No sé por qué el título español dice De dioses y hombres, siguiendo a la versión inglesa (Of Gods and men). Creo que el original francés (Des hommes et des dieux) debería traducirse más bien Hombres y dioses. La película no habla acerca de dioses y hombres, sino acerca de unos hombres tan humanos que encarnan a Dios. Pues Dios no habita en el cielo, ni desciende a veces de lo alto, sino que es la entraña de la tierra y de todo lo entrañable. Y cuando entrañas a Dios en tu vida, entonces eres dios con minúscula e incluso con mayúscula.
Soy lego en la materia, y no sé juzgar sobre la calidad artística de la fotografía, el montaje, la interpretación o la banda sonora. Pero me parece una película maravillosa. Uno se siente subyugado, sumergido de comienzo a fin en un mundo de belleza y de bondad, Y uno se dice: “¡Oh, sí! Esto es lo real, lo más verdadero a pesar de todo. Esta es la humanidad verdadera, más allá de la dominación, la vanidad y la codicia. Esta es la religión verdadera más allá de la verdad, de la ley y del miedo. Oh sí, Dios es Eso, es Ahí, ese Fondo o ese Rostro de ternura en que todos podemos descansar. Dios es ese silencio que estalla en palabras y melodías. Dios es esa penumbra en que todo se ilumina. Dios es esa conversación tan natural entre el anciano y entrañable monje médico y la sencilla muchacha musulmana que le habla de sus amores, sentados ambos contra el muro del monasterio al sol de la tarde. Dios es esa naturalidad, esa franqueza, esa humildad. Dios es esa Humanidad”.
La historia es conocida: en la noche del 26 de marzo de 1996, siete monjes cistercienses del monasterio de Tibhirine, en el Atlas argelino, fueron secuestrados por el Grupo Islámico Armado (GIA); el 31 de mayo, el ejército argelino halló las cabezas cortadas (nunca los cuerpos) de los siete monjes. Nunca se ha aclarado la autoría del múltiple crimen. El Gobierno argelino y el Gobierno francés (poder colonial de Argelia hasta 1962) informaron de que los monjes habían sido ejecutados por la GIA que los secuestró. Pero hay muchos indicios de que fue el propio ejército argelino el que los mató tanto a ellos como a sus secuestradores, y falsearon la información para así desacreditar a los islamistas de la GIA dentro y fuera de Argelia. Así lo piensan los monjes de Notre Dame de l’Atlas Midelt (Marruecos), fundación que prolonga el monasterio de Tibhirine.
Pero la película no toma partido por ninguna hipótesis sobre la autoría del asesinato, pues eso no es fundamental para el mensaje que quiere transmitir. ¡Hay tantas muertes en todos los lados! El poder colonial francés, el régimen argelino violento, el islamismo violento… ¡Hay tantos poderes que matan! La película no acusa a unos exculpando a otros, no divide el mundo entre buenos y malos, no llama al odio, el castigo, la venganza. Ni por ello incurre en eso que muchos –tendrán que preguntarse por qué–, en cuanto alguien apela a la bondad, se apresuran a denigrar como “buenismo”. La película nos sumerge en la vida cotidiana de unos monjes buenos que comparten la tierra, la oración, las fiestas, la vida con los musulmanes de la pequeña aldea en la montaña soleada y fría. Su vida corre peligro, pero allí se quedan. La película nos sumerge en la bondad de los monjes, en la bondad de las gentes musulmanas, incluso en la bondad herida que se oculta bajo las armas de los terroristas. La bondad limpia, la bondad que cree, la bondad que perdona, la bondad que cura también al terrorista.
