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¡Adiós a la Iglesia!

Carlos Olalla es un actor que se dedicó al cine ya mayor, por vocación. Lo explica así en su blog: “cuando tenía 45 años y había pasado veinticinco dirigiendo empresas decidí cambiar una maravilla de sueldo y una mierda de trabajo por una maravilla de trabajo y una mierda de sueldo”. Pues bien, acaba de publicar en Placenta del Universo este artículo sobre las diversas formas de cristianismo con las que se ha encontrado a lo largo de la vida. Es muy interesante.

En estos tiempos de visitas papales, de fastos religiosos, de lujo y oropeles, de hipocresía, de mentiras y de multitudinarias demostraciones de la llamada fe cristiana en un Estado que se define a sí mismo como aconfesional, son muchas las preguntas que uno puede hacerse sobre la Iglesia y sobre el papel que la Iglesia juega en nuestra sociedad. La primera, no lo puedo evitar, es ¿Cómo es posible gastar 50 millones de euros para una visita del Papa a Madrid de tres días cuando están muriendo miles de niños de hambre en Somalia, y tantas y tantas partes más?; ¿Es esta la caridad cristiana que predican desde las más altas instancias de la Iglesia?; Una Iglesia que prohíbe dogmáticamente el uso de preservativos aún a riesgo de contribuir a propagar el sida en África, que no castiga ni persigue a los curas pederastas y sí castiga y persigue a los curas que han tomado partido por los pobres y que viven y practican su fe de forma consecuente y sincera; Una Iglesia que oficialmente ha apoyado sistemáticamente todas las dictaduras fascistas del siglo XX y que siempre se ha alineado con los ricos y poderosos, en lugar de hacerlo con los pobres ¿puede considerarse realmente seguidora del mensaje de Jesús?; ¿Cómo reaccionaría hoy Jesús viendo que el sucesor de San Pedro vive como vive en el Vaticano; viendo que su Iglesia es ideología fundamentalista, poder económico y tiene hasta su propio Estado; viendo el daño y las barbaridades que la Iglesia oficial ha hecho en su nombre en los últimos dos mil años?

Hace ya muchos años que no creo en la Iglesia oficial, ella misma se encargó de dinamitar los últimos resquicios de fe que yo pudiera haber tenido. Me considero agnóstico y no soy creyente, sino firme y convencidamente “dudante”. Sin embargo hay unas palabras en el mensaje de Jesús en las que sí creo profundamente: las del Sermón de la Montaña y todas las que dijo para tomar siempre partido por los pobres y los marginados, por los más desfavorecidos, por los que más le necesitaban. En esas palabras sí creo y además me considero practicante. Cuando miro a la Iglesia oficial y veo lo que ha llegado a alejarse de esta Palabra, del eje mismo sobre el que Jesús construye su mensaje, cuando veo el daño que la Iglesia oficial está haciendo a la verdadera iglesia, siento asco, repugnancia y unas ganas irrefrenables de oponerme a ella con todas mis fuerzas. Pero sé que hay otra iglesia, una iglesia que sí sigue el mensaje de Jesús, una iglesia que ha tomado y toma cada día partido por los pobres y por los más desfavorecidos. Y en esa iglesia sí creo, porque la admiro y merece mi más profundo respeto. Es la iglesia de la Teología de la Liberación, de los Gustavo Gutiérrez, Camilo Torres, Monseñor Romero, Ignacio Ellacuría,  Juan N. García-Nieto, Jon Sobrino, Leonardo Boff, Pere Casaldáliga, Enrique de Castro y tantos y tantos otros…

Gustavo-GutiérrezEl origen de la llamada Teología de la Liberación puede encontrarse en el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez que, viviendo junto a los más pobres, conoce la realidad de un continente en el cual más del 60% de la población vive en la pobreza y el 82% de esta se encuentra en pobreza extrema. Es a partir de esta realidad cuando Gutiérrez empieza a analizar a fondo la situación y elabora las bases de lo que luego se conocerá como Teología de la Liberación: La pobreza es para la Biblia un estado escandaloso que atenta a la dignidad humana y, por consiguiente, contrario a la voluntad de Dios. Para poder llegar a esta conclusión Gutiérrez realizó un exhaustivo trabajo de investigación de la condena de la pobreza en el antiguo y en el nuevo testamento.

