Cada vez este PORTAL ES MÁS DE LA VIDA… y a la vez más de quién ha dado forma en todo a esta, en nosotr*s, totalmente equitativo en la pureza de los Sacro en la gnosis del Saber y Gustar de D*S
Un portal SACRO Y MUNDANO, Vivo para Vivir en experiencias, porque
¿Qué es la Sacralizad si no tiene Vida, que es la vida sin ese reguste que nos insta a buscar algo más allá de la mundanidad?
Gabriel, la primavera de los ojos de D*S, gesta flores en un portal virtual… ¿cómo podríamos sentir y hablar vos con nosotr*s?
Manuel V realmente para D*s todo es posible si nuestros ojos le dejan ver, y nuestras manos hacer, nuestros corazones sentir, ¡Yo sin D*s no soy nada, más D*s si nosotr*s tampoco existiría, porque lo que no se menciona, percibe no existe.
Mi buena amiga, tierna María Pilar… Quizás mis palabras no sean más que una simple nota de la partitura de tu gran corazón.
Hola COMPAÑERO OSCAR VARELA… gran palabra esa de compañero, de acompañar en el camino, el dolor, la risa, el juego, el amor…
Ese licor que dices por aquí en la comarca de barros se hace a partir del alcohol de vino, al cual se le pone las moras, y también como quedó mal explicado en mi anterior escrito con el pepino, de pequeña se reían de mí porque cada vez que mi madre no daba el licor porque teníamos mis herman*s o yo la tripa mal, yo estaba con la botella dando la vara de ver cómo se pudo introducir aquello tan grande allí.
Querida Asún… yo tambien las recojo de las de arriba por lo que dice tú hijo… jajaja
Gracias por tu voz, y este latido en sintonia
Dime donde te miras para asomarme a ese espejo
para que mi luz se humille ante la lucidez de tus pupilas,
Anuncia tu paso, para que mis paso aprendan del garbo de vos,
Zarza saboreas, para que mis mejillas rezumen tu matíz,
Que brisa es la que se deja acariciar de tu pluma, para que
se encuentre con la mía…
Dime ¿En cual montaña dormites a tu eco, para minar piedra
a piedra sus entrañas, Dime, amiga que voz escuchas en el silencio…
Dónde nace la flor de la sal, de los buenos besos, de los manjares
que quitan la sed, sin pedir nada a cambio…
Dónde, sino en el portal de los encuentros…
Kalaá… También recuerdo aquella tortura del alcohol en los arañazos y las heridas…
Gracias por recordar al Maestro F. García Lorca, hoy más que nunca su poesia no debe dejarse de escuchar.
Porque su sangre fue derramada por miedo,
Su amores matados por la envida,
el zarzal donde el nacía, lo enredaron de alambres
de fusiles y balas y aceradas espinas.
¡Mataron al cantor pero su voz está en los ecos de todas
las esquinas, de las plazas y el mar donde las caracolas
guardan a las musas!
Vives, Federico, hoy y siempre, como
José María Diez alegría…
Casi sin aliento subía el camino del monte buscándolas. Eran como desvaríos del calor que amenazaba, y en eso olvidaba ponerme los pantalones largos y cubrirme con mangas. ¡Vaya, si me cundía! Un día alguien del pueblo me dijo al avistarme con bolsas que, de suyo, ya explotaban “¿Es que las vende?
Sí, Kaláa, escuece que se las pela. Brazos, piernas, cuello y espalda. Y no te digo de los enganchones en la ropa, que me obligaban hacer números de circo. Y las agujetas eran especiales. Hasta veía moras colgantes en mis sueños. Pero qué gozada llenar los estantes de frascos de mermelada. Ofrecerlos con ilusión. En el invierno ya no me acordaba de los ratos que pasaba removiendo en los pucheros humeantes hasta que la nariz y el ojo me decían basta. Algún verano llegué a hacer bastante más de cincuenta. Mi hijo “volcaba” los frascos en el yogur. Se los cepillaba en pocos días.
Las solía coger tanto de abajo como de arriba de la zarza. Un día al ser más alta que yo mi acompañante, decidí coger solo las de más abajo. Cada una hacía su propia cosecha. Cual fue mi sorpresa cuando me dijo “Yo las cojo de arriba, porque las de abajo, las mean los perros”. Te puedo asegurar que nunca encontré diferencia entre las de arriba y las de abajo, únicamente en el sabor más dulce y genuino de las de secano que las de junto al arroyo. Más grandonas sí, pero un poco sosonas.
Por mi tierra, lo más frecuente es la mora de la zarza. Había que pagar un precio en tus propias carnes, si querías alcanzar las mejores.
Así que para ponerte morado, tenías que enzarzarte de espinas .
Lo peor para mí en aquel entonces no era las manchas de la ropa , no ; Lo peor llegaba cuando mi madre echaba mano del algodón empapado en alcohol, decidida a desinfectar los arañazos. ¡¡ Cómo escocía!!
