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Alí Babá y los cuarenta mercados

  Uno sabe que es bastante lego e ignorante en estos asuntos. Precisamente por eso le cuesta más de entender cómo, hasta el día en que escribo esto, la ministra de Hacienda y el presidente del gobierno afirman con tanta seguridad e ingenuidad que España no corre peligro tras el batacazo irlandés: “España no es Irlanda y nuestra economía está bien asentada”. Concedo, que dirían los escolásticos. Pero quien argumenta así no parece darse cuenta de que no estamos luchando contra fenómenos naturales, como las sacudidas de la placas tectónicas, ante las cuales basta con tener edificios levantados contra terremotos. Estamos luchando contra ataques más o menos planificados de misiles y otras “armas de destrucción económica” ante las cuales poco importa si nuestros edificios están bien asentados.

Quizá no se den cuenta de eso porque creen en el significado de las palabras y no saben que la economía y la política viven de un doble lenguaje que urge desenmascarar. Oímos decir, por ejemplo, que “los mercados están agitados”, como si se tratara de meras fuerzas naturales como las que mueven el mar. Esto se dice cuando actúan los mercados. En cambio, cuando actúan los políticos se dice que ”los mercados son muy sensibles”: ahora como si se tratara de personas de finura extrema que pueden llevarse un gran disgusto o contraer una enfermedad grave si los poderes públicos intentan hacer algo de eso para lo cual existen: justicia para los más maltratados.

Total: que no sabemos si los mercados son fuerzas naturales o seres personales. Ni falta que nos hace: porque, en realidad no hay mercados agitados sino especuladores que agitan. Ni son sensibles los mercados sino manipulables, como fichas de ajedrez, por fuerzas escondidas que saben bien lo que quieren conseguir. Hasta ahora los economistas estudiaban muchas matemáticas. Quizá valdría más que comiencen a estudiar lingüística y semiótica.

Porque al menos, en este caso, no oiríamos decir a la ministra (a quien por otro lado quiero agradecer la serenidad, la educación y la razonabilidad con que habla y que tantos políticos de la oposición podrían aprender…), no la oiríamos decir que “estamos haciendo los deberes”. Encantadora ingenuidad la de esa expresión que evoca un colegio infantil, unos niñitos deseosos de aprender y unos educadores bondadosos. ¿Qué tal si dijéramos que la economía española no corre peligro “porque estamos mandando a la miseria a millones de españoles”? Ya sé que así tampoco saldríamos de la crisis económica, pero al menos sabríamos a qué atenernos y de qué ralea son ésos que nos imponen “los deberes”: cada vez que los políticos agreden a los más necesitados, respiran los mercados.

Y una vez que los conocemos será fácil comprender a qué aspiran con sus manipulaciones financieras y sus especulaciones secretas. A la larga, se trata de acabar con las clases medias: y ¿no puede ser éste un factor explicativo de la crisis del PSOE que representaba en realidad a la izquierda de las clases medias, más que al proletariado?. En cualquier caso, se trata de acabar con las clases medias y volver a la economía “de siempre”: a la economía del imperio romano y del feudalismo que tienen más de mil años de existencia en comparación con el sarampión socialdemócrata de la Modernidad. ¡Entonces no había tantos parados como ahora! Es cierto que había esclavos, pero ¿no es mejor eso? Los esclavos al menos comen, y no tienen que ir de Caritas en Caritas a ver qué recogen.

De este modo conseguirán los mercados su meta final: acabar sutilmente con nuestra democracia o, al menos, reducirla a la posibilidad de elegir sólo entre gobiernos de derecha y de extrema derecha, como pasa ya en Estados Unidos. Y negar vigencia política a todas las veleidades igualitarias y de justicia social que amenazan a la libertad individual. Porque vale: “todos los hombres son libres” pero… “unos más que otros”, como decía aquella famosa novela.

