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Somos los cambios que queremos en el planeta

Esta frase que parece arrogante es en realidad el testimonio de lo que significa  el proyecto «Cultivando Agua Buena» puesto en marcha por la gran central hidroeléctrica Itaipú Binacional en los límites entre Brasil y Paraguay, que involucra a cerca de un millón de personas. Los directores de la empresa —Jorge Samek y Nelton Friedrich— con sus equipos entendieron sabiamente el desafío global que nos viene del calentamiento planetario y resolvieron dar una respuesta local lo más inclusiva y holística posible. Tuvo tanto éxito que se ha vuelto una referencia internacional. 

          Sus directores-inspiradores lo dicen claramente: «La hidroeléctrica Itaipú adoptó para sí el papel de inductora de un verdadero movimiento cultural orientado a la sostenibilidad, articulando, compartiendo, sumando esfuerzos con los diversos actores de la Cuenca Paraná 3 en torno a una serie de programas y proyectos interconectados de forma sistémica y holística, que componen Cultivando Agua Buena. Fueron creados a la luz de documentos planetarios como la Carta de la Tierra, el Tratado de Educación Ambiental para Sociedades Sostenibles, la Agenda 21 y los Objetivos del Milenio».

          Han realizado algo que es verdaderamente difícil: una verdadera revolución cultural, es decir, han introducido un conjunto de principios, valores, hábitos, estilos de educación, formas de relación con la sociedad y con la naturaleza, modos de producción y de consumo que justifica el lema, escrito en todas las camisetas de los cuatro mil participantes del último gran encuentro a mediados de noviembre: «somos los cambios que queremos en el planeta».

          En efecto, la gravedad de la crisis del sistema-vida y del sistema-Tierra es de tal magnitud que ya no bastan las iniciativas de los Estados, generalmente tardías y poco eficaces. La humanidad entera, todos los saberes, las instancias sociales y las personas individuales, deben dar su contribución y tomar el destino común en sus manos. En caso contrario, difícilmente sobreviviremos colectivamente.

          Christian de Duve, premio Nóbel de Fisiología 1974, nos advierte en su conocido libro Polvo Vital: la vida como imperativo cósmico (1997) que «nuestro tiempo recuerda una de aquellas importantes rupturas en la evolución, caracterizadas por extinciones en masa». Efectivamente, el ser humano se ha vuelto una fuerza geofísica destructora. Tiempo atrás eran los meteoros rasantes los que amenazaban la Tierra, hoy el meteoro rasante devastador se llama ser humano sapiens y demens, doblemente demens.

           De ahí la importancia del proyecto «Cultivando Agua Buena»: mostrar que la tragedia no es fatal. Podemos realizar los cambios que van desde la organización de centenas de cursos de educación ambiental y capacitación, pasando por el afloramiento de una conciencia colectiva de corresponsabilidad y cuidado por el ambiente, la gestión compartida de las cuencas hidrográficas, el incentivo a la agricultura familiar, la creación de un refugio biológico de especies regionales, de corredores de biodiversidad uniendo varias reservas florestales, de más de 800 km de cercas de protección de la vegetación ribereña, la recuperación de todos los ríos, el cultivo de plantas medicinales, la generación de energía mediante los deshechos de cerdos y aves, la construcción de un canal de 10 km para vencer un desnivel de 120 metros y permitir la subienda de los peces, hasta la creación de un Centro Tecnológico, del Centro de Saberes y Cuidados Ambientales y de la Universidad de la Integración Latinoamericana, entre otras que no citamos.

           La sostenibilidad, el cuidado y la participación/cooperación de la sociedad civil son los pilares que sustentan este proyecto. La sostenibilidad introduce una racionalidad responsable por el uso solidario de los recursos escasos. El cuidado funda una ética de relación respetuosa con la naturaleza, curando heridas pasadas y evitando futuras, y la participación de la sociedad crea el sujeto colectivo que lleva a cabo todas las iniciativas. Tales valores son siempre revisados y pactados. El resultado final es el nacimiento de un tipo nuevo de sociedad, integrada con el ambiente, con una cultura de valorización de toda la vida, con una producción limpia y dentro de los límites del ecosistema, y con una profunda solidaridad entre todos. Un aura espiritual bienhechora recorre los encuentros como si todos se sintiesen un sólo corazón y una sola alma.

         ¿No es así como comienza el rescate de la naturaleza y el nacimiento de un nuevo paradigma de civilización?

 [Traducción: MJG]

6 comentarios

  • Carmen (Almendralejo)

    En un entorno precioso cerca de Almendralejo, donde el imperio romano dejó unas Termas preciosas y hay turimos, nos van a colocar unas Térmicas…
    En ese pantano de Alange, de donde se surte el agua de muchos pueblos, agua que bebemo en Almendralejo…
    Si somos lo que comemos y bebemos… así estamos y después nos dirán que abusamos de la Sanidad, precisamente quienes vamos a por recetas, porque antes de encontrarnos el mal nos atiborran de ellas.

    Y esto se que son medidas políticas y no sanitaria, porque hay profesionales como la copa de un pino, (Mar Medina, buen ejemplo) quien manda, mandan.