——————-
Zarzamora con el tronco gris,
dame un racimo para mí.
Sangre y espinas. Acércate.
Si tú me quieres, yo te querré.
Deja tu fruto de verde y sombra
sobre mi lengua, zarzamora.
Qué largo abrazo te daría
en la penumbra de mis espinas.
Zarzamora ¿dónde vas?
A buscar amores que tú no me das. (F. García Lorca)
Sabedoras de su hechizo,
Las jóvenes se divierten,
A su pezón bien asidas,
No parando de hacer guiños
Agarradas a su suerte.
Solo la mora en sazón, de su pecho
Se descuelga suavemente
al tirón de los dedos anhelantes,
que se impregnan de perfume,
en sus yemas delatándose
el rastro de su huella delicada.
Los tallos vigilantes se agazapan,
Muy celosos de sus frutos,
que con engaños ofrecen
arañando a los intrusos.
¡Ay! ¡Mora, mora, morita!
¡Cuánta vida me regalas!
Zarzamora, descarada en los caminos
de los montes y del río.
Aún joven, en las horas de calor ya te buscaba,
Sola o acompañada yo te anhelaba.
¡Cuántos amigos y familiares queridos,
se contagiaban! Y repartíamos el peso
de tu fruto generoso y penitente.
Ya en la cocina la inspiración ardía.
Bouquet de moras, que los postres resarcían
Los arañazos patentes de los celos repentinos,
Los calores agobiantes y las penas del camino.
La mermelada sabrosa en helado conmovía,
A la tarta de queso seducciones repartía.
Y sola con mantequilla, en festivos desayunos
Para mayores y niños se convertían.
El licor generoso a todos nos deleitaba,
Un poquito nada más, porque el calor aplomaba.
¡Cuánto te echo de menos! ¡Mora, morita del alma!
Los amigos y familiares queridos preguntan por ti cada año,
Pues saben de tus delicias a través de mis manos.
Me alegro que en esta entrada el intercambio sea abundante. ¡Qué maravilla! Tenía algo escrito para Carmen de cuando leí su preciosa historia. Pero ahora lo hago extensivo a todos. Entrañables recuerdos. Me gusta reposarlos. GRACIAS.
Querid*s amig*s ¡Gracias! por dejar que mis recuerdos fluyan, que nazcan como ese rió y que corra tranquilo y en sosiego hasta la vereda del vuestro…
Siento que nuestras vidas son como esas aguas que nacen y se entremezclan para enriquecerse, para agruparse y hacerse más fuertes ante la sequedad de la aridez de los recovecos y las piedras, de la tierra que tantas veces encontramos sin querer ser ese lecho maternal que no vaya dando cauce y brío.
Es curioso que sucesos de antaño florezcan ante nuestros ojos, tan frescos como si fuesen vivido anteayer mismo, y los del momentos no sepamos saborear con la misma nitidez… se cumple aquello de “alejarnos para poder ver el bosque”
MAR Medina, yo también he tenido la caja de zapato con hojas del moral que íbamos al otro lado del pueblo a cogerlas entre cuatro o cinco amigas, las poníamos entre trapitos humedecidos para que se atuviesen tiernas para estos.
Éramos tan impaciente que no dejábamos de mirarles todo el día, porfiando cuales serían lo que engordaban antes.
¿Recuerdas el olor?
Querido Pepe, por la zona de Badajoz también se da las Zarzamoras, aunque son más y mejores las de las zonas de Cáceres.
Solemos hacer aguardiente de moras, que van muy bien para los cólicos o dolores de barriga (como dice mi madre), y si no el de pepino…
Marcos con bigote y yo convestido blanco, amb*s llen*s y rellen*s de las jugosas y moradas moras del moral…
Ni os digo, el tiempo, que estuvieron riéndose de mi, en mi casa porque yo preguntaba y preguntaba como se podían meter ese pepino tan grande por la pequeña boca de la botella.
Ana, en verdad dices lo que María la de Magdala.
“los seres queridos están, y con todo nuestro bagaje oteamos diariamente nuevos horizontes”
Yo la cuento, aunque se me molesten. Por lo menos conseguiré que se hable de algo más que de fott-baal…jejeje.
Las Moreras de Valladolid, como su propio nombre indica, es un parque cercano al río Pisuerga y es una delicia pasear bajo sus frondosas sombras cuando el sol de justicia vallisoletano aprieta.
