La crisis de la pedofilia en la Iglesia romano-católica no es nada en comparación con la verdadera crisis, esta sí, estructural, crisis que concierne a su institucionalidad histórico-social. No me refiero a la Iglesia como comunidad de fieles. Ésta sigue viva a pesar de la crisis, organizándose de forma comunitaria, y no piramidal como la Iglesia de la Tradición. La cuestión es: ¿que tipo de institución representa a esta comunidad de fe? ¿Cómo se organiza? Actualmente, ella aparece como desfasada de la cultura contemporánea y en fuerte contradicción con el sueño de Jesús, percibido por las comunidades que se acostumbraron a leer los evangelios en grupos y hacer así sus análisis.
Dicho de forma breve pero sin caricatura: la institución-Iglesia se sustenta sobre dos formas de poder: uno secular, organizativo, jurídico y jerárquico, heredado del Imperio Romano y otro espiritual, asentado sobre la teología política de San Agustín acerca de la Ciudad de Dios que él identifica con la institución-Iglesia. En su montaje concreto no cuenta tanto el Evangelio o la fe cristiana, sino estos poderes que reivindican para sí el único «poder sagrado» (potestas sacra), incluso en su forma absolutista de plenitud (plenitudo potestatis), en el estilo imperial romano de la monarquía absolutista. César detentaba todo el poder: político, militar, jurídico y religioso. El Papa, de manera semejante, detenta igual poder: «ordinario, supremo, pleno, inmediato y universal» (canon 331), atributos que solo caben a Dios. El Papa institucionalmente es un Cesar bautizado.
Ese poder que estructura la institución-Iglesia se fue constituyendo a partir del año 325 con el emperador Constantino y fue oficialmente instaurado en 392 cuando Teodosio, el Grande (+395) impuso el cristianismo como la única religión del Estado. La institución-Iglesia asumió ese poder con todos los títulos, honores y hábitos palaciegos que perduran hasta el día de hoy en el estilo de vida de los obispos, cardenales y papas.
Este poder adquirió, con el tiempo, formas cada vez más totalitarias y hasta tiránicas, especialmente a partir del Papa Gregorio VII que en 1075 se autoproclamó señor absoluto de la Iglesia y del mundo. Radicalizando su posición, Inocencio III (+1216) se presentó no sólo como sucesor de Pedro sino como representante de Cristo. Su sucesor, Inocencio IV (+1254), dio el último paso y se anunció como representante de Dios y por eso señor universal de la Tierra, y podía distribuir porciones de ella a quien quisiera, como se hizo después a los reyes de España y Portugal en el siglo XVI. Sólo faltaba proclamar infalible al Papa, lo que ocurrió bajo Pio IX en 1870. Se cerró el círculo.
Ahora bien, este tipo de institución se encuentra hoy en un profundo proceso de erosión. Después de más de 40 años de continuado estudio y meditación sobre la Iglesia (mi campo de especialización) sospecho que ha llegado el momento crucial para ella: o cambia valientemente, encuentra así su lugar en el mundo moderno y metaboliza el proceso acelerado de globalización, y ahí tendrá mucho que decir, o se condena a ser una secta occidental, cada vez más irrelevante y vaciada de fieles.
El proyecto actual de Benedicto XVI de «reconquista» de la visibilidad de la Iglesia contra el mundo secular está destinado al fracaso si no procede a un cambio institucional. Las personas de hoy ya no aceptan una Iglesia autoritaria y triste, como si fuesen a su proprio entierro. Pero están abiertas a la saga de Jesús, a su sueño y a los valores evangélicos.
Este crescendo en la voluntad de poder, imaginando ilusoriamente que viene directamente de Cristo, impide cualquier reforma de la institución-Iglesia pues todo en ella sería divino e intocable. Se realiza plenamente la lógica del poder, descrita por Hobbes en su Leviatán: «el poder quiere siempre más poder, porque el poder sólo se puede asegurar buscando más y más poder». Una institución-Iglesia que busca así un poder absoluto cierra las puertas al amor y se distancia de los sin-poder, de los pobres. La institución pierde el rostro humano y se hace insensible a los problemas existenciales, como los de la familia y la sexualidad.
El Concilio Vaticano II (1965) trató de curar este desvío por medio de los conceptos de Pueblo de Dios, de comunión y de gobierno colegial. Pero el intento fue abortado por Juan Pablo II y Benedicto XVI, que volvieron a insistir en el centralismo romano, agravando la crisis.
Lo que un día fue construido, puede ser deconstruido otro día. La fe cristiana posee fuerza intrínseca para, en esta fase planetaria, encontrar una forma institucional más adecuada al sueño de su Fundador y más en consonancia con nuestro tiempo.
[Traducción de MJG]
Tan breve como concisa y hermosa respuesta la tuya, Ana Rodrigo. Y sí, me temo que es tan clara la cosa que no tengo más remedio que aceptar que es así por parte de las jerarquías; si no de todos sus miembros, sí de parte de muchos de los mismos.
Es que si no es que es así no solo no me es posible entender mi caso sino algunos otros casos acaso más sangrantes: dos sacerdotes secularizados de mi diócesis, los dos con amplia experiencia pastoral (uno de ellos además con experiencia de años de vida monástica y carrera “civil” a sus espaldas), y ambos en paro. Me consta que sin haber recibido la ayuda que debían haber recibido de las autoridades competentes de la Iglesia. Es como si si les repudiase.
