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La campaña de la cruz

Pronto será la Pascua, justo cuando la primera luna de esta primavera luzca entera, redonda, y cuando, en medio de la noche, mirando al cielo, podamos presentir que, a pesar de todo, hay en el mundo belleza y consuelo. Entonces, de nuevo, los cristianos y todos los que quieran, más allá de toda frontera confesional, recordaremos a Jesús de Nazaret. Le cantaremos como aquellos niños con ramos en las manos a la puerta de Jerusalén, le honraremos como aquellas mujeres con ungüentos a la entrada de la tumba.

          No emprenderemos ninguna campaña, sino que haremos simplemente memoria conmovida de Jesús, y al hacer memoria confesaremos que está vivo, reviviremos su vida, le resucitaremos en la vida. No buscaremos argumentos y dogmas, sino señales de vida en toda su vida y también en su muerte. Al igual que las mujeres en la mañana de Pascua, descubriremos que Jesús “murió de vida”, como acaba de escribir una gran teóloga andaluza, Mercedes Navarro. Murió de vida: de bondad y de esperanza lúcida, de solidaridad alegre, de libertad arriesgada.

          Murió de vida: eso fue la cruz, y eso es la Pascua. Y eso es por lo que merece la pena recordar a Jesús, mirando en las llagas de su cruz las huellas de su vida. Lo que no merece la pena, ni es bueno para nadie, y puede ser malo para muchos, es convertir la cruz en estandarte de campañas y en motivo de querellas. Y observo con inquietud ese peligro en la Iglesia. Lo ilustraré con dos ejemplos.

          Algunos movimientos cristianos han emprendido una campaña para impedir que la cruz sea retirada de las aulas de la Escuela Pública o para volver a ponerla –a imponerla– allí donde hubiera sido retirada. La cosa ha llegado a los tribunales, y ya disponemos de una sentencia que puede constituir un mal precedente; hace poco, el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo se ha pronunciado sobre un caso concreto: ha dictaminado que la escuela pública de Abano Terme en el norte de Italia, donde estudian los hijos de la señora Lautsi, tiene derecho a mantener la cruz en sus aulas. Tanto el Gobierno de Silvio Berlusconi como el Vaticano han recibido con euforia la sentencia como si fuera un triunfo. Quiero pensar que los motivos del Vaticano no son los mismos que los de Silvio Berlusconi, pero en el fondo nunca se sabe.

          Es una sabia máxima, común entre abogados, que más vale un mal arreglo que un buen juicio. Y en eso estoy yo: recurrir a los tribunales para imponer la cruz es la peor solución, aunque se gane el pleito. Jesús fue condenado por el tribunal del Sanedrín y por el tribunal del Imperio, y en un terrible viernes de abril le clavaron en una terrible cruz, junto con dos sediciosos o terroristas, el uno llamado Dimas y el otro Gestas. ¿Cómo es posible que, dos mil años más tarde, recurramos a los tribunales para reclamar la cruz como un derecho? La cruz como un derecho: ¿cómo es posible? Imponer la cruz de Jesús a la vista para que la tengan que ver también aquellos que, por haberla padecido en forma de cruzada o por el motivo que fuere, prefieren no tenerla ante sus ojos: ¿cómo es posible?

          Entre los argumentos aducidos, yo no encuentro ninguno de tipo religioso. La ministra italiana de Educación ha apelado a la cruz como “símbolo irrenunciable de la historia y la identidad italiana”. El portavoz del Vaticano, a su vez, ha celebrado la sentencia reafirmando “el papel determinante de los valores cristianos” en la historia y en la cultura europeas. Razones históricas, razones culturales, razones… políticas. Nadie aduce el amor a Jesús. Nadie aduce el amor de los crucificados con él, Dimas, Gestas y todos los nombres. ¿Acaso puede alguien imaginar a Jesús reclamando figurar, incluso a la fuerza, como símbolo cultural, histórico o político en centros escolares, en salones de investiduras o en tomas de posesión, él que nos enseñó que nunca debemos buscar el primer puesto, sino el último? ¿Puede alguien imaginar a Jesús promoviendo una guerra de crucifijos, él que dijo: “Al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica, dale también el manto” (Mateo 5,40)? Yo no me lo puedo imaginar.

