En comentario que acabo de poner al tema ¡Adios a la Iglesia!, he justificado la razón por la que me parece oportuno que en ATRIO se conozcan opiniones sobre la religión y la Iglesi de gente increyente o agnóstica. Este artículo de Rafael Sánchez Ferlosio que hoy publica el País me parece una reflexión muy profunda, no un ataque a la Iglesia, ni a Rouco, ni a la JMJ. Lo más importante lo veo hacia el final, cuando por fin ve un mensaje en el único autorizado a hablar en el magno evento y se encuentra con que en definitiva es una reafirmación el “extra ecclesia nulla salus”, cuanto él ya estaba predispuesto a ceptar una fe que fomenta sentimientos más que imponer conocimiento.
El magno evento
En otro país, el exceso de fastos, ritos, ceremonias, procesiones y desfiles de falleras de la reciente visita del Papa habría llevado a la población a pensar que la Iglesia estaba haciendo el ridículo. Pero no en España
RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO El País18/09/2011
El éxito absoluto y clamoroso de monseñor Rouco en la reciente JMJ se debe al signo formal que imprimió a los tres años de preparación. En efecto, una y otra vez prospectaba por delante la fecha fija del cumplimiento bajo fisonomía de horizonte (“fisonomía” de hecho, pues no es que él haya dicho en ningún momento la palabra “horizonte”), con lo que a los colaboradores voluntarios los tres años de preparación se les trocaron de tiempo para en tiempo hacia. Un horizonte anticipado dinamiza la duración, la hace proyectiva. No es, pues, la duración del tiempo común de los mortales, de los pecadores, sino la del tiempo de los santos, de las almas piadosas, que solo miran a la salvación y anticipan como horizonte el de su propia muerte, a la que dan la cara sin temor alguno. Por supuesto, ninguno de los colaboradores voluntarios, ni aun Rouco mismo, debe de haber advertido esta analogía con la temporalidad soteriológica.
No obstante, aparte de ese efecto sobre la duración formal, la duración meramente material de los tres años de anticipación ha tenido, a su vez, sus propias consecuencias imprevistas; y es que los miles de voluntarios católicos enrolados se han mostrado tan celosos y tan diligentes en los trabajos de la preparación, que los tres años de que disponían les han cundido mucho más de lo previsto, aunque finalmente la abundancia de cosas acabadas ha sido no solo aceptada y aprobada sino incluso exprimida hasta la saciedad por nuestro cardenal.
No sé si me equivoco, pero yo, por mi parte, me figuro que casi en cualquier otra nación de este triste Occidente que no sea la nuestra, ante tan desmesurado exceso de fastos, de ritos, de ceremonias, de procesiones, de desfiles de “deprimentes y falleras efigies, que para muchos no son más que tótems”, como dice Javier Marías, la población podría haber pensado que la Iglesia estaba haciendo el ridículo ante el mundo, e incluso haber pasado vergüenza los creyentes por el total desmadre de la vida alegre de su Santa Madre sin un solo segundo para mirar a sus hijos, a quienes se proclama consagrada. A ella nada parecen importarle ni los fieles ni Dios mismo, sino tan solo su propia pervivencia.
La actual situación de la Iglesia, con obispos, cardenales y Papas marcadamente afásicos, ha podido incitar a agigantar la magnitud del fasto, y aquí en especial a su no interrupto programa de sesión continua, de manera que el gran Festival (nuestro arzobispo no ha dejado de subrayar su índole de fiesta ni de imponer la alegría propia de la juventud) bien podría haber sido un sustituto -Ersatz- de la palabra que les falta.
