaciones: es antropocéntrico (sólo considera al ser humano) y no dice nada sobre la comunidad de vida (otros seres vivos que también necesitan biosfera y sostenibilidad). Voy a tratar de hacer una formulación lo más integradora posible:
- Sostenibilidad es toda acción destinada a mantener las condiciones energéticas, informacionales, físico-químicas que sustentan a todos los seres, especialmente a la Tierra viva, a la comunidad de vida y a la vida humana, buscando su continuidad, y atender también las necesidades de la generación presente y de las generaciones futuras, de tal forma que el capital natural se mantenga y se enriquezca su capacidad de regeneración, reproducción y ecoevolución.
Expliquemos, rápidamente, los términos de esta visión holística:
Sustentar todas las condiciones necesarias para la generación de los seres: estos sólo existen a partir de la conjugación de las energías, de los elementos físico-químicos e informacionales que, combinados entre sí, dan origen a todo.
Sustentar a todos los seres: aquí se trata de superar radicalmente el antropocentrismo. Todos los seres emergen del proceso evolutivo y gozan de valor intrínseco, independientemente del uso humano.
Sustentar especialmente a la Tierra viva: la Tierra es más que una «cosa» (res extensa), sin inteligencia, o un mero medio de producción. Ella no contiene vida, sino que está viva, se autorregula, se regenera y evoluciona. Si no garantizamos la sostenibilidad de la Tierra viva, llamada Gaia, quitamos la base para todas las demás formas de sostenibilidad.
Sustentar también a la comunidad de vida: no existe el medio ambiente, como algo secundario y periférico. Nosotros no existimos: coexistimos y somos todos interdependientes. Todos los seres vivos son portadores del mismo alfabeto genético básico. Formamos la red de vida, incluyendo los microorganismos. Esta red crea la biomasa y la biodiversidad y es necesaria para la subsistencia de nuestra vida en este planeta.
Sustentar la vida humana: somos un eslabón singular de la red de vida, el ser más complejo de nuestro sistema solar y la punta avanzada del proceso evolutivo por nosotros conocido, pues somos portadores de conciencia, de sensibilidad y de inteligencia. Sentimos que estamos llamados a cuidar y guardar a la Madre Tierra, garantizar la continuidad de la civilización y vigilar también nuestra capacidad destructiva.
Sustentar la continuidad del proceso evolutivo: los seres son conservados y soportados por la Energía de Fondo o la Fuente Originaria de todo Ser. El universo posee un fin en sí mismo, por el simple hecho de existir, de continuar expandiéndose y autocreándose.
Sustentar la atención a las necesidades humanas: lo hacemos a través del uso racional y cuidadoso de los bienes y servicios que el cosmos y la Tierra nos ofrecen sin el cual sucumbiríamos.
Sustentar a nuestra generación y a aquellas que seguirán a la nuestra: la Tierra es suficiente para cada generación siempre que ésta establezca una relación de sinergia y de cooperación con ella y distribuya los bienes y servicios con equidad. El uso de esos bienes debe regirse por la solidaridad generacional. Las futuras generaciones tienen el derecho de heredar una Tierra y una naturaleza preservadas.
La sostenibilidad se mide por la capacidad de conservar el capital natural, permitir que se rehaga y que, incluso a través del genio humano, pueda ser enriquecido para las futuras generaciones. Este concepto ampliado e integrador de sostenibilidad debe servir de criterio para evaluar cuánto hemos progresado o no en el camino de la sostenibilidad y nos debe igualmente servir de inspiración o de idea-generadora para hacer realidad la sostenibilidad en los diferentes campos de la actividad humana. Sin esto, la sostenibilidad es pura retórica sin consecuencias.
Autor del libro Sustentabilidade: o que é e o que não é, que será publicado a finales de enero por la Editorial Vozes.
[Traducción de MJG]
Hola Mª Luisa,
Durante la semana no suelo tener mucho tiempo para participar en Atrio. Te contesto ahora lo que me sugiere tu último comentario.
1º.- ¿Has pensado la posibilidad de que Boff haya evolucionado –cambiado- su pensamiento desde la época en que escribió los libros que tú estudiaste –y que yo desconozco por completo- y el momento actual. Desconozco cuando empezó a usar su lenguaje actual sobre la Tierra.
2º.- Su lenguaje o sus lenguajes. Porque me ha parecido advertir en sus artículos al menos tres lenguajes distintos, tres maneras de hablar sobre la Tierra-Gaia por parte de Boff.
a) La primera de ellas, que es racional y asumible, que diferencia bien entre Humanidad y Tierra.
b) La segunda de ellas, la que asume las teorías de Lovelock, teorías que, hasta donde llegan mis lecturas, no está admitida por la comunidad científica internacional. Es en este nivel en el que Boff habla de la Tierra como superorganismo. Estas ideas sobre la Tierra, me parecen inasumibles. Como mucho, quedan ahí, en la antesala de la ciencia a la espera de que esa teoría pueda aportar alguna prueba reconocida como tal por la comunidad científica.
b) La tercera, irracional y mágica, inasumible, al menos para mí, la que habla de Gaia ubicándola muy próxima al parnaso de las divinidades.
3º.- Personalmente, no veo que la Tierra, como “superorganismo”, sea una entidad real emergente, esencialmente distinta de sus componentes. Que yo sepa, esa hipotética emergencia, no se necesita para explicar ningún fenómeno conocido. Una cosa es que sea una “estructura” compleja, que sin duda lo es, y otra muy distinta es sea una “entidad emergente”.
4º.- La visión de Júpiter y sus lunas a través de un telescopio de alta resolución, ¿te vale como aprehensión física y real de él?
Hola pepe, ¿Qué tal? Antes que nada quiero felicitarte por tu excelente resultado en los exámenes de física cuántica de cuyos estudios era ya conocedora, pero no te creas, amigo mío, yo contigo ni por asomo podría competir.
Ahora, entrando en la cuestión que nos ocupa, no tengo la menor duda de que habrás leído mucho más que yo a Boff en lo referente a sus artículos sobre la Tierra y su concepto de Gaia. Yo en cambio lo leí hace ya mucho tiempo en su vertiente teológica cuando entonces realicé unos estudios breves de introducción a la teología. Por eso mi postura hacia él viene dada simplemente por mi intento de relacionar o de acercar de algún modo mi pensamiento actual hacia sus teorías para ver si puede haber en esa relación una cierta complicidad.
Pienso que una explicación completa de la teoría de Gaia requeriría explicar en detalle cómo funciona la autorregulación que es, según dije, lo que, para mí, Boff le otorga a la Tierra, su autorregulación. Y ésta es lo que, a mi modo de ver, está en el núcleo del problema.
Deduzco que explicar algunos aspectos de esta autorregulación no sólo es difícil, sino imposible. ¿Por qué? porque los fenómenos emergentes se resisten a ser explicados en el lenguaje tradicional, y lineal causa-efecto.
La lógica se vuelve circular y lo que es más importante todavía es que el todo es más que la suma de sus partes. Del conjunto de elementos que están en funcionamiento emerge una nueva propiedad, la autorregulación, una característica que compete a todas las cosas vivas y también a la propia Tierra.
Lo dicho hasta aquí explicaría también mi total desacuerdo en esto que dices de que, del mismo modo que se le otorga realidad sustantiva a la Tierra, dices, se le puede también conceder realidad sustantiva a Júpiter y a Marte o a cualquier objeto celeste. Pero no, según mi línea de pensamiento y en coherencia con él, en absoluto, porque de ellos no tenemos aprehensión física y real.
Hola Mª Luisa, estoy aquí otra vez.
Das por descartado que Boff otorgue inteligencia a la Tierra. Bueno, es una interpretación. Pero, a pesar de que a Gundín le haya parecido una deducción muy rápida por mi parte, el texto dice lo que dice, yo no me lo invento. Y pienso que la lectura natural e inmediata del párrafo que ya cité unas cuantas veces, con la estructura sintáctica que tiene, es la que hice yo, no la que hacéis vosotros.
Es posible que Boff haya querido decir otra cosa, que haya sido deficientemente traducido (cosa que he advertido que sucede a veces), etc., pero lo que dice es lo que dice.
Por otra parte, si he entendido bien el último mensaje que me diriges (lo cual no tengo muy claro), me temo que no estoy de acuerdo contigo.
Me explico. Si te he entendido bien, Boff le concede realidad, sustantividad a la Tierra en el mismo sentido en que, por ejemplo, se las puede conceder –realidad y sustantividad- a Júpiter, a Marte, o a cualquier otro objeto celeste. Pienso que no es así.
Si he tardado tanto en responderte ha sido porque, además de haber empezado de nuevo las clases de este cuatrimestre, a las que dedico mucho tiempo, por cierto, algún día hablaremos en serio sobre física cuántica, ahora que ya sé un poquito y puedo vanagloriarme de mi 9.6 en el examen final- digo que he tardado porque me he tomado la molestia de echarle un vistazo muy rápido a los últimos 100 o 125 artículos de Boff, para intentar entender mejor su idea de Gaia.
Pienso que, sin llegar a divinizarla, se queda cerca de la divinización. Y es posible que muchos lectores suyos, herederos de una cultura ancestral para la cual la Pachamama era algo así como una diosa (o algo parecido), lean sus textos refiriendo sus alusiones a Gaia a esa entidad mitológica ancestral. ¿Conversión, sincretismo o márqueting por parte de Leonardo Boff? No lo sé. Quizás simple franciscanismo expresado en lenguaje mitológico indígena.
Pasito a pasito
«Cosas» significa en la lengua actual todo algo que tiene por sí y en sí su ser, por tanto, que es con independencia de nosotros.
“Mas los componentes del mundo vital son sólo los que son para y en mi vida —no para sí y en sí”
Recojo estas dos frases, Oscar, porque pienso que es ahí donde detectaras que no era tal como pensabas el acuerdo entre nuestras posiciones. Pero no nos confundamos, yo no me he referido nunca a la realidad en sí independientemente a modo de realismo ingenuo o como no, también, a modo de idealismo.
Lo que sí diré al respecto que tanto el realismo como el idealismo han alejado del sentir su carácter problemático. Lo han usado ya sea por exceso como cuando en el sentir y en la experiencia se le da todo el peso en el proceso del conocimiento, o ya sea por defecto como cuando al sentir se le niega la menor participación en dicho proceso.
No han entrado en su problematismo.
