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Jesús y la Iglesia, según Díez-Alegría

En relación a las últimas entradas en ATRIO, como invitación a una lectura distendidas en Verano y en recuerdo de un gran jesuita y amigo recientemente fallecido, publicamos un capítulo del libro de José María Díez-Alegría “TEOLOGÍA EN BROMA Y EN SERIO” (1985), que, por deso expreso del autor, pone gratitamente al servicio de todos, en su texto completo, el portal KOINONÍA.6295_255305215081_621610081_8373771_6179190_n

Un escritor ruso contemporáneo, muerto en 1940, Michail Bulgakov, escribió una novela inolvidable: «El maestro y Margarita». Libro impresionante de humor y de poesía, abierto al misterio.

Allí presenta una narración del proceso de Jesús frente a Pilato. Es una reconstrucción imaginaria, que, con clarividencia poética, toca la realidad, aunque no se pueda hablar de exactitud histórica.

Su Jesús desmitologizado, reducido a un realismo social hiriente de vagabundo indefenso, locamente bueno, resulta convincente. No con exactitud histórica, sino con paradoja de intuición poética, que nos acerca al misterio. No sé si Bulgakov era creyente, pero yo, que creo en Jesús con alma y vida, lo siento hermano.

En un momento del diálogo de Pilato con Jesús, el procurador le echa en cara lo que está escrito en la denuncia: «Incitaba a destruir el templo. Lo atestigua la gente».

[50] El detenido, Jesús, responde: «Esta buena gente es ignorante y ha confundido todo lo que yo decía. Y empiezo a temer que este lío va a continuar para largo. Toda la culpa es del que ha transcrito mis palabras confundiéndolas… Un tipo me sigue por todas partes con su pergamino de cabra y transcribe continuamente mis palabras. Pero eché una vez una ojeada al pergamino aquél, y me horroricé. Yo no había dicho una palabra de todo lo que allí estaba escrito. Le supliqué: —¡quema tu pergamino, te lo pido por favor:—. Pero él me lo arrancó de la mano y echó a correr».

La intuición poética de Bulgakov, que presenta a Leví Mateo como un sectario ininteligente, obtuso y antipático (incluso cuando en el más allá viene a traerle a Satanás-Woland un recado de parte de Jesús), es una intuición paradójica y humorosa. No hay que referirla realísticamente (es decir, en serio), al Mateo histórico o al documento primitivo que se supone coleccionaba los dichos del Maestro.

Pero nos pone sobre el rastro de un hecho paradójico, que ése sí está presente en la realidad histórica.

Se trata, ni más ni menos, de lo que los cristianos hemos hecho con Jesús. A través de la historia, pero ya muy desde los comienzos.

Y lo han hecho, sobre todo, los dirigentes responsables de la comunidad cristiana.

* * *

Ahora todos estamos preocupados con la multiplicación de los secuestros de personas. Resultan de verdad, casi siempre, intolerables. Siempre penosos y ambiguos, por lo menos. En ocasiones, son de lo más criminal que pueda imaginarse.

Pero ¿quién piensa en el secuestro de Jesús por parte de la iglesia?

El secuestro ha consistido en quitar de en medio a Jesús para poner en su lugar a la iglesia. Lo quité de en medio la [51] iglesia, pero a la operación han ido contribuyendo, a través de la historia, sobre todo los jerarcas y, en general, los «hombres de iglesia».

Naturalmente el secuestro se ha realizado con guante blanco. Un poco como esos secuestradores (alguno ha habido), que tratan a cuerpo de rey al secuestrado.

El Señor está sobre las nubes, en un retiro celeste. Lo que cuenta en la tierra, es la iglesia. A Jesús lo tienen los «hombres de iglesia». Y hay que ir a ellos, para poder llegar a Jesús. (Que 26

luego, en el fondo, casi no es llegar, porque los hombres de iglesia están siempre al acecho para decirte que ellos dominan tu relación con Jesús, y te lo quitan si tú no haces lo que a ellos les dé la gana).