Para Gutiérrez la pobreza no es una fatalidad, es una condición; no es un infortunio, es una injusticia. Es el resultado de estructuras sociales y de categorías mentales y culturales, está ligada al modo como se ha construido la sociedad. Esta es la clave de su pensamiento, considerar a la pobreza como lo que realmente es, una consecuencia de un orden mundial injusto y cruel, y no como una especie de plaga inevitable con la que hay que convivir y de la que nadie tiene la culpa. La culpa la tiene nuestro sistema económico, un sistema económico que se fundamenta en hacer a los ricos cada vez más ricos y a los pobres más pobres; que está regido por las leyes de la especulación más salvaje; que no considera que existan seres humanos sino recursos y consumidores; que antepone los derechos del consumidor a los derechos humanos; que criminaliza al pobre y al diferente; y que perpetúa este stau quo injusto y criminal mediante los políticos títeres, sus leyes, sus cuerpos represivos, su ejército, sus medios de comunicación encargados de mantenernos desinformados, aborregados y sumisos…

Hartos de tanta injusticia y tanta violencia, sacerdotes de todo el mundo tomaron partido por los pobres y se enfrentaron, cada uno a su manera, a la Iglesia oficial, que, invariablemente, les sancionó, ninguneó y marginó. Hubo quienes, como Camilo Torres, entendieron que la violencia solo podía pararse con violencia y se fueron a la guerrilla para combatir a un ejército torturador y asesino. Uno de los primeros mártires de la Teología de la Liberación fue Monseñor Romero. De carácter y formación más bien conservadora, Romero fue radicalizando su toma de posición a favor de los más desfavorecidos conforme iba viviendo la realidad de su pueblo, el pueblo salvadoreño. Llegó a convertirse en un referente, en un ídolo de masas, en un héroe del pueblo que se enfrentó al poder establecido. Y eso el poder establecido no lo podía permitir. El 24 de Marzo de 1980 un asesino a sueldo le asesinó de una balazo mientras decía misa. Los sicarios del poder acabaron con su vida. La Iglesia oficial nunca le canonizó. Da igual, para el pueblo salvadoreño, Monseñor Romero es el Santo de América.

ellacu-300x195Han sido muchos los sacerdotes que han dado su vida por defender a los marginados y a los más desfavorecidos. Los  jesuitas de la Universidad Centroamericana que fueron asesinados en El Salvador en 1989, entre los que se encontraba Ignacio Ellacuría, son una muestra más. Ellacuría fue uno de los sacerdotes más comprometidos dentro de una Iglesia en la que, una y mil veces, fue represaliado por la curia romana. De una talla intelectual formidable, sus análisis sobre el papel de la iglesia y de la teología en la sociedad en la que vivía fueron siempre respetados y admirados en todo el mundo. Su influencia en el pensar de una parte importante de la iglesia no oficial es cada día mayor, y el ejemplo de su vida dedicada y entregada a defender siempre a los más débiles le han convertido en uno de los referentes más importantes del mundo actual. La Iglesia oficial tampoco le canonizó ni le santificó, sino que le ignoró y le ninguneó continuamente.

Jon Sobrino es otro de los más comprometidos y lúcidos teólogos de la liberación, posiblemente uno de los más conocidos defensores de la opción por los pobres, junto a Monseñor Romero y a Ignacio Ellacuría. Sobrino fue el único superviviente de los jesuitas de la Universidad Centroamericana asesinados por los militares en El Salvador. La casualidad, o la providencia, quisieron que aquel día él estuviese dando una conferencia en el extranjero.

Jos-Sobrino-con-Leonardo-Boff-300x223Jon Sobrino es un hombre pequeño y sencillo, enjuto, que desde la humildad, la lucidez y la experiencia de su propia vida, hace un diagnóstico del mundo actual certero y necesario. Él habla de la necesidad de la utopía, entendida como vida, como negación de la muerte, muerte a la que cada año condenamos a 50 millones de seres humanos en el mundo, un mundo que cada día ahonda más la injusticia y el abismo que separa a ricos de pobres (según la ONU pasamos de un rico por cada 30 pobres en 1960 a uno cada 60 en 1990 y a uno por cada 74 en 1997. En 2010 2.600 millones de seres humanos vivían con menos de 2 dólares al día). Sobrino habla de los sin voz, de esa abrumadora mayoría de seres humanos a los que, por quitarles, les hemos quitado hasta la palabra. Siempre señala que libertad de expresión no es sinónimo de voluntad de verdad, porque la libertad de expresión cuesta dinero, compra de medios y espacios publicitarios. Nos dejan, a veces, gritar en las calles lo que sentimos, nuestra verdad, pero eso, sin el acceso a los medios de comunicación, no es libertad de expresión. Para él utopía también es tener palabra.

