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La otra justicia

La justicia de la victoria o la victoria de la justicia. He ahí la opción inexcusable. Sí, ya sé que nada es tan sencillo, y que todo es como es. Pero hay un momento en que se nos ha de caer el velo de los ojos, como se le cayeron a Tobit las escamas de sus lagrimales en Caserín, cerca de Nínive, en el norte de Irak, cuando su hijo Tobías le aplicó el remedio de Rafael, el ángel curador.

          También se le cayeron a Pablo el perseguidor, cuando iba de Jerusalén a Damasco, cegado por la ira, llevando consigo cartas del sumo sacerdote para detener y encarcelar discípulos de Jesús, y de pronto la luz le inundó el alma y se le abrieron los ojos y empezó a mirar con misericordia. De repente, como a Saulo, nos envuelve un resplandor del cielo y caemos a tierra, esta tierra santa y sufriente que somos, la misma Tierra de todos, y escuchamos nuestro nombre pronunciado con misericordia, y se nos abren los ojos a la misericordia.

          La justicia del poder o el poder de la justicia. La justicia  de los vencedores o la justicia para los vencidos. Apenas se conoce, en los anales de la historia universal, que se haya aplicado con los vencidos otra justicia que no sea la de los vencedores. Los vencedores ponen las leyes y nombran los jueces; y hacen la pantomima, y convocan a juicio a los vencidos, pero siempre como reos; nunca se ha visto a los vencedores sentarse como reos. La sentencia ya está dictada de antemano. ¡Cómo se parecen “vencer” y “vengar”! Pues no, esa justicia no. Esa justicia es ciega, ciega de poder y de impiedad. Y, por mucho que digan y por mucho que desde antiguo se haya representado a la justicia con una venda en los ojos, la justicia no puede ser ciega, no al menos de poder y de impiedad.

          La victoria de la justicia no significa que los vencidos se vuelvan vencedores. Cambiarían las tornas, trocarían sus puestos el juez y el reo, pero el poder seguiría dictando su justicia ciega e inmisericorde. La tierra común seguiría siendo rasgada y hendida, de seísmo en seísmo, de réplica en réplica, de venganza en venganza, por la ley y la justicia del más fuerte. No sé por qué se la llama “la ley de la selva”, pues la selva no conoce la venganza. Claro que la vida en la selva es dura: unos vivientes viven de otros, y el fuerte devora al débil. Así es también en el riachuelo Narrondo, por más que nos duela: los vecinos nos alegramos mucho hace unos días, cuando, después de una prolongada desaparición que ya nos tenía inquietos, el pato hembra con su plumaje rojizo apareció por fin, seguido de catorce pollitos negros. Pero hoy no veo a los pollitos con su madre, y me temo lo peor. Así es la vida, amasada de muerte, una muerte sembrada de vida. Pero en la selva no hay odio. En nuestro humilde riachuelo de Arroa no hay venganza.

          El odio y la venganza son un distintivo de la humanidad. Un patrimonio cruel y exclusivo del que ni siquiera somos dueños, sino esclavos, y que de pronto se apodera de nosotros y nos arrastra como un tsunami, como un terrible terremoto sin control. Hace mucho tiempo, 1.800 años antes de Cristo, el código de Hammurabi –un rey babilonio, es decir, irakí– quiso poner freno al furor desatado de la venganza, y ordenó: la venganza no ha de provocar más daño del recibido. Mucho más tarde, inspirándose en Hammurabi, la Biblia declaró: “Ojo por ojo, diente por diente”, y el Derecho Romano lo llamó “ley del talión”. Esta ley, en su tiempo, supuso un gran paso adelante, porque impedía arrancar los dos ojos a quien te había arrancado solamente uno: a “tal” daño, “tal” venganza, la misma que el daño, no más. Pero eso fue antes, porque luego volvimos atrás y se impuso de nuevo, hasta nuestros días, la vieja ley anterior a Roma, anterior a la Biblia, anterior a Hammurabi, ajena a la selva: si te arrancan un ojo, arranca tú los dos, si puedes. Y, si puedes, arranca los ojos de todos tus enemigos, no sea que alguien se envalentone y lo vuelva a intentar.

