Desde luego, sí que han alcanzado notable eco mediático unas recientes declaraciones públicas de monseñor Demetrio Fernández, actual obispo de Córdoba (España, no la Córdoba argentina), a propósito de su última carta pastoral. Hasta el extremo de que el propio prelado acaba de manifestar a distintos MCS (medios de comunicación social) que “se alegra de que la palabra de Dios suscite mucho atractivo”.
Recordemos: en su carta pastoral, al parecer extensa -y que quien estas líneas escribe no ha leído entera, mea culpa-, el obispo católico exhorta a que los cristianos no caigan en el pecado de la fornicación. En realidad, la carta pastoral en cuestión es una explicación más o menos exegética y catequética de la lectura evangélica de una misa dominical, no recuerdo si de este domingo pasado (l5-l-20l2) o del anterior. Convencido al parecer el prelado católico de que no pocos medios de comunicación de masas, el cine, la televisión y hasta la escuela pública fomentan el libertinaje sexual, no ha tenido pelos en la lengua y lo ha denunciado. Con la consecuencia inevitable, una vez altavoceadas mediáticamente sus palabras: tirios y troyanos lanzan, respectivamente, loas y flechas no precisamente de Cupido contra el obispo, contra sus opiniones.
A nuestro juicio, las opiniones del obispo Demetrio no inventan nada que no esté ya bimilenariamente inventado; esto es, explican la que viene siendo doctrina moral de la Iglesia católica desde hace 20 siglos. Basada en los Evangelios, la Tradición y el Magisterio, en efecto es esa, esa es la doctrina moral de la Iglesia. Nada que objetar al obispo: la humanización de la sexualidad, según la doctrina moral de la Iglesia católica (la propuesta moral de la Iglesia ortodoxa, que excepcionalmente acepta el divorcio y aun los métodos anticonceptivos, es un pelín más suave, y no digamos la de los grupos del protestantismo liberal, que aceptan incluso la homosexualidad entre sus fieles y la bendice), sigue siendo ardua tarea, un auténtico camino estrecho frente al ancho y regalado que propone el mundo.
Sin embargo, nos preguntamos si, sabedor el obispo Demetrio del eco mediático que iban a poder alcanzar sus opiniones sobre tan delicado asunto, por gué no aprovechó para reconocer públicamente que también la Iglesia católica está llena de fieles pecadores -empezando por quien estas líneas escribe, siguiendo por él, obispo, etcétera-: los cientos y cientos de pederastas, por ejemplo, que hacen y han hecho inmensamente más daño que el que puedan hacer dos adultos que, libremente, deciden mantener relaciones sexuales al margen del matrimonio. ¿Quizá porque no era el momento de reconocerlo? ¿Quizá porque la doctrina de Iglesia católica “en bloque” a menudo da la impresión de defender más los derechos de los “no nacidos” (oposición al aborto, a toda posibilidad de anticoncepción, etcétera) y aun los de los enfermos y personas mayores para el “bien morir” (oposición a la eutanasia, por ejemplo) que los derechos de mera justicia por el “bien vivir” desde la solidaridad, la libertad, la fraternidad y la justicia, que son precisamente, estos últimos del “bien vivir”, valores que anticipan el Reino de Dios?
Consideramos que también podría haber aprovechado el obispo Demetrio la ocasión para denunciar el turbio asunto de Cajasur, gordísima corrupción bancaria y financiera en la que se vieron implicados personalidades y sectores de la Iglesia católica en toda Andalucía. ¿Tampoco lo denunció porque no era el momento? ¿No lo denunció porque ni se le pasó por la cabeza? ¿No lo denunció porque la Iglesia católica tiene una especie de doble vara de medir: rigorismo con respecto a todo lo relacionado con la sexualidad humana; flexibilidad con respecto a lo relacionado con el dinero, las riquezas materiales, las finanzas (Cajasur, Banca Ambrosiana, apoyo a dictaduras militaristas y neocapitalistas…).
