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El mal uso político de la religiosidad popular

La religiosidad popular está hoy en alza pues ha sido uno de los ejes fundamentales de la campaña electoral, especialmente en su vertiente fundamentalista. Fue inducida por la oposición y por un ala conservadora de obispos de São Paulo, sin apoyo de la CNBB, acolitada después por pastores evangélicos.

          Sin proyecto político alternativo, Serra descubrió que podía llegar al pueblo apelando a temas emocionales que afectan a la sensible alma popular, como el aborto y el matrimonio de homosexuales, temas que exigen amplia discusión en la sociedad, fuera de la campaña electoral. La política hecha sobre esta base es siempre una mala política porque olvida lo principal: Brasil y su pueblo, además de suscitar odios y difamaciones que van contra la naturaleza de la propia religión y que no pertenecen a la tradición brasilera.

La religiosidad popular ha sufrido históricamente todo tipo de interpretaciones, como forma decadente del cristianismo oficial. Los hijos de la primera ilustración (Voltaire y otros) la veían como reminiscencia anacrónica de una visión mágica del mundo; los hijos de la segunda ilustración (Marx y compañía) la consideraban como falsa conciencia, opio adormecedor y grito ineficaz del oprimido; los neodarwinistas como Dawkins la leen como un mal para la humanidad que debe ser extirpado.

Estas lecturas son estrechas pues no hacen justicia al fenómeno religioso en sí mismo. Lo correcto es tomar la religiosidad por lo que es: como vivencia concreta de la religión en su expresión popular. Toda religión es el ropaje sociocultural de una fe, de un encuentro con Dios. En el interior de la religión se articulan los grandes temas que mueven las búsquedas humanas: qué sentido tiene la vida, el dolor, la muerte y qué podemos esperar después de esta cansada existencia. Habla del destino de las personas, que depende de los comportamientos vividos en este mundo. Su objetivo es evocar, alimentar y animar la llama sagrada del espíritu que arde dentro de las personas, a través del amor, la compasión, el perdón y la escucha del grito del oprimido, sin dejar de lado la cuestión del sentido terminal del universo. Por lo tanto, no es poca cosa lo que está en juego con la religión y la religiosidad. Ella existe en razón de estas dimensiones. Un uso que no respete esta naturaleza suya, significa manipulación irrespetuosa y secularista, como ha ocurrido en las elecciones actuales.

No obstante todo esto, hay que tener en cuenta las instituciones religiosas que poseen un poder y un peso social que desborda el campo religioso. Este peso puede ser instrumentalizado en diferentes direcciones: para evitar la discusión de temas fuertes como la injusticia social y la necesidad de políticas públicas orientadas a los que más necesitan y otros temas relevantes.

En este campo es donde se verifica la disputa por la fuerza del capital religioso. Y se ha dado de forma feroz en estas elecciones. Curiosamente el candidato de la oposición, se transformó en pastor al hacer publicar en un periódico que yo vi: «Jesús es verdad y justicia», firmado con su puño y letra, como si no nos bastasen los evangelistas para garantizarnos esta verdad. El sentido es insinuar que Jesús está de su lado, mientras que la candidata opositora es satanizada, víctima de odio y rechazo. Esto es una forma sutil de manipulación religiosa.

Un católico fervoroso me escribió que quería «cortarme en mil pedazos, quemarlos, tirarlos al fondo de un pozo y enviar mi alma a los más profundos infiernos» Todo esto en nombre de aquel que mandó que amásemos hasta a los enemigos. El pueblo brasilero no piensa así porque es tolerante y respeta las diferencias porque cree que en el camino hacia Dios podemos siempre sumar y darnos las manos.

Lo único que no desnaturaliza la religiosidad es la práctica que potencia la capacidad de amor, que nos ayuda a la auto-contención de nuestra dimensión de sombras, nos despierta a los mejores caminos que realizan la justicia para todos, garantiza los derechos de los pobres y nos vuelve no solo más religiosos, sino fundamentalmente más humanos.

