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¿Comprender es acceptar?

El libro que acaba de aparecer LO QUE QUIERO ES COMPRENDER de Hannah Arendt (1906-1975) me da al título del artículo reflexión de este mes. Una actitud muy humana es querer comprender siempre y diríamos fruto de la inquietud. Y esta inquietud es de siempre.

          Desde el templo de Delfos, en el mundo occidental, con el Conócete a ti mismo hasta la Sabiduría Humana del siglo XXI, fruto de la globalización, siempre ha acompañado y acompaña al género humano, junto con la crueldad humana.

         El filósofo alemán, contemporáneo de Goethe, Friedrich Von Schiller (1759-1805) dijo esta frase: Si quieres conocerte, observa la conducta de los demás. Si quieres comprender a los demás, mira en tu propio corazón

         O la idea formulada por Sigmund Freud (1856-1939) que la psicología social no es más que la psicología personal proyectada afuera sin negar la importancia del ambiente.

         Pues bien, el trabajo de comprender el exterior como el interior humano es todo un trabajo o una buena tarea o una gran aventura de observación, tanto del exterior como del interior, acompañado de una introspección donde la dinámica priva por encima de cualquiera estadística. No son las veces sino la calidad del hecho interior como el exterior.

         Comprender, entender la mente humana o el comportamiento humano no quiere decir que se haya de aceptarlo. Dicho de otra forma, comprender una cosa no quiere decir que uno deba estar conforme.

         Pero sí que es preciso cambiar, transformar este ser depredado humano con una inteligencia suficiente para captar la realidad, regida por un egoísmo feroz para poder sobrevivir. Cerrado en su clan –que actualmente se manifiesta de muchas formas–, para mantener la supervivencia de la especie. Agresor para conquistar los mínimos materiales para situarse adecuadamente en su territorio marcado por el más fuerte. Todo esto es preciso conocerlo. Conocerlo y comprenderlo no quiere decir estar de acuerdo o la aceptación de la realidad.

         Pero pasando hacia el interior de la mente humana, será preciso aceptarlo. No un aceptar resignado o pasivo, sino aceptarlo por haberlo comprendido y así poder hacer el cambio partiendo de la realidad psíquica aceptada. Y así ir al camino del cambio, de la transformación, del mejoramiento. Partir de la realidad aceptada, pero no estancada.

         Comprender esta profundidad es aceptar como es. Partiendo de cómo es y poderlo ir cambiando. Pero negar la realidad es no comprenderla e hacer imposible su trasformación.

         El ser humano tiene unas fuertes resistencias al cambio o a la transformación. Los mecanismos emocionales son muchos. Una cosa es entender el problema con la cabeza, de forma racional, pero que en el momento de la realidad establece una defensa al cambio. Comprendiéndolo ya tengo bastante, me decía una persona. Pero viendo que no cambiaba, se molestaba y se agredía emocionalmente a sí misma, intensificando el sentimiento de culpabilidad, haciéndose la víctima por la falta de comprensión de los que vivían a su alrededor. Entendía con la cabeza, pero no comprendía con el corazón. Por lo tanto, no podía ni cambiar ni transformar en nada su mundo interior. Es más, hacía uso de otros recursos emocionales, como la proyección. Ponía en los demás sus limitaciones, sus fallos y su mala intención.

         Como dice Schiller que gracias a esta comprensión del interior o del corazón uno puede comprender a los demás, que no quiere decir que se tenga que aceptar, pero sí que permite indicar caminos de transformación.

         Comprender incluye y excluye al mismo tiempo la aceptación de la realidad. Pero, la excluye si no quiere hacer el cambio y la incluye si desea realizarlo. No se puede cambiar aquello que no se comprende por mucho que uno lo acepte.

         En este comprender y/o no aceptar, conviene pensar que nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión. Me viene a la memoria una frase de Blaise Pascal (1623-1662): Muy débil es la razón si no llega a comprender que hay muchas cosas que la sobrepasan. Aquí añado que entra en juego el narcisismo humano, característica de nuestra sociedad actual y ha devenido una nueva psicopatología. Y para acabar una frase de George Herbert (1593-1633) que es preciso pensar y reflexionar porque puede poner el colofón al artículo: ¿Por qué se ha de temer a los cambios? Toda la vida es un cambio. ¿Por qué hemos de temerle?

