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Ni clérigo ni laico

En el día de San Francisco nuestro amigo José Arregi nos regala esta sabrosa comunicación y reflexión que acaba con el ejemplo del “poverello” de Asís que no quería ninguna división entre sus hermanos por cuestión de votos u ordenaciones.

IBA a titular este artículo “Soy laico”. Ahora que, por motivo de doctrinas e interpretaciones que nunca debieron habernos traído hasta aquí, he iniciado el doble proceso de exclaustración (abandono de la “Vida religiosa”) y de secularización (abandono del sacerdocio), quería brindar por mi nuevo estado y decir: “Me honro de ser laico por la gracia de Dios. Me alegro de ser uno de vosotros, la inmensa mayoría eclesial”.

Pero debo corregirme en seguida. ¿Laico? No, realmente no soy laico ni quiero serlo, pues este término sólo tiene sentido en contraposición a clérigo y siempre lleva las de perder. No soy laico ni quiero serlo, porque ese nombre lo inventaron los clérigos -que nadie se extrañe: siempre han sido los poderosos quienes han impuesto su lenguaje-. No quiero ser laico, que es como decir cristiano raso y de segunda, cristiano subordinado.

El Derecho Canónico vigente da una extraña definición del término: “laico” es aquel que no es ni clérigo ordenado ni religioso con votos. No designa algo que es, sino algo que no es. Laico es el que, por definición canónica, carece en la Iglesia de identidad y de función, por haber sido despojado. Laico es el que no ha emitido los tres votos canónicos de pobreza, obediencia y castidad, aunque es casi seguro que habrá de cumplir esos votos, y otros varios, tanto o más que los religiosos instalados en su “estado de perfección”. Laico es el que no puede presidir la fracción del pan, la cena de Jesús, la memoria de la vida. Laico es el que no puede decir en nombre de Jesús de manera efectiva: “Hermano, hermana, no te aflijas, porque estás perdonado, y siempre lo estarás. Nadie te condena, no condenes a nadie. Vete en paz, vive en paz”. Laico es el que no puede decir a una pareja enamorada: “Yo bendigo vuestro amor. Vuestro amor, mientras dure, es sacramento de Dios”. Laico es el que no tiene en la Iglesia ningún poder porque se lo han sustraído. Aquellos que se apoderaron de todos los poderes se llamaron clérigos, es decir, “los escogidos”. Habían sido escogidos por la comunidad, pero luego se escogieron a sí mismos y dijeron: “Somos los escogidos de Dios”.

No soy laico ni quiero serlo, porque no creo en una Iglesia tripartita de religiosos, clérigos y laicos, de cristianos con rango y cristianos de a pie, de clase dirigente y masa dirigida. Jesús no dispuso clases, sino que las anuló todas. Y nadie que conozca algo del Jesús histórico nos podrá decir que a los “Doce” -que luego fueron llamados apóstoles- los puso Jesús como dirigentes, menos aún como clase dirigente con derecho a sucesión. A lo sumo, y como judío que era, los designó como imagen del Israel soñado de las doce tribus, del pueblo reunido de todos los exilios, del pueblo fraterno, liberado de todos los señores. (Y, por lo demás, ¿qué hay de los “setenta y dos” que Jesús también escogió y envió a anunciar que otro mundo es posible? ¿Cómo es que ellos no tuvieron sucesores? A alguien debió de interesar que no los tuvieran, tal vez para que el poder no quedara repartido). Jesús no era sacerdote, pero no por ello se consideró laico y a nadie nos llamó con ese nombre. Es un nombre falaz.

Hace veinte años que así lo veo y lo digo. ¿Por qué, entonces, no he abandonado hasta ahora los votos y el sacerdocio? Simplemente, porque era lo bastante feliz con lo que vivía y hacía, y pensaba que no cambia nada importante por unos votos de más o unos cánones de menos. Y ahora que, por las circunstancias, dejo los votos y el sacerdocio, sigo pensando lo mismo: que “laico” es una denominación clerical y que, en la Iglesia de Jesús, es preciso dejar de hablar de clérigos y laicos, es decir, superar de raíz el clericalismo.

Hablar de clérigos y laicos en la Iglesia es un fraude al Nuevo Testamento, pues esos términos no se utilizan una sola vez ni en los evangelios, ni en las cartas de Pablo, ni en ningún otro escrito del Nuevo Testamento. Sí se utiliza el término griego “laos” (pueblo), del que se deriva “laico”, pero “laos” designa a toda la Iglesia, no a una supuesta “base eclesial” informe e inculta. A toda la Iglesia nos llama el Nuevo Testamento “pueblo de Dios” (1 Pe 2,9-10), y a todos los creyentes nos llama “templo de Dios” (1 Pe 2,5; 1 Cor 3,16), “sacerdotes santos” (1 Pe 2,5), “escogidos” y, sobre todo, “hermanos”. Todo somos pueblo, templo, sacerdotes, elegidos, hermanos; lo somos sin otra distinción que la biografía misteriosa de cada uno con sus dones y sus llagas.

Hablar de clérigos y laicos es también un fraude a los primeros siglos de la Iglesia, pues esos términos no figuran en la literatura cristiana hasta el siglo III. Durante los dos primeros siglos no hubo “laicos” en la Iglesia, porque aún no existía “clero”. Luego, la Iglesia se fue sacerdotalizando, clericalizando, y así surgió el laicado, que no es sino el despojo de lo que el clero se llevó. Nunca habría habido laicos en la Iglesia de no haber habido clérigos primero.

Más cerca aun de nosotros, hablar de clérigos y laicos es un fraude al sueño insinuado por el Concilio Vaticano II que, en la Constitución Lumen Gentium, invirtió el orden tradicional y trató primero sobre la Iglesia como pueblo de Dios y luego sobre los ministerios jerárquicos. Primero, el pueblo; luego, las funciones que el pueblo considere oportunas. Los obispos, presbíteros y diáconos nunca debieron constituirse en “jerarquía” (poder sagrado); no son sino funciones que derivan de la comunidad y han de ser reguladas por ella. Sólo representan a Dios si representan a la Iglesia y no a la inversa.

Hablar de clérigos y laicos es, en definitiva, un fraude a Jesús, pues él rompió con la lógica y los mecanismos de quienes se habían atrincherado en la Ley y el Templo y se habían erigido a sí mismos como dueños absolutos de la verdad y del bien. Jesús les dijo: “Dios no quiere eso. Dios quiere que curemos las heridas y seamos hermanos”. Y por eso le condenaron.

Doce siglos después, vino Francisco, que nunca se reveló de palabra contra el orden clerical ni quiso criticarlo, pero que por alguna otra poderosa razón, además de la humildad, rehusó a ser clérigo y, con la dulzura y la firmeza que le caracterizaban, impidió mientras pudo que se reprodujera en su fraternidad la división entre clérigos y laicos. Y, cuando ya no pudo impedirlo, su cuerpo y su alma se llagaron y murió a los 45 años.

Una vez que él con algunos hermanos moraba de paso en un pobrecillo eremitorio, llegó en visita una importante dama y pidió que le mostraran el oratorio, la sala capitular, el refectorio y el claustro. Francisco y sus hermanos la llevaron a una colina cercana y le mostraron toda la superficie de la tierra que podían divisar y le dijeron: “Este es nuestro claustro, señora”. Que era como decir: “No queremos ser ni monjes ni religiosos ni seglares, ni clérigos ni laicos. Es otra cosa, Señora. Queremos vivir como Jesús”.

60 comentarios

  • Veamos, Honorio… no quería decir que hasta ahora Joxe no haya tenido vida religiosa… yo no soy quien para decir eso. La crítica era a los titulares que presuponen que vida religiosa es la que llevan curas y monjas hagan lo que hagan… y que cuando uno deja de ser cura o monja deja la vida religiosa.
    Para mí es todo lo contrario, pienso que ahora Joxe (como Iñigo y muchísimos otros que han dejado el sacerdocio antes que él) se tendrá que enfrentar a realidades que le han sido ajenas hasta ahora, lo que forma parte de la vida normal de cualquier ser humano… Utilizando la terminología de Foucault, empezaría a parecerse más al intelectual que deja de situarse un poco en avance o un poco al margen, para parecerse más al que se lanza sobre el terreno donde se va a desarrollar la batalla elaborando el mapa y las acotaciones… Lo que desde mi punto de vista es más útil, más bueno, más valiente, más humilde, en una palabra, más religioso que el estado anterior. Orain bai? 😉
    Para los que no sabeis euskera: http://erdaratu.eu/index.es.html
    mxxxxxx (abreviatura de muxxxxxuak = bessssssos)

  • Antonio Vicedo

    Sin tener porque considerarnos jueces, ante Quien, siendo JUEZ, es también DEFENSOR (“Padre perdónalos PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN), nada impide, sino que nos ayuda a ser humanos, si notamos diferencia franciscana entre Francisco o el de Padua y el Cardenal Cisneros, diferencia que nos ofrece, como  pasado  espejo,  imágenes presentes.