En fin, que pese a todo “la vida puede ser maravillosa”, como solía repetir el graciosísimo periodista deportivo que ponía nombretes a los jugadores de fútbol y de baloncesto españoles y que ya murió, ¿cómo se llamaba?, Andrés Montes.
Un beso.
Querido Aníbal, al terminar de leer tu carta al Papa, tuve la impresión de escuchar el grito de Munch, un grito que saliendo de lo más profundo del alma, sale al vacío, y quien lo tiene que escuchar no lo escucha.
Desde luego el Papa no va a escuchar tu grito, él está allí en las alturas y en los aposentos vaticanos aislados de los gritos de afuera. Al Papa sólo le llegan los chismes que sus funcionarios le llevan en un juego perverso de poder. A él sólo le llegan las invitaciones a que venga a España, tres veces en poco tiempo, a la reserva espiritual de occidente donde la van a aplaudir a rabiar (casi los mismos). Y él desde el séptimo cielo, les va a dar consejos de justicia y de sexualidad y de amor, mientras tantas personas que han arriesgado por servir a su iglesia se están muriendo de pena y de asco, porque se les ha dado una patada y se les ha echado a las tinieblas exteriores para que sepan lo que es la insumisión.
Así que “búscate las habichuelas” por tu cuenta, pero no esperes nada de estos jerarcas, ellos tienen otras ocupaciones y preocupaciones. Y nunca pienses que te salió el tiro por la culata, en la vida siempre te esperará una oportunidad, la tuya, peléala, que es tuya y ahí el Papa, afortunadamente, no va a poder hacer nada.
En tu defensa, añadiré que seguramente los obispos de la Iglesia ortodoxa son aún más estrambóticos desde la perspectiva de la radical simpleza evangélica, pues no en vano la Ortodoxia es tan hermosa como imovilista y medievalizante. Pero en fin, ahí queda: la Iglesia católica, no seams inenuos, no va a cambiar nada de sus formulismos y retóricas y parafernalias litúrgicas; uno de los resultados de todo ello, no creo que venga o vaya aser la conversión de muchos cuanto sí el aumento del pasotismo y la indiferencia hacia la Iglesia.
Otra cosa. Yo creo en la libertad personal (de credo, ideología, investigación, etcétera), y hasta en un cierto pensamiento heterodoxo (he leído a Nietzsche, a K. Marx, a S. Freud, a E. Cioran, a autores anarquistas, a librepensadores como B. Russell, etcétera). Sin embargo, querido Santo Padre, en la Iglesia que pastoreas me parece haber descubierto, en mis cuarenta años de vida, pero sobre todo en los últimos quince o veinte, de mayor compomiso y lucidez por mi parte, estimo, que muchas personas en la Iglesia católica no es que sean heterodoxas -como pueden serlo Juan Masiá y otros, afanosos buscadores de la verdad, sin duda-, es que es un secreto a voces que no tienen fe; y comunión con el Magisterio, del que tú eres la cabeza visible, muy poca, o ninguna. Y algunas de estas personas, que ni celebran la fe siquiera, se ganan la vida en facultades y centros teológicos, o en centros educativos de Secundaria. O en la sanidad. Incluso gracias a la Iglesia no pocos de ellos harán carrera, publicarán, etcétera, sólo que al precio de ser un verdadero escándalo para otros muchos.
Permíteme: una Iglesia así, Santo Padre, no resulta nada creíble. Y por ello mismo, entre otras causas y razones, la gente, muchísima gente, acaba mosqueada, decepcionada, asqueada y finalmente alejada de la Iglesia.
Realmente podría seguir enumerando cosillas que no me parece que funcionen nada bien en la Iglesia universal, pero por hoy igual ya es suficiente.
Me despido de ti y así concluyo esta “carta”, que nunca leerás, obvio. Y si me permites seguir abusando de tu confianza, Santo Padre, me atrevería a afirmar, aun a riesgo de parecer soberbio o inmodesto, que una prueba de lo mal que está la Iglesia católica en la actualidad, como mínimo en España, la tengo muy cerca, en mi propia realidad personal: por causa del Reino y de la misión de la Iglesia hice unas grandes renuncias en un momento de mi vida hace algunos años; me salió el tiro por la culata, y me he hinchado a pedir ayuda, a obispos de tu Iglesia que es la mía incluidos, y todos sin excepción han pasado de mí, es decir, de mi dolor, de mi problema. Y mientras, esos mismos y otros por e estilo han ido llenando la Iglesia de fieles que apenas nada arriesgan en su fe, o que son burócratas de simple mentalidad funcionarial, o sencillamente que no creen y empero se ganan la vida gracias, profesionalmente hablando, a la Iglesia.
A mí al menos me parece muy desalentador el panorama.
Carta hipotética -que no abierta- al Santo Padre Benedicto XVI sobre la crisis actual de la Iglesia católica:
Dado que he vuelto a leer el artículo de Leonardo Boff que aquí y ahora nos convoca (“¿Dónde está la verdadera crisis de la Iglesia?”) y dado que vengo de leer en Redes Cristianas, Atrio y Libertad Digital artículos referidos a la realidad de la Iglesia, a pesar de haber escrito ya un par de comentarios para este miso artículo del teólogo brasileño, me permito una breve reflexión más, no sin solicitar el beneplácito de los amables lectores.
