No importa a dónde lleven…
No importa cuán largo sean…
Si van juntos o parecen distanciarse…
Lo que importa. Lo único que importa:
Es que hay caminos. Y eso ya es bastante
Caminar despacito y llegar al prado. Descalzarse y sentir el contacto de la hierba verde y fresca. Abrir los brazos y respirar a pleno pulmón. Correr, saltar y al final extenderse en el prado y contemplar el azul del cielo…
Son veredas floreadas,
pertrechadas y flanqueadas de olor
a flores, y de ese sonido imperceptible,
de néctar,
de esa primavera eclosionando
entre margaritas y amapolas,
y lavandas violetas,
de los insectos bailando y su zun zun
mientras trabajando sigue
la ritual recolecta.
Los caminos, tienen cercas
de cal encaladas,
y son de piedras sobre piedras,
se escoran en balconadas y se hacen
mirada, fotograma
de la caminante e inquietas
ojeadas.
Ayer pasé por un camino
que me abrió sus colindantes
ventanas,
ceñido todo él, de árboles de hojas
moradas…
Me paré hasta que mis ojos
desnudaron su alma,
¿Por qué aquel árbol no tenía
hojas verdes?
Y, ¿Por qué hasta ese momento
mis ojos nunca vieron
árboles con hojas moradas?
Cuando la tarde aún el sol
pone color sobre sus sombras
el camino despierta las voces
de sus almas y te lo dejas al ras
de sus puertas.
Porque hay caminos imperdurables
en la espera de que unos pasos
se detengan en graben en su
memoria los nombre
sobre el atrio de sus puertas…
¡Hay caminos que solitarios y sin noches,
te empapas de sol aunque la luna sea
bien cierta…
No importa a dónde lleven…
No importa cuán largo sean…
Si van juntos o parecen distanciarse…
Lo que importa. Lo único que importa:
Es que hay caminos. Y eso ya es bastante
Caminar despacito y llegar al prado. Descalzarse y sentir el contacto de la hierba verde y fresca. Abrir los brazos y respirar a pleno pulmón. Correr, saltar y al final extenderse en el prado y contemplar el azul del cielo…
LOS CAMINOS
Son veredas floreadas,
pertrechadas y flanqueadas de olor
a flores, y de ese sonido imperceptible,
de néctar,
de esa primavera eclosionando
entre margaritas y amapolas,
y lavandas violetas,
de los insectos bailando y su zun zun
mientras trabajando sigue
la ritual recolecta.
Los caminos, tienen cercas
de cal encaladas,
y son de piedras sobre piedras,
se escoran en balconadas y se hacen
mirada, fotograma
de la caminante e inquietas
ojeadas.
Ayer pasé por un camino
que me abrió sus colindantes
ventanas,
ceñido todo él, de árboles de hojas
moradas…
Me paré hasta que mis ojos
desnudaron su alma,
¿Por qué aquel árbol no tenía
hojas verdes?
Y, ¿Por qué hasta ese momento
mis ojos nunca vieron
árboles con hojas moradas?
Cuando la tarde aún el sol
pone color sobre sus sombras
el camino despierta las voces
de sus almas y te lo dejas al ras
de sus puertas.
Porque hay caminos imperdurables
en la espera de que unos pasos
se detengan en graben en su
memoria los nombre
sobre el atrio de sus puertas…
¡Hay caminos que solitarios y sin noches,
te empapas de sol aunque la luna sea
bien cierta…
Tiene un dejo de ciertos paisajes en los que he estado…
http://www.youtube.com/watch?v=PWOAuGTzGZg