Asimismo, podría haber aprovechado, al tiempo que predicaba su exhortación a huir de la fornicación, para denunciar que algunos obispos católicos, compañeros suyos en el episcopado español -algunos críticos aseguran que serían “no pocos prelados”-, es un secreto a voces que son “eminentemente” hipócritas, trepas, intelectualmente muy mediocres, burócratas y figurones. Qué pasa, ¿que no lo hizo porque haberlo hecho habría sido juzgar a esas personas? ¿Sucede que no lo hizo porque tampoco lo creyó oportuno o porque lo cree falso de toda falsedad o porque practica una suerte de muy católico corporativismo? Sospecho que mucha gente en España se pregunta lo que yo con estas dudas.
Y por si todo lo anterior fuera poco, ¿no podía y aun debía el obispo Demetrio Fernández haber aprovechado para denunciar los bajísimos niveles de fe comprometida o militante que imperan en la Iglesia católica española, progresivamente suplantados por altas dosis de hipocresía, nepotismo, burocratismo y falso progresismo mundanizante? Qué vuelve a pasar, ¿que los obispos españoles no tienen ninguna responsabilidad en que la situación sea la que es en la Iglesia católica en España?
Nos preguntamos. Simplemente.
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Postdata: aunque no pocos lectores van a considerar que se me “ve demasiado el plumero” con este anuncio que incluyo en la sección Postdata, dado que no estoy encontrando más que indiferencia, evasivas y desprecios sobre todo por parte de las autoridades de la Iglesia católica en la Diócesis de Canarias, a la hora de difundir mi libro ¿La Iglesia católica? Sí; algunas consideraciones, por favor (Madrid, Vitruvio y Nostrum, noviembre, 2011), si no me suprimen las líneas de este apartado los medios que estimen conveniente publicar éste mi artículo, aprovecho para dar las gracias. Porque es que justamente en el citado ensayo desarrollo más detenidamente lo denunciado en éste mi “¿Palabras de Él?” Y porque mantener el espíritu libertario no puede sino pasar por intentar actuar de forma diferente a como actuaría el ex presidente Zapatero, pongamos: le ponen sobre la mesa 700.000 euros por publicar sus memorias, con las que no sé si venderá algo más que humo y “milongas”, en tanto uno… En fin.
P34to -y resto de comentaristas-:
Gracias por los comentarios de ustedes. A decir verdad, indirectamente he pretendido sugerir en mi artículo la idea-denuncia de gue es difícilmente concebible limitarse, como hace el obispo Demetrio, a denunciar el pecado de la fornicación, al parecer muy abundante en nuestra época, siendo la Iglesia católica una institución tan necesitada de reforma, de salud espiritual, de conversión permanente -se entiende gue de sus miembros-.
Dicho con otras palabras: siendo un hecho muy cantoso por visible la espantosa crisis de fe gue padece la Iglesia, de fe y de credibilidad, ¿por gué limitarse solamente a lamentar gue hoy día la gente practigue la fornicación, obviamente al margen de la moral de la Iglesia católica? Si la fornicación es un pecado, gue lo es, no tiene por gué serlo menos la imagen de mera representación teatral y farsa gue la Iglesia católica adopta en no pocas de sus iniciativas y movidas de todo tipo: consecuencia lógica de sustituir los valores del Evangelio por intereses bastardos de todo tipo (nepotismo, clasismo, hipocresía, alianzas con todopoderosos de este mundo…); consecuencia de no poner el acento en la fe lúcida y sólida sino en la mediocridad de vida.
Como sigo sin ser un buen escritor, me temo gue no lo he logrado, por más gue estuviera en mi propósito digamos “escriturístico”. Soy el primero en lamentarlo, ya sea por la parte gue me toca.
Saludos.
