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La cruz no nos salva

El título puede sonar escandaloso a oídos de muchos cristianos, más en estos días en que alzamos la cruz para cantar al Hermano Herido. Hace ya dos mil años que dura el grave malentendido, y son demasiados los que aún lo sostienen, pero hoy es insostenible. No es la cruz la que salva, sino aquello de lo que nos hemos de salvar.

En realidad, el equívoco es muy anterior al cristianismo. En infinidad de excavaciones arqueológicas de África, Asia, América y Europa se encuentran restos de cruces de hace ocho mil años. De México a Perú y de China a Babilonia, la cruz fue utilizada como símbolo de vida. Muchos representaron al dios sol en forma de cruz: así hicieron los egipcios con Osiris (que es, además, el dios de la muerte y de la resurrección), y los acadios, asirios y babilonios con Shamash. Desde Europa hasta la India, todos los pueblos arios utilizaron también la cruz gamada como símbolo del sol más o menos divinizado. Odín cuelga de un árbol. El árbol tiene forma de cruz. El árbol vive del sol. La cruz es el árbol, es el sol, es la Vida en las cuatro direcciones del cosmos.

            Si la pobre humanidad, desde la noche de los tiempos en que aprendió a guardar el fuego –fuego del sol o del rayo– e incluso a encenderlo cruzando y frotando dos palos de árbol, si la pobre humanidad hubiera guardado el Fuego y cuidado la Vida, también nosotros podríamos seguir venerando la cruz como el signo más sagrado, el signo de la Vida. Pero la pobre humanidad, para su gran desgracia, hizo de la cruz un instrumento de muerte.

Cuando esta especie humana que llamamos dos veces Sapiens dominó la tierra, construyó ciudades, ordenó el poder y organizó religiones, entonces taló un árbol e inventó la cruz para matar al enemigo condenado como culpable. Babilonios, persas y egipcios, griegos, cartagineses y romanos convirtieron el signo de la vida en el más cruel instrumento de tortura y de muerte para esclavos, sediciosos y prisioneros enemigos.  Y llamaron Dios al Poder, e hicieron de Él el Gran Legislador, el Supremo Garante del orden del más poderoso, siempre injusto.  Y dijeron: “Dios castiga al culpable”, pero era simplemente para poder ellos castigar con la conciencia tranquila. Nadie explicó nunca por qué Dios exige expiación, ni quién gana qué con que el culpable expíe. Eso hicimos de Dios, ¡pobre Dios! Más bien, ¡pobres nosotros!, pues ese Dios no existe, mientras que nosotros sí existimos y seguimos crucificándonos. ¡Maldita cruz!

Miles de años más tarde, un viernes de abril, crucificaron a Jesús, uno más de tantos. El Sanedrín de los sacerdotes le acusó de querer destruir el Templo. El Pretorio romano le condenó por amenazar el orden imperial. El Sanedrín tenía razón según la ley vigente en la religión del templo, y el Pretorio tenía también razón según la ley del Imperio. Pero ambas leyes eran la misma, y ambas eran perversas. Eran la ley del poder y del orden, de la culpa y del castigo. No eran la ley de Dios, la santa ley de la bondad y de la vida. De modo que Jesús fue crucificado contra la voluntad de Dios, que solo puede querer que vivamos y hace salir el sol sobre buenos y malos.

Pero los cristianos entendieron muy pronto la cruz de Jesús de acuerdo a las viejas categorías de la religión del templo: la culpa y el castigo, el sacrificio y el perdón. Eso sí, los cristianos, con Pablo al frente, dieron la vuelta al argumento y dijeron: “Dios exigía que alguien expiara todos los pecados, pero ha sido el Justo quien ha expiado en lugar de los pecadores. Era necesario que alguien cargara con las culpas, pero ha sido el Crucificado quien ha cargado con todas nuestras culpas”. Los cristianos olvidaron la historia del Sanedrín y de Pilato, y comprendieron la cruz, en clave cultual, como un sacrificio de expiación.  Dieron la vuelta al argumento, pero mantuvieron el viejo marco de la culpa, la pena y la expiación.

Y llegaron a decir que, en realidad, fue Dios el que crucificó a Jesús. ¿Quién puede creer hoy en un Dios que exige expiar culpas, a veces al propio culpable, a veces al inocente en lugar del culpable? Ese dios sería un monstruo terrible, y la verdadera piedad empezaría por combatirlo. Pero tales monstruos hemos creado, y les hemos consagrado templos, doctrinas y sistemas penitenciales, un siniestro edificio que descansa sobre un dogma erigido en una especie de principio metafísico de carácter absoluto: “Toda culpa debe ser expiada”. Una religión de la expiación universal, en la que lo más importante ni siquiera es que aquel que ha hecho daño a alguien lo repare y trate de curarle, sino que pague, que sufra, que se pudra en la cárcel, que se muera (se oyen gritos de multitudes). Terrible religión, y terrible sociedad, la que así grita.

No es esa la religión de Jesús. El principio absoluto de Jesús es otro, absolutamente distinto: “Toda herida debe ser curada”. A Jesús no le importó el pecado (¿qué es el pecado?), sino el sufrimiento: la gente que sufría y la gente que hacía sufrir. No le importó la culpa (¿qué es la culpa?), sino el daño: la gente herida, y la gente que hería, y todo el que hiere es porque está herido, y lo que necesita es sanación, no castigo. En última instancia, ni siquiera le importó quién tenía la culpa, sino que alguien, cada uno en su lugar y a su manera, se hiciera responsable y dijera: “Yo respondo. No quiero herir, quiero curar. Y también al que hiere quiero curarlo, porque también él está herido. Yo quiero hacer algo para que no haya daño. Y sé que eso es arriesgado, porque el poder es ciego y cruel, y está en todas partes aunque no es nadie. Pero yo lo haré”.

Eso hizo Jesús. Corrió el riesgo, y le crucificaron. Pero sus discípulas y discípulos no dejaron de amarle. Dijeron que estaba vivo. Tan ciertos estaban de que lo que Jesús había dicho y hecho era divino, la vida misma y la bondad misma que es inmortal como Dios. Los cristianos le veneraron primero en figura de cordero, de buen pastor, de pez y de ancla. Y al cabo de trescientos años, empezaron a venerarle en figura de cruz. Y la cruz –el maldito instrumento de tortura y de muerte, impuesto por los poderosos a los sediciosos y profetas– volvió a convertirse en signo de la Vida, en árbol de vida, cargado de frutas y medicinas saludables.