Gracias, Oscar, por ampliarme del artículo su parte anterior y la posterior hasta el final del capitulo y poder así tener más elementos de reflexión. Me ha parecido un bellísimo escrito
Y ahora antes de entrar en materia, permíteme, ya que admití en mi anterior comentario no tener todavía las ideas bien perfiladas, esta breve introducción para que veas en qué sentido me apoyé en la crítica de Alberto del Campo
El trabajo de este filosófico venía precisamente dado a propósito de la obra de Koehler “La inteligencia de los antrópodos” que comentamos tiempo atrás y lo decisivo para él era en primer lugar preguntarse qué entendía este gran psicólogo alemán por inteligencia. Al parecer sus tesis adquirieron en su tiempo un éxito fulminante pues parecían borrar definitivamente, según la cultura occidental, la frontera abismática entre el hombre y el animal.
En su estudio A. del Campo concluye que las pruebas que Koehler sometida a los chimpancés respondían meramente a su concepto personal de inteligencia. Estas pruebas, como se sabe, consistían en complicados “rodeos” que el chimpancé para lograr su objetivo y apoderarse del alimento tenía que hacer. Con lo cual a Koehler esas pruebas del rodeo le demostraba que el chimpancé poseía algo así como una visión intelectiva relacional entre “medios” y fines”
Luego vino Yerkes(voy abreviando) que fue bastante más lejos con lo de las “relaciones significativas” “soluciones ideacionales” “aprendizaje ideacional” etc.,
Estas investigaciones causaron un tremendo impacto en el mundo intelectual de la época porque parecían impugnar una consolidada tradición filosófica de más de dos mil años de tradición.
Como es sabido, Aristóteles escribe al comienzo de su “política”estas famosísimas palabras que de un modo o de otro ha estado en la base misma de toda antropología “Entre todos los animales, el hombre es el único que tiene logos” Aristóteles establece una distinción radical entre logos o palabra humana por un lado y la “foné”o voz animal por el otro. Si los sonidos que emite el animal expresan siempre sus sensaciones de placer o de dolor, la palabra humana, en cambio, puede expresar. “lo justo” o “lo injusto” lo “útil” o “lo nocivo” etc., es decir, puede expresar ideas y significaciones. Sobre el fundamento de esta clara distinción, la definición de Aristóteles (el hombre es el único animal que tiene logos) pasó a significar que el hombre es el único animal de “forjar ideas”, el animal racional.
Así pues, las viejas tesis aristotélicas perduran, y no es difícil encontrar el esquema de su pensamiento en los más destacados filósofos de nuestra época.
Al llegar aquí el autor de este trabajo se pregunta ¿Y si no fuera así?¿Y si la inteligencia no fuera primariamente la capacidad para forjar ideas?
Bien, Oscar ya te lo puedes imaginar, el autor lo que se propone con su trabajo crítico es mostrar según la filosofía de Zubiri un nuevo concepto de inteligencia y dice: La inteligencia no consiste en forjar ideas ni aparece primariamente a nivel del “logos”. Para Zubiri la inteligencia es simplemente “la capacidad de aprehender lo real como real”
Ahora con la incorporación de lo real como correlato de la inteligencia puede comprenderse mejor el párrafo donde Campos dice que Ortega no percibe la doble condición en que nos es dado lo real. Considera las cualidades en tanto que dadas al sentir (refiriéndose a nosotros y para nosotros) pero ignora a las cualidades como siendo “de suyo” lo que son, como “propias” es decir como reales.
Esto nos lleva a reconocer que en filosofía el problema del sentir ha caído en el olvido, no es que se olvidara el sentir, lo que se ha olvidado es su carácter problemático el cual como su nombre indica nos está lanzando más allá de sí mismo, significa el momento en el que sin salirnos de él, el sentir se torna inteligible en tanto lo que aprehende es real.
No sé si habrás leído algo sobre Merleau Ponty, filóofo francés, pero es curioso observar en el campo fenomenal de la percepción que él estudia, la semejanza con Zubiri en lo concerniente a la unidad estructural del inteligir humano.
¿Por qué, todo esto? Porque intuyo que me puede llevar a una tesis, todavía en nebulosa que me pueda explicar la razón de ser de este distanciamiento ideológico tan penoso entre las personas.
Para terminar, Oscar, te agradezco tu interés por mi salud. Ahora vivo la década de los sesenta, pero en la de los cincuenta sufrí una operación de espalda muy seria. Previamente a ella me retuvo en cama completamente inmobilizada durante dos meses. Para aquel entonces mi hija estaba en un convento integrista recalcitrante en el centro de España cuyo “organizador” conventual no le permitió que viniera a ayudar a su madre. Lo pasé sola como pude, y aquí estoy ahora con alguna que otra secuela, en fin… te lo digo porque sé que ella no entra en Atrio, ese recuerdo le duelo y no la quiero hacer sufrir… ahora lo que más deseo es que se me aclaren las ideas para hallar ese dichoso nudo que no me deja avanzar.
Yendo todavía te mando un abrazo!!
Hola M. Luisa!
¿Descansaron tus espaldas?
¿Cuál es tu trabajo que tanto te agota?
¿O acaso son los años que uno va teniendo “encima”?
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Has leído bien: es en la pág. 121 (OCT7)
Te copio el texto desde un poquito antes y hasta el final del Capítulo ¿ok?
La parte previa es importante por su significado “pedagógico”;
e.d.: ¿cómo poner pensamientos nuevos en moldes lingüísticos viejos?
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– “En toda esta explicación, para hacer el asunto más fácil y pronto, me he referido sólo a la presencia visible de las cosas, porque la visión y lo visible es la forma de presencia más clara. Por eso casi todos los términos que hablan del conocimiento y sus factores y objetos son, desde los griegos, tomados de vocablos vulgares que en la lengua se refieren al ver y al mirar. Idea en griego es la vista que ofrece una cosa, su aspecto —que en latín viene, a su vez, de spec,, ver, mirar. De aquí espectador, el que contempla, inspector; de aquí respecto, es decir, el lado de una cosa que se mira y considera; circunspecto, cauteloso que mira en derredor, no fiándose ni de su sombra, etc.
Pero el haber yo preferido referirme sólo a la presencia visible no quiere decir que sea la única —no menos presentes nos son con mucho otros caracteres. Una vez más reitero que al decir que las cosas nos son presentes, digo algo científicamente incorrecto, poco rigoroso. Es un pecado filosófico que con mucho gusto cometo para facilitar el ingreso en esta manera radical de pensar la realidad básica y primigenia que es nuestra vida.
Mas conste que esa expresión es inexacta. Lo que propiamente nos es presente no son las cosas sino colores y las figuras que los colores forman; resistencias a nuestras manos y miembros, mayores o menores, de uno u otro cariz; esto es, durezas y blanduras, la dureza del sólido, la resistencia deslizante del líquido o del fluido, del agua, del aire; olores buenos y malos, etéreos, aromáticos, especiosos, hedores, balsámicos, almizclados, punzantes, cabríos, repugnantes; rumores que son murmullos, ruidos, runrún, chirridos, estridores, zumbidos, estrépitos, estampidos, estruendos, y así hasta once clases de presencias que llamamos «objetos de los sentidos», pues es de advertir que el hombre no posee sólo cinco sentidos, como reza la tradición, sino, por lo menos, once, que los psicólogos nos han enseñado a diferenciar muy bien.
Pero llamándolos «objetos de los sentidos» sustituimos los nombres directos de las cosas patentes que integran prima facie nuestro contorno con otros nombres que no los designan directamente, sino que pretenden indicar el mecanismo por el cual los advertimos o percibimos. En vez de decir cosas que son colores y figuras, ruidos, olores, etc., decimos «objetos de los sentidos», cosas sensibles que son visibles, tangibles, audibles, etc.
Ahora bien —y téngase esto muy en cuenta—, que existen para nosotros colores y figuras, sonidos, etc., gracias a que tenemos órganos corporales que cumplen la función psico-fisiológica de hacérnoslos sentir, de producir en nosotros las sensaciones de ellos, será todo lo verosímil, todo lo probable que, ustedes quieran, pero es sólo una hipótesis, un intento nuestro de explicar esta maravillosa presencia a nosotros de nuestro contorno. Lo incuestionable es que esas cosas están ahí, nos rodean, nos envuelven y que tenemos que existir entre ellas, con ellas, a pesar de ellas. Se trata, pues, de dos verdades, muy elementales y básicas, pero de calidad u orden muy diferente: que las cosas cromáticas y sus formas, que los ruidos, las resistencias, lo duro y lo blando, lo áspero y lo pulimentado está ahí, es una verdad firme.
Que todo eso está ahí porque tenemos órganos de los sentidos y éstos son lo que se llama en la fisiología —con un término digno del médico de Moliere— «energías específicas», es una verdad probable, sólo probable, es decir, hipotética.
Pero no es esto lo que nos interesa ahora sino, más bien, hacer notar que la existencia de esas cosas llamadas sensibles no es la verdad primaria e incuestionable que sobre nuestro contorno hay que decir, no enuncia el carácter primario que todas esas cosas nos presentan, o dicho de otro modo, que esas cosas nos son. Pues al llamarlas «cosas» y decir que están ahí en nuestro derredor subentendemos que no tienen que ver con nosotros, que por sí y primariamente son con independencia de nosotros y que si nosotros no existiésemos ellas seguirían lo mismo.
Ahora bien, esto es ya más o menos suposición. La verdad primera y firme es ésta; todas esas figuras de color, de claro-oscuro, de ruido, son y rumor, de dureza y blandura, son todo eso refiriéndose a nosotros y para nosotros, en forma activa. ¿Qué quiero decir con esto? ¿Cuál es esa actividad sobre nosotros en que primariamente consisten? Muy sencillo: en sernos señales para la conducta de nuestra vida, avisarnos de que algo con ciertas calidades favorables o adversas que nos importa tener en cuenta, está ahí, o viceversa, que no está, que falta.
El cielo azul no empieza por estar allá en lo alto tan quieto, y tan azul, tan impasible e indiferente hacia nosotros, sino que empieza originariamente por actuar sobre nosotros como un riquísimo repertorio de señales útiles para nuestra vida, su función, su actividad que nos hace atenderlo y, gracias a ello, verlo, en su papel activo de semáforo. Nos hace señales.