Manos a la obra, te diría, Santo Padre (confieso que me cuesta tratar con tales títulos al sucesor de Pedro, pero si he hacerlo por el bien de la Iglesia de Cristo, lo haré, sin rechistar en exceso; de todas formas, reconozco que yo mismo soy o estoy muy limitado porque mis conocimientos de todo tipo, teológicos incluidos, no deben ser del todo competentes, de manra que muchos aspectos relativos a la fe pueden escapárseme…), que la Iglesia católica atraviesa una crisis tremenda. Asusta. Y tú lo sabes. No sé si es una de las más graves de su bimilenaria historia, pero lo que importa, más allá de poder reconocer ese dato con certeza o no, es que en efecto parece muy grave.
La gente en general descree de la Iglesia.: por alguna razón medio misteriosa, pertinaz y equívoca, sin duda, pero muy real, no se sienten tan entusiasmados con el testimonio de fe ejemplar de católicos de la talla de Dom Hélder Cámara, Dorothy Day, Óscar Romero, Edith Stein, etcétera, como decepcionados por tantos curas y religiosos burócratas, y hasta obispos, de mentalidad funcionarial todos ellos y con muy escasa sensibilidad evangélica, profética, utópica (utoprofética). Y de todo ello me temo que mucha gente, muchísima, es muy consciente.
Puede que yo esté muy equivocado con lo que diré a continuación puesto que en realidad llevan toda la razón los nostálgicos partidarios de la vuelta a la misa en latín y al esplendor de los fastos litúrgicos, sólo que mi impresión sigue siendo la de que a muchos personas les sigue resultando extraño, ajeno y estrambótico contemplar al sucesor de Pedro ataviado con báculo, mitra, ornamentos litúrgicos… No soy tan loco, insensato y despistado insensible como para suponer o plantear que de un plumazo la Iglesia católica lo que debe es suprimir todo eso; empero, sí me parece que muchísiamas personas, pero en verdad muchísimas, lo que no terminan de comprender es cómo todos esos gestos tuyos de gobierno de la Iglesia, querido Santo Padre, quedan emparentados con los gestos de gobierno y la predicación misma de Jesús de Nazaret. Verbigracia: si hoy día no hay ninguna duda sobre que en efecto Jesús de Nazaret -a quien en el evangelio de Mateo, creo recordar, llaman comelón y bebedor- no tenía ni dónde reclinar la cabeza ni trabajo estable, y además compartía la mesa con publicanos, funcionarios recaudadores de impuestos, prostitutas, gentes de mal vivir, samaritanos, etcétera -y fue finalmente colgado de un madero, desnudo en medio de dos ladrones-, a ti, querido Santo Padre, hay que tratarte de Santo Padre, hacerte reverencias de jefe de Estado, besar tu anillo de oro genuflectos, rodilla a tierra. No es que la gente no quiera respetarte o desearte salud espiritual y física, es que todos esos a muchísima gente, pero sí de verdad que a muchísima, le parecen incoherentes con el modus vivendi de Jesús de Nazaret.
No te quiero Jesús con báculo y mitra,
Te quiero dulce poeta y profeta
Compasivo, anunciando por los verdes campos de Galilea
La liberación, el amor, la confianza y la paz
Quiero pensar, amigos, que por debajo de esos tinglados de ICAR de los que habla Leonardo Boff y en los que tanto nos complacemos en entretenernos, parafrasearlos y orquestarlos, ha fluido a lo largo de la historia de la iglesia de Jesús una corriente subterránea y no tan subterránea de religiosidad profunda, de solidaridad y humanidad y ayuda mutua, de búsqueda del Absoluto a través de los caminos de la mística…Y lo malo es que cuando se hace Historia de la Iglesia se mira solo a las cumbres, a los que mandan, y no a ese río escondido que fluye bajo nuestros pies. A esa corriente cada uno puede llamarla como le apetezca, la “otra” iglesia, la verdadera iglesia, lo verdadero de la iglesia…
En esa corriente apuntaría a Francisco de Asís, a Santo Domingo de la Calzada, a San Antón el del cerdito…a tantos!
Intentamos continuar eso río subterráneo que viene desde el Jesús histórico hasta nosotros, intentamos ser la “otra” iglesia, la verdadera iglesia, lo verdadero de la iglesia. También intentamos sacar la paja del ojo de nuestros hermanos, sin olvidarnos de que quizá en nuestros ojos ha podido colarse alguna viga.
El Concilio Vaticano II, tengo entendido, que dijo haber aprendido de muchos,incluso de los paganos o críticos de la Iglesia.
Juan pablo II, PIDIÓ, acaso, varias veces, perdón al mundo.
Sabemos que la Iglesia debe evangelizar el mundo no al revés. Otro tema, es la forma que adopta la Iglesia en su caminar mundano. Caaminar inevitable, pues para eso fue creada.
Interesante es revisar estos conceptos de pedir perdón. Y, creo hay temas, tgemazos, Inquisición, cruzadas, guerras santas, acusaciones de herejía…Pedir perdón y aprender de los demás.
Siguiendo las ideas, hace poco escuché nuevamente en el programa del compendio del Catecismo algo así como que fuera de la Iglesia no había salvación. no alcancé a escuchar el comentario pero creo, se va en esa dirección pastoral! Recordemos que ese concepto (de única ssalvación) fue establecido en el concilio de Florencia, de forma, me parece, muy contundente.
