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Ignacio de Loiola, un vasco universal

Este fin de semana, el nombre de Ignacio de Loiola sonará entre cohetes, tritikixa y pasos de dantza desde Garai hasta Belatxikieta o Lemoa, y el eco resonará en todas las villas y anteiglesias de Euskal Herria. Ignacio de Loiola, mitad santo, vestido con casulla de decir misa, mitad dantzari, plaza-gizona y caballero. Hoy es su fiesta.

      Eran los tiempos de los grandes descubrimientos, los caminos del mar se abrían hacia Extremo Oriente tras contornear el continente africano, y surcaban el Atlántico hacia las Américas. Europa daba los primeros pasos hacia lo que hoy llamamos “globalización”, mercado único de trabajo, mercancías y capitales; empezábamos a darnos cuenta los europeos de que además de vascos o escoceses o griegos, además de europeos, somos ciudadanos del mundo, habitantes de una casa común que se llama planeta tierra. Y que lo uno, el apego a nuestra cuna, no debe quitar a lo otro, lo de ciudadanos del mundo.

      A Ignacio de Loiola, ese vasco universal, le debemos en buena parte la toma de conciencia de nuestra casa común que es este planeta tierra. Capitán y soldado, él lanzó por los caminos de Asia, Africa y América legiones de soldados a predicar que “ya no hay judío ni  griego ni bárbaro, sino que todos somos uno…”. Puso a Francisco Javier en el camino de la India, Japón, China, impulsó aquel estilo de aculturación y promoción de los indios guaraníes que cuajó en las famosas Reducciones del Paraguay.

      Ignacio de Loiola es el principio de un estilo de evangelización –Matteo Ricci– que se implantó en China y que se basaba en un diálogo de igual a igual entre la milenaria cultura de los chinos y los progresos de Europa, en el respeto y la convivencia de las ideas religiosas autóctonas y del mensaje evangélico. Ignacio de Loiola inspiró al jesuíta Pedro Claver el estilo de acogida a los esclavos africanos que llegaban a América.

Los aires de conquista, sometimiento y aniquilación de los pobladores de América, África y Asia que imponían los buscadores de oro, la vergonzosa alianza entre la cruz y la espada que inspiró la política de los colonizadores, tuvieron en todos los lugares el contrapunto del afán civilizador y de promoción humana de las poblaciones autóctonas que animaba a los jesuita formados en la escuela de Ignacio de Loiola.

Finalmente, a los poderosos de Europa, llámense monarquías de Inglaterra, España, Francia y demás, llámese Romano Pontífice de Roma, aquel estilo que marcaba Ignacio de Loiola por medio de los jesuita no les gustó. Y bajo la presión de las monarquías europeas, de los Borbones de Francia y España muy especialmente, el Papa ordenó la disolución de la Compañía de Jesús, y la experiencia de diálogo entre la cultura china y europea fue abortada, y las Reducciones del Paraguay fueron invadidas por mercaderes y soldados, y el comercio de esclavos negros conoció su época más boyante, y la cruz y la  y la espada pudieron colaborar sin problemas.

Allá los creyentes con sus elogios al librito de los Ejercicios Espirituales, obra maestra de la espiritualidad ignaciana. Y con tantas glorias y grandezas que pueden contarse de uno de los vascos más insignes y celebrados.

Permítasenos, por lo menos esta vez, cantar al vasco universal que nos enseñó a entender el mundo como nuestra casa común, y a la humanidad entera como una gran familia; que nos inculcó principios de respeto a todas las culturas, a todas las personas.

Hoy mismo, Ignacio de Loiola se hace presente en el gesto del Padre Ellacuría, asesinado por los paramilitares en Centroamérica. Otra manera de ser vasco y ciudadano del mundo. Además de la del bardo Iparraguirre, que viajó por Argentina, amó a muchas mujeres en muchos países, tuvo muchos hijos, era una especie de Atahualpa Yupanqui del siglo XIX, y cono digo, se apuntó a todas las revoluciones que le tocaron: la Comuna, las guerras carlistas, etc. etc. Pero ante todo fue bardo, cantor, bohemio, y autor del Gernikako Arbola, uno de los cantos sagrados del nacionalismo vasco. Y la de Juan Sebastián Elkano, que se empeñó en dar la vuelta al mundo

52 comentarios

  • mªpilar garcía

    Nos guste o no…

    El 4º voto, es, obediencia al envío de alguna misión, que el papa decida atender.