En este sentido, no me cabe demasiada duda de que, cuando el PP gane las próximas elecciones nuestra situación económica mejorará. Pero no porque la gestione de una manera mejor (pues tantos años en la oposición ya han servido para demostrar que no tiene ni una receta concreta que proponer, como no sea el cambio del inquilino de La Moncloa). Ni tampoco porque estén comenzando a fructificar algunas medidas del pasado sino porque, cuando cambie ese inquilino de La Moncloa, “los poderes fácticos” de la política (que ya no son la Iglesia y el ejército como tras la muerte de Franco, sino los mercados y los Bancos) ayudarán al nuevo gobierno y se moderarán un poco para que dé buena imagen y pueda pasar como salvador. Aunque eso (ya lo saben ellos) será por poco tiempo. “Recortar gastos y no dilapidar” es una receta que suena muy bien y muy razonable. Pero si entendemos correctamente lo que significa dilapidar, parece que debería referirse a recortar gastos militares, por ejemplo, o gastos faraónicos como los del alcalde de Madrid. Y he aquí que no: se trata más bien de recortar gastos sociales. Ésos sí que son unos dispendios suntuosos que sólo benefician a unos muertos de hambre. Y encima, extranjeros muchos de ellos.

En resumen: esos inocentemente llamados “mercados” lo tienen todo tan “atado y bien atado”, que hemos asistido a la imposibilidad de luchar contra ellos: huelgas, manifestaciones y algaradas en Grecia, Francia, Inglaterra, Irlanda o España resultan sacudidas tan pequeñas que no les hacen ni tambalearse: porque las reglas del juego las marcan ellos y no los políticos.

Pero, más allá de las especulaciones de la Banca norteamericana, lo que está pagando hoy Europa son también los pecados originales cometidos en el proceso de su construcción: pacto de estabilidad, reglas de la OMC, primacía del Banco Central Europeo, adopción de criterios del FMI, el timo de la llamada Constitución europea que, cuando se vio en peligro, fue retirada de las manos (o del voto) de los ciudadanos, para pasar a las manos de los parlamentos; ampliación irracional a los 27 por la obsesión de tener más mercados, cuando Europa no era todavía más que un feto de pocos meses que no podía soportar aquellas dimensiones…

Todo eso corriendo; pero otra medidas como “reestructura de la deuda pública, obligación de que cada banco posea una parte de la misma, control cambiario, gravar las rentas financieras por lo menos al mismo nivel que las rentas del trabajo, la imposición del capital y del patrimonio, la subordinación de los flujos comerciales a normas sociales y ecológicas, tasas globales” … y hasta nacionalización al menos temporal de la Banca, de todo eso ni hablar. Y de aquellos polvos se traga ahora Europa estos lodos. Dije en otra ocasión que, durante el siglo pasado, asistimos a un nuevo “rapto de Europa”, pero esta vez no por mano de Júpiter, como en el mito antiguo, sino por obra de los mercados mucho más temibles que aquel dios tonante. Creo que los grandes padres del sueño de Europa (Adenauer, Schumann y de Gasperi), maldecirían hoy lo que hemos hecho con su ideal .

Antaño se discutía si el capitalismo era intrínsecamente injusto (Helder Camara) o si, sin llegar a tanto, se encontraba “muy dañado y necesitado de una reforma seria” (Doctrina Social de la Iglesia), o si, más allá de esas dos opiniones, lo cierto es que el capitalismo es una “ocasión próxima de pecado”; y la moral enseña la obligación de evitar ese tipo de ocasiones. Y antaño se trataba de un capitalismo industrial de producción (el empresario podía cometer injusticia contra el trabajador no pagándole un salario justo para ahorrarse costes de producción etc.).

Hoy, en cambio, ya no se discute nada de aquello; y sin embargo ya no estamos en un capitalismo de producción sino pura y simplemente de especulación: un sistema en el que los inversores pueden mandar a la miseria a miles de ciudadanos, no para producir ningún tipo de riqueza sino para que su dinero les produzca más dinero. Y además de una manera anónima: porque nunca verán la cara ni conocerán la historia de sus víctimas; y la injusticia no la cometerán ellos inmediatamente, sino a través de sus esbirros que resultan ser los políticos.

No nos vamos a rendir a pesar de todo, porque nada da más sentido a la vida que el luchar contra lo que el Apocalipsis llama “la Bestia”. Y, escribiendo en una revista cristiana, hay que concluir con dos observaciones.

Primero una cita del nuevo testamento, muy repetida fuera de él en otros escritos del cristianismo primitivo: “la raíz de todos los males es la pasión por el dinero” (1 Tim 6,10). De todos. El nuevo testamento no es pansexualista sino -si se me permite la expresión- pandinerista. Bien es verdad que para eso ya tenemos respuesta, muy piadosa también: “no sólo de pan vive el hombre”; también vive de Messi, de Cristiano Ronaldo y su novia, o de Jorge Lorenzo, del 5 a 0 de anoche y demás dioses del Olimpo moderno.