Siguiendo con el comentario de la radio católica (María), también escuché una cancioncita que venía a decir, quien la cantaba, que después de probar con el zen , con el dalai lama y no sé quémás, descubrió al Señor….¿no es ésto una bofetada/trompada/patadón al ecumenismo o diálogo con otras religiones/ofensivo, casi? No me suena ir en consonancia con el espíritu de la Nostrae Aetate de CVII, es reconquista o restauración,o como se llaME…¿no se expresa el Señor en otras culturas, en tras religiones? ¿son éstas salvíficas? hagamos la prueba de preguntarle a un papaista, más papista que el Papa, por ej., a los que descalificaron a pagola o a ARREGI
Sigue vivo, lo que el carpintero de Nazaret dijo”…….amaos los unos a los otros, en eso conocerán que sois mis discípulos”. ¡Anda que no es fácil de entender y difícil de practicar!.
Menos mal,que en ¿otra? ocasión, afirmó que estaría con nosotros hasta el final de los siglos.
Al Ser Supremo,que nos dijo que le llamáramos “Abba”, no se le puede ofender ni queriendo. Al otr* (va por tí, Carmen), sí, y torturar, y calumniar, y matar.
A un nivel medio, se puede no querer comprenderlo y prescindir de él
Y lo que es más frecuente,no repartir,ni siquiera compartir lo que tenemos, para solución a sus necesidades.
Afortunadamente hay quien sí lo hace; pero no todos los que nos llamamos cristianos.
Siempre podremos cambiar aunque sea un poquito.
Completamente de acuerdo con lo que dice Boff.Sus afirmaciones se me hacen proféticas.Lo mismo se diga de lo comentarios de Aníbal Mero..Debajo de todo este problema, parece, que late un “sueño dogmático” que intenta justificar toda esa parafernalia recurriendo a Jesús..cuando en la raiz está el culto al poder..La función de la coordinación es una necesidad..Algunos dirán que es un mal menor..pero, está ahí su demanda, por lo menos en principio. Pero de ahí a sacralizar todos los formalismos y atavíos con los que se rodea el poder romano es una verguenza en estos momentos de la historia; y más frente a un Jesús amigo de la fraternidad, de la comensalidad, del servicio y de la sencillez y en un mundo en que la idolatría del poder es muy fuerte. Verdadera blasfemia, idolatría y concubinato con los poderes de facto de la sociedad. Los reformistas se preguntarán cómo ser buenos en Egipto, tomando esta expresión como metáfora del poder centralizador de Roma. En cambio otros, en la línea de Moisés, se plantearán el cómo salir de Egipto. El litigio en torno a Pagola viene, en parte, por su afirmación de que Jesús no creó una institución sino echó a andar un movimiento. Pero la Iglesia imperialista lo ha querido reducirlo, someterlo a su afán de poder. Dicen que un representante de Roma dirigió a Lutero:”Deja estar tu conciencia, Fray Lutero, la única cosa segura es someterse a la autoridad eclesiática”. En estos momentos “semos” muchos los que no estamos por la labor. No queremos marcharnos, pero buscamos una Iglesia más cercana al Jesús humano y fraternal. Gregorio VII ya lo decía:” Sólo el romano Pontífice puede ser llamado universal y usar las insignias imperiales y dar a besar sus piés y no ser juzgado por nadie” Con estas afirmaciones está invocando al emperador romano, ya desaparecido. Está bien que invoque al emperador romano, pero que, por favor, no invoque a Jesús¡¡ Toda esta parafernalia imperialista no ha venido de Jesús, gracias a Dios, sino de la historia, de la forma de ejercer el poder en un momento determinado de la historia..pero que ahora provoca vómitos y cólico trapero..Desacralizar toda esta perspectiva latente..denunciarla como lo hace Boff es intentar humanizar a la Iglesia, es intentar volver a Jesús. Dicen que la cabeza es redonda para que los pensamientos puedan cambiar de dirección..Pero la cabeza de la iglesia romana con su poder y los formato de ejercer ese poder, parece que es màs bien cuadrada..Ya costará cambiar los ídolos que hay debajo de todo esto. El que tiene martillo en la cabeza sólo ve clavos a su alrededor. Felicidades a Boff y todos los participantes en este blog.
Buenos días:
Ha habido una palabra que me ha llamado la atención en el comentario de Ana Rodrigo: PODERIO DEL PAPA. Me ha vendido la imagen de una tonadillera cantando a pleno pulmón y no he podido resistirme a vestirle con su traje de cola y su peineta e imaginarle empujando al delirio con el movimiento de su torso a toda la congregación…
Les invito a una reflexión. ¿Quién no se ha dejado llevar por ese sentimiento de, llamémoslo, grandeza, de exaltación, de orgullo, que se siente estando detrás de alguien fuerte, con poder… Unos ejemplos:
– Gente que no se ha interesado nunca por el futbol, ha enloquecido con la victoria de “la roja”.
– Alguien que no conoce a los reyes de España ha salido a saludarles (admirarles) cuando han pasado por su pueblo como si de seres superiores se tratara…
– (“Elija su momento de exaltación…”)
Como dice Leonardo Boff la Iglesia desde muy antiguo ha sido ostentación y su grandeza ha hecho sentirse grandes también a sus seguidores, como parte de un Gran Proyecto. Y eso se sigue manifestando hoy día. Hay multitud de personas que necesitan de esa grandeza… Y en el Vaticano lo saben, y lo explotan…
Sin embargo, algo falla. Porque ese Gran Proyecto está pasando por horas bajas. Y, si bien sigue desatando pasiones, no son suficientes para mantener el nivel de gasto que exige una demostración tan grande de PODERIO. Y ahí es donde entra la iniciativa privada (ejemplo: Opus Dei). Dando soporte económico, pero exigiendo su parte del negocio.