¿A quién ayuda la difamación y la mentira? Dios las abomina

[

    Traducción de MJG]

9 comentarios

  • Gabriel Sánchez

    bueno…Se podría dar Dilma-Cristina, las mujeres al Poder…en hora buena y la derecha se queda una vez más con tres palmos de Narices.- Gabriel

      A proposito acabo de llegar de un retiro que llamamos Getsemani…Lagar (dijera Federico) y todavía mis pies no tocan la tierra.- Gabriel

  • María

    Es una estupenda noticia para Brasil y para toda América Latina.

    He oído comentar que los evangélicos definían la votación -pues en Brasil son muy numerosos- y que las mujeres evangélicas votaron por Dilma. ¡Bien por ellas!

    ¡A Ú P A  P R E S I D E N T A!
    ¡A Ú P A   D I L MA!

  • Carmen (Almendralejo)

    ¡Habemus Dilma! ¡Ojalá! sin humos y con el voto libre

  • oscar varela

    ¡ESO!

    ¡VAMOS TODAVÍA! – Oscar.

  • María

    A las 8, hora brasileña, empezaron las elecciones en Brasil. Terminan a las 4 de la tarde. Como dicen los amigos y las amigas  de la red de voluntarios petistas apasionados :

    “En  2002 con Lula la esperanza venció al miedo”

     ” En 2010 con Dilma la verdad vencerá a la mentira”.

    ¡ A Ú P A   D I L M A!

  • MAR Medina

    Cualquier uso (entendido como manipulación) de la religiosidad popular es un abuso y por lo tanto un mal uso.
    La religiosidad popular se mueve en el oscuro campo de la ignorancia, es una reminiscencia (muy activa en mucha gente todavía ahora) de la magia, que actúa en el terreno de las emociones.
    Donde hay conocimiento y sabiduría no hay religiosidad popular, luego fomentarla, promoverla y manipularla en los demás es siempre una maldad de la que se saca provecho.
     
    La institución católica la promueve continuamente y ahí reside la mayor parte de su poder.
     
    Saludos cordiales

  • María

    L a fuerza del capital religioso no debería manipularse para fines electoreros, pero se hace… en Brasil y temo que tambien aquí entre nosotros. Ahora que viene el papa a “consagrar un templo” -no es una visita pastoral según dice el portavoz vaticano- y va a reunirse con todos los poderes del país…   

    Terminó por fin la campaña política en Brasil,  maman sábado día de reflexión, y el domingo votacione. Que el esfuerzo de tantas personas de bien dé su fruto, que la verdad venza a la mentira y el pueblo vote por dar continuidad al gobierno actual,  que es el que ha mejorado su calidad de vida. Que vote por Dilma!  

       

  • oscar varela

    Hola!
     
    ¿Cómo no habrá de bronquear Leonardo Boff;
    quien –en la Carta de la Tierra- sintetizó la religión en el respeto?
    ············
    La emoción religiosa es el respeto.
     
    Todo hombre que piense: «la vida es una cosa seria», es un hombre íntimamente religioso.
     
    La verdadera irreligiosidad es la falta de respeto hacia lo que hay encima de nosotros y a nuestro lado, y más abajo.
     
    La banalidad, la frivolidad es la asesina de razas, de ciudades y de individuos.
     
    Necesitamos una raza respetuosa; un puñado de hombres que se vayan pasando, de mano en mano, con secular tenacidad, la fecunda tradición del respeto.
     
    Cuidar el respeto, no sea que hallemos a nuestra patria, muerta una mañana de buen sol, por una «tontería» cualquiera.
     
    El hombre respetuoso piensa, en cambio, que es el mundo un problema, una dolorosa incógnita obsesionante y opresora que es preciso resolver, o cuando menos aproximarse indefinidamente a su solución.
     
    La cultura es la labor paulatina de la humanidad para acercarse más y más a la solución del problema del mundo.
     
    La cultura nace de la emoción religiosa.
     
    La degradación también: es su envilecedor  “desvío sin salida”.
     
    Esta es la bronco-denuncia de Leonardo.
    ¡Tiene toda la razón!
     
    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • Carmen (Almendralejo)

    La religiosidad popular, es el opio de la esperanza, del deseo de lucha, y como unos número y un par de € te hacen creer que tienes posibilidad de ganar la Primitiva, con estas religiosidades populares, nos hacen creer que esa virgencita, o ese santito nos dará lo que nos roban los amos, los dueños de nuestro sudor y sobre todo los banqueros-políticos.