El torrente de información sobre temas internacionales, nacionales y locales nos sobrepasa a la gente de la calle. El despertar de los desheredados en la orilla sur del Mediterráneo. El insoportable goteo de la violencia de género. El desempleo en el Estado español y la incapacidad colectiva para salir del atolladero. Sortu y la normalización política en Euskal Herria. Los escándalos de corrupción, con nombres y apellidos, de gentes dedicadas a la política. La inoperancia de quienes están liderando el Gobierno Vasco del cambio. El fútbol con sus Messi, Ronaldo y Cia.. Tele-basura a discreción. Suma y sigue. Esto es el “carnaval” nuestro de cada día en todos los medios y a todas horas. Tendrá que ser así, pero tanto machacar sobre los mismos temas resulta agotador. Para dar un poquito de descanso a nuestra mente, intentemos cambiar de melodía. ¿Cómo? Dando un salto desde nuestro primer mundo, tan opulento para unos y tan calamitoso para otros, hasta un rinconcito paupérrimo del cuarto mundo.
Coincidiendo con este 8 de Marzo/2011, he podido leer algo sobre las diversas iniciativas impulsadas desde la Cooperativa de Crédito de las Mujeres de Mandal, en la India. El de los adivasi, aborígenes no integrados en ninguna casta y relegados al último puesto en la escala social, es otro mundo. Desde luego muy lejano y sumido, además, en una ancestral miseria económica casi imposible de imaginar para nosotros. Y sin embargo, en estos momentos de relativa zozobra, no estaría demás echarle un vistazo a lo que hace esta gente para intentar salir de su “agujero negro”. Igual hasta podemos aprovechar alguna leccioncilla liberadora del frustrante individualismo que nos atenaza, impidiéndonos avanzar hacia la solución de muchos de nuestros problemas.
Veamos alguno de los relatos que nos llegan de Gujerat:
“La Sra. Sushila, una adivasi de la tribu Gamit, tenía una gran familia y muy poca tierra.. En estas condiciones, alimentar a su prole le suponía muchas penalidades. Se dirigió a la cooperativa antes mencionada, pidió un préstamo de 800 rupias(unos 15 euros) y compró una ternerita a la que cuidaba amorosamente. A los dos años tuvo una cría. Ocho años después tenía ya nueve vacas, cinco de ellas lecheras y este ganado se había convertido en la principal fuente de ingresos para su gran familia. Le proporcionan unas 10.000 rupias al mes(180€ más o menos). El aumento de ingresos le permitió cavar un pozo de riego y hacer crecer forraje para el ganado. Por su ejemplar trabajo y su tenacidad para sacar de la pobreza a toda su familia, el municipio de Sumul le rindió honores en una gran concentración pública. Su triunfo era y sigue siendo el mejor incentivo para que otras mujeres de las aldeas de su entorno sigan su ejemplo. Las Mujeres de Mandal pueden presumir de muchos más éxitos gracias a sus iniciativas. Por ejemplo, el aumento de rendimiento de los arrozales, la mayor productividad en la producción lechera, la mejora en la dieta alimenticia de la población gracias al cultivo de frutas y verduras en pequeños huertos familiares, etc. La confianza y sano orgullo que les hace sentir su Cooperativa ha generado mucha creatividad y entusiasmo contagioso. Instituciones, organizaciones y Agencias Gubernamentales incrementan su apoyo y colaboración. La expansión hacia nuevas aldeas, el auge del asociacionismo, el mayor volumen de las operaciones, los continuos progresos en cuanto a crecimiento y toma de poder, etc. atraen cada vez a mas gente hacia estas actividades”.
¿Qué lección se puede sacar de este cuentecillo tan real como la vida misma?. Yo me quedo con las maravillas que se pueden conseguir a base de altruismo, solidaridad, preocupación por la comunidad, etc.. Enriqueciendo las relaciones sociales es mucho más fácil enfrentarse a cualquier tipo de dificultad que se cruza en nuestro camino. Estamos ante conceptos que van contra la línea de flotación de nuestro ya mencionado individualismo, egoísta y comodón, pero que no pueden ser arrinconados si queremos avanzar hacia una sociedad del bienestar, mas justa y equitativa. Con las situaciones de emergencia, sea por la circunstancia que sea, suele convivir una abundancia de sentimientos de cooperación y ayuda mutua admirables. La pena es que este tipo de solidaridad creativa escasea o no “vende” lo suficiente, como para aparecer en las primeras páginas de los medios de comunicación.
Termino mi breve relato, para algunos quizá demasiado alejado de nuestra realidad cotidiana. De acuerdo, pero…. ¿Por qué no aceptarlo como humilde homenaje a tantas y tanta mujeres que, desde el anonimato, son el soporte básico de la vida humana a lo largo y ancho de la aldea global?
Iñaqui, tienes toda la Razón en cada cosa que afirmas y te voy a permitir que me permitas suscribirla palabra por palabra.- Gracias desde Montevideo Un abrazo Gabriel
Intermon Oxfam: organización, que nos invita a participar directamente de mil maneras, (algunas muy curiosas)
Puedes regalar a un ser querido, “una cabra” sí, compras una cabra, y la regalas en una tarjeta, a un nieto, amigo… porque le haces “dueño” de esa cabra, mientras una familia al otro lado del mundo goza de sus beneficios.
Hay otras muchas maneras de colaborar, haciendo realidad, muchos “sueños” = realidades allende los mares.
Haber ¡hay muchos caminos! hacerlos posibles, solo depende de cuantos nos sentimos de alguna manera interpelados por tanto dolor como hay en el mundo.
¡Actuemos!
mª pilar
En la India está el caso de Vicente Ferrer que levantó pueblos de la miseria excavando pozos para sacar agua.
Alguien tiene la “fórmula” para sembrar (u ordeñar) iniciativa creasora?