           Tampoco me lo puedo imaginar –y es el segundo ejemplo que quisiera mencionar– organizando eventos y encuentros por todo lo alto, viajes y marchas por las calles de nuestras ciudades exhibiendo la cruz. Lo acabamos de ver el fin de semana pasado, en el contexto de la preparación de la Jornada Mundial de la Juventud: desde Santurce a Bilbao por toda la ría en la gabarra del Athletic. La cruz rodeada de alcaldes y personalidades políticas –casi todos de derecha– o de jóvenes escogidos de los movimientos eclesiales más conservadores, con obispos al frente. He ahí la cruz, de nuevo convertida en estandarte de campaña. Para irritación de no pocos, para irrisión de muchos, ¿para ejemplo de quién? Jesús de Nazaret no se merece esto. Ecce homo.

          Sí, Jesús es de todos, y los de derechas tienen tanto derecho a abrazarse a él como los de izquierdas. Jesús es para todos, para los más instalados tanto como para los más marginados, para los jóvenes católicos neoconservadores tanto como para los jóvenes inconformistas. Nadie tiene el monopolio de Jesús, pero eso es lo que me temo que esté sucediendo: que una parte de la Iglesia se está apoderando de Jesús y enarbolando su cruz de manera abusiva.

          Me pregunto si esta ostentación tiene que ver con la cruz de Jesús o más bien con la cruz de Constantino en su guerra con Majencio sobre el puente Milvio en el año 312: “Con este signo vencerás”. Me pregunto si es la cruz del Calvario o más bien la del Valle de los Caídos. Me pregunto si la cruz que tan públicamente se reivindica como signo cristiano es el signo de la solidaridad o el signo del poder, el signo de la liberación o el signo de la opresión, el signo de la rebeldía o el signo de la sumisión, el signo de los vencidos o el signo de los vencedores, el signo de la fraternidad universal o el signo de las cruzadas. Me pregunto si es la cruz de los condenados de este mundo o la cruz de los que condenan, la cruz de los crucificados de la tierra o la cruz de los que siguen crucificando como en otro tiempo crucificaron a Jesús

          También me pregunto si a estos jóvenes que, con su mejor voluntad, acompañan a la cruz de ciudad en ciudad y de palacio en palacio, alguien les cuenta sin tapujos que fue primero el poder religioso y luego el poder imperial los que condenaron a Jesús. Y me pregunto si alguien les dice lo que todo el mundo sabe: que Jesús no murió por voluntad divina ni para expiar nuestros pecados, sino que fue condenado por hereje y subversivo, por elevar la voz contra los abusos del templo y del palacio, por ponerse del lado de los perdedores, por ser amigo de los últimos, de todos los caídos.

          Estas y otras muchas preguntas me llenan de sentimientos contradictorios. Pero ya crece la luna de la Pascua. El laurel ya floreció, y la cruz de Jesús también florecerá, cuando se curen sus heridas, las heridas de todos los crucificados, incluido el “mal ladrón”.

          Para orar

Veo su sangre en la rosa,
y en las estrellas la gloria de sus ojos.
Su cuerpo centelleando en medio de las nieves eternas;
sus lágrimas cayendo desde el cielo.
Veo su rostro en todas las flores.
El trueno y el canto de los pájaros son su voz.
Y esculpidas por su poderío,
son las rocas, su palabra escrita.
Todos los senderos por su pie son hollados;
su fuerte corazón conmueve el mar palpitante.
Su corona de espinas se teje con todas las espinas.
Y todo árbol es su cruz (Thomas Plunkett).