Ese año, mi hermano, residente en Valladolid, se prestó a darnos un respiro con Marco y se lo llevó una semana de vacaciones a su casa. Cuando fui a buscarlo, tenían aventuras que contar que llenarían un libro. A Marco me lo encontré con bigote y estaba horroroso. Marco se mueve mucho al afeitarle ( necesariamente con cuchilla, no hemos conseguido afeitarle con maquinilla eléctrica porque se destroza la cara… y la maquinilla) y la parte más peligrosa es precisamente el bigote. Así pues, mi hermano se curó en salud y me encontré a un Marco Antonio estilo ” mexicano”
Uno de los días se lo llevó a Las Moreras y le dejó comer todas las moras que quiso. Las cosas que Marco pueda hacer por sí mismo se le dejan ( se le fuerza) a que las haga. Comer moras bien puede hacerlo, aunque se zampe la mitad de las hojas de la morera.
El problema es que no controla los movimientos de su mano ” semiútil” y las moras entraban a su boca totalmente despachurradas. Me contaron que el bigote de Marco era un poema, y la cara, y la ropa que hubo que tirar a la basura y el temor a que le diera un empacho porque se zampó ” media tonelada” de moras… La expresión de mi hermano fue que ” parecía que habían matado a un güarro y le habían echado a Marco toda la sangre por encima.”
La misma semana de llevaron a ver el Castillo de Peñafiel . Resultó que en la visita había una excursión con un grupo de minusválidos.
Cuando los monitores-as de la excursión dieron por terminada la visita y comenzaron a recoger a los excursionistas, Marco se encontraba un tanto alejado de sus tios y más cercano al grupo de minusválidos. Una monitora le cogió de la mano y le empujaba hacia el autobús.
— Vamos que ya hay que volver- le decía.
— ¡¡ NOOO!!! que yo he venido con mis tíos – suplicaba Marco.
— Ya, ya se que has venido con tus tíos- condescendía la monitora- pero ya les verás otro día. Ahora hay que subir al autobús…( y seguía forcejeando con Marco para llevárselo.
— ¡¡Tio, tio !!!– voceaba Marco desesperado– que me quieren raptar…
Por fín mi hermano oyó las voces y despotorrándose de risa acudió al recate de Marco.
Menos mal que sólo fue una semana, si llega a estar un mes me lo devuelven a trozos…
De mayor suelo ir con la nietuca a recoger franbuesas por los montes cercanos a Göteborg, donde hay muchas.
Exquisita la historiuca de Carmen. Afortunadamente, por Extremadura, no deben crecer los frambuesos y es fácil confundirse con la moras . ( de árbol o de zarzales.) Si no se hubiera confundida de fruto, no nos hubiera deleitado con semejante “tarta de remembranzas infantiles”.
Tengo una anécdota de Marco y Las Moreras de Valladolid; pero se me van a molestar por tanta historiuca del ” abuelo Cebolleta” y mejor la dejo para otra ocasión.
Saludos. (” la mancha de la mora, con otra verde se quita “)
Amigas/o: sean lo que sean, solo por “escuchar” el latido del corazón inmenso de Carmen, son:
¡¡¡Bien venidas!!!
¡Gracias Carmen, vivo y hermoso recuerdo!
mª pilar
Hola Óscar. Las hojas parecen de zarzamora, aunque no veo las espinas. También podrían ser frambuesas, pero éstas son de un matorral más fino y de menor porte, sin espinas, que el foco de la foto no permite distinguir, si bien las frambuesas son siempre rojas, no negras. Las moras de moral penden hacia abajo, entre unas grandes hojas bien distintas de estas zarzamoras y muy reconocibles para todos los que han criado en su infancia gusanos de seda. En mis tierras (Castilla, La Rioja) crecen silvestres en los prados y en los bosques, pudiendo hacerlos infranqueables, pero sobre todo al borde de los caminos, haciendo de los paseos de otoño una verdadera delicia. Saludos
En mi pueblito:
* las primeras (árbol) crecen a montones y en cualquier lugar (la comen-cagan-siembran los pajaritos)
* las segundas (matorrales) son requete-plagas en todo el Delta tigrense.
¡Qué maravilla de recuerdo, de experiencia, de relato, querida Carmen! La vida está, los seres queridos están, y con todo nuestro bagaje oteamos diariamente nuevos horizontes. Un abrazo
Gracias, MAR Medina, Asun AMIGA…
Hay día que los recuerdos nos hacen tener a la persona amada ten presente que aquellos recuerdos quedan envueltos en la “magía” qeu sotiene a nuestro pensamientos.
Quizás sea porque se acerca mi cumple años, y será el 1º que pase sin él… ¡Quizás!
O simplemente yverdaderamente que él me está acompañando y ahora le dejo espacio para que fluya en mi.
Un abrazo
¿Lo ves, princesa?
¿Ves cómo brillan las moras
Bajo la luz cegadora?
Así brilla, así vive quien tú añoras
En tu voz, en tu recuerdo
En las estampas de infancia
Que tu corazón custodia.
Recuerdo como si fuera ayer, aquel día que muy de temprano mi padre me despertó diciéndome ¡Negrita, negrita despierta, que te vienes al campo!
