El problema que se plantea en este post va mucho más allá de Galicia y de España. El autor ha querido personificar para infundir realismo al problema y viveza al mensaje. El caso, que podría considerarse paradigmático, reviste, sin embargo, características singulares. Por parte del padre existe un repensamiento, una conversión todavía incompleta. El entorno familiar y social constituyen una losa que ha de remover.
Una chiquilla encantadora. Cara redonda, nariz perfecta, ojos negros, proporcionadas curvas, estatura mediana, muy rizado el pelo. Siempre sonriente. A veces reía a carcajada. Dicharachera. Su conversación preferida, los chicos. Los examinaba, criticaba, calificaba. Parecía desnudarlos con la mirada. Los hombres la admiraban, la deseaban. Pocos se atrevían a cortejarla.. Vestía sus mejores prendas en fiestas campestres y en ferias a las que asistía con el pretexto de acompañar a su padre, ganadero y vendedor de grano. Estamos en la Galicia rural, la bucólica, verde y profunda. A pocos minutos en bici de la Costa da Morte.
El pueblecito de Laura distaba dos kilómetros de la casa de Pedro. Ambos venían encontrándose desde la infancia. De siempre, sus familias mantenían estrecha relación que se acentuaba en momentos críticos e inolvidables: nacimientos, bodas, enfermedad, muerte. Campesinos económicamente autosuficientes. Sus respectivas extensas tierras les proporcionaban bastante alimento. Vendían los excedentes con el fin de cubrir otras necesidades. Laura había sido la tercera de seis hijos. Su padre, por no ser menos que otros vecinos, cruzó el Atlántico. Dejó su camada a cargo de Marta, su esposa. La experiencia cubana resultó poco satisfactoria. Le sirvió para, a su regreso después de seis años, chapurrear un exclusivo dialecto, mitad castellano mitad gallego, con acento caribeño.
Cuando Pedro, el mayor de ocho, dijo a dos de sus hermanos que ya tenía novia, no supuso una revelación. Pero trataron de ocultarlo a sus padres. Éstos considerarían prematuro cualquier compromiso del primogénito antes de cumplir el servicio militar. Bien pronto fue evidente que Pedro y Laura habían optado por verse y acompañarse tantas veces como posible.
Los dos años que precedieron a la mili fueron de indecible felicidad. Enamorados hasta los huesos. Un anticipo de la supuesta futura gloria que predican las religiones para los buenos. No les importaba trabajar a destajo si al final del día podían encontrarse. Inclusive, se contentaban con verse u oírse desde lejos. Pedro cantaba a gritos desde sus fincas al anochecer. Oyéndolo, Laura sollozaba de amor al otro lado del soto.
Llegó el fatídico día de la separación. Sólo fue la primera y más benigna separación. Después de la instrucción militar en Lugo, fue enrolado en Zapadores y enviado lejos, muy lejos de su aldea y de su novia. A los Pirineos catalanes. Antes, a la despedida, achuchones, lágrimas, llantos. Debido a la lejanía, más de mil kilómetros, sólo tenía un permiso cada año.Y fueron tres. Uno y otra habían dejado de escribir en años. Ahora practicarían. El cartero visitaba la casa de Laura cada tres días. Y Laura ya tenía su carta preparada, franqueada con 25 céntimos de peseta. La entregaba al tranquilo Leandro, no sin antes leer la misiva de Pedro. Garabateaba una posdata. “Cariño, cuídate, ven pronto, no te expongas a los makis, paso media noche pensándote, la vaca pinta ya parió, mi padre quiere que lo acompañe a la feria pero no me apetece, cada domingo pongo flores a San Antonio abogado de los novios, me compré una pañoleta que te gustará, también unas catiuscas, mi hermana Lumi se casa”. Por su parte, Pedro, le aseguraba que la amaba, a veces con palabras cursis tomadas de un libro de cartas de amor o copiando del soldado vecino. Le decía que los de su Compañía lo envidiaban al ver su foto. Y le describía las casas cubiertas de nieve y el túnel de Viella en construcción.