  • MAR Medina

    Qué gran esperanza supone este proyecto. Empresas así son un ejemplo valioso de que es posible otro modo de actuar.

    Pero la frase que da título al artículo llega más lejos todavía. Nosotros mismos somos los cambios que queremos en el planeta, empezandor con nuestro propio organismo. Si nuestra alimentación es más natural, la mente y el ánimo mejoran. Creo seriamente que urge cambiar nuestros hábitos de vida. No estamos aislados de lo que nos rodea: Si cambiamos nosotros cambiamos el mundo. Podemos empezar por comer alimentos integrales, que conservan todos sus nutrientes y erradicar de la dieta cuantos conservantes y aditivos sea posible. Por ejemplo, se pueden sustituir los edulcorantes artificiales por el extracto de una planta natural que es originaria precisamente de Paraguay, la Stevia, y que en su estado natural tiene propiedades antidiabéticas y antihipertensivas.
    Un tesoro que los intereses comerciales logran mantener oculto hasta que les es interesante a ellos. Ahora que las multinacionales Coca-Cola y similares pueden aprovecharse de sus cualidades edulcorantes, la amenaza de los transgénicos, ese invento diabólico que atenta directamente contra el corazón de la vida, se cierne sobre esta planta.
    http://elpolvorin.over-blog.es/article-josep-pamies-el-payes-de-la-stevia-45787746.html
    http://semillasysalud.wordpress.com/

    Y esto no es otra historia: somos parte de la misma historia.

  • María

    Me gusta que Boff  hable en esta columna de la iniciativa personal que todos deberíamos poner en marcha. Porque es verdad que siempre esperamos que los gobierno y las cumbres  hagan algo para solucionar el problema. Pero nunca lo hacen. Por lo menos hasta ahora ha habido 16 cumbres y no han llegado a nada que valga la pena.
    No podemos cruzarnos de brazos hasta que lleguen a alguna solución válida. A nuestro nivel podemos hacer muchas cosas, si queremos, por ejemplo, en todo lo que se refiere al manejo y funcionamiento de la casa, a las fuentes de energía que utilizamos, al consumo diario que tantas veces se nos escapa de las manos, al manejo de los desperdicios,  al reciclado,  y al  agua.
    Creo que tenemos una labor inmensa por hacer, y que tendríamos que ponermos a ella cuanto antes, si es verdad que nos tomanos en serio el dejar una Tierra medianamente habitable a nuestros hijos y nietos.

  • mªpilar garcía

    Si no lo intentamos ¡¡¡todas las personas que habitamos la tierra!!!
     
    Lo pagaremos muy caro…
     
    ¡¡¡Todas las personas…!!!
     
    Porque sin agua limpia, aire limpio, alimentos no contaminados…
     
    Cosa que no puede conseguirse talando árboles, plantando semillas que agostan la tierra, y la convierte en un desierto irrecuperable, contaminando ríos…
     
    ¡La vida no es posible!
     
    Los daños causados, ya están avisando muy seriamente… Si no ponemos manos a la obra (da igual por donde se comience)
     
    No podremos ir a ninguna parte,  será el fin de una vida “medianamente” aceptable ¡ya hoy!
     
    Quizá algunas personas ya no lo veamos en breve.
     
    Lo seguro es, que no dejaremos nada bueno, para nuestros hijos ( los que tienen niños pequeños) y nietos.
     
    mª pilar

  • JESÚS OLLORA OLARTE

    La idea me parece muy buena, pero… 
    Europa y América el Norte  se desarrollaron industrialmente sin ninguna cortapisa, se han arrasado bosques, se ha contaminado sin tope y no ha pasado nada.
    Ahora toca la industrialización de los países emergentes y entonces nos echamos las manos a la cabeza y no queremos que se deforesten los árboles,..No queremos que hagan lo mismo que hicimos nosotros,  no queremos quedarnos sin pulmón para respirar, la capa de ozono se está fastidiando…y  Gea protesta, se encabrita..¡Hay que hacer algo!.
    El problema es que somos unos siete mil millones de habitantes  y es imposible aunar voluntades para  comenzar el rescate de la naturaleza.
    Lo siento, soy muy escéptico.
    De todos modos, acabo de leer en El Correo Digital una noticia muy bonita de niños despegando chicles que me ha emocionado.
     http://www.elcorreo.com/alava/v/20101218/miranda/puesta-marcha-operacion-despegue-20101218.html
    Creo que a nosotros nos toca el día a día y el detalle a detalle  en nuestra forma cotidiana de vivir para no fastidiar el planeta e intentar poner nuestro granito de arena  en no tirar aceite por el fregadero,…Nos toca , reciclar.
    De cualquier forma, si  “La hidroeléctrica Itaipú adoptó para sí el papel de inductora de un verdadero movimiento cultural orientado a la sostenibilidad…”
    Aplaudo su iniciativa y me sumo a ella.
    Jesús

  • Gabriel Sánchez

    Esperemos que ese proyecto…avance hasta…comenzar el rescate de la naturaleza y el nacimiento de un nuevo paradigma de civilización…Esto incluye sanar las heridas de la tierras, entre las que estan las necesidades de los hermanos en el Paraguay…Gabriel