  • h.cadarso

     Quiero enfrentar y contrastar una frase de Joxé con otra de Maddi.
    Joxé Arregi dice que hasta ahora no había sentido la necesidad de cambiar, de dejar su convento, “porque era lo bastante feliz con lo que vivía y hacia y pensaba que no cambia nada importante por unos votos de más o unos cánoness de menos”.
      Maddi dice que “seguramente es ahora cuando Arregi empieza verdaderamente su vida religiosa”.
      Siendo esto así, Maddi, qué diablos ha hecho Joxé hasta ahora?
      Parece como si hasta ahora Jesús y su evangelio hubiesen sido completamente desconocidos e ignorados por los que se dijeron cristianos a través de 20 siglos de historia. Hasta que hemos llegado nosotros y hemos conocido al verdadero Jesús que nadie conoció hasta ahora…
      A mi modesto entender, las cosas no son tan rotundas y tajantes; Jesús ha tenido muchos seguidores en 20 siglos, también los tuvo antes; y no solo entre los que nos reconocemos cristianos, sino también entre muchos hombres de buena voluntad.
      La verdad que yo creo es que todas las religiones, todas las escuelas religiosas de cada religión, (que también son muchas: protestantes, adventistas, ortodoxas orientales, anglicanas, etc.) son andaderas que nos sirven para caminar al encuentro con Dios, con Jesús en el caso nuestro. Luego, la vida nos hace evolucionar, nos zarandea, nos desmonta dogmas y convicciones que creíamos inamovibles.
      Joxé, cada uno de nosotros, todos los creyentes, han seguido su camino; las iglesias han seguido sus caminos, el Islam sus caminos, y el hinduísmo, y el budismo. No son mis caminos, por supuesto, yo tengo mi camino y tengo mi concepto de iglesia-comunidad de creyentes que buscan en unión fraterna a Jesús.
      Yo respeto lo que Joxé ha hecho hasta ahora, aplaudo lo que hace en este momento; y me considero heredero y deudor de tantos y tantos creyentes que han seguido a Jesús a lo largo de la historia. Y camino a la búsqueda y el logro de una iglesia-comunidad de creyentes unidos por lazos fraternales en la búsqueda de Dios. 
      No me atrevo a condenar a nadie, condeno y combato el mal que hay en la iglesia y en todas las instituciones religiosas, pero respeto las decisiones y los caminos de todas las personas, porque nadie me ha nombrado juez de nadie.

  • Iñigo

    Maite:
    Atiendo, a tus peticiones. Mi comentario en euskera, como me creo que el de Sarri, estaba dirigido a Joxe particularmente, que ha mamado este idioma “nuestro” en el caserío desde niño como yo, no he tenido intención de excluir a nadie. En cuanto a lo extenso de mis intervenciones, procuraré pues resumir sus contenidos, aunque no veo el problema.
    Un saludo.

  • Joan de Catalina

    Quiero brindar contigo Xose, celebrando tu nueva situación eclesial. En primer lugar, porque ha sido fruto de una decisión tuya. En segundo, porque siendo cristiano, has intentado ser siempre  fiel no sólo a ti mismo sino a Jesús de Nazaret y su humanidad (sólo c0mparable a la de Dios).
    Y todo ello, como no podía ser hoy de otra manera, desde la crítica histórica, pues si   realmente lo que  nos importa es “vivir como Jesús”  necesitamos conocer cual era su experiencia sobre Dios y cómo vivió la esperanza depositada en Él. Y ésta, más que una fe en unas creencias, dogmas, siempre históricas, para ser real, verdadera, ha de ser, antes que nada, personal, vivencial, dialéctica, como la misma historia humana.
    Comparto, pues, también tu análisis semántico y los fraudes que a partir de él denuncias.
    Y gracias por tu testimonio ejemplar. Testimonio que nos reconforta en la fe que compartimos.

  • Maite Lesmes

    A IÑIGO le pediría dos cosas: Una ya la ha solicitado OSCAR a SARRI:  puesto que no todas las personas intervinientes saben euskera, podríais escribir a continuación la traducción de lo dicho.
    Otra es que haga intervenciones menos largas. Gracias.

  • MAR Medina

    Es verdad la observación de que “el laicado no es sino el despojo de lo que el clero se llevó”, y que es una definición desde la negación, desde todas las atribuciones de que se carece (y que toman para sí los clérigos), pero también me resula tan ajena como la de “paya”, que es como podría llamarme frente a una persona gitana. Quiero decir que asumimos a veces papeles desde puntos de vista ajenos, o artificialmente polarizados como en este caso de laico-clérigo. Pues no, no me llamaré laica, no si con ello acepto el papel superior y exclusivo y necesario del “clérigo”, siempre de género masculino,  ¿por qué definirme desde un papel que no acepto? Ni laica ni seglar, simplemente ciudadana del mundo.

    No necesitamos permiso para ser cristianos, ni para celebrarlo como buenamente sepamos o podamos o queramos, completamente de acuerdo con Mariana y con Marisa. Nacemos libres, hijos de dios, templo del espíritu, y no necesitamos estructuras de poder ni “intermediarios” -de acuerdo también con Maddi-, sino vivir en una comunidad de iguales.

    Bienvenido a la libertad, José Arregi, al seguimiento a Jesús de corazón a corazón, sin intermediarios y en fraternidad con iguales.

  • Fico Sánchez Peral

    Como me lo he leído todo llego tarde al tema y además dispongo de poco tiempo, pues mañana me voy de “juerga hospitalaria” (y aún no he cenado ni hecho la maleta) y desapareceré una semana. Pero confío en reaparecer renovado, sano y liberado de la incertidumbre que ahora me agobia.
     
    Ya habéis debatido el concepto “laico”, así como –como siempre- gastado nuevas energías en criticar a la jerarquía y su doctrina, que me parece bien (si no fuera por el tiempo que nos hacen perder, y porque además suele distraer –o incluso impedir- del debate propuesto), pues son el principal componente causal de la atrofia y sumisión del “pueblo fiel”, el que les aleja de la madurez  (adultez que dijo, creo que, Mª Pilar) y crecimiento espiritual que acerca a la persona al conocimiento de sí y de Dios.
     
    Pero llega un momento en que no se puede perder más tiempo y energías en críticas, ya suficientemente argumentadas, y toca, como dice Maddi, dar el paso adelante y arriesgarse a caer en el abismo; traspasar fronteras, cruzar la línea y dar el salto en el vacío, sin paracaídas, confiando solo en uno mismo y en Dios. Cuando yo di el paso a la inseguridad de la iglesia de la diáspora, para distinguir mis sensaciones del antes y el después, del paso de la religión a la espiritualidad, lo describí con dos imágenes contrapuestas: la primera, la que representaba la sumisión a la religión era un hombre encorvado por el peso de un piano de cola que lleva a cuestas, y la otra, la del paso a la espiritualidad, era el mismo hombre, medio en pelotas, volando entre las nubes en ala delta: en el abismo, en el salto sin paracaídas…, pero feliz de vivir en el riesgo de haber confiado en Dios y en sí mismo. Era la imagen de la audacia y la inseguridad apoyadas solo en la confianza en Dios, a palo seco.
     
    ¿Y para qué hace falta más?
     
    Siento una admiración y agradecimiento tremendos hacia Mariana Nuñez cuando, soslayando la crítica, da el paso al frente y dice: «…estoy pariendo la decisión de “celebrar” en comunidad la Vida y la memoria del Maestro Jesús… Esto es: celebrar la fracción del pan, dar la bienvenida a la vida que llega y la despedida a quien se va, bendecir el amor, otorgar el perdón… Y me atrevo a alentar que estas experiencias se multipliquen sin mediaciones ni autorizaciones. Solo la confianza: en uno mismo, en quienes nos rodean, en la Madre Tierra que nos da el sustento, en el Dios de la Vida que nos inspira siempre a más. Ciertamente: seamos libres, de una vez por todas.» Y no le añado nada, más que mi gratitud por lo bien, claro y alto que lo dice.
     
    ¡Que Dios os bendiga, Mariana!!!! (A mi también me gustaría “emailearme” con vosotras, mi correo es: ficanda@yahoo.es).
     
    Ahora si que me voy tranquilo al hospital. Lo vuestro sí que es valentía y fe!!!!!!!
     
    Un fuerte abrazo. Fico.

  • Iñigo

    Hola Pepe:
    No vamos a discutir por adjetivos calificativos, aunque la definición y los conceptos son los que son.
    Un saludo.

  • Iñigo

    Kaixo Maddi:
    Yo como dije en mi primer comentario tampoco soy laico, ni clérigo, como le sucede a Joxe, pero por diferentes motivos, en ambos de ha cumplido el dicho que dice: Eroriz ikasten da oinez. Yo opino desde lo que creo que es el laico dentro de la Iglesia Católica, lo que el conocimiento y el discernimiento de muchos años en que sí fui clérigo queriendo ser igual que un laico. Mi experiencia personal me ha llevado hoy por otros camimos en dondelos conceptos de  laico y de clérigo no tiene sentido.
    Besarkada Bat

  • Iñigo, lo que pasa es que los laicos sois imprescindibles para que puedan haber clérigos… Por supuesto que sois parte de la Iglesia… no hay cúpula que se sostenga sin base… La cuestión a plantearse es en la base de qué clase de edificio estamos…
    Pepe, amigo, ¡un abrazo!
    Besicos para Pilar y para tod*s l*s forer*s  😉

  • Mariana Núñez

    Marisa-el -taller:
    ¡Qué ganas de charlar con vos!
    ¿cómo podríamos intercambiar mails?
    un abrazo

  • mªpilar garcía

    Muy sencillo Luis:
    Ese 20%  que posee la mayor parte de la riqueza de la tierra.
     
    Qu en su mayoría, es arrebatada, al 80% que vive en la pobreza (unas persona mas que otras.)
     
    En cualquier estudio serio, lo explica mucho mejor que yo:
     
    Seminario de investigación para la Paz, Carítas, etc. etc.
     
    ¡¡¡Las cosas por su ¡verdaero nombre!!!
    mª pilar

  • Ana, yo diría que en este caso estructura y personas es lo mismo. Si quitas las personas desaparecen las estructuras, porque las estructuras están formadas por personas.
     
     
    El sistema eclesial católico (y el de muchas religiones antiguas) se creó desde una forma determinada de concebir el mundo y la manera de estar en él, un mundo en el que hay un Dios (o varios) todopoderoso arriba de cuyo arbitrario designio depende la vida de todos y cada uno de los pobres e indefensos mortales. Claro que algunos de estos mortales eran más listos y se dieron cuenta de que era más guay ser dios, que les encantaba mandar, meter miedo a los otros, conseguir que hicieran lo que ellos querían, así que usurparon ese lugar (Mt 23:9) Y de esa manera, como no creían en ese dios del que hablaban –si es que creían en alguno– sino que sabían bien que en este mundo todo tiene su por qué, fueron creando las condiciones para perpetuarse en el cargo…
     
     
    Rápidamente pillaron eso de que la unión hace la fuerza, y que la unión con los más poderosos (gobernantes, ricos, inteligentes…) hacía más fuerza, así que se aliaron con ellos dando a cada cual lo que más deseaba.
     