No es el caso de describir los encuentros cuando el soldadito zapador volvía de tierras catalanas, petate al hombro. Después de abrazar a sus padres y besar a sus hermanos/as, desaparecía. Laura ya lo había olido. Lo había oteado desde del balcón, subiendo la cuesta. De nuevo, las efusiones, los monosílabos, las promesas, las historias inacabables del cuartel, los cotilleos de los pueblos. Todo era importante porque partía de él y de ella. Él y ella eran importantes. Vidas compartidas, un aliento al unísono. Un “para siempre, pase lo que pase”.
Pedro ya vislumbraba su licencia. Era su tercer año de mili. Laura se lo escribió. No lo dudó un momento. Sabía que Pedro estaría orgulloso y feliz con la noticia. El bebé que ella esperaba sería el sello de su recíproco amor. Los dos se volcarían en él. Nació una niña, Clara, a la que Pedro pudo besar embelesado cuando ya tenía tres meses.
Fue entonces cuando Pedro buscó la manera de independizarse y fundar una normal familia con su novia e hijita. No lo vio posible en España. Siguiendo la secular tradición de sus conciudadanos, emigró. Brasil estaba de moda. Trabajaría hasta la extenuación con tal de construir el nido antes de reclamar a su amada y su pequeña. Las comunicaciones entre los novios eran difíciles. Sólo esporádicamente se cruzaban cartas a la velocidad del barco. El trabajo de Pedro en el hotel le aseguraba la subsistencia.. Los ahorros eran nulos. Las posibilidades de fundar un hogar se esfumaban.. Las esperanzas iban transformándose en ilusiones. Eran humanos, no héroes. Laura cedió al coqueteo con un mozo de su edad. Alguien se lo contó a Pedro. Y éste cortó. Acaso impaciente e imprudentemente, cortó. La lejanía, la soledad, la desesperanza, la impotencia económica, el orgullo, el machismo, el despecho. Todo ello se sobrepuso al intenso inicial amor. Y Laura supo de la decisión de Pedro y lloró. Lo lamentó y lloró durante años, incluso cuando, convencida de que nada podía esperar de Pedro, se casó con Sergio, un joven bien parecido, con una gran dosis de brutalidad.
La depresión se apoderó de Pedro. En su ensimismamiento, optó por el trabajo nocturno. Rehusó el trato con mujeres durante una década. Finalmente, topó con la persona adecuada, la que sería su esposa y con la que engendraría una niña, Nati, la segunda para él. Nati nació, creció y se educó en medio de los más exigentes cuidados de sus progenitores. Adquirió una cultura superior y ha formado una familia encomiable. Su padre le ha dedicado, y dedica, lo mejor de sí.
¿Y Clara? ¿Qué fue del fruto de un amor sincero, auténtico y aparentemente responsable?
Durante pocos años, Pedro siguió recabando noticias de su hija. Luego, el silencio doloroso. Ya casado y con su nueva hijita de seis años, hizo amago de reclamar a Clara. El proyecto no prosperó a causa de las reticencias de su esposa. Clara fue víctima de malos tratos por parte de su padrastro. Laura no tuvo arrestos para defender a la hija extramatrimonial. Clara, doce años, buscó un empleo en la ciudad. Servicio doméstico. Abandonó la escuela y sufrió el desapego de su ambiente natural, el desamor paterno y materno, los rigores de sus amos, las estrecheces económicas, la humillación propia de quien se siente parcialmente hija. Sencilla, amable, hacendosa, discreta. También, atractiva por bonita y lozana. Un culto y robusto mozo se fijó en ella. Se casaron y, antes de que prematuramente su esposo dejara de existir, dieron vida a una pareja de hijos que son su actual consuelo y razón de vivir.