14 comentarios

  • Luciano Vazquez

    El comprender no nos lleva al aceptar. Es mi opinión, siendo esta una reflexión, de la propia evolución del hombre en el transcurso de la historia.
    Hoy tenemos a la vista un caso enormemente llamativo, los retrovirales en Africa, deberían de ser financiados por los estados miembros y por Occidente con el fin de combatir esta pandemia que debora a todos los seres humanos. Todos comprendemos que esto debería ser asi, desgraciadamente esto no es aceptado, ni por los Laboratorios ni por los estados.
    El hambre en el mundo, todos nos preocupamos, pero todos nada hacemos, vamos que cuando el Celta iba a bajar a segunda división salierón a la calle 60.000 manifestantes y con el Betis idem de idem.
    Pongo estos dos ejemplos, pero se podían poner más. No solo juega el comprender, sino que los poderes quieran aceptar, lo que ese comprender encierra y eso no es facil. 
    Sí pienso, que muchas cosas suceden, porque las personas buenas no ocupan espacios, y permiten con su abandono que sucedan hechos, que van contra el ser humano.
    Los papeles de esa Web, tan famosa hoy en día, nos da una idea de lo que en la  trastienda  sucede, en los diferentes centros de poder y como a los ciudadanos se nos engaña. No hacemos nada, lo lemos, decimos que cabr… y a otra cosa mariposa, a mi modo de ver, vivimos una sociedad que  ha perdido valores fundamentales y no esta dispuesta a hacer nada que no sea por ella misma y a ser posible por uno mismo, no vaya a ser que se beneficie el de al lado, con mi esfuerzo.
    Paz para todos

  • ana rodrigo

    Como sabéis he estado unos días ocupada en otras cosas y ahora me está costando ponerme al día. De momento sólo voy a hacer unos apuntes.
     
    En primer lugar me ha llamado la atención que la mayor parte de las intervenciones en este post son de mujeres.
     
    En segundo lugar y relacionado con lo anterior, algo tendrá que ver con la mala educación que se les ha dado a los hombres (víctimas de esta educación) de forma que en cuestiones emocionales se quedan como paralizados, bloqueados, como que eso es cosa de mujeres. Y no me refiero sólo a que no saben qué decir, sobre todo los hombres de atrio, que estoy segura que sí pueden y saben hacerlo, sino a los hombres en general. La represión de sus emociones, -que al fin y al cabo la comprensión y la aceptación del otro está muy imbricado con el mundo emocional-, digo que la represión les ha impedido en muchas ocasiones y en demasiados casos, no haberse planteado que nuestra vida es emocional o no es, al igual que el cuerpo en su mayor parte es agua.
     
    Este aspecto masculino, en los casos agudos y en casos más leves, crea graves problemas en la convivencia, en las relaciones interpersonales y afectivas. Estoy segura de que muchas relaciones de pareja heterosexual hunde sus raíces, entre otras muchas, en esta asimetría a la hora de conocer, analizar, gestionar y controlar nuestras emociones a la hora de empatizar con la otra persona.
     
    La razón no siempre coincide con el mundo emocional. A un maltratador, por ejemplo, su razón le dice que está mal lo que hace y, en muchas ocasiones se arrepiente y pide perdón, pero no se da cuenta que lo que tiene que tratarse son sus emociones de odio, de desprecio, de su propia prepotencia, etc. A estos hombres no los cambias sólo con razones, hay que reeducarlos en las emociones. Pero como se les ha dicho que ellos son muy machos y los hombres no deben rebajarse a reconocer su mundo emocional, siguen en su el error sin fin.
     
    Esta casuística de incomprensión heterosexual es inmensa en cantidad y en importancia. Creo que es uno más de los aspectos que se derivan del título de este post.

  • M. Luisa

    ¿Comprender es aceptar? Pienso que sí. Ahora bien, en la línea de lo que dije ayer lo primario y fundamental es comprenderse  aceptándose como realidad que somos, es decir no sólo con el ser que se tiene, que se posee,  sino como realidad siendo, o lo que es lo mismo  realizándose como persona.
     
    A este nivel se observa  que la  transformación  de la que tanto  hablamos  no es arbitraria sino necesaria, exigida  por la propia estructura humana  atenida ésta  a la unidad del sistema   psico-orgánico.
     
    En el ejemplo del oído, al que ayer me referí,   tomando éste  no de forma aislada,   sino abierto  a la escucha se constituye  en su realidad propia, mostrando formalmente   su razón de ser. Muestra su capacidad creadora mostrando   su trascender en la belleza de una pieza musical, por ejemplo.
     