Pero aún persiste el equívoco y hay que despejarlo. El Dios de la expiación nunca existió, y la religión de la expiación ha de ser borrada. El dolor no es lo que salva, sino aquello de lo que hemos de ser salvados. Y la salvación no consiste en ser absueltos de una culpa ni en expiarla, sino en ser curados de todas las heridas. Eso es lo que quiso hacer Jesús. Pero en su vida y en su cruz, no es la cruz la que nos salva, sino la libertad arriesgada, la bondad solidaria, la proximidad sanadora. La suya y la de todos los hombres y mujeres buenas.  Benditos sean todos los crucificados, y malditas sean todas las cruces, también la de Jesús.

Es el Hermano Herido el que nos salva. Todas las hermanas y hermanos heridos por ser buenos nos salvan, a pesar de la cruz. Por supuesto, no sin la cruz. Pero ciertamente, no por la cruz.

Para orar

 “Un Dios de corazón y no de ley.
Una mirada de calor y no de hielo.
Un Señor de los nuestros, no distante.
El padre para todos, no el príncipe de algunos.
Una Palabra que habla en los gestos:
 
el pan compartido,
la fiesta de los impuros,
la denuncia del soberbio,
la bienaventuranza del pobre,
el envío de los débiles,
la amistad con los solos,
la mano firme que alza a la adúltera,
la risa y el llanto de quien está vivo,
la plegaria del hombre angustiado,
el silencio ante el juez injusto,
los brazos clavados en una cruz,
el grito de perdón,
un sepulcro sin muerto,
los destellos del que vive para siempre.
 
¿Qué hay en el corazón de Dios?
Un Amor eterno, cercano y apasionado.
Una pasión que sepulta a la muerte..
Un grito que da sentido a la historia.
La voluntad inquebrantable
de abrirnos paso a la Vida.” (José María Olaizola)

31 comentarios

  • mªpilar garcía

    ¡¡¡Gracias José Arregui!!!
     

    Por mostrarnos una cruz llena de injusticias y malas artes.

    Gracias por mostrarnos, la necesidad de curación-sanación, de todos los crucificados de la tierra; desde el amor, la bondad, la entrega sin límites, luchando por una vida justa para todas las buenas personas.

    Por eso Jesús, fue subido en ella (como a miles de otros crucificados) pero no se quedó en ella.

    Nos animó a descubrir, la manera de curarnos unas personas a otras, en lugar de herirnos constantemente, hasta límites insospechados.

    mª pilar

  • P. Chasco

    “Hay que librar de la cruz”, sobre todo…
    Pero, por otra parte, hay “lenguajes”, casi imprescindibles por siglos que aunque no sean exactos en los significados que puedan tener, aportan o han aportado mucho para captar realidades en juego. ¿Hay que purificarlos? ¿Hay que prescindir de ellos en vista de las contradicciones inherentes de las que caemos en cuenta? Yo creo que hay de todo. ¿Hay que desenmascarar todos los mitos y prescindir de ellos? ¿No hay nada que salvar de la belleza de ese mito de la muerte redentora que refleja la intensidad del amor? ¿Todo se reduce a insulto a un Dios que queda como sádico?
    ¿Por qué Jesús no quiso librarse de la cruz? Mira que va con toda lucidez a buscarla. Sabe que en Jerusalén lo buscan a muerte, y sin embargo -tras un tiempo de huir de ella- vuelve con decisión. Hasta Tomás, el apóstol que en un par de deatalles aparece en el Evangelio como el que más realismo destila, dice: -“Pues ¡vamos con él y morimos todos de una vez!”
    Me gusta tu artículo, Joxe. Es hora de hacer una buena limpieza. Pero me da la sensación de que no habría que tirar tantas cosas al vacío. Estos días he celebrado por triplicado en tres pueblitos la explicación que Jesús da en la Cena sobre el sentido de su muerte. Yo me estremezco cada vez que repetimos su proclama de que en su sangre se sella la nueva alianza y que en lo que los hombres van a hacer con él hay perdón de los pecados; eso sí, todo habría quedado en nada si el Padre no lo hubiera resucitado…  “Sin el triunfo sobre la muerte no estaríamos aquí recordando a Jesus, el que salva”, hemos repetido. Y por él recobramos la esperanza respecto a todos los crucificados, también cuando no hemos podido librarlos de la cruz: Ningún aplastado por los malvados (o por la naturaleza imperfecta en la que Dios nos ha puesto) ha terminado su historia. Jesús -cruz y resurrección- nos demuestra que está lo divino inserto en lo humano y es verdad lo del principio: “Somos aliento de Dios”. “Nos hizo a su imágen y semejanza”.
    Felices Pascuas a Joxe y a todos.

  • olga larrazabal

    Bien Joshe, comparto tu interpretación desde hace muchos años.  Siempre pensé que una religión que cree que su Dios necesita ser aplacado con sangre, no vale la pena.  Ahora si me dicen que Jesús es el mensaje y el mensajero y llega hasta el final con su misión de transmitirnos sus vivencias de un Dios que es Padre y que lo que menos quiere es que nos crucifiquemos mutuamente, ahí empiezo a simpatizar con el tema.

  • José Ignacio Ardid

    ¡Paz a todos!

    Hace tiempo que no participo en este blog y espero volverlo a hacer en los hilos que me puedan aportar sabiduría y compasión que, en definitiva, es de lo que se trata…

    He meditado con esperanza el comentario de José Arregi y traigo aquí el vínculo donde lo expone, pero también los comentarios que produce, algunos bien alejados del diálogo y comprensión evangélica: http://blogs.periodistadigital.com/jose-arregi.php/2011/04/21/la-cruz-no-nos-salva

    Me parece que escuchando, por ejemplo, las homilias del obispo castrense en TV2 de los oficios del Viernes Santos, pienso que no está de más el comentario esperanzador de Arregi. Se sigue predicando a ese Dios justiciero, vengativo que necesita de la sangre de su Hijo para, un fin que desconozco, pero que, medito yo, queda lejos de ese Amor que se desborda en los evangelios… Vivir a ese Jesús que es Amor es, o debería ser, el centro de nuestra vida y vivencia y, sin embargo, nos citan y nos predican a un Dios malvado y sangriento que busco en la cruz una alianza definitiva (¡?).

