El respaldo político y popular al presidente Zapatero está cayendo espectacularmente. Cada vez se encuentra más sólo, con un abismo creciente entre él y todos los demás: la derecha, los nacionalistas, las izquierdas y, tal vez, una buena parte de su partido. Y así se presentó ayer ante el parlamento, en el más problemático de los debates sobre el Estado de la Nación a que se ha tenido que enfrentar. Y, sin embargo, parece que sale vivo. ¿Por sus méritos o por los deméritos de los demás? Para ilustrar la situación nos parece oportuno recuperar este artículo de Emma Riverola publicado en El PAÍS hace unos días.
El desprecio de los ciudadanos
EMMA RIVEROLA El PAÍS, 10/07/2010
“Tengo la sospecha de que estamos peor que ayer, pero infinitamente mejor que mañana. (El presidente) ha empezado a inspirarme ternura (…) sobre todo cuando le veo tan peligrosamente desorientado”.
Estas palabras parecen dictadas por la situación actual, pero fueron publicadas el 23 de agosto de 1993 en este mismo diario. El nombre del presidente era Felipe González. El autor del artículo, Manuel Vázquez Montalbán. Y el título, Depresión. En 1993, el PSOE había vuelto a ganar las elecciones, pero había perdido la mayoría absoluta. El país sufría una grave crisis económica. La tasa de paro llegó a encaramarse hasta un dramático 24%. El caso GAL mellaba las entrañas democráticas del Estado y Luis Roldán se revelaba como uno de los mayores sinvergüenzas de la historia de este país.
El Felipe González de entonces tenía poco que ver con el joven entusiasta y brillante que había ganado las elecciones 11 años antes. Tampoco se asemejaba al actual patricio que considera a las democracias de hoy marcadas por la mediocridad y lo mediático. O que lanza frases tan poco favorecedoras al Gobierno como “rectificar es de sabios, y de necios hacerlo a diario”. Olvidándose, quizás, de su propia y antigua desorientación.
Entonces y ahora, la crisis económica actúa como una demoledora apisonadora de la imagen pública de los políticos. Pero, a pesar de las dramáticas semejanzas entre 1993 y este más difícil 2010, la fractura entre la clase política y los ciudadanos nunca había sido tan profunda como ahora. La crítica a la talla de los líderes se impone, pero resulta interesante continuar revisando las hojas pasadas del calendario y tratar de encontrar más razones para este distanciamiento.
Durante los últimos años, el marketing se ha impuesto en el mundo de la política. Al líder se le ha otorgado el rango de producto. Los ciudadanos nos hemos convertido en codiciados consumidores y nuestros votos, en devaluada moneda de cambio. El debate ideológico ha quedado arrinconado por la verborrea de un agente comercial salpicada de frívolas promesas publicitarias o de pueriles amenazas sobre la llegada del lobo. La política se ha banalizado y las encuestas deciden los cambios en el diseño de las etiquetas. Pero un voto debería tener mayor trascendencia que elegir una lata de tomate en un lineal del supermercado, especialmente si no se desea sufrir el mismo final que la lata cuando el comprador la da por agotada.
En una sociedad marcada por las leyes del consumo y adormilada por años de bienestar, el ciudadano se siente cada vez menos responsable de todo. Su tolerancia al riesgo se ha tornado ínfima y cree poder exigir a papá Estado la solución inmediata de todos sus problemas. Pero el espejismo se hace añicos ante la crisis y la sombra de la estafa planea sobre la clase política. Yo te di mi voto, yo te compré, ¿por qué no arreglas todo esto? Una mala compra, piensa el elector, otro trasto inútil, y busca en vano las condiciones de devolución en la letra pequeña de su voto.
Y cuando las ventas bajan, ya se sabe, entran en juego las ofertas dos por uno y las promociones agresivas. O, lo que es igual, la indefinición en el discurso para tratar de atraer al mayor número de votantes y la guerra sin cuartel a la oposición. Una dura contienda sin remilgos en la que no se duda en traicionar la propia coherencia si eso desgasta al contrario. El mensaje se simplifica. O conmigo, o contra mí. Se huye de los puntos de encuentro y las opiniones discrepantes se consideran un ataque. La tolerancia no cotiza en este mercado de valores y la sociedad oscila peligrosamente hacia la indiferencia o la intransigencia.
El pensamiento crítico se está convirtiendo en una rara avis y los medios de comunicación no siempre son ajenos a la falta de racionalismo. A veces, por la excesiva carga de opinión entreverada con la información. A veces, por convertir su espacio en el escaparate de los productos políticos, erigiéndose en altavoz de las acusaciones, declaraciones o intoxicaciones. Eslóganes más eslóganes. Es incuestionable el valor del periodismo en la denuncia de los abusos del poder. Pero ya es más discutible el papel de juez que algunos medios se han otorgado, condenando sin rubor a los políticos del color contrario a su línea de opinión. Juicio sin derecho a la defensa y cuyo único fallo es la devaluación de la política. El desprecio de los ciudadanos.