Por lo pronto el cielo azul nos señala, buen tiempo y nos es el primer reloj diurno con el sol andariego que, como un laborioso y fiel empleado de la ciudad, como un servicio municipal, si bien, por caso raro, gratuito, hace cotidianamente su recorrido del Oriente al Ocaso; y nocturnamente las constelaciones que nos señalan las estaciones del año y los milenios —el calendario de Egipto se basa en los cambios milenarios de Sirio—, en fin, nos señalan las horas. Mas no para aquí su actividad señaladora, advertidora, sugeridora. No un supersticioso hombre primitivo, sino Kant, nada menos, hace, para estos efectos, bien poco tiempo, en 1788, resume todo su glorioso saber diciéndonos: «Dos cosas hay que inundan el ánimo con asombro y veneración siempre nuevos y que se hacen mayores cuanto más frecuentes y detenidamente se ocupa de ellas nuestra meditación: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí.»
Es decir, que aparte de señalarnos el cielo todos esos cambios útiles —climas, horas, días, años, milenios—, útiles pero triviales, nos señala, por lo visto, con su nocturna presencia patética, donde tiemblan las estrellas, no se sabe por qué estremecidas, la existencia gigante del Universo, de sus leyes, de sus profundidades y la ausente presencia de alguien, de algún Ser prepotente que lo ha calculado, creado, ordenado, aderezado.
Es incuestionable que la frase de Kant no es sólo una frase, sino que describe con pulcritud un fenómeno constitutivo de la vida humana: en la bruna nocturnidad de un cielo limpio, el cielo lleno de estrellas nos hace guiños innumerables, parece querernos decir algo. Comprendemos muy bien a Heine cuando nos insinúa que las estrellas son pensamientos de oro que tiene la noche. Su parpadeo, a la vez, minúsculo en cada una e inmenso en la bóveda entera, nos es una permanente incitación a trascender desde el mundo que es nuestro contorno al radical Universo.”-
Hola Oscar!
Tienes mucha razón con lo de la precisión. Me la exigía a mi misma mientras de las copias impresas que buscaba y que me podían servir, muchas de las citas en ellas estaban como borrosas, de todos modos incluyo la que sigue VII, 121 que es la que creo puede corresponder al texto mencionado de “El Hombre y la Gente” no veo nada más.
Acabo de llegar de la calle y estoy algo cansada, así que haré una copia de este tu último escrito y lo leeré despacito tumbada en la cama pues tengo la espalda baldada!
Buenas noches y gracias
Hola M: Luisa!
1º) La deriva “académica” que a veces toma n/charla
pide que al “citar” lo hagamos con precisión ¿no es cierto?
2º) No sé –en tu Comentario-, por lo tanto qué sea de lo de Ortega o lo de su intérprete.
3º) Es posible que ese intérprete te haya despistado, pues veía que en algunas cosas acordábamos, pero parece que no es así.
4º) Te copio de “El hombre y la gente” (OCT7 – cap III: ESTRUCTURA DE “NUESTRO” MUNDO, algún breve texto (págs, 116/7) donde, tal vez te orientes:
– “Nosotros, pues, al partir de la vida humana como realidad radical, saltamos más allá de la milenaria disputa entre idealistas y realistas y nos encontramos con que son en la vida igualmente reales, no menos primariamente el uno que el otro —Hombre y Mundo.
El Mundo es la maraña de asuntos o importancias en que el Hombre está, quiera o no, enredado, y el Hombre es el ser que, quiera o no, se halla consignado a nadar en ese mar de asuntos y obligado sin remedio a que todo eso le importe.
La razón de ello es que la vida se importa a sí misma, más aún, no consiste últimamente sino en importarse a sí misma, y en este sentido deberíamos decir con toda formalidad terminológica que la vida es lo importante.
De aquí que el Mundo en que ella tiene que transcurrir, que ser, consiste en un sistema de importancias, asuntos o prágmata.
El mundo o circunstancia, dijimos, es por ello una inmensa realidad pragmática o práctica —no una realidad que se compone de cosas.
«Cosas» significa en la lengua actual todo algo que tiene por sí y en sí su ser, por tanto, que es con independencia de nosotros.
Mas los componentes del mundo vital son sólo los que son para y en mi vida —no para sí y en sí.
Son sólo en cuanto facilidades y dificultades, ventajas y desventajas, para que el yo que es cada cual logre ser; son, pues, en efecto, instrumentos, útiles, enseres, medios que me sirven —su ser es un ser para mis finalidades, aspiraciones, necesidades—, o bien son como estorbos, faltas, trabas, limitaciones, privaciones, tropiezos, obstrucciones, escolios, rémoras, obstáculos que todas esas realidades pragmáticas resultan, y, por motivos que veremos, el ser «cosas» sensu stricto es algo que viene después, algo secundario y en todo caso muy cuestionable.
Mas no existiendo en nuestra lengua palabra que enuncie adecuadamente eso que las cosas nos son en nuestra vida, seguir usando el término «cosas» para que con menos innovaciones de léxico podamos entendernos.
Ahora tenemos que investigar la estructura y contenido de ese contorno, circunstancia o mundo donde tenemos que vivir. Hemos dicho que se compone de cosas como prágmata, es decir, que en él nos hallamos con cosas. Pero este hallarnos con cosas, encontrarlas, requiere ya ciertas averiguaciones, y vamos, paso a paso, a hacer rápidamente su entera anatomía.”-
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A continuación y hasta dentro del Cap. nº IV Siguiente: LA APARICIÓN DEL “OTRO”,
Ortega –luego de 2 consideraciones previas- trazará las 4 leyes estructurales de nuestro contorno, circunstancia o mundo.
Estimo que convendría tenerlas presente ¿no te parece?
¡Voy todavía! – Oscar.
No te preocupes, Pepe, aquí nos tendrás!
Ves Oscar? A dónde quería llegar, y esto no es todo, porque si después de la experiencia de lo sensible que Ortega nos describe, cómo es posible que después de esta experiencia que nuestro humano vivir la incluye, cómo, repito se le puede dejar de lado y, (e) independientemente de esta experiencia, esperar a preguntarnos sobre el enfoque profundo y espiritual de la naturaleza.
La profundidad, en mi opinión, brota no del hecho de preguntarnos, sino que brota de mucho antes, brota desde la experiencia misma. Lo que ocurre es que como ya advertí, a esa profundidad como no sea inspirada a modo de psicología profunda, no se le alcanza meramente con una abertura sensitiva.
Parémonos a pensar, por ejemplo, en la diferencia entre lo sensitivo que meramente nos afecta, o lo real sentido que eleva lo sentido a sentimiento.
Los comentarios que les debo a los contertulios en este debate, tendrán que esperar unos días. Sorry.
Soy muy consciente de las dificultades que conlleva el hecho de exponer ideas, pensamientos, todavía sin haber en el tiempo logrado perfilar, pero que me induce a ello no precisamente para obtener de entrada rechazo sin más, sino para que de algún modo provoque, al menos algunos interrogantes.
Para ello transcribiré, algo poco frecuente en mí, unas secuencias de Ortega y Gasset en “El Hombre y la Gente” que Alberto Campo, en su crítica las recoge en su trabajo.
(…) sean cuales sean las verdaderas cosas sustantivas que hay en el mundo, lo cierto es que las cualidades reales siempre me son dadas como constitutivas de un sistema de cualidades reales, es decir, de una cosa (fuere la que fuere) constitutivamente autosuficiente. Las cualidades sensibles nos están dadas inseparablemente de la cosa que constituyen. No se pueden aprehender las unas sin las otras.
Esto es, justamente lo que no vio Ortega en “El Hombre y la Gente” escribe “ Lo que propiamente nos es presente, no son las cosas sino colores y las figuras que los colores forman. El texto que comienza con esta frase continúa enumerando las once clases de presencias sensibles que nos son dadas inmediatamente a nuestro sentir.”
Tal sería a su criterio, la verdad primaria de lo dado al sentir. Y añade unos párrafos más abajo ” la existencia de las cosas llamadas sensibles no es la verdad primaria e incuestionable que sobre nuestro contorno hay que decir, no enuncia el carácter primario que todas las cosas nos presentan o, dicho de otro modo que esas cosas nos son. Pues al llamarlas cosas y decir que están ahí en nuestro derredor, subentendemos que no tienen nada que ver con nosotros y que si nosotros no existiésemos, ellas seguirían lo mismo. Ahora bien, esto es ya más o menos suposición. La verdad primaria y firme es esta; todas estas figuras de color, de claroscuros, de ruido, son y rumor, de dureza y blandura son todo eso refiriéndose a nosotros en forma activa.”
En el texto que acabamos de citar, dice Campos, Ortega no percibe la doble condición en que nos es dado lo real. Considera las cualidades en tanto que dadas al sentir (refiriéndose a nosotros y para nosotros) pero ignora a las cualidades como siendo “de suyo” lo que son, como “propias” es decir como reales. No percibe, sigue diciendo Campos, en su trabajo, tampoco a las cualidades como constituyendo un “sistema propio” que es él mismo un sistema real. Y al no percibir la cosa que estamos viendo como real tampoco puede aprehenderla como algo “prius” a la misma intelección de la cosa percibida. De esta manera se le escapa definitivamente la realidad de las cosas que no están actualmente referidas a la percepción (a esto me refería cuando ayer distinguía entre cualidades y propiedades) y la realidad de estas se le convierten en mera “suposición”
Cuando una realidad concreta se nos presenta en el sentir intectivo, la mente queda “presa” en lo que la cosa real es “de suyo”
Recuérdese que en el párrafo que ayer analicé decía Ortega algo parecido y lo expresaba refiriéndose al primer plano de realidades en el cual, decía, “se impone a mí de una manera violenta”. La diferencia consiste a mi modo de ver en que esta imposición, esta manera violenta en la que queda presa la mente no le viene de los simples colores los sonidos, el placer y dolor sensibles, sino de la verdad real que los habita. Por esto no nos deja en la superficie en estado de pasividad pues no sólo nos retiene sino que nos impele hacia profundidades insospechadas.
Contra lo que pensaba Ortega la realidad inteligida no se agota en su “aparecérseme” como si fuese una presencia objetiva. Lo que en verdad se agota en su mero “ser sentido” es el estimulo que hiere al sentir animal. El estimulo es, esencialmente, estimulo “de” un sentir y el sentir no puede ser lo que es sin el estimulo. En el caso del animal existe una verdadera correlación o coexistencia entre el estimulo y el sentir en donde cada uno de los términos necesita del otro para ser lo que es, pero esto no es verdad tratándose de la intelección humana.
