De nuevo hoy invitamos a una lectura de un texto de Díez-Alegría sobre lo que era para él la fe en Jesús como fundamento de su esperanza y de toda su vida. Es el capíitulo 4º del libro ¡Yo creo en la esperanza! que nos ofrece en abierto el portal KOINONÍA.
Yo creo en Jesús de Nazaret. En el hombre Jesús que vivió en la historia, que forma parte de la humanidad.
Mi fe es una relación personal con el hombre Jesús, real y concreto como yo.
Pero, por eso mismo, no llego a Jesús a través del conocimiento histórico de Jesús, a través de la ciencia histórica. Porque si llegase así a Jesús, no podría relacionarme con él con una relación personal como es la de mi fe.
Me interesa, me apasiona el estudio histórico de Jesús, el análisis de las fuentes. Los resultados de este estudio me enriquecen. Incluso pueden ser asumidos en la reflexión vivida de mi fe. Pero mi fe no depende de los resultados del estudio histórico. Entre otras cosas, porque estos resultados nunca llegan al grado de certidumbre viva con que mi fe conoce y afirma a Jesús. La certeza de la existencia de Jesús que me da la historia, es completamente distinta de la certeza de realidad compartida que tiene Jesús para mí en la relación interpersonal de la fe.
Por eso el conocimiento histórico no es soporte de la fe ni siquiera en el núcleo centralísimo de la existencia histórica de Jesús, un núcleo de cuya certidumbre histórica no parece se pueda dudar sin extravagancia.
Históricamente, es decir, desde el punto de vista del conocimiento histórico humano y de la ciencia histórica, será siempre un problema abierto hasta dónde se extiende el núcleo rigurosamente histórico que hay detrás de los evangelios sinópticos. Quizá se extiende mucho. Quizá no tanto. Problema abierto.
Pero el empeño en afirmar que es incuestionable que aquel núcleo es muy grande, porque si esto no se afirma, como resultado científicamente histórico, la fe no puede tenerse en pie, a mí me parece que es no entender lo que la fe es. Y quizá no entender tampoco lo que es el estudio histórico.
Yo creo en Jesús de Nazaret. Y la fe en este Jesús existente es una revelación que al Padre le plugo hacer en mí. Creo que cualquier fe genuina, sabiéndolo o no, tiene analogía con aquella misteriosa fe de Pablo.
La fe en Jesús es una relación interpersonal siempre más radical que cualquier proposición intelectual referente a Jesús.
Pero en la fe en Jesús hay una apreciación de Jesús, una apreciación rigurosamente única, incomparable. Jesús es concretamente hombre y es a la vez inconmensurable. Misterio abierto, pero en el cual yo entro por la fe más que podría entrar en cualquier prójimo fenoménicamente conviviente: madre, padre, amada, amigo.
Las afirmaciones que me hago a mí mismo (y que puedo hacer a los otros) para «explicar» mi fe se sustentan siempre en esa radical «apreciación» de Jesús, que es la relación misma de fe «en» Jesús, y que es siempre más que la expresión conceptual. La expresión conceptual se hace, como un balbuceo, en el interior de la relación interpersonal (apreciativa) que es la fe «en» Jesús.
Es así como entiendo la siguiente profesión de mi fe en Jesús:
Creo que Jesús es el ungido del Padre (el Cristo), el enviado (Mesías).
Creo que Jesús es el redentor de los hombres, en quien está la salvación del mundo.
Creo que Jesús murió y resucitó. Su muerte (asumida en plenitud de amor al Padre y a los hombres) y su resurrección son una victoria sobre nuestro pecado y sobre la muerte. El «cómo», el «cuándo» (o proceso de «cuándos») y el «por qué» de esta victoria son inconmensurablemente misteriosos. Como misteriosa es la realidad de que la muerte y la resurrección de Cristo son una «reconciliación» de los hombres con los hombres y con el Padre.
Creo que Jesús es el Hijo de Dios. Y creo que eso es realidad con una propiedad tal, que constituye un misterio insondable. No se puede analizar conceptualmente. Se pueden sólo vislumbrar profundidades incomprensibles de preexistencia, de glorificación, de prospectiva final de plenitud, pero sin poder llegar (casi) ni al balbuceo de proposiciones que puedan de veras retener un «sentido».