Acaso por lo mismo, monseñor no ha descuidado tampoco ciertas profanidades, como ornamento y aliciente: la cultura y el deporte. Paso por alto lo de la cultura: unos confesionarios de diseño y de autor, como ahora dicen, encargados por lo visto a un arquitecto amigo, seguramente un buen católico, que no ha querido cobrar ni medio euro; pero esto al fin toca a un sacramento. El ítem del deporte lo ha llenado, huelga decirlo, un partido de fútbol, con el mismísimo, omnipresente, Rouco dando el pase de salida, pero con gran estilo, por cierto. Pero estas profanidades serían irrelevantes sin lo que magistralmente se había anticipado a revelarnos José Luis Pardo en su artículo Grandes eventos (EL PAÍS, 9 de septiembre de 2011), puesto que completan y refuerzan, aún más si cabía, su clarividente y capital comparación de la Iglesia con la empresa privada, al poner los fastos de la JMJ como ejemplo de los “eventos” (todas las palabras entre comillas son de J. L. P.) que organiza la empresa para “fidelizar” a sus empleados y clientes. Se trata de grandiosas “ficciones”, con variedad de números, supongo que de actores, de humoristas, de cantantes, breves discursos sin duda adulatorios, todo ello “henchido de su propio vacío”; el público selecto y exclusivo, solo de VIP: actrices, grandes empresarios, millonarios, políticos, quizá algún congresista, y, por supuesto, ¡periodistas! El fin no es más que exhibitorio y propagandístico; demostrando lo mucho que puede permitirse gastar, la empresa encarece su prestigio.
Pero ¿por qué la afasia de la actual voz eclesiástica? ¿Es que no tienen nada que decir? ¿Es que no se atreven a hablar? ¿Es que no saben?
Nuestro Dios, al igual de Yavé, es un dios insaciablemente sediento de alabanzas, feroz en su temor de dejar de ser alabado, pues solo la alabanza lo mantiene henchido y erecto. El día en que le faltara, caería desmayado y vacío como un globo pinchado. De esto se aprovecha, con abuso, la actual afasia eclesiástica para refugiar su palabra en la vacía gratuidad de la alabanza.
Pero he aquí que al superponerse, en la JMJ, la Iglesia sobre España se ha formado un tremendo y sinérgico palimpsesto entre la compulsión laudatoria de lo eclesiástico y un rasgo muy señalado de los nativos del país: los españoles están en permanente disposición adulatoria, tienen la adulación a flor de labios. Aquí las alabanzas corren desatadas por calles y callejas, trepan por las paredes de las casas, todos se celebran, todos se aplauden, se achuchan, se besuquean, pero la índole adulatoria se descubre en que la alabanza nunca es a la cosa, ni siquiera se fijan en la calidad, siempre es solo a la persona, porque su fin es halagar, realimentar la insaciable vanidad. En España no existen las cosas ni las acciones, de tanto como abultan las personas. “¡Lo he visto un segundo (al Papa), ha sido superemocionante, superimpresionante!” (citado de Javier Marías, EL PAÍS dominical, 4 de septiembre de 2011). Juntad este panorama nacional con el compulsivo Laudemus de la Iglesia, atizado hasta el rojo vivo por otro español, monseñor Rouco, y tendréis la descomunal, estrepitosa, delirante y grotesca semana de agosto con el Papa.
Pero ha sido el Papa, justamente, el que haciendo excepción a la afasia ha desatado todos los demonios con la decisión más grave, gravísima, para los católicos: restablecer reforzado el antiguo “Extra Ecclesiam nulla salus”, lo que comporta nada menos que la capitidisminución de derecho de todos los creyentes que no sean eclesiásticos. Acusa de soberbio al que intenta saber por sí mismo, esgrimiendo contra él los 2.000 años de antigüedad de la Iglesia; soberbio es, pues, el que sin ser eclesiástico intenta alcanzar una fides explicita. Esta, en la Iglesia primitiva, estaba reservada, según Max Weber, a una “aristocracia de intelectuales”, que hoy serían los clérigos. La fides implicita está recogida incluso en la “Fides et Ratio”, de Juan Pablo II (capítulo III, nn 32-33), bajo el nombre de “conocimiento por creencia”: “El conocimiento por creencia, que se funda sobre la confianza interpersonal, está en relación con la verdad: el hombre, creyendo, confía en la verdad que el otro le manifiesta”. Para San Agustín de fides implicita era “el grado más bajo de la fe”, pero junto a esto se dijo que la fe debía también entenderse como cosa del sentir (en contraposición a cosa del saber); la diferencia se cumple en la dualidad de “tener por ciertos los dogmas” y “tener confianza en las promesas de Dios” (glosado de Max Weber). Esto afectaría, en principio, solo a los católicos, pero no creo que a ninguno de ellos le interese tanto como a mí.
Rafael Sánchez Ferlosio es escritor.
Sea o no histórico el servicio de la cueva cuadra de Belén para que allí naciera Jesús y lo encontraran los pastores, lo importante es que estuvo abierta y disponible, aunque hubiera en ella carencias y basura.