    A ese nivel de   creatividad, donde todo nuestro ser es interdependiente, pienso que   radica nuestra  capacidad   para cambiar las cosas y configurarlas en su realidad propia.  A  este nivel  de sentimiento real, es decir intelectivo,  el ser humano entra en  intimidad consigo mismo   comprendiéndose y al mismo tiempo  comprendiendo   a los demás, a las cosas  y al mundo.
     
    Saludos cordiales

  • Gabriel Sánchez

    Esa afirmación de que nuestras convicciones más arraigadas son nuestro limite…tiene sus matizaciones, aunque hablando desde un enfoque cultural, suele ser así…

    Existe convicciones que podríamos llamar imperativos de la conciencia…que no me parece que sean una prisión, el respeto a la vida…por ejemplo, el valorarla por sobre toda otra cosas, el respeto a la persona humana y al ser humano…a la humanidad…

    Incluso en torno a la investigación actual, se ha descubierto que en deteminadas circunstancias, las personas ante un entorno de sufrimiento…de otras personas…puede somatizar…su si me permiten le llamaré com pasión…es decir padecer com…En fin y yo matizaria eso de que la sicologia social es una proyección de la personal…(lejos de contradecir Jaume tu doctas esperiencia), pero intuyo que existe una diferencia en algunos aspectos no sólo de cantidad, sino de cualidad…Pero el compartamiento de jauria, que en realidad es traspasado al clan…en cuyas vinculaciones, las tradiciones y los paradigmas (recordemos la historia de los cinco monos en la jaula)…juegan un rol, que lo trasnforma en conservador y en cazador…El lograr integrar el concepto de universalidad de la pertenencia Especie…es un paso, el lograr el paso que Leonardo llama androcentrismo, hacia una integranción y pertenecia a la existencia del cosmos, no sólo transforma (modestmente entiendo) nuestras vinculaciones, sino nos transforma en tanto seres…nos une al universo…entero y a su misteriosa infinitud…y nos pone en el camino de eternos aprendices…Un abrazo Gabriel

  • Inés

    Jaume, ¡gracias por tu respuesta! yo misma caigo en lo que señalo y se me olvidó decirte que me encantó (parte emocional)  tu artículo y además estoy de acuerdo, lo resumiría con tu frase:
    ” Comprender esta profundidad es aceptar como es. Partiendo de cómo es y poderlo ir cambiando. Pero negar la realidad es no comprenderla e hacer imposible su trasformación.”
    No podemos cambiar nada ni ayudar al cambio a nadie, si no aceptamos la realidad tal cual de cada uno. La aceptación de algo es la base del cambio, reconocer algo en uno mismo u otro. Quizá habría que añadir el concepto juzgar (justificar que dice Mar Medina)  en la reflexión que nos ocupa. Aceptar no es validar positivamente actos (pongamos por ejemplo los delitos de un delincuente) sino aceptar a la persona que los comete. Es el trabajo de muchos psicólogos de prisiones, impresionante y no siempre valorado en su dimensión y consecuencias.  De la misma manera sería imposible tratar a los maltratadores encarcelados si prevalece el rechazo de sus crímenes.
    Esto totalmente de acuerdo que tenemos que diseccionar los conceptos para analizarles, y al final llegar a la conclusión de que somos una unidad, cerebro, cuerpo y emociones, son solo partes que integradas funcionan y desintegradas producen conflictos.
     
    La resposabilidad del mundo, está en nuestras manos, aun en situaciones que nos parezcan lejanas y ajenas. Recuerdo que cuando el atentado de las torres gemelas un budista se decía que la culpa era nuestra por lo que habíamos dejado de hacer.
    Otra reflexión que me surge de tu texto es que la justicia legal se tiene que humanizar para no basarse únicamente en “hechos probados” y “atenuantes” o “agravantes”, objetivos, y considerar al ser humano en toda su complejidad.
    Gracias por las reflexiones de todos los comentaristas.
     
     

  • M. Luisa

    Carmen, querida, buenas noches, tendré en cuenta lo que me dices, de todas maneras al no haber dado por terminado el tema  en mi comentario anterior,   me toca  de momento seguir con la idea. Ahora me voy a ver el resultado electoral!!
    Un abrazo

  • Carmen (Almendralejo)

    ¡No…! Mª Luisa hay gente que comprenden y no aceptan muchas actidudes sociales, éticas o de la moral, que son perniciosas o al contrario beneficiosas para ellas, y que sin embargo dan de lado porque prefieren no ser juzgadas, o estar bajo el ojo del huracán.
    Hay también otras personas que saben entieden y comprendes y hasta de antemano saben que sus SMS son contra natura y contra lo más elemental y sagrado de la persona, pero sin embargo prefieren estar acomodadas en aquel estatus donde se siguen autocomplaciendo con los mensajes dados, al exterior a vox populis o cuando se hacen en petit comité.
    Por lo tanto se comprende se acepta, pero no se da el paso de llevar a cabo aquello que aunque aceptado no surte el efecto que conlleva, en definitiva muchas veces no nos hace nacer de nuevo, el odre viejo queda remendado con aquel otro trozo de novedad pero queda inservible para lo que de verdad deseamos.