    Para el que escribe: la cruz es una consecuencia, no un fin, ni un medio para saldar cuentas pasadas. Lo que me sigue fascinando, quizás sea esa la palabra, la vida de Jesús que, desde una práctica espiritual plena y transpersonal, desborda Amor y Libertad sobre todo para aquellos que estaban apartado de todo. Jesús los recupera y los resucita.

    Sería buena intención que nosotros hiciéramos algo en ese sentido. ¡Feliz Pascua!

  • Santiago

    Digamos que lo del pecado original siempre se ha prestado a confusion…No se puede traspasar “la culpa”, ni el “pecado”personal”, eso seria en realidad un absurdo, algo que esta completamente fuera de una
    reflexion logica…Aun que la comparacion es mala, podemos decir que nosotros mismos a veces transmitimos genes erroneos…lo que se heredaria, en lo que discutimos, sera una predisposicion a un congenito desorden, una tendencia al mal…pero para ver esto no hace falta ser teologo…sino comprobar que cada uno de nosotros, como dice Pablo de Tarso, hacemos el “mal que no queremos”…En primer lugar, nuestra naturaleza no da para tanta gracia como se nos da gratis…Dios nos ha dado y nos da mucho mas de lo que merecemos…y ademas Su misericordia es infinita…podemos estar seguros que a los de “buena voluntad” no se les defraudara…podemos pedir mas?   un saludo….en este dia de la Resurreccion del Senor…..de Santiago Hernandez

  • Antonio Vicedo

    -Demasiado parecido y demasiada relación en significación durante siglos entre la cruz y la espada.
    Sobre el uso y valor de esta última la postura de Jesús en su prendimiento fue clara, contundente y definitiva ante el riesgo de su propia vida.  Sobre el uso de la cruz, le fué impuesta por condena y en ella estuvo condicionado por la sentencia de los poderes. Él es realidad y manifestación de Amor y salvación testimonial. ¿No nos dice nada que no la emplearan como señal los discípulos de los primeros tres siglos, cuando con el testimonio de su amor y entrega iban haciendo fermentar la masa pagana? ¡Miradlos cómo se aman! nos dicen que decían quienes los contemplaban y crecía la Comunidad de Discípulos de Jesús, aún a riesgo de perder la vida. Las cruces, como ahora otros artilugios de tormento, eran señal de poder e imperio mortal de unos sobre otros.

  • oscar varela

    Hola!

    Salvarnos, ok

    Pero: ¿DE QUÉ? -me pregunto.

    DE NO DAR FRUTO -me respondo

    ¿CÓMO LOGRARLO? -me pregunto

    1 – HACIENDO lo que estimo bueno y mejor;

    2- y EN COMPAÑÍA.
    …………………
    ¿Hay algo en este esquema que no le quede bien a los hombres y mujeres, a los chicos, grandes y viejos; y también a Jesús?

    – ¿qué le faltaría?
    – ¿qué le sobraría?

    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • MAR Medina

    Si no nos quedamos en la cruz…

    porque hay que descender de ella a los crucificados,
    porque tras ella está la resurrección,
    porque representa esa muerte de la que nace la Vida

    … no nos quedemos en la cruz.

    Gracias Asun, tus palabras aclaran mucho la cuestión. Un abrazo

  • Asun

    Porque me parece que es conveniente  insistir sobre el significado de la cruz:
     

    Denuncia. La cruz nos habla de una alianza de poderes, religioso y político, que acabaron cruelmente con la vida de un inocente. Eso ocurrió entonces y, por desgracia, a lo largo de toda la historia humana. Creer en el crucificado implica denunciar activamente todo tipo de atropello contra los inocentes.

     

    Compromiso. Para quienes creemos en Jesús, cualquier “crucificado” –sea cual sea el motivo de su cruz- es alguien sagrado, que reclama nuestra compasión activa y nuestra solidaridad eficaz. Como dice Jon Sobrino, no se puede creer en el crucificado de un modo coherente si no se está dispuesto a bajar de la cruz a quienes están en ella.

     

    Esperanza de vida. La cruz –que se complementa con el mensaje de la resurrección, con el que forma un único acontecimiento- proclama que la Vida no muere; que incluso en aquellas circunstancias en las que parece que todo es fracaso, la Vida se abre camino; ninguna muerte es el final.

     

    Enseñanza: cómo vivir la propia cruz. Para empezar, sabemos que, en rigor, no a todo sufrimiento podemos llamar “cruz”. Hay sufrimientos evitables, en nosotros y en los demás, contra los que tendremos que luchar; hay otros inevitables, que tenemos que aceptar; y hay otros, que son consecuencia de una opción de amor fiel: éstos son la “cruz”, y frente a ellos, la opción constructiva es la que apreciamos en Jesús: asumirlos lúcida, paciente y confiadamente. Así vivida, la cruz es fuente de vida; tal es el mensaje del crucificado: vivir como Dios quiere lo que Dios no quiere.

     

    Muerte del ego. En clave mística o transpersonal, la cruz significa la muerte del ego o, con más propiedad, el final de nuestra identificación con él. El ego o yo no es negativo –más aún, tendremos que cuidar que sea un yo psicológicamente integrado-; lo que resulta engañoso y destructivo es identificarnos con él. En esta clave, la cruz significa que sólo cuando deshacemos esa identificación salimos de la ignorancia y del sufrimiento inútil y puede emerger la Vida. La identificación se deshace, no luchando contra él –ni tampoco juzgándolo como algo negativo-, sino gracias a la comprensión de que somos infinitamente más que él; una comprensión que se nos regala en la medida en que, acallando la mente, nos experimentamos como la Conciencia pura de la que aquélla brota.     

     
    Por todo ello, también el relato de la cruz de Jesús está leyendo también nuestra propia vida y la vida de toda la humanidad. No se trata meramente de una referencia externa, sino de un mensaje de sabiduría permanente, que trasciende el tiempo y el espacio. (Extraído del comentario al evangelio Mateo 27,11-54 de Enrique Martínez Lozano).

        Gracias a todos. La Vida se abre camino también hoy. ¡Felicidades!

  • Josefina G.C.

    Y que ocasión perdió la Iglesia si en lugar de condenar hubiera escuchado y llevado a práctica la propuesta de aquellos hombres de buena voluntad de “El modernismo” de principios del siglo pasado, http://2006.atrio.org/?p=801,
    cuanto daño hubiera evitado, incluso tal vez hasta la misma guerra. 