No sé si aún te quedarán ganas, F. Javier, de asomarte e este ATRIO para ver como aceptamos tu airada despedida. Por mi parte, como he intentado para con Jesús y para quienes necesiten sentirse conmigo en lugar abierto y disponible considerarme algo así como aquella cueva-cuadra, aquí quedo con todo el aprecio que se mereceis tu y cualquiera de l*s herman*s por el hecho de serlo.
Puede que en mis aportaciones no haya faltado algo de basura y de carencias, pero sí estoy seguro de no haber levantado muro, empalizada o colocado puerta alguna para decir a nadie, desde detrás de ella,: -Aquí no hay lugar para ti o vosotros”.
Un sincero abrazo, Antonio Vicedo.
Francisco Javier, está feo y es de mala educación vomitar en la puerta o vestíbulo de casa ajena, pero si te has quedado agusto, pues nada, que te aproveche. Creo que nadie te llamó ni obligó a entrar en este atrio, y, puesto que atrio es un espacio abierto, no sé a qué o para qué entraste. Nadie te ha echado, y, como ha sido tu voluntad la que lo ha decidido, lo podrías haber hecho con más educación.
Antonio Vidri,
¡Qué lástima! Yo no tengo hilo directo con Jesús… Me voy a quedar sin Padre me parece a mí.
Pues si tanto rollo tenéis con eso de que solo Jesús enseña al Padre (sin intermediarios) dejaos de rollos toda la progresía que solo queréis ser pontífices al igual que los Papas (o más que ellos!).
El día en que seais vosotros humildes os prestaré atención.
Porque sois igual de radicales e inquisidores con los que no piensan exactamente como vosotros (igualitos que los carcas que denunciais).
Solo se puede creer las verdades que ustedes recomiendan… Mucha libertad y pluralismo pedido para después desprestigiar (y despreciar) a todo el que no sea igual.
Pues yo creo que Jesús es Dios y que como dijo Él: “A quien vosotros escuche (dicho a sus apóstoles) a mí me Escucha”. También creo que el Pan y el Vino son su verdadero Cuerpo y Sangre. También creo en el sacerdocio ministerial. También creo en los siete sacramentos y en el Catecismo. Etc etc
Pues vosotros como sois tan guays y progresistas a todo el que piense esas cosas lo consideráis como mínimo “infrahumano”.
Me alegro de que seáis tan tolerantes con los que atacan la Iglesia y tan poco tolerantes con los que quieren seguir el Evangelio al pie de la letra.
Solo deseo que no os dé una indigestión de bilis que vertéis diariamente sobre la Iglesia y así os sentís más ¿”cristianos”?.
Me marcho de esta web, porque lo único que he visto durante meses es odio a todo lo que siempre he creído… ¡Pero claro! Es que lo que ustedes dicen no puede ser creído… Solo mola un Jesús ChachiGuay estilo made in Atrio.
Pues vale tíos, disfrutadlo que a mí ese Jesús no me llena para nada.
Y siento no poder dedicaros palabras más amables… pero durante este tiempo que os he estado leyendo solo he visto “críticas” y más críticas. Tópicos y más tópicos. Y odios y más odios.
Mucho “ellos son los malos”. Mucho elitismo. Mucho exclusivismo. Mucha hipocresía (que levanten la mano los que hayan ido a Somalia a ayudar). Etc etc.
Mi única recomendación es que os montéis vuestra propia Iglesia. Os sugiero que vuestro primer “Papa” (o lo mismo sois tan guays que no tenéis líderes! [Y tan ilusos… En anarquía seríais capaces de “mataros” dialécticamente entre vosotros… Porque dudo que haya 2 que penséis igual!!]) sea Tamayo.
Al menos así no sufriréis con toda la basura que hay en la ICAR… si es que somos malos malos eh? Mejor que no os juntéis con nosotros. Que somos los chicos malos que vamos al infierno (¡pero como para vosotros no existeeeeee!!!)
Que esas es otra xD Si el infierno no existe, ¿para qué demonios tenéis tanto interés en que la ICAR cambie? Si todos somos salvos hagamos lo que hagamos según ustedes!!
Pues dejad a la ICAR seguir su camino de “homofobia”, “machismo”, “opresión”, “tiranía”… xD Que total, nos veremos en el cielo!!!
Paaaaz tíos!!