Y junto a los sin voz están los sin nombre, porque los pobres no tienen medios para mostrar su identidad, y en un mundo como el de hoy no tener nombre es no existir. Sobrino pone un ejemplo muy claro que explica perfectamente lo que significa esto: 11 de septiembre es una fecha que con solo nombrarla ya lo dice todo, como el 25 de diciembre, pero ¿y el 7 de octubre? El 7 de octubre no nos dice nada, a pesar de que ese fue el día en el que las bombas empezaron a caer en Afganistán en una criminal guerra que dura ya diez años. Para Sobrino, utopía también es tener nombre. Y ¿Qué podemos hacer frente a la injusticia y la violencia sobre la que se basa nuestro orden mundial? Para tratar de esto Sobrino analiza los errores que todos hemos cometido hasta ahora y que nos han llevado hasta aquí:  la religión centrándose en el pecado y en la culpa, en lugar de hacerlo en el sufrimiento, lo que le ha llevado a perder la sensibilidad por los que sufren. Las democracias poniendo al ciudadano en el centro, y no al pobre, al excluido, han apartado el poder del pueblo y cada día se alejan más de los que quieren representar. Nunca en la historia de la humanidad se ha puesto al pobre, al débil, al marginado, en el centro, y si seguimos globalizando el mundo sin hacerlo, irremediablemente iremos a la globalización de los desposeídos.

El camino de la pobreza, del amor, de la solidaridad, del compartir, es la solución para Sobrino. Caridad no es suficiente, porque caridad es dar, y lo que el mundo necesita es solidaridad, dar y recibir: dar lo que tenemos (recursos, medios, tecnología, etc.) y recibir lo que nos falta (sensibilidad, amor, alegría…)

La civilización de la riqueza no es la solución a nuestros problemas, sino su causa, y no solo porque no hay riqueza para todos, sino, y lo que es más grave, porque ni siquiera es civilización, porque no podemos llamar civilización a un sistema que mata, que insulta, que quita la palabra y el nombre a la mayor parte de la humanidad. Sobrino apoya siempre una idea de Ignacio Ellacuría: “La solución a los problemas del planeta está en rechazar la civilización de la riqueza y propugnar la de la pobreza”. Los pobres son la reserva de utopía, y cada día nos invitan a participar de ella, a participar de la vida.

Jon Sobrino dice que todos tenemos una razón para levantarnos cada mañana, una razón para decir aquí estoy y sigo en pie, una razón para seguir adelante, una razón para tender nuestra mano a quien la pueda necesitar, una razón para el milagro, una razón para acabar con el silencio cómplice del eso no va conmigo o del yo lo haría pero no servirá de nada, una razón para salir a la calle, una razón para parar las guerras, una razón para la esperanza… una razón que se llama amor, porque la esperanza, cualquier esperanza, nace del amor.  Para Sobrino, “amar es una actitud de salirnos de nosotros mismos, y para eso es igual que uno sea bautizado o musulmán o ateo o gringo o de Ahuachapán. Amar es no empezar el día diciendo: ‘Señor, te pido por mí y por mi bienestar y que yo lo pase bien’. El Cardenal Ratzinger, ahora Benedicto XVI, fue quien instruyó personalmente la causa contra Jon Sobrino que acabó con una Notificación en 2006. Era un claro toque de atención a Sobrino que, sin embargo, sigue viviendo y haciendo todo lo que ha hecho durante todoa su vida: estar con los pobres. “Jesús nunca dijo que estaría en bellas catedrales” suele decir Sobrino, “pero que allá donde haya hambre, sed, enfermedad y gente que se muere de sida, nos guste o no nos guste, allá estará Él.”

juan-n-garcia-nieto-001-278x300Curas que hayan tomado decididamente la opción por los pobres no solo los encontramos en Latinoamérica. En España han sido y son muchos quienes lo hacen a diario. Tuve la suerte de conocer de cerca de uno de ellos, Juan N. García-Nieto, jesuita catalán perteneciente a una adinerada familia de banqueros. Era el hijo varón mayor de tres hermanos, el “hereu” según la tradición catalana que debía heredar todo el patrimonio familiar. Sin embargo su fe religiosa le llevó a renunciar a todo aquel mundo de lujo y riqueza para ordenarse sacerdote y formarse en Irlanda. A su regreso a España, la España de Franco, viendo cómo sufrían los más pobres, sufriendo la injusticia y la falta de libertad, toma definitivamente partido por los pobres y se convierte en el cura obrero que desarrolló toda su acción y vivió en Cornellá y en el llamado cinturón rojo de Barcelona. Fue fundador de Cristianos por el socialismo. Compaginó su labor con los obreros y su acción sindical dando clases en una de las escuelas de negocios más prestigiosas de Barcelona, Esade. Siempre me he preguntado cómo podía compaginar esos mundos tan antagónicos, el de los obreros y el de los directivos, el de los pobres y el de los capitalistas. La respuesta me la dio un día, en una comida familiar en la que sus sobrinos, pujantes empresarios y ejecutivos agresivos, criticaban la baja cualificación y preparación de los obreros como origen de la falta de competitividad de la empresa española. Juan, el Nepo, como se le conocía, siempre con la sonrisa en la boca, les respondió “¿Por qué siempre que los empresarios hablan de la falta de competitividad de la empresa española  la achacan a la mediocridad de sus trabajadores en lugar de preguntarse si los que realmente son mediocres son los empresarios? Ese era Juan N. García-Nieto, un hombre humilde, lúcido, valiente y consecuente, que dedicó su vida a defender todo aquello en lo que firmemente creía.