  • M. Luisa

    Todo este asunto  tan interesante del comprender  me hace entrar   de nuevo a resaltar, lo siento,   la  importancia   conceptual zubiriana que para el conocimiento humano tiene la aprehensión como  momento  orgánico-intelectivo. Es orgánico porque es físico e intelectivo porque es de realidad.
     
    Distinguir este momento nos aparta de  la posible caída que supone el mero  escuchar el cuerpo en el intento de humanizar el mundo. Las tripas ciertamente cumplen su función, pero dentro de la estructura corpórea del organismo.
     
    Voy a poner un ejemplo. Cojamos el sentido del oído,  su función no es solamente el oír lo otro en afección,  sino también en escucharlo. Si se comprende esto no podemos por menos que aceptar que  esto que nuestro oído oye es de suyo real, es decir, constituye una realidad propia. En el mero oír,  el oído reacciona pero en el escuchar se hace responsable de lo que oye.  La simple afección  emocional se convierte entonces  en sentimiento.
     
    No  pongamos meramente,  pues ,  la confianza en las emociones. N o son ellas sino,   convirtiéndolas en sentimientos lo que  ha de  humanizar el mundo.  Hay sentimientos porque hay realidad. Por tanto, ahora ateniéndome  al artículo, pienso que en el   ejercicio del comprender o comprenderse  le antecede  uno previo que es el del  auto-comprenderse.  En otro momento y después de esta previa me centraré en la pregunta ¿comprender es aceptar?

  • Carmen (Almendralejo)

    Las emociones, atadas a la educación impositiva del sentimentalismo, son los barrotes que han adornado nuestra mazmorras.
    Nos han vendido la moto de la resposanbilidad basada en las emociones y la mala conciencia de ese sentimentalismo basado en la opresión.

  • Jaume PATUEL

    Gracias por vuestros comentarios qu estimulna muchísimo.
    Inés, estoy de acuerdo contigo que tal vez haya algún concepto  a clarificar. A mi entender es un trabajo que toda persona lectora puede dsicenir como lo hacéis. 
    Ahora bien, en el fondo está el mundo emocional. Mundo emocional -palabra que quiere  diferenciar del mundo cerebral. Es un mapa. Pero   diferenciar no para separar sino clarificar. 
    Emociones, cerebro y cuerpo es la misma realidad. Pero didàcticamente debo diferenciar  para poder avanzar.  El cerebro no es la mente, en tanto que mapa. Pero si no hay cerebro no hay no sólo emociones ni tampoco pensamiento  ni tampoco creatividad.
    Ahora bine, la explciación de las neurociencias son descriptivas no valorativas. Paraa comrpender el discurso que los po´ticios o religiosos me dan por la pantalla de la TV, no será a base de explicar los  intrínbulis de los hilos eléctricos  que tiene el aparato. Debo ir a otro nivel. 
     Comprender y aceptar pueden ir juntos o separados. Puedo  comprender  la dinàmcia emocional de una persona, pero no puedo aceptar su conducta, sus efectos,por  mucho que comprenda  sus emociones  viscerales.
    Pero para poder comprender y avanzar en otro momento debo aceptar la realidad  sobre la cual voy a construir un paso más para mejorar.  
    Realmente, si queremos humanizar la Humanidad  hemos de empezar  por nosotros (comprendernos y aceptarnos) y poder gestionr  los conflictos  con los demàs. Y el conflicto es inherente a la dinàmica intrapsíquica  y por tanto en la interpsíquica también.
    !¡Cuántas creencias nos tienen aprisionados!!
    Gracias  Inés, Mar, Jesús y Margarita. 