Y nosotr@s nos estamos quedando fuera del Círculo…
Ahora debemos elegir si queremos seguir admirando un poster de Jesús o hacer de nuestra vida algo que merezca la pena a los demás…
Gracias a todos ustedes por estar ahí y por los comentarios tan generosos a mi breve reflexión. No es por nada, pero sí que diré queno pretendo tanto polemizar como expresar con valentía y respeto lo que siento y creo. Y la verdad: me parece tan opuesto todo ese formalismo ritual de las Iglesias (católia y ortodoxas princialmente) al espíritu del Nazareno que… Es que cualquiera lo ve, pienso yo, si se lanza a leer, con claves hermenéuticas “vestidas solamente de Evangelio y de sandalia” -parafraseando un hermoso verso de Pedro Casaldáliga-, el Evangelio.
Teniendo muy presente ahora a José Antonio Pagola en su último y tan polémico libro Jesús de Nazaret, yo mismo no podría sino preguntar, seguir preguntando cómo de la memoria subersiva de un predicador itinerante entusiasmado por la idea-fuerza del advenimiento del reino de Dios (buena noticia para todos pero especialmente para los pobres, hambrientos, tristes, proscritos y perseguidos sociales), hemos pasado a la realidad actual de la Iglesia. Doctores tiene seguro la Iglesia que me sabrán responder, solo que insisto: muchísima gente de muy buen corazón y muy buena voluntad ya está tan archiquemada de las movidas institucionales de la Iglesia que han terminado por tirar la toalla de su pertenencia formal a la misma.
Y si me permite Josefina G.C. (no sé si iniciales de Gran Canaria), contaré una anécdota que me agradó mucho en su momento. Un día escuchando las explicaciones, en un centro teológico,de un cura profesor de Historia de la Iglesia, éste hizo un parón o excursus y refirió cómo, en cierto viaje que hizo al mismísimo Vaticano en compañía de su muy anciana madre, después de una intensa jornada en que había tenido la oportunidad de hablar incluso con cardenales, gente de las altas esferas vaticanas, etcétera, y ante la oportunidad de poder seguir haciéndolo, sin embargo se sinceró con su madre: “Vamos, mamá, que estoy empezando a experimentar que ya no encuentro nada evangélico en seguir tratando de entrar en contacto con más movidas de Iglesia”.
Y lo que sí creo recordar vivamente es que el cura aquél como que quiso recalcar claramente que donde se había dado cuenta de que estaba más presente “el Evangelio” era en la presencia de su anciana madre, allí con él en Roma, nada menos, en el Vaticano y alrededores, que en la oportunidad de seguir con las movidas eclesiales que le habían ocupado todo el día.
Claro que no se trata de juzgar a nadie, pero considero que el espíritu del Evangelio de Jesús está en gestos como el que tuvo en Roma con su madre el cura profesor.
Sencillamente genial, Margarita. No has podido decir más -ni mejor- con menos palabras.
Un abrazo
La crisis de la Iglesia, comenzó cuando la “jerarquía” (que concepto tan poco cristiano),se autodenominó, “Iglesia”, con “I” msyúscula
Suscribo lo que dices, Oscar. Aníbal lo trata muy bien. Da en la llaga de la abismal división y separación sobre este tema de la crisis que a todos salpica. La crisis, que muchos no aceptan, desde siglos, se la cargan a otros o se les elimina, es vista fuera, no dentro de casa. Cuando se hace ejercicio de autocrítica, se dice que no se la quiere a la Iglesia, y se rechaza todo análisis crítico sin más. Con lo cual seguimos estando en un impasse, a pesar de artículos como éste y las reflexiones que inspira. No hay más ciego que el que no quiere ver.
¿Dónde estará lo sensato? Jesús se cansó de predicar contra la pared que suponía el judaísmo que se repliega en sí mismo, a toda cerrazón, y se abrió a todos los pueblos, a todo aquél que quisiera ver con limpieza de corazón, sin distinción de raza, sexo o religión. El sufrimiento evitable no lo alimentó rizando rizos, no se paró en la ofensiva o en la condena, sino que acogió e integró todo aquello de su tradición que le hacía ser más el mismo y que le ayudó a su vez a trascenderla. Se puso en camino desmantelando cada día las barreras que se instalan de noche, que encorsetan y paralizan, amenazantes, al descuido, en todo momento y lugar. Se liberó así de prejuicios y ataduras, humanizándose, abrazaba todo lo sencillo y a todos los últimos. Nos pasó el testigo lleno de confianza, con amor, sin excepciones, sin imposiciones. Confiaba en lo valioso que de fondo somos, en lo que ya es en nosotros, en la capacidad de autonomía personal, en la bondad emergente y anhelo de ser en relación, en comunidad. La persona era su centro y la oración su alimento.
Gracias, Josefina, por recordar a los ausentes en tu comentario sin Señorío. “Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos” ( Mc 9, 35b).
Un fuerte abrazo.