En el caso del hombre, nos encontramos frente a una realidad”propia” que arrastra nuestra menta y la fuerza a penetrar en lo que la realidad es de suyo, en su intrínseca constitución.
Estos apuntes, Oscar, con buena voluntad, quizás ayuden a clarificar mi exposición de ayer
Saludos cordiales
Nota accesoria
Muy rápidamente antes de que se me esfume lo que quiero decir.
Esto de la visión de los dos planos que conduce a Ortega a pensar de la profundización como algo en el que se precisa de otro órgano, es pienso justo la causa de que se produzcan tantas desavenencias entre los cumpas atrieros a la hora de no aceptar y con razón distintos niveles a alcanzar, y a nuestro científico de plantilla a admitir la división kantiana, fenómeo y el noumenon.
No hay tal división sólo existe la posibilidad de la “alternativa” cuyo carácter, como vengo repitiendo viene determinado por la realidad misma.
Por alusiones de Oscar.. ( no tengo claro si es por el nombre que me pusieron- Pepe Sala- o por la palabreja ésa que tanto preocupa a los admiradores de la semántica pulcra; (pero que tan bien me ha venido a mí para poder alimentar a mi familia y a mí mismo) En cualquiera de los casos responderé por ” alusiones” y con la venia.
De haber visto pensamientos tan elevados, Oscar, te hubiera mandado mi propio proyecto respecto al asunto de ” la mierda casera”. Yo sólo leí ( y me gustó mucho) lo que se propone en materia ( y dale con insinuaciones escatolígicas…) del tratamiento de aguas residuales. Creo que era éste enlace y lo comparto aquí por si alguien puede corregir algo o puede aprovecharse de lo que yo considero bien informado.:
http://www.tierramor.org/Articulos/tratagua.htm
Aclarado el asunto , paso a meterme en pensamientos pseudo- filosóficos en materia tan importante como la que tratamos. Tú también te metes en fontanería, Oscar y lo de ” meterse en camisas de once varas” funciona en todos los sentidos.
En caso de filosofar sobre la ” materia”… y vuelta la burra al trigo, yo no hubiese necesitado el enlace que se hace referencia. Tengo mi propia filosofía heredada por parte materna. Decía mi madre que ” fuera del alma todos ” semos” animales”. Así pues, todo lo orgánico que resulte en los hogares no nos debe preocupar por motivos de contaminación de la tierra.
Son los famosos ” avances tecnológicos” los que nos obligan a tomar medidas aconsejables ( obligatorias en los paises más desarrollados) los que contaminan las aguas, la tierra, el aire y nuestra propia salud. Pongamos por caso las lavadoras, los lavaplatos y muchos de los jabones raros que nos venden para ducharnos. ( Hablo en el sentido de una simple casa unifamiliar… si me meto en los asuntos de empresas industriales nos podríamos acojonar.)
Así pues, no tengamos ningún temor por los asuntos de la ” mierda”.
Mi otro referente ” filosófico” es mi hermano menor ( el Chiki) . Asegura y discute con quien haga falta discutir, que la creación no proviene de ningún supuesto ” dios”. Que todo viene de la mierda y de la descomposición de la materia ( que no se crea ni se destruye) y, lo mismo que el trigo no daría más trigo si no muere y se descompone, así, la mierda es nuestra más lejana antepasada y creadora.
Yo ya no discuto con mi hermano pequeño… vaya a ser que tanga razón. ( que le pregunten a Joxema, quien puede dar perfecta cuenta de la sapientísma filosofía del señor ” Marqués de Rozalejo”.
Hoy creo que me he subido demasiado a las nubes “filosófico-espirituales”. Con lo sencillo que es tratar de un concilio de hace 1700 años… ( además no hace falta leer nada al respecto; se va escribiendo sobre la marcha y ” voilá” : aquí todo quisqui es teólogo, filósofo, historiador, sociólogo y la bíblia en verso. Pero si hay un problema de mierda, seguro que tendrán que llamar al jodido FONTANERO)
Pues éso…
Pepe Blanco: Lo de “gaiásofo” me suena a un cierto cachondeo…Por ese camino te sacarás de la manga una nueva ciencia que llamarás, supongo, “gaiasofía”. Y nombrarás licenciados y doctores pot dodo el universo de las ciencias… !Cómo sois “os da terra da chispa”!
Muchas gracias Oscar, por atenderme.
En todo el día de ayer estuve un tanto deprimida, pensando que ya no querías saber nada de mí, hasta que por la noche leí que a Gudin le decías que esperase que antes querías charlar conmigo. Esto me bastó para cambiar el ánimo. Que se tome el tiempo que quiera pensé y apagué la luz con una sonrisa esperanzada.
Ahora, cuando escribo este borrador son las 6 de la mañana, lo digo porque no sé la hora en la que lo podré dar por terminado y colgarlo en el Post. Soy muy lenta y me tomaré el tiempo que necesite.
La verdad es que los paisajes, y la frondosidad de los bosques fueron siempre el tema pictórico favorito de mi juventud. Y no sólo esto, disfruto caminar por el bosque, mucho más, muchísimo mas que caminar por la playa que la tengo delante de casa. También sé que el paisaje, los bosques, fueros fuentes de inspiración filosófica en Ortega como el escrito que me remites del cual puede extraer la siguiente reflexión.
Ortega distingue en el bosque dos planos de realidades, en el primero dice que se le impone de una manera violenta, los colores, los sonidos, el placer y dolor sensibles. Y continua diciendo, ante él mi situación es pasiva.
Bien, pero si nos atenemos a la manera violenta como dice Ortega se le imponen dichos colores y sonidos, etc., lo primero que me viene a considerar es que, su situación ante ello más que pasiva , como dice, parece que haya de comportar una cierta reacción, por parte del afectado, un responder a esta violencia que se me impone.
Pero esto pienso que le sucede debido a la distinción que previamente se hace de los dos planos de realidades.
Ahora bien, antes, de seguir por ahí, quiero retrocedo en algo que se dice en el párrafo anterior. “Quien quiera enseñamos una verdad que no nos la diga: simplemente que aluda a ella con un breve gesto, gesto que inicie en el aire una ideal trayectoria, deslizándonos por la cual lleguemos nosotros mismos hasta los pies de la nueva verdad.”
Lo suscribo totalmente, con una pequeña objeción y es que según la experiencia anterior no se necesita de alguien que nos enseñe la verdad. Pues la verdad, la contienen ya precisamente aquellos colores, sonidos, olores, placer, dolor, etc., que por imponérsenos, no nos deja en estado pasivo, ni afectados meramente, sino impulsados a proyectar, lo cual la disposición para ello, dista mucho de la que podríamos haber tenido si aquella imposición violenta nos hubiera dejado sensitivamente afectados. Porque en tal caso hubiéramos hecho de las cualidades sentidas no como un sentimiento al que habría que responder sino mero objeto de reacción.
Por tanto no hay dos planos, lo que sí hay son dos momentos el de las cualidades y el de las propiedades que naturalmente se nos escapan pero el proyecto impulsado por la verdad nos las irán mostrando. Las propiedades conciernen a la dimensión de profundidad. Y por lo que leo en el último párrafo esto también, aunque a su manera, lo admite Ortega, pues dice eso precisamente, que la dimensión de profundidad se presenta siempre en una superficie.
Dice “De suerte que esta superficie posee en rigor dos valores: el uno cuando la tomamos como lo que es materialmente; el otro cuando la vemos en su segunda vida virtual. En el último caso la superficie, sin dejar de serlo, se dilata en un sentido profundo. Esto es lo que llamamos escorzo. El escorzo es el órgano de la profundidad visual; en él hallamos un caso límite, donde la simple visión está fundida en un acto puramente intelectual.”
Ahora bien si este texto me lo llevo a mi terreno para analizarlo, lo veo distinto. Porque más que valores, dada la experiencia en superficie, para mí son hechos.
Sigo. El uno, dice Ortega refiriéndose a uno de los valores, (hechos para mí) lo tomamos como lo que es materialmente. Este punto bien puede representar a lo que me he referido al comienzo cuando ante aquello que se me impone al considerarlo sensitivamente material, reacciono.
Pero, y sigo analizando la otra parte del texto de Ortega, si aquello que se me impone, tomo esta imposición no como algo a lo que tenga que reaccionar sino a responder, entonces la visión no es tanto para ver en superficie sino para mirar en profundidad el proyecto al cual nos viene lanzando ya desde aquellas cualidades reales sentidas que por llevar ya en ellas la verdad se nos han impuesto, pero más que violentamente, diría poderosamente.
A partir de aquí y situándonos no ya en las cualidades de las cosas sino en las propiedades de ellas es lo que pienso le lleva a Ortega la necesidad del escorzo……pero
Discúlpame, Oscar, lo que diría ahora me llevaría mucho tiempo y ya llevo mirando demasiado rato el reloj… esta última parte la dejaré pues para más adelante. Además, de lo ya expresado, decirte que aún lo tengo en nebulosa por lo que no me extrañaría que puede llevar a una comprensión insuficiente y hasta, porque no a una confusión.
Muchas gracias.
Oscar Varela, 30-I, 1:54 am
No alcanzo a ver como las divagaciones de 1924 (!) de Ortega comparando las inteligencias humana y del resto de animales, aclaran mis dudas o modifican mis preguntas, que eran: Boff (o para el caso Lovelock o Margulys) ¿atribuyen inteligencia (definida como capacidad de aprender, comprender, asociar) al hipotético sistema de Gaia? o, de otra manera, ¿ese sistema de relaciones actuaría según las leyes de la física que, dentro de sus márgenes, dan resultados predeterminados, sin necesidad de que el sistema aprenda, comprenda y asocie (ergo, sin necesidad de inteligencia)?.
La diferencia importa: significa que moverse en el terreno de la física o de algo que habría que llamar, que se yo…parafísica, p. ej.
Hola!
Tres breves pensamientos:
1º) SOSTENIBILIDAD.
No recuerdo pero me parece que algunos hablaban de
“SUSTENTABILIDAD”
La distinción parece fina, pero resulta ser bastante “grossa”.
Porque “SUSTENTADO” es aquello que tiene suficiente APOYO – DE ABAJO.
En cambio “SOSTENIDO” es algo que hay que “tener de los pelos” – DE ARRIBA.
