El Niño Manuel (que quiere decir Dios con nosotros) ha quedado eclipsado en nuestros tiempos por Papá Noel, Santa Klaus y el arbolito de plástico… Son los signos de los tiempos…
Los poetas, alma y conciencia de esta sociedad y de su evolución, han hablado sobre este cambio en las concepciones religiosas, sobre este eclipse de Dios en esta noche de los tiempos..
La Generación del 98, con Antonio Machado y Unamuno como abanderados, marcó un poco el amanecer de un pensamiento que comenzaba a tomar sus distancias de una visión teísta del mundo y de la vida. Unamuno marca angustiosamente el “querer creer”, el tenaz y terco empeño en asegurarse la inmortalidad; Antonio Machado se hunde con amargura en el escepticismo de una duda que limita con la negación y el ateísmo, con el dios fantasmagórico que camina sobre las aguas del mar.
La Generación del 27 en un sector muy representativo de sus poetas -Alberti, con los poetas sudamericanos César Vallejo o Pablo Neruda- se instala en el ateísmo de signo marxista. García Lorca se distancia del tema religioso, guarda un respetuoso silencio; (¿respetuoso, o indiferente?). Quizá la única voz creyente, fervientemente religiosa, es la de Gerardo Diego, roca granítica que trasciende esa generación hasta las puertas del siglo XXI.
La posguerra señala una vuelta a los fervores religisos más acendrados, a San Juan de la Cruz y Santa Teresa, y toman como bandera al caballero Garcilaso de la Vega. El entusiasmo fascista se identifica con el misticismo, extraño poupourri, por supuesto. Hasta los más distantes, pongamos Blas de Otero o Carlos Bousoño, se contagian en su juventud de los fervores místico-patriótico-fascistas.
Carlos Bousoño retrata muy acertadamente este tiempo religioso primero que vivió en su juventud: “La angustia existencial, al ser de suyo inhabitable y fangosa, exige el arbitrio de sustentáculos más sólidos y resistentes. Los poetas sociales los hallaron en el sueño de la sociedad justa; otros poetas, y entre ellos yo, hemos buscado la seguridad en el sueño religioso. Mis primeros versos lo hallaron. Pero muy pronto la fe se quebrantó y la seguridad fue imposible. El poeta que he sido hubo de habitar después en lo inhabitable”.
Tal como dice Bousoño, en los años 50 surge la poesía social, el Blas de Otero marxista, Angel González, José Angel Valente, Gabriel Zelaya, José Agustín Goytisolo. Una poesía que enlaza con la tradición revolucionaria de los Machado, Neruda, César Vallejo, Alberti, de la etapa republicana. En nombre del pueblo que ha sufrido la derrota de la guerra civil, de la Europa masacrada por la guerra mundial, de todos los oprimidos de la tierra, Dios es sustituído por el colectivo que llamamos proletariado. O bien, al margen de la poesía social, tal vez en la estela más intimista de Vicente Aleixandre, Carlos Bousoño y otros se apuntan a una visión de un mundo sin Dios, de un mundo abocado al final irremeciable de la nada.
Tanto en Blas de Otero, fervoroso creyente en su juventud, como en Carlos Bousoño, también creyente, se ha producido esa “contraconversión” del teísmo al ateísmo por medio de una negra noche del espíritu, de una lucha interior dramática por salvar lo insalvable, por retener la esperanza y la visión de fe anterior.
Más tarde, agotados los temas de la poesía social, la poesía del tránsito entre el siglo XX y el XXI parece pasar lisa y llanamente del tema religioso…
En conjunto, la historia de la poesía del siglo XX describe la ruta que ha seguido la cultura española y la mentalidad imperante en la sociedad. Posiblemente aciertan los que con Benedicto XVI lamentan la pérdida de las raíces y los contenidos religiosos en la cultura occidental. Seguramente mienten los que recurren al nombre de Dios para justificar sus hechos y motivar a las masas, los que pretenden cargarle a la religión la culpa de todos los males.