Pedro, viudo, regresó jubilado a su pueblo. Se avivó en él el rescoldo amoroso por su primera hija. La circunstancia de la viudedad de ambos y el pesar por el inveterado abandono, lo llevaron a iniciar y proseguir una relación quasi paterno filial que dura ya quince años.
¿Por qué digo “quasi”? Internamente Pedro ama a Clara. Externamente la discrimina con respecto a Nati. A Nati la llama “mi hija”. A Clara la llama simplemente “Clara”. Visita a Nati cada mes y pernocta en su casa. Las visitas a Clara son “de médico”. Nati se pasa días o temporadas con su padre. Clara, aunque lo desea ardientemente, nunca entró en casa de Pedro. La valoración de los regalos de Pedro a sus dos hijas se distancian un 90%. Y, lo que es más doloroso para Clara, sus dos hijos, ahora ya mayores, no pueden llamar “abuelo” a su abuelo. Ni visitarlo y abrazarlo como están deseando hacerlo. Por el contrario, la relación de Pedro con los hijos de Nati es continua, tierna, ejemplar. Clara no lleva el apellido de su padre. Por supuesto, tampoco los hijos de Clara. Pedro ha pensado seriamente en reconocer formalmente como hija a Clara. Pero teme la reacción de Nati a la que no se atreve a disgustar. Una debilidad comprensible aunque suponga una evidente injusticia.
Aún así, Clara se siente afortunada. Puede llamar “papá” a su papá. Le telefonea semanalmente. Se preocupa por su vida y su salud. Desea ayudarlo, asistirlo, consolarlo, acogerlo. Hay otros “hijos” en su entorno que no tienen esa dicha. Ninguna relación entre padre biológico e hijo/a, simplemente dejado/a a su madre desde el nacimiento. La legislación vigente y los adelantos biológicos han puesto de actualidad las demandas judiciales de paternidad. Varios son los casos salidos a la luz con resultados positivos. La oposición de los consanguíneos ha llegado incluso al robo de cadáveres cuando la Justicia mandaba examinar y confrontar el ADN.
¿Por qué un “hijo” no es un hijo? ¿Por qué ahondamos en las diferencias y discriminamos tan salvajemente, tan injustamente, sin causa razonable, sin culpa de nadie, y mucho menos del hijo que nace puro y abierto a la vida, merecedor del cariño de ambos sus progenitores?
Es la historia. El ambiente social. La política. La Ley. El qué dirán. El interés. Y, en casos semejantes al expuesto, contribuyen la ausencia, el olvido, el rencor.
“La filiación puede tener lugar por naturaleza y por adopción. La filiación por naturaleza puede ser matrimonial y no matrimonial. Es matrimonial cuando el padre y la madre están casados entre sí. La filiación matrimonial y la no matrimonial, así como la adoptiva plena, surten los mismos efectos, conforme a las disposiciones de este Código”.
Así reza el art. 108 de nuestro Código Civil. Esta redacción obedece a postulados de nuestra Constitución en sus artículo 39 y 14. “Los hijos son iguales ante la Ley, con independencia de su filiación… La Ley posibilitará la investigación de la paternidad”. “Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento”.
No entraré -aunque lo apunto- en la inconsecuencia del Título II de nuestra Ley de leyes. Lo referente a la Corona, y particularmente a la sucesión monárquica, rechina y se contrapone a los citados artículos 39 y 14. Resabios caducos metidos a fuerza de calzador en nuestra legislación para no incomodar a una parte de la sociedad en el histórico momento de la transición política.