Creo que Jesús, por su resurrección, ha recibido poder para enviar sobre los hombres el Espíritu vivificante, de junto al Padre.
Creo que Jesús fue enviado por Dios «nacido de mujer» en condición verdaderamente humana, y que éste es un elemento del misterio de salvación.
Creo que Jesús da a los creyentes su cuerpo y su sangre en el pan y el vino de la Eucaristía. Esto es tan verdad, que, por eso mismo, es incomprensible. Se puede creer y puede ser vivido. Pero todo intento de conceptualización analítica, y quizá más todavía si es polémica, nos aleja de la posibilidad de captación existencial, que es la vía de acceso.
Creo que Jesucristo es el Señor y es «Señor de la historia» y que ésta es una dimensión constitutiva del misterio de su resurrección.
Este último enunciado será objeto de reflexión ulterior.
Sobre los otros enunciados, debo añadir aún una palabra.
Para muchos cristianos modernos es difícil admitir la realidad de la resurrección. Surge así una tendencia a desmitologizar el contenido de la fe en la resurrección, en el sentido de superar el escándalo de una afirmación realista de la resurrección, para reducirla, como contenido de fe, a la categoría de «valor» existencial, que es real en la conciencia del creyente.
No trato aquí de polemizar, ni menos de condenar. Entre otras razones porque tropezamos con dificultades casi insuperables de lenguaje. Por eso sólo me he atrevido a hablar de «tendencia». De todos modos, para lo que me sirve esa tendencia (real o hipotética) es para tratar de esclarecer cómo vivo yo mi fe en este punto.
Yo afirmo la resurrección con un realismo que hace la afirmación «escandalosa» y «loca». No rehúyo el escándalo y la locura de mi fe. Pero insisto en su carácter mistérico. El contenido de lo que afirmo en mi fe es rigurosamente inimaginable. No cabe en entendimiento humano. Mi afirmación firmísima es como un dedo que apunta, como una flecha que se pierde de vista en la noche y la sentimos dar en un blanco que no puede distinguirse.
Más aún. La fe en la resurrección es una fe–esperanza. (En el plano en que estoy reflexionando sobre mi «fe en Cristo», fe–caridad–esperanza son inseparables). En esta fe–esperanza en la resurrección, el polo existencial de captación del misterio por el creyente es la esperanza, más que la fe.
Es la resurrección nuestra la que es objeto de esperanza. Y Jesús es la garantía cierta de esa esperanza. Por Jesús la esperanza de nuestra resurrección viene afirmada (vivida) como esperanza firme y «no ilusoria». Esta realidad de nuestra esperanza incluye el hecho (impensable) de la resurrección: la de Jesús como primicias; y la nuestra como plenitud que ha de realizarse.
Existencialmente, a la afirmación más intelectual de la resurrección hay que llegar a través de la esperanza (más vital).
La resurrección no es un problema de conocimiento sino de vida. Al problema de vida responde la esperanza. Y es Cristo Jesús nuestra esperanza. Pero, por eso, nuestra esperanza no es ilusoria. Es real. Y, a través de ella, conocemos (en fe) la realidad de la resurrección.
En la «fe en Jesús» es vivida la fe–esperanza de la resurrección (de Jesús y nuestra). Las apariciones pascuales les dieron a los discípulos la esperanza. Una esperanza que contiene y decanta un poso de fe. Porque es esperanza «consistente».
Según la bellísima expresión de la Carta a los Hebreos, la esperanza es el ancla que penetra más allá del velo, hasta el misterio adonde Jesús entró por nosotros. Y nuestra alma está agarrada a esa áncora de esperanza (Hebreos 6, 19-20).
Yo si creo que nuestra Fe, mi fe, y según hemos aprendido a leer y desentrañar la Verdad de la vida histórica de Jesús esta se modifica y engrandece.
Porque no es lo mismo creer a ciegas, que creer consecuentemente a sabiendas de lo que se cree, porque lo crees y para que crees, y que esto se basa en lo que dice MAR Medina… Esa esperanzada liberación solo se obtiene cuando te encuentras con la verdad dentro de las Palabra que otras personas escribieron, sus experiencias y sus “Diarios” son rutas que nos sirven a nosotr*s para un caminar mejor y más seguro dentro de el desconocimientos que se sigue teniendo de D*s.