Yo no digo que la acción de secuestrar haya sido realizada de mala fe. Habrá habido algo de mala fe, quizá larvada, en algunos o en muchos. Y habrá habido en otros, a lo mejor en muchos o en muchísimos, perfecta buena fe,

Pero el secuestro está ahí.

En vez de ir a Jesús y ponerse en contacto con él, y creer vitalmente en El (es decir, entregarse a su persona, y vivir la liberación inestimable de la fe en El), lo que hay que hacer es «entrar en la iglesia». Como quien entra en un edificio grandioso, en parte de mal gusto, en cuyo fondo, fondo, hay un icono resplandeciente, hierático y mudo, que te contempla con grandes ojos quietos. Pero los que se mueven por allí son los hombres de iglesia. Ellos mandan. Con ellos hay que entenderse. A ellos hay que obedecer. De lo contrario, no hay Cristo que te valga, porque ellos son los amos, y Cristo tiene que estar a lo que ellos digan.

* * *

Cuando no hay buena fe, este poder con que los hombres de iglesia aparecen (o aparecían) ante el pueblo, puede conducir a extremos esperpénticos.

[52] Siempre me ha chocado en este sentido un cuento del «Deramerón», de Bocaccio. No por la presentación que hace de un cura disoluto, sino por un detalle, que precisamente por ser secundario y dicho muy de pasada, parece resultar significativo. De hecho, Bocaccio refleja con irónico y alegre cinismo, (casi inocente), costumbres de su tiempo.

En la narración segunda de la jornada octava, nos cuenta del cura de Varlungo, que burla a Belcolore, mujer de un labrador, prometiéndole cinco liras, gozando de ella y dejándola luego defraudada con una estratagema. La mujer queda furiosa y no quiere volver a saber nada de los deseos del cura, con quien se había holgado en el granero. Así siguió —cuenta Bocaccio— hasta la vendimia. «Pero entonces el sacerdote la amenazó con hacerla entrar en la boca de Lucifer el mayor y, por miedo, ella accedió a subir al granero y, con mosto y con castañas calientes, se entendieron muy bien y se divirtieron mucho».

No hay duda de que este grotesco final responde a posibilidades reales, derivadas de una deformación extrema de la idea de que los sacerdotes tienen en sus manos los resortes del más allá. Si no les haces caso, aunque sea para una pillería, te pueden hacer caer en las fauces del diablo. Estamos en plena magia.

* * *

Pero el secuestro de Jesús se realiza también por gente personalmente digna, llena de «celo por las almas». Si nos descuidamos, se realiza un poco por todos. Por el «establecimiento» eclesiástico, sus funcionarios y sus jerarcas.

El fiel no puede simplemente amar a Jesús y buscar la inspiración del evangelio. Ha de amar a Jesús y a la Iglesia, e inspirarse en el evangelio, siguiendo la doctrina del magisterio de la iglesia. Y al final no es el evangelio la medida con que hay que justipreciar la doctrina del magisterio de la igle- [53] sia, sino que el magisterio es la vara con que hay que medir el evangelio.

Porque luego resulta que amar a la iglesia no es querer a los hombres que creen en Jesús, sino obedecer a la jerarquía.

Con esto, Jesús queda cada vez más lejos, más encerrado en una urna. Y la gente se 27

encuentra con los hombres de iglesia. Y la gente, la buena gente del pueblo, hambrienta y sedienta de justicia, no cree en ellos, porque le ha perdido el miedo al poder de esos hombres de hacerla entrar en la boca de Lucifer el mayor.

Es absolutamente necesario liberar a Jesús del secuestro de que ha sido víctima desde hace casi dos mil años_

Hace no mucho tiempo, en un diálogo muy vivo sobre cristianismo y socialismo, un viejo militante obrero de setenta y cinco años me decía con la reposada convicción de una vida [54] vivida: «Yo en el Jesús carpintero, que murió a manos de los ricos y de los potentes, creo y he creído siempre; pero todos esos líos que dicen los curas, no los entiendo». Y quizá a Jesús esos líos de los curas tampoco le interesan. Y quizá no siempre los entiende.