La abstención crece a ritmo vertiginoso para vergüenza del espíritu democrático y no se observan en el mercado fórmulas mágicas capaces de invertir la tendencia. Parece urgente establecer nuevos puentes de diálogo entre ciudadanos y políticos, fomentar plataformas de pensamiento, donde las discrepancias sean acogidas como una fuente de enriquecimiento y los esfuerzos se destinen a la construcción de mejores modelos de relación y organización. Espacios alejados del marketing y sustentados en un compromiso mutuo de respeto a la verdad y la honestidad. Suena a utopía. Y eso es lo terrible. Porque si dejamos de creer en nuestra capacidad de transformación y mejora, renunciamos a ejercer el poder. La elección es nuestra: ciudadano o consumidor.
Emma Riverola es creativa publicitaria y novelista, autora de Cartas desde la ausencia.
A mi entender, ni Zapatero ni Rajoy están dispuestos a rebelarse contra la dictadura del gran capital que gobierna nuestras vidas desde Wall Street y otros antros de perdición. O sea que, reconociendo que Zapatero está “ligeramente más a la izquierda” y que lo prefiero de todas todas a Rajoy, pues tampoco me apasionan ni el uno ni el otro.
Me apasiona el menosprecio que el sistema hace de los votos que se van a partidos como IU, la sobrevaloración que se hace de otros votos como los de partidos nacionalistas, el abuso de poder de los dos partidos mayoritarios que eliminan competidores con malas artes.
Por eso no me extraña nada que al personal no le apasione la política ni el ir a votar.
Me apasionó la Cumbre de Copenhague sobre el cambio climático, me preocupa el agotamiento del planeta, el aplastamiento y explotación del tercer mundo…Pero tengo la impresión de que a Zapatero y a Rajoy y a muchos de nosotros esos problemas nos parecen minucias.
Hoy por hoy es posible revertir el dogma económico del crecer indefinidamente para engordar cada vez más a los cuatro cerdos magos de finanzas que nos gobiernan por otra economía en la que prevalezca el crecimiento sostenible, el reparto del trabajo para todos, la disminución de las horas de trabajo…Lenin en sus años aconsejaba a los comunistas alemanes implantar en su país las 35 horas semanales, Keynes sugería que sería posible vivir con tres horas diarias de trabajo y 15 semanales, si las personas fuesemos capaces de moderar nuestro apetito irrefrenable de consumir más y más hasta reventar.
Pero Zapatero parece que no lee a Keynes, mucho menos a Lenin. Y no me importa que él se lo pierda, nos lo perdemos todos. Economistas de mierda, políticos de pacotilla!
Pues sí, Luciano, qué ” razón” tiene usted:
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“”Bien está preocuparse por el respeto de los derechos de humanos en el mundo, pero todos esos medios españoles harían mejor en aplicarse el dicho de que «la caridad bien entendida empieza por uno mismo». Podrían, por ejemplo, preguntarse: «¿Hay presos políticos en las cárceles españolas?». La respuesta inmediata, la lección bien aprendida, el reflejo condicionado por años de propaganda sería: «No, sólo hay terroristas y delincuentes». Bueno, para salvar el instinto más primario podrían añadir: «¿Hay personas que no han empuñado un arma, ni han prestado infraestructura, colaboración o auxilio a miembros de una organización armada, ni han participado en el seguimiento y señalización de objetivos y están en prisión sólo por defender sus ideas políticas?». «¡Son todos terroristas!», volverían a gritar con fuerza editorialistas, columnistas y tertulianos.
Comienza el próximo jueves en la Audiencia Nacional el juicio contra 22 alcaldes y concejales acusados de integración en organización terrorista. Las peticiones de cárcel van de 10 a 15 años. Repasen sus currículos. Estudien las acusaciones. ¿Puede realmente decirse que son terroristas? Si fueran disidentes cubanos les llamarían presos políticos en primera página. ¿Y a los 37 encarcelados por el macrosumario 18/98? Entre ellos están los responsables de «Egin». Si fueran cubanos los llamarían «periodistas independientes» y hasta «héroes de la libertad de expresión». Hay más de 75 presos acusados de ser de Jarrai, Haika o Segi a los que no se les ha podido imputar más delito que ser miembros de esas organizaciones juveniles. Ni una sola prueba de haber lanzado un cóctel molotov o de haber realizado acción violenta alguna. Si estuvieran en una cárcel cubana serían «jóvenes rebeldes» para la prensa española. Y qué decir de las decenas de dirigentes de Batasuna procesados por hacer política. Si Arnaldo Otegi fuera un disidente cubano habría organismos pidiendo para él el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.””