          Así vamos, y seguimos presumiendo de mundo desarrollado y de derechos humanos. Es lo que es, dirán algunos. Hay lo que hay. Quedé pasmado la semana pasada, al leer unas declaraciones del prestigioso psiquiatra Luis Rojas Marcos, tras el asesinato de Bin Laden por Barack Obama: “La venganza es un sentimiento muy humano”, decía. Claro que sí: odiar es muy humano, robar es muy humano, mentir y matar es muy humano, y es muy humano violar a una bella joven de 20 años. ¿O no?

          La venganza y el odio no son, afortunadamente, el único patrimonio, pero hay que elegir. La justicia de la venganza o la justicia de la piedad. He ahí la opción. Lo diré de otra forma, que puede resultar hiriente, a mí también me hiere: la justicia de Obama o la justicia de Mandela. El Sábado Santo, con la comunidad con la que celebré la Pascua, tuve la oportunidad de ver “Invictus”, una película sumamente sencilla y conmovedora. Sin ningún alarde, de la manera más llana y humana, cuenta los primeros pasos de Nelson Mandela como presidente de Sudáfrica, interesándose con toda su alma por un campeonato de rugby, como si en él se le fuera la vida, como si en él se jugara el destino de Sudáfrica y de todo el planeta. Y de hecho se jugaba, porque el rugby es más que el rugby, porque una camiseta es más que una camiseta, porque en lo más pequeño se hace visible lo más grande, porque lo más grande se juega en lo más pequeño. Era en 1995, ayer mismo. Mandela había salido de la cárcel pocos años antes –¡27 años de cárcel, todos ellos merecidos de acuerdo a la ley del poder que se erige en justicia!–. Todo el mundo esperaba que Mandela aplicara como mínimo la ley del talión. Hubiera sido “justo”.

          Pero Nelson Mandela –¡bendito sea!– entendía la justicia de otra manera. En las tinieblas de la cárcel que dañaron sus ojos hasta el punto de que le dolían los ojos al mirar la luz, en esas tinieblas del horror descubrió la verdadera luz del alma que puede iluminar el mundo entero. Descubrió otra justicia, la única justicia digna de ese nombre. No la venganza desatada, ni la venganza controlada, ni el resentimiento arraigado. No la justicia del poder, sino la justicia de la piedad, la única que puede salvar la Tierra del terror, de la muerte, de la ruina total.

          Nelson Mandela perdonó. Vuelve esta palabra y sé que es equívoca, tanto cuando se refiere al perdón divino como al perdón humano. Nelson Mandela no perdonó como se perdona a un culpable, sino supo mirar con piedad al carcelero y ver también en él un pobre prisionero. Supo mirar con piedad al enemigo y ver en él un pobre hombre herido. Y llegó a amar como propia aquella camiseta verde y oro de los Springboks, símbolo del apartheid y de la humillación. “El perdón y la compasión elevan la mirada y se ve más lejos”, dice en Invictus. Durante 27 años interminables, 9.000 días de injusticia y de humillación, Nelson Mandela había luchado consigo mismo, había combatido en sí el rencor y la venganza, hasta poder con ellos. Pudo consigo y sacó de sí lo mejor, lo más humano que es lo divino. Nelson Mandela perdonó. Perdonó y venció.

          Esa es la justicia evangélica. Y su criterio es, a la vez, el más universal: “actúa con el prójimo como a ti te gustaría que actuaran contigo si te hallaras en su lugar”. Esa es, pues, la única justicia razonable, la única justicia que puede reparar a la humanidad y salvar el mundo. La justicia de Obama, ciega de poder, o la justicia de Mandela, llena de piedad: con todos los matices que quieras, he ahí la opción ineludible.