  • MAR Medina

    ¿Verdadera naturaleza de las cosas es que la humanidad desciende de Adán y Eva y que cometieron un pecado que nos afecta a todos? Ese es el mito hebreo en el que sustenta la idea de la expiación y la redención del cristianismo. Creer en un mito como algo real y literal es lo absurdo, en mi opinión.

    Saludos cordiales

  • Santiago

    LA VERDADERA naturaleza de las cosas NO es que sea precisamente un mito absurdo..Cristo no fue una fantasia, sino una realidad historica que establecio TODA una era…y asi a pesar de que algunos o muchos quieran negar el  HOLOCAUSTO, este existio con todos sus horrores y terribles consecuencias…En vano se quiere soslayar la tradicion apostolica cristiana…estos testigos unanimamente prefirieron morir antes que renunciar a la verdad que ellos “vivieron”, por la cual creyeron y por la que murieron. Se puede creer o no, pero no se puede negar la historia, ni que lo que ellos relataron asi sucedio…Estos testigos estuvieron presente durante todo el siglo I de la era cristiana, (por ejemplo, Juan, Apostol de Jesucristo, vivio en Efeso hasta el final del siglo I)…y transmitieron fidedignamente lo esencial de lo que Cristo hizo, dijo y mando…Ellos estuvieron tambien presentes en las primeras reuniones de las comunidades cristianas de la iglesia primitiva..Ya Justino Martir (c.130 AD) describe ampliamente la esencia de la Eucaristia como la que tenemos hoy en dia, y Justino Martir se expresa asi: “Y en el dia llamado Domingo todos los que viven en las ciudades se reunen en un lugar, se leen las memorias de los Apostoles, y si el tiempo lo permite, tambien lo que escribieron los Profetas…y entonces se trae pan y un vaso de vino mezclado con agua y se da gracias al Padre..a traves del Hijo y del Espiritu Santo..y se prolonga la accion de gracias…dando gracias -Oh Dios- por tu Hijo Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor..quien extendio Sus manos cuando era el momento de sufrir, y asi por su sacrificio pudo liberar a los que creyeron en EL; el cual por medio de este sufrimiento VOLUNTARIO  consiguio destruir la muerte..y romper los lazos del Maligno…Recordando, pues, Su muerte y Su resurreccion TE ofrecemos, Padre, el pan y el caliz, dando gracias..y pedimos que envies el Espiritu Santo durante este ofrecimiento de la Santa Iglesia”  etc.etc. (Clemente de Alejandria: Justino Martir, Primera Apologia, 61-56:66-71 e Hipolito Romano, La Tradicion Apostolica, No 4-1:167 No 394a) y CLEMENTE ROMANO (tercer sucesor de Pedro, hacia el 90 AD) escribe: “Fijemos nuestra mirada en la Sangre de Cristo…porque se derramo por nuestra salvacion, y ha traido al mundo entero la gracia de la conversion. Contemplemos las generaciones que nos precedieron y aprendamos la leccion: que de generacion en generacion el Maestro (Cristo) ha dado la oportunidad de la conversion a todos aquellos que deseen aceptarlo y llegarse hasta  EL (Clemente Romano, La Primera Espistola a los Corintios, Capt. 7 No 4-5)..Tambien se pueden citar muchos testimonios mas, como Ignacio de Antioquia (matirizado en el Coliseo Romano el dia 20 de Diciembre del 107 AD), Policarpo de Esmirna e Ireneo de Lyon, (vivieron y escribieron en el 170 AD) pero nos extenderiamos demasiado en la explicacion de por que EL AMOR llego hasta el extremo de la Cruz…..un saludo cordial…y me uno a Manuel V. en desearles a todos los companeros de Atrio una muy Feliz Pascua de Resurreccion…….de Santiago Hernandez 

  • MAR Medina

    Hay muchas causas dignas de arriesgar, no sólo el confort, sino la misma vida, aunque no animaría a ninguno de mis hijos a arriesgar su vida sin arriesgar yo antes la mía, amigo Rodrigo.
     
    Sin embargo no veo la necesidad de que el mismo Dios, omnipotente como es, exija el sacrificio de nadie para expiar un supuesto pecado. Exigir ese sufrimiento innecesario es lo que me resulta sádico. Y por supuesto que no es que Dios lo sea, sino la mentalidad de quienes imaginaron tal cosa.
     
    Saludos cordiales

  • Josefina G.C.

    -La cruz es un instrumento de tortura y muerte, impuesta por los poderosos.
    -No eran la ley de Dios, la santa ley de la bondad y de la vida.
    -Hace ya dos mil años que dura el grave malentendido, y son demasiados los que aún lo sostienen, pero hoy es insostenible. 
    -No es la cruz la que salva, sino aquello de lo que nos hemos de salvar.
    -Pero aún persiste el equívoco y hay que despejarlo.

    Y es la Iglesia que NO madre, sino perversa madrastra, la que con su poder y medios tiene la obligación de empezar YA a despejar el equívoco, la tergiversación, el engaño, las mentiras que tanto han enredado, y curar  tantas heridas como ha provocado a esta pobre humanidad.

  • Rodrigo Olvera

    En la nicaragua sandinsta era frecuente que al morir alguno de los “muchachos”, sus padres sintieran profundamente el dolor de la muerte, pero asumieran profundamente las consecuencias de las opciones familiares. Muchos de los “muchachos” entraron a la lucha social por el ejemplo de sus padres. Con frecuencia, los padres pero sobre todo las madres, reivindicaban el honor de haberles enseñado a sus hijos los valores que les llevaron a enfrentarse al poder y ser asesinados.
     
    En el caso de las comunidades zapatistas, han sido los padres quienes han reclutado a sus hijos.
     
    Esta experiencia se multiplica por toda latinoamerica, en africa, en asia.
     
    Quizá desde las zonas de confort, en que no se arriesga la vida por defender la vida del pueblo, se pueda calificar a estos padres como sádicos; irracionales, inaceptables.
     
    Sin duda ha habido exceso de dolorismo en la cristiandad de la europa occidental, sobre todo a partir de la edad media. Es interesante notar que las representaciones antiguas (principalmente en la cristiandad oriental) nunca representaban a Cristo muerto o sangrante; sino resucitado como vencedor de la muerte.
     
