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Pastores de olivos

Benjamín se califica a sí mismo de “memorialista”. Légaut decía que el verdadero trabajo espiritual consiste en “hacer memoria” reconduciendo todo a la unidad de sentido. Pero Benjamin, que nos contó cosas de cuando trabajaba en Astilleros de Valencia, está explorando ahora nuevas experiencias y memorias de otros. ¡Bravo!

 

“Tiene el pueblo siete llaves para siete puertas. Son siete puertas al Campo, las siete abiertas”  Lope Robledo (Segovia, 1812-Sepúlveda, 1860)

Tañe la campana del reloj del campanario pregonando la hora de un nuevo día. Los olivos esperan desde los bancales y los llanos a sus pastores, que llegan para ordeñar el fruto de sus ramas, su generosa cosecha.

 Este año he podido compartir de nuevo la Campaña de la Aceituna en la Sierra de Espadán, en Algimia de Almonacid, Castellón. La experiencia de haber vivido ya su transcurrir en la anterior campaña, me ha concedido esta vez vivir con mayor intensidad su proceso. Esta ventaja, me ha permitido captar con mayor precisión en este ocasional aprendizaje de jornalero del Olivo, en las cinco semanas que he pasado entre ellos y con la gente de nuestro campo. Estos agricultores que he conocido por varios pueblos y tienen rostro y nombre. A pesar de las dificultades por las que atraviesan, mantienen prendida la Llama de La Esperanza con el compromiso de hacerles frente, aunque esa llama, irremediablemente, esté amenazada y condenada por el abandono y la indiferencia de hombres y mujeres que nada tienen que ver ni con sus vidas, ni con la tierra que trabajan con mucho esfuerzo. Personas que no han pisado nunca esos lugares donde nacen y se crían generosamente los alimentos que todos necesitamos.

Cuando conocí a la familia amiga de Algimia de Almonacid que me abrió hace un año su casa (gracias Victoria y Rafael) y sus corazones. Que me enseñaron desde “dentro” la realidad del campo que nunca nos dio la espalda. Fuimos nosotros los que nos alejamos de él buscando una prosperidad que ya la teníamos ante nosotros, para irnos a las ciudades a competir por un trabajo, un piso-enjambre y una plaza de garaje; entre una multitud desconocida y triste que camina ligera y abstraída mirando sin ver. Este año fui acogido, con su sincera amistad y hospitalidad, por Vicenta, José y Manuel, que representan a ese pasado que con mucho trabajo pensó en su porvenir y aseguraron con sacrificio, entrega, que su descendencia pudiera alcanzar una vida más grata y feliz que la que a ellos les tocó vivir. La hija de Vicenta y José, Encarna, con su marido Vicent, son el presente. Y su hijo, el joven Iván, nuestro incierto futuro. Cuando me propusieron volver, retroceder en este huir hacia adelante que voluntariamente nos arrastra y nos lleva a Déborah, mi compañera, amiga y a mí por los pueblos de las sierras valencianas buscando experiencias y respuestas para nuestras innumerables dudas. Compartiendo inquietudes y anhelos. Pensé que sería oportuno y acertado reflexionar profundamente, de cerca, con las tres realidades del campo a través de ellos, de sus vidas, pues son sin duda alguna, su pasado, su presente y nuestro futuro. Fue entonces, cuando decidí retroceder en solitario nuestro improvisado, pero objetivo camino, para corresponderles por su alentadora generosidad.

 

 EL OLIVO SERRANO

 Tu Sombra de Luz es testigo del Tiempo en las altas llanuras de los bancales. La sierra que te cobija y las manos que te protegen, ordeñan las ubres de tus ramas esenciales; donde brota la Esperanza y es regada por el sudor y la entrega solemne de la voluntad humilde. 