 – * – * – * – 

Para orar

 

Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma

(Poema “Invictus” de William Ernest Henley, 1849-1903, que le ayudó a Nelson Mandela a no darse por vencido

11 comentarios

  • pepe sala

    Xabier Arizti:
     
    Asumo mi falta de entendimiento respecto a los analisis de texto; pero tengo que decir que no he sacado nada en claro de tu, seguramente, excelente analisis sobre la justicia-venganza.
     
    Yo acostumbro a poner las cosas tan sumamente claras que cualquier fontanero, barrendero, filosofo o bombero lo pueda entender sin demasiado esfuerzo. El truco consiste en poner ejemplos claros sobre lo que se pretende comentar.
     
    Asi, para ver si he conseguido entender algo, te propongo unos pocos ejemplos y ya me diras si corresponden al concepto de Justicia o, por el contrario, son asuntos de venganzas ruines:
     
    1:< Las madres y abuelas de la Plaza de Mayo ( Argentina) ? que buscan cuando piden sentarse en el banquillo de los acusados a los asesinos de sus nietos, hijos, esposos, hermanos, etc?  Piden Justicia o quieren vengarse?
     
    2:<  Los alemanes son justos o son vengativos por llevar a Juicio a los jerarcas asesinos nazis?
     
    3:<  Las victimas de ETA y sus familiares son vengativos o pertenecen al concepto de solicitar Justicia?
     
    4:<  Las madres que buscan a sus miles de hijos robados en las clinicas espagnolas ? piden Justicia o tratan de vengarse de los medicos y las monjas ladronas cuando solicitan investigacion JUSTA y castigo proporcional a la salvajada que les hicieron?
     
    Bien, no creo necesario poner mas ejemplos de los miles que encontrariamos. Y ahora llega la pregunta del millon:
     
    Como supongo tu postura favorable a la Justicia y no al concepto venganza ? crees que quienes llevamos decadas solicitando JUSTICIA por las barbaridades del franquismo pertenecemos al gremio de los vengativos, o nos concedes las mismas cualidades que se les conceden a las victimas de ETA, de los Nazis , de Videla, Pinochet…y de tantas otras.
     
    Es que me queda un cierto resquemor cuando no veo muy claras las posiciones de SOLIDARIDAD- CORPORATIVISMO.
     
    Tanto pedir perdon ( en nombre de otros) para los asesinos en beneficio del ” BIEN COMUN” me despista mucho.
     
    Yo lo tengo muy claro en lo personal: Siempre solidario con las victimas y siempre solicitando JUSTICIA para quien haya cometido las fechorias SEAN QUINES SEAN. ( Y estoy seguro que mi postura redundara en beneficio del famoso   ”  bien comun”)
     
    Pero en eso tambien estoy en minoria y ya se sabe que las minorias no contamos… Preguntale a Josemi sobre las minorias.
     
    Saludos, pues.

  • Marga Suarez

    He estado buscando en periódicos, revistas, radio, etc, alguna frase de obispos o del papa, con una fuerte condena ante el mundo, por parte de la iglesia católica, del asesinato o ejecución extrajudicial, de Bin Laden.¿Es que se han suprimido la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Justicia a los asesinos, el Tribunal Penal Internacional y el NO MATARÁS.? ¿Nadie de las altas esferas de la iglesia católica se dirigirá al Presidente de los Estados Unidos para explicarle que no se puede asesinar a nadie, sin juzgarle solo porque se sea el Presidente?

  • Sergio D.

    Solamente GRACIAS por hay personas como José Arregi que nos vuelven la vida al EVANGELIO, perdonar, reconciliar y encontrarse con el otro que me daño física, moral, étc. son actitudes humanas que a muchos nos cuesta vivir. Pero el PERDÓN es EL MÁXIMO ESCANDALO DEL EVANGELIO que muchos nos cuesta aceptar y vivir, pero es un valor fundamental del REINO. Ahí muchos todavía no llegamos, José sí y gracias por compartirlo y animarnos.