Más en:
http://www.kaosenlared.net/noticia/juicio-contra-udalbiltza-mas-procesados-politicos-cuba
Pero claro… si podemos solucionar los grandes problemas de otros
¿ para qué coño vamos a solucionar los nuestros? ¿ Qué merito tendría barrer nuestro propio patio abarrotado de basura si podemos criticar a otros que tienen cierta suciedad en sus patios?
En fin, más de lo mismo ” in sécula seculorum”. AAMEEENN!!!!
A veces nos dejamos llevar por las situaciones, pensando que estas son irremediables. No, no lo son. El sr Zapatero es un hombre mediocre, lleno de incapacidades y rodeado de inutiles, que él mismo se ha ocupado de situar.
La situación actual es mala, pero es la misma para todos los paises y nuestros dirigentes no son los adecuados. No voy a criticar a la oposición, quien gobierna, tiene obligaciones y ha de llevarlas a cabo. Para entender los parametros de este Gobierno, nos basta como muestra lo sucedido con los presos politicos cubanos. Han salido de la carcel, ¡claro que sí!, pero para ir al destierro, que es otra carcel, ¡no se preocupen! les vamos a dar cartilla de la S. Social y una vivienda y les mantendremos un año y luego son libres de recorrer el mundo si les place, pero no de volver a su Patria.
Esto es lo que se entiende por libertad; le quitamos un problema a los Castro, corremos con los gastos y ademas el gobierno se las da, “de respetar los derechos humanos”. ¡Vamos! que la mentira es verde y con asas.
Este es un gobierno del Marketing, y de las palabras, que dicen lo que se debe hacer, pero que ellos, no hacen. Acabamos de acudir al debate de la nación, Zapatero no ha hecho ni una sola propuesta, Los nacionalistas estan preocupados por las cosas de su terruño. Le han llamado mentiroso, engañador, corrupto(Rosa Diez) , hombre del que no hay que fiarse y él sigue tan pichi, aplaudido por toda su patulea.
Las cosas estan mal y peor se van a poner. Pero no he visto a los politicos ni renunciar a sus prebendas, ni cerrar empresas publicas, ni discutir como se puede organizar el pais de un modo más eficiente, ni controlar sus gastos e ingresos, en lo tocante a ellos,todos quieren seguir donde estan y en las mismas condiciones aunque nos saquen los higados.
Todos hablan, dicen y hacen, para una mayoría, ¿como es esto posible con un 30% de abstención? Si la abstencion es en si misma mayoria.
Paz para todos.
José Luis es un hombre bueno, como cualquier otro ciudadano o ciudadana de este país, que se ha entregado a su profesión políticas con los mejor que tiene en su cabeza y en sus manos. Hace lo que puede pero sí que da pena verle aislado.
No es él, son fuerzas superiores a él, que lo controlan como controla a cualquier otro gobierno. Lo dijo Julio Anguita hace un par de meses en 59”: “a los gobiernos los gobierna el mundo del dinero”. En aquella entrevista se refirió a un director del Bundesbank que recordaba a los políticos allá por los años 90s, que “tenían que irse acostumbrando a obedecer los dictados de los mercados”.
De ahí que las reformas ante la crisis han respetado a los Bancos, que habían sido los culpables de todo el escándalo financiero. Todo esto lo expuso pintorescamente en las páginas de Un paso un Mundo Salvador Santos. Una de las protagonista de la novela, que gira toda ella en torno all evangelio de Marcos, tocó el tema:
Los políticos son como los remeros de una barca dentro del curso de un río caudaloso. Para poder hacer su trabajo dependen siempre del fuerte empuje de la corriente. Según sus objetivos unos tirarán para la orilla izquierda y otros para la derecha. Por cierto tiempo quizás tantos los unos como los otros puedan causar la impresión de estar sorteando el problema. A veces van contra corriente, a veces a favor de ella. En realidad el que manda es el río. El río se da como natural: no se puede cambiar.
Nuestro discurrir es como el del río: al final se trata de dejarse llevar. Es lo que pedía el Director del Bundesbank para que el mercado resuelva todos los problemas. Pero es también los que vio clarísimamente el Galileo ya en su tiempo. En el fondo se trata de la misma presión social que convertía y marginaba para combatir la poderosa corriente. Esa corriente se daba por supuesta y era “lo natural”, hace 2000 años y ahora. Había que luchar contra esa corriente para liberar a la humanidad, pero nunca uniéndose a ella como hizo el judaísmo del tiempo de Jesús y la iglesia del Tratado de Nicea.