Algún tiempo antes, en una conversación con obreros, una chica trabajadora en una fábrica, andaluza transplantada a Cataluña, me decía con sinceridad sencilla: «¡José María, es que para nosotros, los obreros, resulta tan difícil creer!».

Mi respuesta espontánea y primera fue: «¡No tengáis miedo a perder la fe!».

Esta respuesta creo que me salía de lo hondo de mi propia fe.

Porque la fe es y tiene que ser libre y liberadora. Y al pobre pueblo el «establecimiento» eclesiástico le ha llevado demasiado por el camino del temor. La amenaza del cura de Varlungo, de hacer entrar a la gente en la boca de Lucifer el mayor, era el clima que podía servir para mantener a la gente en la fe, y podía servir en ciertos casos para hacer subir a la bien plantada Belcolore al granero, a satisfacer los deseos del clérigo. Y esto no puede ser.

Pero una segunda respuesta fue esta otra: «nosotros creemos en Jesús, no creemos en la iglesia».

Probablemente hay problemas teológicos en torno a esta afirmación. Y posiblemente tales problemas teológicos no podrán ser nunca del todo clarificados. Y quizá no haga demasiada falta resolverlos.

Yo no niego el artículo contenido en los más viejos y venerables credos (llamados técnicamente en teología «símbolos de la fe»), «creo en la santa iglesia católica». Creo que en mi fe en Cristo se contiene algo que de alguna manera puede ser expresado en esa fórmula de los más antiguos credos. Pero ¿en qué sentido «creo» en la santa iglesia católica? Y ¿qué es propiamente la «santa iglesia católica» en la que creo?

Todo es infinitamente más nebuloso que la fe en Jesús de [55] quien tiene de veras esa fe. Y que el Jesús en quien creemos, si Dios nos ayuda, los cristianos.

Me parece que el «hay que creer en Jesús y en la iglesia» ha llevado a un «hay que creer en la iglesia como se cree en Jesús». Por ahí se va al secuestro de Jesús.

Por eso tiene un sentido profundo decir: «nosotros creemos en Jesús, no creemos en la iglesia». Porque creemos libremente en un Jesús liberador, ajeno a todo posible secuestro eclesiástico.

* * *

El secuestro de Jesús por la iglesia es tan antiguo, que ciertas bases se encuentran ya en el Nuevo Testamento.

En este punto me ha dado mucha luz un gran creyente y gran teólogo, Ernst Küsemann, en un libro sin par: «La llamada de la libertad», editado recientemente en castellano por «Sígueme», en Salamanca. Quiero declarar esta deuda de gratitud. 28

La carta a los efesios, contenida en la colección de cartas paulinas, pero que puede no ser de Pablo mismo, da un paso hacia el secuestro eclesiástico de Jesús.

Es una carta que forma parte del Nuevo Testamento. La recibo y respeto como tal. Y todo puede y debe ser entendido en ella en su justa medida. Pero hay allí algo que podía ser malentendido.

El principio de la carta es bellísimo. Pero quizá el centro del campo, que en la primera generación cristiana estaba constituido por el gran himno cristológico, ha pasado aquí a ser un himno eclesiológico.

Al final de la carta, en una exhortación sobre la moral familiar, el autor de la carta, Pablo o quien sea, compara la relación del marido con su esposa con la relación de Cristo con la iglesia. No dice explícitamente: «la iglesia es la esposa de Cristo». Dice: «el marido debe amar a su mujer como Cristo a la iglesia». Y esto otro: la unión del varón y la mujer «es [56] un gran misterio que dice referencia a Cristo y la iglesia» (Efesios, 5, 32).

Luego se acentuó la comparación hasta cristalizar en la idea rígida de que la iglesia es la esposa de Cristo. Esto, siempre afirmando una relación de superioridad de Cristo, que servía, por otra parte, para mantener una situación injusta de sumisión de la mujer al varón, conducía, respecto a los fieles, a poner a la iglesia en el mismo plano de Cristo. Porque los fieles son los «niños», hijos de mamá-iglesia.