···············
2º) Esa distinción me interesa señalarla
porque ¿hay algo más “sostenido de los pelos” que la Vida?
En cuanto te descuidás ¡Zas! ¡Sonaste! ¡Se acabó!
Quiero decir que ese CUIDADO consistente en FORMAR OPINIÓN
es el primer y básico postulado necesario de toda SUSTENTABILIDAD.
················
3º) Hete aquí que Leonardo: le pone el pecho y lo hace.
Él es un mártir (testigo veraz) en su continuada y tenaz actitud;
Pero cuando lo tiene que enunciar: se lo deja a la espalda y lo calla;
Como que “no se da cuenta y razón” de lo que hace en sus quehaceres.
···············
Por lo tanto, quede dicho, que mi crítica a Boff
es aplaudir todo que dice y hace
y solicitarle que lo que hace (opinar y hacer pensar)
entre en la definición de la SUSTENTABILIDAD.
¡Vamos todavía! – Oscar.
Hola pepe blanco!
Dices:
– “Sin embargo, me temo que no tengo ningún indicio para sospechar en ellos “vida inteligente”. Nunca conseguí enseñarles a leer, ni siquiera a sumar 1+1 =2 (ya no digamos a resolver una integral compleja, )
Pero sí, alguna clase de corriente “afectiva” parece fluir entre mi gata y yo.”-
Creo que un principio de comprender el comportamiento de Tula
Está implícito en lo que le escribí a Gundín:
Que Tula “no tiene necesidad de esas cosas: inteligentes”;
Pero sí tiene necesidad de “afecto”, que para ellas reside grandemente en sus “pelitos”frotadores;
como en sus “bigotes” la dirección y estabilidad.
¿Tal vez, no?
¡Vamos todavía! – Oscar.
Hola M. Luisa!
– “en cuanto al hecho de preguntarnos en profundidad sobre la vida humana, la sociedad y la naturaleza, pregunto ¿hemos de fiarnos de que en esta profundidad se llegue a través de la “sensitiva” ambigüedad propia del mero sentir o de la apertura de la sensibilidad hacia lo real? ¿No será este punto el que conviene esclarecer?”-
Espero que te sirva para lo de “profundidad”: de Ortega y Gasset -1914- (OCT1)
EL BOSQUE
¿Con cuántos árboles se hace una selva? ¿Con cuántas casas una ciudad? Según cantaba el labriego de Poitiers: La altura de las casa impide ver la ciudad; y el adagio germánico afirma que: Los árboles no dejan ver el bosque.
Selva y ciudad son dos cosas esencialmente profundas, y la profundidad está condenada de una manera fatal a convertirse en superficie si quiere manifestarse. Tengo yo ahora en torno mío hasta dos docenas de robles graves y de fresnos gentiles. ¿Es esto un bosque? Ciertamente que no: éstos son los árboles que veo de un bosque. El bosque verdadero se compone de los árboles que no veo. El bosque es una naturaleza invisible —por eso en todos los idiomas conserva su nombre un halo de misterio.
Yo puedo ahora levantarme y tomar uno de estos vagos senderos por donde veo cruzar a los mirlos. Los árboles que antes veía serán sustituidos por otros análogos. Se irá el bosque descomponiendo, desgranando en una serie de trozos sucesivamente visibles. Pero nunca lo hallaré allí donde me encuentre. El bosque huye de los ojos.
Cuando llegamos a uno de estos breves claros que deja la verdura, nos parece que había allí un hombre sentado sobre una piedra, los codos en las rodillas, las palmas en las sienes, y que, precisamente cuando íbamos a llegar, se ha levantado y se ha ido. Sospechamos que este hombre, dando un breve rodeo, ha ido a colocarse en la misma postura no lejos de nosotros. Si cedemos al deseo de sorprenderle —a ese poder de atracción que ejerce el centro de los bosques sobre quien en ellos penetra—, la escena se repetirá indefinidamente.
El bosque está siempre un poco más allá de donde nosotros estamos. De donde nosotros estamos acaba de marcharse y queda sólo su huella aún fresca. Los antiguos, que proyectaban en formas corpóreas y vivas las siluetas de sus emociones, poblaron las selvas de ninfas fugitivas. Nada más exacto y expresivo. Conforme camináis, volved rápidamente la mirada a un claro entre la espesura y hallaréis un temblor en el aire como si se aprestara a llenar el hueco que ha dejado al huir un ligero cuerpo desnudo.
Desde uno cualquiera de sus lugares es, en rigor, el bosque una posibilidad. Es una vereda por donde podríamos internarnos; es un hontanar de quien nos llega un rumor débil en brazos del silencio y que podríamos descubrir a los pocos pasos; son versículos de cantos que hacen a lo lejos los pájaros puestos en unas ramas bajo las cuales podríamos llegar. El bosque es una suma de posibles actos nuestros, que, al realizarse, perderían su valor genuino. Lo que del bosque se halla ante nosotros de una manera inmediata es sólo pretexto para que lo demás se halle oculto y distante.
TRASMUNDOS
Este bosque benéfico que unge mi cuerpo de salud, ha proporcionado a mi espíritu una grande enseñanza. Es un bosque magistral; viejo, como deben ser los maestros, sereno y múltiple. Además, practica la pedagogía de la alusión, única pedagogía delicada y profunda. Quien quiera enseñamos una verdad que no nos la diga: simplemente que aluda a ella con un breve gesto, gesto que inicie en el aire una ideal trayectoria, deslizándonos por la cual lleguemos nosotros mismos hasta los pies de la nueva verdad. Las verdades, una vez sabidas, adquieren una costra utilitaria; no nos interesan ya como verdades, sino como recetas útiles. Esa pura iluminación subitánea que caracteriza a la verdad, tiénela ésta sólo en el instante de su descubrimiento. Por esto su nombre griego, alétheia —significó originariamente lo mismo que después la palabra apocalipsis—, es decir, descubrimiento, revelación, propiamente desvelación, quitar de un velo o cubridor. Quien quiera enseñarnos una verdad, que nos sitúe de modo que la descubramos nosotros.
Me ha enseñado este bosque que hay un primer plano de realidades, el cual se impone a mí de una manera violenta: son los colores, los sonidos, el placer y dolor sensibles. Ante él mi situación es pasiva. Pero tras esas realidades aparecen otras, como en una sierra los perfiles de montañas más altas cuando hemos llegado sobre los primeros contrafuertes. Erigidos los unos sobre los otros, nuevos planos de realidad, cada vez más profundos, más sugestivos, esperan que ascendamos a ellos, que penetremos hasta ellos. Pero estas realidades superiores son más pudorosas; no caen sobre nosotros como sobre presas. Al contrario, para hacerse patentes nos ponen una condición: que queramos su existencia y nos esforcemos hacia ellas. Viven, pues, en cierto modo, apoyadas en nuestra voluntad. La ciencia, el arte, la justicia, la cortesía, la religión son órbitas de realidad que no invaden bárbaramente nuestras personas, como hace el hambre o el frío; sólo existen para quien tiene la voluntad de ellas.
Cuando dice el hombre de mucha fe que ve a Dios en la campiña florecida y en la faz combada de la noche, no se expresa más metafóricamente que si hablara de haber visto una naranja. Si no hubiera más que un ver pasivo quedaría el mundo reducido a un caos de puntos luminosos. Pero hay sobre el pasivo ver un ver activo, que interpreta viendo y ve interpretando; un ver que es mirar.
Platón supo hallar para estas visiones que son miradas una palabra divina: las llamó ideas. Pues bien, la tercera dimensión de la naranja no es más que una idea, y Dios es la última dimensión de la campiña.
No hay en esto mayor cantidad de misticismo que cuando decimos estar viendo un color desteñido. ¿Qué color vemos cuando vemos un color desteñido? El azul que tenemos delante lo vemos como habiendo sido otro azul más intenso y este mirar el color actual con el pasado, a través del que fue, es una visión activa que no existe para un espejo, es una idea. La decadencia o desvaído de un color es una cualidad nueva y virtual que le sobreviene, dotándole de una como profundidad temporal. Sin necesidad del discurso, en una visión única y momentánea, descubrimos el color y su historia, su hora de esplendor y su presente ruina. Y algo en nosotros repite, de una manera instantánea, ese mismo movimiento de caída, de mengua; ello es que ante un color desteñido hallamos en nosotros como una pesadumbre.
La dimensión de profundidad, sea espacial o de tiempo, sea visual o auditiva, se presenta siempre en una superficie. De suerte que esta superficie posee en rigor dos valores: el uno cuando la tomamos como lo que es materialmente; el otro cuando la vemos en su segunda vida virtual. En el último caso la superficie, sin dejar de serlo, se dilata en un sentido profundo. Esto es lo que llamamos escorzo. El escorzo es el órgano de la profundidad visual; en él hallamos un caso límite, donde la simple visión está fundida en un acto puramente intelectual.”-
·····················
Hola Gundín!
Gracias por tenerme paciencia.
Y ahora aprovecho a abusar de ella.
Ortega y Gasset – 1924- (OCT5,357)
– “Es obvio hablar de la inteligencia en cuanto se habla de la técnica, y con excesiva celeridad atribuir a aquélla la distancia entre el hombre y el animal.
No se puede hoy con la misma tranquila convicción que hace un siglo, definir al hombre como hace FrankIin, llamándole animal instrumentificum, animal tools making.
No sólo en los famosos estudios de Köhler sobre los chimpancés, sino en otras muchas provincias de la psicología animal, aparece más o menos problemáticamente la capacidad del animal para producir instrumentos elementales. Lo importante en todas estas observaciones es advertir que la inteligencia estrictamente requerida para la invención del instrumento parece existir en él.
La insuficiencia, lo que en efecto hace imposible al animal llegar con eficaz plenitud a la posesión del instrumento, no está, pues, en la inteligencia sensu stricto, sino en otro lado de su condición. Así Köhler muestra que lo esencialmente defectuoso del chimpancé es la memoria, su incapacidad de conservar lo que poco antes le ha pasado y, consecuentemente, la escasísima materia que ofrece a su inteligencia para la combinación creadora.
Sin embargo, la diferencia decisiva entre el animal y el hombre no está tanto en la primaria que se encuentra comparando sus mecanismos psíquicos, sino en los resultados que esta diferencia primaria trae consigo y que dan a la existencia animal una estructura completamente distinta de la humana.