Hombres y dioses no oculta la duda, el miedo, la herida, pero es un acto de fe y de esperanza en la humanidad, Sacramento del Misterio Consolador en el corazón de la vida. “Somos como unos pajarillos en una débil rama”. Seamos esa débil rama que sostiene a ese pobre pajarillo en su desamparo. La película no enmascara el fanatismo, la violencia, la crueldad, pero no se detiene ni nos encierra ahí, sino que nos conduce más allá, desde más allá. Mirad el Misterio y dejaos acoger, nos dice. No endurezcáis el corazón. Creed en la bondad, creed en la belleza. También la noche está llena de luz. El corazón humano está lleno de dudas y de heridas, pero hay un bálsamo, y aun cuando no queden medicinas, puede quedar todavía una mirada, una palabra bondadosa. El mundo está lleno de inseguridad y de horrores, pero la paz del corazón es posible, la paz de la tierra es posible. Las religiones están llenas de opresión y perversiones, pero debería bastar la llamada del muecín o el eco de un salmo para convertirnos al Misterio que nos habita y regenera.
Hombres y dioses. Estos dos términos no designan seres distintos: seres humanos de la tierra por un lado, seres divinos o dioses celestes por otro. No. Todos los seres humanos guardan un misterio divino que están llamados a revelar y realizar. Ya lo dijo el Salmo bíblico, hablando de los hombres: “Sois dioses, hijos del Altísimo todos” (Sal 82,6). El monje que ora y cura, la muchacha que cuenta sus primeros amores, el musulmán que reza al Único Dios, el terrorista que empuña el arma, el soldado que mata… son hijas e hijos de Dios. Diré más: son Dios mismo, pues Dios habita y alienta en su corazón, aunque aún no sea en ellos enteramente Dios. Cuando una comunidad musulmana ora, celebra y canta – “somos orantes en medio de un pueblo de orantes”, solía decir Christian, el prior del monasterio–, entonces Dios ora, celebra y canta. Cuando unos monjes son secuestrados y asesinados, entonces Dios es secuestrado y asesinado. ¿Y qué nos curará, nos hará libres, nos hará dioses, sino la misericordia o la humanidad de Dios que se manifiesta en toda belleza y en toda bondad?
La belleza, la bondad, la humanidad no tienen dueños. Dios tampoco tiene dueño, pues se derrama y se regala en todos los seres, más allá de todos los esquemas y de todos los sistemas religiosos, dogmáticos o morales. Pienso por ello que nadie debiera utilizar esta película para defender su causa particular, especialmente religiosa. Creo que el Vaticano y nuestros obispos no debieran referirse a este hermoso film para decir: “¿Ya veis cómo tenemos razón? Esto es la Iglesia, esto es el cristianismo, esto es la verdad”. Ni para decir: “Sólo donde hay Dios puede haber humanidad y bondad”. ¡Oh, no! Creo que de la película de ningún modo se desprende ese mensaje confesional, ningún mensaje confesional. No en vano su director, Xavier Beauvais, es ateo; hizo la comunión contra su voluntad, y no ha bautizado a su hijo. “Mi problema –ha dicho en una entrevista– es que no veo la relación entre el cristianismo y el Vaticano”. Es ateo, pero (¡perdón!, este “pero” está absolutamente de sobra) es profundamente contemplativo. “Puedo estar cinco horas sin moverme ante un bello paisaje”. Es un ateo místico. No digan, pues, los obispos: “Donde no se cree en Dios, no hay humanidad ni bondad”. Y menos tomando pie de esta bella película, pues la película, sin estridencia ni agresividad, dice justo lo contrario: “Donde no hay bondad, no se cree en Dios”. Lo dice más bien en forma positiva: “Donde hay bondad, allí está Dios”. Ya lo dijo san Juan. Ya lo dijo Jesús.
Para orar. HE AQUÍ LA NOCHE
(Traducción del himno que cantan los monjes en la noche de Navidad)
He aquí la noche,
la inmensa noche del génesis,
en que no existe nada fuera del amor,
fuera del amor que se esboza:
separando la arena del agua,
Dios preparaba, como una cuna,
la tierra en la que había de aparecer.
He aquí la noche,
la dichosa noche de Palestina,
en que no existe nada fuera del Niño,
fuera del Niño de vida divina:
tomando carne en nuestra carne,
Dios transformaba todos nuestros desiertos
en tierra de primavera inmortal.