Con esta salvedad, el avance es evidente. Pero este democrático logro social, viene precedido de un turbio pasado milenario que todavía pesa en nuestra gente. Nótese que nuestro Código Civil, hasta 1981, clasificaba los hijos en legítimos, ilegítimos, legitimados y naturales. A cada nominativo, a cada grupo, se le atribuían diferentes derechos familiares, sociales y hereditarios. Y con anterioridad, todavía más ignominia. De un lado, los privilegiados: príncipes, nobles, hidalgos (hijos de alguien) y hereus (primogénito heredero). Del otro, los bastardos (de casado con soltera), los expósitos (ambos padres desconocidos), los adulterinos (de casada con hombre no esposo), los incestuosos, los sacrílegos (de clérigo o monja), los mánceres (de prostituta), los nefarios (entre padre e hija o entre madre e hijo), los notos (entre solteros no conviventes). Y la Iglesia Católica consideró y llamó “hijos del pecado” a todos los hijos extramatrimoniales, haciendo recaer la culpa sobre la víctima y no sobre el supuesto pecador. Todo, desde nuestra actual perspectiva, una auténtica vergüenza de la humanidad. Semejante a la también milenaria discriminación de la mujer o a la condición y trata de esclavos.
A este “guión-patrón”, que brillantemente expone el Dr. Alcaina, se le puede cambiar el nombre de los protagonistas y vale para muchos mas casos en Galicia.
Gracias por tener la memoria, la reflexión y valentía con amor, de contarlo.
Las mentes justas son capaces de ver lo que para la mayoría pasa desapercibido o, comodamente, “se olvida”.
Creo que debemos agradecer que haya personas como Celso, que se preocupan de verbalizar estos asuntos. Su actitud y compromiso nos ayudan a reflexionar sobre la enorme injusticia que se comete a veces por parte de quienes deben proteger por igual a los seres humanos ( y mas aún a quien mas lo necesita).
Este caso está narrado con todos los detalles. Y es de un realismo tal, que me evoca varias historias de mi propia aldea en los años de mi infancia.
También entre mi alumnado he tenido hijos/hijas o nietos/nietas con historias parecidas.
Y siempre la “sombra” es doble: para la madre y para su criatura; la segunda, todavía mas injusta.
Gabriel, no soy uruguaya, soy española, si bien me considero ciudadana del mundo. Pasé algunos años en Italia y en Gran Bretaña. Tengo familiares en ese lado del Atlántico. Algunos, en fase de reconstrucción. Otros, todavía perdidos. Todos, con historias dolorosas causadas por la emigración, sin excluir casos como el relatado en este post.
Carmen perdona mi pregunta, eres Uruguaya¿¿¿¿¿????…
En realidad estas historias con gallegos que vinieron por aquí, hay miles…y seguro que alguno todavía tiene tiempo de unir la familia de aqui y la de allá…Gabriel
Rafa, con su sabio comentario acerca de los “hijos del pecado”, me anima a hacerme presente nuevamente en este hilo. Soy profesora jubilada. En mis años de enseñante y en los muchos de mi vivencia, me encontré con niños/as, madres y familias que sufrían la injusticia creada y alimentada por la Iglesia y consiguientemente, por la sociedad. Porque sabemos muy bien que, en materia de matrimonio y familia, nuestra sociedad fue cincelada por los eclesiásticos desde hace más de un milenio. Sobre las espaldas del niño inocente se hacía caer la vergüenza, el pecado, la humillación. Conozco no pocos casos que lo han sufrido y lo sufren. Hijos dejados a un lado y otro del atlántico por padres desaprensivos. Hijos que bajan la cabeza cuando se les pregunta: ¿padre? no tengo. Madres que alertan a sus hijos: no te hagas amigo de ese niño porque es de “mala familia”. Y los crueles compañeros: “por no tener no tienes ni padre”. Además, he podido observar que existe en este campo una buena dosis de machismo. De ser niño en vez de niña, lo hubieran reconocido para perpetuar el apellido. Conozco un caso similar a la abuela de Pepe Sala. Se trata de un profesor de unos 50 años que salió adelante gracias al sacrificado cuidado de su madre soltera, abandonada nada más dar a luz a su niño. Su padre, rico terrateniente, nunca se preocupó de él. Cuando el niño tenía unos tres años, un hermano de la madre lo obligó a acompañarlo al Registro Civil para reconocerlo. Fue todo. En los últimos momentos de vida, se acordó de su único hijo, el que continuaría su apellido, y lo dejó heredero universal. Estimo que ya le pertenecía la totalidad de la herencia por ser único hijo. El profesor no asistió a su muerte, ni a su funeral, y jamás habla de su padre. Y un familiar mío ya desaparecido solía decir: “los hijos de uno son los hijos de su mujer”.