La ruta que marcó el Galileo sigue siendo hoy día la misma y es siempre válida. Quizás sólo la solidaridad, la unión de todas las fuerzas que son las fuerzas de la Creación podrá cambiar los sistemas, los prejuicios, las formulaciones superficiales de soluciones que no van a ninguna parte. El miedo a que nos crucifiquen nos aterra pero aquellas fuerzan nos ayudan como a Jesús a enfrentarnos con esa realidad.
Saludos para todos de Héctor
.- La paz aún no ha dejado de ser fruto del único árbol que la puede producir que es la justicia.
En un sistema de relaciones sociales en las que la injusticia de apreciación y ejecución admite una injusticia original al no considerar con efectividad sujeto libre y responsable a la persona, todas las relaciones que entre ellas se establecen adolecen del mismo desajuste. Y cuando la norma generalizada no es la fuerza de la razón. sino la razón de la fuerza y esto se admite por interés directo o por complicidad interesada, es imposible que la rentabilidad de la pacificación relacional con calidad humana aparezca in ninguno de los niveles relacionales entre personas.
Desde la prepotencia de cualquier niñato en el ambiente que domina, hasta la de los lobbies más sofisticados y sobre todo la del BILDERBERG GROUP, pasando por las Instituciones mal consideradas comunitarias o democráticas, el interés más fuerte condiciona la debilidad de los otros.
Venimos en llamar crisis a los momentos de ajustes más agudos de falsos intereses humanos, pero la verdad es que el mismo sistema de relaciones humanas es una permanente crisis a nivel de Humanidad.
Esperamos de los políticos que sean responsables en el ejercicio de su representatividad, pero ¿nos hemos cuestionado a quienes en realidad representan? ¿Nos comportamos como ciudadanos libres y también responsables de esa condición ciudadana? Decimos que se nos considera consumidores productores y blanco de instrumentalización de parte de los distintos poderes personalizados o institucionalizados ¿pero cuestionamos nuestra propia identidad inalienable de sujetos libres y responsables?
¿Está Zapatero, o cualquier representante , sólo en momentos de alto desajuste de intereses, o esa soledad es patrimonio de cada uno de los que estamos desajustados por no considerarnos personas y admitir que no se nos considere como tales?
Al final, en una dinámica de razón de fuerza ¿qué de extraño tiene que ni Zapatero, ni Obama puedan nada ante la fuerza de lo que se llama MERCADO porque TODO tiene su precio, sin que seamos y nos consideremos excepción las PERSONAS?
Sólo LA VERDAD libera, pero no queremos admitirlo y nos prestamos a acomodarnos en un Sistema que es UNA FALSEDAD TEÓRICA y, sobre todo PRÁCTICA
Ya Simone Weil denunciaba que la política no puede basarse en propaganda. Pese a la distinta situación que se daba en su tiempo, sus palabras parecen un preludio, una denuncia anticipada de lo que ocurre ahora. Las causas del distanciamiento entre la sociedad y los políticos son muchas, pero una de radical importancia es la de la propaganda, que hace de la política un producto de consumo sujeto a las leyes del marketing, basado en falsedades, apariencia antes que realidad. La vida “muelle”, que actúa como adormidera, es un factor importante, ¡quién me iba a decir que el Munfo Feliz de Huxley, poblado de epsilones, se haría realidad!
No sé cómo, pero creo que habría que modificar la ley electoral y evitar el bipartidismo; habría que caminar hacia la democracia participativa y comenzar a ejercer nuestro protagonismo -el del pueblo llano, auténtico artífice de la historia- en el curso de los acontecimientos.
Está bien, lo había leído, pero, ¡siempre hay un pero”, a mi juicio no termina de reconocer que detrás del marketing político y mediático hay intereses muy distintos, y hasta antagónicos, y que en ellos “la verdad y la honestidad” saltan por los aires llegado el momento de las colaboraciones para salir de la crisis. No es que yo no crea en algún tipo de pacto social, por provisional que sea en el tiempo, pero no creo que “los mercados de dinero”, y sus apoyos sociales, puestos contra las cuerdas, acepten “razonamientos éticos”, sino, primero y con fuerza, “reglas, leyes y controles”. Y esto requiere “imponérselo”. No hay vía de razonamiento sensato y moral con ellos. Despúes del control, y la presión, viene el pacto social. Por eso juegan con el miedo, ¡yo lo tengo, claro!, a esta visión de las cosas: “si yo pierdo algo, ustedes, más; si pierdo mucho, ustedes todo”. Es difícil la política en plena crisis, lo reconozco. Paz y bien.