He aquí la noche,
la inmensa noche sobre la colina,
en que no existe nada fuera del Cuerpo,
fuera del Cuerpo perforado de espinas:
haciéndose crucificado,
Dios fecundaba como un jardín
la tierra en la que la muerte le plantaba.
He aquí la noche,
la inmensa noche que se alumbra,
en que no existe nada fuera de Jesús,
fuera de Jesús en quien todo culmina:
arrancándose de nuestras tumbas,
Dios conducía al nuevo día
la tierra en que había sido vencido.
He aquí la noche,
la larga noche en que caminamos,
en que no existe nada fuera de este lugar,
fuera de este lugar de esperanza en ruina:
quedándose en nuestras casas,
Dios preparaba como una zarza
la tierra a la que había de bajar el fuego.
(Letra de D. Rimaud, música de J. Akepsimas)
No sé si he perdido comba… Bueno, por una parte gracias, Carmen, creía que nadie lo iba a decir. Nunca se ve a los monjes orando con las mujeres del pueblo. La celebración de la circuncisión la hacen sólo hombres (el pueblo de orantes es un pueblo exclusivamente masculino)… El único monje que se relaciona con las mujeres es Luc, el médico. Luego está la chica joven que ayuda en la siembra, pero no se ve que hable con el monje joven con el que trabaja… vamos que hablar así de sincerarse sólo con Luc, de 82 años de edad. La única escena buena, (en cuanto a la cuestión de género) es cuando se les estropea el coche en mitad de la carretera y las mujeres que van andando les dicen cómo ponerlo en marcha…
Por otra parte, es imposible que un musulmán tome parte de un oficio católico a no ser que lo haga como expectador y aún y todo. Para empezar el profeta advirtió de lo nefasto del celibato, de lo innecesario de sacerdotes intermediarios, de lo aberrante de representar a Dios por medio de imágenes… ¿qué más queréis? Para ellos/as todo eso que a vosotros/as os emociona tanto puede resultar tan antirreligioso como para nosotros/as las/os prostitutas/os del templo.
😉
Faltamos más de la mitad de esos todos, pues Todas somos mayoría en Todo, en testimoniar, en ser silenciadas igualmente ha quedado más de la mitad…
Lástima que tan buena levadura se quede en gránulo sin disolverse para fermentar la masa, La sal queda en el salero o poco más y la luz soporta el celemín del monasterio.
Puede que LA PALABRA, en libro tan plateado no haya sido encontrada en la página donde se dice que dijo Jesús en oración al Padre: “-No te ruego que los saques del mundo, sino que los preserves del Malo” ( Ju. XVII,15)
¿Dónde queda el que sean TODOS UNO, si por lo menos, en testimonio, faltan la mitad que son TODAS?
Se incide mucho en la palabra amor. Me parece cuanto menos exagerado, no se en la versión española, en la francesa los diálogos denotan otras cosa. Los monjes viven una relación de amistad y de tolerancia reciproca con los habitantes de la población, estos les permiten vender su miel y asistir a sus actos, por ejemplo a una circuncisión, porque reciben de los monjes asistencia sanitaria y asistencial, ahora bien nunca asisten a sus actos litúrgicos, por lo tanto hay una relación de interés, tu me das yo te acepto o te tolero en mí comunidad. El deseo de varios de monjes, ante el peligro que se cierne, es largarse de allí, pero la responsabilidad de unos, la ancianidad y el no saber ya a donde ir de otros, convence a los demás, y la motivación religiosa evidentemente, es al final el pretexto para seguir en aquél lugar, la motivación para actuar contra toda racionalidad. Aceptar el destino que su Dios ha escogido para ellos, a pesar del lógico temor y las crisis de fe, pero imperan modelo de conducta a seguir que es únicamente su paz espiritual. Lo bueno de la película es que no es demagógica ni proselitista sino que tiene una contención ideológica. Como dicen algunos no aboga por la fe cristiana, entiende como destacable el valor de la tolerancia de iguales en un contexto de intolerancia.