Y que como dice MAR, y yo le he pensado siempre así… Jesús es aquella persona que mejor ha descrito en sus hechos a D*s.
Particularmente, el saber solo ha quitado las hojas secas de ese Árbol inmenso y majestuoso que me cobija, da sombra y me alimenta con el fruto que otra sabía mujer supo coger del centro del Paraíso, nuestra hermana
Eva, supo que la ciencia no abre puertas a este, y que la ignorancia solo es un corral de ovejas muertas de miedo, muy bien definida dentro de las religiones monoteístas en particular, el Islam, el Judaísmo y el catolicismo son solo un cuento de que viene el lobo…
Uno se creen el pueblo elegido, otros que son infalibles y otros que la palabra dada a ellos ni se interpreta y para más INRI son los únicos y verdaderos “la religión” y las demás simples infieles.
La incultura religiosa es la peor lacra de la persona, porque es por donde mejor nos pueden manipular, el miedo al más allá y a la muerte solo conlleva que las personas creamos mejor sin preguntas, y si estas se contestan con mentiras mejor para un*s y aún mejor para los abusadores y mentirosos de D*s.
Perdón por el craso error de teólogos cometido: desde el principio creí que el texto era de Miret Magdalena y no de Díez Alegría, aunque no cambia en nada mi comentario ni mi agradecimento hacia Díez Alegría y Atrio.
Saludos codiales de nuevo
Yo creo en Jesús de Nazaret. En el hombre Jesús que vivió en la historia, que forma parte de la humanidad.
Me quedo con esa frase de Miret Magdalena, quien despierta en mí alegría, simpatía y admiración: Jesús que forma parte de la humanidad.
Respeto profundamente el pensamiento de este teólogo y de cuantos creen en la divinidad -excepcional- de Jesús, y en su papel de Mesías, pero no lo comparto.
Creo que Jesús fue un hombre excepcional que descubrió a Dios en su propio corazón y por lo tanto en todo corazón humano, de ahí su filiación divina, como la de toda la humanidad, de modo que no lo veo como el Unigénito de Dios, sino como mi propio hermano, que supo antes que los demás, y lo descubrió para nosotros.
Ese conocimiento de su verdadera naturaleza, como la de todo ser humano, despertó su compasión por la dignidad pisoteada de los marginados y excluidos, y anunció y promovió el Reino de justicia e igualdad. Ese conocimiento de nuestra verdadera naturaleza es la que nos salva realmente, por la que creo que no morimos, esa es toda la resurrección que puedo comprender.
Pero creo que veamos como veamos a Jesús, lo importante es trabajar por la liberación de todo ser humano, por la liberación de la pobreza, la injusticia, la ignorancia y el desamor. Trabajar en la obra dea del Reino es lo que nos hace cristianos, no las disquisiciones teológicas o cristológicas sobre la naturaleza de ese apasionante hombre que fue Jesús.
Saludos cordiales y muchas gracias por traer las palabras de este otro admirable hombre que fue Miret Magdalena.
No cabe duda que Jesús recorre con cada uno de nosotros un camino, que respeta nuestros procesos y nuestra libertad… Y esto hace que establezca diversos caminos de comunicación con nosotros, lo cierto, es que el VIVE…y el VIVIENTE…viene a nuestro encuentro…creo que compartiendo esto DIEZ ALEGRIA dice las palabras que a continuacion voy a pegar y que perfectamente describen mi proceso de fe…
“Pero mi fe no depende de los resultados del estudio histórico. Entre otras cosas, porque estos resultados nunca llegan al grado de certidumbre viva con que mi fe conoce y afirma a Jesús. La certeza de la existencia de Jesús que me da la historia, es completamente distinta de la certeza de realidad compartida que tiene Jesús para mí en la relación interpersonal de la fe.” con cariño un abrazo Gabriel
Es que las misas católicas actuales tienen poco o nada que ver con las comidas o cenas (ágapes) que hacía Jesús. Los jerarcas católicos han manipulado y adulterado completamente lo que hacía Jesús, diseñando unas misas al servicio de la institución, al servicio del negocio de la ICAR.
A Jesús no se le hubiera ocurrido considerar sus comidas o cenas, actos de convivencia social, como un trabajo, y menos aún como un trabajo religioso.