Lo contado por Celso con esa belleza, propia de las obras de arte, con la que adorna todo lo que escribe, es un relato de los muchos que, en los años de postguerra e incluso antes, sucedían en nuestra querida tierra gallega. Cuando en los años 60 he comenzado a tomar conciencia de los problemas sociales tardé mucho tiempo en asimilar que la emigración era un mal endémico en nuestra tierra. En esos años, primero para el Pais Vasco y Cataluña y después para Europa eran los destinos en los que los jóvenes podrían tener algún futuro si pensaban en formar uuna familia. La emigración que ofrecía esas salidas se consideraban un bien apetecible y deseable y dificilmente se entendía que se hablase de la emigración como un problema cuando era la única solución viable para tantos.
La historia, real como la vida misma, esta llena de emociones y de sentimientos.
De lo hasta ahora comentado,a lo que no se alude, quisiera resaltar lo que nos cuentas al final cuando enumeras los distintos tipos de hijos que contemplaba la legislación civil y canónica. Nos dices:”Y la Iglesia Católica consideró y llamó “hijos del pecado” a todos los hijos extramatrimoniales, haciendo recaer la culpa sobre la víctima y no sobre el supuesto pecador.”
A ese respecto quiero recordar que el Código de Derecho Canónico de 1917,vigente hasta el 25 de Enero de 1983 en que entra envigor el actual,en su artículo 331 establecía que para ser obispo se requería haber nacido de matrimonio legítimo excluyendo a aquellos que se habian legitimado por subsiguiente matrimonio de los padres. Su redacción latina de fácil traducción,a la que tuve acceso es la siguiente: “1.o Natus ex legitimo matrimonio, non autem legitimatus etiam per subsequens matrimonium.”
Hoy todo se empaqueta y para la Iglesia, durante tantos años, todo estaba empecatado.
Yo también creo interesante la historia. Además nos saca de lo habitual: la teología y sus aledaños.
Me ha llamado la atención el mensaje de Eloy. Esas historias, mi querido Eloy, están a la orden del día en nuestra España reciente.
Tanto es así que incluso el gallego Fraga Iribarne conoce perfectamente ése tipo de historias de CRIADAS ( no sirvientas) embarazadas por sus AMOS ( un tal Ybarra sabe la otra parte de la historia). Una veces las cosas se arreglaron con una boda conveniente proporcionada por el propio ” embarazador”. Otras ni tan siquiera éso: se despide a la criada y se contrata a otra para preñarla también.
En el caso de mi bisabuela se dió el segundo caso. Un terrateniente de Campu de Casu ( Asturias) dejó preñada a la criada. La despidió y no fue hasta que se vió morir cuando reconoció a su hija y, como no había tenido descendencia ” legal”, le dejó toda su enorme herencia de terrateniente asturianu.
Recuerdo cuando mi padre acompañó a mi abuela a hacerse cargo de semejante herencia. La condicción para poder participar en la herencia era asumir el apellido del tal terrateniente. Se apellidaba Aladro.
Mi padre renunció a la herencia porque no le dió la gana ” ladrar” y se quedó con el apellido de su propio padre. ¡¡ Olé !! los cojones de Sala Capellín.
A mi abuela tampoco le lució demasiado tan sabrosa herencia. Ella también había estado en el bando equivocado ( estuvo en primera línea de fuego en Markina, Durango y Gernika) y para ir salvando el pellejo se vió obligada a mal-vender casi todo lo que heredó.