Por este camino, se llega, en e] plano de la realidad social y psicológica, a una relación del pueblo fiel con la iglesia y con Jesús, análoga a la relación de los niños con la mamá que está en casa, mientras el papá está fuera, en sus cosas.

De Jesús se habla siempre, pero los fieles se relacionan con la iglesia.

[57] Como los niños con la mamá esposa de un hombre ocupado, que está siempre fuera. Se supone que la mamá habla con el por la noche. Pero los niños no lo ven nunca, porque cuando él llega ya están en la cama. Y cuando se despiertan sólo está la mamá, que les prepara el desayuno.

* * *

La concepción de la iglesia mamá de unos niños chicos que están en casa, viene a conjugarse con una especie de platonización idealista de la iglesia. La iglesia no es una realidad. Es una idea. Porque es la esposa de Cristo, madre de todos los fieles de todos los tiempos. Por tanto es distinta de todos los fieles de todos los tiempos. Algo que está por encima de ellos. Pero como no es una persona real (como lo es Jesús, de carne y hueso, muerto realmente y realmente resucitado, según «cree» el creyente), es una especie de idea platónica.

También por esta vía, se sustrae la iglesia al juicio de la palabra de Dios. Y al juicio de la historia.

Por grandes que sean los abusos, y aunque el funcionamiento de las estructuras organizativas de la comunidad eclesial llegue a ser, en un momento dado, puro antievangelio, la iglesia es la inmaculada esposa del Señor, por encima de toda crítica. Y tú debes amarla, cerrando los ojos, y obedeciendo a los hombres de iglesia. Si para esto hay que renunciar al evangelio, te dicen que esa renuncia pertenece al misterio de la cruz. Pero esto es un nuevo secuestro. Te secuestran el misterio de la cruz. Porque el misterio de la cruz no es renunciar al evangelio en aras de una obediencia a los hombres, que se ampara en la cobertura de un «misterio» platónico. El misterio de la cruz de Jesús fue renunciar a la vida por no renunciar al evangelio, y por no someterse a las fuerzas que querían ahogarlo. Por ahí fue Jesús, y por ahí 29

deben ir sus fieles y la comunidad de los fíeles creyentes. Y las estructuras [58] de esa comunidad deben ser un servicio a esa fe de los creyentes.

Nada de platonismos nebulosos. No hay madre-iglesia. Ya sé que la expresión tiene una tradición venerable. Y como todas las expresiones alegóricas, puede ser entendida en su justa medida. Pero hemos llegado a un punto de rotura, en que se impone la verdad de un realismo sin nubes.

En realidad, la misma carta a los efesios excluye la platonización eclesial. Esa iglesia somos nosotros. Al exhortar a los maridos a ser acariciadores con sus mujeres (una hermosa recomendación), les dice:

«Los maridos deben amar a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Y a la propia carne ninguno la aborrece; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la iglesia, pues somos miembros de su cuerpo» (Efesios, 5, 28-30).

Para el más eclesial de los cuatro Evangelios, el de Mateo, la iglesia es la comunidad de los fieles, no una entelequia idealista. La alegoría de Mateo no es el esposo y la esposa, sino el novio y los invitados, que no pueden entristecerse mientras el novio está con ellos. Los invitados son los discípulos, hombres de carne y hueso. Aquí no hay agarradero para una platonización.

No hay una iglesia etérea, que sería el «cuerpo» de Cristo, (una especie de ectoplasma), en el que nosotros entraríamos para incorporarnos a Cristo. Somos nosotros, gente de carne y hueso, quienes por la fe nos incorporamos a Cristo, persona concretamente viva, aunque por su resurrección con una forma de vida inenarrable.