    Pero la interpretación del “dios sádico” sólo tiene sentido en un contexto de confort, en que toda posibilidad de sacificio es descalificado. Los pueblos que siguen experimentando las luchas de liberación saben perfectamente que la cruz es una realidad, y es una realidad  a la que no se huye. No se busca, no se quiere, pero no se huye de ella… y no por “sadismo” sino por amor.. por construir esa sociedad alternativa que es tan facil de teorizar y discutir, pero tan dificil de pagar el precio para llevarla adelante.
     
    Saludos

  • MAR Medina

    ¿Sin cruz no hay resurrección, ni redención? Menudo enredo. Comedura de coco bizantina, más bien.

    ¿Envió Dios a su Hijo -otro enredo- para que expiara – y otro- mediante tormento y muerte un supuesto pecado original que nos mancha a todos-y 0tro más, este inventado por Agustín de Hipona- cometido por dos personajes que nunca existieron?

    Demasiados enredos construidos sobre un mito y demasiado sádica la idea de un padre que entrega a su hijo a la tortura premeditadamente.

    La idea de que Dios necesita expiar la culpa de la humanidad mediante la crucifixión de Jesús resulta absurda y extraña, para nada necesaria al cristianismo.

    Creo que va siendo hora de dejar de dar valor de verdad a los mitos y tratar de desentrañar la vedadera naturaleza de las cosas.

    Saluos cordiales.

  • Manuel V.

    ¡Feliz y Gozosa Pascua de Resurrección a todos!

  • Manuel V.

    Pareciera que el Sr. Arregui tiene el orgullo herido porque aún no ha sido excomulgado y no ha podido montar una grande contra la ICAR, Tensa la cuerda hasta demostrar claramente, el solito, que está fuera de la comunión con todo el cristianismo, se lo guisa y se lo come. ¿Qué espera?
    No sé si ha leído los Evangelios o ha decidio ¡por fin! crear una nueva religión.
    ¡Que San Francisco le ilumine! y lleguen hasta él los beneficios de lo que rechaza.
    Contemplando la cruz, no signo (no se de ningún egipcio, ario, maya o similar, clavados en sus cruces) sino instrumento real de suplicio y muerte, agradezco a Dios el don de la vida recibida a través de su Hijo, por medio de este trozo de madera, instrumento de Redención y de Resurrección.

  • Santiago

    NO ES, por supuesto, la cruz en si misma…sino lo que significo, significa y ha significado…no es el sufrimiento en si mismo, sino su sentido….no es expiacion  en si misma, sino lo que hay detras de la palabra y de lo que quiere decir…porque como el Padre amo, asi tambien el Hijo ama…”En verdad, en verdad os digo, no puede el Hijo hacer nada de si mismo, si no lo viere hacer al Padre…Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo cuante EL hace” (Juan 5-19-20)..Es ese AMOR del Padre y del Hijo el que llego hasta nosotros..pobres seres humanos…llenos de defectos y de miserias, de confusion y desilusion…de pobreza y de pequenez suprema…ES ESE AMOR el que nos salva de nuestra miseria, nos muestra un camino mas perfecto hacia el Padre, un camino de salvacion..POR ESO Cristo dice: ” YO soy el buen pastor. El buen pastor EXPONE su vida por las ovejas..las mias me conocen ..y DOY MI VIDA por las ovejas” (Jn. 10-11-15)  POR ESO FUE ayer Jueves que celebramos este supremo acto de AMOR de Cristo -en la inminencia de su Pasion-  cuando les dice a sus apostoles que “este es mi cuerpo, QUE SERA ENTREGADO, y “esta es mi sangre que sera DERRAMADA…por todos para la REMISION DE LOS PECADOS” (Mt 26, 26-29; Mc 14,22-26; Lc 22, 15-20)….Y es por eso que Juan dice que Cristo “sabiendo que era llegada su hora..como hubiese amado a los suyos que ESTABAN EN EL MUNDO, los amo hasta EL EXTREMO” Juan 13, 1-2) (las mayusculas son mias)..O sea, ya no pudo existir mas amor en el Padre y en el Hijo…pues se hubo llegado hasta la locura de la cruz, aceptada exclusivamente por AMOR…es ese el verdadero significado de CRUZ y de EXPIACION..no es un Dios que reclama un sacrificio…sino que derrama la sangre libremente, voluntariamente …por un Dios que es propiamente TODO amor, que lo rebosa y lo desborda…todo, entonces,  se clarifica por lo que, en realidad significa el amor de Dios, incomprensible en su totalidad en nuestra limitada mente, pero comprensible perfectamente en la divinidad ya  que ella es  “fuego” perenne de caridad..expresada totalmente en Cristo, que acepto gustoso el sacrificio de la Cruz con tal que entendieramos algo -aunque fuera un destello- de lo que Dios nos ama…solo asi el sufrimiento cobra su verdadero sentido..solamente en el Amor….  un saludo cordial de Santiago Hernandez

  • oscar varela

    Hola Sarrionandia!

    A mi me pareció lo mismo;
    o más aún,
    que se equivocó de panfleto.

    Parece escrito para otra maceta ¿no?

    A pesar de esto, es un tipo macanudo y bien ilustrado.
    Además sabe hacerse querer.

    ¡Dale Balderrain, contanos algo mejor ¡ché!

    Oscar.

  • Antonio Vicedo

    Si como signo y señal de victoria expresa aquel romano VENCERÁS y los derrotados han de ser seres humanos, aún considerados “enemigos”, habría que hacer un análisis superficial o profundo de la relación que hay entre la cruz y el amor a los enemigos, señal inequívoca de la condición de discípulos de Jesús.
    ¿No habrá estado este signo de la cruz cargado de causalidad en proporción directa a la incoherencia evangélica de la estructuración eclesiástica en sentido de poder?
    Curioso que su significación identitaria de cristiandad coincida con el ensamblaje de poderes eclesiales con los imperiales allá por los albores del s. IV d. de Jesús. ¿Por qué esta señal ha casi desplazado a aquella del AMOR MUTUO, indicada como señal clara de consideración de discípulos de Jesús,  Ju,XIII, 35?

  • Sarrionandia

    Belderrain nos ha dado un ejemplo cabal de lo que es “marear ña perdiz”.