Si el Sr. obispo quisiese prepararse una homilía que tenga interés para los creyentes, debería de tomar nota de la del Cardenal Tarancon “El pan nuestro”, seguro que tocaría pelo y lo sacarían a hombros. Qué se puede esperar de estos obispos de la cuerda de Rouco
Sobre el problema la sexualidad y del significado de la palabra Fornicación…existe una muy buena sintesis que encontre en Internet, si bien comparto la mayor parte de la explicación, hay matices con mi pensamiento, no obstante, sirve mucho para abrirnos la cabeza, sobre el tema Fornicación…
“La palabra griega, que las versiones latinas y bastantes en lengua vernácula traducen por «fornicación», es «porneia»; 26 veces aparece en el Nuevo Testamento. Su significado es muy variado: inmoralidad sexual, lujuria, prostitución, inmundicia, vida disoluta… El problema de la «porneia» apenas aparece o no aparece en la predicación de Jesús ni en la de la Iglesia primitiva.
1) Muy controvertida es la interpretación de los pasajes (Mt 5,32 y 19,9), donde frente a la rigurosa prohibición del divorcio en Mc 10,11s y Lc 16,18, Mateo introduce la excepción «mé epi porneia», con el sentido de relación sexual extra conyugal de la mujer, prácticamente del adulterio. Mucha tinta se ha vertido para intentar aclarar el significado de los textos. No es este el lugar para resumir teorías y valorarlas. Baste decir que por el contexto en Mateo «porneia» no se entiende en el sentido general de inmoralidad sexual, sino de la relación sexual de la esposa con un hombre extraño, es decir, se trata de adulterio. Las cláusulas quieren que el hombre quede liberado de toda obligación, puesto que la mujer con su conducta ha hecho imposible la continuación del matrimonio.
2) En el evangelio de Juan «porneia» aparece una sola vez (8,41): los judíos que se precian de ser descendencia legítima de Abraham, son en realidad hijos bastar-dos, porque su verdadero padre es el diablo (8,44).
3) En el libro de los Hechos se menciona «porneia» tres veces en las restricciones «del decreto apostólico» (15,20,29; 21,25). Los cristianos de origen pagano deben observar, a causa de sus relaciones con los judíos, algunas «obligaciones mínimas» (15,28); entre ellas abstenerse de la «porneia». ¿Qué significado tiene aquí «porneia»? ¿Fornicación propiamente di-cha? ¿Idolatría? ¿Matrimonio entre con-sanguíneos, prohibido en la ley mosaica (Lv 18,6ss)? ¿Matrimonios ilegales?
4. S. Pablo trata amplia y repetidamente el problema de la «porneia». Intenta destacar entre los cristianos de origen pagano la incompatibilidad entre «porneia» y Reino de Dios.
a) Consideramos texto clave el siguiente para interpretar el significado de «porneia» y formular una serie de preguntas: «Huid de la fornicación». «Cualquier pecadocometido por el hombre está fuera del cuerpo, pero quien fornica peca contra su propio cuerpo» (1 Cor 6,18). Según esta afirmación del apóstol, la «porneia» sería el solo pecado cometido contra el propio cuerpo. ¿No existen otros pecados que atentan contra el propio cuerpo, como la borrachera, el suicidio, la glotonería, la droga? La respuesta adecuada, para no irse por las ramas, es considerar la «fornicación» como prostitución comercial y sagrada, lo que hace que a través de esta prostitución sagrada el cristiano se convierta en verdadero idólatra y pierda así su condición de creyente, su condición de consagrado a Cristo. El «fornicario», al entrar en relación con la «porne» (prostituta), entra a participar de un mundo opuesto a su condición de bautizado. Se está, pues, en el campo de la prostitución religiosa y cultural. También se deduce con claridad que Pablo sólo alude a la unión sexual entre hombre y mujer, sin aludir para nada a los actos solitarios sexuales…
http://www.mercaba.org/DJN/F/fornicacion.htm
Con cariño Gabriel
Hola!
Termina el Autor:
-” Nos preguntamos. Simplemente.”-
¿En serio lo cree?
¿O se está burlando?
…………….
Además se presenta como “Escritor” en la Postada.
No le noto:
1.- ni problemática seria
2.- ni, mucho menos, estilo literario.
¿Qué le vamos a hacer, no?
¿Ir todavía? Tal vez – Oscar.