Y en segundo lugar: leí antaño una novela de Bruce Marshall (no recuerdo su título, pero puede ser útil consignar que el autor es católico), la cual comenzaba con esta secuencia: una serie de atrocidades en una ciudad española: quemas de iglesias, atentados, secuestros…Y al día siguiente una nota del episcopado alertando de que… “no se puede entrar en la iglesia con manga corta, faldas por encima de la rodilla” y demás. La ironía de entonces vale desgraciadamente para hoy.

Una iglesia que presume de tanto magisterio moral ¿no sabe decirnos nada sobre la inmoralidad de la usura, tan afincada en su tradición moral? Es cierto que el sentido del préstamo a interés cambió cuando la economía no era de trueque sino de dinero, y éste podía ser una ocasión de producir riqueza que el prestamista perdía y por la que podía ser moderadamente compensado. Pero hoy ha vuelto a cambiar de sentido y el dinero ya no es visto como ocasión sino como causa de riqueza, como si fuera fecundo por sí mismo, abriendo así la puerta a intereses desorbitados que ya no son una compensación moderada sino una auténtica usura. Y el magisterio eclesiástico que tanto sabe de preservativos y demás ¡sin enterarse!. Como si los Padres de la Iglesia no hubiesen repetido sin eufemismos que “todo aquel que es muy rico es un ladrón o hijo de ladrón” (San Juan Crisóstomo).

“Ay Ignacio Ellacuría – digno de una emperatriz”: acuérdate de repetirnos aquello que tanto decías: que este mundo no tiene solución más que en una “civilización de la pobreza”. Entendiendo por pobreza no la necesidad auténtica sino la sobriedad compartida.

9 comentarios

  • eduardo rod

    Genial González Faus. Guardo algunos de sus artículos, pero éste lo pondré en un marco. Me recuerda, entre otras cosas, aquella página de Pérez Reverte en El Semanal, de hace 10 años, advirtiendo lo que iba a pasar. Y los culpables tienen caras y apellidos. Pero nadie hace la lista. Y los políticos y sindicatos (cómplices de la situación) discutiendo si para jubilarse a los 65 años habrá que tener 41 cotizados. Es de risa: ¿quién de nuestros jóvenes van a trabajar 41 años? Repito: genial González Faus.

  • Gabriel Sánchez

     Una cuestión importante que pense que había quedado clara, la conceptualización y calificación de la civilización del capital, a la civilización del trabajo, como cuestiones opuestas y resueltas al menos dialectimente por el autor en esta frase ““nosotros queremos contribuir a ayudar o construir con otros muchos hombres de la tierra, con otros muchos pueblos una civilización realmente universal que entendemos no puede ser otra que la civilización del trabajo,”
     No son mias…apenas lo escrito por mi comienza en la frase ” En resumen agregamos…, que incluso rematamos con la notoria frase del autor de esas palabras…Que estan tomadas del discurso pronunciado por Ignacio Ellacuria  en Barcelona la primera semana de noviembre 1989, 10 días antes de su asesinato, Al recibir el premio de la fundación Alfonso Comin. Un abrazo Gabriel

  • Sarrionandia

    Me gusta, Héctor, tu dogmatización de nuestras perspectivas. Los dogmas (exageraciones -por lo tanto mentiras- con las que nos manejamos) por cierto que nos hacen recubrir la realidad de abstracciones sin entidad y, por consiuiente, vivir en la luna, hablando sin sabr lo que decimos.
    De Dios y de la Realidad sólo se puede decir lo que no es y si nos empeñamos en decir lo que es desbarramos, dogmatizamos y mentimos sin siquiera saberlo

  • Héctor

    Hola Gabriel. Tu exposición tan acertada me ha hecho pensar: hablas de  logros importantes para la historia de la humanidad conseguidos por el Capital. Tantos años  condenando al capital como la primera  causa de todos los males, me había hecho olvidarlo. Ciencia, Medicina , Tecnología, comunicaciones,  no podrían haber  avanzado sin el capital.  Lo que pasa es que comenzamos a nombrar las cosas que  vamos conociendo en la realidad con un lenguaje que las identifica,  las “cosifica” y les da una pseudo propiedad.  ¿Es esto lo mismo quedogmatizar?