En todo caso, cabría preguntarse si los poetas que, en sintonía e interacción con la sociedad volvieron las espaldas al Dios de su juventud, estos poetas del siglo XX que desertaron del catolicismo inserto en la conciencia nacional como algo esencial e indiscutible, dejaron de creer en el Dios verdadero o al abandonar su fe anterior encontraron el camino verdadero que conduce al encuentro con el Dios verdadero. Dicho de otra manera, perdieron la fe en Dios, desertaron de Dios, o se hundieron en la misma “Noche oscura del espíritu”en la que penó y quedó ciego San Juan de la Cruz o Santa Teresa, o todos los santos que en el mundo han sido?
¿Qué dios era ese de Carlos Bousoño que le daba la seguridad? ¿Acaso no era más verdadero aquel otro Dios de Machado que caminaba sobre las olas del mar?
Desde otra perspectiva, mirando a la poesía social, a la herencia revolucionaria de los Alberti, César Vallejo, Neruda, Gabriel Zelaya, ¿no es más verdadero y más acorde con la parábola del Buen Samaritano el Dios que nos llama a la redención de los pobres del mundo que ese otro dios para uso y disfrute privado que prevalece en tantos ambientes seudoreligiosos?
Me tomo la libertad de apuntar aquí un soneto dirigido justamente a Blas de Otero:
Sin luz se quedó el campo a mediodía
Cuando la luna al sol nos ocultó
Y cuando el ser humano a Dios negó
En nada quedó toda su hidalguía.
Nada fue el hombre, luna oscura y fría
Cuando, solo, en sí mismo se encerró
Pero abrióse al “nosotros”, despertó
Y el Sol de Dios hizo su noche día.
Pides la paz y la palabra, Otero
Yo pido más, palabra, paz y pan
Paz y pan para todos los humanos
Las tres juntas son mi dios verdadero
Las tres son la más santa trinidad
Y si no, pregunta a los africanos
ECLIPSE DE D*S, EN MIS ADENTROS
Me duele, por extraño, por distante
y obsoleto…
Me duele porque censura mis actos,
aglutina mis defectos, se apasiona
en mi llanto…
Me duele cada vez que aparece
sin pedir permiso
sin decir ¡Puedo!
Me duele, sus silencios ¡Por qué
es cobarde e injust*!
es D*s antagonista ante
las injusticia, y el sufrimiento!
Me duele D*s, que me aprendieron…
¿Por qué su voz es alta y firme ¡Arrogante!
cuando tengo un éxito, siempre
que la alegría llega a mi rellano
dice ¡Es mi éxito!
Me duele de D*s, los inventos…
Que ahora mismo, yo misma
de D*s hago, aunque fuera
aprendida desde que nací
con aquel D*s, que ungido
y manchado de sangre y sal
naciera conmigo en aquel
mismo momento.
Si en la poesía casi nada se hace eco la palabra Dios también se debe a que los poetas son como los místicos: respetan tanto a Dios que siquiera sienten la necesidad de pronunciar la palabra Dios.
Se ha hablado mucho, y yo también, de Unamuno y Dios, pero ahora me apetece copiar unas poesías de Machado en su entorno con Dios.
Como Honorio lo comenta tan bien, yo sólo voy a verlas desde la óptica de la belleza. Son poesías tan bonitas, tan diáfanas, tan limpias, creo que se explican solas.
El Dios que todos llevamos,
el Dios que todos hacemos,
el Dios que todos buscamos
y que nunca encontraremos.
Tres dioses o tres personas
del solo Dios verdadero
Yo he de hacerte, mi Dios, cual tú me hiciste
y para darte el alma que me diste
en mí te he de crear. Que el puro río
de caridad, que fluye eternamente,
fluya en mi corazón. ¡Seca, Dios mío,
de una fe sin amor la turbia fuente!