Cosas de ” otros tiempos”…que repercuten directamente en los tiempos más actuales, aunque muchos lo pretendan negar.
A mi sí me ha gustado el tema del hilo, obviamente.
Saludos
Lamento que Sarrionandía se haya aburrido con esta historia. Lamento todavía más la postura de Ana Rodrigo cuando considera que el post está fuera de lugar. Confieso que leí y lo leo el artículo con fruición y descubro en esta historia, seguramente real, una gran ternura, lo que no es poco en un portal que busca el encuentro entre lo sagrado y lo profano. Aquí se plantea el deseado encuentro entre padre e hija, muchas veces truncado por diversos motivos que se analizan con sabiduría. Como se dice en la introducción, la historia, con matices de singularidad, puede extenderse incluso más allá de nuestras fronteras. La emigración incrementa estos abandonos indeseados e injustos. Por lo demás, el post está escrito con un excelente estilo narrativo y nos proporciona datos curiosos de tipo histórico y de tipo jurídico. No es menos importante la reflexíón que Celso hace sobre nuestra Constitución y sobre la monarquía. Estoy en la línea de Gabriel y de Eloy, ambos sensibles al problema socio-familiar de los hijos sin padre.
La historia que nos plantea Celso, sin lugar a dudas puede ser la historia de muchos… Cuantos gallegos vinieron y formaron familias por estos lados, cuantos hijos, novios e incluso esposas y madres, quedaròn por allá…Cuantas veces sólo con los años y si había suerte, hubo un reencuentro que tuvo mucha alegria y mucho dolor…
Obviamente nosotros formarmos parte de la familias que nacieron de este (Amèrica) lado del Charco…Sin embargo, me hubiera gustado tener una Clara a quien abrazar y consolar…y sentirla mi hermana…Lo que las circunstancias, el desencuentro y el desamor deshacen, el amor lo vuelve a recontruir…de maneras creativas…
En cuanto a la Leyes… tanto morales, como juridicas, deberían hacerse para ayudar al “encuentro”…no a la marginación y el desencuentro…(1Co 13, 4-8 a) Con cariño para todos desde Montevideo …Gabriel
Corrijo error: donde dice Resalia, quise decir Rosalía de Castro.
He aquí uno de sus poemas representativos:
UNHA VEZ TIVEN UN CRAVO de Rosalía de Castro
Unha vez tiben un cravo
cravado no corazón,
y eu non m´acordo xa s´era aquel cravo
d´ouro, de ferro ou d´amor.
Soyo sei que me fixo un mal tan fondo,
que tanto m´atormentóu,
qu´eu dia e noite sin cesar choraba
cla chorou Madalena na Pasión.
“Señor, que todo ó podeles
-pedinlle unha vez a Dios-
dáme valor pr´arrincar d´un golpe
cravo de tal condiçón”.
E doumo Dios e arrinqueimo
mais…¿quén pensara?…Despois
xa non sentín máis tormentos
nin soupen qu´era delor;
soupen so que non sei qué me faltaba
en donde o cravo faltóu,
e seica… seica tiven soidades
d´aquela pena… ¡Bon Dios!
Este barro mortal qu´envolve o esprito
¡quén o entenderá, Señor!
Veáse enlace, con traducción al castellano:
http://poemacadadia.blogspot.com/2008/10/unha-vez-tiven-un-cravo.html
Durante muchos años los gallegos leímos los gemidos de Resalía en sus versos y nos pareció vislumbrar el dolor de una vida llena de sentimientos.
Tardamos muchos años (los que en de aquella eramos niños o jóvenes) en saber la que quizá era una de las causas de su intimo sentimiento dolorido: no haber podido abrazar a su padre que al parecer era sacerdote.
Quizá este post sea menos “inútil” de lo que algunos puedan pensar. No se trata sólo de la historia, real o figurada de un emigrante (que ha habido muchas similares), se trata de una alegoría ,de una imagen en la que pueden verse reflejadas muchas otras situaciones en la que los formalismos sociales o intereses de diversa índole, han cegado la natural efusión de los sentimientos.
