El día 27 de marzo murió a los 88 años de edad cerca de Salvador (Bahía) el teólogo de la liberación José Comblin. Belga de nacimiento, optó por trabajar en América Latina, pues se daba cuenta de que el cristianismo europeo era crepuscular y veía en nuestro subcontinente espacio para la creatividad y para un nuevo ensayo de la fe cristiana articulada con la cultura popular.
Él encarnaba el nuevo modo de hacer teología, inaugurado por la Teología de la Liberación, que es tener un pie en la miseria y otro en la academia. O dicho de otro modo: articular el grito del oprimido con la fe libertadora del mensaje de Jesús, partiendo siempre de la realidad contradictoria y no de doctrinas, y buscar colectivamente una salida liberadora a partir del pueblo.
Vivió pobre y desposeído en el nordeste brasilero. E incluso allí, donde se supone no hay condiciones para una producción intelectual de alto nivel, escribió decenas de libros, muchos de ellos de gran erudición. Lógicamente aprovechaba las temporadas que pasaba en su universidad de origen, la de Lovaina, para reciclarse. Así escribió uno de los mejores libros sobre la Ideología de la Seguridad Nacional, dos volúmenes sobre la Teología de la Revolución, un detallado estudio sobre el Neoliberalismo: la ideología dominante en el cambio de siglo. Y decenas de libros teológicos, exegéticos y de espiritualidad, entre los cuales destaco: Tiempo de Acción, Cristianos rumbo al siglo XXI y Vocación para la Libertad. Fue asesor de Dom Helder Câmara en su lucha por los pobres y de don Leonidas Proaño, obispo de los indios en Riobamba (Ecuador).
Debido a sus ideas, fue expulsado de Brasil por los militares en 1972. Fue a trabajar a Chile de donde también lo expulsaron los militares en 1980. De regreso a Brasil, se dedicó a dar cuerpo a su profunda convicción: que el nuevo cristianismo en Brasil deberá nacer de la fe del pueblo. Creó varias iniciativas de evangelización popular conocidas bajo el nombre de Teología de la Azada. Se inspiró en el Padre Ibiapina y en el Padre Cícero, los grandes misioneros del Nordeste, que más que administrar sacramentos y fortalecer la institución eclesiástica ejercían la pastoral del consejo y de la consolación de los oprimidos, cosas ambas que son las que éstos más buscan.
Es uno de los mejores representantes del nuevo tipo de intelectual que caracteriza a los teólogos da liberación y a los agentes de pastoral que están en esta caminada: realizar el intercambio de saberes, es decir, tomar en serio el saber popular, «hecho de experiencias», empapado de sangre y sudor, pero rico en sabiduría, y articularlo con el saber académico, crítico y comprometido con las transformaciones sociales. Este intercambio enriquece a unos y a otros. El intelectual pasa al pueblo un saber que lo ayuda a avanzar y el pueblo obliga al intelectual a pensar los problemas candentes y a enraizarse en el proceso histórico. La inteligencia académica tiene una deuda social enorme con los pobres y marginados. Las universidades son en gran parte macroaparatos de reproducción de la sociedad que se caracteriza por desigualdades y fábricas formadoras de cuadros para el funcionamiento del sistema imperante. Pero se les debe reconocer, no obstante sus límites, el hecho de que fueron y son laboratorio del pensamiento contestatario y libertario.
Pero todavía no ha habido un encuentro profundo entre la universidad y la sociedad, haciendo una alianza entre la inteligencia académica y la miseria popular. Son mundos que caminan paralelos y no son las extensiones universitarias las que cubrirán el foso que las separa. Tiene que darse un verdadero intercambio de saberes y de experiencias. Ignorante es quien imagina que el pueblo es ignorante. El pueblo sabe mucho y descubrió mil formas de vivir y sobrevivir en una sociedad que le es adversa.
Si hay algún mérito en los teólogos de la liberación (que existen aquí y en todo el mundo, Roma no consiguió exterminarlos) es haber realizado esa unión. Por eso no se puede pensar en un teólogo de la liberación si no es metido en los dos mundos, para desde esa unión intentar gestar una sociedad más igualitaria que, dicho en dialecto cristiano, tenga más bienes del Reino que son justicia, dignidad, derecho, solidaridad, compasión y amor.
El Padre José Comblin nos dejó el ejemplo y el desafío.
[Traducción de MJG]
Hola!
Les comparto lo que está pasando en mi pueblito (Dique Luján-Tigre), pues apareció la noticia en uno de los Diarios más importantes de Argentina (Página 12).
El Plan Techos organiza a barrios humildes para levantar sus propias viviendas
Un grupo de estudiantes universitarios organizó la ONG Plan Techos.