El trabajo que hacía Jesús era social, y consistía en ir suprimiendo en la gente todo el sufrimiento que podía, a la cual gente así amaba Jesús, y con ello amaba a Dios.
Ese es su mensaje de salvación por el amor, y por eso lo mataron, porque eso no se casa con los poderosos, que son los que infligen sufrimientos a las personas, tanto en la época de Jesús como ahora.
Jesús nunca pensó que era Dios, ni tampoco Dios encarnado. Y en eso no se equivocaba, a mi modesto modo de ver.
Que creemos que Jesús resucitó? Sí, claro, creemos que resucitó como todas las personas, como todos (Juan Luis Herrero del Pozo, en su libro ‘Religión sin magia’, si no le he entendido mal).
Pero eso de la resurrección pertenece ya a la acción de Dios; a los que creemos que Dios hace las cosas bien, no nos preocupa la resurrección, pues es cosa de Dios. La tarea de los seguidores de Jesús es suprimir el sufrimiento de las personas todo lo que podamos; esa debería ser la acción de la Iglesia de Jesús, y no gastar millones de euros en viajecitos de la persona del Papa, que bien puede dejarse ver y oir perfectamente a través de pantallas gigantes, sin tanto gasto por salir de su Estado Vaticano.
Creo que si vuelven a poner una bomba como aquella, y por desgracia yo me salvo no daría gracias a nadie, sería insoportable vivir con el dolor de ver a tantos inocente muertos y masacrado en nombre de ¿Que o quien? Nadie que de verdad tenga Fe, pone en una balanza esto como milagros…
Porque no es milagro que se salven 8/20 personas, milagro hubiese sido el que se hibiesen salvado tod*s y cada uno de aquella masacre, entoces podríamos hablar de milagrerías y no de que ¡yo! por ser cristiano, religioso de tal o cual me salve y lo pongo a los pies de ese dios chaman que se han inventado.
¿Que cara debemos tener para acercar este milagro a las victimas, a los que aún sufren esos efecto y miles de niñ*s?
Tenemos la desfachatez de decirle que nuestro dios, católico es selectivo de sus varones religiosos?
¡Vamos ya! y que esto no sea denunciable, bueno, bueno, como pueden tener la cara de presentar esto como algo agradable a D*s…
Corto porque esto me hace sentir mal y hasta me hace ponerme de mala hos…
Quizá, la expresión “fue un milagro” es tan natural, como decir, “no era mi momento y me salve”…
Quizá el jesuita sea tan mayor, que siga recordando y agradeciendo, haber salido ileso de tanto dolor.
Arrupe, tiene un librito precioso, donde cuenta, como se pusieron manos a la obra, para ayudar a tantos como acudían a ellos con toda su piel quemada, y como en medio del caos, hicieron cuanto pudieron, sin descanso, intentando aliviar tamaño dolor; Arrupe, había estudiado medicina.
En ningún momento de mi larga vida, les he oído hablar de milagro; sí, de dolor, desolación, angustia, anta la imagen dantesca, causada por tal barbarie.
Me extrañaría, que a estas alturas, y sonando como suenan las “aguas” dentro de la iglesia, salgan con esa pata de banco.
Pero como en todas las familias… puede haber hijos o padres, que pierden el sentido común.
mª pilar
Pepe Sala:
He usado la expresión “tengamos la misa en paz” acaso, reconozco, de manera poco estilística, vamos, torpe, pues en realidad lo que pretendía era zanjar el asunto, no porque no tenga su importancia, que la tiene, sino porque qué voy a sacar yo con tratar de sacarle punta a ese asunto, nada: la Iglesia católica tiene, como todo el munbdo sabe, un funcionamiento tal que hace que lo que yo opine o deje de opinar sobre la cuestión disputada importe un pimiento, exactamente un pimiento. Y lo entiendo como lógico, por lo demás.