15 comentarios

  • José Guarc

     
    La Cruz de Jesús y las cruces del pueblo
     José Guarc
    La Cruz es un signo bien querido en el pueblo cristiano aunque su introducción como signo celebrativo comunitario no llegara hasta el siglo IV. Estos días se ha comentado, no sin razón, su “desmedida utilización por la jerarquía católica para promocionar la Jornada Mundial de la Juventud”.  
    La Cruz de Jesús siempre debe caminar junto a las cruces y esperanzas del pueblo: la enfermedad, el fracaso, la recuperación del ánimo… y, cuando se trata de símbolo comunitario, junto a las injusticias y sufrimientos del pueblo. Así lo entendió y entiende la Iglesia de Brasil.
    Es sabido que en los inicios de la lucha de los campesinos Sin Tierra y su organización como movimiento (MST), la Iglesia, con su Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), dio un respaldo fundamental a las movilizaciones campesinas. Los miembros de la CPT venían realizando actividades de promoción popular por medio de grupos de estudio de la Biblia conocidos como Comunidades Eclesiales de Base.
    Corría el año 1981, en plena dictadura militar brasileña. En el estado de Río Grande do Sul, en el que nacería el MST, el padre Arnildo Fritzen, con el que tuvimos la suerte de compartir el pan y la palabra en julio del año pasado, organizó y se instaló en el descampado con decenas de familias campesinas sin tierra en Encruzilhada Natalino bajo el cerco del ejército a las órdenes del comandante Curió. Reclamaban un trozo de tierra. Nacía el Movimiento Sin Tierra.
    En el centro del campamento de “lonas pretas” (plásticos negros) el padre Arnildo, los hombres, las mujeres y los niños acampados colocaron una cruz, proveniente de unas misiones parroquiales, en la que estaba escrito “salva tu alma”.  Pero para ellos aparecía una nueva dimensión de la Cruz: ella se convertía en signo de lucha y de vida, de liberación de todos los males. La gran Cruz adornada con cintas blancas y rojas se convirtió en signo de lucha por la tierra.
    Encrucilhada Natalino fue un símbolo de contradicción  que marcaría profundamente la historia social y religiosa de todo Brasil. Desde entonces la Cruz acompaña las “Romerías de la Tierra” que cada año se celebran en numerosas diócesis de Brasil, organizadas por la Comisión Pastoral de la Tierra. La cruz, conducida en medio de los romeros de la tierra habla por si misma. No se necesita explicitar lo que ella significa. Todos saben de antemano su potencial simbólico. La verdadera Cruz de Jesús, el Cristo, un condenado histórico, religioso y político camina en medio de los romeros de la tierra. Es el propio Jesús vivo quien camina con el pueblo de la tierra.
     
                                                                                                                                                               José Guarc

  • Carmen (Almendralejo)

    Una adolescente rumana de 16 años ha estado siendo utilizada como esclava sexual por vecinos de varios municipios de la Vall d’Albaida (Valencia) desde el pasado mes de enero, tras ser comprada a su familia por 3.000.

    Todos estos hombres  eran mayores de 60 años, y sabían que era una niña, como la llamaban para buscarla y agredirla sexualmente.
    Hasta cuando, seguiremos en la cruz de los intereses sexuales de ciertos “hombres”
     
    http://www.google.es/url?sa=t&source=web&cd=1&ved=0CBcQFjAA&url=http%3A%2F%2Fwww.levante-emv.com%2Fsucesos%2F2011%2F04%2F15%2Fcompran-adolescente-rumania-convierten-esclava-sexual-vall-dalbaida%2F799134.html&ei=ZyWsTda4LYuwhAfU3KjWCQ&usg=AFQjCNFj5-9LTelR-O6PUx2vKg6eSALTuA

  • Asun

    Sí, Mª Asun, puede ser una primera impresión, porque es cierto que lo que nos viene  relacionado con la cruz, lo ponemos un poco en cuarentena, con cierto repelús,  ya que  se ha inundado la intimidad personal con tanto dolorismo y mucha angustia por méritos  de salvación,  haciendo de la cruz el signo redentor divino de los pecados de todos, de toda la humanidad, ha sido y seguramente sigue siendo para muchos el baluarte o bandera identitaria de la posesión de la verdad. Tanta sacralización, no deja ver que hay como Jesús crucificados en todo tiempo y lugar, de lo que quizá somos en cierta medida cómplices y no hacemos nada por cambiar su realidad. Por eso es denuncia y compromiso, pero también liberación para el creyente que no cree que la Vida se queda encuadrada  en nacimiento y muerte. (Aquí recuerdo con especial emoción, a mi madre, que decidió destornillar y quitar  la cruz de Jesús expuesta en su habitación, porque para ella Jesucristo era abrazo, estaba vivo no muerto). Es, creo, especialmente, una pedagogía de vida comprometida bien asumida para no enredarse en un ciclo de diferentes personajes con los que uno puede identificarse en diferentes etapas de una vida no coherente ni consecuente: así se pasa por momentos  de sentirse salvador, a víctima y de ahí a verdugo, recomenzando una y otra vez el sin sentido por la mente generado. A otro nivel, sin embargo, nos va quitando envoltorios de aquello que hemos creído “ser” hasta quedarnos en la desnudez y el gozo de lo que realmente somos, Conciencia que nada deja fuera.
     