En Dique Luján ya iniciaron el programa. Doce familias constituyen un grupo. Los materiales los obtienen mediante donaciones, colaboraciones y un subsidio.
Los vecinos llevan adelante mejoras en sus casas: son familias autoconstructoras
Pero no se trata sólo de levantar una pared, sino de sentar las bases de algo más grande, una comunidad.
Más de un centenar de familias ya participaron de los distintos programas de la fundación, creada por estudiantes universitarios, que desde hace diez años busca promover la organización vecinal en los barrios más postergados del conurbano bonaerense.
“Las ganas se contagian. Tengo los cimientos listos para levantar las columnas. Esto me dio ganas de proyectar, ya tengo pensado armar un comedor y una pieza.” Jimena tiene 34 años y siete hijos.
Siempre quiso hacer su casa de material, pero la plata no alcanzaba. Ahora forma parte de un grupo de 12 familias que en Dique Luján construyen la cocina y el baño para sus casas.
Cuando Plan Techos llegó a Dique Luján, las mujeres fueron las primeras en acercarse. De una treintena de familias, sólo había un hombre. La primera reunión para conocer el proyecto –la posibilidad de construir su propia vivienda en conjunto con otros vecinos– fue en la casa de Adriana un día de lluvia. Ahí aparecieron muchas preguntas, la mayoría cargada con desconfianza, y que apuntaban al “¿qué me piden a cambio?”.
El proyecto comenzó con una formación de grupo para conocerse. “Buscamos que las familias comiencen a vincularse de un modo diferente. Es una instancia de pleno conocimiento: sus intereses, necesidades, el proyecto”, contó Karina Dicarlo, coordinadora del barrio.
“Cada uno vivía su vida, a la distancia. Nos enteramos de los problemas de otros. Escuchás al que vive al lado de tu casa, te sorprendés y solidarizás, vivíamos juzgando”.
“Ver el hormigón puesto fue como ver la casa terminada. La casa de material es un paso enorme para mí, era muy lejano, en los sueños”, relató Jimena.
La construcción es el puntapié para pensar de forma colectiva. “Los problemas de un barrio son comunes a un colectivo, por eso la vivienda se transforma en un medio para. Promovemos la organización comunitaria y la construcción de la comunidad a partir de la asociación entre distintos actores: la familia levanta sus casas, nosotros aportamos los materiales y la coordinación de la obra”, explicó Erica Del Frate, presidenta de la fundación.
Un grupo de estudiantes universitarios de UBA decidieron ayudar a las familias de la zona a construir sus casas: se reemplazaba el ranchito de chapa o cartón por una habitación de material.
En plena crisis, las familias autoconstructoras tenían disponibilidad horaria, porque eran todos desocupados. Salió a flote la historia común y de allí, el trabajo en grupo.
“La vivienda es un derecho colectivo, no individual, por eso sostenemos la autoconstrucción. Queremos generar emprendimientos productivos, que luego se conviertan en cooperativas de trabajo”, subrayó Del Frate.
La fundación, que cumple 10 años, se financia por medio de donaciones, proyectos de colaboración, y además, por primera vez, en Dique Luján tienen un subsidio municipal. Además, el proyecto forma parte del Seminario Interdisciplinario para la Urgencia Social (SIUS), una materia cuatrimestral electiva dentro de la currícula oficial de la FADU, para los alumnos avanzados de las distintas carreras de Arquitectura y Diseño de UBA. Todos los cuatrimestres cada familia tiene estudiantes-tutores que van planificando la mejora de la vivienda.
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¡Vamos todavía! – Oscar.
Hola!
Al leer acá en Boff, sobre José Comblin (Belga)
1*- el cristianismo de Europa: crepuscular
2*- el cristianismo de América Latina, para creatividad y nuevo ensayo.
3*– de una fe cristiana articulada con la cultura popular.
Me relampaguearon estas flash-preguntas:
PRIMERA:
¿qué significado le está dando Boff al crist. “europeo”?
¿lo está tratando de viejito en despedida?
SEGUNDA:
¿o es que el “sudamericano” es párvulo ensayista de novedades?
TERCERA:
el significado de cultura popular en Boff
¿cómo se relaciona con la conclusión de Josemaría Sarrionandia en la introducción a Juan Luis H. del Pozo?:
– “Juan Luis, en sus artículos y en su libro «Religión sin Magia» hace un análisis impecable de las pretensiones del poder religioso en contra de la secularidad. Con ello depura muchos rasgos de la fe popular que, evidentemente, tendrán que ir abandonándose y ateniéndose con mayor decisión vital a las pautas evangélicas.”
¿Acaso, tanto Juan Luis como Josemaría –según Leonardo- expresan un “cristianismo crepuscular”?