(Benjamín Lajo Cosido. Al Olivo Serrano de la Sierra de Espadán)

 LAS ENSEÑANZAS DE VICENT

 Mientras poda las ramas que han dado su fruto y respeta las vacías de aceitunas que son promesa de su generosidad para la próxima campaña, Vicent Navarro de Aín me explica que la poda debe tener un fin y es el de favorecer la producción y facilitar su recolección. Antaño el sistema era más rudimentario y no se daba la atención necesaria a la poda, ayudando con ella al crecimiento del árbol en altura; con lo que la recolección era más difícil y dejaba en el árbol madera “inútil”. Recordé, cuando me comentó este dato, al botánico Cavanilles quien hace doscientos años recorrió los pueblos de Valencia y en sus crónicas observó este detalle para emplear esta palabra. “Mucha madera inútil” refiriéndose a la poda que se hacía antaño en huertas como la de Chulilla por los agricultores. Según Vicent, ahora se es más meticuloso en esta materia y se busca en la poda que el Olivo crezca a lo ancho, dejándole a una altura adecuada para que las máquinas vibradoras trabajen con facilidad y lleguen a todas las ramas principales con el fin de cosechar cómodamente y con rapidez su fruto. Los mayores, El Tío José y el Tío Manuel, siempre llevan en los capazos sus serruchos curvos para podar algún que otro brote borde (en Algimia lo llaman, Rijo) que me ilustra de la forma de poda que se ejercía sin los medios mecánicos con los que hoy se cuenta. El Rijo o brote borde, es una rama vertical que crece en el interior del árbol. Es conveniente podarlos para dar ventilación al Olivo despejando con la poda estas ramas que crean espesura en su centro. Para dar una visión enfocada a la poda, ésta debe realizarse antes de desprender la aceituna del Olivo. Vicent, con su pequeña y manejable moto sierra, esculpe los olivos como lo hace un escultor con su arcilla, su piedra o su metal; y cuando han sido vaciados de ramas y fruto, es admirable contemplar el resultado que se obtiene tras una poda acorde, realizada con verdadera maestría.

La Campaña del Olivo junto a mis amigos de Algimia de Almonacid me ha aleccionado hasta el punto de que ya no miraré a los árboles como lo he hecho hasta ahora. Me ha enseñado a sentir sus latidos, sus posibilidades para hacerlo más fecundo; ya que aunque la forma de poda y sus propósitos varían según la especie del vegetal, del árbol. Su función, su finalidad, es la de favorecer con la poda, un mayor y mejor resultado de la cosecha.

A su lado he podido dar respuestas a las dudas de un pagano del campo que ha vivido en la ciudad e ignoraba la avalancha de sensaciones que te acerca El Campo si aprendes a escucharle. Estos hombres y mujeres que huelen a Tierra, sufren, a mi entender, el desgaste que les ocasiona tener que hacer sumas de restas en las inversiones a las que deben hacer frente para que todo fluya. Soportar una Ley de Mercado injusta que asfixia su esperanza cuando ven que sus productos llegan hasta el consumidor con su precio hasta cuatro veces encarecido de su precio de origen de forma especulativa por los gestores del sudor ajeno. Esta es una opinión personal basada en hechos que no se justifican, ni con gastos de transporte, ni con beneficios comerciales. Justo es que quien trabaja y dedica su esfuerzo a la tierra hasta conseguir las cosechas sea quien mayor parte del beneficio reciba. No es sostenible que suban cada temporada los productos necesarios para su mantenimiento como abonos, tratamientos, riegos, etc. Y se mantengan o devalúen los precios de origen del cultivo o la crianza.

Una de los momentos que más he disfrutado junto a Vicent Navarro, el presente, con el que he convivido un mes y unos días, ha sido la Historia Oral que generosamente me ha brindado al rememorar las historias familiares a través de los campos de olivos por los que íbamos trabajando. Su Historia. La de sus antepasados, que mientras desramábamos la aceituna con nuestros bastones se comentaban en grupo y cada uno aportaba sus recuerdos o sus opiniones. En muchos de esos momentos sentía (como soñador que soy) las voces de otros que anduvieron por allí como estábamos haciendo nosotros en ese instante. Entre olivos…

  

“¡Olivares y olivares prendidos cual bordados alamares!”