La cena que aparece como la última que hacen es muy emotiva, al igual que la escena final en donde se ve a los monjes con sus secuestradores ascender por la montaña como mártires que ascienden al cielo, es un buen recurso cinematográfico que sensibiliza y emociona al espectador.
Estupendo artículo. Al punto. Magnífico. La película lo merece. Muchas gracias a Jose Arregui.
Para una persona, religiosa o no, choca la manera de dialogar entre ellos, compartir, disentir, la escucha, los silencios…Cuánto hacen falta en nuestra sociedad, en el trabajo, en la tele y radio, y sobre todo en familia. No hemos sido educados en el diálogo abierto a lo diferente, en ser reconocidos en nuestra particularidad y así mismo reconocérselo a los demás. La muerte del cisne no puede llegar a ser así, gozosamente compartida en lo que nos une y somos de fondo.
Guillermo, a tu comentario donde dices: “En este caso se pueden dar unos motivos que pertenecen a la experiencia vocacional y religiosa de los monjes, a ese compromiso personal de seguir el mensaje de Jesús de amor, no caritativo de amar al prójimo por amor a Dios, sino de amar al hermano para amar a Dios, y ese amor nos convierte en dioses” le daría a la realidad que quiere transmitirnos la película otra percepción.
Se ama al hermano porque dejamos que el amor sea a través nuestro, no hay protagonismo de ninguna clase, es lo que somos de fondo lo que actúa, se deja fluir lo que ya es en todo y en todos. La religión como creencia se superpone a la confianza de fondo que emana en uno y se reconoce en el otro, sin separaciones ni distancias. Amar en el servicio solidario, como dice Sarrionandia, de entrega desprendida y desapropiada, porque la persona siente en sus propias carnes el Amor, como Misterio insondable, para el creyente, pero íntimamente vivido en todo ser humano en interrelación con todo en la vida y con todos los demás.
Creo que siempre es pronto para tomar una decisión y aunar fuerzas en tales circunstancias. La respuesta es sabia, tomarse tiempo, no tanto cronológico, pienso, sino más bien de situarse en el no tiempo, en la aceptación y acogida de lo que es, en donde no existe el control y el saber humanos de a qué atenerse.
Cuando la jerarquía desaparece surge la verdadera común unión, en la que compartimos nuestra verdadera identidad.
Un fuerte abrazo
Sarrionaindia, ahí es donde yo haría un poco de crítica a la película. Que aquí parece que los monjes cristianos están haciendo caridad, que son de un bueno… que van ahí repartiendo las migajas de las sobras del primer mundo a esos pobres musulmanes que ya se sabe que los musulmanes no saben hacer las cosas bien y así están de pobres… Y ahí van los cristianos y se sienten super orgullosos de lo buenos buenísimos que son… cuando se nos tendría que caer la cara de vergüenza. Bueno, no es una crítica nueva y sin duda muchos la han expresado mejor y con mayor profundidad que yo.
Por lo que leo parece que el hecho de que los monjes oraran con la gente del pueblo fuera un acto heroico de generosidad… y yo pienso ¡qué menos! si no están dispuestos ni a eso, mejor que se queden en casa. Todo el trasfondo colonial… tanta injusticia y tanto machaque a esos pueblos… Pues eso, que está bien que haya misioneros que repartan nuestras zapatillas y camisas viejas, pero que personalmente prefiero un mundo donde eso no sea necesario, y por él trabajo. No puedo evitar pensar que la caridad sigue manteniendo la injusticia… en la medida en que la parchea.
Todavía no he visto la película… ¡estoy en ello!
Quiero agradecer el hermoso artículo de José Arregui; si nuestras miradas fueran como el relata el mensaje del film, sería suficiente, para que este mundo nuestro:
¡Caminara hacia un nuevo amanecer!
Donde el respeto de todo pensamiento, sería la mejor fórmula, para llegar (cuando los corazones, se sintieran en paz y no amenazados por nada ni nadie) a un mundo nuevo.