Di un salto de la cama, y me terminé el desayuno que me ya me esperaba en la mesa, aquellas Riquiiisimas “rebanás de pan frito con miel” aquella leche recién ordeñada por las manos de mi padre ¡Que sabores! A pesar de los años, sigo teniendo ese saborcillo en la memoria.
Mi madre, me repeinó con dos trenzas, que me enroscó en unas cocas, y me puso un vestido blanco, sigo recordando extrañada que fuese un vestido que apenas me lo ponía a no ser que fuese para ir al médico o poco más, en casa del pobre no se podía ir de fiestas.
Al terminar, mi madre me dice, -date prisa que tu padres habrá acabado de aparejar el caballo- Salí corriendo hacia la puerta falsa de mi casa y allí estaba ya mi padre terminando de poner la guadaña y el hocino en la travesera de los grande serones de espartos.
Colocó la manta de lana negra y blanca y en volandas me alzó para colocarme sobre ella, así salí a la calle, como una princesa de cuentos vestida de blanco, a lomos de caballo zaino…
Mi padre se subió detrás de mi, y mi madre cerró la puerta diciendo ¡Diego no vengas muy tarde con la niña!
Yo feliz, de hacer un viaje a solas con mi padre, un ¡Viaje al campo!
Mi padre jaleó, a Tizón, nuestro caballo y salimos por la vereda del Caño Valdequemao rumbo a un día, que entre mucho ha pasado a ser inolvidable por todo lo que ese día significó para mi.
Recuerdo que el camino se me hizo corto, mientras tanto mi padre iba cantando aquellas canciones desentonadas, ¡Que mal cantaba, el pobre mío! Pero, que reguste escucharle cantar detrás de mí, sin que ningún ruido tapase su voz al cantar o al explicarme por donde íbamos y que era aquello que había visto y que desconocía.
Cuando paramos, lo hicimos en una gran arboleda y en medio había una casa grande blanca, “un cortijo extremeño” bajó mi padre y dio una voz ¡María! Al momento le contestaron ¡Quien va! No percibí de quien era aquella voz, hasta que la vi delante de la gran puerta… ¡María la de Serapio! me dije para mi, y gritando el dije a mi padre bájame ya, bájame ya…
María volvió la mirada hacia mi, y al verme echó a correr, fue ella quien me bajo, diciendo en voz alta ¡ha venido la niña, salid ha venida la niña!
No eran familiares, sino la vecina de toda la vida de mi abuela paterna Hilaría, por lo que me conocían desde antes de nacer y hasta que yo tuve 4 años, donde pasaba mis mejores ratos.
María tenía tres hijas que me llevaban más de veinte años, Jacoba, Adela, y Antonia, por lo que era el juguete favorito en horas de relax.
Recuerdo que cuando marcharon al campo, yo dejé de sonreír, según le he escuchado un sin fin de veces a mi madre, volver a encontrarle en ese día inesperado supuso una gran agitación y nerviosismo.
Decir que de ese día mis recuerdos son de suma felicidad, y sobre todo que cuando volví, mi vestido ya no era blanco…
Al llegar a la puerta falsa de mi casa, mi madre, nos esperaba diciéndole a mi padre ¡Lo que has tardado, mira que te avisé que no tardarás con la niña! En verdad el sol empezaba a ponerse
Veníamos los tres a cual mas cansados… el Tizón (Pobre caballo) Por el abultado haz de la olorosa hierba, y mi padre sudoroso por ese esfuerzo a golpe mano, y yo, cansada, súper cansada y muerta de sueño, de vivir tantas emociones.
Al bajar del caballo, me esperaba lo mejor ¡solo escuché le grito de mi madre ¡Que le ha pasado a la niña! Y la respuesta de mi padre, ¡que le va a pasar! La han subido al moral y se ha puesto de moras de los pies hasta la cabeza, no hay quien le quite el color morado en un año…
Me gustas a rabiar las moras, el sabor de las moras, el color de las moras, el olor de las moras… Me ha hecho muy feliz volver a recordar este día en el cortijo de María la de Serapio y mi encuentro con el árbol de la Morera…¡Las zarzamoras son iguales de ricas!
Gracias Atrio, Gracias María…Un abrazo grande
Carmen
Cada vez este PORTAL ES MÁS DE LA VIDA… y a la vez más de quién ha dado forma en todo a esta, en nosotr*s, totalmente equitativo en la pureza de los Sacro en la gnosis del Saber y Gustar de D*S
Un portal SACRO Y MUNDANO, Vivo para Vivir en experiencias, porque
¿Qué es la Sacralizad si no tiene Vida, que es la vida sin ese reguste que nos insta a buscar algo más allá de la mundanidad?
Gabriel, la primavera de los ojos de D*S, gesta flores en un portal virtual… ¿cómo podríamos sentir y hablar vos con nosotr*s?