(Antonio Machado)

 La señora Vicenta

Con sus ocho décadas y algún año más, la señora Vicenta, matriarca de este grupo familiar en el que me he sentido felizmente integrado, ha sido con su aportación intendente la que silenciosamente, sin hacer ruido, ha ido facilitándonos a todos desde el hogar que no nos faltase la ropa limpia y seca durante toda la campaña. Las compras en la tienda. Ella sabe, pues ha vivido tiempos mucho más duros y sacrificados que los nuestros en el campo, lo importante que es tras la jornada de trabajo asearse y cambiar esa ropa impregnada de tierra, sudor y aceite. Una de esas mañanas del final del otoño y el inicio del invierno, en un campo cercano al pueblo, vino paseando a coser unos agujeros de las mallas. Al inmortalizarla Iván con su cámara mientras las cosía pensé en la similitud de aquella escena, la misma, que se puede contemplar en los muelles de los puertos de los pescadores. Y así los veo en el recuerdo. Como a pescadores de Tierra…

José y Vicenta son la muestra de un amor que ya ha pasado el medio siglo. Ellos y el Tío Manuel, al que admiro desde todos los ángulos posibles, son el legado de un trabajo que tiene que devolvernos la esperanza hacia el futuro. El Campo es la alternativa que ahora más que nunca debemos dinamizar, recuperar del injusto ostracismo en el que actualmente vive. Tenemos que darle la cara de nuevo y ver, en su inmensa grandeza, que podemos servirnos de los recursos necesarios, que ya urge potenciar, para sacarnos de esta crisis en la que ya nadie ve su final ni sabe pronosticar su magnitud.

 

REFLEXIONES DE UN INQUIETO

 No puedo evitar (ni quiero) reflexionar sobre lo vivido que me ha aportado esta experiencia y que me ha esclarecido muchos interrogantes que voy a ir desgranando para que el lector sea el último en sacar de todo ello su propia conclusión, como no debe ser de otro modo.

Nuestro Sector del Campo, el Agrícola y el Ganadero, están siendo desde hace años acosados por las normas europeas que regulan las producciones de los Estados miembros. Nos convencieron que esa unión económica, la del Euro, iba a ser la panacea de una vertiginosa prosperidad y desarrollo. Comenzaron acercándonos ayudas (las acercan) que permiten cubrir en parte las necesidades para alcanzar tal bonanza. Pocas décadas después, una crisis mundial hace temblar las bolsas internacionales. Hubo países como Noruega que no vieron claro eso de la Unión Europea, y personalmente creo, que sus salmones y sus productos, su riqueza natural, lo agradeció. Por allí soplan otros vientos.

Es difícil entender como años de alianza europea han sido peor para unos que para otros. Los salarios mínimos de franceses e ingleses, por citar de memoria los que sé que son seguros, tienen el doble del salario mínimo que los españoles. Los Derechos Sociales entre los pueblos que la componen son superiores a los que aquí se tienen y aún nos dicen que tenemos para rato de austeridad y que las jubilaciones son un lastre que se tiene que reformar con más años de cotización. Aquí, no se lucha contra esta medida impuesta de jubilarse a los 67 años. Allí se niegan y protestan para que no se incremente de los 60 a los 62 ¿No es esta una diferencia que confirma una desigualdad que no tiene más explicación que la de la arrolladora razón? Es posible que alguien, un día, un año o un siglo de estos se atreva a plantear que pertenecer a la Unión Europea ha sido y es un error. Que ha dilapidado nuestros recursos para que los países con más poder económico puedan seguir ordeñando nuestras ubres en beneficio propio. Estoy convencido que recuperar nuestro calendario, con paciencia; de que si miramos de nuevo nuestro entorno con los ojos de la sinceridad heredada por nuestros antepasados, podemos ser lo suficientemente capaces de salir de esta ruina social a la que fuimos arrojados sin prever las consecuencias en las que ahora nos vemos. En el Campo caben todos. Y cuando digo todos, me refiero a esos emigrantes que están ayudando, y mucho, en su rehabilitación; que cuidan a nuestros mayores (se ve que hemos olvidado cómo se hace) con los que he tenido el privilegio de compartir codo con codo la descarga de cajones de aceitunas en la Almazara. Y sin embargo, nuestra gratitud social (sobre todo en las ciudades) es la del desprecio y la desconfianza. Es necesario reconocer a estos hombres y mujeres que vienen a darnos lo mejor que tienen. Que cubren nuestras necesidades y limpian nuestros hogares sin que se les reconozca como a las personas que son. Debemos ser justos y no caer en la fácil costumbre de cebarnos con el indefenso cuando oímos una tragedia y se la adjudicamos a todo un colectivo que nada tiene que ver con hechos aislados que puede protagonizar cualquiera, español o no.