De momento estamos enredados en el tener, acumular, parecer ¿qué? subir, lucir…
Estamos adormilados por cantos baldíos que, endurecen el corazón, ofuscan la mente, nublan la mirada…
Aun así:
¡Siempre es tiempo de esperanza!
Cada día, van surgiendo más voces, animándonos a espabilar nuestros espíritus, a que nuestros ojos estén abiertos, capaces de ¡mirar y ver! y nuestros oídos, a escuchar con honradez cuanto sucede a nuestro lado desde:
¡Los gemidos de dolor, de quienes caminan despojados de todo derecho!
Gracias José Arregui, siempre caminando hacia adelante, sin mirar atrás, y libre de temor.
mª pilar
Maria Luisa, me ha gustado mucho tu comentario.
Hay una cuestión importante por la que el superior, Christian, consigue sacar lo mejor del islamista en esa noche de navidad tan llena de simbolismo cristiano, cuando consigue salvar las vidas en peligro de sus compañeros. Recita una aleya del Corán, esa es la clave, el reconocimiento de la verdad del otro, hablarle en el idioma en que él pueda entender, viendo en él un ser humano, un creyente. Era la aleya 82 del sura V donde dice:
(82)… y hallarás sin duda que las gentes más próximas en afecto a los que creen [en esta escritura divina] son los que dicen: “En verdad, somos cristianos”: porque entre ellos hay sacerdotes y monjes que no son arrogantes.
Hasta ahí lo que recita Christian, y aquí lo que sabe continuar el islamista:
(83) Pues, cuando llegan a entender lo que se ha hecho descender sobre este Enviado (Mohammad), puedes ver como sus ojos se llenan de lágrimas porque reconocen algo de su verdad; [y] dicen: “¡Oh Sustentador nuestro! Creemos; inscríbenos, pues, entre los que dan testimonio de la verdad.
Si a eso unimos las palabras finales de Christian en su carta… pues cómo decir… que no es extraño que no se les ocurriera consultar con otra instancia superior que la más elevada. Me pareció todo un despliegue de sabiduría cuando el prior, siguiendo la sutil sugerencia del más anciano, reconoce que aún es pronto para tomar una decisión. Sin duda no lo era para él, pero a través de la oración llegan a estar todos a una, de verdad que esta es seguramente una de las más importantes enseñanzas de las muchas de esta película.
M. Luisa estoy totalmente de acuerdo contigo, es el amor el que protagoniza esta historia real. En mi comentario han anterior quería reflejar precisamente este núcleo central de la película, las motivaciones pueden ser diferentes, pero el hecho es que todos llevamos dentro esa capacidad de amar, al margen de los credos y de las ideas que se tengan. En este caso se pueden dar unos motivos que pertenecen a la experiencia vocacional y religiosa de los monjes, a ese compromiso personal de seguir el mensaje de Jesús de amor, no caritativo de amar al prójimo por amor a Dios, sino de amar al hermano para amar a Dios, y ese amor nos convierte en dioses.
Un abrazo.
Comparto los elogios. Pero, ojo!
Ya la palabra caridad fué laicizada por amor. Sin enbargo, para evitar malentendidos, hablemos de servicio solidario… sin exclusivismoa ni inclusivismos.
He disfrutado con la película y la recomiendo. En primer lugar por su modo de reflejar un problema de conciencia que afecta a todos pero que quieren resolver de modo personal, sin apelación a instancias superiores como pudiera ser la Orden trapense o la ICAR. Cada cual se enfrenta a sus propias convicciones y la película muestra cómo evolucionan ante ellas.
En segundo lugar, la interpretación creíble y extraordinaria de los siete-ocho monjes.
La presencia y actividades desinteresadas de la comunidad trapense en medio y favor de una cultura y religión diferentes, que conocen y en las que participan activamente sin cuestionarlas , son ejemplo de respeto y tolerancia ante el diferente, a la vez que una muestra de los valores evangélicos por los que viven.