Manuel V realmente para D*s todo es posible si nuestros ojos le dejan ver, y nuestras manos hacer, nuestros corazones sentir, ¡Yo sin D*s no soy nada, más D*s si nosotr*s tampoco existiría, porque lo que no se menciona, percibe no existe.
Mi buena amiga, tierna María Pilar… Quizás mis palabras no sean más que una simple nota de la partitura de tu gran corazón.
Hola COMPAÑERO OSCAR VARELA… gran palabra esa de compañero, de acompañar en el camino, el dolor, la risa, el juego, el amor…
Ese licor que dices por aquí en la comarca de barros se hace a partir del alcohol de vino, al cual se le pone las moras, y también como quedó mal explicado en mi anterior escrito con el pepino, de pequeña se reían de mí porque cada vez que mi madre no daba el licor porque teníamos mis herman*s o yo la tripa mal, yo estaba con la botella dando la vara de ver cómo se pudo introducir aquello tan grande allí.
Querida Asún… yo tambien las recojo de las de arriba por lo que dice tú hijo… jajaja
Gracias por tu voz, y este latido en sintonia
Dime donde te miras para asomarme a ese espejo
para que mi luz se humille ante la lucidez de tus pupilas,
Anuncia tu paso, para que mis paso aprendan del garbo de vos,
Zarza saboreas, para que mis mejillas rezumen tu matíz,
Que brisa es la que se deja acariciar de tu pluma, para que
se encuentre con la mía…
Dime ¿En cual montaña dormites a tu eco, para minar piedra
a piedra sus entrañas, Dime, amiga que voz escuchas en el silencio…
Dónde nace la flor de la sal, de los buenos besos, de los manjares
que quitan la sed, sin pedir nada a cambio…
Dónde, sino en el portal de los encuentros…
Kalaá… También recuerdo aquella tortura del alcohol en los arañazos y las heridas…
Gracias por recordar al Maestro F. García Lorca, hoy más que nunca su poesia no debe dejarse de escuchar.
Porque su sangre fue derramada por miedo,
Su amores matados por la envida,
el zarzal donde el nacía, lo enredaron de alambres
de fusiles y balas y aceradas espinas.
¡Mataron al cantor pero su voz está en los ecos de todas
las esquinas, de las plazas y el mar donde las caracolas
guardan a las musas!
Vives, Federico, hoy y siempre, como
José María Diez alegría…
Casi sin aliento subía el camino del monte buscándolas. Eran como desvaríos del calor que amenazaba, y en eso olvidaba ponerme los pantalones largos y cubrirme con mangas. ¡Vaya, si me cundía! Un día alguien del pueblo me dijo al avistarme con bolsas que, de suyo, ya explotaban “¿Es que las vende?
Sí, Kaláa, escuece que se las pela. Brazos, piernas, cuello y espalda. Y no te digo de los enganchones en la ropa, que me obligaban hacer números de circo. Y las agujetas eran especiales. Hasta veía moras colgantes en mis sueños. Pero qué gozada llenar los estantes de frascos de mermelada. Ofrecerlos con ilusión. En el invierno ya no me acordaba de los ratos que pasaba removiendo en los pucheros humeantes hasta que la nariz y el ojo me decían basta. Algún verano llegué a hacer bastante más de cincuenta. Mi hijo “volcaba” los frascos en el yogur. Se los cepillaba en pocos días.
Las solía coger tanto de abajo como de arriba de la zarza. Un día al ser más alta que yo mi acompañante, decidí coger solo las de más abajo. Cada una hacía su propia cosecha. Cual fue mi sorpresa cuando me dijo “Yo las cojo de arriba, porque las de abajo, las mean los perros”. Te puedo asegurar que nunca encontré diferencia entre las de arriba y las de abajo, únicamente en el sabor más dulce y genuino de las de secano que las de junto al arroyo. Más grandonas sí, pero un poco sosonas.
Un fuerte abrazo.
Por mi tierra, lo más frecuente es la mora de la zarza. Había que pagar un precio en tus propias carnes, si querías alcanzar las mejores.
Así que para ponerte morado, tenías que enzarzarte de espinas .
Lo peor para mí en aquel entonces no era las manchas de la ropa , no ; Lo peor llegaba cuando mi madre echaba mano del algodón empapado en alcohol, decidida a desinfectar los arañazos. ¡¡ Cómo escocía!!
——————-
Zarzamora con el tronco gris,
dame un racimo para mí.
Sangre y espinas. Acércate.
Si tú me quieres, yo te querré.
Deja tu fruto de verde y sombra
sobre mi lengua, zarzamora.
Qué largo abrazo te daría
en la penumbra de mis espinas.
Zarzamora ¿dónde vas?
A buscar amores que tú no me das. (F. García Lorca)
Saludos.