Recuerdo una vieja historia, que me fue relatada como cierta: el hijo de una conocida familia deja embarazada a la chica que trabaja como empleada de hogar (antes se llamaba “sirvienta”) en la casa familiar. A él lo envían fuera de Galicia a estudiar. A ella la embarcan para América con su hijo en el vientre. Nunca más se supo de ella en el pueblo, tampoco del nasciturus.
No entiendo el porqué de este post. Son historias casi para la tele en programas sui generis.
Para qué hablar de Ley… En esta España hay ciertas ciudades que premían la primogenitura, y en la familia del rey el varón está por encima de la mujer, aunque nazca el tercero en discordía…
Eso es nacer con estrella, y la otra nacer estrelladas.
Las leyes están para darse las razones y para ocultar la verdad
Largo, largo, largo.
Largo el artículo
Largo el comentario
De distintas materias primas se pueden moldear piezas que luego pueden o se las hace encajar en cualquier engranaje. Pero hay una cualidad que es la que ofrece garantía de funcionamiento eficaz, aún dentro de la relatividad de las cosas y sus relaciones: la materia adecuada para el fin propio de la misma pieza y de sus reales relaciones.
En el panorama humano esa materia prima propi e insustituible es la PERSONA capacitada y con posibilidad de racionalidad autoconsciente y practica vital en libertad responsable.
Cuando individual o estructuralmente, desde las primarias relaciones hasta las más universales, hay fallo , por deficiencia o por falseamiento, de la materia prima PERSONAL, nada puede concretarse en realidad humana digno de tal consideración.
Cierto que el ser humano, como muchos otros de la pluriforme fauna universal, ingresa en la condición de ser vivo con absoluta necesidad de atención de sus congéneres, sus compañeros de especie etc., pero en quien radica la calidad de PERSONA, en proyecto primero y en realización progresiva después con la aparición de la progresiva racionalidad, no es en ninguna relación, ni siquiera la parental, sino en el propio sujeto que encaja en los engranajes relacionales de filiación, pareja, familia, sociedad, religión etc.
Esta condición PERSONAL de SUJETO inalienable, es lo que, desde el ejercicio de poder en cualesquiera manifestaciones, no se ha querido reconocer prácticamente en las distintas culturas ( las excepciones confirman la general regla) que han ido justificando y estructurado sistemas de manipulación y sumisión llegando incluso al recurso de fundamentarlos en el plan divino sobre la Humanidad.
¿Resultado? -La Historia y el Presente del desquiciamiento de la Humanidad, que habiendo dado el salto cualitativo de evolución de la selva a la especie humana (del barro a la imagen y semejanza del Dios Creador, para los creyentes), en vez de establecer relaciones condicionadas por la FUERZA DE LA RAZÓN, han predominado las relaciones fuerte y casi exclusivamente condicionadas por la RAZÓN DE LA FUERZA (Ley de la Selva, pero sin regulación instintiva) desde la propia familia a la ONU.
La corriente PROFÉTICA de las religiones ha apuntado siempre hacia la importancia del reconocimiento de esa “materia prima” de la PERSONALIDAD SUJETO, con independencia de las circunstancialidades en las que viera envuelta, pero ese esfuerzo, hasta el presente, no ha podido superar la fuerte avalancha de justificaciones y prácticas de quienes se han alzado frente a los débiles con acumulación de PODER y disponibilidad de COMPLICIDADES.
La capacidad racional del ser humano ha ido progresivamente desarrollándose y no admitiendo gratuitamente el dominio y la instrumentalización de la PERSONALIDAD y así se explican los movimientos reivindicativos anti molde de la adolescencia en los individuos, y los movimientos de rebeldía reivindicativa contra cualquier dominación desde la interrelacionalidad, con la conciencia progresiva de DERECHOS Y DEBERES HUMANOS FUNDAMENTALES y prácticas progresivas de participación libre y responsable en campos de relación familiar, cultural, económico-políticos, e incluso religiosos.