Nosotros somos miembros de Cristo, con una identificación indescriptible de persona corpórea a persona corpórea, sin [59] platonismos. Somos, como dice San Pablo, «miembros, cada uno por su parte» (1 Corintios, 12, 27), Pero, por el amor fraterno y la comunión de una fe auténtica, estamos vinculados unos a otros. Y creemos, como dice el Evangelio de San Mateo, que donde están dos o tres reunidos en nombre de Jesús, allí está El en medio de ellos (Mateo, 18, 20). Y no echamos en saco roto lo que Pablo les decía a los fieles de Tesalónica:

«Os pedimos, hermanos, que tengáis consideración con los que trabajan entre vosotros, que os presiden en el Señor y os amonestan. En razón de su trabajo, estimadles con el mayor afecto. Vivid en paz unos con otros» (1 Tesalonicenses, 5. 12-13).

Esto, y no otra cosa, es la iglesia.

11 comentarios

  • Javier Renobales Scheifler

    Mar Medina
     
    Tiene razón Carmen al decir que es muy bueno tu comentario Mar Medina.
     
    Creo que Jesús al hablar de Piedra se refería a Él mismo, no a Pedro.
     
    En todo caso, vete a saber las palabras exactas de Jesús. Los evangelios los escribieron unos judíos desconocidos, para nada inspirados por Dios, el cual no va por ahí inspirando a unos (Santos, según los intereses de los Papas católicos) el Nuevo Testamento, a otros (ya no Santos) La Torá de los judíos, y a otros (menos Santos todavía) el Corán de los musulmanes.
     
    Así que eso de que la Biblia, incluido el Nuevo Testamento, es palabra de Dios, no es más que un invento de los jerarcas católicos para poder terminar diciendo que Dios gobierna la ICAR (Catecismo de Wojtyla).
     
     Eso, afirmar que Dios gobierna la ICAR, es una insensatez a demás de puro fundamentalismo muy peligroso, por mucho que los jerarcas se lo hayan hecho tragar a los católicos, para que crean que Dios trata a la ICAR de forma especial entre las demás Iglesias, la Iglesia elegida por Dios (los que se lo traguen, claro, que muchos estoy convencido de que no se lo tragan).
     
    Sin duda el Papado católico, tan dictatorial, es un enorme pedrusco que obstaculiza el mensaje de Jesús, obstaculiza gravemente el camino para traer el Reino, como bien dices.
     
     No nos queda más remedio que hacer un túnel –como hacemos tú y yo- atravesando el pedrusco (o por debajo, como el túnel del Canal ‘de la Mancha’), y dejarlo atrás y así poder seguir avanzando.
     
    La piedra es Jesús, y el pedrusco fenomenal obstaculizador es el cargo de monarca absoluto, que no es Iglesia de Jesús, sino sólo ICAR. Creo que por eso, entre otras cosas, Alegría distinguía entre Iglesia de Jesús e Iglesia Católica, en su libro ‘Yo creo en la esperanza’.
     
    P.D. por favor, mándame por mail la señas donde enviarte el dvd con las fotos
     
     
     
     

  • Carmen (Almendralejo)

     
    Muy bueno MAR Medina, ¿Diría Jesús aquello de PIEDRA en Pedro, por aquello de zancadilla y obstáculo que de base’
    ¡Pues seguro!
    Sobre el papado, se justifica que sena hombre mayores y que no hayan avanzado en esto por la edad, aunque yo esto lo he dejado de justificar puesto que llegan y van más lejos en otros temas, no llegan a este como por ejemplo la T de la Liberación, porque no les toca ni va el tema de la mujer, siguen pensando igual con respecto a nosotras.
    Y nos ven más allá, pero si como enemigas, cuando  no simples siervas, y compañeras con derecho a compartir poco más que ese lecho de la procreación.
     
    Sino a todo ese empoderamiento en la TOTALIDAD, incluso en la Feminidad de D*s, que nunca proclamarán y aún menos en reclamarán.
    Mas  que nada porque la mujer no está donde debiera, gracias a sus voluntades, y no a la de D*s.
    Se han saltado hasta la propia de Jesús, él nos acogió en todo, en la proclamación de la palabra, y en la Resurrección, es más la ICAR que todo lo anterior  .
    Y que no vuelvan con los 12, que está manido y viejo el tema
     

  • MAR Medina

    … se impone la verdad de un realismo sin nubes.