La cosecha
Sabedoras de su hechizo,
Las jóvenes se divierten,
A su pezón bien asidas,
No parando de hacer guiños
Agarradas a su suerte.
Solo la mora en sazón, de su pecho
Se descuelga suavemente
al tirón de los dedos anhelantes,
que se impregnan de perfume,
en sus yemas delatándose
el rastro de su huella delicada.
Los tallos vigilantes se agazapan,
Muy celosos de sus frutos,
que con engaños ofrecen
arañando a los intrusos.
¡Ay! ¡Mora, mora, morita!
¡Cuánta vida me regalas!
Zarzamora, descarada en los caminos
de los montes y del río.
Aún joven, en las horas de calor ya te buscaba,
Sola o acompañada yo te anhelaba.
¡Cuántos amigos y familiares queridos,
se contagiaban! Y repartíamos el peso
de tu fruto generoso y penitente.
Ya en la cocina la inspiración ardía.
Bouquet de moras, que los postres resarcían
Los arañazos patentes de los celos repentinos,
Los calores agobiantes y las penas del camino.
La mermelada sabrosa en helado conmovía,
A la tarta de queso seducciones repartía.
Y sola con mantequilla, en festivos desayunos
Para mayores y niños se convertían.
El licor generoso a todos nos deleitaba,
Un poquito nada más, porque el calor aplomaba.
¡Cuánto te echo de menos! ¡Mora, morita del alma!
Los amigos y familiares queridos preguntan por ti cada año,
Pues saben de tus delicias a través de mis manos.
La imagen
La radiante luz tiembla y se humilla,
Se nubla ante los ojos que te buscan
Y se prendan de tu garbo.
Del color de tus mejillas,
Las caricias de tus hojas.
Y el recuerdo se hace eco
De tersura en tu piel,
De esencias en tu cuerpo,
De sabores en tus besos,
De manjar penetrante en los labios.
Me alegro que en esta entrada el intercambio sea abundante. ¡Qué maravilla! Tenía algo escrito para Carmen de cuando leí su preciosa historia. Pero ahora lo hago extensivo a todos. Entrañables recuerdos. Me gusta reposarlos. GRACIAS.
A ti
Dime lo que ves, sigo tu mirada,
Dime lo que sientes, habla con palabras,
Mírate en mí. Entrégame el alma.
Querid*s amig*s ¡Gracias! por dejar que mis recuerdos fluyan, que nazcan como ese rió y que corra tranquilo y en sosiego hasta la vereda del vuestro…
Siento que nuestras vidas son como esas aguas que nacen y se entremezclan para enriquecerse, para agruparse y hacerse más fuertes ante la sequedad de la aridez de los recovecos y las piedras, de la tierra que tantas veces encontramos sin querer ser ese lecho maternal que no vaya dando cauce y brío.
Es curioso que sucesos de antaño florezcan ante nuestros ojos, tan frescos como si fuesen vivido anteayer mismo, y los del momentos no sepamos saborear con la misma nitidez… se cumple aquello de “alejarnos para poder ver el bosque”
MAR Medina, yo también he tenido la caja de zapato con hojas del moral que íbamos al otro lado del pueblo a cogerlas entre cuatro o cinco amigas, las poníamos entre trapitos humedecidos para que se atuviesen tiernas para estos.
Éramos tan impaciente que no dejábamos de mirarles todo el día, porfiando cuales serían lo que engordaban antes.
¿Recuerdas el olor?
Querido Pepe, por la zona de Badajoz también se da las Zarzamoras, aunque son más y mejores las de las zonas de Cáceres.
Solemos hacer aguardiente de moras, que van muy bien para los cólicos o dolores de barriga (como dice mi madre), y si no el de pepino…
Marcos con bigote y yo convestido blanco, amb*s llen*s y rellen*s de las jugosas y moradas moras del moral…
Ni os digo, el tiempo, que estuvieron riéndose de mi, en mi casa porque yo preguntaba y preguntaba como se podían meter ese pepino tan grande por la pequeña boca de la botella.
Ana, en verdad dices lo que María la de Magdala.
“los seres queridos están, y con todo nuestro bagaje oteamos diariamente nuevos horizontes”
Yo la cuento, aunque se me molesten. Por lo menos conseguiré que se hable de algo más que de fott-baal…jejeje.
Las Moreras de Valladolid, como su propio nombre indica, es un parque cercano al río Pisuerga y es una delicia pasear bajo sus frondosas sombras cuando el sol de justicia vallisoletano aprieta.