Enrique-de-CastroSon muchos los curas que han tomado la opción por los pobres en nuestro país: el padre Llanos, etc. En Madrid, en la parroquia de San Carlos Borromeo, en el barrio de Vallecas, tres curas: Enrique de Castro, Javier Baeza y Pepe Díaz, han dedicado su vida a estar con los más pobres, con quienes más les necesitan. Presos, drogadictos, inmigrantes y marginados son los feligreses predilectos de esa parroquia en la que se comulga con pan, los curas llevan tejanos en lugar de sotanas y, lo más importante, hablan como lo hizo Jesús: dando su vida por los demás. Carmen Díaz, de la asociación Madres contra la Droga, definía perfectamente la doctrina que se enseña en esta parroquia:“Aquí he aprendido que resucitar es caerte, levantarte y ayudar”.  Por eso su parroquia está siempre llena, por eso esa casa de Dios tiene siempre sus puertas abiertas (incluso la llave de la iglesia la tienen los fieles),  por eso a su iglesia acuden, respetuosos, musulmanes y hasta ateos. La ortodoxia de la liturgia vaticana, sin embargo, no puede permitir que tres simples curas acerquen la Palabra de Dios hablando la verdadera lengua de las gentes, esa lengua universal que habla de generosidad, de solidaridad y de amor, de verdadero amor al prójimo y, a través de Rouco Varela, ha hecho todo lo posible por cerrarla. Benedicto XVI anda empeñado en reinstaurar las misas en latín y en sancionar a sacerdotes como Jon Sobrino, por defender en sus libros que Jesús, además de Dios, también fue un hombre que se enfrentó al poder  para defender a los más necesitados; la Conferencia Episcopal Española dio alas desde su cadena radiofónica, la COPE, a los Jiménez Losantos y Césares Vidales para insultar, conspirar, mentir y difamar a diario a todo el que no compartiera con ellos los intereses más retrógrados y conservadores de la España más rancia. La Iglesia oficial nunca vio con buenos ojos a todos esos sacerdotes, como Enrique de Castro, Javier Baeza, Pepe Díaz, o como Jon Sobrino, Pere Casaldáliga, Juan N. García-Nieto, o como Ignacio Ellacuría y los jesuitas asesinados en la UCA de El Salvador,  como Monseñor Romero o como tantos otros sacerdotes que se acercaron al Evangelio siguiendo el mensaje de amor verdadero que hay en él y tomando la opción que Jesús tomó: la opción por los pobres. Hoy, cuando el Opus Dei o los Legionarios de Cristo ocupan los lugares más visibles de la Iglesia oficial y marcan su destino, cuando se cierran las iglesias de los que han tomado partido por los más necesitados, cuando se sanciona a los que toman la opción por los pobres, cuando se alienta el odio y el guerracivilismo desde la radio de la iglesia, cuando se ayuda a la propagación del SIDA prohibiendo el uso de los preservativos, hoy me siento cada vez más alejado de esa Iglesia oficial con la que ya nada comparto ni quiero compartir ¡Que se queden su latín, sus COPES y sus hostias! Yo no quiero tener nada que ver con ellos, no quiero ser cómplice de ese centro de poder en el que ellos han convertido a la Iglesia. Sí estoy, y más próximo que nunca, a los Sobrino, los Casaldáliga, los Castro, los Baeza y los Díaz de este mundo que, junto a los que más lo necesitan, no sólo gritan, sino que luchan porque otro mundo sea posible. Hoy, cuando veo al Papa me cuesta reconocer las palabras que Jesús le dijo a San Pedro: “¡Déjalo todo y sígueme!”. Hoy, cuando oigo las calumnias y las mentiras de la COPE, me pregunto qué queda de lo que dijo San Pablo: “La verdad os hará libres”. Hoy, cuando veo a Rouco Varela queriendo cerrar la iglesia de San Carlos Borromeo me pregunto ¿Qué haría Jesús si entrase en el Vaticano y viese en lo que han convertido su Iglesia?. Hoy no le digo adiós a esa iglesia, la de los pobres, porque siempre estaré con ella, sino que hoy digo, alto y claro, ¡adiós a la Iglesia!

