Llevamos mucho tiempo resistiéndonos a informar sobre más escándalos de abusos sexuales por parte de sacerdotes. Porque el tema ya está suficientemente en los medios. Fuimos los primeros en informar en español sobre los escándalos de las monjas abusadas por sacerdotes en África y sobre la denuncia formal contra Marcial Maciel que durante muchos años quedó empantanada en el Santo Oficio. Ver historia y enlaces en Sobre atrio
Pero hoy acabamos de recibir del Vatican Information Service un boletín dedicado exclusivamente a justificar la actuación del papa en este tema, cuando era cardenal.
Es extraño, ¿no?, la importancia que se le da a esta molesta “piedrecita” que parece que baja de la montaña sin poder ser detenida. ¿Por qué la temerán tanto si las cosas están tan claras y la gran estatua del pontificado romano tiene bases tan sólidas?
En un libro que escribió hace años uno de los ideólgos de la Gran Restauración eclesial (George Weigel, El coraje de ser católico), atribuía el escándalo de la pederastia en USA a la “cultura del disenso” que se apoderó del clero estadounidense después del Vaticano II y la Humanae Vitae. ¿Se podría saber de esos 3.000 casos que han llegado a la Congregación para la Defensa de la Fe (Santo Oficio) en los últimos diez años, cuántos se refieren a sacerdotes tradicionales y sumisos (del talante ideológico que exhibía Maciel, por ejemplo) y cuántos a sacerdotes progresistas que quieren el celibato opcional y otro tipo de Iglesia?
Supongo de qué parte se inclina la ideología dominante de esos presuntos abusadores, que me confirma la experiencia directa: un condiscípulo de seminario y un predecesor en una parroquia condenados por casos de esos.
¿Acaso no desmiente esta constatación la afirmación de que “esto” nada tiene que ver con el celibato obligatorio y la mentalidad rigorista?
Y aquí va el boletín informativo recibido hoy del Vaticano:
Vatican Information Service
13.03.2010 – AñoXX – Num. 49
SUMARIO:
NOTA DEL DIRECTOR DE LA OFICINA DE PRENSA SANTA SEDE
[Los subrayados y alguna nota son de la redacción de ATRIO]
CIUDAD DEL VATICANO, 13 MAR 2010 (VIS).-El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, S.I., hizo pública hoy una nota titulada: “Una ruta clara también en aguas agitadas”.
“Al final de esta semana, en la que la atención de gran parte de los medios de comunicación de Europa se ha concentrado en la cuestión de los abusos sexuales cometidos por personas dentro de instituciones de la Iglesia católica, me permito hacer tres observaciones:
En primer lugar, la línea asumida por la Conferencia Episcopal Alemana se ha confirmado el camino justo para afrontar el problema en sus diversos aspectos. Las declaraciones del presidente de la Conferencia, el arzobispo Zollitsch, tras el encuentro con el Santo Padre, retoman las directrices establecidas en la reciente Asamblea de la Conferencia y subrayan sus puntos operativos esenciales: reconocer la verdad y ayudar a las víctimas, reforzar la prevención y colaborar constructivamente con las autoridades -incluidas las judiciales estatales- por el bien común de la sociedad. Monseñor Zollitsch también ha subrayado inequívocamente la opinión de los expertos, según la cual la cuestión del celibato no se puede confundir de ningún modo con la de la pedofilia. El Santo Padre ha alentado la línea de los obispos alemanes, que -aun con las características del contexto del país- puede ser considerada un modelo muy útil e inspirador para otras conferencias episcopales que deban afrontar problemas análogos.
Además, la importante y amplia entrevista concedida por el promotor de justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, monseñor Charles Scicluna, explica con detalle el significado de las normas canónicas específicas establecidas por la Iglesia en los años pasados para juzgar los gravísimos delitos de abuso sexual de menores por parte de eclesiásticos. Está absolutamente claro que estas normas no han pretendido favorecer ni han favorecido el encubrimiento de estos delitos; más bien, han favorecido una intensa actividad para afrontar, juzgar y castigar adecuadamente estos delitos en el marco del ordenamiento eclesiástico. Es justo recordar que todo se puso en marcha cuando el cardenal Ratzinger era prefecto de la Congregación. Su línea siempre ha sido la del rigor y la coherencia al afrontar las situaciones más difíciles.