    Completamente de acuerdo. Especialmente reclamo la visión realista del verdadero papel de interposición y falsedad de la Iglesia, como tan clarividentemente lo expresa y analiza Díez Alegría. Con la desafortunada, machista y misógina imagen de la familia patriarcal, que reserva el papel de esposa para el papa -soberano absoluto de la Iglesia-, se ha condenado a todo cristiano a una eterna minoría de edad, aunque tengo que decir que no he conocido madre que actuara tan tirana, cruel, despótica y dictatorialmente con sus hijos, ni que traicionara tanto a su esposo como lo ha hecho la jerarquía católica a lo largo de su historia.

    Esto, junto a la crítica al secuestro de Jesús por parte de la Iglesia -como hasta hace poco el secuestro de las Escrituras- , y la interposición entre los cristianos y Jesús -y la dimensión divina de la Realidad-, supone, si se admite así, la necesidad de ruptura con una Iglesia que no conduce a Jesús sino que lo obstaculiza. Qué decir ya de las dificultades para el encuentro con nuestra esencia más sagrada.

    Si existesen los milagros, que en el seno del catolicismo alguien hubiera encontrado el verdadero camino sería el mayor de todos.
    Porque pienso que la  la figura papal ha supuesto para la cristiandad un verdadero pedrusco en el camino hacia el Reino antes que una roca que sustentara a la iglesia, lo que me deja claro que la frasecita no la dijo Jesús o no se formuló en el sentido que ha permitido la perversión de otorgar un poder absoluto -¡en nombre de Dios!- a un hombre tras otro a lo largo de los siglos.

    La iglesia, como comunidad de creyentes, es algo muy diferente de ese monstruoso tinglado vaticano, y no lo necesita, más bien supone un estorbo, y ya va siendo hora de trabajar en la propuesta de Jesús y dejar de dirigir nuestra mirada a tan perversa institución a riesgo de convertirnos en estatuas de sal.

    Saludos cordiales

  • Javier Renobales Scheifler

    Santiago,
     
    Dices que “Para poder practicar la fe hay que estudiarla, intelectualizarla, incorporarla a nuestra mente y aceptarla como nuestro diario acontecer sabiendo que no es una manera absurda de vivir sino el camino mejor que nos conduce a estar lo más cerca posible de la verdad.”
     
    De nuevo discrepo radicalmente; para poder practicar la fe, al menos la que creo que tenía Jesús histórico, el de Nazaret, que es la que yo intento tener, hay que amar, hay que producir hechos de amor (no meras buenas intenciones o buenos sentimientos o doctrinas varias, dogmas …el Denzinger entero de memoria, etc.), hay que llevar la felicidad a la gente, ayudarle a ser feliz o más feliz, aliviar el sufrimiento todo lo que nos sea posible. Esa es la manera de vivir, eso es practicar la fe, y solo eso, a mi modesto modo de ver.
     
    Yo creo que el que más cerca está de la VERDAD es el que más y mejor ama a las personas y a sí mismo. Y ello al margen de circunstancias periféricas, como que sea católico (Jesús nunca lo fue, fue un buen judío laico), cristiano, musulmán, judío, hindú o ateo practicante, o incluso también no practicante, je, je.

  • Gabriel Sánchez

      Yo siempre tuve la sensación de que los seres humanos, en nuestro contacto fraternal y cariñoso, por ejemplo un abrazo, tiene un efecto curativo…sanador…como se dice ahora, es por eso que tratato de vivir…de esa manera y por supuesto me gustan las liturgias de cercanias, todo lo que nos separa de la gente…es lo contrario desanador…los trapos de la liturgia, las genuflexiones, los gestos ampulosos…El Jesús que me fue trasmitido, era capaz de abrazar leprosos…y de tocar con su lengua el oido de los sordos…En fin…creo que el platonismos nos inficciona y nos secuestra lo mejor de Jesús…y lo mejor de la vinculación comunitaria.- Gabriel

  • mªpilar garcía

    ¡¡¡Hermoso, claro y gozoso arículo.!!!