La pregunta, estimado Osvaldo, es que realmente forma parte de lo entregado como real deposito de la tradición y que realmente forma parte de lo traicionado…En torno a esto existe mucha controversia.- Gabriel
El cuarto párrafo de tu comentario Anibal, me ha recordado una ocasión en que entré en la Ctdral. de la Almudena, una celebración, era por Navidad, entre tanta: su eminencia, su ilustrísima, reverendísima, su gracia, su santidad…, salí con el estómago algo revuelto, me lo calmó el recuerdo de la sencillez y una lectura de Mariá Corbí, “Las narraciones de la Natividad de Jesus”, donde hablando de la sencillez de Jesus decía:
Jesús de Nazaret, el que nació en el pesebre, ¿el Señor?, el Maestro de la humildad, la sencillez, la proximidad, la sutilidad, la ternura y la belleza ¿cómo va a ser Señor? ¿Qué iba a hacer Él con el Señorío? …El Señorío y el poder le desfiguran, porque le pasan por nuestro pequeño rasero y le hacen distante, frío. No, nada que ver con el poderío.
Yo también echo de menos a Fico, a Lali y a Agustin, estáis bien?
Buena tarde de sábado
Mi querido Oscar, pues creo que la respuesta a tu pregunta y a la mía la haya dado muy agudamente Javier: “diría que porque el mensaje de Jesús que les han enseñado esos jerarcas…” Es decir, la gente ha nacido en un ambiente en el que se les ha enseñado unas cosas determinadas, eso entra a formar parte de su “cultura” en tanto en cuanto es lo que todo el mundo hace y, sin demasiados planteamientos racionales que le hagan remover sus seguridades, siguen al rebaño. Hay un refrán que dice “¿Dónde va Vicente? Donde va la gente.
Lo mismo pasa con el año santo compostelano, o Lourdes, o Fátima. Y también les pasa a los creyentes musulmanes o budistas o judíos, una se hace donde se pace, y lo demás es seguir con la rutina de lo que nos rodea. Hay mucho temor ante lo sagrado y, el “por si acaso” sigue funcionando. Todo esto lo podría explicar bien alguien que sepa de antropología.
Hola!
1º) Tan veraz y fraterno, como delicado,
el Comentario de aníbal mera cruz.
Me recuerda al cumpa Fico
y me hace preguntar ¿dónde estás?
2º) Interesante el esfuerzo de Osvaldo
fundamentando la triple distinción
de relacionarse el ser humano con su pasado:
a) Tradición,
b) magisterio Ex cathedra
c) magisterio Común.
¡Vamos todavía! – Oscar.
Mi impresión, mi sspecha, luego de la lectura del artículo de Leonardo Boff (“Dónde está la verdadera crisis de la Iglesia”), siguen siendo que mucha gente, de Iglesia y no de Iglesia, piensa exactamente eso: cómo del sueño de Jesús de Nazareth se ha pasado a una estructura de poder (piramidal, estructurada, jerárquica), desde la cual el papa es Papa, esto es, jefe de Estado, monarca de poderes absolutos, vicario de Cristo investido -el papa- de poder sagrado, etcétera.
Entre la mucha gente que está hoy día más o menos al margen de la Iglesia, no pocos de las cuales estuvieron sin duda y con entusiasmo muy próximos a ella en otros tiempos acaso no tan remotos, creo haber comprobado in situ que es más intenso el desencanto hacia la institución, mezclado con sentido crítico. También, similar sentido crítico hacia o contra la Iglesia-institución he creído descubrir en no pocos católicos críticos. Y sn embargo, en ambientes eclesiales comúnmente considerados neoconservadores o neocons con lo que he me parecido encontrarme es con una desconcertante aceptación de que las cosas en la Iglesia si son así es porque tienen que ser así.
Dicho con otras palabras: si el Papa dispone de poderes absolutos (legislativo y doctrinal, judicial, administrativo, ejecutivo…) que, en efecto, para muchos críticos responden más a un modelo organizativo heredero del Imperio romano que al sueño fundacional del Rabí de Galilea, esos católicos responden que ello es por voluntad de Cristo, y que es para el bien de la Iglesia. De modo que ni en en las formas ni en el fondo parecen querer poner en solfa todo lo que es como muy evidente que en la forma de gobierno actual de la Iglesia procede claramente más del modelo organizativo imperial romano que de la concepción fundacional de las comunidades cristianas como comunidades fraternas de iguales.
Incluso en las formas de tratamiento protocolario que se han de reservar a los jerarcas de la Iglesia, a mi juicio hay mucho más de la presecia de ese servilismo imperial romano y otras adherencias posteriores, que de la predicación de Jesús de Nazareth, siempre radicalmente empeñada en la constitución de comunidades fraternas de iguales. Por ende, títulos como eminencia, ilustrísimo, ilustrísima, su gracia, su toda gracia, beatitud, santidad o santo padre, etcétera, no solo son completamente extraños al espíritu del Evangelio, sino extrañísimos a la mentalidad del ciudadano medio de nuestro tiempo. Pero claro, es como si los gestores de la Iglesia, empeñados tanto en administrar el poder sagrado como en el temor a perder ese poder, tuviesen clara conciencia de que la Iglesia no es que sea sociedad perfecta, no, pero en todo caso es siempre sociedad más pefecta que las sociedades seculares, de manera que por ello la Iglesia ha de conservar sus esencias, una de las cuales sería ese característico verticalismo jerárquico, esa especie de tácita o incluso explícita sumisión del Pueblo de Dios a la voluntad de gobierno de sus pastores.