Si el animal tiene poca imaginación, será incapaz de formarse un proyecto de vida distinto de la mera reiteración de lo que ha hecho hasta el momento. Basta esto para diferenciar radicalmente la realidad vital de uno y otro ente. Pero si la vida no es realización de un proyecto, la inteligencia se convierte en una función puramente mecánica, sin disciplina ni orientación.
Se olvida demasiado que la inteligencia, por muy vigorosa que sea, no puede sacar de sí su propia dirección; no puede, por tanto, llegar a verdaderos descubrimientos técnicos. Ella, por sí, no sabe cuáles, entre las infinitas cosas que se pueden «inventar», conviene preferir, y se pierde en sus infinitas posibilidades.
Sólo en una entidad donde la inteligencia funciona al servicio de una imaginación no técnjca, sino creadora de proyectos vitales, puede constituirse la capacidad técnica.”
··················
Ya vemos cómo la definición que tren los Diccionarios acerca de la Inteligencia, es bastante pobre.
La Inteligencia, como el Estómago, como Dios son realidades creadas por el ser humano al Servicio de una Vida (imaginaria; personal; novelesca) que es la “humana”, en la medida y cuando las necesita para vivir logradamente (cosa que siempre está por verse; y por eso no le queda más remedio a ese ser humano que seguir inventando, creando.
Tal vez, algún día gira el cuadrante de sus emociones y sentimientos, y sienta que su logro está en una vida agreste y bucólica; entonces el automóvil le será un estorbo vomitivo. Me pregunto: ¿Qué hará Repsol y los que se llenan ahora los bolsillos con el petróleo?)
¿Vamos todavía? – Oscar.
·················
PS.: Esa última imaginación ya hay gente que la está realizando y sin estar aglutinados por nada culto-religioso. Fui invitado a realizarla con gente de Escobar –Pcia. De Bs. As. …pero les dije que ya no estaba para esos trotes.
Hla Gundín!
Si me das un poco de tiempo,
y tenés la paciencia de esperar
te contestaré cuando me responda.
Ahorita nomás voy y le pregunto, ¿ok?
Gracias, mientras ¡voy todavía! – Oscar.
……………
Tal vez demore un poco porque antes tengo que charlar con M.Luisa y Pepe Blanco.
¡Hagamos una cosa: sumate a la charla y vemos!
Oscar Varela, 29 Enero 1:25 am.
Si, los ojos de Francisco veian la fraternidad universal de las criaturas. Pero, ¿veian inteligente al hermano Sol?.
Hola, chicos y chica.
Responderos a Mª Luisa y a Gundín me llevará más tiempo, del que ahora no dispongo, pues mañana he de presentar la declaración del IVA y voy justo de tiempo. Por favor, esperad un par de días. Preveo la inutilidad de mis esfuerzo (particularmente respecto a lo de Gudín), pero lo intentaré.
Respecto a lo que dices, Oscar, reconozco que con mi gata, Tula, mantengo una cierta clase de trato. Reconozco en ella una sorprendente capacidad de aprendizaje. Tuve otros dos gatos más, que en la gloria del dios de los gatos descansen. La comparación entre ellos, entre sus diferentes comportamientos, permitía sospechar una cierta, mínima “identidad personal gatuna” que iba más allá de los comportamientos genéticamente determinados que, por supuesto, parecían determinar la mayor parte de los actos de los gatos. Pero no todos, y ahí reside lo sorprendente.
Sin embargo, me temo que no tengo ningún indicio para sospechar en ellos “vida inteligente”. Nunca conseguí enseñarles a leer, ni siquiera a sumar 1+1 =2 (ya no digamos a resolver una integral compleja, 🙂 )
Pero sí, alguna clase de corriente “afectiva” parece fluir entre mi gata y yo. Me transmite mejores vibraciones que los escritos del gaiásofo.
Vayamos, pues, todavía.
Bien, de acuerdo Oscar, yo también puedo llegar a ver la cuestión así como tu la planteas, pero entonces en cuanto al hecho de preguntarnos en profundidad sobre la vida humana, la sociedad y la naturaleza, pregunto ¿hemos de fiarnos de que en esta profundidad se llegue a través de la “sensitiva” ambigüedad propia del mero sentir o de la apertura de la sensibilidad hacia lo real? ¿No será este punto el que conviene esclarecer?
Hola!
Para cumplir con una de las partecitas que me toca en esta vida
-respecto a la sostenibilidad–
ha venido en mi ayuda el Cumpa atriero pepe sala.
Se trata de que en la casita que estoy construyendo con sólo dos cosas
(sosteniblemente más no se necesitan),
– y posiblemente de misma raíz “etymo-lógica”-
a saber: mente y manos.
Con perdón de la palabra tendré que decir que el Asunto es un Asunto de Mierda.
En efecto: se trata del “Tratamiento de Aguas domiciliarias”
Pero a los efectos de este Post de Boff, leo en el Sitio que Sala me ha enviado
http://www.tierramor.org/EcologiaProfunda/EcoProfunda.html#vivir
Vivir como si la Naturaleza importara
El término “Ecología Profunda” fue acuñado por Arne Naess y se refiere a un enfoque profundo y espiritual sobre la naturaleza, el que se deriva de una apertura más sensitiva hacia nosotros mismos y hacia la vida que nos rodea.
La esencia de la ecología profunda brota, pues, naturalmente, del hecho de preguntarnos en profundidad sobre la vida humana, la sociedad y la naturaleza.
La ecología profunda es mucho más que una aproximación fragmentaria a los problemas medioambientales, intenta articular una visión espiritual y filosófica sobre el mundo.
Sus fundamentos hay que buscarlos en aquellas intuiciones y experiencias con respecto a nosotros mismos y a la naturaleza que surgen espontáneamente de la conciencia ecológica junto a ciertas visiones naturales sobre la política y la sociedad.
La mayor parte de sus temas de interés son los tópicos que han preocupado a la filosofía y a la religión de todos los tiempos.
* ¿Qué significa ser un individuo único?
* ¿Cómo puede el ser individual conservar y potenciar su singularidad sin dejar de participar en un sistema global en el que no existe discontinuidad entre el ser y el otro?
Una perspectiva verdaderamente ecológica puede conducir a aquello que Theodore Roszac denomina “el despertar de una totalidad que es algo más que la suma de sus partes. El espíritu de tal disciplina es, pues, contemplativo y terapéutico.”
···················
¡Vamos todavía! – Oscar.
Perdón, en el cuarto párrafo donde escribí “respectivad” vaya palabro! quise decir respectividad …intelectiva
Ay,Pepe!! Qué difícil me lo pones…la verdad es que no sé por cuales de sus aristas coger el problema. Y no es porque en sí misma la cosa sea problemática, sino que el problema viene dado por el hecho de tener que retroceder dialécticamente para ir subsanando errores del pasado.
Para situar mejor mi enfoque, demos por descartado que Boff otorgase inteligencia al planeta Tierra, pero que, en cambio, mediante sus artículos sí nos ha hecho darnos cuenta de que la percibe no como un objeto sino que la ve realmente con toda su física realidad.
Es el cambio de mentalidad al que ayer me refería. Para ello sólo es necesario que la inteligencia humana recobre su verdadero estatuto como facultad y ésta no la posee a menos que forme unidad potencial con la sensibilidad. Es lo que expreso cuando recurro al hecho de la aprehensión humana como momento primigenio de la intelección (por eso no es idealismo) porque ahí no hay ningún acto por parte de la inteligencia sino mera actualidad de la cosa percibida en ella.
El concepto viene dado por un acto de la inteligencia que, aislada de su estructura sentiente, remite directamente al objeto. Pero según lo que acabo de exponer, la aprehensión intelectiva propia de la realidad humana, conecta con cualquier otra realidad (es lo que, opino, le concede Boff a la Tierra, realidad, sustantividad, no inteligencia) y entonces es cuando por parte de la inteligencia humana, anterior a toda relación sujeto- objeto, lo que anterior a ella hay es respectivad intelectiva, es decir, conexión en cuanto ambas realidades se nos hacen presente.
La potencia del sentir y la del inteligir no pueden ir aisladamente cada una por su lado y esto por la sencilla razón de que, así como la potencia del sentir, aisladamente, sí está facultada pero con resultados muy negativos pues ella sólo ejerce como fuerza, no lo está la potencia intelectiva que sólo forma facultad con el sentir de tal manera que entonces aquella fuerza ya no es tal, se torna en poder, en posibilidad. Es algo de lo que se habló, hace ya mucho tiempo aquí, con el recordado y estimado Javier Thomson que estoy segura de nuevo me echaría una mano.
Tampoco estoy de acuerdo con la visión oscariana, je,je, en la que según el franciscanismo, Boff trate de hermana-o a cualquier pedrusco o bicho. Sino que, aunque de hecho se trata de dos realidades de dimensiones distintas no por ello tiene que pasar desapercibida lo real de ambas, que por supuesto queda a cargo de la inteligencia humana.
Me sabe mal que no me entiendas, Pepe, de verdad, pero lo que intento decir es algo que si se quiere llegar a un final que en él se nos haga la sencillez, no nos podemos ahorrar este gran rodeo tan pesado y ocioso.
Por lo demás, claro que me acuerdo de Gabriel Letelier con quien debatí bastante. Desde aquí por si acaso nos leyera le mando un cariñoso saludo.
Y a ti, Pepe, muchas gracias y a ver si esta vez me he dado a entender mejor.
Hola Gundín!
La observación de pepe blanco no es ociosa.
Recordá que el franciscanismo trata de “hermana-o”
a cualquier pedrusco o bicho, aunque se arrastre.
………………
Hola pepe blanco!
Con ningún pedrusco ni bicho tenemos ytrato.
(llamo “trato” a la relación en que los relacionados se co-responden reciprocamente).
Sin embargo los límites del ser humano con la vida animal
tiene, en los casos de “domesticación”, algunas veces
cierto perfil inquietante: como que nos adivinan.
Y entonces ¡sorprendidos! a veces pensamos que
no son tan ¡animales!
como a veces lo son los seres humanos.
Y de seguro que no cambiaríamos nuestra mascota
por cualquiera de esos malandras “inteligntes” ¿no?
¡Vamos todavía – Oscar.
Veamos un ejemplo: entre las leyes que la bioesfera obedece están las de la termodinámica. Según ellas la atmósfera y los océanos se encargan de transportar calor a los lugares frios y frio a los cálidos manteniendo así un cierto equilibrio térmico en la bioesfera sin el que la vida sería imposible.