     
    Uno de los problemas que tenían los más inteligentes, los más inquietos, los más curiosos, los que querían saber… era que eso de ganarse los garbanzos y cocinárselos quitaba demasiado tiempo, así que los listos se lo montaron de manera que les liberaron de las tareas cotidianas para que pudieran dedicarse en cuerpo y alma a su pasión: la adquisición de conocimiento, el ejercicio intelectual… Y a cambio sólo les pidieron: obediencia, castidad y pobreza… Vamos, que no pretendieran otro beneficio que la satisfacción que la propia actividad les ofrecía… que ya estaban ellos (los listos) para hacerles el favor de quedarse con todo lo demás: dinero, poder, influencias… Pero aún les ofrecieron más, algo que ningún amante del saber podría desdeñar, la posibilidad de compartir sus descubrimientos con los demás, el poder de fecundar mentes vírgenes iniciándolas en el camino del conocimiento… siempre y cuando ese conocimiento fuera unido al más profundo e indeleble sentimiento de pertenencia al grupo.
     
     
    Todo eso ha hecho que a lo largo de los siglos el conocimiento, el poder y el dinero se mantuvieran unidos dentro de una misma estructura eclesial en la que cada persona (varones mayormente) ocupaba un lugar asignado en función de su pasión dominante: el inteligente el suyo y el listo el suyo… Aunque es verdad que algunos han sido inteligentes y listos, que han amado tanto el saber como el poder, al menos poder decir lo que pensaban, poder por un instante no obedecer… pero ese es otro tema.
     
     
    La cuestión es que llegó un momento en la historia humana en que algunas mentes se fueron despertando. Podríamos decir que fue designio de Dios, pero a estas alturas ya sabemos que cualquier designio divino podemos analizarlo desde lo que los humanos vamos haciendo en esta Tierra, así que vamos con ello.
     
     
    La cuestión es que la vida ya no era lo que fue, lloviera o saliera el sol las fábricas seguían funcionando y eso hacía que fueran muchos más los que se fueron dando cuenta de que en este mundo todo tiene su por qué. Una cantidad cada vez más grande de personas liberadas de las arduas tareas de subsistencia e intendencia aprendían a leer, podían viajar, conocer el mundo y las realidades por sí mismos y no sólo por lo que alguien les contaba… y así poquito a poquito fue quedando en evidencia la impostura de las antiguas estructuras de poder… mientras se iban creando otras…

    Y así llegamos a hoy en día cuando incluso a los más pringaos –los colectivos a los que históricamente se ha cargado con las tareas de subsistencia e intendencia– se nos ha encendido la lucecita y queremos, para nosotros y para todos, lo que en justicia nos corresponde: el poder de decidir, la riqueza suficiente para llevar una vida digna, el acceso al saber y el tiempo para reflexionar… Y esto conlleva necesariamente que los inteligentes se cocinen los garbanzos y que los listos dejen su lugar a Dios… Y, como es lógico, esto crea resistencias.

    La cuestión es que nosotros tenemos que saber qué es lo que queremos, tenemos que colaborar, que ser listos e inteligentes y dejar de centrar nuestros pensamientos en estructuras que se crearon con otros fines, porque cuando pensamos en ellos, cuando les criticamos implicándonos emocionalmente, les estamos dando nuestro poder en vez de utilizarlo en crear algo nuevo, nuevas estructuras que nos lleven a lo que realmente queremos. Como el Angelus Novus sólo vemos desgracias donde no hay más que el devenir de la historia.

    Comprendo que cerrar las alas para darse la vuelta no es sólo un esfuerzo enorme, es asumir el riesgo de caer al abismo; pero, de verdad, que no hay peligro, tenemos el viento a favor.

    Besitos.
     

  • pepe sala

    Supongo que no es el mejor hilo para entrar en un debate sobre el término, Iñigo; pero, si te apetece, el tema se trató largo y tendido en ATRIO.
     
    Una pequeña reseña y el enlace:
     
    “”  El laicado es considerado como una prolongación de la jerarquía eclesiástica dentro del mundo, en el siglo (seglares). León XIII y sobre todo Pío XII exhortan a los laicos a tomar parte activa en la sociedad a través de la Iglesia (encíclica Mediator Dei). A los laicos se les considera tan integrados que, por primera vez, son dignos de ser nombrados en el encabezamiento de una encíclica: en 1943 Pío XII dirige su Enc. Divino afflante Spíritu, además de a los preceptivos Patriarcas, Obispos, etc. a “todos los fieles cristianos del orbe”. Con el terreno perfectamente abonado y propicio llegamos al Concilio Vaticano II, y sin pensárselo dos veces nos espetan: “el carácter secular es propio y peculiar de los laicos”; pero cuidado: “ los sagrados pastores…. encárguenles, con confianza, tareas en servicio de la Iglesia…..consideren atentamente en Cristo, con amor de padres, las iniciativas, las peticiones y los deseos propuestos por los laicos…..De este trato familiar entre laicos y pastores son de esperar muchos bienes para la Iglesia”. (Doc. del Concilio Vaticano II )””
     
    http://2006.atrio.org/?p=973
    No me gustaría tener que volver a enfrentarme con el término. Cuando acabé de escribir aquello, me salía humo por las orejas…

  • MARISA-EL-TALLER

    Yo, soy muy ruda, no, se si lo saveis, pero creci como las setas debajo de las encinas, no pise nunca, ni un instituto, pero las muchas canas que con orgullo luzco, me han enseñado mucho. Soy una presunta seguidora de ese MORENO, que lo asesinaron, por singular, por revelde, por antisistema, ¿incendio el coche de los mosos?, rompio los escaparates de los osados prepotentes banqueros?. No, es malo que la institucion lo asesine, es malo, muy malo, lo peor que ha adulterado su mensaje en todo el mundo.
    Pero yo, tengo una propuesta y es que todos y todas las que presuntamente creemos que el mensaje DEL MENSAJERO, es valido, nos unamos para seguirle en libertad, ignorando la institucion que mata, siguiendo los pasos que nos marca el ESPIRITU, empujando el nuevo mundo, la nueva humanidad, desnuda, pequeña, teniendo en cuenta lo que nos dice Maria Nuñez,ya somos adultas, nadie nos tiene que marcar el ritmo a seguir, notenemos que pedir permiso, para consagrar el mundo, es nuestro derecho, nuestra obligacion, nuestro dever.
    Al hemano Arregui, le va a ser dificil situarse, por la mochila clerical que lleva en la espalda, pero si nos unimos a el en la fraternif¡dad, le ser mas facil, cuenta conmigo, contad conmigo, en este nuevo camino, que nos toca transitar, ¿cuando, nos vemos,donde?.
    PAZ Y BIEN.

  • Iñigo

    Carta a Diogneto: «Lo que el alma es al cuerpo, así han de ser los cristianos en el mundo».

  • Iñigo

    Sería mejor no confundir los conceptos. Laico en su acepción original, se utiliza para referirse a los fieles cristianos y diferenciarlos de los miembros del clero, quienes controlan los sacramentos. El laico como calificativo, en otras palabras, es quien ejerce su misión religiosa fuera del ámbito clerical. Se trata de sujetos bautizados que pertenecen a la pese a no haber recibido el sacramento de la orden sacerdotal, al que se refiere Joxe.
    El adjetivo laico, por otra parte, se refiere a aquello que es independiente de cualquier organización religiosa. El laicista, que no laico, defiende y promueve la organización social independiente de las órdenes religiosas. La noción de Estado laico surgió a partir de la separación entre las instituciones estatales y aquellas pertenecientes a la Iglesia. Para los laicistas, el orden social debe depender de la libertad de conciencia y no de la imposición de valores o normas morales que estén vinculadas a una religión. De todas maneras, no condenan la existencia de los valores religiosos.