He sido testigo de muchos campos abandonados durante estos días de espléndida campaña llenos de excelentes aceitunas. No dejaba de preguntarme sobre si algún colectivo de parados del campo pudiera tener la posibilidad de hablar con los propietarios para recuperarlos a cambio de la cosecha. Limpieza y poda de mantenimiento recompensado por la obtención del fruto. Muchos de nuestros mayores, al morir, por estar solos o porque no hay una continuidad en la labor de trabajarlos, los dejan perder. Aquel pensamiento me convenció de que es el campo la alternativa más firme que en estos momentos se debe abordar. Que siempre fue y es un laboratorio de ideas. Siempre he escuchado a mujeres y hombres mayores decir que la tierra nunca falla. Un año más o menos generoso, pero siempre hace acto de presencia. Como el Olivo. Que un año trabaja y otro descansa, que dicen por Espadán. Aunque algunos, por su ubicación y las horas de sol son poco irregulares y cada año dan fruto.

He sido jornalero ocasional, y no veo más fronteras y desafíos que los que el horizonte me muestra, que me ha nutrido la sencillez de todos los que he conocido con su propia grandeza. En mi corazón están cincelados los destellos de muchos gestos, rostros, miradas. Todos ellos dejaron en esta campaña de la aceituna, en la Sierra de Espadán, en Algimia de Almonacid, Castellón, una huella imborrable que me acompañará hasta la Nada o hasta la Eternidad. Mis amigos me preguntan si volveré el año que viene y, aunque sería una buena señal poder hacerlo, hace tiempo que, como me dice una amiga, no conviene ponerle agenda a la vida. Y más cuando la vida es en sí una permanente interrogación.

 Benjamín Lajo Cosido  (Memorialista)

8 comentarios

  • Benjamín Lajo Cosido

    Estimado Luciano, yo tampoco te conozco, pero te intuyo. Gracias por leerme en ese silencio que te parece que no llega. Te aseguro que de alguna forma, tal vez cuando me decido a lanzarme a la piscina; en un momento de arrebato, de necesidad imperiosa, en el que escribo lo que siento o vivo, sé que alguien como tú has expresado, me alienta desde algún lugar. Con ese silencio que responde a mis palabras. Me suelo preguntar qué es lo que me empuja a visibilizar mi interior. A escrudiñar en los rincones del corazón y la mente; la´de otros. Te aseguro, amigo, que no lo tengo claro. Hace tiempo que no aspiro a otra cosa que a seguir respirando  por muy espeso que sea el aire que me envuelve. A tragarlo si es preciso como algo sólido. Y también te digo que con ello limpio, como mis gatos, con esmero, la pobredumbre que se pega a ese órgano que tenemos, que late, y lo hace funcionar (o estropear) todo a diario. Si he consguido despertar alguna emoción. Si te he aportado algo con lo que narro, entonces, soy feliz por mi osadía. Por otro parte, te diré que cada vez me convezco más de que los hechos son incontestables (abiertos por supuesto a otra interpretación) pero son los que todos necesitamos como algo real que puede acercarnos incluso el sueño. Las palabras deben secundarlos, a mi humilde entender, pues es fácil olvidarlas. Hay que dejar que hablen Ellos y el Silencio antes de pronunciarlas.

    Hasta siempre. Un abrazo.

  • Luciano Vazquez

    Benjamin no te conozco, pero te leo.
    Ya te lei cuando nos pusistes al corriente de tus vivencias en tu anterior escrito y al igual que en éste, tú sentir y tus vivencias quedarón plenemente integradas en tú escrito.
    ¿Quién soy yo para decirte nada?, simplemente agradecerte que nos traigas tus diarias verdades, simples,pero hermosas al alcance de unos hombres y mujeres de ciudad, que pierden la perspectiva de la tierra.
    Estoy seguro que muchos te han leido,pero ¿ qué te van a decir?, si narras tu vida y tus vivencias son ellas las que hablan por tí.
    No hay lugar para filosofar, ni arremeter, hay pensamientos de hombre de vivencias de personas, ¿Acaso alguién podrá mostrarse en desacuerdo?. Por todo ello el hecho de que haya estos pequeños comentarios, no tiene que significar que no leemos lo que nos dices, sino que no podemos rebatirte, ni decirte nada en contra, ni a favor, pero eso no significa que el silencio, no quiera reconocer tu compartir con todos tus vivencias.
    Paz para todos