  • Xabier Arizti Costes

    La venganza consiste en las múltiples, culturales y circunstanciales formas de reparación de un hecho y/o de una persona o grupo en respuesta a una acción percibida no aceptada. Muchos aspectos de la venganza humana, porque solo es humana, se asemejan al concepto de justicia humana, porque la de Dios es otra que ni siquiera hemos visto con nuestros propios ojos, aunque creamos en ella…, la venganza “a veces” persigue objetivos más duros que reparables. El deseo de venganza consiste en forzar a quien haya hecho algo malo en sufrir el mismo o semejante dolor que él infligió, o asegurarse de que esta persona o grupo no volverá a cometer dichos daños otra vez por los resultados que sean, que se presenten y que se den en determinados momentos. La venganza (de mil maneras ejecutada, efectuada y manejada con sus consecuencias y secuelas tan determinadamente variadas) es un acto que siempre causa ciertos tipos de placer a quien la efectúa (aunque la consecuencia no sea precisamente y siempre, quitar vidas, hay muchas formas de “castigos vengativos” o reparadores, a veces peor que la misma muerte…), debido al sentimiento de rencor, antipatía, inquina, etc., indiscutiblemente humano por muy maquillado que se le vea, que ocasiona el antecedente factor. La justicia es la concepción que cada época y civilización tiene acerca del sentido de sus tan humanas como imperfectas normas jurídicas. Es un valor determinado por cada sociedad, pequeña o inmensa, impuesta por sus líderes, ante la necesidad de mantener una “armonía” teóricamente objetiva pero obviamente y prácticamente subjetiva, entre sus integrantes. Es el conjunto de reglas y normas que deberían establecer un ambiente adecuado para las relaciones entre personas e instituciones, autorizando, prohibiendo y permitiendo acciones específicas en la interacción de individuos e instituciones PARA BENEFICIO COMÚN. No sé, pero ahí queda eso…, y que cada quien saque SUS deducciones tan personales como circunstanciales, religiosas y culturales. Un abrazo.

  • Gabriel Sánchez

    Pero queda muy bonito y muy literario eso de pedonar en nombre de los demas. Espero que nadie de ATRIO tenga que pasar lo que algunos nos toco pasar y ya veriamos si son tan perdonadores al comprobar que sus propios violadores y abusadores de todas las formas posibles siguen obstentando las mismas posiciones de poder que les sirvieron para llevar a cabo su macabra labor.

    No sólo se trata de perdonar…que eso es siempre una opciòn personal, pero institucionalmente la justicia no puede ser solayada, so riesgo de que pase como en mi paìs que haya algunos que reduzcan el ejercicio institucional de la justicia a sus ganas o no de perdonar a un colectivo, que torturó, violó y mato…a mansalva y ahora se pretende aducir perdon, ese perdon y tienes toda la razòn Pepe…que sea el personal, pero el social, el colectivo, sólo es el que pasa por los tribunales y la reparaciòn de acuerdo a la Ley…Gabriel

  • pepe sala

    La JUSTICIA lo es, o no lo es.
    ” La otra justicia” sera una especie de fraude para seguir adelante; pero no convencera a quienes requieren de la JUSTICIA por haber sido tratados injustamente. Pongo dos ejemplos:
     
    1 : >Nelson Mandela estaba en su pleno derecho para perdonar las crueldades que ejercieron sobre el mismo; pero Neson Mandela, de ningun modo, tenia el derecho y la autoridad para perdonar lo que les hicieron a otros-as. El perdon ha de ser personal e intrasferible o no sera perdon.
     
    2:>  Tomando el ejemplo que nos traslada Israel me pregunto si el supuesto perdon a los violadores y pederastas eclesiales le corresponde concederlo al Papa, a un Obispo , a unas supuestas indulgencias pagadas, a otro cura pederasta amigo del violador… o le corresponde concederlo ( o no) a las victimas de estos ” santos varones”.
     
    Me viene a la cabeza la amnistia ” plenaria” de nuestra santa transfusion. Tambien se perdono a todos los asesinos, violadores, ladrones, abusos de poder, terroristas de estado, etc que se habian formado en el  franquismo. A mi nadie me pregunto si queria, o no, perdonar a mis abusadores. No me consta que mis amigos ” rojillos” fuesen consultados para ver si se podia perdonar a los canallas.
     