    El concepto de laico adquirió mayor importancia para la Iglesia Católica a partir del Concilio Vaticano II realizado en 1959, cuando se reconoció la vocación religiosa del laico a través de la santificación de sus obligaciones como cristiano. Este supone que el laico, pese a no ser clérigo, tiene que ejercer la evangelización y desarrollar sus tareas cotidianas de acuerdo a los preceptos de Jesucristo. No basta con exponer una pequeña parte de la encíclica Lumen Gentium sin analizar su significado eclesial. El punto de partida para un cambio significativo,  los laicos tienen «la vocación propia de buscar el reino de Dios tratando las cosas temporales y ordenándolas hacia Dios», y así privilegian su relación de «vivir en el siglo…, en las condiciones ordinarias de la vida…».El valor de la condición laical (LG 32-33). Se afirma significativamente que en la Iglesia «la dignidad de los miembros es común» (LG 32) y que, por tanto, los laicos participan propiamente de «la misión salvífica de la Iglesia» y no por delegación o sustitución. Se recuerda, además, que los laicos «pueden ser llamados de distintas maneras a una colaboración más directa con la jerarquía», así como ser convocados a ejercer «ciertos cargos eclesiásticos (munera ecclesiastica)». Afirmación que está en la base del desarrollo posconciliar de los llamados «servicios y ministerios confiados a laicos».La participación en la misión sacerdotal (LG 34): repite elementos de (LG 10-11), y se habla de sacerdocio «espiritual» en sentido fuerte gracias a las cuatro referencias explícitas que se hacen al Espíritu Santo; «sacerdocio» que se ejerce de forma prevalente con una vida santa. Todo esto hace posible «consagrar el mismo mundo a Dios», frase en la que resuena la expresión tradicional de la consecratio mundi como tarea propia del laicado. La participación en la misión profética (LG 35): texto con notables reflexiones teológicas en el que se cita de nuevo el sensus fidei (LG 12), al que se une «la gracia de la palabra (gratia verbi)» como don para poder comunicar la propia experiencia de fe, unida «al testimonio de su vida y a la fuerza de la palabra». En este contexto aparecen mencionados particularmente el matrimonio y la familia por su carácter profético. Finalmente, se recuerda la ayuda que los laicos pueden realizar en «algunos oficios sagrados (qf ficia sacra)», y se invita a todos para que conozcan «más profundamente la verdad revelada», primer texto del Vaticano II en el que se habla de una teología abierta a todos. La participación en la misión real (LG 36): se ofrecen principios que desarrollará la Gaudium et spes. Así, la libertad cristiana es calificada como «real» por su carácter de servicio para la promoción de los valores humanos. A su vez, se afirma la autonomía de las cosas temporales, que se fundamenta en la creación. Finalmente, se indica que el lugar decisivo de la autonomía «secular» del mundo es «la conciencia cristiana» formada a la luz del Evangelio que debe armonizar el ser miembro de la Iglesia con el ser ciudadano del mundo.Las relaciones con la jerarquía y con el mundo (LG 37-38): de forma insistente y casi enfática se trata de la relación con el clero y se subraya el diálogo, el derecho de los laicos a «manifestar su opinión», el sentido de obediencia, «el trato familiar», «la justa libertad»…, todo en una perspectiva de comunión en clave de comunicación «interna». El número final (LG 38) cierra el capítulo con la famosa expresión de la Carta a Diogneto: «Lo que el alma es

  • josé luis

    JÓSE, me ha gustado mucho tu análisis de tu situación. Se y comprendo lo que debe haberte costado tomar tal decisión. Lo fácil es seguir, seguir justificándolo todo, pero despues de tantos años, lo difícil es romper. Si uno es fiel a sí mismo, no rompe cuando quiere, sino cuando no tiene más remedio porque se lo exige su dignidad como persona y esto no llega cuando uno quiere, sino a menudo cuando menos se lo espera y contra pendiente. Por eso, cuando uno toma una decisión importante, nunca la toma tarde ni pronto si es responsable, sino que la toma cuando las circustancias le obligan a tomarla, y tu la has tomado con seriedad, sin rehuirla y afrontándola. Lo de los cartelitos de laico- clérigo, te digo la verdad, me suenan a pegatinas, aunque la jerarquía les de tanta importancia. Como iglesia somos Pueblo de Dios, como lo son tantos otros creyentes de otras iglesias. Como cristianos conociendo a Dios a través de Jesús de Nazaret sentimos que es un gran honor para nosotros seguir siéndolo. Un fuerte abrazo y enhorabuena por tu decisión en favor de tu dignidad y queriendo quedarte con lo que es lo fundamental.

  • Mariana Núñez

    Soy una mujer creyente y he buscado al Dios de Jesús durante gran parte de mis 45 años. Debo que decir que Él/Ella me ha mostrado su rostro y me ha dado a conocer su palabra. Esta pasión que llevo por la Vida y por la humanidad son al cabo mi cosecha y vivo sumamente agradecida y comprometida con las pequeñas y grandes luchas que se libran aquí en mi amada América Morena (donde el maestro Martí profetizó Patria es Humanidad) y más allá, en cada pueblo que empuja por ser libre, en cada varón y mujer que pujan por ser más humanos.
    Viene esta historia a cuento de que hace un tiempo (muy fecundo por cierto) formo parte de una comunidad de mujeres creyentes, las Mujeres de la Tierra. Y caminando con ellas, entretejiéndonos de un modo entrañable, estoy pariendo la decisión de “celebrar” en comunidad la Vida y la memoria del Maestro Jesús… Esto es: celebrar la fracción del pan, dar la bienvenida a la vida que llega y la despedida a quien se va, bendecir el amor, otorgar el perdón… Y me atrevo a alentar que estas experiencias se multipliquen sin mediaciones ni autorizaciones. Solo la confianza: en uno mismo, en quienes nos rodean, en la Madre Tierra que nos da el sustento, en el Dios de la Vida que nos inspira siempre a más. Ciertamente: seamos libres, de una vez por todas.
    Un abrazo a todxs por allá
    Mariana

  • Iñigo

    M. Luisa, buenas tardes,
    Cuando hablo de realidad salvífica, lo hago desde la perspectiva meramente religiosa, desde la visión que nos ha legado, en este caso, el cristianismo, y el cristianismo no es propiamente una filosofía, aunque  existe toda una cosmovisión cristiana, a partir de la cual se desprende un modo de vida práctico y de nivel moral superior, cuyo estudio es imprescindible en la revisión de los principales pensamientos que versan sobre el problema ético. La Filosofía nos introduce en el reino de lo abstracto, de las esencias puras, de las definiciones y de las causas supremas. Ahora bien, Jesús no hizo definiciones, ni explicó por medio de causas; su lenguaje es metafórico; no es un profesor teórico; sino un  práctico acerca de la vida. El cristianismo es un sistema conceptual; es una religión (religación del hombre con Dios); es norma de vida. Sin embargo, hay un mensaje escrito (La Biblia), y a partir de allí ha nacido una llamada filosofía cristiana, que trata de comprender el sentido profundo de ese mensaje y esa cosmovisión. A lo largo de la Biblia, pero sobre todo en los Evangelios y en las Epístolas de San Pablo, encontramos una serie de proposiciones de elevo nivel ontológico y moral. Aun prescindiendo del carácter revelado de las Sagradas Escrituras, un profano tendría que considerar el objeto de tales juicios,  la profundidad humana, la altura teológica y la armonía ontológica del mensaje contenido en la Biblia.

    Yo entiendo que el mensaje evangélico anuncia el reinado de Dios que se acerca y se hace presente, que está ofreciendo una nueva forma de vida, caracterizada por la felicidad o bienaventuranza para a los oprimidos… Jesús no está haciendo referencia a su supuesto mérito o virtudes morales, sino a la justicia del reinado de Dios que llega. Y así nos muestra la identidad del verdadero Dios: Dios del reino, cuya voluntad es que los pobres tengan vida abundante o sean bienaventurados. Se trata, por tanto, de una salvación intramundana, lo que exige una vuelta a la praxis y la mediación histórica. Esta salvación intramundana, este intento de construcción del reino de Dios en la tierra, se entiende como un proceso abierto, asintótico, hacia la liberación completa del hombre, hacia la búsqueda de la felicidad máxima para el hombre en tanto que especie. La búsqueda de la felicidad –objetivo moral– se convierte en un proyecto histórico. La moral aparece ligada a la ideación, a la utopía, a la postulación de un futuro más feliz, más humano.
    Un saludo.

  • M. Luisa

    Yo no sé si Iñigo  en su comentario  posterior al mío ha  querido resaltar otros aspectos de la realidad salvífica  o bien  mostrar  su  objeción  respecto a lo que yo había  dicho de ella. En cualquier caso coincido con él bastante. Sólo me he limitado a colocar la  salvación en su lugar  y  por tanto  vista  desde la realización propia del ser humano.
     
    Precisamente  en     esta tentativa con la que dice que  el hombre trata de dar solución a los problemas de su existencia, pienso que  es  en ese intento donde  ha recaído el reduccionismo histórico entre ética y religión del que hablé en otro lugar. Y todo porque   en la inconclusión    del intento mismo   del acto  se delega todo resultado    a una    instancia superior, o sea   a la religiosa  y  en consecuencia   acaba siendo la salvación  una cuestión  venida de fuera.
     
    El tender hacia el valor supremo no puede  proceder de una prédica  clerical sino   de un movimiento  previo de  intención, es decir,    de  un deseo  de felicidad. Este acto primario en su humanidad deja al hombre insatisfecho por lo que sin abandonar  aquel  acto anímico  en el que le dejara  la mera  intención,  el hombre en su  realización  se encuentra con una praxis y toda praxis por el hecho de ser humana implica una intervención de la voluntad  que incide sobre la intención haciendo de ella ya no un acto anímico sino un acto personal y voluntario.

  • pepe sala

    Disculpame, Olga, pero no entiendo a qué viene semejante comparación.
     
    Si nos lo puedes aclarar te lo agradecería. En caso contrario tendré que acudir nuevamente a la sabiduría popular:
     
    “”¿ Qué tienen que ver los cojones del burro para comer trigo?””
     
    Disculpa mo obscenidad, pero la culpa es del refranerom no es mia.