Ni la atmósfera ni los océanos asocian hechos para aprendiendo y comprendiendo enunciar la leyes de la termodinámina. Ese aprender, comprender y asociar nos toca a nosotros..
A nadie que ya haya salido de las primitivas creencias animistas -a Boff hay que suponérselo- se le ocurrirá afirmar que la atmósfera y los océanos son inteligentes o participan de una inteligencia común, Gaia.
Pepe Blanco, he releido, dos veces, este trabajo de Boff, y no encuentro afirmación suya de que la Tierra -o la biosfera, o el sistema de Gaia- sea inteligente. Dice, si, que “..la Tierra es más que una cosa…sin inteligencia, o un mero sistema de producción. Ella no contiene vida, sinó que esta viva, se autorregula, se regenera y evoluciona….” .
Es deducción tuya, no afirmación suya, que “si la Tierra es algo más que una cosa, sin inteligencia, es que es algo que si la tiene, con inteligencia”. Demasiado rápida deducción, creo.
Insisto en algo ya dicho: Los componentes del sistema bioesfera, o Gaia, se relacionan según leyes inherentes que, dentro de sus márgenes, dan resultados predeterminados. Todo lo que se les puede pedir y esperar es que sean coherentes con su función: autoregulación y equilibrio que mantengan las condiccones físico-químicas necesarias para la vida. Pero no inteligencia.
La inteligencia nos tocaría ponerla a nosotros. Nos tocaría…
X. Gundín,
Sin ir más lejos, en este mismo artículo: Si la Tierra es algo más que una cosa, sin inteligencia, es que es algo que sí la tiene, algo con inteligencia.
Estimada Mª Luisa,
Mientras sea capaz de entenderte al menos un poquito, estaré encantado de dialogar contigo. Sueles usar un lenguaje metafísico que, con frecuencia, me cuesta entender.
No obstante, hasta donde soy capaz de entenderte, mi impresión es que estás, afortunadamente para ti, muy lejos de Boff. Te explico por qué pienso eso, y tú me dirás si acierto o por el contrario, me equivoco.
Creo que estás muy lejos de Boff porque Boff, en el fondo, es idealista. Su idealismo se detecta bien en las ideas de Theilard en las que están más que inspiradas las suyas. Son idealismos que, en vez de ubicar los arquetipos al comienzo de los tiempos, los ubican al final de la historia. Pero, idealismos, al fin y al cabo. Aunque el idealismo se vista de seda, idealismo se queda. Por desgracia, Boff ni siquiera sabe vestir su idealismo con un poquito de elegancia y de buen gusto (el vestido que le ponía Gabriel Letelier, -¿te acuerdas de él?- era más vistoso y, al menos, excluía las barbaridades científicas e intelectuales).
Y, hasta donde soy capaz de entenderte, tú estás muy lejos del idealismo. Tú me dirás si me equivoco o no.
Pepe Blanco, ¿dónde Boff (o para el caso, Lovelock o Margulys) afirma(n) que el (hipotético) sistema de Gaia es inteligente.
De la Wikipedia: “….Según la hipótesis de Gaia la atmósfera y la parte superficial del planeta Tierra se comportan como un todo coherente donde la vida, su componente característico, se encarga de autoregular sus condicciones esenciales tales cmo la temperatura, composición química y salinidad en el caso de los oceanos. Gaia se comportaría como un sistema auto-regulador (que tiende al equilibrio)….”. Se afirma que el sistema (el todo) es coherente, pero, ¿inteligente?.
Del María Moliner: “Inteligencia: facultad espiritual con la que se captan, se relacionan y se forman las ideas. Capacidad mayor o menor de aprender, comprender o asociar. Etc, etc…”
Digo yo: para que un sistema de relaciones se autoregule no necesita inteligencia, le basta con leyes a las que obedecer. Sus resulados están determinados, sin necesidad de aprender, comprender, asociar.
Hola Pepe, de nuevo aquí por si quieres atenderme.
Ahora me referiré y enlazaré lo que de Boff intuyo con un comentario que hice en mi primera intervención.
Recuerdo que allí hablé de cambio de mentalidad y que ésta se daba precisamente por la puesta al día de la filosofía en su concepción sobre la realidad la cual, y de la mano de la ciencia, pasaba a ser concebida no ya desde la idea de sustancia sino de la de sustantividad.
Lo que expondré a continuación, tal vez, ayudará a descubrir la coherencia interna de todos mis comentarios anteriores en los cuales he venido siempre evocando a lo real como la nota fundamental en la mayoría de ellos.
También explicará mi resistencia a desestimar las teorías de L. Boff.
El breve escrito que sigue lo extraigo de un examen de filosofía que realicé desde la Fundación Zubiri en el año 2010.
El dinamismo de lo real.
El dar de sí de lo real consiste en el devenir de la realidad y por tanto inscribe el problema del devenir no en una concepción ontológica, entendiendo la realidad en cuanto qué es, sino en cuanto realidad. Por lo que, desde este punto de vista, su carácter es estructuralmente dinámico. Por esto la constitución de la realidad no es ni sustancial ni estática sino constitutivamente sustantiva. La realidad (de la Tierra, añado ahora) está integrada por estructuras que son las que tienen un dinamismo cuya acción consiste fundamentalmente, en que la realidad en sí misma y por sí misma es activa. Es el dar de sí de la realidad.
Tal vez me quede algo en el tintero, estoy segura, para explicar de alguna manera mi acercamiento a Boff, pero ya lo pensaré mañana.
Un cordial saludo
Amigos. Nada de desprecios a la filosofía por mi parte o si quereis gaiasofía. Pero recordemos aquello de Marx “hasta ahora los hombres se han dedicado a interpretar el mundo cuando lo que hace falta hacer es cambiarlo” o aquello de Jesús “he venido a traer fuego a la tierra y qué quiero sino que arda”
No solo la Tierra puede ser predicada como viva, en sentido analógico pues es el hombre y las criaturas las que gritan, gozan y sufren. La Tierra claro que es un “organismo vivo” no creo que Boff quiera decir más que esto en sus escritos. Y claro que reacciona con toda esa serie de fuerzas interiores y consecuencias exteriores de la acción humana que le afectan.
Recordemos aquello de Pablo que tomado al pie de la letra iría mucho más alla que Leonardo Boff : “la Creación entera gime con dolores de parto aguardando la manifestación como hijos de Dios”
Gracias Gabriel y gracias a todos.
José
Hola!
Sueño que alguna vez la “sagrada” Facultad de Filosofía:
* visite los “profanos” Bares, más precisamente: los Cafetines.
* se siente en sus “mesas” (las que –como el amigo- “nunca preguntan”)
* y se ponga a comprender la Vida.
NOTA: el proceso inverso (del Cafetín de Barrio a la Facu. es uno de mis Quehacers)
………………..
– “En tu mezcla milagrosa
de sabihondos y suicidas,
yo aprendí filosofía… dados… timba…
y la poesía cruel
de no pensar más en mí.”-
http://www.todotango.com/english/las_obras/letra.aspx?idletra=152
¡Voy todavía! – Oscar.
Hola Mª Luisa.
Sinceramente, creo que haces una interpretación muy forzada de las palabras de Boff, solamente para adecuarla a tu forma de pensar. Boff dice lo que dice y si quiere decir otra cosa, pues que la diga.
El que Boff le otorga a Gaia capacidad inteligente, eso creo que está claro, y no solamente por lo que dice en este artículo, pues muchas veces se refiere a Gaia de manera personal. Es decir, de la misma manera que Dios para el cristianismo es un dios personal, Gaia también es una Gaia personal para Boff, una Gaia que sufre, que gime, que se lamenta, que envía señales, que causa crisis económicas, y que habla por boca de sus profetas.
“Por todas partes hay heridas de nuestra madre Tierra, que sufre y gime en los terremotos, los tsunamis, los ciclones, las crecidas devastadoras del Estado de Santa Catarina y las sequías pavorosas del Nordeste. Son señales que nos está enviando.” (Todos en Guerra contra Gaia)
“La reducción del crecimiento es una reacción sabia de la propia Tierra que nos envía este recado: «Olviden la idea desaforada del crecimiento, pues éste es como un cáncer que va a corroer todas las fuentes de la vida. Busquen el desarrollo humano de los bienes intangibles, que este sí puede crecer sin límites, como el amor, el cuidado, la solidaridad, la compasión, la creación artística y espiritual». (La Tierra se defiende: hace disminuir el crecimiento)
Pongo estas citas porque son las que he encontrado en cinco minutos de búsqueda. Si me entretengo una hora buscando, podría poner bastantes más.
Y respecto a llamarle filosofía a lo que hace Leonardo Boff, bueno, supongo que algunas veces sí. Pero creo que lo que más le gusta es hacer gaiosofía. Leonardo Boff es el gaiósofo por excelencia.
Buenos días, Pepe!
Desde una perspectiva procesual de la evolución no es difícil de entender la diferencia que establecí entre organismo vivo y ser vivo.
El organismo vivo lo constituye el hecho de la aparición sobre la Tierra de la materia molecular y gracias a esta materia y a base de su estabilidad dinámica, han podido aparecer los seres vivos.
Lo que sí con sinceridad he de decirte, es que hubo algo del párrafo que extrajiste de Boff que tampoco se adecuaba a mi modo de pensar y me tubo por momentos en una situación de intentar penetrar en el de él para comprender a que se refiere cuando dice aquello de que “ la Tierra es más que una “cosa” sin inteligencia o un mero de producción”
Pues bien, para intentar comprenderlo me fijé en ese “o” cuyo sentido no es sino el de ofrecer una alternativa. Pienso que no es que Boff le otorgue inteligencia a la Tierra sino que por lo que he dicho concerniente a la estabilidad dinámica, es esa autorregulación la que la saca de ser mera producción. Con lo cual pienso, que es por ese carácter de regularidad dinámica lo que le llevaría a asociarla a “modo” parecido al de una realidad inteligente, pero nada más.
Repito, yo en lo que me fijé es en la alternativa que incluía la frase y que atenuaba lo anterior dicho, es decir, me fijé más en el aspecto de no ser la tierra un mero de producción.
Hola!
Leo en José:
* lo fundamental de Leonardo
* a Leonardo le pre-ocupa.
y leo en Gaby:
* José, me sumo a tu intervención
………………….