    Quienes perdonaron a los canallas no estarian muy alejados de ellos, y si pensaron que con semejante forma de perdon se impartia la JUSTICIA, yo les digo que estan totalmente equivocados.
     
    Pero queda muy bonito y muy literario eso de pedonar en nombre de los demas. Espero que nadie de ATRIO tenga que pasar lo que algunos nos toco pasar y ya veriamos si son tan perdonadores al comprobar que sus propios violadores y abusadores de todas las formas posibles siguen obstentando las mismas posiciones de poder que les sirvieron para llevar a cabo su macabra labor.
     
    Pues eso…

  • israel leon rivas

    ¡Beatificación del papa Juan Pablo II en suspenso, por favor!
    Dra. María Van Doren

    Me parece, inaudito el atrevimiento de la autoridad eclesiástica al proponer la beatificación del papa Juan Pablo II. O no han creído ni tomado en serio lo que, tristemente está pasando en nuestra Iglesia últimamente, o quieren otra vez manipular a los inocentes y no bien informados fieles para que se olviden de todos los escándalos que surgen continuamente en estos tiempos por todo el mundo.
    Beatificar a este papa es una bofetada a todas las personas abusadas como niños/niñas, abusadas por la injusticia del poder y la justificación de lo sagrado de los ordenados. Desde los años 60 del siglo pasado, avisaron continuamente a las autoridades en el vaticano, hay suficiente pruebas de eso, no se puede decir no lo sabían, tampoco que el papa no lo sabía… Todavía queda mucho por investigar, entre otras cosas, la gran cantidad de dinero que se quedó en Roma por medio del Opus Dei, porque no es suficiente la investigación que están haciendo a los Legionarios, -y ojala sigan cumpliéndola honesta y justamente con esta congregación-, porque la tragedia que pasa ahora en la Iglesia, no es de tiempos posteriores a la muerte de Juan Pablo II. ¡Esto sucedió también en su época!
    Siguen “tapando lo que no quieren que se vea a luz pública”: antes con los sacerdotes pederastas (y con tanto dinero que nunca se aclaró y se va a aclarar), ahora quieren tapar la complicidad directa o indirecta de Juan Pablo II. Lo hacen las autoridades, y lo hace mucha gente de la base, por miedo, por diplomacia, por temor de ser condenados (por la autoridad o por el pueblo), o por complicidad en uno u otro aspecto.
    Ya me puedo imaginar lo que ocurrirá en la planeada beatificación del papa en Roma, y lo que están preparando aquí en la capital con el cardenal Rivera Carrera, igual como pasó en las visitas del papa a muchos países y de manera especial en México. Están dando al pueblo “los famosos espectáculos romanos de ‘pan y circo’”. El pueblo, tristemente, necesita esas cosas (como era el caso en Roma, entre otros, bajo el famoso Nerón), en especial cuando la situación está mal, y la situación social e igualmente eclesial está muy mal en México y en todo el mundo…
    …dicen también que el entusiasmo y la creencia de tanta gente en todo el mundo en la supuesta santidad de Juan Pablo es uno de los argumentos importantes para beatificarlo. Entonces, si por eso los beatifican y canonizan, no entiendo más el ejemplo y la vida de Jesús… Jesús no tenía este éxito, no tenia estos triunfos, solamente, tal vez, cuando entró en Jerusalén poco antes de su muerte. Lo mataron como un criminal. Lo mataron por su compromiso incondicionalmente.
    El valor de Jesús, dependía de otras cosas que la habilidad de ser aplaudido, de ser reconocido. ¿Cuánta gente entusiasmada tenia Hitler atrás de sí? Era un héroe, un salvador para mucha gente… pero ¡no son razones para canonizarlo!
    He tratado de saber qué piensa la gente aquí en México (y personas de otros países, contactadas por teléfono o Internet) sobre esta beatificación; y aunque debo decir que tal vez la mayoría están todavía bajo el encanto que la personalidad del papa dejó en ellas, hay también un buen número de personas que no están de acuerdo con que lo beatifiquen (y después lo canonicen).
    Pero no se atreven a pronunciarse abiertamente por varias razones: algunas tienen miedo de ser condenadas, rechazadas o eliminadas; otras no se atreven a hablar contra la corriente de la mayoría; otras piensen que es falta de respeto a la autoridad, en concreto a los papas, y por medio de ellos a su Iglesia… Pienso que protestar contra injusticias, dar nuestras opiniones, proclamar verdades, no es faltar al respeto. Y, en una “Iglesia de iguales, como es la iglesia de Jesús”, todas y todos tenemos el derecho de opinar.
    No es verdad, que todos y todas están en favor de esta beatificación. Muchos y muchas empiezan a cuestionar el sentido de ser ‘santo/a’, de ser elevado a los altares, porque no pueden olvidar el escándalo grande que pesa últimamente sobre la Iglesia como institución, no la Iglesia que surgió del movimiento de Jesús, y que trata de realizar su proyecto.
    No es solamente un problema la manera como se está realizando el proceso de la beatificación – y lo apresurado no se ha aceptado en el pasado-, sino es un problema fundamental sobre el sentido verdadero de la santidad. Que el papa Juan Pablo II haya sido tal vez un personaje grande y haya hecho cosas que no se han hecho anteriormente, no quiere decir que estas son las cualidades para ser ‘santos/as’. ¡No por ‘ser papa’ tienen que ser elevado a los altares, como lo están haciendo últimamente en la Iglesia, preparando también la beatificación del controvertido Pío XII, ¡y tal vez del actual papa! (el bien conocido teólogo Hans Kung, lo explicó claramente en un webside).
    En conciencia debo protestar, y espero con mucha otra gente, personas creyentes que tratan de vivir el mensaje de Jesús, de realizar el proyecto de Jesús: trabajando para otro tipo de sociedad donde haya justicia verdadera, igualdad, respeto para todas y todos, amor con justicia, paz y respeto para lo otro de las/os otras/os… Por favor, que ésta beatificación, ¡NO SE REALICE! ¡NUNCA! Sería otra injusticia, actitud indigna para la Iglesia de Jesús.
    María Van Doren es teóloga feminista; cursó estudios de sociología en la Universidad Católica de Lovaina y de teologíaen la Universidad de Berkeley CA, obteniendo el doctorado en teología por la Pontificia Universidad Gregoria de Roma. De origen belga, ha dedicado los últimos treinta años de su vida a la docencia y la defensa de los derechos humanos de las mujeres en la Iglesia católica.