  • Benjamín Lajo Cosido

    Un abrazo, Héctor. Un saludo, señor Cardaso. ¿Sabe quien puso en manos de los italianos nuestro aceite y de ser el primer productor mundial pasó a ser cuarto o quinto? El señor X…También estoy de acuerdo y recomiendo a los amigos que vamos encontrando en nuestro camino por los pueblos, que la Azada y el Ordenador son dos herramientas necesarias hoy en día para comunicarse (hemos hecho y hacemos varios voluntariados al respecto (Fundación Cibervoluntarios) y saltarse a tanto “mandrango” (vago en valenciano) que vive holgadamente sin remangarse ni saber lo que cuesta al productor su mercancia. Dijo Celaya, “que la Poesía es un arma cargada de futuro”. Pero eso lo saben los que prefieren aquello que no se cuenta, que no se pesa y que no se mide. Aunque, como dice la letra de un grupo de mis tiempos mozos, Golpes Bajos, son  “Malos tiempos para la lírica”. ..

  • h.cadarso

       Poesías aparte, que también de ellas vive el hombre y alimentan una barbaridad, vale la pena hojear las páginas color chocolate de El País del domingo pasado en las que se habla de cómo el sector alimentario de España está consiguiendo grandes éxitos en los mercados internacionales, y especialmente el aceite, mercado  que hasta ahora controlaban empresas italianas, está cambiando y pasando a manos españolas, y con razón, puesto que somos el primer país productor de aceite.
      El mismo El País reconoce que la biomasa, o la recogida de matorrales y de material orgánico, podría servir para limpiar los montes, que buene falta hace, y para producir energía con un mínimo de contaminación y con un ahorro muy importante en divisas.
      Es importante conservar todo lo que nuestro sector rural tiene de poético y romántico y socialmente válido; pero para ello hay que pensar en mejorar nuestras redes comerciales, nuestra tecnología. Digo yo…

  • Héctor Rodríguez Fariña

    Gracias Benjamín por acercarnos una vez más al drama del campo:  agricultura hundida porque no encaja bien en el programa de los mercados.  Sustituida  por el crecimiento de las ciudades, la atracción y fascinación de los centros donde abunda el dinero, el empleo fácil.  No podemos menos que seguirte paso a paso por la de Sierra de Espadán compartiendo contigo la angustia de los que quieren seguir a toda costa defendiendo sus olivos.

    Tú nos ofreces lo que has vivido con esa buena gente y nos invitas a extender la mirada por horizontes lejanos donde el drama es vivido a diario por millones de campesinos a los largo de todo el planeta. Hay algo que los une a todos. Los mercados son implacables y arrasan el mundo entero sembrando hambre y muerte.
    Prefieren que no se hable de ello… Bueno, no es que les importe mucho. Lo tienen todo bien controlado. Han sabido penetrar en nuestras conciencias con un determinismo que aterra. 

    Marx lo descubrió hace más de 150 años. Aunque muchos  piensen que el tiempo de Marx ya pasó y que la historia se ha encargado de sepultarle como un gran filósofo del siglo XIX, no cabe duda que el siglo XXI volverá a ser el siglo de Marx.

    No es una exageración.  Se trata de que “la mano oculta”,  que según él lo gobierna todo,  es la misma mentalidad que fluye de las fuerzas desarrolladas por la explotación de los obreros, de la concentración de la economía en poquísimas manos y de la especulación como una fuente de riqueza. 

    Hay que resucitar  a Marx, a darle su puesto en la sociedad actual.  Los mercados le han asesinado con una droga especial, el silencio. Antes le habían desprestigiado con calumnias de todas clases. Le acusaban de ser la causa de todo los conflictos sociales. El determinismo histórico que se le atribuye fue fruto de aquel revisionismo.  Los documentos encontrados en 1932  testifican que  ese determinismo  no es más que la fuerza oculta de los mercados que paralizan nuestras mentes cuando nos dejamos convertir en  sus esclavos.
     