No quiero acabar esta entrada sin las palabras, y los versos, de otro de estos curas formidables que han tomado partido por los pobres: Pere Casaldáliga, obispo de la prelatura de Sao Felix de Araguaia, en el Mato Grosso, que lo abandonó todo para irse a vivir a la selva amazónica con los más necesitados y que siempre dice que lo que más le gustaría, si su castigado cuerpo se lo hubiera podido permitir, habría sido irse ahora a compartir su vida con los más pobres de África.

POBREZA EVANGÉLICA

No tener nada.
No llevar nada.
No poder nada.
No pedir nada.
Y, de pasada,
no matar nada;
no callar nada.

Solamente el Evangelio, como una faca afilada.
Y el llanto y la risa en la mirada.
Y la mano extendida y apretada.
Y la vida, a caballo dada.

Y este sol y estos ríos y esta tierra comprada,
para testigos de la Revolución ya estallada.
¡Y “mais nada”!

San Romero de América, Pastor y Mártir nuestro

El ángel del Señor anunció en la víspera…

El corazón de El Salvador marcaba
24 de marzo y de agonía.
Tú ofrecías el Pan,
el Cuerpo Vivo
-el triturado cuerpo de tu Pueblo;
Su derramada Sangre victoriosa
-¡la sangre campesina de tu Pueblo en masacre
que ha de teñir en vinos de alegría la aurora conjurada!

El ángel del Señor anunció en la víspera,
y el Verbo se hizo muerte, otra vez, en tu muerte;
como se hace muerte, cada día, en la carne desnuda de tu Pueblo.

¡Y se hizo vida nueva
en nuestra vieja Iglesia!

Estamos otra vez en pie de testimonio,
¡San Romero de América, pastor y mártir nuestro!
Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra.
Romero en flor morada de la esperanza incólume de todo el Continente.
Romero de la Pascua latinoamericana.
Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dólar, a divisa.

Como Jesús, por orden del Imperio.
¡Pobre pastor glorioso,
abandonado
por tus propios hermanos de báculo y de Mesa…!
(Las curias no podían entenderte:
ninguna sinagoga bien montada puede entender a Cristo).

Tu pobrería sí te acompañaba,
en desespero fiel,
pasto y rebaño, a un tiempo, de tu misión profética.
El Pueblo te hizo santo.
La hora de tu Pueblo te consagró en el kairós.
Los pobres te enseñaron a leer el Evangelio.

Como un hermano herido por tanta muerte hermana,
tú sabías llorar, solo, en el Huerto.
Sabías tener miedo, como un hombre en combate.
¡Pero sabías dar a tu palabra, libre, su timbre de campana!

Y supiste beber el doble cáliz del Altar y del Pueblo,
con una sola mano consagrada al servicio.
América Latina ya te ha puesto en su gloria de Bernini
en la espuma-aureola de sus mares,
en el retablo antiguo de los Andes alertos,
en el dosel airado de todas sus florestas,
en la canción de todos sus caminos,
en el calvario nuevo de todas sus prisiones,
de todas sus trincheras,
de todos sus altares…
¡En el ara segura del corazón insomne de sus hijos!

San Romero de América, pastor y mártir nuestro:
¡nadie hará callar tu última homilía!

Pedro Casaldáliga

58 comentarios

  • Santiago

    Javier,    frente a todos los pecados cometidos por sus miembros, la iglesia ha brillado  en sus fieles por la imitacion a Jesus y asi a traves de los siglos, muchas veces en medio de crisis sociales y morales, han surgido personas que han dejado la huella del amor de Cristo durante el tiempo que vivieron aqui abajo…solamente hay que recordar a Francisco de Asis, San Vicente de Paul, Francisco de Sales, Camilo de Lelis, Pedro Claver, Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Damian de Molokai, Juan Bosco, Juan Masías, Maximiliano Kolbe, Teresa de Avila, Teresa de Lisieux, el  Cura de Ars, Martin de Tours, Charles Lwanga, la Madre Teresa de Calcuta etc.etc. etc….y para nosotros imitando su vida y poniendo en practica sus enseñanzas llegaremos a asemejarnos lo mas posible a Jesus…Y asi tu compatriota Iñigo de Loyola decidió que todo consistía en imitar las vidas de esos personajes que el forzadamente tuvo que  estudiar durante su convalecencia en el castillo de Pamplona….y asi el solo cambió despues el metodo para llegar a la santidad…haciéndola, con sus Ejercicios Espirituales, asequible a todos….TAMBIEN la iglesia fue la primera en crear e institucionalizar los hospitales como centros de cuidados medicos y de caridad desde el siglo IV..y asi una mujer llamada Fabiola , en un acto de su fe cristiana, estableció el primer hospital público en Roma..Cuando cayó el imperio romano los monasterios gradualmente se conviertieron en proveedores de el cuidado médico organizado..ellos fueron verdaderos oasis de orden, piedad y estabilidad que favorecía grandemente a la curación..y en los tiempos modernos….¿quien no se acuerda del cuidado medico de las celebres Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul?  Regadas por todo el mundo y presentes siempre que habia algo o alguien a quien socorrer…de alguna manera todos recibimos algo de la caridad de Cristo a traves de ellas…..
    Por otro lado, Javier, yo creo que es al reves….no es la iglesia la que somete a la gente y a los pueblos…ella misma a traves de los siglos fue sometida por los emperadores romanos en las crueles persecuciones, en las invasiones de los barbaros, en las investiduras, en las modernas persecuciones de dictaduras de izquierda y de derecha…..han sido ellos lo que han querido interferir con la fe de la iglesia….no el reves….se pertenece a la iglesia voluntariamente….y se debe estar en ella con alegria y con placer….como que es un privilegio y una gracia…si no es asi, por supuesto, es mejor no estar en ella…respeto tu opinion…..y esta es la mía….saludos cordiales     de Santiago Hernandez 