    Leí anoche a última hora tu comentario. Gracias por tu confianza. También a Josefina.
     
    Besos a las dos.

  • MAR Medina

    Querida Josefina, gracias por la cita de J. Sobrino, que no conocía -no he leído nada de él-, con la que sintonizo: hay que bajar de la cruz a las y los crucificados. Entonces, ¿por qué seguimos prendados de la cruz?

    Querida Asun, muy fundamentadas las reflexiones de M. Lozano, aunque no sé, perdona si te hablo desde la ignorancia, me parecen muy ajustadas a la ortodoxia, demasiado quizá para alguien que defiende incondicionalmente la heterodoxia.

    Amigo Gabriel, gracias por la historia del niño pakistaní, una historia heroica. Una muestra más de que hay que bajar de la cruz a los crucificados, hay que dejar atrás la cruz.

    Gracias a todos. Un abrazo 

  • Gabriel Sánchez

    perdona por un problema de edición lo de Iqbal se me corto a la mitad…la edición debe ser esta…
     

    Catorce años del asesinato de Iqbal Masih
    Aunque en ocasiones la memoria humana es flaca, hay aconteceres que por su significado jamás debemos de olvidar.  De uno de ellos se han cumplido en estos días catorce años.  Fue un fatídico 16 de Abril de 1995, Domingo de Resurrección, cuando un niño de apenas unos 12 años, fue acribillado a tiros cerca de Lahore, en Pakistán. Se trataba de Iqbal Masih. Pero hagamos memoria.

    Iqbal Masih era el menor de los tres hijos de Ynayat Bibi, una mujer pobre y divorciada, que apenas tenía recursos. El pequeño Iqbal era conocido  por acarrear agua en pesados bidones, para sus vecinos de Haddoquey, a cambio de unas monedas. Pero el mayor de los hermanos, Aslam, hijo de un primer matrimonio de su madre, había cumplido ya 22 años, aunque permanecía soltero, pues su miserable salario en un taller de ladrillos no le permitía buscar esposa. Esto para una familia pakistaní pobre se transforma en un gran problema, que convertía en acuciante la necesidad de dinero.
    En estas condiciones el destino de Iqbal estaba marcado: la esclavitud. Hablo en realidad de lo que en Pakistán se conoce como  “paishgee”, una especie de préstamo por el que los niños quedan bajo la disciplina de un “patrón” a cambio de una cantidad de dinero que, en teoría, es devuelta a través del trabajo. En realidad caen en las redes de la más cruel usura, que refinanciará la deuda una y otra vez, perpetuando el sistema de esclavitud.
    Con apenas unos seis años, o quizá alguno más si consideramos la fecha de nacimiento dada en 1983 por su madre al cura de Haddoquey, José Luis, en el bautizo de su hermana pequeña Sobya, Iqbal , por un préstamo de apenas 1.500 rupias, se empleó con Arshad Mahmood, socio de una industria de tejedores de alfombras. Con jornadas de trabajo de quince horas diarias, desnutrido y falto de la más elemental asistencia médica, Iqbal presentaba una imagen desoladora. De tanto manejar hilos y utensilios cortantes, las dos manos del niño terminaron por parecerse en pocos meses a las de un viejo labrador . Las posiciones en el trabajo le habían impedido crecer normalmente; una tos seca, provocada por la permanente inhalación del polvo de las fibras, sacudía su menudo cuerpo.
    Sin embargo sacó fuerzas de flaqueza, rebelándose contra la opresión y, con la ayuda de la organización “Frente de liberación del trabajo forzado”, consiguió la libertad, convirtiéndose en un activo defensor de los derechos  humanos y en un decidido activista contra el trabajo cautivo.
    Naturalmente, las fanáticas mafias islámicas de los tejedores, los hilanderos, los fabricantes de ladrillos, los granjeros, los propietarios de garajes etc. no podían consentirlo.
    Por eso mataron a Iqbal Masih. Porque era pobre, porque era niño, porque creía en la justicia, en la igualdad, en la libertad, en el ser humano, en Dios. Porque denunciaba una situación absolutamente inhumana. Iqbql es un mártir como en su momento lo fueronMartin Luther King u Óscar Romero.
    Pero al recordar el asesinato de Iqbal Masih debemos ser conscientes de que son millones los niños y niñas que viven la esclavitud en sus propias carnes. La esclavitud, consentida y necesitada por grandes imperios hasta hace bien poco es, junto con la guerra, la peor creación de la humanidad. Que todavía existan a día de hoy millones de niños esclavos, forzados a trabajar cuando deberían estar educándose en la escuela, demuestra lo lejos que estamos de edificar una sociedad plenamente humana y humanizadora.