    José Mª, jamás perdió esa soltura, seguridad convicción.
     
    Lo que llevaba en su corazón; sin temor, lo fue sembrando allí por donde pasó trabajando sin descanso.
     

    Esto libera, confirma, y nos alienta s seguir adelante a pesar de tantos  “castigos, silencios, expulsiones” de los jerarcas y seguidores fieles sin entrar de verdad en el Mensaje de Jesús.
     

    ¿Como no ven, lo lejos que está “esa” iglesia, de las Palabras,  Vida y Muerte de Jesús.
     

    Como José Mª, también digo:

    ¡¡¡Creo en Jesús!!!
     

    ¡Gracias Atrio por este regalo de verdad ¡Refrescante! ante tanto “fuego” de castigo encendido por esta hermosa tierra!
     

    ¡¡¡Arriba los corazones enamorados de Jesús!!!

    Aunque se nos “persiga, critique, condene”.
     
    Ellos pueden “matar” nuestro cuerpo, pero nada pueden hacer, con nuestro libre albedrío, y nuestra fe, vivificada y nacida en Jesús.

    mª pilar

  • Santiago

    El aggiornamiento de Juan XXIII fue provocado y formulado precisamente porque este carismatico Papa  vio que durante siglos la iglesia de Cristo se habia “empolvado”, diriamos, de “cosas” accidentales….Durante esos siglos una serie de acontecimientos y palabras humanas ocultaron la esencia de la “eklessia”, la profunda riqueza y la inmensa misericordia del mensaje salvifico y universal del pensamiento de Cristo..Por eso Angelo Roncalli en el discurso de apertura del famoso Concilio Vaticano II quiso retornar a lo real del mensaje recordando que las verdades eternas son inmutables, pero una cosa son su verdadero contenido y otra la manera de como ellas se expresan y se formulan y se entienden….Para poder practicar la fe hay que estudiarla, intelectualizarla, incorporarla a nuestra mente y aceptarla como nuestro diario acontecer sabiendo que no es una manera absurda de vivir sino el camino mejor que nos conduce a estar lo mas cerca posible de la verdad….un saludo de Santiago Hernandez  

  • Luis Cobiella Cuevas

    Es un gozo leer la transcripción. Y es un gozo repetir lo que en ella dice José María: ¡creo en Jesús con alma y vida!

  • Secuestrar a Jesús en el misterio y predicar la incuestionable santidad de la Iglesia y, sobre todo, impedir cualquier crítica a Ella bajo pena de excomunión, considerando que el valor de la Iglesia reside en su Jerarquía y en la sumisión de los fieles… produce el Huevo de la Serpiente en Marcel Maciel que exige de sus legionarios absoluta  sumisión sin la más leve crítica de sus superiores.
    Esperemos que la Iglesia se vacune o se extirpe los ovarios para no producir otro Huevo de Serpiente.

  • Carmen (Almendralejo)

    LOS DICTATUS PAPALES DEL PAPA GREGORIO VII “DICTATUS PAPAE”
     