    No hay obediencia ciega, si el que debe acatarla, no la asume.

    ¡No! por que no le de la gana; sino porque se reconoce limitado para llevar acabo lo que se le pide; no solo en la misión, sino en la vida cotidiana.

    La compañía suele respetar con sumo cuidado,  la valoración del que tiene que acatar un destino o mandato.

    No hay que olvidar, que hay mandatos que puedan ir en contra de la conciencia personal del que obedece.

    Se exponen las razones, y si no se llega a un acuerdo, se puede acudir a instancias mayores.

    Lo que ha sucedido en España con Juan Masiá,  con Lamet, hace años con Vicente Ferrer, que para seguir su llamada, tuvo que abandonar la compañía, como hizo J.M. Díez Alegría.  Arrupe, con un corazón más limpio de compromisos humanos, le dejó la puerta abierta, para cuando quisiera volver, y así lo hizo al final de sus días.

    Si nuestra conciencia, habiendo discernido los pros y los contras, experimenta, que en lo que le ordenan, está en contra de lo que comprende es el mandato de Jesús, hay que negarse y asumir las consecuencias.
     

    A Juan Masiá, su superior de Japón, no le ha prohibido nada, ni su provincial… tristemente fue en España.
     

    Así son las cosas; no se puede aceptar ¡todo! lo que ordenen los superiores, o padres, o jefes, etc. etc.

    Si eso vulnera de verdad, mi experiencia interior, porque percibo otra manera de “ver”, debo exponerlo y confrontarlo y juntos decidir, y si hay que decir ¡no!

    ¡Adelante con las consecuencias!

    Repito mi experiencia, (ya se conoce en Atrio):
    Ante la pregunta de un sacerdote, de cuando el próximo hijo (había parido tres en tres años y medio) le dije que de momento no era posible, debía esperar de un nacimiento a otro, como mínimo dos años.

    Respuesta: “Te vas a condenar”

    “No se preocupe, de mi condenación, ya me preocupo yo…” Me levanté y me fui.

    No todas las personas que “mandan” saben donde tienen su mano derecha… sobre todo,  ¡¡su corazón!!

    mª pilar

  • Santiago

    Rodrigo,   la falta de tiempo me impidio contestarte antes…llego un poco tarde, pero coincidimos en que el mismo Espiritu dirige a Ignacio de Loyola en “su sentir con la iglesia”, su lema principal y ese amor por la iglesia que no puede separarse de Cristo, lo hace pronunciar el cuarto voto…inteligente voto, con el cual queda atado a Cristo puesto que Cristo ato a Pedro por amor cuando le pregunto 3 veces:…..me amas mas que  estos?…a lo que entristecido le contesto…TU SABES que te amo….Por lo tanto, ambas cosas no son exclusivas sino que una es consecuencia de la otra….El problema fundamental de la Compania de Jesus es si su deseo de aggiornamiento la mantendra dentro de la esfera ignaciana, como lo que el fundador entendia por amor a la iglesia que como te decia el identificaba con el mismo Cristo….o si por el contrari0 la orden se disolveria…Es este principio el que segun los biografos de Ignacio el quiso infundir a su Compania, a pesar de que los Papas de aquel entonces NO eran santos….Solo el tiempo hablara…la iglesia ni se corrompera, ni se destruira…para los creyentes tiene la promesa de Cristo…pues Cristo vive en la iglesia invisiblemente a pesar de todos sus graves defectos humanos….su mensaje nos ha llegado milagrosamente hasta hoy por medio de los apostoles como El mismo quiso….un abrazo   de Santiago Hernandez