  • Luis 943

    Este franciscano sí que me transmite el amor de Jesús, aunque yo esté tan lejos de ello….
    Un saludo
    Luis

    (Santiago Agrelo, arzobispo de Tánger).-Llega la fiesta anual de San Francisco, y es una buena ocasión para que, desde su experiencia del evangelio, intentemos iluminar nuestro camino de fe.Es difícil hablar de Francisco sin que, entre las palabras, se nos cuele una y otra vez el nombre de hermano. A él le llamamos “hermano Francisco”, y de él aprendimos a llamar hermanos al sol, a la luna y a las estrellas, al viento, al aire, a nublado y sereno, al agua y al fuego, a la tierra “que nos sustenta y gobierna”, al lobo y al cordero, al amigo, al bandido y a la muerte.
    Nada de lo que Francisco llama hermano es inocuo o inerte. Los hermanos, todos ellos, tienen fuerza y vitalidad para el bien y para el mal, dan la vida como dan la muerte, son amistosos y hostiles. El fuego por el que Dios alumbra la noche, que es bello y alegre, robusto y fuerte, es el mismo fuego que cauteriza dolorosamente la carne en torno a los ojos enfermos del hermano Francisco, y muchas veces es sólo elemento incontrolado que devasta y que mata.
    Un mundo de hermanos no es un mundo de mermelada, ni un mundo fingido, ni un mundo soñado: es el mundo real, con todas sus miserias, visto, eso sí, con los ojos de quien ha optado por amarlo, sin dejar al margen del amor ni siquiera los ámbitos más oscuros del mal.
    Para un cristiano, es ésta una opción tan vieja como el evangelio de nuestro Señor Jesucristo: “Os han enseñado que se mandó: «Amarás a tu prójimo» y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestro enemigos y rezad por los que os persiguen, para ser hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos”.
    A sus hermanos se lo recuerda Francisco con insistencia de madre y claridad de maestro: “Dice el Señor: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, y orad por los que os persiguen y calumnian. Ama de veras a su enemigo el que no se duele de la injuria que le hace, sino que arde interiormente, por el amor de Dios, a causa del pecado que hay en su alma. Y muéstrele su amor con obras”. “Estemos atentos todos los hermanos a lo que dice el Señor: Amad a vuestros enemigos y haced el bien a los que os odian, pues nuestro Señor Jesucristo, cuyas huellas debemos seguir, llamó amigo al que lo traicionaba, y se ofreció espontáneamente a los que lo crucificaron. Son, por tanto, amigos nuestros todos los que injustamente nos causan tribulaciones y angustias, sonrojos e injurias, dolores y tormentos, martirio y muerte, y debemos amarlos mucho, ya que, por lo que nos hacen, obtenemos la vida eterna”.
    Un mundo de hermanos es el que vio Jesús de Nazaret desde lo alto de la cruz en que lo habían levantado: “Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen”. Eran hermanos de antiguo, pues todos tenían el mismo Padre. Son hermanos para siempre, pues a todos los mantiene en la fraternidad el amor que los perdona.
    Y quienes se acerquen sin prejuicio al Cántico de las criaturas intuirán que allí el amor de Francisco hace eco al amor de Jesús crucificado: “Loado seas, mi Señor, por los que perdonan por tu amor, y sufren enfermedad y tribulación”.
    Un mundo de pequeños:
    “Pequeños” son, según el evangelio, los necesitados de la tierra, conforme a la palabra del Rey: “Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mi me lo hicisteis”.
    Esos “más pequeños” de los que Jesús hablaba, quedaron identificados para siempre en su evangelio, no como gente buena o mala, no como creyentes o ateos, no como dignos o indignos de ser atendidos o de ser amados, sino como gente que tiene hambre, que tiene sed, que carece de vestido, que conoce de cerca la soledad, que sufre.
    Para ti y para mí, responsables de nuestra vida y de nuestro tiempo y de nuestras opciones, las palabras del juicio que el Rey pronunciará en aquel día sobre nuestra vida harán referencia a los “pequeños” con los que nos hemos encontrado: Fui inmigrante, y me ignoraste; fui negro, y me despreciaste; fui mujer, y me usaste; me morí de sed en el desierto mientras tú te preocupabas sólo de ser feliz; grité mi angustia en la valla de agua que me separaba de ti, y dejaste que me ahogase; me morí de sufrimiento y vergüenza mientras profanaban mi cuerpo, y tú disfrutabas con aquella profanación; fui vendido como esclavo, y no moviste un dedo para liberarme; fui clandestino, y me denunciaste para quedarte con el ajuar de mi miseria; fui parado y me engañaste para sacarle provecho a mi necesidad…
    Francisco lo entendió: no serán los grandes quienes con su grandeza pongan justicia en la vida de los pequeños; sólo quien se hace pequeño puede acercarse a otro pequeño; sólo un mundo de pequeños es capaz de dulzura y de dicha: “El Señor me dio a mí, el hermano Francisco, el comenzar de este modo a hacer penitencia: pues, como estaba en pecados, me parecía extremadamente amargo ver a los leprosos; pero el Señor mismo me llevó entre ellos, y practiqué con ellos la misericordia. Y, al separarme de ellos, lo que me parecía amargo, se me convirtió en dulzura del alma y del cuerpo; y después de un poco de tiempo, salí del mundo”.
    Alguien ha querido recordarme que “por la caridad entra la peste”. Francisco le diría: No, hermano mío, por la caridad entra en tu vida “la dulzura del alma y del cuerpo”, entra la delicadeza para no ofender con tu presencia al apestado que cuidas, entra la dicha de ser hombre y de ser libre frente a la enfermedad, al dolor y a la muerte.
    Por eso Francisco se hizo hermano de todos y pequeño entre todos, para ser libre y amar.
    Conclusión:
    Ver el mundo con los ojos de Jesús o de Francisco, no es obligatorio pero es hermoso, es humano, muy humano, tanto que es divino.
    La mirada de quien ama es la única que puede rescatar al que, bueno o malo, creyente o ateo, digno o indigno, necesita que le acudamos.
    Déjate ‘apestar’.
     

  • olga larrazabal

    Me parece bien que no quieras caer en las definiciones excluyentes, como acto final de honradez, ya que los laicos son a la Iglesia, como los Sudaca a  algunos españoles.

  • pepe sala

    Por si no ha quedado claro, me estoy refieriendo a ” Lumen Gentium”, en la parte donde se trata de los asuntos “laicos”:
    —–
    “”Los sagrados pastores, por su parte, reconozcan y promuevan la dignidad y la responsabilidad de los laicos en la Iglesia. Hagan uso gustosamente de sus prudentes consejos, encárguenles, con confianza, tareas en servicio de la Iglesia, y déjenles libertad y espacio para actuar, e incluso denles ánimo para que ellos, espontáneamente, asuman tareas propias. Consideren atentamente en Cristo, con amor de padres, las iniciativas, las peticiones y los deseos propuestos por los laicos. Y reconozcan cumplidamente los pastores la justa libertad que a todos compete dentro de la sociedad temporal.

    De este trato familiar entre los laicos y pastores son de esperar muchos bienes para la Iglesia,…..”””
    http://es.catholic.net/laicos/466/1147/articulo.php?id=27703
    ——
     
    Con ” laicos” de ése tipo no hacen falta curas para nada. Pero para muchos-as, el término laico significa una cosa  totalmente diferente a lo que pretende la ICAR y sus Concilios.
     
    Pues éso… las cosas claritas y el chocolate espeso.

  • pepe sala

    Deseo mostrar mi satisfacción por leer de nuevo a Maddi… y además estoy totalmente de acuerdo con lo que dice.
     
    También me satisface un montón la visión de Maite Lesmes. Y apoyando, desde mi propia perspectiva de LAICO, me gustaría volver a incidir sobre el uso  que se  hace los los términos. La jodida semántica otra vez.
     
    El significado de laico, para nada se parece a lo que se intenta dar a entender:
    —-
    Significado de laico

    , ca. (Del lat. laĭcus).

    * adj. Que no tiene órdenes clericales. U. t. c. s.

    * adj. Independiente de cualquier organización o confesión religiosa. Estado laico, . Enseñanza laica.
    —–
     
    Si asumimos lo que a la ICAR le interesa sobre el concepto, estaremos irremisiblemente atados a sus dorectrices religiosas. De poco serviría ” colgar los hábitos” si se permanece en el estado ” laical” que pretende la ICAR y la doctrina que enseña al respecto el Concuilio Vaticano II.
    Un ” laico” no estaría JAMAS bajo las órdenes de una religión. Eso sería totalmente contradictorio.
     
    Y me baso, fundamentalmente, en el ejemplo de Jesucristo, quien llevó su LAICADO hasta la última consecuencia.
     
    ( Conozco a un sacerdote que fue secularizado en los años 80. Desde entonces es director de un colegio PUBLICO de Santander. No creo que en su época de cura fuese tan útil a la ICAR como desde su puesto ” laico” de director del colegio público. Y no creo que su esmero fuese mayor con los hábitos que en la actualidad llevándo jóvenes a excursiones, retiros y ejercicios espirituales. Aclaremos bien el concepto de Laico… no sea que el remedio sea peor que la enfermedad.)
     
    Saludos pues.

  • Maite Lesmes

    Supongo que no pasaremos por alto comentar la reacción del Vaticano ante la concesión del Nobel de Medicina a R. EDWARDS, corresponsable de la fecundación in vitro. Aparece hoy en El País:

    ‘Ayer mismo, el Vaticano censuró el premio. “Seleccionar a Edwards ha sido algo completamente fuera de lugar”, dijo el presidente de la Academia Pontificia para la Vida, monseñor Ignacio Carrasco de Paula. “Sin Edwards no existirían congeladores en todo el mundo llenos de embriones que en el mejor de los casos van a ser trasladados a úteros, pero lo más probable es que sean abandonados o mueran. De ese problema es responsable el recién premiado con el Nobel”. Hace dos años, el papa Benedicto XVI sentó doctrina: “La fecundación extra corpórea infringe la barrera para la tutela de la dignidad humana”.’
    Sería para tomarlo a risa si no dieran ganas de llorar. Ignoro si quieren provocar o si esta reacción confirma el grado de ignorancia, estulticia, alejamiento de lo que causa angustia y alegría reales en la gente de a pie, la distancia en que mantienen ciencia-fe….
    Los cuatro millones de personas de 32 años para abajo que viven gracias a las técnicas empleadas por Edwards y su compañero, el sufrimiento y la consiguiente alegría de los padres -sobre todo madres- que tuvieron que recurrir a ellos para poder serlo,  el esfuerzo humano que hay detrás de su investigación….. Todo ello es “nada”, es mercado de embriones, donde sólo cuentan  – según ellos- los no utilizados….
    ¿Cómo se atreven a hablar ellos de ética? Es difícil llegar a reacciones tan sin fundamento como las procedentes de la ICAR. Aunque sólo fuera por la reacción que provocan, inteligente sería callarse. Jesús, en cambio, celebraría el reconocimiento a estos benefactores de la humanidad.
    Qué bueno sería que se pronunciaran los bebés-probeta, o sus madres¡

  • Maite Lesmes

    Querido OSCAR V., te invito a que completes el puzzle. Algo que he pretendido transmitir es que es muy distinta la visión que de lo laico, la laicidad, el laicismo… se tiene desde dentro de la institución (admite una subdivisión: versión oficialista, versión eclesial -no eclesiástica-) y desde el margen. Ocurre lo mismo con otros muchos temas, por ej. el que voy a poner a continuación.

