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La mujer que leía demasiado

La escritora Bahiyyih Nakhjavani firmará ejemplares de su última novela en las diferentes presentaciones que tendrán lugar el martes 15 de febrero en la librería Bertrán de Barcelona a las 19:00 hs; el jueves 17 de febrero en la librería ELKAR de Bilbao a las 18:30 hs y el viernes 18 de febrero en la librería ELKAR de Vitoria a las 19:0 0hs. Hoy voy a presentarla también en ATRIO.

Hace poco más de siglo y medio en la convención de Senecca Falls (19-20 de julio, 1848) varios centenares de mujeres pusieron de manifiesto las graves limitaciones de los derechos legales que, por aquel entonces, las mujeres sufrían en los Estados Unidos. Aquella convención histórica, que tanto y a tantas mujeres inspiraría posteriormente, es considerada por  numerosos historiadores como fecha clave y comienzo del movimiento de la liberación de las mujeres. Lo que muchos desconocen es que, tan sólo unos días antes, entre el 26 de junio y el 17 de julio de 1948, hubo otra reunión en una lejana ciudad del norte de Irán que también tendría una repercusión fundamental en el desarrollo del movimiento femenino de emancipación.

Libro NakhjavaniLa situación de las iraníes no tenía nada que ver con la de las americanas. Allí imperaba un sistema feudal, un régimen anacrónico del más rancio estilo, dominado por terratenientes que, en ocasiones, eran también líderes religiosos. Un régimen desconocedor de cualquier concepto de igualdad, ni de  ciudadanía, donde los labradores se vendían y compraban junto a la tierra, y donde las mujeres, incluso las de clase alta, apenas sabían escribir ni podían tener propiedad alguna. Según su clase social, sus vidas se limitaban a las tareas domésticas, a la producción y a la reproducción de la especie. Y, precisamente porque su situación era tan deplorable, cualquiera de las reivindicaciones de Senecca Falls  habría sido sencillamente impensables para ellas.

En este contexto, en la lejana ciudad de Badasht, al norte de Irán, una mujer se quitó por primera vez ante decenas varones el velo que cubría su rostro, haciendo de ese gesto un símbolo de sus propias palabras: Esta es la Hora de la Resurrección, llenemos las almas de los hombres con la Palabra revelada, emancipemos a nuestras mujeres y reformemos nuestra sociedad. La que así hablaba era Fatima Baraqání, más conocida como Tahirih (La Pura) o Qurratu’l Ayn (Solaz de los ojos)

Fatima Baraqání nació en Qazvin (Irán) entre 1817 y 1820. Su padre Hájí Mullá Sálih Baraqáni, fue un mujtahid usulí que la instruyó desde muy pequeña en el conocimiento de la teología coránica. Fue destacada en sus estudios hasta llegar a ser reconocida como Marja’ Taqlid, lo que en la terminología esotérica chiíta es el máximo nivel espiritual, “el punto de emulación”. Esta eminente maestra impartía su conocimiento desde detrás de una cortina, como no podía ser de otra manera, al tratarse de una mujer; de hecho ya era sumamente improbable que una mujer llegara a ese nivel de erudición y se le permitiese enseñar en un contexto donde el acceso al más elemental nivel de educación estaba vetado a las mujeres.

Tahirih en 1844 pasó a formar parte de un grupo de eminentes teólogos que se unieron al movimiento espiritual surgido en torno a un joven comerciante llamado el Báb (la Puerta), quien desató entre los persas de todas las clases sociales un torbellino de esperanza y entusiasmo al anunciar que la humanidad se hallaba en el umbral de una era que presenciaría la reestructuración de todos los aspectos de la vida, en la que nuevos campos de conocimiento desarrollarían las mentes humanas hasta el punto que cualquier niño en el futuro ganaría en conocimiento al más erudito de aquella época. Todos los que siguieron aquellas enseñanzas sufrieron la violenta hostilidad del clero chií. Una gran parte de ellos fueron torturados y asesinados; otros desterrados; otros, como en el caso de Tahirih, sufrieron varios años de confinamiento. La influencia que durante su encierro tuvo en su entorno la poetisa de Qazvin, Tahirih, es el argumento de la novela que lleva como título “La Mujer que leía demasiado” de Bahiyyih Nakhjavani, que ha sido recientemente traducida al español y publicada por Alianza Editorial. La autora, doctora Honoris Causa por la Universidad de Lieja, nos traslada con su excelente prosa   a mediados del s. XIX, a la corte del Sháh con todas sus intrigas palaciegas. Narrado desde los puntos de vista de diversas mujeres que vivían en aquel entorno, nos llevará a ver de qué manera la presencia de una prisionera, una poetisa hereje, revoluciona todo a su alrededor, cómo sus versos recorren el país como la pólvora, cómo fue capaz de arriesgar su vida oponiéndose a los poderes seculares y religiosos cuando se propuso enseñar a leer y escribir a las mujeres de su entorno, de qué manera se ganó no sólo el respeto sino el cariño de muchas de ellas, y cómo dio comienzo a un movimiento dentro de los harenes que daría como resultado la aparición de clubes de sufragistas, escritoras y mujeres cultas que decidieron también años después desechar el velo de sus rostros.

La novela es un canto a la libertad de expresión y a la emancipación de la mujer, un homenaje al valor y ejemplo de Tahirih y todas aquellas mujeres que siguieron y siguen enfrentándose a los poderes políticos y a los dogmas religiosos para poder conseguirlas.

Donostia a 9 de febrero de 2011

Maddi Bediaga (Antropóloga)

Asociación de Mujeres Bahá’ís TAHIRIH

POEMA DE TAHIRIH

Ven. Téjeme suavemente en Tu telar dorado,
Con suaves, suaves rayos de luz alborada.
Hilos de oro y plata trae,
Y rayos de luna tejido con el manto de la noche,
Para ligar las desgarradas y rotas hebras
Que mi corazón, otrora, con dedos sangrantes tejió
Sobre el bastidor del sufrimiento,
Entre la urdimbre y la trama del amor.

Aún cuando con dorada y bella verba
Escrita sobre las páginas de mi corazón
Loe Tus almibarados labios y fragante pelo,
No obstante, mi arte todo, jamás desgarrar podría
Los enceguecedores velos de la prolación.

Aún cuando con maravilloso canto entone
Alabanzas de ese amante Amigo,
Ésas paginas ningún verso mío llevarán
Y en ellas ver sólo podrás, si tan sólo miras,
La huella de Su evanescente Pluma

51 comentarios

  • Los que la persiguieron, la encarcelaron y la mataron no fueron las mujeres sino varones, muy especialmente su marido, mulá chiita. Muchos hombres tuvieron el poder de liberarla pero ninguno lo hizo. Sin duda hubieron mujeres como la madre del shah, mujeres que habían tenido que tragar carros y carretas y a quienes les molestaba que hubiera una mujer como Tahirih, pero no era lo general, y la verdad en todas las biografías que hay de Tahirih es que fueron ciertos hombres (no todos ni muchísimo menos) los que acabaron con ella.