A decir verdad, he comentado la noticia esa porque ya es que a mí me molesta horrores, de verdad -y eso que seguramente soy “ortodoxamente más católico” que tú mismo-, encontrarme en la página supercatólica en la que leí esa noticia, toda clase de comentarios hirientes y despectivos contra comunistas, ateos, masones, librepensadores, feministas, homosexuales, gentes de izquierdas, libertarios… Yo no soy ateo ni masón ni comunista -aunque he estado sindicado en sindicatos de inspiración libertaria-, pero de ahí a estar permanentemente denigrando al que no piensa ni ama ni siente ni vive su sexualidad igual que yo…Y encima ahora salen con lo del supuesto milagrito ese, que como mínimo compromete la apuesta de DIOS por la vida, puesto que si el milagro de DIOS consistió solo en salvar a ocho personas, encima católicas, qué bonito, qué sorprendente, y permitir la muerte fulminante de 80.000, a mí al menos me cuesta entender que ese gesto de DIOS sea realmente una apuesta radical por la vida
A los que pululan por esas páginas se les ve demasiado el plumero ultraconservador de derechas, como también se ve el plumero de muchos que opinan en Atrio (el plumero de ser de izquierdas), con la diferencia de que en un portal como éste que nos convoca, entiendo que tiene más cabida, aunque tampoco de una manera absolua, la libertad de opinión.
Era eso lo de “tengamos la misa en paz”.
Para tener la ” fiesta en PAZ”, amigo Salvador, deberían ser menos hipócritas algunos de quienes se autoproclaman guías de la moral.
Si un “guia” de ésos ( aunque sea jesuíta en vez de ser del Opus o de los legionarios de Cristo) MIENTE con tanto desparpajo y utiliza tan descaradamente la ignorancia de las gentes, ¿ cómo quieres que la misa sea pacífica?…
http://www.hispanidad.tv/noticia.aspx?ID=130518
¿ Qué diferencia hay entre éste jesuíta y el médico mentiroso de Almendralejo que asegura su curación por intercesión del fundador del Opus Dei?…
¡¡ Ay!!… si Jesucristo levantase la cabeza, cuántoas varas de avellano rompería en el culo gordo de tanto hipócrita.
No debe haber ” misa en paz”, mientras la mentira pretenda adueñarse de una sociedad que pretenda la PAZ. Y yo intentaré sacar tiempo de donde haga falta para echárselo en cara a los jesuítas falsos y a los otros también.
Saludos, pues.
Gracias a todos por sus comentarios. De todas formas, ya verán cómo, sobre todo desde los sectores más conservadores y oficialistas católicos, se va a hablar “más de la cuenta” del asunto del presunto milagro que salvó de la más que probable muerte a los ocho jesuitas que estaban en esa fecha en Hiroshima. Porque es que ya se está atribuyendo a la intercesión de la Virgen María el origen de ese milagro.
Me deja perplejo todo ese asunto, la verdad. Considero -y mi consideración no puede sino ser muy subjetiva, muy libre, la de un cristiano de a pie simplemente- que es mero milagrismo o milagrería todo eso. Pero bueno: tengamos la misa en paz, como suele decirse.
Pues van a taner que agrandar los altares para exponer tanto santo que se libró ” milagrosamente” de la bomba que los Yankis les endiñaron a los japoneses PRECISAMENTE EN NOMBRE DI DIOS. ( los Yankis siempre bombardean en nombre de Dios, quien dicen que siempre está al lado de los que mayores bombas puedan arrojar contra los inocentes paisanos de cualquier País…)
Pues nada, ¡¡ será por ” milagros” !!…
“”Según estadísticas recientes, un 45 por ciento de las 280.000 personas que sobrevivieron a las radiaciones de las bombas atómicas arrojadas por la aviación estadounidense sobre Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial continúan vivas.””
http://terranoticias.terra.es/especiales/hiroshima/articulo/supervivientes_holocausto_nuclear_temen_jovenes_437138.htm
( NO seas incrédula, Carmen… ¿¿ acaso no te crees el ” milagro” de Valaguer ??.. quien curó al médico de tu pueblo que había dejado inválidos a la mitad de sus pacientes?. Claro, si hubiera tenido antes la ayuda del ” santo”, muchos de tus paisanos se lo hubieran agradecido y muchos de ellos no hubieran necesitado muletas después de una operación del ” meapilas” que dice haber sido beneficiado con una curación milagrosa de . Cosas de Almendralejo y seguro que el ” matasanos” se comió alguna seta alucinógena de los encinares extremeños.
¿ milagros?