  • Iñigo

    “Niri atxikia dagoenez gero, onik aterako dut, toki seguruan jarriko, aitortzen nauelako. Dei egitean, erantzun egingo diot.
    Berekin izango nau larrialdian: libratu egingo dut eta ohorez jantziko. Bizitza luze eta betea emango diot eta neure salbamena gozaraziko”.
    Besarkada Bat Joxe

  • Yo… es que hace muchos años que pienso así… eso de profesionalizar la religiosidad, de establecer castas… siempre me ha parecido absurdo.
    Cuando leo por ahí eso de que Arregi ha dejado la vida religiosa pienso que los escriben no tienen ni la más remota idea de lo que es la vida ni de lo que es la religión… porque seguramente es ahora cuando Arregi empieza verdaderamente su vida religiosa, y no sabéis cuanto me alegra de que la empiece cerca de nosotros. 🙂

  • ana rodrigo

    Creo que lo que debemos cuestionar en esta estructura eclesiástica, es la existencia de personas con poder y la de las personas que deben estar sometidas a la voluntad de quienes tienen el poder. En una institución como la Iglesia que tiene jerarquizadas las relaciones desde la cúspide hasta el último clérigo y la base son individuos sumisos, al igual que una sociedad feudal el poder ejerce, eso, el poder, de forma absoluta e incuestionable en todos los delegados de la cualquier nivel de la escala jerárquica, (¡ojo! siempre hombres) sobre una mayoría de personas adultas a las que se las exige una ciertas cuestiones o se les niega ciertos derechos hasta la anulación como persona.
     
    Y esto no son teorías, sólo hay que ver el poder de cualquier sacerdote sobre cualquier laico, el poder de los hombres clérigos sobre todas las mujeres que nunca podemos llegar (yo ni lo deseo) a este estatus socio-religioso ni a otro. Por ejemplo en Granada en la beatificación de Fray Leopoldo el obispo prohibió a las mujeres repartir la comunión.
     
    Así que los sumisos tienen más posibilidades de llegar a los altares que los rebeldes por causas justas como es el ejercicio de su responsabilidad desde su adultez dentro de una estructura comunitaria. Y los que tienen el poder lo ejercen desde una convicción de que actúan en nombre de Dios, que es lo máximo a lo que puede aspirar un ser humano, el de ser el portavoz de Dios. ¡Escuchar ciertas homilías en los templos sonroja! ¡Qué desparpajo a la hora de condenar, de sentar cátedra sobre cuestiones opinables, de meterse a hacer política barata, falta de respeto a la autonomía de realidades terrenales…!

  • Iñigo

    La salvación es una tentativa con la cual el hombre trata de dar solución a los problemas de su existencia. La búsqueda del valor y del significado de la salvación viene a ser como el alma que da vida y sentido a toda religión y define su finalidad. Jesús no solamente predica, sino que salva al hombre y lo ayuda en su elevación a Dios. La acción salvífica se extiende a todo cuanto en el mundo existe en la sombra. Aquello que era considerado como indigno del hombre, es colocado en su verdadero puesto: la humildad del publicano, en contraposición a la soberbia del fariseo; la dignidad del trabajo manual, en contraposición a las alturas de la sabiduría (sofisticada) de los griegos. En una palabra: el dolor, la muerte, las penalidades, el fracaso, las contradicciones, las humillaciones, la pobreza, el sacrificio; todo lo humano adquiere el valor que le corresponde como medio para elevar el interior del hombre a los valores trascendentes.Las bienaventuranzas que  escandalizaron a muchos, han sido una verdadera transmutación de valores. El fracaso y la desvalorización humana es salvada. Dios crea y da al hombre la oportunidad de conquistar libremente su propio bien. Para esto Dios se encarna en Jesucristo, el cual redime al hombre, iluminando todos los rincones que el mismo hombre había oscurecido. A partir de aquí la misión del hombre es actuar, dentro de la sociedad cristiana (Iglesia), hacia el orden sobrenatural que apunta en definitiva a lo trascendente, el valor supremo. La culminación del cristianismo es pues la elevación de miras hasta lo trascendente.
    El cristianismo no es un eudemonismo. El valor supremo no es la felicidad del hombre. El mensaje y el ejemplo de Jesús hablan claramente. El hombre se realiza superándose, acercándose a Dios, que es el valor supremo. La intención del acto humano con auténtico valor moral es la del que tiende hasta Dios, hasta el Bien Supremo, no a su propia felicidad. Naturalmente, la felicidad puede ser una consecuencia, no necesaria, del acto humano bueno; pero esto, aunque se tome en cuenta, no es la intención del hombre virtuoso. El objeto de la moral no es la felicidad, sino el valor Supremo. La felicidad, como intención, repliega al hombre sobre sí mismo, lo hace egoísta; pero el valor lo libera de sí mismo y lo eleva. Esto se expresa en el lenguaje bíblico así: “Quien pierde su alma por Dios, la ganará.” O mejor: “Si el grano no muere, no dará fruto.” Y en último término: “Sed perfecto, como mi Padre Celestial es perfecto.”

    En este horizonte cósmico se mueve también el hinduismo en sus corrientes no teístas, es decir, que no admiten la existencia de una divinidad personal, sino un orden global y permanente que dirige todos los seres y todas las cosas. En este caso, para expresar la salvación debemos recurrir al término “liberación”. El mal radical del que hay que liberarse es la ley del karma, que literalmente significa “la acción” incapaz de liberar al hombre del círculo doloroso e incesante de los nacimientos y las muertes.
    El budismo no se deja encerrar en las categorías de nuestro modo de pensar occidental, como sucede también con el hinduismo.  El término tomado del vocabulario cristiano, según el cual alcanzar la salvación implica la acción de un salvador. Pero Buda no se presenta como un salvador sino como el Despertado, el Iluminado. Él señala el camino, pero no es el camino. Parece pues oportuno evitar la palabra “salvación”. Como en el hinduismo, también aquí es preferible definirlo como un “camino de liberación” que, no obstante se traduce muy frecuentemente en los fieles como comportamiento religioso, bajo el que se esconde una necesidad fundamental de salvación.
    En el judaísmo, que de alguna manera es el modelo de las demás religiones monoteístas, la historia humana se desarrolla entre dos polos, la creación al comienzo y la salvación al final. De esta salvación es comienzo y garantía la intervención de Dios en la historia del pueblo hebreo con Abrahán, Moisés y los profetas. La alianza de Dios con este pueblo es la señal de su presencia salvadora en la historia de la humanidad y está en función de ella. El pueblo de Israel consigue la salvación en la medida que es fiel a la ley y se compromete con la justicia. Aunque germina en la historia, la salvación tiene siempre una dimensión esencialmente escatológica, común al cristianismo y al islam.

  • M. Luisa

    Lo bueno para mí de lo  que expresa José Arregi  en este escrito y  que comparto plenamente es que al leerlo me ha  llevado  a pensar otra vez en     lo que hace pocos días me referí  sobre la gravedad de las consecuencias que ha comportado el hecho de haber identificado ética y religión. En este caso se trata del binomio laico y clérigo pero ambos tradicionalmente se han alimentado en mutua conformidad.
     
    Decía entonces que el cristianismo no era primordialmente una religión de salvación sino de donación que    nos deja situados  en medio de  lo que hay. En este estado de laicidad es impensable el clericalismo porque en este estado lo que  se experimenta es el don de la gracia. Ahora bien  cuando se invierte el orden, es decir, cuando el cristianismo es entendido como religión de salvación  es cuando paralelamente  a esta comprensión  surge el clero. Por eso la   experiencia real de salvación  no puede darse sino al  final del camino al haber superado este error histórico  que cada cual comprueba por la resistencia de lo superior  en momentos de desprecio y  marginación.
     
    Se puede  estar hablando  de salvación  todo cuanto se quiera pero en  esta transposición de órdenes no es real.  Nos sentimos realmente salvados cuando somos libres, es decir,  en el retorno al estado inicial, entonces es cuando la laicidad  desvinculada del clericalismo recobra su verdadero sentido.

  • Iñigo

    El clericalismo en su concepción jerárquica actual hasta la imposibilidad de la ordenación de mujeres, pasando porque los obispos los nombre el Papa a través de un sistema oscuro y alejado de las iglesias locales, y tantos otros detalles no dejan de ser de materia sociológica por mucho que se los quiere remitir al misterio. Y es que atribuir a la revelación misma las fórmulas de organización supone ignorar el proceso histórico y cultural en el que se van fraguando así como su evolución histórica, porque aunque se fundamente en los evangelios el papel de Pedro, de ahí a lo que es el papado, hay que pasar por otros avatares que ya no están en los evangelios.

    Además de la inevitable pertenencia al campo de lo humano, y por tanto teñido de opciones implícitas y con propuestas organizativas determinadas, la eclesiología de comunión tal como es entendida por quienes la contraponen al Pueblo de Dios, tiene una trampa que la falsea en cuanto verdadera comunión. Y es que cuando se apela al espíritu de comunión se da por sentado que es sólo en dirección única, del pueblo para con la jerarquía, de los teólogos para con el magisterio, de las otras iglesias para con la católica. Es una comunión en la que uno de los polos de la relación que crea esa unión no se mueve de su pose inicial, espera que, de forma mansa y uniforme, todo y todos confluyan hacia el vértice. Esto no es comunión, al menos no la que entabló Dios con la humanidad aproximándose hasta el extremo, hasta las profundidades, en Jesucristo. Tampoco es la comunión del “lo tenían todo en común”, ni la de los ministerios tal como aparecen en el NT, que siempre lo hacen en una complementariedad (los miembros y el cuerpo) y circularidad que tienen más de colegial que de mero amoldarse o uniformarse. Pero es que el Pueblo de Dios también tiene de fe y misterio. Porque nadie le puede negar a la experiencia de haber sido llamados por Dios a participar en las relaciones fraternas que transparentan su amor el misterio de su procedencia última en Dios y de su destino último en el Reino.