Finalmente, la archidiócesis de Munich ha respondido, con un comunicado amplio y detallado, a los interrogantes sobre el caso de un sacerdote que se había trasladado de Essen a Múnich cuando el cardenal Ratzinger era arzobispo de la ciudad, sacerdote que después cometió abusos. El comunicado hace hincapié en que el arzobispo no estaba en absoluto relacionado con las decisiones tras las cuales se verificaron los abusos. Es evidente que en los últimos días se han buscado –con un cierto ensañamiento, en Ratisbona y en Múnich– elementos para involucrar personalmente al Santo Padre en las cuestiones de los abusos. Cualquier observador objetivo se da cuenta de que estos esfuerzos han fracasado.
A pesar de la tempestad, la Iglesia ve claro el camino que hay que seguir bajo la guía segura y rigurosa del Santo Padre. Como hemos tenido modo de constatar, esperamos que esta prueba pueda ayudar a toda la sociedad para hacerse cargo siempre mejor de la protección y de la formación de la infancia y de la juventud“.
OP/ABUSOS SEXUALES/LOMBARDI VIS 100313 (560)
PROMOTOR JUSTICIA DOCTRINA FE: INVESTIGACION PEDOFILIA
CIUDAD DEL VATICANO, 13 MAR 2010 (VIS).-Ofrecemos a continuación una entrevista que publica hoy el periódico L’Avvenire al “promotor de justicia” de la Congregación para la Doctrina de la Fe, monseñor Charles J. Scicluna, sobre la actividad investigativa y judicial de este dicasterio acerca de los “delicta graviora”, que incluyen los delitos de pedofilia cometidos por miembros del clero.
Monseñor Charles J. Scicluna es el “promotor de justicia” de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Prácticamente se trata del fiscal del tribunal del antiguo Santo Oficio, cuya tarea es investigar los llamados delicta graviora, los delitos que la Iglesia Católica considera en absoluto los más graves, es decir: contra la Eucaristía, contra la santidad del sacramento de la penitencia y el delito contra el sexto mandamiento (No cometerás actos impuros), por parte de un clérigo con un menor de 18 años. Delitos que con un motu proprio del 2001, Sacramentorum sanctitatis tutela, ha reservado como competencia a la Congregación para la Doctrina de la Fe. [Siendo Ratzinger prefecto de la Congregación de la Fe. Nota de ATRIO]. De hecho el “promotor de justicia” es el encargado, entre otros cosas, de la terrible cuestión de los sacerdotes acusados de pedofilia que salta periódicamente a las páginas de los medios de comunicación. Y monseñor Scicluna, un maltés afable y cordial, tiene fama de cumplir la tarea encomendada con absoluta escrupulosidad y sin distingos de algún tipo.
P: Monseñor, usted tiene fama de “duro”, y sin embargo se acusa sistemáticamente a la Iglesia católica de ser tolerante con los llamados “curas pedofilos”.
R: Puede ser que en el pasado, quizá también por un malentendido sentido de defensa del buen nombre de la institución, algunos obispos, en la praxis, hayan sido demasiado indulgentes con este tristísimo fenómeno. En la praxis, digo, porque en el ámbito de los principios la condena por esta tipología de delitos ha sido siempre firma e inequívoca. Por lo que respecta solamente al siglo pasado, basta recordar la famosa instrucción Crimen SollIcitationes de 1922.
P: ¿Pero no era de 1962?
R: No, la primera edición se remonta al pontificado de Pío XI. Más tarde con el beato Juan XXIII el Santo Oficio se ocupó de una nueva edición para los padres conciliares, pero la tirada fue solo de dos mil copias que no bastaron para la distribución, aplazada sine die. De todas formas, se trataba de normas de procedimiento en los casos de solicitudes durante la confesión y de otros delitos más graves de tipo sexual como el abuso sexual de menores.
P: Sin embargo, eran normas en las que se recomendaba el secreto…
R: Una mala traducción en inglés de ese texto dio pábulo a que se pensara que la Santa Sede imponía el secreto para ocultar los hechos. Pero no era así. El secreto de instrucción servía para proteger la buena fama de todas las personas involucradas, en primer lugar las víctimas, y después los clérigos acusados, que tienen derecho -como cualquier persona- a la presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contrario. A la Iglesia no le gusta la justicia concebida como un espectáculo. La normativa sobre los abusos sexuales no se ha interpretado nunca como prohibición de denuncia a las autoridades civiles.