¡¡ Anda ya !!… ( no salimos de la edad media, coño.)
salvador acracio .-10-Agosto-2010 – 22:45 pm
Te doy testimonio de que le oí decir a Arrupe, uno de aquellos jesuitas que fueron testigos de aquel bombardeo atómico sin sucumbir al mismo, que lo que les protegió de la onda expansiva mortal de la bomba atómica fue una colina que se interponía entre su residencia y la ciudad bombardeada.
El nos contó que cuanto quedó abierto directamente a la explosión, soportó el impacto destructivo y el calor insoportable con las consecuencias de muerte y dolor para aquellos habitantes, cosa que pudieron contempla, al salir de la residencia y remontar la colina que hizo de defensa; espectáculo cuya visión no había podido disminuir el choque emocional ante tanta barbarie.
Según su testimonio, de entonces, de milagro, nada
Salvador amigo: ¿por qué cargamos a Dios, los desmanes y negocios que se montan, al rededor de las personas que suben a los altares?
Recordemos el pasaje del evangelio, donde Jesús, entra en el templo látigo en mano, diciendo:
“Está escrito: mi casa será casa de oración, mientras que vosotros la habéis convertido en guarida de bandidos”. Mc. 11, 15-18.
¡Dios es el que Es!
Nada de nuestros “manejos” tiene que ver con el Dios Abba que Jesús nos mostró y enseñó a amar.
Como dice J.M. Díez Alegría, hay un descubrir en nuestro más íntimo ser, la Esencia de la que estamos llenos, a través de Jesús; desde el silencio, el estudio sincero y abierto de lo que El nos comunica.
Hay que discernir, lo que es su proyecto Encarnado en Jesús, y los torpes y a veces dudosos pasos que sigue la iglesia como institución.
¿Como podemos aceptar sin parpadear, una iglesia montada en el poder, las categorías, las servidumbres a los “jerarcas” que según Jesús deberían ser ¡¡servidores!! y no ser servidos?
Se visten como los reyes de este mundo… bueno, los reyes ya no lo hacen, pero ellos siguen “montados” en el lujo y la diferencia.
Ya lo dijo Jesús: “les encanta lucir sus trajes, sus adornos… ¡No hagáis como ellos!
¿Como puede querer el Creador de tanta hermosura, que su obra más querida se dedique a destruir, matar, esclavizar en su nombre?
Pongamos los puntos sobre la íes, y llamemos a las cosas por su verdadero nombre.
Si la iglesia jerárquica, renunciara a sus poderes, y se dedicara en cuerpo y alma, a ¡¡¡Vivir!!! según el proyecto que Jesús nos dejó; todos los poderosos de este mundo, dejarían de darle sus dineros ganados con la sangre de los sin voz, y su apoyo en cuanto emprende, que no es precisamente:
“Ayudar al necesitado, luchar por la justicia y el honor al que cada ser humano tiene derecho”.
A pesar de esto, hay, miles de personas en todo el mundo, que de manera totalmente entregada, siguen ese camino de Jesús, teniendo que afrontar por elegir esa manera de vivir, ser perseguidos/as por la misma institución, en cuanto un poderoso llama a Roma, al obispo de turno…
Entonces, el que es silenciado, a veces asesinado por el poderoso que siente peligrar su sed de tener, sin límite alguno.
Así, ¡¡¡No siguen el camino que Jesús eligió; lo manipulan en su propio interés!!!
mª pilar
Realmente creo que la ICAR y los interese de esta, poco tiene que ver con el mensaje de Jesús… no creo que nigún tipo de relación de D*s con las personas pase por salvar a 8, porque digan su nombre en la espiritualidad católica, budista o islámica…
Eso son interese que nada tiene que ver con D*s y quienes crean esto… yo me remito al que hicieron santo por la cura de un hombre médico de mi pueblo, porque curar D*s a este y no a toda la persona que dejó con el codo al revés o la rodilla mirando a Cuenca.
Creeer a D*s haciendo acepciones de Raza o Religión es cosa de primitivos y del A.T ¡lo siento no creo que ese D*s y en esa religión aún menos!
El Jesús de Nazaret que nos presenta, brevemente, como con grandes rasgos o pinceladas, el recientemente fallecido, a muy longeva edad, José María Díez Alegría, es un Jesús que, en plena comunión con la cristología del Magisterio, es así pues un Jesús cristológicamente ortodoxo; en cualquier caso, me creo que las observaciones y peros que pudieran ponérsele al texto de Díez Alegría, no invalidarían su comunión esencial con la doctrina oficial de la Iglesia.