En todo caso, esta mía no quiere sino ser una reflexión de un cristiano seglar de a pie. Parafraseando a Chesterton -genial literato con cuyo ideario conservador, en la medida en que al menos me ha sido posible conocerlo, no siempre estoy de acuerdo-, entrar en la Iglesia te pide que te quites el sombrero, no así la cabeza entera. Lo que sí deseo es no ser condenado por lo que he dicho, pues creo que no es ofensivo. Me figuro que la inmensa mayoría de los pastores de la Iglesia universal no va a estar de acuerdo con mis planteamientos. Por lo demás, lógico o consecuente. Al tiempo que me imagino las sonrisas sarcásticas de los integristas católicos, siempre dispuestos a reconvenirte, a llamarte la atención sobre tus errores doctrinales, disciplinares y demás, desde la atalaya de sus alzacuellos, trajes talares, conservadurismo político y social y no raro facherío filofascistoide. Y los estoy viendo descojonarse del artículo de Leonardo Boff, a quien hace tiempo que han condenado irremisiblemente -cosa que ni siquira he hecho yo, pobre de mí: sin insultar a Leonardo Boff ni a nadie, cuando he creído descubrir en alguno de sus escritos cosas con las que discrepo o de las que discrepo, manifiesto con respeto mis discrepancias y tan amigos-, pertrechados en su seguridad de defensores, valedores y repetidores del Magisterio.
Pero lo que acaso no saben ni quieren saber es que más allá de sus ortodoxas y a menudo bienpensantes y aburguesadas seguridades doctrinales -y no raramente filofascistoides-, es inmensamente más abundante la gente que sigue “rebotada, desencantada y hasta asqueada” con un modelo de Iglesia que nada les recuerda al sueño fundacional y primordial de Jesús de Nazareth. Para muchas de todas esas muchedumbres de personas de la Iglesia-institución, mientras no sea posible tratar al Papa como “a uno más”, siervo de los siervos de Dios, y no como a un jefe de Estado cuyo anillo de oro habría que besar tras geneflexión y demás reverencias, el sueño de Jesús, amigo de pecadores, publicanos, ladrones, gentes de mal vivir y prostitutas, va a continuar como en entredicho. E insisto: los integristas católicos pueden seguir burlándose de escritos como este mío con sus farisaicas sonrisas perdonavidas, sólo que la cosa es muy seria: ingentes muchedumbres de personas están ya casi completamente desecantadas de la institución eclesial, y el retorno a la Iglesia no va a ser propiciado en modo alguno por las nostalgias litúrgicas de la misa tridenina, cuya belleza formal soy el primero en reconocer y celebrar (en el sentido de alabar, puesto que asistir nunca asisto a ellas, me conformo con la liturgia benedictina).
Tratando de responder a lo que pregunta Ana, diría que porque el mensaje de Jesús que les han enseñado esos jerarcas es que Jesús fundó la ICAR, que es su Santa Madre de los africanos católicos, y que Jesús es Dios que sostiene esa ICAR y elige Papa a Ratzinger, y por lo tanto le asiste en todo lo que hace y dice, poniendo así de hecho al Papa en el centro y en la cúspide de la ICAR y a ésta como la Opus Dei, la Obra de Dios por excelencia …
Deificar así al Papa y a la ICAR atonta al personal que se cree semejantes patrañas, y así se tragan lo que sea que digan o hagan esos hechiceros, como si esa fuera la voluntad de Dios.
Claro, el mensaje de Jesús no tiene nada que ver con todo eso, pues precisamente Jesús fue enemigo de esa forma de manipular la religión. Pero los que se creen lo que dicen el Papa y sus Obispos, ven todo lo que dice y hace como la voluntad de Dios.
Es un error reconocerlos como sucesores de los apóstoles. Son muy dañinos, el Papa y sus Obispos, a mi modesto modo de ver, pues así son un pilar fundamental del sistema establecido.
me gusta mucho como escribe , piensa y siente leonardo.
pero antes que nada, una duda, según la fe católica, la Tradición es fundamental a diferencia, por ejemplo de la Sola scriptura protestante. es decir, la Iglesia católica está basada en esa Tradición (de los Santos padres, del Papado, del dogma)…Entonces, ¿si ésta es la forma de iglesia Católica, con su Tradición, decimos que es verdadera aunque sea pecadora? 2. Existen testimonios, entre nosotros, cercanos, me parece que no cuestionan ésto, aunque hayan buscado otra inspiración, como el Papa Juan el Bueno o, más cercano, Monseñor Romero, gran defensor de la Iglesia. Además es de resaltar que no cuestionase tanto a la Institución o nada, sino que dió su vida por los pobres, por la justicia, por la paz…se dice que el mismo San Francisco fue una revolución en la Iglesia, pero no rompió con ella. sólo mostró un camino de gran santidad y pobreza (que hacía mucha falta). una conclusión sería que la tradición por sí mismano es contraia a la Santidad o contaria al sueño de Jesús. 3.Otra cosa es el magisterio. Desde aquí recomiendo el libro de Gonzálezfaus sobre los errores históricos del magisterio Ordinario. Sabemos que sólo es dogma lo que el Papa declara ex cathedra. No el magisterio ordinario, plagado de anti-testimonio, como el que menciona Leonardo sobre el poder de los papas que dividieron el mundo entre España y Portugal, entregando tierras y, hasta vidas, me parece , con resultado de terrible genocidio, al menos en el caso español.