    ,,,xpresamos nuestra fraternidad, haciendo lo que Jon Sobrino siempre
    hizo con seriedad y compasión: pensar la fe en Cristo en el contexto de
    los pueblos crucificados. Eso ha sido siempre, eso es, y, sobre todo, eso
    esta determinada a seguir siendo, nuestra «cristología de la liberación»,
    la que  todos nosotros escribimos, hacemos y vivimos: sí, una  teología
    militante, que lucha por «bajar de la cruz a los pobres», sin pretendidas
    neutralidades ni hipócritas equidistancias. (DEL TEMA BAJAR DE LA CRUZ A LOS POBRES: CRISTOLOGIA DE LA LIBERACIÓN ESCRITO POR LEONARDO BOFF Y QUE FIGURA COMO PARTE DEL PROLOGO DEL LIBRO DEL MISMO NOMBRE, EDITADO POR LA COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL- DE LA ASOCIACIÓN ECUMÉNICA DE TEÓLOGOS/AS DEL TERCER MUNDO-JOSE MARIA VIGIL ORGANIZADOR…Y QUE SE PUEDE BAJAR DEL PORTAL DE KOINONIA) Con cariño Gabriel

  • Gabriel Sánchez

    Primero recordar…el rostro de los Crucificados…por ejemplo hoy se cumple aniversario de Iqbal Mashi…

    Catorce años del asesinato de Iqbal Masih
    Aunque en ocasiones la memoria humana es flaca, hay aconteceres que por su significado jamás debemos de olvidar.  De uno de ellos se han cumplido en estos días catorce años.  Fue un fatídico 16 de Abril de 1995, Domingo de Resurrección, cuando un niño de apenas unos 12 años, fue acribillado a tiros cerca de Lahore, en Pakistán. Se trataba de Iqbal Masih. Pero hagamos memoria.

    Iqbal Masih era el menor de los tres hijos de Ynayat Bibi, una mujer pobre y divorciada, que apenas tenía recursos. El pequeño Iqbal era conocido  por acarrear agua en pesados bidones, para sus vecinos de Haddoquey, a cambio de unas monedas. Pero el mayor de los hermanos, Aslam, hijo de un primer matrimonio de su madre, había cumplido ya 22 años, aunque permanecía soltero, pues su miserable salario en un taller

    Un flaco más otro flaco, no son dos flacos, sino un fuerte, porque
    la solidaridad genera fuerza y crea la solidez de la fraternidad. Aunque
    individualmente  flacos,  somos  muchos  a  su  lado,  constituyendo  la
    fuerza  del  sacramentum  fraternitatis,  el  sacramento  de  la  fraternidad.
    Expresamos nuestra fraternidad, haciendo lo que Jon Sobrino siempre
    hizo con seriedad y compasión: pensar la fe en Cristo en el contexto de
    los pueblos crucificados. Eso ha sido siempre, eso es, y, sobre todo, eso
    esta determinada a seguir siendo, nuestra «cristología de la liberación»,
    la que  todos nosotros escribimos, hacemos y vivimos: sí, una  teología
    militante, que lucha por «bajar de la cruz a los pobres», sin pretendidas
    neutralidades ni hipócritas equidistancias. (DEL TEMA BAJAR DE LA CRUZ A LOS POBRES: CRISTOLOGIA DE LA LIBERACIÓN ESCRITO POR LEONARDO BOFF Y QUE FIGURA COMO PARTE DEL PROLOGO DEL LIBRO DEL MISMO NOMBRE, EDITADO POR LA COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL- DE LA ASOCIACIÓN ECUMÉNICA DE TEÓLOGOS/AS DEL TERCER MUNDO-JOSE MARIA VIGIL ORGANIZADOR…Y QUE SE PUEDE BAJAR DEL PORTAL DE KOINONIA) Con cariño Gabriel

  • Josefina G.C.