Ese año, mi hermano, residente en Valladolid, se prestó a darnos un respiro con Marco y se lo llevó una semana de vacaciones a su casa. Cuando fui a buscarlo, tenían aventuras que contar que llenarían un libro. A Marco me lo encontré con bigote y estaba horroroso. Marco se mueve mucho al afeitarle ( necesariamente con cuchilla, no hemos conseguido afeitarle con maquinilla eléctrica porque se destroza la cara… y la maquinilla) y la parte más peligrosa es precisamente el bigote. Así pues, mi hermano se curó en salud y me encontré a un Marco Antonio estilo ” mexicano”
Uno de los días se lo llevó a Las Moreras y le dejó comer todas las moras que quiso. Las cosas que Marco pueda hacer por sí mismo se le dejan ( se le fuerza) a que las haga. Comer moras bien puede hacerlo, aunque se zampe la mitad de las hojas de la morera.
El problema es que no controla los movimientos de su mano ” semiútil” y las moras entraban a su boca totalmente despachurradas. Me contaron que el bigote de Marco era un poema, y la cara, y la ropa que hubo que tirar a la basura y el temor a que le diera un empacho porque se zampó ” media tonelada” de moras… La expresión de mi hermano fue que ” parecía que habían matado a un güarro y le habían echado a Marco toda la sangre por encima.”
La misma semana de llevaron a ver el Castillo de Peñafiel . Resultó que en la visita había una excursión con un grupo de minusválidos.
Cuando los monitores-as de la excursión dieron por terminada la visita y comenzaron a recoger a los excursionistas, Marco se encontraba un tanto alejado de sus tios y más cercano al grupo de minusválidos. Una monitora le cogió de la mano y le empujaba hacia el autobús.
— Vamos que ya hay que volver- le decía.
— ¡¡ NOOO!!! que yo he venido con mis tíos – suplicaba Marco.
— Ya, ya se que has venido con tus tíos- condescendía la monitora- pero ya les verás otro día. Ahora hay que subir al autobús…( y seguía forcejeando con Marco para llevárselo.
— ¡¡Tio, tio !!!– voceaba Marco desesperado– que me quieren raptar…
Por fín mi hermano oyó las voces y despotorrándose de risa acudió al recate de Marco.
Menos mal que sólo fue una semana, si llega a estar un mes me lo devuelven a trozos…
Venga, saludos pues.
http://www.sanmartindelosandes.gov.ar/turismo/galeria/fotos-sg_frambuesas.html
De pequeño iba a buscar ” melétanos” al monte. ( una especie de fresa salvaje exquisita de sabor.)
De mayor suelo ir con la nietuca a recoger franbuesas por los montes cercanos a Göteborg, donde hay muchas.
Exquisita la historiuca de Carmen. Afortunadamente, por Extremadura, no deben crecer los frambuesos y es fácil confundirse con la moras . ( de árbol o de zarzales.) Si no se hubiera confundida de fruto, no nos hubiera deleitado con semejante “tarta de remembranzas infantiles”.
Tengo una anécdota de Marco y Las Moreras de Valladolid; pero se me van a molestar por tanta historiuca del ” abuelo Cebolleta” y mejor la dejo para otra ocasión.
Saludos. (” la mancha de la mora, con otra verde se quita “)
Ojala, la privera de Dios, geste es florecer de las comunidades y de los corazones y porque no de la historia toda…Gabriel
La misma plana da rojas y azules (moradas)… misterios de la naturaleza de Dios
Amigas/o: sean lo que sean, solo por “escuchar” el latido del corazón inmenso de Carmen, son:
¡¡¡Bien venidas!!!
¡Gracias Carmen, vivo y hermoso recuerdo!
mª pilar
Hola Óscar. Las hojas parecen de zarzamora, aunque no veo las espinas. También podrían ser frambuesas, pero éstas son de un matorral más fino y de menor porte, sin espinas, que el foco de la foto no permite distinguir, si bien las frambuesas son siempre rojas, no negras. Las moras de moral penden hacia abajo, entre unas grandes hojas bien distintas de estas zarzamoras y muy reconocibles para todos los que han criado en su infancia gusanos de seda. En mis tierras (Castilla, La Rioja) crecen silvestres en los prados y en los bosques, pudiendo hacerlos infranqueables, pero sobre todo al borde de los caminos, haciendo de los paseos de otoño una verdadera delicia. Saludos
Hola compañeras!
¿están seguras que son moras?
¿de árbol o de zarsas?
En mi pueblito:
* las primeras (árbol) crecen a montones y en cualquier lugar (la comen-cagan-siembran los pajaritos)
* las segundas (matorrales) son requete-plagas en todo el Delta tigrense.
Un amigo las fermenta y hace vino.
¡Salud compañeras!
Oscar.
¡Qué maravilla de recuerdo, de experiencia, de relato, querida Carmen! La vida está, los seres queridos están, y con todo nuestro bagaje oteamos diariamente nuevos horizontes. Un abrazo
Gracias, MAR Medina, Asun AMIGA…
Hay día que los recuerdos nos hacen tener a la persona amada ten presente que aquellos recuerdos quedan envueltos en la “magía” qeu sotiene a nuestro pensamientos.
Quizás sea porque se acerca mi cumple años, y será el 1º que pase sin él… ¡Quizás!