  • jacob

    Llevaba mediada la homilía de la festividad de la Virgen de las Angustia cuando saltó la perla. El arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, introdujo un diálogo que, según explicó, había tenido poco antes con una mujer enferma que le imploró un consejo: “No te preocupes que la Virgen no te abandona y que además lo más complicado que te puede pasar es que te mueras, lo más que te puede pasar es que te mueras y te vayas al cielo, y la verdad es que en el cielo se está mucho mejor que aquí”.

    Ana:
    A mi personalmente me parece bien lo quedice Mons. Javier Martínez, pero que a mi me parezca bien o mal no es muy importante, pero lo que si me parece importante es que a la inmensa mayoria de los católicos les parece bien.

    Porque como decía antes, hay muchíiisima gente que son católicos, y no se cortan ni un pelo en manifestarlo.

    Yo conozco al arzobispo de Granada desde que fue auxiliar de Madrid, y me parece un obispo excelente.

    Saludos

  • jacob

    Rodrigo:
     
    Dices que es respetable salirse.
     
    También dices que te parece respetable quedarse como disidente.
     
    Pero lo que no veo por aquí, y que yo quiero reivindicar es que también es respetable quedarse en la Iglesia porque estas en comunión con ella, con sus defectos y sus virtudes. Hay muchísima gente, no solo neocatecumenales, opus, etc., que están en plena comunión con su Iglesia.
     
    De paso te agradezco lo que dices en el post de BATAS BLANCAS, TRABAJOS NEGROS: Si lo hubiera dicho un Kiko, se le acusaría de fundamentalismo. Pero como “aparenta” ser un discurso radical antijerárquico, entonces es “tocar la realidad”.

    Efectiviwonder, eso lo dice uno de una comunidad neocatecumenal, y le dan las del pulpo.

    Saludos. 

  • Rodrigo Olvera

    por cierto, si se predica con el ejemplo (como le dices a Santiago)… ¿qué predicas cuando reconoces que eres injusto pero eliges no corregir la injusticia e insistir en tu descalificación injusta?

  • Rodrigo Olvera

    Exacto Javier… das muchas cosas por supuestas
     
    Si este argumento sirve para justificar no darse de baja de España “pues normalmente todavía se forma parte de la nación en la que has nacido y vivido, sin ningún acto de aceptación expreso de nacionalidad. Una persona que nace y vive siempre en España en realidad no elije su nacionalidad” entonces sirve igual el argumento “pues normalmente todavía se forma parte de la Iglesia en la que has nacido y vivido, sin ningún acto de aceptación expreso de la jerarquía. Una persona que nace y vive siempre en católica no elije su religión.”
     
    Si a pesar de no estar de acuerdo con la forma en que está organizado España no tiene sentido darse de baja, y no afecta tus convicciones el pagar impuestos que mantienen al Rey, entonces tampoco darse de baja de ningún otro colectivo con el que no estés de acuerdo.  Si tiene sentido darse de baja de organizaciones religiosas para mantener la coherencia, también tiene sentido darse de baja de las organizaciones políticas, incluyendo el Estado (parece que confundes nacionalidad con ciudadanía, pero son conceptos diferentes).
     
    Personalmente, yo sería más inclinado a dejar a la Iglesia Católica que a quedarme. Pero no juzgo ni descalifico a quienes toman la opción de quedarse.
     
    Pues así como es respetable quedarse y dar la batalla por los ideales, aún cuando no tengan esperanza de triunfo, en las organizaci0nes políticas (como Juanín, por ejemplo, que no tenía ninguna posibilidad de éxito); igual de respeto me merece quienes deciden quedarse como disidencia en la iglesia católica, independientemente de sus posibilidades de éxito.
     