  • Félix García Moriyón

    Comparto la crítica que hace Arregi de una interpretación de la cruz centrada en la culpa y la expiación, y todo lo que hagamos por rebatir esa interpretación me parece bien. No obstante, creo que olvida otra parte muy importante  de la Cruz, mantenida por la tradición eclesial: la cruz como superación definitiva de toda violencia, entrega total del inocente para hacer ver a la humanidad que la violencia no es el camino, que ya no hacen falta más sacrificios sangrientos para aplacar la supuesta cólera de un Dios cruel. Es, en definitiva, la exaltación de la cruz vinculada profundamente a la alegría de la Resurrección. Hoy, Viernes Santo, festividad en la que recordamos precisamente el sacrificio de Jesús en la Cruz, debemos recuperar esa idea que destaca la salvación: “feliz culpa que mereció tal salvador”.  En esa línea va el texto de Isaías que ofrece la liturgia de hoy (IS, 52, 13-15; 53, 1-12) y la interpretación que ofrece René Girard en su obra La violencia y lo sagrado. El Viernes Santo es el momento para recordar que Cristo en la Cruz nos enseña que es posible asumir las culpas, perdonar y renunciar a la venganza pasional, poniendo como centro de nuestra acción el amor y el perdón. Solo recuperando esta dimensión podremos llevar a plenitud la acertada crítica que hace Arregi de la sesgada interpretación de la Cruz.

  • Porque llenarnos de culpas en Pascuas
     
    “Esa necesidad de necesitarte” (Joaquin Sabina)
     
                A menudo  se le enseña a los chicos que Jesús en Pascua murió por nosotros, y ese mensaje los deja inmersos en una enorme sensación de culpa que no alcanza a mostrar la grandeza de las herramientas que nos enseñó para nuestra transformación.
                Creo que maximizando su muerte y los hechos prodigiosos, solidarios y revolucionarios de su vida, uno podría, sin darse cuenta, minimizar lo que aconteció a las primeras comunidades cristianas después de aquel asesinato: lo anecdótico, lo descriptivo, lo formal, no permite percibir lo esencial de su mensaje. En esa época, esas primeras comunidades convivían con un Otro (experiencia cumbre) que los hacia vivir de un modo original la esencia de la vida trinitaria: la koinonia y la diaconia (comunión y servicio). La cultura moderna  vació la experiencia mística; no hay casi comunidades que incorporen la experiencia cumbre de la comunión y se habla de la Pascua como del cruce de los Andes por San Martín, cuando ya nadie busca pelearse con los españoles. Se trata de recobrar aquel escenario de éxtasis que genera el amor recíproco y de incluir a aquél que el corazón te dice que estaba afuera.
                Decía Jung que detrás de cada adicto hay alguien vocacionado a enamorarse de Dios, pero también es cierto que en este tránsito de asumir nuestros vacíos podemos algún día comer de más, beber más de la cuenta o pasarnos horas chateando. Una vez que se da un mecanismo de conversión y de giro copernicano espiritual, muchas personas en verdad se fortalecen y comienzan a notar algunos cambios en la vida diaria, sobre todo en los mecanismos de compensación cuando sobreviene la angustia. También es cierto que quien entra en un camino espiritual que lo ayuda a dejar una adicción siempre será sospechado de que sólo ha cambiado la droga y que usa su culto como otra forma de evadirse.
                Los psicólogos transpersonalistas y los directores espirituales así valoran los auténticos cambios. Se empieza a desarrollar el inconsciente espiritual cuando hay:
     
    1.- Adecuada capacidad de relacionarse y compartir, así como de servir a los demás.
    2.- Serenidad interior que se refleja en las actuaciones y en la personalidad individual.
    3.- Capacidad de valorar lo cotidiano y lo que aparentemente es intrascendente.
    4.- Capacidad de jugar y expresar sentimientos.
    5.- Disminución del egocentrismo y de la necesidad de validación externa.
    6.- Disminución de la necesidad obsesiva e irrazonable de control en las relaciones personales.
    7.- Mayor dedicación al servicio desinteresado.
    8.- Confianza renovada en el porvenir, percibiendo al universo como un sitio amoroso y seguro.
    9.- Desapego creciente de las fuentes materiales de seguridad o satisfacción, como el dinero, el sexo, el prestigio o las propiedades.
    10.- Capacidad de maravillarse con la simplicidad.
     