Así, entrega a los más necesitados, el amor incluso al enemigo, la defensa de la dignidad personal de todos… y todo ello mediante la toma democrática de decisiones.
Brillante la escena del vino en común a modo de “última cena” con que celebran haber llegado a una decisión unánime a pesar del peligro, con “El lago de los cisnes” de Tchaikovski como fondo.
Hubiera sido útil la traducción de la letra de los cantos, que les sirve de alimento en su discernimiento y lucha.
Yo también vi la película hace muy poco. Mi hija me llevó, pues ella ya la había visto y le impresionó tanto que tenía mucho interés en que la viera. Realmente es preciosa pero su fondo, como ya nos advierte Arregi, nos ha de llevar a un rechazo absoluto de toda apropiación del amor y de la bondad que respira en su entramado para precisamente no decantarlo en un particular esquema religioso. Por ejemplo estoy de acuerdo con Guillermo al expresar lo que para él significó la película, sin embargo y considerándolo una bellísima persona por cuanto reflejan sus comentarios, hay un punto en éste que parece de poca importancia pero es clave para entender lo que dice Arregi, “Pienso por ello que nadie debiera utilizar esta película para defender su causa particular, especialmente religiosa. Creo que el Vaticano y nuestros obispos no debieran referirse a este hermoso film para decir: “¿Ya veis cómo tenemos razón? Esto es la Iglesia, esto es el cristianismo, esto es la verdad”. Este, pienso, debió ser el sentido interpretativo que le dio mi hija, y también pienso el que asoma en el comentario del amigo Guillermo, interpretaciones de las que, por supuesto, discrepo totalmente.
A ver si me explico con brevedad.
Lo real del evangelio es el amor, y es lo que viven los monjes y lo que viven también las personas que comparten el mismo sentimiento, aparte de si es o no es evangélico. Incluso lo viven en gestos los mismos terroristas cuando de él participan momentáneamente. De ahí que lo que menos importa sea el amor como mandato evangélico y como mandato religioso inscrito en cualquiera de las diferentes culturas. Así es cuando el amor lo reducimos a una mera relación jerárquica cuando es ante todo y primordialmente un encuentro entre personas.
El amor no es relación sino respectividad personal. Lo paradoxal de todo ello, es que, sin duda, aquellos monjes lo que les motivó fue la vocación religiosa pero luego metidos en el meollo lo que les pudo fue el amor.
Un cordial saludo
Des hommes et des dieux = hombres y dioses… si hipotéticamente tuviéramos un verbo elíptico, por ej. “On discute” des hommes… sí que estaría bien la traducción De hombres y dioses.
La que no tiene por donde agarrar en este contexto es la traducción inglesa: Of Gods and men = De Dioses y hombres.
Para empezar porque cambia el orden original hombres-dioses. Y, por otra, porque la diferencia es mayúscula en este caso. El salmo al que hace referencia al principio de la película dice dioses (con minúscula) y es que bíblicamente hablando Dios sólo hay uno…
Yo dije que vosotros sois dioses;
que todos sois hijos del Altísimo.
Sin embargo, moriréis como todo hombre,
¡caeréis como cualquier tirano! (Sal 82:6,7)
Es precisamente el texto que utilizó Jesús para defenderse de sus detractores:
Los judíos le contestaron:
–No vamos a apedrearte por ninguna cosa buena que hayas hecho, sino porque tus palabras son una ofensa contra Dios. Tú, que no eres más que un hombre, te haces Dios a ti mismo.
Jesús les respondió:
–En vuestra ley está escrito: ‘Yo dije que sois dioses.’ Sabemos que no se puede negar lo que dice la Escritura, y Dios llamó dioses a aquellas personas a quienes dirigió su mensaje. Y si Dios me apartó a mí y me envió al mundo, ¿cómo podéis decir que le he ofendido por haber dicho que soy Hijo de Dios? Si no hago las obras que hace mi Padre, no me creáis.