¡En que embrollos me meten los flashes relámpagos, ¿no?!
Algo me iluminan, sin embargo, el camino por el que tengo que ¡ir todavía! entrando yo en crepúsculo – Oscar.
Se dice que la persona, para ser completa y efectiva, debe plantar un árbol, escribir un libro y criar un hijo.
De hecho debe hacer muchas cosas, tantas que solo no puede pero junto con otros lo logra, Tampoco debe perder la fe por descubrir junto al trigo la cizaña.
NOTA lacrimógena: mi proposición caía en sacos rotos ¿dónde fallé?
Oscar, en proponer para las relaciones fraternas adultas, lo bueno que experimentamos en la infancia en las actitudes y comportamientos de nuestros padres con nosotros sus hijos.
Dos cosas, Oscar eres un desestabilizador subversivo del orden imperante, por lo que te abrazo y felicito…es lamentablemente con lo que hoy impera, la única forma veraz de ser discípulo de Jesús de Nazareth, pero me permito complementar tu maravillosa idea…gratis…poner algunos profesores a trabajar junto al capaz…porque este es el caso de COMBLIN, no sólo enseñaba sobre las CEB´S o las teología de la Liberación, pertenecía y militaba en una y vivía la otra cada día…siendo un oprimido más…Pero, no te preocupes, la CRUZ…QUE VIVIÓ EL GALILEO DESESTABILIZADOR…Y LA RESURRECCIÓN DE LA QUE TODOS SOMOS UN POCO TESTIGOS, NOS ASEGURA QUE LOS SACOS ROTOS NO VENCERÁN….Es más allí esta el milagro que nos muestra Leonardo…el que haya Teólogos de la Liberación…después de todo el fuego graneado que le tiro el beato en connivencia con el Departamento de Estados de los Estados Unidos…hace un milagro…absoluto que hayan sobrevivido y sigan emergiendo, ESTA ESPECIE QUE NACE YA DENTRO DE LA EXPERIENCIA DEL PUEBLO POR SU LIBERACIÓN Y DE LA CEB´S…Al beato le paso como al sanedrín…pero la diferencia que el sanedrín escucho a Gamaliel, en cambio el beato, no…y se encontró luchado contra Dios mismo…(Hch 5,38)…No son sólo un milagro, son un signo de que el Espíritu puede aún con las fuerzas de las sombras que viene de la misma institucionalidad…Gabriel
No has fallado, Oscar.
Soy una catedrática de Escuela Universitaria (Formación de maestros
jubilada ya hace bastantes años.
Los “sacos rotos”, existen antes y ahora. Se llaman normas o “planes de perfeccionamiento” o algo similar en cualquier pais “civilizado”.
donde al caer sobre propuestas válidas, empujan a estas a través de sus desgarros al mundo de los posibles.
Hola!
Esto me hace acordar de cuando propuse algo al Sistema de Enseñanza universitaria.
Uno de los problemas de la “ENSEÑANZA era que “NO HAY PRESUPUESTO”.
– ¡Pero si no es dinero el que se precisa; se puede mejorar GRATIS!
– ¿Cómo? -me decían y se reían.
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En ese entonces estaba yo contruyendo en Rosario -Pcia. de Santa Fe-Argentina- unos Silos de almacenaje y transferencia de granos (trigo, maíz, soja,etc.) a barcos de ultramar.
La llegada de los camiones-trompos de hormigón debían ser controlados en su descarga mediante sencillos elementos técnicos que detectaban la calidad de sus aditamentos, cantidades de agua, etc. (hoy día el “hormigón” es toda una ciencia tecnológica).
Pues bien; el Capataz de la Obra era un hombre sumamente experimentado en años de “oficio”. Ya el sólo ver la caida fluyente desde el camión re-conocía las diversas calidades.
Aparentemente era un hombre “tosco”, pero muy afable.
Entonces pensé:
– ¿Qué pasaría si a este hombre se lo invita a la Universidad y explica a los estudiantes sus observaciones de Obra?
¡Claro que se habría de resistir a entrar en un ámbito-lenguaje extraño! pero tal vez se sentiría halagado por el desafío; y entonces -con el tiempo- se sentiría más hombre y mejor.
– ¿Y que pasaría con los habituales Profes y los Estudiantes yendo a Obra a “mani-obrar” concreteces?
Todos -estimo- se sentirían estimulados, más comprendidos mutuamente y un poco más felices.
¡Ah, eso de que “No hay Presupuesto” tal vez ni se recordaría! – Todo saldría GRATIS o casi ¿no?
¡Vamos todavía! – Oscar.
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NOTA lacrimógena: mi proposición caía en sacos rotos ¿dónde fallé?