    Se me ocurre pensar que somos la civilización de los dogmatismos. Cuando dogmatizamos desfiguramos la realidad, la domesticamos y la convertimos en lo que deseamos.

    Empezamos dogmatizando a Dios. Es una cosa más. Le convertimos en un poder mágico a nuestra medida. Dogmatizamos a la iglesia, a Jesús el Galileo, a la autoridad, a la ley, a la justicia. Todo va cayendo en nuestras manos. Hablamos de globalización, de desarrollismo, de nacionalismos y de las democracias como  convivencia de partidos opuestos. Pienso que lo que nos hace falta es humildad para reconocer nuestra limitación al acercarnos a la realidad y no crear una realidad a nuestra medida. Creamos dogmas por donde quiera que pasamos. Profesamos nuestro saber absoluto en  todo. Y así no nos podemos equivocar. ¡Qué pena!

    Creo que es eso lo que hacemos también con los mercados. Sabemos que están ahí pero como dice José Ignacio no sabemos si  son fuerzas naturales o seres personales. De acuerdo pero no cabe duda que en nuestras mentes los hemos dogmatizado. Les hemos dado poderes que no tienen pero ellos saben que nosotros creemos en ellos y somos fieles a sus consignas de consumismo, de admiración por el dinero, de adoración al capital, de esperanzas de mayor progreso, de fe ciega en las entidades financieras.

    ¡ Increíble! Nos dicen que nadie se abstenga de ir a votar por cuatro políticos de unos cuantos partidos. En realidad quienes lo gobiernan todo son esa casta superior a quienes nadie ha elegido pero que se encargan de anular a los políticos. 

    Asun se preguntar si nos vamos a cruzar de brazos. Ella cree en el cambio pero la semilla del cambio hay que plantarla ya, ayudarla a crecer, tener fe en ella ya que nada llega por  generación espontánea.
    Saludos Héctor

  • mªpilar garcía

    Real, y al mismo tiempo tremendo:
     
    ¿Seremos capaces los seres humanos (al menos los suficientes) para tomar la clara y única solución que nos planteó I. Ellacuría hace ya… ¡tantos años! y seguimos cada vez peor?
     
    Intentando no perder la esperanza en que:
     
    ¡¡¡Todo puede ser posible si empujamos… la mayor cantidad posible de personas concienciadas con la realidad que nos rodea!!!
    mª pilar

  • Antonio Vicedo

    En el hilo ESTAMOS EN MANOS DE DELINCUENTES, termino de colgar un comentario intentando presntar sobre qué fundamento se asienta la criminalidad de esos delincuentes y como recibe apoyo su plan de delincuencia del falseamiento de valor inalienable de TODA PERSONA.
    Para no repetir argumentación aquí en comentario a este artículo de José Ignacio a cuyo contenido me adhiero, quiero sintecizar mi aportación resaltando la cita de Ellacurría:
    -este mundo no tiene solución más que en una “civilización de la pobreza”. Entendiendo por pobreza no la necesidad auténtica sino la sobriedad compartida.”
    Pues, en no compartir la sobriedad de la pobreza y aspirar o estar en cómplice deseo o situación de opulencia, es donde se concreta el acto humano, violento delictivo y criminal, sobre quienes no pueden disfrutar de supervivencia.

  • Asun

    Muchas gracias por el artículo. El deseo de Ignacio Ellacuría que nos transcribe el autor, dice a las claras que vamos en dirección contraria, en este momento de superburbuja,  en la evolución económica financiera, alejándonos tanto de ello, que no sé qué es más utópico hacer una humanidad feliz haciendo dinero con solo dinero, o hacerla feliz viviendo  con austeridad y compartiendo lo que sobra, todo lo que es superpompa e innecesario:
     
     “…que este mundo no tiene solución más que en una “civilización de la pobreza”. Entendiendo por pobreza no la necesidad auténtica sino la sobriedad compartida.
     
    En tanto en cuanto nos sintamos secuestrados por el poder económico y el político, y aunque hallamos perdido o sigamos perdiendo la confianza en ellos, no se van a producir por generación espontánea  iniciativas tal y como están las cosas  para que lleguen cambios de crecimiento en calidad  democrática, de justicia  y de igualdad,  si  no nos y lo movemos los españoles de a pie.
     