  • Margarita Aguirre

    Pienso, que “la inteligencia emocional”, que tiene “su sitio” concreto en el cerebro, tiene que estar complementada con la “inteligencia conceptual”, también bien colocada en nuestro cerebro, para que las decisiones sean correctas y constructivas, no sólo compulsivas.
    La “inteligencia conceptual, tiene que ir creciendo con la aportación de un esfuerzo de captación de conocimientos, dados o, en el caso de personas muy inteligentes, construidos.
    Es absolutamente necesaria una instrución, y unos con0cimientos elaborados durante toda la vida. Es en este aspecto fundamental donde las mujeres de algunas culturas, no tienen acceso, y por lo tanto, resultan inferiores, con respecto a los hombres, en la tarea de hacer evolucionar a la humanidad por caminos mejores

  • JESÚS OLLORA OLARTE

    A ver si lo entiendo:
    Si  yo tengo un conflicto con otra persona, intento comprender su mensaje, que a veces es lo que dice, lo que parece que dice y lo que no dice porque quizá no se atreve o porque no quiere expresar clara y totalmente su idea. Además en lo que dice, no es lo que expresa con su lenguaje verbal si no se acompaña del gestual, de todo su cuerpo y si me apuro hasta de toda su alma.
    Entonces los actos o “no-actos” y sus sentimientos los puedo entender e incluso los puedo encontrar justificados.
    El siguiente paso no es  el aceptar, ¿puede ser el adaptar-nos?, si no tengo la energía o el poder suficiente para cambiar lo que me diferencia  de esa persona, me puedo adaptar a las condiciones que son nuevas para mí, al menos al principio.
    Me tengo que adaptar  no sólo con el racionamiento sino con el sentimiento. Como dice Inés
    “tenemos que escuchar al cuerpo, a las tripas, a los sentimientos y emociones, las mías y las demás”
    Evidentemente que si no soy como el camaleón no me puedo adaptar a los cambios, y utilizo la segunda acepción del DRAE de la palabra camaleón “
    “Persona que tiene habilidad para cambiar de actitud y conducta, adoptando en cada caso la más ventajosa”
    Evidentemente, yo no tengo esa habilidad y no sé si la quiero tener y además me cuesta adaptarme a los cambios.
    Tengo mucho que mejorar, aunque no quiero terminar sin daros las gracias por vuestras reflexiones.
    JESÚS

  • MAR Medina

    Inés, completamente de acuerdo con tu comentario.
    Me estaba yo liando con entender-comprender-aceptar (me temo que me ha costado entender bien la exposición de Jaume en una primera lectura) hasta que he leído el tuyo.
    Escribe Jaume al referirse a la mujer que no lograba cambiar su actitud Entendía con la cabeza, pero no comprendía con el corazón. Si comprender consiste en que las emociones participen de la luz de la razón, entonces comprender es aceptar, aunque esa aceptación no supone identificarse con lo que se ha comprendido, de la misma manera que comprendemos una acción quizá reprobable realizada por otro bajo circunstancias extremas sin que por eso la justifiquemos, que es el último grado de la aceptación.
     
    Ahondando en lo que dices, es verdad que las decisiones más importantes de la vida se debaten en las tripas, así que es importante, para no errar, tender puentes entre la razón y las emociones, iluminar con el entendimiento las razones del corazón, esas que la razón ignora según Blaise Pascal, para que las emociones no dominen cuando no deben, ni la razón se imponga sobre la compasión. Para que el mundo sea un lugar mejor tenemos que actuar como los seres completos que somos: con razón y corazón.
     
    Saludos cordiales

  • Inés

    Hola, Jaume, creo que mezclas cosas importantísimas en tu artículo. Por un lado racionalidad y responsabilidad vs egoismo, pero en un apartado entras de lleno en lo que me parece el meollo de todo comportamiento humano y por desgracia muy dejado de lado en nuestra mente occidental. Nuestras emociones.
     
    Son tan incómodas, tan viscerales, tan irracionales, que somos capaces de sucumbir al raciocinio como regulador de la vida, sin escucharlas. Sin embargo en ellas se debaten las descisiones más intimas, aunque sea a nivel incosciente. Una emoción es algo físico, pero la mayoría creemos que es un producto racional que se puede dominar, y lo dominamos. No somos conscientes de que ese acto, tan racional, es la represión de algo fisico, y como tal saldrá como pueda, en forma de estallido, de enfermedad psicosomática.
    Hoy, si queremos humanizar el mundo, las relaciones, el estado, y mi propia casa, tenemos que escuchar al cuerpo, a las tripas, a los sentimientos y emociones, las mías y las demás. El respeto se construye desde la empatía, no desde la lógica de cómo deben ser las cosas, sino desde la aceptación de lo que son realmente.
    Un abrazo.