    La prueba de que se entiende la comunión como una dirección única de plegarse a la única voz autorizada de los Obispos y el Papa, olvidando la universal coparticipación de todos los bautizados en la realidad de Cristo, es que se tienda por parte del Vaticano y sus organismos, así como por parte de Conferencia Episcopal y sus declaraciones a reprobar toda discrepancia como falta de comunión. La discrepancia forma parte de la comunión, al menos mientras no niegue los criterios fundamentales de pertenencia. La discrepancia, presente en la Iglesia primitiva desde sus orígenes, es una expresión de que la sociedad que forman quienes seguen a Jesús, es una auténtica comunión, pues no suprime diferencias sino que las asume en el diálogo y la toma de posturas consensuada en todos los planos y servicios.

  • Iñigo

    Creo que se debe reivindicar el termino laico, no como denominación dada al que no es clérigo o religioso, como lo define el canon 207 del Código de Derecho Canónico, sino como lo hace la Constitución Lumen Gentium: “iluminar y organizar todos los asuntos temporales a los que están estrechamente vinculados, de tal manera que se realicen continuamente según el espíritu de Jesucristo y se desarrollen y sean para la gloria del Creador y del Redentor”. Los ordenados han sido, y aún lo son, todo en “sus” Parroquias. Sin ellos no se hace nada. Lo que ellos no hacen, se quedaba sin hacer. Si algo emprende un laico es bajo la total sumisión a las directrices del clérigo correspondiente. En abstracto, estos siempre necesitan y desean ayuda. Sin embargo, a la hora de ceder parte de sus atribuciones, algunos piensan que se están invadiendo sus competencias exclusivas. Surgen roces, abandonos, discrepancias, cuya única razón es, casi siempre, la vanidad o el orgullo herido. En definitiva, se confunde colaboración con sumisión.

    Los sacramentos, la liturgia y la dirección espiritual son no son tareas tampoco exclusivamente sacerdotales. La teología es tarea de todo el Pueblo de Dios. La teología es la reflexión sobre la fe de la Iglesia y el diálogo de esta fe con la realidad. Esta reflexión y este diálogo no son esencialmente sacerdotales. Son tarea de cada cristiano, y de hecho cada laico reflexiona sobre su fe y da razón de su esperanza. Por esto, la teología es una tarea laical. En el Antiguo Testamento, son los profetas los son laicos, con pocas las excepciones como Ezequiel y tal vez Jeremías, hijo de un sacerdote. En el Nuevo Testamento, los teólogos son los escribas o maestros de la ley, no tienen ciertamente la mejor reputación en los evangelios, pero una cosa es segura: son laicos. En el cristianismo, el panorama no cambia en las primeras comunidades, sería un anacronismo distinguir para esa época entre laicos y clero.

    En la mayoría de las ocasiones se choca con la eclesiología jerárquica. Difícilmente en la Iglesia, Pueblo de Dios, en el que hay diferentes tareas, debe de haber  exclusiones. Y en esa Iglesia, si los laicos son la Iglesia en el mundo, deben de ser también el mundo dentro de la Iglesia. El laico representar la realidad, el dolor, el llanto y el sufrimiento, pero también las alegrías y las esperanzas de las personas a las que va dirigido el mensaje de Jesús que dice que los pobres son bienaventurados. Debemos confrontar este mensaje con las experiencias de nuestros tiempos, con las exigencias de nuestra cultura y los desafíos de nuestra realidad. Los creyentes en Cristo no deben permitir que la teología se convierta en un museo empolvado de cosas de la prehistoria. La teología es algo actual, que tiene un significado para el presente, para el sudor del trabajador, el llanto de los niños, y la preocupación de los padres de familia.

    En la Iglesia, tal como se vive en este momento, esta tarea significa no pocas veces, convertir la Iglesia hacia la realidad. Muchísimas veces no se toma en cuenta la realidad. ¡Cuántos sermones se  escuchan, en las que no se habla ni piensa de ninguna manera en lo que les toca a vivir a la gente a pocos metros del templo!. La capacidad de confrontar el evangelio y la realidad, que sirve para la propia espiritualidad, la habilidad de interpretar el evangelio desde la vida, todo ello es necesario también para toda la Iglesia. Si los clérigos están enfrascados en una interpretación ultramundana del evangelio, el laico tiene que reclamar el significado del mensaje de Jesús que pasa por la experiencia.

  • oscar varela

    Hola!
     
    3 Ensayos:
    (Ensayo es una Tesis sin mostrar la musculatura de la Prueba, que sí, se tiene):
     
    1º) Señor Arregui: usted pió tarde. Al no estar acostumbrado a piar fuera de la jaula: pió mal (contra su Cumpas; y eso es muy mal visto entre los vivientes extra-jauleros), auque tenga razón.
     
    2º) Maite Lesmes: buena voluntad de arreglar el desaguisado del Sr. Arregui, pero queda más embadurnado y profundiza el Ensayo 1º)
     
    3º) Sarroniandia: felicitaciones por ejercer el derecho a la libertad de lenguas. También andaban los Tehuelches por tu zona. Pero ya sabés que en Argentina, en casos así, decimos –“por las dudas: que te recontra” (expresión que viene del “Truco”) Quedamos esperando “castellanización” si lo mereciere. Gracias!
     
    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • Gaurtik aurrera, Joxe. gizon emakume guztien anaitasunean bizitzeko gertu bagera gure Abba aitatxoren seme izaten ikasiko degu. eta hori baino gauza hoberik mundu hontan eztago ezta izango ere!

  • Maite Lesmes

    Me ha resultado un artículo precioso, brillante.  Lo bueno de “estas circunstancias”  que atraviesa Joxe,  experiencias de sin-sentido, de absurdo, de fracaso o de injusticia que cualquiera hayamos padecido, es que
    al tratar de asimilarlas se agudiza el ingenio, se encienden luces,  se activan energías inadvertidas hasta entonces, se pierde el miedo…  O te hundes o sales fortalecido. Y no dudo que Joxe saldrá fortalecido.  El miedo agarrota;  no tener nada que perder, desinhibe y libera.  Incluso puede dar un toque de rebeldía,  valorado positivamente por quienes observamos su grandeza de espíritu-

    Puedo coincidir con todo lo que escribe Joxe. Es un ejemplo más de los equívocos a que lleva el modo de pensar dual, tan difícil de desarraigar de nuestra estructura lingüístico-mental. Pensar que la realidad está estructurada en superiores e inferiores, jefes y subalternos,  inteligentes y deficientes,  los de dentro y los de fuera, los nuestros-los de ellos, etc…, aleja de la igualdad deseada y nos mantiene divididos, enfrentados.

    Pero no es una buena definición la definición negativa, como procede el D. canónico en el caso de “laico”,  ni
    es la única manera de ver lo laico la que el autor expone aquí. Efectivamente, se puede considerar que lo laico es una carencia, como la ceguera es la circunstancia de aquel que teniendo ojos no ve. Pero esa es la versión clerical de la laicidad.
    Aunque el origen de la palabra proceda de su contraposición a clérigo,  los contextos en que se ha empleado la palabra laico están muy alejados  de la parcial visión clerical sobre ella.  Más sana parece la consideración francesa de la laicidad, que arranca de la ley estatal de 1905.  Nos sirven también los sinónimos de la palabra laico, como secular-seglar, que dice relación con el siglo, con el vivir en el mundo, como personas, como ciudadanos.
    Nos hemos acostumbrado a expresiones como “reducción al estado laical”, “secularización” “ex-claustración”, “abandono del sacerdocio o de los hábitos”, tan fuertes  y negativas ellas, como sinónimos de “pérdida“. Es hora de que lo consideremos una ganancia. Joxe ha vuelto al mundo de los normales -en que lo clerical será cada vez más excepción y ultramontano-, gana él y ganamos nosotros. Bien venido¡ 
    Según una  reciente encuesta realizada a nivel mundial por no sé qué organismo internacional, como  uno del CSIC expuso en CNN+ hace días, tanto en Oriente como en Occidente el peor valorado es el cura, mucho después que los políticos, que ya es decir, y quien más confianza inspira, el científico. Tomen nota los “religiosos”.