                Salimos de la cultura de la adicción cuando aprendemos a asumir los vacíos. Nada nos hace más ricos que el aprender a transformar el vacío en amor y para esto están los maestros espirituales. En la pedagogía contemporánea a esta transformación se la llama “el arte de saber empoderar”. Jesús y muchos maestros espirituales son expertos en esto.
                Steve comenta  que la cultura individualista propicia un velo, que impide ver que todos formamos parte el uno del otro, y que todos estamos conectados. Estamos acostumbrados a decir: “Oh, a mí no me gusta esa energía. No me gusta esa persona, así que voy a ignorarla. No permaneceré cerca de ella y así no tendré que lidiar con ella”.  Lo que les decimos es que pronto descubrirán incluso la manera de armonizar la energía más discordante que tengan en su campo, porque han venido del Hogar con una pieza muy sagrada del rompecabezas. Esa persona que los perturba vino también del Hogar con una pieza muy sagrada del rompecabezas y el problema es que tratan de acomodarlas aunque no encajen bien. Solamente cuando empiezan a mover  las piezas del rompecabezas, girándolas, observándolas desde perspectivas diferentes, pueden descubrir la manera de encajarlas. Es cuando logran comprender la armonía que existe en todas las situaciones y  ¿Qué tal si se empoderara a una persona para que nos abandone? ¿Qué tal si ustedes empoderan a esa persona para que pueda ir en contra del trabajo que ustedes están haciendo? ¿Qué tanto confían en la humanidad? ¿Qué tanto confían en su propio espíritu? A eso es a lo que se llegará.  Si se confía en el proceso, empezarán a empoderar a todos cada vez que puedan hacerlo, aunque ellos se marchen y los abandonen, aunque  no se encuentren en su campo, incluso aunque no exista conexión alguna, y eso cambiará su energía  más de lo que haya cambiado la de ellos.  Es la clave que la mayoría de ustedes descubrirá y que los conducirá hacia esa parte que trajeron del Hogar, esa pieza del rompecabezas que todos han estado buscando y que llaman su pasión, su propósito, su intención y su camino. Todas esas piezas están saliendo a la luz ahora, pero llegarán a través de las personas que los rodean. ¿Cuánta luz pueden  trasmitir diariamente a los ojos y los corazones de las personas que los rodean? Les pedimos que, cuando vayan a dormir por la noche, se detengan  por un instante y se pregunten: “¿A quién empoderé hoy? ¿Qué hice hoy para empoderar desinteresadamente a otras personas y lograr que descubran su propia luz?” y ésto es la Pascua como decía San Juan,  hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos
                Aunque  crean que su pieza  no encaja con la nuestra o no tiene conexión alguna con la suya, si los empoderan, ellos pueden colocar su pieza del rompecabezas donde pertenece y ello hará que todo encaje también en su mundo. Así que, aunque no haya una conexión directa, el secreto de la vida será empoderar a la gente que los rodea.
                Eso no es fácil de lograr porque a veces ustedes les permiten que ellos sean lo que son. Les brindan confianza y los animan, les dan un empujón para que puedan dar el primer paso, sabiendo que después todo dependerá de ellos. Tienen que pasar por ese proceso, sin importar cuál sea el resultado en sus vidas. La acción consistía en empoderarlos de alguna manera. Su primer pensamiento es que eso es maravilloso porque la luz de ellos se volverá un poco más brillante, pero les decimos que palidece en comparación con el incremento de su propia luz generada por ese empoderamiento. Si desean conservarla, encuentren la manera de entregarla cada vez que puedan. No tenemos todas las respuestas respecto a la forma en que encajará en su mundo. Pero podemos hablarles acerca de la energía principal y de algunos de los desafíos que vemos actualmente, pero contamos con que ustedes descubran la forma de empoderar a otras personas. La persona más empoderada no siempre es la más feliz. El hecho de haber sido empoderados no significa necesariamente que estén asumiendo su poder o actuando de acuerdo con el mismo. Cada vez que puedan, bríndenles la misma oportunidad a quienes los rodean. Procuren ayudarles a convertirse en las personas que desean ser. Eso cambia el enfoque de: “¿Qué me pasa?” o “¿Qué estoy haciendo mal?” o “¿Cuál es el próximo paso que debo dar?” Descubran la manera de empoderar a alguien cada día, aunque solo sea un poco, y su vida cambiará de la noche a la mañana. Verán la reacción y el magnetismo que les traerá naturalmente todo aquello por lo que han estado luchando durante tanto tiempo y con tanto esfuerzo.
    Jesús en su paso histórico fue empoderando a todos los que le rodearon.
    Cuando somos iglesia sentimos a la humanidad nueva y percibimos que la muerte ha sido vencida no porque encontramos una vacuna contra el cáncer, sino porque empoderándonos ya estamos viviendo en la vida eterna.
                Cuanto más nos apropiemos de lo que realmente somos, los demás podrán ver más su verdadera luz.  
                Pequeños recordatorios de Steve.
     
                “Trátense entre sí con mucho respeto porque se están viendo en los ojos de Dios. Cuídense mutuamente cada vez que puedan y recuerden que esto es un juego, así que juéguenlo bien unidos. Sean amables con una persona y ésta será amable con la siguiente y después con otra y de ahí en más lo que sucede en cualquier parte de este mundo afecta nuestro mundo, pero nuestras vidas continúan. Todos estamos muy conectados. No se puede seguir adelante en la vida si uno se revuelca en el dolor.”
                La cultura moderna  es el opuesto a Velásquez: en el cuadro de “Las meninas”, pues allí se empodera lo fatuo, el poder bruto, la belleza superficial y frívola …La Pascua te hace ver el paso de lo totalmente vivo entre las personas, empoderando y dejándonos empoderar, como la luz del  cuadro de Velázquez a los excluidos del palacio.
    Boges decia “morire cuando muera el ultimo de mis amigos ” quizas se dio cuenta  que quien en serio cultiva amigos del alma hace la experiencia que la vida es eterna.  Feliz Pascua. Que lo que hagamos y nos hagan nos recuerde que estábamos hechos para esta danza eterna. 
     
     
    Preguntas para trabajar con amigos o en comunidad:
     
    ¿Cuándo sentí claramente que alguien me empoderaba?
    ¿Cómo entrar en este fuego más rápido sin tanta mala sangre?
    ¿Tengo algún hábito adictivo? ¿Con quién hablo de esa adicción? ¿Realmente me sirve? ¿Podría cambiar ese placer por algo gratificante pero no lesivo para limpiar el alma con los que amo?
     
    Leonardobelderrain@ciudad.com.ar
    Tel. 0221-15-4208913
    Capilla Santa Elena, Parque Pereyra Iraola

  • Josefina G.C.

    Muchas Gracias tocayo Arregui, estoy plenamente contigo,
    “…todo el que hiere es porque está herido, y lo que necesita es sanación, no castigo. ”

    Yo respondo. No quiero herir, quiero curar. Y también al que hiere quiero curarlo, porque también él está herido. Yo quiero hacer algo para que no haya daño. Y sé que eso es arriesgado, porque el poder es ciego y cruel, y está en todas partes aunque no es nadie.”  Pero yo quiero ayudar a curar…

    Buenas noches.

  • MAR Medina

    Gran equívoco el de la cruz, desde luego, aunque creo que no inocente, es un equívoco intencionado, como dice acertadamente Manuel Puertas y quizá con otros matices que ya he comentado en otros hilos y no quiero repetir.

    La cruz no sólo no salva, sino que de la cruz nos tenemos que salvar, de esa cruz instrumento de muerte y tortura en que se ha transformado el originario símbolo solar-divino de la antigüedad.

    Muchas gracias por el artículo y a José Arregi, es siempre necesario el contexto histórico y cultural.

    Saludos cordiales

  • “La salvación no consiste en expiar una culpa sino en ser curados de todas las heridas. El dolor no es lo que salva, sino aquello de lo que tenemos que ser salvados. Benditos sean todos los crucificados y malditas sean todas las cruces, también la de Jesús”.