  • israel leon rivas

    es una prueba

  • Gabriel Sánchez

    La Verdadera Justicia, esta siempre llena de misericordia…Pero jamás soslaya la necesidad de ser aplicada…Esto es que quien ha hecho la injusticia, para re-conciliarse, debe arrepentirse y reparar…

    Sin eso, el perdon… se vuelve una burla patetica a la verdad y a la Justicia y victimiza al o a los injuriados (victimas de la injusticia) por eso la justicia debe ser serena, misericordiosa, pero jamás, debe renunciarse a aplicarla, so pena, de deshumanizarnos…Gabriel

  • Sarrionandia

    Qué es más fácil, hacerse amigo del enemigo o convertirse en enemigo del amigo?
    Vayamos a la raíz. Amigo es el que ama. Enemigo es el que odia. Una y otra actitud debe ser decidida y desarrollada. De hecho tanto el amor como el odio basculan el corazón con o sin complicidad de la mente y el resultado, con sus variantes de graduación de intensidad, depende de la decisión. La ética (y la justicia) reclama respeto mutuo en dudoso equilibrio. La decisión es ese leve toque que rompe el equilibrio. Empezar es muy fácil; seguir hasta el final es lo difícil; tanto en el amor como en el odio!
    El amor es espontáneo, como se ve en los niños, pero cuando estos son lastimados el amor se trueca en odio. De ahí la compasión cristiana que induce a perdonar y amar a los desgraciados enemigos.