     La clave  de fondo que pueda poner en marcha una diferente manera, de ser y de hacer política sin partidocracias influyentes e influídas o en complicidad por el poder económico, está en conseguir un modelo abierto y personalizado de elegir a nuestros representantes en circunscripciones bien delimitadas y equiparables en población. Tantas como diputados elegidos.  Si no damos un paso adelante y exigimos que se cambie la ley electoral en listas abiertas, nuestro control sobre los políticos y los que nos gobiernan e incluso más allá de ellos, seguirá siendo nulo. Seguiremos sintiéndonos impotentes, aunque nos manifestemos y mostremos nuestro descontento,  tras haber secuestrado nuestra voz con nuestro voto el partido de turno.
     
    Se me ocurren, en principio, algunas ideas de mejoras a corto y medio plazo, que seguramente pueden ser ampliadas:
           -Mayor control de los representantes públicos  Se deben a sus votantes en primer lugar y a sus necesidades. Saben que el buen entendimiento práctico les devolverá el voto.
     -Sobre lo que requieren los votantes, el partido pierde su influencia como poder plegado en sí mismo, sus órganos de decisión. Y todo el poder económico que hay detrás, también escuchará y atenderá al pueblo español antes de tomar decisiones.
    – Reducción de los poderes económicos sobre nuestros representantes políticos.
    -El buen hábito de presentar la dimisión en cuanto haya pruebas y sospechas, sin dar lugar a escudarse en que se tiene y se goza  de la confianza del partido.
    -La reducción de la corrupción será significativa. La tolerancia en su práctica cero.
    -Mayor transparencia en los gastos públicos.
    -En los presupuestos se priorizan la educación y las ayudas a los dependientes.
    – Independencia del poder judicial de los partidos políticos, siendo sensiblemente más rapida su actuación y depuración.
    – Priorizar e impulsar una política de préstamos a quien realmente lo necesite en la creación de pequeñas empresas y empleos.
    -Reducir los gastos y los tiempos de desperdicio, hechos indeseados,  en las administraciones públicas haciendo buena gestión de austeridad creativa, no creando con más personal departamentos con más gastos.
    – No  incrementar más leyes y normas que nunca se cumplen., ni se hacen cumplir.
    -Confiar en las leyes ya vigentes y vigilar que se cumplen, cuando eso favorece al más desprotegido.
    -No pérdida de tiempo en enfrentamientos inútiles entre partidos.
    -El pueblo les pone los sueldos.
    -Mayor control de los bancos en la redistribución de fondos, no políticas del solo dinero que hace dinero Etc…
    -Tolerancia cero al tráfico de influencias en todos los campos.
    -etc..Y muchas más cosas que cada uno/a puede seguramente añadir.
     
    Somos solo un voto cada cuatro años en nuestra democracia de listas cerradas, no somos más que eso, mientras los  partidos políticos  se han auto-asignado un poder absoluto, que nadie les ha dado, y ya no podemos hacer más en ese sistema.
     
    Lo estamos comprobando en esta legislatura, el secuestro,  lo inaudito, sintiendo muchas veces vergüenza ajena. Pero seguimos sin poder hacer nada más, a no ser que impulsemos un cambio de ejercer el voto y el control posterior con las listas abiertas. Vamos a contra reloj. No hay tiempo que perder. Y no me vale que es complejo, porque no lo es.
     
    Es incluso inconstitucional no poder elegir libremente cada uno de nuestros representantes, que en listas cerradas nunca es un ejercicio libre.  pues son preseleccionados y listados por el partido respectivo. Al votar la lista,  te adhieres a lo que haga el partido después, durante otros cuatro años.  La mayoría de la lista es un relleno, porque siempre dirigen el partido los mismos. Y además suelen decir, para asombro nuestro, que para pensar ya están ellos y que se deben al partido y al poder que lo mueve .
     
    ¿Donde quedan entonces el espíritu democrático, lo realmente ético, la transparencia, la  justicia independiente y sin demora,  y las necesidades reales del ciudadano de a pie?

    ¿O es que quieres más de lo mismo? …Pues tú mismo/a…
     
    Gracias a todos, por haber llegado hasta aquí. Buenas noches.