La afasia católica a la que hace mención sánchez ferlosio se debe a varias causas, una, la majadería o ignorancia total de aquello que deberían saber. dos, la soberbia que produce la misma majadería, un claro ejemplo es decir que ellos, el magisterio, son el camino hacia dios cuando cualquier oyente de jesús sabe que nadie conoce al padre sino el hijo y aquel a quien el hijo quiere revelárselo, a solas, sin intermediarios, para que nadie os engañe. tercera, por su falsedad existencial, pues desde el momento en que erradicó de la tierra el reino de dios para convertirse en la religión oficial del imperio global, no tiene ni puede tener palabras de anuncio del reino de dios, que es el único cometido de los creyentes, convencer al mundo que se vive mejor si nos tratamos como iguales y con amor que si nos dejamos someter por los ansiosos de riqueza y poder de turno. Afasia, es lo único que puede hacer la iglesia católica, callar y obedecer a sus amos, la riqueza y el poder, y la desigualdad que de ellas nace, por sus frutos los conoceréis, pero en el siglo veintiuno los humanos no son capaces de diferenciar entre un pino y un abeto ni entre un roble y un peral, la iglesia dice representar a dios en la tierra y los humanos son incapaces de discernir si es cierto o no y también sufren afasia y callan, por miedo a la condena eterna, el rey va desnudo señores, el rey es un majadero al que estafaron hace3 ya muchos siglos y por falta de fe, de humildad, y de contrición es incapaz de hablar y confesar su error secular, haber servido a la riqueza y el poder de este mundo, haber dejado al margen al resto de la humanidad, por eso hoy por hoy es imposible que nos unamos como iguales, a todos se nos ha inculcado que es necesario que tengamos un superior, un gobernante, porque los humanos según el orden de la iglesia somos incapaces de optar por nuestra propia libertad.
Parece que supondría mucho entender ese “extra” referido a: ” -Vino a su casa, pero l*s suy*s (de entonces y de ahora) no la (Luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano) recibieron”; –A las viñas que localizan el quehacer humano temporal, tanto la de los distintos grupos de jornaleros y su modo de ser considerados y retribuidos, como la señalada a los dos hermanos y a la que fue sólo el rebelde; – O al aprisco del centenar, como número de totalidad; O a la consideración de justicia, de definitiva jurisprudencia universal, como la presenta Mt. XXV.
Perdonad mi insistencia simplificadora, al repetir lo de: “En esto conocerán que sois discípulos míos: en que os amáis l*s un*s a l*s otr*s.(Ju. XIII,35) Pero es que así me lo resumía mi padre, un sencillo labrador y extraordinario teólogo, cuando desde su bagaje vital práctico, me puntualizaba acerca de mis aportaciones clericales : FES BE I NO FASES MAL, I ALTRE SERMÓ NO CAL”. Que, en cristiano, como algunos clasifican al castellano, es: “HAZ EL BIEN Y NO HAGAS EL MAL, Y SOBRAN TODOS LOS SERMONES”
La afasia de los obispos, curas y Cardenal es porque no tienen nada nuevo que decir, ven que así no les va mal y se dan cuenta de que en cuanto abren la boca sólo consiguen perder simpatizantes.
Como dicen algunos “calladitos están más guapos”.
Marga Durán
Bueno me cuesta entender que los eclesiáticos: 1º estén cualificados más que otras personas,dado lo que estudian en los seminarios, y que no es otra cosa que aprender a ser servil a la cúpula eclesial, sin custionarse mucho mas.
2º Son preparados para entrar en unas parroquías, lo que vulgarmente ellos dicen pastorear…
3º Pocas veces obtienen a no ser que les venga de fuera y de otra mano que no sea eclesial la fuerza o el espiritu para ser de verdad o entender lo que significa estar con los pies en la tierra y en el mundo, hablando y gustando del sabor de la humanidad de D*s, que muy lejos está de enconctrarse en los púlpitos y en las consagraciones esas que magnifican o autoproclaman una divinidad de la persona por encima de D*s en la tierra y la humanidad.
Si no he entendido mal, nos quieren decir que fuera del “magisterio eclesial” no hay posibilidad de saber o entender nada de D*s, y que solo ELLOS, tienen la llave y el acceso para entrar en el “REINO”
Yo digo lo que se dice por ahí, mejor muerta que sencilla, o mejor en el infierno propio, que en el cielo de otros.