    Lo que yo no aceptaría es que se acusara a Juanín, o a tantos republicanos que se quedaron y sufrieron terriblemente ellos y sus familias, de haber reforzado al franquismo por no exiliarse. Se me haría un insulto y una injusticia. Y por éso también se me hace un insulto y una injusticia respecto a quien decide no irse.

  • Javier Renobales Scheifler

    Pilar García, dejo para más adelante responderte

    Santiago Hernández,

     
    Se predica con el ejemplo, como hacía Jesús; y se explica el ejemplo, en aquello que no haya sido bien entendido, con palabras. A buen entendedor, pocas palabras bastan;

    Lo que vale, también como predicación es el ejemplo que ofrecen los hechos: lo demás, las palabras en sí, no valen.
    Una comunidad (iglesia) a la que sus dirigentes le han robado las facultades de elegir-destituir a sus dirigentes (papas, cardenales, arzobispos, obispos …) es una comunidad sometida, cercenada inhumanamente su libertad; someter no es cristiano (supongo que en esto último al menos estarás de acuerdo).
     
    Lo siento, me tengo que ir. Saludos cordiales
     

  • Javier Renobales Scheifler

    Rodrigo Olvera

    ¿Así que no eres católico, Rodrigo?  Creía que sí lo eras.
     
    Mucho del poder de la ICR en España viene del todavía notorio arraigo que ha impuesto durante siglos en connivencia con los poderes civiles y militares. A mi modo de ver eso explica que aún un 71% de los españoles diga en las encuestas que se considera católico. Los datos que maneja la ICR dan porcentajes superiores, probablemente porque cuentan a todos los bautizados en España, independientemente de si luego el bautizado ha dejado de considerarse católico.
     
    A los bautizados que se dan de baja no los borran de sus libros. Por mucho que hayan dicho adió a la Iglesia, a la ICR no le conviene oficializar ese adiós.
     
    Me parece que tantos siglos de imposición de la religión católica y sus dogmas hacen que todavía se mantenga la catolicidad, (‘por inercia’, por convicción, por dejadez, por miedo …), en muchas personas. Mantenerse dentro de la ICR apoya a la ICR, da más fuerza a la ICR la cual, para hacer lo que hace, se basa en mucho en ese arraigo que mantiene en España. Sociológicamente es así, a mi modo de ver.
     
    Darse de baja en los papeles toca cosas muy profundas que le metieron a la persona cuando eral niña, desde sus primeras percepciones conscientes. Y además poner el adiós a la Iglesia en los papeles todavía da miedo.
     
    En la pertenencia a una Iglesia se puede no estar conforme con algunas cosas de esa Iglesia; pero si no se está conforme con muchas, incluso con las que son más esenciales para la doctrina de esa Iglesia, entonces lo coherente me parece que es salirse. De hecho, se conforman dos Iglesias, la oficial y la otra. Con la inmensa ambigüedad que ello conlleva.
     
    En todo caso lo que quiero destacar es que a la ICR le conviene que se mantenga dentro los disidentes, no sólo porque con ello mantiene el arraigo con el que apabulla a las demás religiones que no lo tienen, sino porque le brindan un magnífico campo para demostrar su poder sancionador: sancionan de una forma u otra a Hans Küng, a Castillo, a Estrada, a Sobrino, a Pagola y mil etcéteras,
     
    En cuanto al argumento de darse de baja en la nacionalidad española, me parece un mal ejemplo, Rodrigo, pues normalmente todavía se forma parte de la nación en la que has nacido y vivido, sin ningún acto de aceptación expreso de nacionalidad. Una persona que nace y vive siempre en España en realidad no elije su nacionalidad.
     
    Aunque discrepe en casi todo con el Gobierno español y con la Constitución española, no tiene otra opción natural que la de seguir siendo español.
     
    Con la religión no es (o no debiera ser) lo mismo: se requiere dar un paso adelante para aceptar el credo católico: de ahí la falacia católica de tener que bautizar y confirmar a los niños cuando aún no pueden defenderse, de recién nacidos o con siete o diez años de edad (creo que Rouco o Cañizares insisten en bajar aún más esa edad, para hacer más fácilmente clientela); eso es meter la catolicidad abusivamente a los niños, hacerlos católicos prácticamente a la fuerza.
     
    Es una importante diferencia: por eso no me parece justo el ejemplo que has puesto; no tendría sentido que, porque no soy monárquico y España está conformada como un reino, yo tratara de ser uruguayo o francés; y por el contrario tiene mucho sentido que deje de ser católico para ser cristiano, cuando cosas muy esenciales de la doctrina católica las rechazo y me consideran hereje por ello.
     