Texto que me recuerda aquel otro de los Cuatro Valles de Bahá’u’lláh:
Aquí el asombro es muy preciado y la más completa pobreza es esencial. Por lo cual se ha dicho: «La pobreza es Mi orgullo». Y nuevamente: «Bajo la cúpula de gloria Dios tiene un pueblo que Él oculta bajo la vestidura de una radiante pobreza». Éstos son aquellos que ven con sus ojos, y oyen con sus oídos, como está escrito en una tradición muy conocida.
Respecto a este reino, hay más de una tradición y más de un verso de relevancia amplia o especial, pero dos de ellos serán suficientes para iluminar la mente y el corazón de los hombres.
Ésta es Su primera declaración: «¡Oh Mi Siervo! Obedéceme y haré que seas como Yo mismo. Digo “Sea” y es, y tú dirás “Sea”’ y será!».
http://bahairesearch.com/spanish/Bahai/Baha%27u%27llah/Los_Siete_Valles_y_Los_Cuatro_Valles.aspx
🙂
Están proyectando la película aquí en Donosti hasta el día 10. Pienso que también estará en otras localidades. Ojalá la podamos ver y comentar… Para mi gusto algunas parte son demasiado lentas, pero tiene muchísima miga… Concretamente me encantó el artículo sobre la debilidad humana que se leía en el refectorio, las reflexiones sobre el martirio… es una de esas películas para tenerlas en DVD e irlas oyendo poco a poco. Un puntito etnocéntrica… pero en general bastante buena.
Un abrazo
Estoy de acuerdo con el autor del artículo. La película desprende humanidad. Recordando un hecho que finalmente fue violento trasmite una paz inusitada. Deja un poso interior que nos hace ver que sí existe la posibilidad de convivir personas con diferente credo, cultura y pensamiento, porque Dios está en el corazón de todos. Unos monjes que viven su vocación religiosa y cumplen, con sus vidas, el mandamiento Evangélico de amar a sus hermanos, a aquél pueblo que se concentró al rededor de la Abadía, que sin dejar de ser musulmán, veía en los monjes a unos amigos a quienes acudir en caso de necesidad, “las ramas en donde posarse” como se dice en la película. También refleja muy bien los sentimientos encontrados, huir ante el peligro o quedarse y seguir viviendo la vida que has o te han elegido, ahí creo que las motivaciones religiosas sí que son protagonistas.
Película para disfrutar de buen cine, película para meditar y para, en estos tiempos en donde pocos ejemplos vemos similares, reconciliarnos con nuestro genero humano.
Un abrazo.
Film hermoso. Impactante. No es preciso añadir más a lo que ha escrito Arregui. En Francia más de tres milloren de espectadores en poos meses. Es para todos. Quien quiera saber alguna cosa más, ya hubo en el 2006 (décimo aniversario) otro film como documental. Lo encontraréis en http://www.letestamentdetibhirirne.com
I el prior había sido salvado por un argelino, el cual lo fusilaron posteriormente por eso. Y eso quedó en el prior…
El amor y la confianza en la vida no quita los miedos y dudas que comporta. Y es “trans-cender”…y poder decir “los hermanos de las montanas y los de la llanura”.
Me alegro de que el cine vuelva a visitar ATRIO y además “de la mano” de José Arregui y trayéndonos una película de que que pude leer varios comentarios elogiosos como el de Josemi, aunque no la he visto hasta ahora.
Iré a verla en cuanto pueda.
En un anterior post deje información sobre la película, yo la ví en Francia, y debo de afirmar lo que dice Arregui, desde mi punto de vista de no creyente, que admira a quién desde la libertad es fiel a sus ideas, a sus amigos y así mismo.
Josemi
20-Enero-2011 – 1:40 am
No he visto la película, sí hay otro film que me parece interesante, y más en este foro, que se estrenó hace tiempo en Francia con gran éxito pues alcanzó el premio del jurado en el festival de Cannes, y que creo que se estrena ahora en España, compite también para el Oscar.
http://blogs.periodistadigital.com/cine-espiritual.php/2011/01/16/de-dioses-y-hombres-memoria-y-herencia-i