Vale. Pero ese no es el asunto que me interesa para esta reflexión. Lo que me interesa aquí y ahora es plantear una perplejiad mía, muy mía, aprovechando en este artículo que en otro de hace algunos días, o acaso más de una semana ya, su autor, el teólogo Celso Alcaina, planteara objeciones a los procesos de canonización llevados a término por la Iglesia católica, e incluso va más allá el investigador español, planteando críticas a la consideración que la Iglesia misma reserva a los milagros. A decir verdad, todo esto viene a cuento porque acaban de declarar unos jesuitas, con ocasión de cumplirse el pasado 6 de agosto el 65 aniversario de la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima, que ocho jesuitas que se encontraban trabajando pastoralmente en Hiroshima en esa trágica fecha, sobrevivieron milagrosamente a la terrible explosión, que provocó la muerte, casi instantánea, de 80.000 personas, no pocas de ellas desintegradas, físicamente, ipso facto.
Ya se está hablando de milagro, y no voy a ser yo quien lo niegue, pero me surge de repente una perplejidad: si la salvación excepcional de esos ocho jesuitas y empero acabaron muriendo 80.000 personas inocentes, ¿qué clase de Dios es el que permite esa clase de milagros capaces de salvar la vida a ocho jesuitas al tiempo que “consiente” la muerte de 80.000 personas del todo inocentes, tan hijas de Dios, aunque no fueran católicas sino budistas, sintoístas o lo que fueran, aunque no fueran católicas como los religiosos jesuitas al paracer salvados por la campana, perdón, quiero decir por el supuesto milagro?
Considero que, no tanto por obstinarse en no ser muy crédulos con los milagros sino por imperativos de una cierta racionalidad, mucha gente no creerá tan así como así que esos jesuitas en efecto se salvaron por ser jesuitas, por rezar el Rosario devotamente -práctica que hacían, parece ser-; suena demasiado a propaganda católica el asunto del milagro ese de los ocho jesuitas en Hiroshima, hace 65 años. Y lo confieso sin negar que para Dios nada hay imposible, cierto, pero por eso mismo, ¿por qué prefirió Dios que se salvaran solamente ocho, y encima “de los suyos” (de su Iglesia), al tiempo que morían 80.000? No se trata de retar a Dios, ello sería absurdo, ni de tratar de aprehender algo de su providencia, pero sí de señalar, vale que con un cierto temor por mi parte, algo así como con la boca pequeña, que desde todos los parámetros racionales humanos resulta injusto un milagro de esa naturaleza.
Santa Teresa de Avila:
“El Camino de la Perfección”]
Fisuras, Señor, a los ratones
se les caen los dientes,
a los cirios de hielo
mis arrugas, con hierro
candente,
mis pensamientos
con un látigo
fino,
¿pero los sueños,
yo miserable ser,
cómo dominarlos?
Quién eres tú quien
me muestra
mi pecaminoso deseo
en el muro florecido
de podredumbres,
Tú quien al alba por misericordia
lo penetras
¿me quieres talvez?
¿talvez te quiero?
Gracias nuevamente a Atrio que sigue en estos días de descanso acercándonos nuevos textos para reflexionar y sobre todo nuevas anclas para cuando el barco sufre las tempestades.
Y como dice Diéz Alegría, yo creo en ese Jesús que vivió y respiro este mismo aire, esta misma tierra, y bebió de los mismo manantiales, ( aunque estén ahora más contaminado y adulterados por las manos incívicas de las personas) Jesús, es sigue tan igual a su momento y en cada persona, de ahí la credibilidad y la realidad del encuentro, la frescura con las que no llega su vida, y todo cuanto hizo por aquellas gentes que, él vio sufrir porque estaban como ovejas sin am*s. Eso es lo que sucede cuando la sociedad discrimina a las personas en cualquiera de las situaciones que podamos sufrir, y que supo poner sobre el mapa de la Humanidad.