    Pío XI se unió al enterramiento de Marx citando la condenación que ya había hecho León XIII cuarenta años antes:   “el  derecho de propiedad contra los errores de los socialistas de su tiempo, demuestra que la supresión de la propiedad privada, lejos de redundar en beneficio de la clase trabajadora, constituiría su más completa ruina contra los proletarios, lo que constituye la más atroz de las injusticias”.

    El siglo XXI ha empezado como terminó el XX: mostrando a quien quiera mirar sin prejuicios que la realidad se parece cada vez más a la que Marx contemplaba al desarrollar su labor de teórico y de revolucionario.

    Nuestra apasible convivnevcia con los mercados y sus leyes nos hacen ver todo con ‘normalidad’ como si lo que ocurre con los olivos de la Sierra de Espaldán fuera un fenómeno invevitable y como si nuestra capacidad de cambiar esa mentalidad y proponernos una sociedad alternativa fuera algo imposible.
     
    Jesús de Nazareth nos invitó a extender la mano y hacer el milagro. El hombre de la mano seca (Marcos 3: 1-7) tenía su mente atrofiada por la ley y  la sumisión a la autoridad del templo. Si tenemos la certeza que Jesus exigió  a quel hombre todo puede cambiar.

    No te canses Benjamín de seguirnos despertando cuando nos ves dormidos. Un abrazo Héctor

  • Benjamín Lajo Cosido

    Gracias a vosotros, Asun, Gabriel, Antonio… por haberme hecho llegar vuestro sentimiento, vuestra poesía. Esa que nos toma y nos abandona. La que no deja dominar a la mente porque es el corazón quien la dibuja, quien la pinta sobre un lienzo de comprensión compartida. La que no necesita traducción porque su lenguaje es universal y no conoce fronteras; ni océanos imposibles de cruzar hasta tu orilla.

    Por vosotros vale la pena dejarse un poco de vida. Es más la vida que me ofrecéis que la que doy. Feliz año, majos.

  • Asun

    Muchas gracias, Benjamín. He estado allí contigo.
     
    He podido imaginar tus jornadas, la luz de la Sierra, descubrir contigo toda esa riqueza abandonada y maltratada por no ser reconocida justamente, en todo su valor. Vida que se regenera casi con mirarla, agradecida siempre (en su desorden sabio) y muy trabajada. Las gentes rozándose en su sencillez sin envolturas. Los inmigrantes con nombres, ilusiones, muy dispuestos, enraizando.
     
    Y la aceituna, bendita sea, machacada, cortada y macerada. En cuántos paladares se han degustado su rica esencia. Humores que han cambiado al des-hacerse entera de su hueso, compartirse en conversación con ella. Tintineo sordo del olivo, diminuta enlutada y tierna.
     
    “no conviene ponerle agenda a la vida” Me gusta, Benjamín. Es una sabia actitud del que se sabe en relación con la naturaleza, del que suda con la tierra y se sabe sostenido por ella: Lo hemos olvidado, ingratamente.
     
    La vida en el ahora no se instala en el tiempo del reloj, su control nos es desconocido, pero todo en ella ya es, nada falta, nada sobra en su  atrayente yendo todavía….
     
    Un abrazo.

  • Gabriel Sánchez

    Entrañable relato, que apunta a tomar conciencia de que el Sudor y la explotación de los que trabajan y producen…nos hermana…a traves de tantos y tantos agricultores que luchan hoy con los ordenamientos y norma del poder…que intenta aplastar, a esta forma de producir…tan humana y entrañable…que vincula a la tierra y al hombre, creando una cultura que podriamos llamar campesina…aceitunera en este caso…el poder que pretende regimentar…disciplinar y robotizar… va tratando de aplastar a esta forma de producir, de vincularse y de ser…que es la cultura de la tierra…Benjamin…desde el otro lado del charco un abrazo…a ti y a esa comunidad de aceituneros (dicen algunos viejos de mi familia, que nuestros ancestros eran de Jaen) y si me permites…Benjamin, me esta sonando cierta tonadilla de un tal Hernandez…Con su entrañable y militante mensaje…http://www.youtube.com/watch?v=QxeFEBSAOUs

      Un abrazo desde el otro lado del Charco.- Gabriel