Del estupendo relato del tema, podemos deducir, si hubiera podido darse ese entramado, de no haber fallado (culpable o sin culpabilidad) la consideración de esa “materia prima” de LA PERSONALIDAD en todos y cada uno de los personajes condicionados por tan diferentes circunstancias.
Se está apelando a que urge un planteamiento serio de la EDUCACIÓN de las nuevas generaciones, si queremos contar con el factor humano necesario para superar el DESEQUILIBRIO ABERRANTE en la Humanidad y en la relación indispensable de esta con el MEDIO AMBIENTE en el que vive y ha de vivir.
¿Pero se está haciendo en base a que no falle la calidad PERSONAL de los sujetos destinatarios de los planes de EDUC-AcCIÓN (Ayudar a que el SUJETO saque de sí mismo lo que es y debe ser: PERSONA CONSCIENTE LIBRE y RESPONSABLE necesariamente relacionada con sus semejantes IGUALMENTE PERSONAS)?
¿No está siendo necesaria una profunda revisión cultural de la llamada PATRIA POTESTAD que falsea la funcionalidad parental por la implicaciones de PROPIEDAD no natural sobre la PERSONA de la PROLE? ¿Acaso la PROLE (PERSONAS) pueden ser objeto de cualquier TENER o PROPIEDAD?
¿Por qué no desde ya (lamentando el terrible retraso) no se abordan prioritariamente desde la consideración de los DERECHOS HUMANOS FUNDAMENTALES, los DERECHOS Y DEBERES DE LOS NIÑOS desde el mismo origen de SU INFANCIA?
¿Acaso no están apuntado los avances científicos que es en esta fundamental etapa estructuradora de la vida humana, cuando lo que afecta al ser tiene necesarias repercusiones en su HACER de por vida?
¿No está en esta etapa humana jugando su mejor baza moldeable de criterios, tendencias y adicciones el CAPITALISMO DE PODER respecto a LOS DÉBILES?
¿No es la consideración en que se tiene a LA FAMILIA y su consiguiente práctica estructural, la que inicia la PROSTITUCIÓN de la PERSONALIDAD al considerar a la PROLE como POSESIÓN o PERTENENCIA PRIVADAS, siendo la REALIDAD PERSONAL eminentemente HERMANDAD UNIVERSAL?
¿Cómo querer que la HUMANIDAD sea agua pura y limpia de vida, si ya en su mismo manantial se la CONTAMINA de objetivación, apropiación, propiedad, exclusión de los otros, con testimonio modélico teórico-práctico de dueño y acumulador de LO QUE ES INALIENABLE aunque DEBIL y PEQUEÑO?
¿Se quiere una HUMANIDAD HUMANA? ¿O poder vivir HUMANAMENTE, los que puedan o podamos, en una HUMANIDAD INHUMANA?
Este creo es el problema y esta su manifestación en las distintas CRISIS (Económica, Política, Social, Religiosa,…Cultural) que nos envuelven y amenazan.
Los mejores valores humanos nos orientan y empujan hacia una HUMANIDAD HUMANA.
Y, en convergencia con ello, para quienes optamos por hacer referencia de fe y praxis en un ABSOLUTO TRASCENDENTE, la coherencia de nuestra real dependencia de ese ÉL, nos exige aceptar y vivir nuestra REALIDAD HUMANA, PERSONALMENTE EQUIVALENTE a la de los OTROS,
Si nos concretamos a la fe en Jesús, entonces, la coherencia nos lleva a que la MANIFESTACIÓN PERSONAL DIVINA en SU HUMANIDAD y MENSAJE se centra y reduce a que la HUMANIDAD llegue a ser en nosotros y por nosotros HUMANA HERMANDAD.