    1º Que la Iglesia de Roma ha sido fundada solamente por Dios
    2º Que solamente el Pontífice Romano es llamado “universal” en pleno derecho
    3º Que él solo puede deponer y restablecer a los obispos
    4º Que un legado suyo, aún de grado inferior, en un concilio está por encima de todo los obispos, y puede pronunciar en contra estos la sentencia de deposición
    5º Que el Papa puede deponer a los ausentes
    6º Que no podemos tener  comunión o permanecer en la misma casa con aquellos han sido excomunicados por él.
    7º Que solo a él le es lícito promulgar nuevas leyes de acuerdo a las necesidades de los tiempos, reunir nuevas congregaciones, convertir en abadías una casa canonical y viceversa, dividir una diócesis rica o unir las pobres
    8º Que solamente él puede usar las insignias Imperiales
    9º Que todos los príncipes deben besar los pies solamente al Papa
    10º Que su nombre debe ser recitado en la plegaria
    11º Que su título es único en el mundo
    12º Que le es lícito deponer al emperador
    13º Que le es lícito según las necesidades, trasladar a los obispos de sus sedes a otra
    14º Que tiene el poder de ordenar un clérigo de cualquier iglesia, para el lugar que él quiera
    15º Que aquel que ha sido ordenado por él, puede estar en frente al frente de otra iglesia, pero no sometido, y de ningún otro obispo puede obtener un grado superior
    16º Que ningún sínodo puede ser llamado general  si no es guiado por él
    17º Que ningún articulo o libro puede ser llamado canónico sin su autorización
    18º Que nadie puede revocar su palabra, y que sólo él puede hacerlo
    19º QUE NADIE LO PUEDE JUZGAR
    20º Que nadie ose condenar a quien apele a la Santa Sede
    21º Que las causas de mayor importancia de cualquier iglesia, deben ser sometidas a su juicio
    22º Que la Iglesia Romana no ha errado y no errará jamás, y esto, de acuerdo al testimonio de las S. Escrituras
    23º Que el Pontífice Romano, si ha sido ordenado luego de una elección canónica está indudablemente santificado por los méritos  del bienaventurado Pedro, nos lo testimonia S. Ennodio, obispo de Pavía, con el consentimiento de muchos Santos Padres, como se encuentra escrito en los decretos del bienaventurado Papa Símaco.
    24º Que bajo su orden y con el permiso es lícito a los súbditos hacer acusaciones
    25º Que puede deponer y restablecer a los obispos aún fuera de una reunión sinodal
    26º Que no debe ser considerado católico quien no está de acuerdo con al Iglesia Romana
    27º Que el Pontífice puede absolver a los súbditos del (juramento) de fidelidad respecto a los inicuos (3)
    ¿QUE TIENE ESTA IGLESIA DE JESÚS…Y SOBRE TODO QUE TIENE JESUS DE ESTA IGLESIA?

  • Carmen (Almendralejo)

     
    Solo me queda pensar que cuanto se dice aquí y en una parte millonésima ¡Claro! muchas mujeres, y digo mujeres, porque es lo que más he conocido viviendo, esa  misma situación de persona entre el mundo y entorno, familia, y no solo igual sino aún peor, muchas de mis hermanas, nunca podrán (como a Jesús le pasó) seguir contando su vida en primera persona, porque seguimos estando secuestradas por la dictadura de la sociedad patriarcal, la misma que no nos permite romper sin censurarnos el exigir una vida propia y vivida con dignidad.

    Hoy Jesús no está físicamente, pero su muerte no fue en vano, su juicio no fue baldío porque en aquella pantomima nos vemos reflejadas los millones de mujeres que vemos truncada nuestras vida porque hemos nacidos con una predestinación uterina, donde nuestra sangre debe ser derramada hasta el extremo y más allá del embarazo y del parto, en ese todo, y  cada ser que tiene y compone ese clan o familia.
    Romper ese yugo a mucha mujeres no ha costado tener sobre la cabeza, y sobre nuestra almas, ese juicio fatuo y presuntuoso de ese dios emperador romano y del iglesia, al que el Maestro fue sometido.
    Todo un inventario para dar y regalar, en una  política social hipócrita excluyente de la  mujer, donde esta queda reducida, por la no subsistencia y la emancipación en libertad de ellas. A pesar y después de estar decenas de años, o la mayor parte de su vida cuidando a herman*s, como si hubiésemos nacido en una madre en miniatura, de abuelos, padres-madres, marido e hij*s.
    Para colofón, ese juicio moral al que te someten porque ya no das ese patrón moral de una religión moralistas androcéntrica y paternal, sin la maternidad de la que ellos mismo han renunciado al matar el hijo de sus entrañas.
    En definitiva, esta Iglesia debiera ser y haber sido desde aquella aberración y ejecución la parte restauradora de la persona, no solo la moral y la filosofía androcéntrica.  
    En broma muchas mujeres no hemos reído duranta miles de años de nuestra suerte, pero ahora no sentimos ganas de llorar sobre ella, sino sobre ella.

    Gracia Antonio por este post…