O simplemente yverdaderamente que él me está acompañando y ahora le dejo espacio para que fluya en mi.
Un abrazo
¿Lo ves, princesa?
¿Ves cómo brillan las moras
Bajo la luz cegadora?
Así brilla, así vive quien tú añoras
En tu voz, en tu recuerdo
En las estampas de infancia
Que tu corazón custodia.
UNA PRINCESA “VESTIDA DE BLANCO”
Recuerdo como si fuera ayer, aquel día que muy de temprano mi padre me despertó diciéndome ¡Negrita, negrita despierta, que te vienes al campo!
Di un salto de la cama, y me terminé el desayuno que me ya me esperaba en la mesa, aquellas Riquiiisimas “rebanás de pan frito con miel” aquella leche recién ordeñada por las manos de mi padre ¡Que sabores! A pesar de los años, sigo teniendo ese saborcillo en la memoria.
Mi madre, me repeinó con dos trenzas, que me enroscó en unas cocas, y me puso un vestido blanco, sigo recordando extrañada que fuese un vestido que apenas me lo ponía a no ser que fuese para ir al médico o poco más, en casa del pobre no se podía ir de fiestas.
Al terminar, mi madre me dice, -date prisa que tu padres habrá acabado de aparejar el caballo- Salí corriendo hacia la puerta falsa de mi casa y allí estaba ya mi padre terminando de poner la guadaña y el hocino en la travesera de los grande serones de espartos.
Colocó la manta de lana negra y blanca y en volandas me alzó para colocarme sobre ella, así salí a la calle, como una princesa de cuentos vestida de blanco, a lomos de caballo zaino…
Mi padre se subió detrás de mi, y mi madre cerró la puerta diciendo ¡Diego no vengas muy tarde con la niña!
Yo feliz, de hacer un viaje a solas con mi padre, un ¡Viaje al campo!
Mi padre jaleó, a Tizón, nuestro caballo y salimos por la vereda del Caño Valdequemao rumbo a un día, que entre mucho ha pasado a ser inolvidable por todo lo que ese día significó para mi.
Recuerdo que el camino se me hizo corto, mientras tanto mi padre iba cantando aquellas canciones desentonadas, ¡Que mal cantaba, el pobre mío! Pero, que reguste escucharle cantar detrás de mí, sin que ningún ruido tapase su voz al cantar o al explicarme por donde íbamos y que era aquello que había visto y que desconocía.
Cuando paramos, lo hicimos en una gran arboleda y en medio había una casa grande blanca, “un cortijo extremeño” bajó mi padre y dio una voz ¡María! Al momento le contestaron ¡Quien va! No percibí de quien era aquella voz, hasta que la vi delante de la gran puerta… ¡María la de Serapio! me dije para mi, y gritando el dije a mi padre bájame ya, bájame ya…
María volvió la mirada hacia mi, y al verme echó a correr, fue ella quien me bajo, diciendo en voz alta ¡ha venido la niña, salid ha venida la niña!
No eran familiares, sino la vecina de toda la vida de mi abuela paterna Hilaría, por lo que me conocían desde antes de nacer y hasta que yo tuve 4 años, donde pasaba mis mejores ratos.
María tenía tres hijas que me llevaban más de veinte años, Jacoba, Adela, y Antonia, por lo que era el juguete favorito en horas de relax.
Recuerdo que cuando marcharon al campo, yo dejé de sonreír, según le he escuchado un sin fin de veces a mi madre, volver a encontrarle en ese día inesperado supuso una gran agitación y nerviosismo.
Decir que de ese día mis recuerdos son de suma felicidad, y sobre todo que cuando volví, mi vestido ya no era blanco…
Al llegar a la puerta falsa de mi casa, mi madre, nos esperaba diciéndole a mi padre ¡Lo que has tardado, mira que te avisé que no tardarás con la niña! En verdad el sol empezaba a ponerse
Veníamos los tres a cual mas cansados… el Tizón (Pobre caballo) Por el abultado haz de la olorosa hierba, y mi padre sudoroso por ese esfuerzo a golpe mano, y yo, cansada, súper cansada y muerta de sueño, de vivir tantas emociones.
Al bajar del caballo, me esperaba lo mejor ¡solo escuché le grito de mi madre ¡Que le ha pasado a la niña! Y la respuesta de mi padre, ¡que le va a pasar! La han subido al moral y se ha puesto de moras de los pies hasta la cabeza, no hay quien le quite el color morado en un año…
Me gustas a rabiar las moras, el sabor de las moras, el color de las moras, el olor de las moras… Me ha hecho muy feliz volver a recordar este día en el cortijo de María la de Serapio y mi encuentro con el árbol de la Morera…¡Las zarzamoras son iguales de ricas!
Gracias Atrio, Gracias María…Un abrazo grande
Carmen