  • Gabriel Sánchez

    Fe de erratas donde dice el Ignacio, debe decir el GRAN IGNACIO… Gabriel

  • Gabriel Sánchez

    Hasta ahora y cada vez con mayor fuerza determinante,
    de los dos grandes procesos dialécticamente entrelazados
    en la estructura y en la marcha de la historia, el trabajo y
    el capital, entendidos cada uno de ellos en toda su amplitud,
    la predominancia tanto en los países de capitalismo privado como de capitalismo estatal es del capital sobre el trabajo. Quien impone realmente las leyes de casi todos los procesos, en unos con mayor peso que en otros, es el dinamismo del capital. No es primariamente que los hombres, clases o grupos sociales, naciones o grupos de naciones hayan decidido ponerse al servicio de la producción y acumulación del capital, es que el capital, sobre todo en su dimensión internacional pero también intra-nacional, pone a su servicio a los hombres, a las clases sociales, a las Naciones y ya no digamos a todo el aparato económico, que es la parte más determinante del organismo social. Sometido a ese dinamismo está especialmente el trabajo del hombre, es decir, casi todo lo que el hombre hace consciente y proyectivamente para transformar la realidad.
     
    Antes de condenar no por razones o criterios éticos apriorísticos este orden histórico -y no sólo económico- sustentado en el capital han de reconocérsele algunos logros importantes para la historia de la humanidad, sobre todo en el orden científico y tecnológico pero también en el político. Ha progresado la investigación científica y se han acumulado aportes que en sí serán muy positivos y aún absolutamente indispensables para resolver los ingentes problemas que la especie biológica humana y la vida en sociedad generan inevitablemente. También en el orden ético-político se han hecho importantes avances reconocidos institucionalmente, que pueden resumirse en la aceptación teóricamente universal de los derechos humanos. … El reconocimiento de estos valores
    no es solo cuestión de objetividad sino de necesidad pragmática
    para que el futuro deseado no se convierta en un escapismo primitivista. El “comenzar de nuevo” no puede confundirse con el
    “comenzar de nada”. Pero menos puede confundirse con el “seguir en lo mismo o proseguir en lo mismo”, porque lo alcanzado hasta ahora y
    lo previsto para el futuro por esta civilización del capital, valorado
     en términos universales ha conducido y está conduciendo:
     
    a) no sólo a la ampliación de la brecha entre ricos y pobres sean regiones, países o grupos humanos, lo cual implica que la distancia es cada vez mayor y que cada vez sea más grande el número de pobres –al crecimiento aritmético de los ricos corresponde un crecimiento geométrico de los pobres-;
    b) no sólo al endurecimiento de los procesos de explotación y de opresión con formas eso sí más sofisticadas;
    c) no sólo al desmejoramiento ecológico progresivo de la totalidad del planeta;
    d) sino a la deshumanización palpable de quienes prefieren abandonar la dura tarea del ir haciendo su ser con el agitado y atosigante productivismo del tener, de la acumulación de la riqueza, poder, honor y la más cambiante gama de bienes consumibles.


    Es en esta situación donde nosotros queremos contribuir a ayudar o construir con otros muchos hombres de la tierra, con otros muchos pueblos una civilización realmente universal que entendemos no puede ser otra que la civilización del trabajo, una civilización de la pobreza que se enfrenta a la civilización de la riqueza que está llevando al mundo a su consumación y no está llevando a los hombres a su felicidad, y en el trabajo por la construcción de esta nueva civilización nos queremos poner claramente intencionalmente en esta causa concreta histórica mediante la cual se construye el Reino de Dios.

    En resumen agregamos y repetimos y enfatizamos, las palabras del gran sabio…que aquí consignamos…el problema es la civilización del capital y la solución el la civilización del trabajo…entendida como una construcción alternativa…en donde la distribución de la riqueza, tenga parámetros distintos…Todo lo demás es lo que justamente el Ignacio entendía en lo que no debe ser…es decir un continuar igual…y el y nosotros entendemos que “nosotros queremos contribuir a ayudar o construir con otros muchos hombres de la tierra, con otros muchos pueblos una civilización realmente universal que entendemos no puede ser otra que la civilización del trabajo,”

    Con cariño y calor…les saluda Gabriel