¿Por qué, entonces, empieza José “pro-clamando”:
– “Creo que con tántas “filosofías” (que en absoluto desprecio) de algunos de este foro, olvidamos …”
¿Olvidamos qué?
¿Acaso Boff no está -según José y su complaciente Gaby- haciendo “filosofía“?
¿Qué es “filosofía” sino tratar:
* lo “fundamental”
y
* “pre-ocupación” (“antes de ocuparme” en tirarme de cabeza a la pileta)?
………………..
NOTA irónica: Cualquier parecido con la fábula del esclavo Esopo, narrada en “La zorra y las uvas” será mera coincidencia.
Porque la salvedad de humildad estuvo dramáticamente entre-parentizada (que en absoluto desprecio).
Tal vez no vayamos todavía; pero ¿qué le vamos a hacer? – Oscar.
José, me sumo a tu intervención excelente, si me permites calificarla…Gabriel
Creo que con tántas “filosofías” (que en absoluto desprecio) de algunos de este foro, olvidamos lo fundamental de Leonardo Boff: a él le interesa la tierra y cuanto contiene y le pre-ocupa la “armonía del ser humano con la naturaleza”, lo que él llama “el buen vivir” y buen vivir de todos, especialmente de los que viven en la miseria “gracias” a “la voracidad industrialista”. La “Madre Tierra, si es simplemente tierra uno puede comprarla, venderla, explotarla. Pero a una madre uno no puede venderla, comprarla y explotarla”. “No hay diferencia entre Tierra y Humanidad. Ambos forman una única y expléndida realidad, inseparable e indivisible. Por eso hombre viene de humus, tierra fértil, Adam, en hebreo significa hijo e hija de la Tierra. Nuestra misión es ética…Si no nos aceptamos como Tierra, tenemos pocas razonespara cuidarla. Es nuestra única Casa CComún, no tenemos otra”
Todos los entrecomillados son de Boff en la AgendaLatinoamericana 2012. Es el capital el que esta convirtiendo a la Tierra no en Madre sino en una protituta. Miles y miles de hectáteas de tierra compradas por el capital yarrebatadas a los campesinos en África, en latinoamérica (lean, lean amigos); los productos de la tierra sujetados a un comercio agroalimentario neoliberal que los transporta por todo el mundo hundiendo a los campesinos y agricultores de todos los países y a tenderos locales, consumidores engañados y un largo etec. Este es el contexto de fondo del que hablaLeonardo y toda la Teología de la Liberación y también publicaciones y luchas en nuestro país. Pongo dos ejemplos: la Universidad Paolo Freire en Amayuelas (Palencia) o Militante Mundo Rural del Movimiento Rural Cristiano de España. Todo más allá y más acá de Arstóteles, la filosofía griega o las prédicas aéreas de las elites (que no de muchos cristianos) de parte amplísima de nuestras jerarquías.
Hola Mª Luisa,
La diferencia que aprecias entre “organismo vivo” y “ser vivo” no la entiendo muy bien.
Pero lo que piensa Boff sobre la Tierra, Gaia, la hipótesis Gaia, las propuestas de Lovelock, etc., lo entiendo perfectamente, porque ha escrito sobre ello muchísimas veces, y porque he procurado informarme al margen de lo escrito por Boff. Además, creo que no me equivoco al afirmar que la de Gaia es una de sus ideas fuerza, alrededor de las cuales gira su pensamiento -al menos lo que escribe- desde hace bastante tiempo.
Sin salirnos de este artículo, creo que está bastante claro lo que piensa Boff: “la Tierra es más que una «cosa» (res extensa), sin inteligencia, o un mero medio de producción. Ella no contiene vida, sino que está viva, se autorregula, se regenera y evoluciona.”
Creo que queda claro que para Boff la Tierra es un ente inteligente. Llámale organismo vivo, llámale ser vivo o llámale como quieras: tiene entidad propia, está viva y es inteligente. Una creencia completamente a-científica de la que nadie ha aportado ni la más mínima prueba.
Hola Gustavo!
El concepto aristotélico de vida es -no te rías-:
es el “Auto-movil”.
Dicho en latín filosófico: “motio sui”
Por lo tanto Boff no yerra en decir que la Tierra está viva en ese sentido.
Sentido de alguna manera relativo porque su “movimiento”
depende de Repsol (pensando en el “auto-móvil”),
quiero decir de la Energía del Sistema solar,
que a su vez …
que a su vez …
que a su vez …
¡me rayé! Sí; pero es que es así la cadena interminable de relativos.
…………….
Y está muy bien que hayas hecho mención de los diversos “analogados” del término “VIDA”.
…………….
Pero lo que no se debe pasar por descuido
es que el Analogado principal que da sentido a todo este conglomerado de términos
no es otro que el lugar donde los encuentro: Mi vida, la que estoy viviendo.
Los demás analogados son -tampoco te rías_
son sólo “suposiciones” o realidades presuntas.
Cuando el pero de mi casa me mueve la cola
yo no tengo delante la “vida animal” que dice el Libro de Anatomía;
tengo a “mi perro” contento.
También la vida de mi más querido prójimo (esposa, hijo, compañero, etc.)
me es “presunta”; a tal punto que en el “trato” empiezo creyendo que el otro es alguien como yo (alter-ego);
con el correr del tiempo y trato, me voy “enterando” no de los aspectos que nos son comunes, sino que voy notando que hay cosa que no son “como-yo”.
Me empiezo a caer de culo:
¿resulta que ese que era como-yo, no es como-yo?
¿quién carajo soy yo, entonces?
¡Ahí aparece el yo que vive; mi yo!
La primera persona de los Pronombres personales
es la última en aparecer.
¿Cómo va a ser “mi vida” igual a “tu vida”, a “su vida de él”?
El verbo “vivir” es el más in-transitivo de los verbos.
¿puede ser?
¡Vamos todavía! – Oscar.
Hola, Pepe, permíteme que con máxima brevedad, pues ahora no puedo extenderme, exponga mi punto de vista.
La vitalización de la materia hace de la tierra un organismo vivo algo muy distinto a considerarla como un ser vivo. Es lo que me parece se refiere Boff.
Un abrazo
Hay varias acepciones del término vida pueden agruparse en
Como vida orgánica (vegetal, animal). La vida tal como la estudian las ciencias biológicas.
Como vida espiritual, la vida divina, como vida eterna ( Boecio) pero también la vida humana, como vida moral, cultural, o vida afectada por sus referencias a los valores (vida, tal como aparece en acepciones como Vidas paralelas de Plutarco o incluso La vida es sueño de Calderón de la Barca, o simplemente en la expresión, común en nuestros días, «vivir mi vida»).
Pregunto la tierra tiene vida? O ¿es poseedora de vida?. Tiene sentido decir la tierra tiene vida? O ¿La tierra es mi vida?.
Saludos
Gustavo Montesinos Saá
¿Querrían, por favor, leer hoy día 27 de enero el articulito de Leopoldo Abadía en http://www.elconfidencial.com? No tengo más que decir hoy.- Gracias
Dice Boff:
“Sustentar especialmente a la Tierra viva: la Tierra es más que una «cosa» (res extensa), sin inteligencia, o un mero medio de producción. Ella no contiene vida, sino que está viva, se autorregula, se regenera y evoluciona. Si no garantizamos la sostenibilidad de la Tierra viva, llamada Gaia, quitamos la base para todas las demás formas de sostenibilidad.”
– Querido Antonio Duato: eso no es una metáfora. Leonardo Boff cree que la Tierra es un ser vivo, cuyo nombre incluso parece como si le hubiera sido revelado: Gaia.
– Desde mi punto de vista, esta forma de creencia es suficiente para desacreditar toda la obra actual de Boff. Como ya expliqué en otra ocasión, es una creencia tan mágica como la del creacionismo o, en su versión actual, el diseño inteligente. Se carga la teoría de la Evolución de Darwin que, con todos los matices y con todas las actualizaciones que se quiera, es la única que reconoce la comunidad científica internacional para explicar el origen y la evolución de las especies.
Hola!
¡Muy buena la perspicaz sensibilidad de Leonardo para darse cuenta de la restringida definición; y lograr ampliarla y explicarla item a item!
¿Un poco largona, no?
Y eso por no tener claridad en algo tan simple,
pero que por ello nos es tan dificil de formular.
Y, además, lleva a cometer el error de confundir las dos situaciones de un vestido:
a) colgado en el ropero
b) llevarlo puesto.
Boff en el item: Sustentar la vida humana:
* no lleva puesta o funcionando la “vida humana“;
sino que
* nos habla del “yo” colgado en la percha.
Por eso se le complica el “estar en el mundo” de ese “yo”
y la defición, aunque no esté del todo mal, no tiene elegancia;
es decir: poca veracidad.
¿Qué le costaba decir la consabida (casi nunca aprendida) frase de Ortega (1914):
“YO (vida humana)
soy yo y mi circunstancia,
y si no la salvo a ella
no me salvo yo”.
Nótese,además, el “singular” de “circunstancia”.
¿Es mucho pedir?
¡Vamos todavía! – Oscar.
En el Post de Boff anterior a éste, un breve comentario mío se sustentaba precisamente en la idea nuclear que reúne los distintos puntos que en su explicación señala Boff.
Allí dije que Boff no se posiciona en contra de Aristóteles y lo expresé diciendo que Boff a lo que se opone, a mi modo de ver, es a la idea de “Sustancia” aristotélica aplicada a la realidad, a cualquiera, en este caso a la Tierra.
Y ayer añadía, en un comentario que al final no introduje, que tampoco Boff pretende cargarse la filosofía ni la cultura europea sino que lo único que, en mi modesta opinión, nos hacer ver, es la imperiosa necesidad de un cambio de mentalidad.
Un cambio de mentalidad que nos lleve, como dije, a considerar la realidad no al clásico modo de sustancia sino dotándola de estructura sistémica.
Diferencia entre sustancia y sustantividad.
No es lo mismo definir una cosa en tanto término de un logos predicativo cuya esencia es tomada desde la especie. que tomada desde su estructura física interna en y por sí misma. El primer caso se inscribe dentro de la visión clásica de realidad como sustancia. Mientras que el segundo describe la realidad en términos se sustantividad, es decir, vinculando sistemáticamente las propiedades que de suyo posee la realidad, siendo lo que de forma inmediata nos está dado.