    Querida MAR Medina, sintonizo de pleno con tu pequeña-gran reflexión, permiteme  reiterarla, con el recuerdo de lo dicho y escritos de J.Sobrino “Hay que bajar de la cruz a las y los  crucificados”, que como dice la lectura recomendada por Asun, de E. Mtnez.Lozano:… “Hay sufrimientos evitables, en nosotros y en los demas, contra los que tendremos que luchar; …” y luchamos,  ya que si Jesus vino a traer Vida y Vida en abundancia para tod*s, por qué seguir ensalzando el dolor y el sufrimiento de la cruz que no quiso ni buscó sino que Le impusieron ?, sí “el mundo al revés y tergiversado”, cuanta necesidad de cambios, de religiones sin magia, de un o mas pasos a este mundo que puede ser mejor y podría ser posible, si tan solo los que tienen el poder y los medios se lo propusieran, seguirá siendo una Utopía? o llegará un día en que todos…     

    Gracias y buenos dias.

  • Carmen (Almendralejo)

    La Cruz, ha sido y sigue siendo el prozac de muchas personas, ha servido para idiotizar y controlar pasivamente a otras…

    Y realmente ese signo es el signo donde toda la persona de una forma u otra va cuando es subversiva a cuanto dichos u hechos están en contra de lo que denuncia.

    Metafóricamente o realmente es ese lugar donde tantas personas creyente o ateas se han visto y se ven, y nos vemos y veremos cuando sacas las “uñas” para decir ¡Basta ya!

    Se ve claramente en los Partidos Políticos, personas honesta que son apartadas de las listas o van las últimas para que no cojan canchas, y den mucho por saco, o simplemente las apartas directamente porque no comulgan con el líder o con los esbirros de el jefe de turno.

    La cruz, tan solo se puede ver como algo significativo de aquel tiempo de Jesús y de como él murió a manos de aquellos políticos-religiosos antes que decir que su defensa para las personas excluidas eran justas.

    Hoy seguir incidiendo en vivir la cruz, es una perogrullada de quienes siguen diciendo vive tú, que la gloría la vivo yo, aquí y ahora, que el mañana de otro tiempo nadie vino a decir si existe o deja de existir.
    El que siga el catolicismo con esto es igual a la propaganda de las dictaduras…
     

  • Asun

    Os recomiendo leer esto:
     
    http://www.feadulta.com/Ev-EML_108-A_15_ramos.htm
     
    Gracias.
     

  • MAR Medina

    Una pequeña reflexión.

    El mundo cristiano ha hecho de la cruz su símbolo, y en el lenguaje habitual en español, o al menos en el usado en España (ignoro si en América existe este uso coloquial de la expresión, o si hay un equivalente en otras lenguas distintas del español) se utilizan expresiones del tipo ¡qué cruz!, esto es una cruz, o ¡vaya cruz que me ha caído! (que no tiene nada que ver con la Cruz de los Caídos), todas ellas metáfora de sufrimiento, por lo tanto el símbolo del cristiano es algo negativo, o nos hemos ido a fijar justo en lo peor de la vida de Jesús, no aquello en que fue protagonista y único, sino en una acción ejecutada en nombre de la injusticia y no protagonizada por él sino de forma pasiva, como víctima.
     
    Insisto en la cuestión, que formula Arregi de otra forma cuando alude a la cruz de Constantino: hemos adoptado como símbolo cristiano el instrumento de tortura y ejecución de un imperio pagano del pasado que causó una muerte indigna a quien es nuestro inspirador religioso.
     
    Y sigo insistiendo, ¿por qué la cruz, si lo excepcional de Jesús fue su resurrección y no su muerte? El mundo al revés, ¿acaso no se celebra desde la más estricta ortodoxia que Jesús es Salvador? ¿Su resurrección no es promesa de la nuestra?
     
    Pues menudo patinazo del cristianismo, que en el conjunto de religiones elijamos la tristeza, el sufrimiento, la muerte y la ignominia de la cruz como lo que nos representa, cuando en realidad celebramos (o deberíamos) la vida y la esperanza.
     
    Quizá no sea casualidad, y alguna mente tortuosa, o acaso una vieja idea anterior –se me ocurre pensar en el dualismo de los gnósticos que penetra toda la biblia y alcanza a Jesús mismo, cuando nos lo presentan tentado por Satanás y expulsando demonios-, se deslizó en la ideología cristiana y ha triunfado hasta el punto de elegir como símbolo un instrumento de mal y negación de vida.
     