    No hay nada más que decir…

  • Manuel Puertas

    Extraordinario articulo que demuestra la categoria intelectual y humana del autor.Resume en pocas palabras una vision teologica muy diferente de las tradicionales al uso.A mi modo de ver Arregui denuncia,entre lineas, una de las mas formidables armas que ha usado y usa la Iglesia, para el control y sumision de su grey: la culpa.Para muchos, Yahve, celoso y colerico, es el unico y verdadero dios , al que hay que estar aplacando continuamente por las pretendidas ofensas que le hace la “pecadora” humanidad. La Iglesia, se erige en intermediaria y representante unica de ese dios,tan lleno de ira y tan falto no ya de amor, sino de la menor sensibilidad.Para calmar a ese reyeyuelo oriental o mas bien jerifalte de tribu  despotico y un punto sadico , la Iglesia establece unas casuistica de faltas y desviaciones de su doctrina , a las que llama pecados y ofensas a ese dios,  y un sistema de penitencias , con la amenaza del castigo eterno.O en el colmo de benevolencia y concesion, de un largo purgatorio…evitable por un ingenioso procedimiento financiero llamado indulgencias . Dios como contable mayor de pecados y dineros. Ahi queda eso.
    Esa misma Iglesia, no madre sino mas bien madrastra de cuento de hadas, tacha al ser humano de reprobo, indigno, manchado ab initio , haciendolo sentir culpable hasta de haber nacido. Y sentencia que  la unica que puede lavar las manchas y aliviar la culpa es ella , garante del orden establecido por ese engendro al que llama dios.
    Esa misma organizacion constituye y forma a una casta  de levitas, como predicadores y en su caso ejecutores de este “Orden Divino”.Y por supuesto en nombre de ese mismo dios, pretende ser definidora de toda moral y poco menos que legisladora universal por encima de la potestad civil.Benedicto no ha desautorizado a Gregorio, Inocencio y Bonifacio.Mas bien ha reafirmado sus pretensiones.
    Por otra parte se supone que Dios es un Ser infinito, absolutamente Otro, y por tanto infinitamente alejado de cualquier caracteristica y vicio humano, como la ira, la vanidad de ser adorado, la necesidad de exigir expiacion, los celos sobre dioses rivales. Tendria que ser evidente. Y sin embargo muchos parecen necesitar a ese dios tan humano, en el sentido mas peyorativo, y a una institucion que les domina y que dice obrar en su nombre.Habria que preguntarse si la culpa y el deseo de sumision y de sufrir castigo, no son caras de la misma moneda.
    Es muy probable que a Arregui le ataquen por este articulo los mitrados de siempre : Cualquier critica o amenaza a su poder, les desata coleras similares a las del reyezuelo de marras.No hace mucho , a los Arregui de turno los habrian llevado a la hoguera, como anticipo de ese infierno tan bien descrito por esos “obreros de la viña”. Castigo y escarmiento in nomine domini, nada menos.  Que Creador del Universos tan miserable y no obstante peligroso, se han inventado.   ¡Y todavia les creen! Beati pauperes

  • Sarrionandia

    El dilema opuesto a la salvación es la condenación. En ambos casos, banquetear en el cielo o arder en las llamas del infierno, son imágenes hedonistas y sádicas, para cuyo logro la cruz sería la clave, no la cruz colgada del cuello sino la cruz cargada sobre las espaldas.
    Chistes aparte, tomar estos destinos literalmente y teatralizarlos en la calle no me parece digno de nuestra cultura.
    O sí?
    Ya que propiciamos una cultura que crucifica en la miseria a más de la mitad de nuestros semejantes. Porque la cultura, la de entonces y la de ahora, es producto humano que la creamos entre todos Y nuestras culturas tan hedonísticas y sádicas quedan cabalmente reflejadas en la comedia de esta “semana santa”.

  • Asun

    Artículo para detenerse, aprender del ser humano que aún no somos, para  reposar confiadamente en lo que se remueve y parece querer desvanecerse en lo más hondo. ¿Es esto arriesgado?
    No es esa la religión de Jesús. El principio absoluto de Jesús es otro, absolutamente distinto: “Toda herida debe ser curada”. A Jesús no le importó el pecado (¿qué es el pecado?), sino el sufrimiento: la gente que sufría y la gente que hacía sufrir. No le importó la culpa (¿qué es la culpa?), sino el daño: la gente herida, y la gente que hería, y todo el que hiere es porque está herido, y lo que necesita es sanación, no castigo. En última instancia, ni siquiera le importó quién tenía la culpa, sino que alguien, cada uno en su lugar y a su manera, se hiciera responsable y dijera: “Yo respondo. No quiero herir, quiero curar. Y también al que hiere quiero curarlo, porque también él está herido. Yo quiero hacer algo para que no haya daño. Y sé que eso es arriesgado, porque el poder es ciego y cruel, y está en todas partes aunque no es nadie. Pero yo lo haré”.
     
    Si Arregui insiste en su empeño de clarificar las cosas, es para hacer nuestra esta necesidad curativa integral, que a todos incluye, en todo lo que nos conforma como personas y como humanidad, la que realmente salva y nos salva. Es tiempo de no echar más balones fuera, de culpabilizar con dolorismos, sino de curaciones,  de sanarnos, de acoger con humildad las propias heridas, curando conjuntamente las de los demás. 
     
    Pero aún persiste el equívoco y hay que despejarlo. El Dios de la expiación nunca existió, y la religión de la expiación ha de ser borrada. El dolor no es lo que salva, sino aquello de lo que hemos de ser salvados. Y la salvación no consiste en ser absueltos de una culpa ni en expiarla, sino en ser curados de todas las heridas. Eso es lo que quiso hacer Jesús. Pero en su vida y en su cruz, no es la cruz la que nos salva, sino la libertad arriesgada, la bondad solidaria, la proximidad sanadora. La suya y la de todos los hombres y mujeres buenas.  Benditos sean todos los crucificados, y malditas sean todas las cruces, también la de Jesús.
     
    Muchas gracias José Arregui.
     

  • Carmen (Almendralejo)

    Por desgracia, la cruz, ha sido talada, tallada y empotrada en la tierra para que cuelguen de ella, precisamente, no quienes la invetarón…

    Las ignominias son otro invento para anular a la persona, de ahí que seamos nosotr*s quienes debamos escoger y apartarnos de aquellos caminos donde siguen clavadas las cruces para nuestros escarnio, y a la vez de aquella moral donde quedan otras cruces aún peores.
     
     Rumí, poeta sufí, para mí el mejor
    El valle es diferente, por encima de religiones y cultos.
    Aquí, en silencio, baja la cabeza.
    Húndete en la maravilla de Dios.
    Aquí no hay sitio para religiones ni cultos.
    Hay un Alma dentro de tu Alma. Busca ese Alma.
    Hay una joya en la montaña del cuerpo. Busca la mina de esta joya.
    ¡Oh, sufí, que estás de paso!.
    Busca dentro, si puedes, y no fuera.
    En el amor, no hay alto ni bajo,
    mala conducta ni buena,
    ni dirigente, ni seguidor, ni devoto,
    sólo hay indiferencia, tolerancia y entrega.