XX
¡Teresa, alma de fuego,
Juan de la Cruz, espíritu de llama
por aquí hay mucho frío, padres, nuestros
corazoncitos de Jesús se apagan!
XXI
Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía…
Después soñé que soñaba.
Permitidme comentar sólo la siguiente, me parece tan romántica….Fuimos a Soria dos matrimonios y al pasar por la iglesia de Santo Domingo, mi amigo la leyó con tanta dulzura que me emocionó.
En santo Domingo,
la misa mayor.
Aunque me decían
hereje y masón,
rezando contigo,
¡cuánta devoción!
Saludos
JESÚS
¡A vino nuevo, odres nuevos!
No se´puede apañar un vestido viejo, con tela nueva… está rasgaría la vieja, y todo quedaría en nada…
Morir para renacer a un nuevo amanecer, donde el pan para todos, la justicia, el honor que cada ser humano necesita… sea posible.
Solo ahí, puede habitar la Fuerza que late en el interior más profundo del ser humano.
Llamesele como se le llame; siempre buscador de la ¡Vida! para toda persona que habita la tierra… el universo.
Existen otros potas menos conocidos, que también lo pregonan cada día.
mª pilar
O quizá solo de la muerte de dios puede nacer lo verdadero, y eso los poetas lo saben.
Como bien dices, Honorio, al abandonar su fe anterior encontraron el camino verdadero que conduce al encuentro con el Dios verdadero.
Eso que sea dios necesariamente está en lo más profundo y real del ser humano, y realizar el Reino que propone Jesús es el primer paso para encontrarle, tal como acaba tu poema
Pides la paz y la palabra, Otero
Yo pido más, palabra, paz y pan
Paz y pan para todos los humanos
Las tres juntas son mi dios verdadero
Las tres son la más santa trinidad
Y si no, pregunta a los africanos
Saludos cordiales
Me voy a permitir aportar un fragmento de la poesia…de un Español…que supongo que podrá calificarse de poesia Española…que tal vez aporte algo al tema… aquí habla de Mons Gerardi…Obispo martir…
Venías del Quiché, del Quiché mártir;
de la tierra arrasada;
de los muchos exilios de tu Pueblo;
de una larga agonía de silencios y esperas;
de unos altos volcanes, contenidos
de indignación profética….
Querías “construir un país otro”,
soñabas una nueva Verapaz.
“La construcción del Reino tiene riesgos”,
lo sabías muy bien, pero vivías
los derechos humanos como sueños divinos;
con tu sed de justicia verdadera;
en tu opción por las víctimas, que son también los pobres.
Venías libre y fuerte, curtido en Evangelio,
vestido de una chumpa popular,
con buen humor chapín,
Juanito, monseñor, sabio y correcto
como un patriarca maya.
Levantaste tu voz en el Congreso,
en los foros del mundo,
y el informe del REMHI y de la ODHA
recogían, por fin, la voz callada,
la verdad de la Historia.
Vigía de la noche y de la aurora,
pastor de un Pueblo insomne,
la paz necesitaba la firma de tu sangre
y la diste, total, limpia y hermosa
como un cáliz de Pascua.
Quebrantaron tus ojos, porque vieron
la masacre de un Pueblo;
la concha de tu oído que acogió su clamor inteminable;
tu boca profetisa que le ha devuelto el canto….
Pero en tu rostro, roto por el odio,
como en un colectivo lienzo de la Verónica,
han reaparecido todos los rostros muertos,
vivientes para siempre!
Las columnas matrices de nuestra catedral
han puesto al sol de Dios y de la Historia
los nombres que ha marcado la sangre del Cordero.
Y el 26 de Abril se ha vuelto fecha-hito,
aleluya pascual de marimba y claveles,
kairós de libertad en la Iglesia y la Patria.
La piedra que trizó tu cuerpo ungido
te hizo piedra angular de la memoria viva.
Porque la vida…siempre es más fuerte que la muerte…y porque Dios, está aunque no lo nombremos…Gabriel