    Y aquí seguimos, discutiendo si cruz sí o cruz no, venerándola y paseándola desde Santurce a Bilbao, y perdiendo el tiempo con discusiones bizantinas. Mirando hacia otra parte en lugar de preocuparnos y ocuparnos en la práctica del bien y la justicia.
     
    Así que, sin pretender ser irónica dicho lo dicho, la campaña de la cruz ¡es una cruz!
     

  • Gabriel Sánchez

    En mi país, desde principio de siglo se han retirado los símbolos religioso de los hospitales y escuelas públicas, pero te aseguro que existe crucificados, niños de lugares muy pobres que a veces no tienen para comer…y en su escuela publica, con el cariño de sus maestra, reciben la comida y la educación que los prepare para encarar el futuro, a pesar siempre los recursos son pocos y que los dos últimos gobiernos progresistas lo han aumentado, o en los hospitales en donde enfermos que no tendríamos para pagar la atención medica, somos atendidos gratuitamente, allí también se ha ido mejorando el presupuesto, queda mucho por mejorar… muchísimo, pero aunque no hay ningún signo religioso, allí están los crucificados y los que han trabajado contra la ignorancia y la muerte, dando lugar a en Él a la vida…Vivir como discípulo va mucho más allá de nuestros símbolos…Gabriel

  • pepe sala

    Las preguntas que se responden por sí mismas carecen de sentido.
    Ejemplo:
    “”   Me pregunto si esta ostentación tiene que ver con la cruz de Jesús o más bien con la cruz de Constantino en su guerra con Majencio sobre el puente Milvio en el año 312: “Con este signo vencerás”. Me pregunto si es la cruz del Calvario o más bien la del Valle de los Caídos….”
     
    Preguntas tontas, señor Arregui, puesto que se conocen las respuestas a la perfección.
     
    Claro, que simpre hay ciegos de conveniencia y, curiosamente, suelen llevar cruces PARA ENSEÑAR; pero nunca llevan la “cruz a cuestas”.
     
    Un buen detalle ( y lo digo sin ironía) recordar el Valle de los Caídos en el día de la REPUBLICA.
     
    Los mismos en los mismos lugares y seguimos debatiendo de filosofías, teologías, inmortalidad de los cangrejos  e influencias de las cagadas de las gaviotas en el litoral cantábrico…
     
    Y LA SEMANA SANTA ENCIMA.!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    ¡¡¡ SOS !!!…
     
    Pais….

  • Carmen (Almendralejo)

    Es curioso que cuando uno cree más en su “voctoria” es cuando más pobre se nota la misma.
    Porque el coronado, no lo fue de laurel, sino de espinas…
    El condenado, no fue por ser delicuente, sino por decir donde habitaba estos
    Y porque en su muerte, tampoco se vió colmado con ninguan certeza, es más se sintío como cada persona que desciende para equilibrar la balanza hacía las personas necesitada, de algo o de todo.

    Tampoco sintío su muerte diferente a otras muertes, ¡No! murió como persona humana, le llorarón como persona humana que dejó ese hueco sin medida y sin molde alguno para rellenar ese vacio y dolor.

    Es curioso que se siga ese símbolo de escarnio público de malhechores, y sin embargo no se actue como a quien ajusticiarón, los mismos que hoy siguen persiguiendo y excluyendo.

    Y a la vez, él mismo se encontró Resucitado por quienes no se conformarón en verle detrás de la piedra…
    ¿Dime amor?
    ¡Habla corazón!
    ¿De aquellos latido, quien caminaba, corría más, el hayado, o quien en la noche aguardaba el alba para seguirte buscando?

  • Margarita Aguirre

    Para mi, es el recuerdo, de la suerte de todos los que se enfrentan a las “jerarquías de turno”: Suerte de un galileo, que aún sabiendo las consecuencias,  no dejó de enseñaros,como era El Ser Supremo, enseñándonos a dirijirnos a El como “Abba”

  • Sarrionandia

    Reflexionando sobre el sentido de la cruz,. se trata de adorarla o de cargarla sobre las espaldas?
    Difícilmente encontraremos algo más traído de los pelos que la cruz cristiana, culminación de torres, adorno de collares y pecheras, motivo de pinturas y esculturas y, litúrgicamente, presidencia obligatoria de la celebración eucarística, además de apéndice de todos los rosarios…….
    De instrumento de tortura y muerte pasa a ser joya ornamental de vanidades.
    Así nos luce el pelo a los nominalmente cristianos!