    Decir adiós a la Iglesia y quedarse dentro de ella es sostener que hay dos Iglesias en la ICR y se dice adiós a una de ellas, o si no es así, me parece incoherente. En todo caso hay bastante ambigüedad en ello. La ambigüedad me parece consustancial al catolicismo.
     
    Sin duda como bien dices, Rodrigo, no puede ser totalmente justo lo que digo, porque en todo esto hay mil matices y situaciones diferentes; no me queda más remedio que generalizar.
     
    Pero a riesgo de ser en parte injusto en mi formulación (reconozco que lo soy), lo importante en este ‘adiós a la Iglesia’ creo que es reflexionar sobre lo que supone estar permanentemente en contra cosas muy esenciales de la doctrina católica y del comportamiento de los que dirigen la ICR (en su catecismo creo recordar que sostienen incluso que es Dios quien gobierna la ICR) y tener decidido mantenerse a toda costa dentro de la ICR.
     
    ¿Jesús dijo adiós a la Iglesia judía? A juzgar por los hechos creo que sí, y por eso lo mataron los dirigentes de su Iglesia. con sus hechos se colocó fuera de su Iglesia, hasta el punto de que ésta lo asesinó de inmediato sin contemplaciones.
     
    Hoy la ICR no mata, como hiciera antaño, a los que le dicen adiós: por experiencia sabe que le es mucho más fructífero mantener dentro a los disidentes católicos.
     
    La ICR lleva muchos siglos haciendo lo que hace. Pero los disidentes católicos confían en que cambiará algún día, aunque admiten que ellos no lo verán. Y en esa confianza de que cambiará algún día, se quedan dentro de la ICR.
     
    ¿Tiene sentido esa fe, que me atrevo a calificar de irracional, visto que la ICR no ha cambiado en tantos siglos) en que algún día cambiará? ¿El famoso Espíritu Santo (no sé si se pretende que hay más Espíritus actuando) algún día la hará cambiar, aunque no lo ha hecho durante tantos siglos?

  • Santiago

    Te has equivocado Javier de nuevo al decir que la iglesia católica ha traicionado a Jesús…ya que su función de predicar no va ligada a la pecabilidad o impecabilidad de sus miembros….Por eso parte de los anglicanos, como han dicho ya aqui -cuando han visto que su iglesia se va deteriorando “doctrinalmente”- han decidido retornar a la iglesia madre….la primera que existió y que transmitió la doctrina sacramental intacta hasta el siglo XXI…De hecho, si alguna organización humana basara sus reglamentos en la moralidad de sus miembros, pocas estarían de pie…Por lo tanto, no es eso lo fundamental…sino si la corrupción fuera doctrinal…..Sin embargo, en la iglesia catolica leemos la misma doctrina de Justino el martir, Ignacio de Antioquia, Ireneo de Lyon, Clemente de Roma, la Didache…todos documentos de los 2 primeros siglos….Alli esta la doctrina eucaristica, la divinidad de Cristo, los sacramentos….la predicacion de Cristo mantenida viva…Eso es suficiente para que cualquiera, dentro o fuera de la iglesia, siga el mismo camino que Jesus mismo trazó cuando mandó a sus discipulos bautizar, a perdonar pecados, a celebrar la eucaristia, a curar enfermedades y expulsar demonios….Nada de eso tiene que ver si los “ministros” son santos o no..ya que habra -como fuera de la iglesia hay- buenos y malos, santos y demonios, corruptos e incorruptos….Ya eso depende de la libertad humana…Ante Cristo siempre tenemos la opción de escogerle verdaderamente o rechazarle, aun estamos dentro de la iglesia, o fuera de ella…..No le  pongas 3 pies al gato…no te engañes..Escoge otra excusa…No hay un complot unanime de maldad en la jerarquía para destruir al mundo y reirse de el….eso esta en tu imaginacion que lo quieres ver asi..quizas te conviene seguir en esa compulsion-obsesiva….La verdad es que TODOS somos humanos….con una mezcla de bondad y maldad…Cristo vino a mostrarnos un camino “mejor”…mas saludable…para el cuerpo y el alma PARA TODOS…y con esto llegar a la vida verdadera…que esta fuera de este mundo…pues la de este se acaba pronto…no nos queda mucho….Olvidate del Papa y de los obispos…ellos -como tu y yo- van tambien a ser juzgados en el amor, al final de la vida….y eso es “personal”….no nos corresponde a nosotros -ni a nadie- juzgar…solamente a Dios…Mientras tanto -como tienes un interes inusual en la iglesia- sigo pensando que en el fondo -como los “altos anglicanos”- querrias seguir en ella….pero, por supuesto, presumo sin esta perversion que imaginas que existe dentro de los circulos eclesiasticos……te adimiro por tu sinceridad y como siempre te deseo lo major…un abrazo    de Santiago Hernandez