  • Gabriel Sánchez

    El santo se indignó profundamente y replicó: “Hermanos míos, el Señor me llamó por el camino de la sencillez y la humildad y por ese camino persiste en conducirme, no sólo a mí sino a todos los que estén dispuestos a seguirme… El Señor me dijo que deberíamos ser pobres y locos en este mundo
     
     
    Un abrazo para el querido hermanito José.- desde Montevideo, Gabriel

  • Antonio Vicedo

    Gracias, Joxe, por esta larga corazonada al socaire de tu cariñoso recuerdo de Jesús, de Francisco y de todos los que con ellos constituimos HUMANA HERMANDAD.
    Con el agradecimiento a tu intento de acertar en proponernos el que y el como de  tu decisión reciente, permíteme que, desde la ya larga distancia vivida desde  parecida opción a la tuya, yo aporte lo que entonces sentí como decisión y sigo valorando como vivencia.
     Yo si opté por volver a considerarme laico, con los laicos concretos que constituían y constituyen la abstracción de LAOS, PUEBLO, y así se lo dejé claro a mi obispo, que más me quería subordinado de su poder-sagrado (y sagrado no hay ningún poder) =jerarquía, que dispuesto a seguir a Jesús, aún a trompicones, tal y como en la Iglesia  (LAOS DEL ABBA)  que se confunde con LA HUMANIDAD, me  lo presentaban y descubría como CAMINO, VERDAD Y VIDA.
    No había caído en la cuenta de esa definición negativa en el CDC, ni ahora, cuando tu técnicamente la aduces para no aplicártela, me importa nada, pues lo negativo, en la Causa de Jesús,  no tiene consistencia de realidad.
     No ser ni, ni, es como si pudiéramos  considerarnos nada para Jesús, para  el Padre y para toda la HERMANDAD  que viene de nuestra FILIACIÓN,  y esa  nada  no encaja con aquella advertencia en Mt XXV de que es, EN LOS MÁS PEQUEÑOS HERMANOS, donde Él nos tiene citados, habiendo renunciado a la manifestación de lo propio de Dios, para ser UNO MÁS DE NOSOTROS. O como  dice Pablo:  que Él es Cabeza de un Cuerpo del que TODOS somos miembros por igual, aunque con complementarias funciones mutuas.
    Cuan bien se ve esto desde el testimonio y mensaje de Jesús y comparando esa respuesta del hermano Francisco a aquella señora y el tropezarnos con tan elaboradas y recias rejas o suntuosidades  que, en los templos,  sean o no catedrales, aún separan los coros y presbiterios del lugar destinado,  en la celebración de  SU MEMORIAL,  para el   PUEBLO del que JESÚS  se siente PARTE.
    Bienvenido, pues, a este LAOS como PERSONA LAICA, en la que la abstracción (concepto) de la realidad universal humana, se hace concreción real personal y la expresamos con la palabra  LAICA/CO

  • Maite Lesmes

    Acaba de morir el “Francisco de Asís del Islam”, Mansur ESCUDERO. Os dejo el artículo que sobre él ha escrito en El País Juan José Tamayo, http://www.webislam.com/?idt=17419 , y de paso recomiendo esta web progresista http://www.webislam.com   donde hay más artículos sobre él y otras rúbricas que os interesarán.

  • Jesús

    Me ha gustado, Jose, tu expresión definitoria del meollo del problema: “Y ahora que, por las circunstancias…”
    Me ha recordado a aquellos dos amigos que, volviendo del extranjero en la España de Franco fueron sorprendidos en la frontera por un registro de la Guardia Civil en la que no quedó ni tubo de la tienda de campaña ni maleta (eso si, con guantes, a exigencia de uno de ellos) sin registrar. Le decía allí mismo uno al otro en voz alta de la Benemérita:
    – “No te enfades, Benito, son circunstancias”.
    Aquí también es una “circunstancia”, como bien dices, el hecho causal.
    Y resulta que hoy, las circunstancias, tienen el peso que tienen y no el que debiéra tener una mera ciscunstancia en la Iglesia.
    Por ahí va el problema: la circunstancia deviene en creerse intemporal e imprescindible, cambiando el (como dicen ellos) natural orden de las cosas. Así, via a alguien cambiar el orden que había definido (¿Habrá que referirse así al Vaticano II cuando se habla de él?) el Concilio sobre los bienes del Matrimonio para priorizar los hijos y la fe. Una circunstancia (hoy ya lo es) rectificando al Concilio.
    ¿Y por qué no ser nada en la Iglesia?
     

  • Es interesante cómo el “provesillo” se sometió TOTALMENTE a la jerarquia de su época que hoy es lapidada. Pregunto: ¿Tenemos nosotros este mismo espiritu franciscano?.
    Lucho.

  • Maria del Pilar ¿podrias concretizar a qué “personas” te refieres?. Las cosas se llaman por su nombre. Solemos tirar la piedra y esconder la mano.
    Lucho.

  • fernando

    No creo que este tema se pueda clarificar desde debates o desde sesudos razonamientos. Solo la práctica viva podrá hacer que desaparezca. Y personalmente pienso que el verdadero debate, si debe haber alguno, está -y sigo a Francisco- entre mayores y menores. Algo tan simple y sencillo como el poder y la apropiación.
    Paz y Bien

  • mªpilar garcía

    ¡Gracias! por estar de nuevo entre todas las personas de buena voluntad.

    Porque nos estimula todo cuanto nos comparte; nos anima, a abrir los ojos, a buscar, a quitarnos el polvo acumulado de papeles que nada tienen que ver, con el camino que Jesús y el poberello de Asís vivieron y nos dejaron, para siguiéndolo, hagamos de este hermoso mundo, algo ¡Nuevo!

    ¡Gracias y ánimo! este camino que nos explica, es coherente, veraz, comunitario, justo, porque se preocupa de los demás, especialmente de los que están amordazados por el egoísmo de unas  “personas” que nunca tienen suficiente…

    Un abrazo entrañable. mª pilar

  • Iñigo

    Hoy cuatro de octubre se celebra el día de San Francisco de Asís, una celebración entrañable para los que, como tu José, no somos ni clérigos ni laicos, pero sí sentimos el franciscanismo dentro de nosotros, porque lo hemos vivido. No conozco tus razones para haber pedido la exclaustración y la secularización, aunque intuyo el motivo por lo que dices en tu artículo. La verdad es que sí que  has tardado mucho en tomar tu decisión, yo te comprendo pues no es fácil dejar todo lo que ha sido tu mundo, tu ambiente, tus compañeros y hermanos, hay que tener mucha madurez para ser fiel y coherente, como Francisco lo fue cuando abandonó su casa para seguir a Jesús y a su Evangelio. Un Francisco que nunca pretendió fundar una orden religiosa, que quería vivir el Evangelio de Jesús, pero que se vio obligado porque Dios le dio hermanos. Una cosa es vivir uno mismo según el Evangelio, y otra cosa distinta es encarnar este ideal en una comunidad cada vez más numerosa. En esta delicada tarea es donde se va a manifestar con el máximo esplendor la intuición original de Francisco, de acuerdo con el talante del tiempo. A todos estos hombres que vienen a él desde ambientes sociales muy diversos (burgueses, labriegos, clérigos, juristas…), Francisco les enseña a vivir en unas relaciones en las que ya no hay dominadores ni dominados, en las que todos están asociados fraternalmente y en las que el único camino es el del diálogo y el del servicio Este nuevo estilo de relaciones, a la vez generoso y caluroso, aparece entonces a muchos hombres como una liberación. En el fondo, Francisco y sus compañeros viven, siguiendo el Evangelio, lo que los comunes en su origen aspiraban a realizar, pero sin conseguirlo a causa del dominio del dinero y del poder. Realizan así el sueño de su tiempo. Esto explica el rápido e inmenso desarrollo de la joven fraternidad franciscana. De ahí también su dinamismo. La nueva fraternidad está impaciente por gritar a los hombres el secreto de su alegría y de su liberación. Anuncia al mundo de los comunes, tan orgulloso de sus libertades, pero esclavizado por el dinero, la verdadera juventud y la verdadera libertad del mundo.  Son conscientes de tener algo que transmitir, algo a la vez nuevo, esencial y maravilloso. Y no necesitaba cenobio, es bien cierto, y todos eran bienvenidos a su pobre oratorio de San Damián.
    Yo tampoco soy clérigo, ni laico, pero por diferentes motivos a los tuyos. No une la experiencia, las análogas vivencias, no los motivos. Tu quieres vivir tu vida desde el Evangelio, en el que tu crees, yo ni creo en el tuyo, ni en el oficial.
    Un abrazo.

  • Carmen (Almendralejo)

    Pues yo Jose, soy LAICA, nací LAICA… y quiero morir LAICA, me da igual como sea esta, pero quiero morir como vivió Jesús libre ante la comunidad rabínica, que hoy “sería” ¡Lo dudo mucho! esta seudo religión que dice ser de Jesús, cosa que nunca quiso.

    Porque solo pretendió liberar a l*s pres*s, de cualquier cárcel, ya fuese enfermedad, descrédito, religión tiranía etc.

    Me parece muy bien aquello de Francisco de Así, y que en su tiempo existiese este hombre el cual fue por delante de este. Ahora querer hacer lo que él hicera es contradecir ese espíritu emprenderdor de Francisco.
    Como en casi todas las congregaciones y sus fundador*s, a quello del principio era novedad, después se queda estancada para luego ser algo obsoleto y rancio.
    En algunas comunidades de Clarisas, da pena escuchar estas celebraciones porque parecen que Francisco es casi Jesús…

    La verdad que no entiendo estas espiritualidades que sobrepasan, intentan que sean algo más que eso, una espiritualidad para llegar a la meta, simples andadores…

    La belleza de la fe, es soltar amarras y navegar sin esos flotadores y almohadillas en los pies, que son las congregaciones, donde se suele vivir muy arropad*s, y luego pasa lo que pasa que se domestican a las personas, y cuando es muy fiera la persona hay que doblegarse ante la curia al más alto nivel.

  • h.cadarso

      Qué bueno que siempre te hayas sentido libre y ajeno a la categoría de clérigo y de religioso, Joxé! Pero admite que tu nuevo estado seguramente te devuelve una libertad insospechada y desconocida, como si el pájaro hubiese sido liberado de la jaula y volviese a vivir en los árboles y los aires.
      Tienes razón, vuestro fundador tuvo esa idea de la vida religiosa, de lo que es un claustro y una sala capitular. ¿Por qué la Orden Franciscana no vuelve sobre los pasos de Francisco de Asís? El siglo XXI necesita una orden franciscana así, que tenga por claustro la pura naturaleza y por sala capitular el cielo por encima y la tierra bajo los pies…Lo otro, lo que tú dejaste en Aránzazu, pertenece al medievo…
      Te invito a leer en http://www.durangon.com un artículo titulado De Aránzazu a Anboto.
    Deberíamos reivindicar un poco más a Mari, la predecesora de Andra Mari de Aranzazu, de Begoña, de Estíbaliz, de todos los montes de Euskalherria.
      Un fuerte abrazo. Eutsi gogor!