Y tan creíble es para mi, que no se necesita ni ángeles para decirle que es el más grande entre aquellas o estas otras figuras humanas que también fueron grandes personas, ni tampoco necesita empoderarle demonizando a otras, creo que su grandeza resalta en sí misma en su sencillez, en la desenvoltura con la cual trató a pobres, ric*s, hombres y mujeres, ya fueran vecin*s o extranjer*s, porque no le dolió prendas en aceptar, ni ojos para ver aquello reclamaban ante su persona, todas y cada unas de las necesidades que cada ser tenían en su rostro expresado, y otras veces oculto, sus circunstancias personales todas eran ellas eran despejadas porque su corazón estaba dispueto amar, con solo mirar a la persona, sin prejuicios.
De ahí que crea, en Jesús como ese “llamamiento a colaborar…”(6,11) y ese Imitar a los herederos de la promesa (6,12) de la carta a los Hebreos que mienta el autor en su ancla.
Aunque me cuesta llamar a Jesús, como el cristo… quizás sea porque huyo del gratuito y innecesario, aunque en mi interior lo que proclamo con ese Creo en Jesús, sin ese adorno que nos quiere enraizar como algo natural al ser humano y que no es otro que ¡el dolor y sufrimientos! a costa del gozo y la felicidad.
Me pregunto muchas veces, si de verdad habrá resurrección, si el cielo existe…
¿Que aré cuando muera, donde iré, y que sentiré al dejar este espacio?
Cuando deje de ver a mi querido hijo, a mi querida hija…a mis hermanos, madre… amig*s, a tantas personas, lugares ¿dejar de ver esas puestas del sol sobre encima de los campos de mi Extremadura, entre las grandes encinas de mi tierra?
¿Cómo soportar no ver más el mar, sus grandes olas, y el chisporrear de sus caracolas rompiendo entre mis pies?
¿Cómo podré existir sin escribir, sin poner el dolor, la impotencia, el amor, la luchas y el desengaño de las injusticias entre líneas?
Y sobre todo, casi en el aniversario de la muerte de mi padre, y preguntarme sobre esto es abrir con una lanza otra herida aún mayor de la que aún existe… ¿cómo aguantar este dolor si no creo en la vida después de la muerte, en ese encuentro con él, con todo el Universo desde su comienzo, y con cada persona a la que amamos y hemos dejamos de ver sin el permiso del corazón…de la razón y de la fe.
Aún así, creo que Jesús es parte de mi vida y mi existencia, y auque sea como parte de mi debilidad (eso dicen cuando digo esto a más de uno de mis amig*s o compañer*s de trabajo), no me importa ser débil, tener miedo de mi finitud.
Porque en esta Vida, la Suya ha sido una vida fructífera y resucitadora en los momentos de dolor y de agonía… y a la vez es ese Ancla que nos dice Diés Alegría, y que te arraiga a la tierra para que las rodillas tiemblen, pero aguanten ante tantas tempestades.
Y a la vez, Es, esas Odas al amor, a la Esperanza, al Cantar de los Cantares, ese vino de la Boda de Canaán… Es ese encuentro y dar gracias por haber participado de la vida aquí y ahora, ser participe de esta vida
¿Hay algo más hermsoso que esto, por que recharzar ese dolor ante lo desconocido, fruto de la felicidad de tenerlo, de no querer perder cuanto estamos gozando?
Creo en ese Jesús y D*s que nos Ama por encima de la debilidad y cortedad en descifrales y creo que despojar nuestra Fe de los mitos y la magia de siglos y de miles de años solo nos hace crecer a nosotr*s mism*s ante ese D*s despojad* y desnud* que solo necesita ser reconocido en el lenguaje amoroso de amor y de felicidad real y del momento.
Ese era el SMS de Jesús, ahora es tu tiempo, ahora estoy contigo, ahora te amo, y ahora firmo ese pacto con la humanidad en tu recuerdo.
Díez Alegría, compartió su fe, con una claridad, honestidad, firmeza extraordinaria durante toda su vida.
No fue un hombre polémico; decía cuanto creía debía decir; tomo las decisiones adecuadas para poder vivir en plenitud su fe, algo que le “obligo” la incomprensión del “poder”.
Su fino sentido del humor, su categoría humana, su claridad de ideas; es una bocanada de aire fresco siempre renovador.
La inmovilidad es signo de muerte, incomprensión, y alejamiento del verdadero sentido, que nos dejó Jesús Señor.
Siempre es un gozo leer sus pensamientos y deseos, desde un conocimiento profundo de la Escritura.
mª pilar