puede servir el distinguir entre Tradiciíon, magisterio Ex cathedra y magisterio Común. además del conocimiento (lo más veraz posible)., de la historia
La verdadera Iglesia, esta en medio la humanidad màs herida, muchas veces muriendo, muchas veces llorando…y otras dando gracias…Entre los pequeños y los obres…”Cuando por uno de estos hermanos más pequeños lo hiciste por mi lo hiciste”…Todo lo demàs sea exterior o interior a nosotros, que no va allí, con lo pequeños, tras los pasos del maestro, tratando de servirlo, es algo a convertir… Que supongo se hará por los caminos que el Espíritu marquen, recuerden que para convertir a la comunidad de Jerusalen, que para cumplir la palabra de Jesús Hch 1, 8…Debio derramarse la sangre de Esteban y la persecuciòn hacia el margen de los helenistas, ellos llevaban la semilla del Espíritu, a la que debio convertirse incluso Pedro….Somos herederos de esos helenistas, desde la intemperie, desde la persecuciòn, tratando con nuestra debilidades de ser fieles al Espíritu, el poder y la Iglesia de Jesús, tienen poco que ver (Mc. 10,42-44) si bien muchos traducen la palabra e[qnesin Como los jefes de las naciones, la traducción exacta es los paganos- los no creyentes
Es decir que quienes se agitan por el poder como las naciones, en vez de crear una relaciòn comunitaria…y ser esclavo de todos, es un no creyente.- Gabriel
Hola ana rodrigo!
– “Y yo me pregunto ¿por qué las masas empobrecidas de regiones africanas, por ejemplo, les gusta tanto ver el poderío del Papa? ¿Por qué acuden tantos miles a ver al Papa y cuanto más boato mejor? ¿Por qué todas estas gentes no cuestionan el que el viaje del Papa a España cueste 50 millones de euros?“-
¿Por dónde te parece que habría que empezar a responder tus peguntas?
Y luego ¿cómo seguir?
Gracias por tus “dudas”!
¡Vamos todavía! – Oscar.
············
NOTA pobre: Una pregunta en general, pero especial para Maite Lesmes-:
¿cuál es el “origen disparador” del pensamiento filosófico: el “asombro” o la “duda“?
Toda esta historia real de la Iglesia se ha sacralizado y por tanto todo se ha vuelto intocable: la organización imperial, las ocurrencias de Gregorio VII, de Inocencio III y de Inocencio IV hasta la del Concilio Vaticano I con Pío IX. Todo es sagrado y supongo que hasta algo de esto debe ser dogma de fe, no lo sé.
Una vez que se ha sacralizado que el Papa es el sucesor de Pedro, que es Cristo en la Tierra, que es el representante de Dios o que sea infalible, ya todo es incuestionable, el Papa es dios, al Papa hay que idolatrarlo, obedecerlo a ciegas, disculparlo de todo, puede hacer lo que quiera, nadie le puede pedir cuentas, no necesita la consulta a nadie, etc. etc.
Y yo me pregunto ¿por qué las masas empobrecidas de regiones africanas, por ejemplo, les gusta tanto ver el poderío del Papa? ¿Por qué acuden tantos miles a ver al Papa y cuanto más boato mejor? ¿Por qué todas estas gentes no cuestionan el que el viaje del Papa a España cueste 50 millones de euros?
¿que tipo de institución representa a esta comunidad de fe? Desde luego no ésta, cuya trayectoria histórica tan bien resume Leonardo Boff, ¿cómo admitir seguir las directrices de un monarca absoluto -César en el imperio romano- que ha tenido la desfachatez autoproclamarse representante de Dios e infalible, que pretende interponerse entre el ser humano y Dios?
No, no representa a los cristianos, y personalmente pienso que no sólo está de sobra esta estructura piramidal que pretende gobernar, como afirma Iñaqui, sino que es perniciosa, pues desvía el verdadero proyecto evangélico de una sociedad más justa.
Gracias a Leonardo Boff por este conciso recuerdo histórico de esta vieja institución que adora el poder.
Afortunadamente para abrir las puertas al amor, acercarnos alos sin-poder e interesarnos por sus problemas existenciales, sobra cualquir super-estructura eclesiástica. La gran crisis de la Iglesia católica Jerárquica, alejada del Pueblo de Dios, es que empieza a estar de sobra. El Dios de Jesús anida en el corazón de las personas y está al alcance de todos, sin necesidad de intermediarios. Esta me parece la fuerza inrínseca de la fe cristiana. El actual Leviatán católico acabará reconvirtienose algún día.
Afortunadamente para abrir las puertas al amor, acercarnos a los sin-poder e interesarnos por sus problemas existenciales, sobra cualquier super-estructura eclesiástica. La gran crisis de la Iglesia Catolica Jerárquica, alejada del Pueblo de Dios, es que empieza a estar de sobra. El Dios de Jesús anida en el corazón de las personas y está al alcance de todos sin necesidad de intermediarios. Esto me parece a mi la fuerza intrínseca de la Fe Cristiana. Con ella como estandarte acabaremos reconvirtiendo al actual Leviatan católico.
Un pequeño apunte como respuesta.
En lo absurdo. En re-crearse rizando el rizo sobre sí misma, olvidándose del hombre y de la mujer como un todo inseparable. “Lo que Dios une que no lo separe el Hombre” y así ha hecho de siempre, al contrario, en nombre de su “Dios”.
Hola!
Buen análisis histórico.
Final de esperanza insustentable. Mero deseo. Alguito nomás
Por ahora parece no quedar más que esas ganas “insustentadas“.
¿Qué le voy a hacer sino ¡Ir todavía! ¿no? – Oscar.
Un recuerdo historico bien pertinente y una esperanza siempre radicada en la fe que sostienen Jesus y su Espiritu. Gracias Leonardo.