P: No obstante, ese documento sale siempre a relucir para acusar al pontífice actual de haber sido -como prefecto del antiguo Santo Oficio- el responsable objetivo de una política de encubrimiento de los hechos por parte de la Santa Sede
R: Es una acusación falsa y una calumnia. En propósito me permito señalar algunos datos. Entre 1975 y 1985 no resulta que se haya sometido a la atención de nuestra congregación ningún aviso de casos de pedofilia por parte de clérigos. De todas formas, tras la promulgación del Código de Derecho Canónico de 1983 hubo un período de incertidumbre acerca del elenco de delicta graviora reservados a la competencia de este dicasterio. Sólo con el motu proprio de 2001 el delito de pedofilia volvió a ser de nuestra exclusiva competencia. Desde aquel momento el cardenal Ratzinger demostró sabiduría y firmeza a la hora de tratar esos casos. Más aún. Dio prueba de gran valor afrontando algunos casos muy difíciles y espinosos, sine acceptione personarum. Por lo tanto, acusar al pontífice de ocultación es, lo repito, falso y calumnioso.
P: ¿Qué pasa si un sacerdote es acusado de un delictum gravius?
R: Si la acusa es verosímil el obispo tiene la obligación de investigar tanto la credibilidad de la denuncia como el objeto de la misma. Y si el resultado de la investigación previa es atendible, no tiene ya la facultad de disponer en materia y debe referir el caso a nuestra congregación, donde será tratado por la oficina disciplinaria.
P: ¿Quienes forman parte de esa oficina?
R: Junto a mí, que por ser uno de los superiores del dicasterio debo ocuparme de otras cuestiones, hay también un jefe de oficina, el padre Pedro Miguel Funes Díaz, siete eclesiásticos y un penalista laico que siguen esos procedimientos. Otros oficiales de la congregación dan su valiosa aportación según sus diversos idiomas y competencias.
P: Se dice que esa oficina trabaja poco y con lentitud…
R: Es una observación injusta. En 2003 y 2004 una avalancha de casos cubrió nuestras mesas. Muchos procedían de Estados Unidos y se referían al pasado. En los últimos años, gracias a Dios, el fenómeno se ha reducido mucho. Y, por tanto, intentamos tratar los casos nuevos en tiempo real.
P: ¿Cuántos han tratado hasta ahora?
R: En los últimos nueve años (2001-2010) hemos analizado las acusaciones relativas a unos 3000 casos de sacerdotes diocesanos y religiosos concernientes a delitos cometidos en los últimos cincuenta años.
P: Es decir, ¿tres mil casos de sacerdotes pedofilos?
R: No es correcto definirlo así. Podemos decir que “grosso modo” en el 60% de esos casos se trata más que nada de actos de “efebofilia”, o sea debidos a la atracción sexual por adolescentes del mismo sexo, en el otro 30% de relaciones heterosexuales y en el 10% de actos de pedofilia verdadera y propia, esto es, determinados por la atracción sexual hacia niños impúberes. Los casos de sacerdotes acusados de pedofilia verdadera y propia son, entonces, unos trescientos en nueve años. Son siempre demasiados, es indudable, pero hay que reconocer que el fenómeno no está tan difundido como se pretende.
P: De los tres mil acusados, ¿cuántos han sido procesados y condenados?
R: Podemos decir que en el 20% de los casos se ha celebrado un proceso penal o administrativo, verdadero y propio que normalmente ha tenido lugar en las diócesis de procedencia -siempre bajo nuestra supervisión- y, sólo raramente, aquí en Roma. Haciendo así se agiliza el procedimiento. En el 60% de los casos, sobre todo debido a la edad avanzada de los acusados, no hubo proceso, pero, se emanaron contra ellos normas administrativas y disciplinarias, como la obligación de no celebrar misa con los fieles, de no confesar, de llevar una vida retirada y de oración. Hay que reafirmar que en estos casos, entre los cuales hubo algunos de gran impacto, de los que se han ocupado los medios de comunicación, no se trata de absoluciones. Ciertamente no ha habido una condena formal, pero si a una persona la obligan al silencio y a la oración, será por algo.
P: Nos queda por analizar el 20% de los casos…
R: En un 10% de los casos, particularmente graves y con pruebas abrumadoras, el Santo Padre asumió la dolorosa responsabilidad de autorizar un decreto de dimisión del estado clerical. Se trata de un procedimiento gravísimo, emprendido administrativamente, pero inevitable. En el restante 10% de los casos los mismos clérigos acusados pidieron la dispensa de las obligaciones derivadas del sacerdocio que fue aceptada con prontitud. Los sacerdotes implicados en estos últimos casos tenían en su poder material de pornografía pedófila y por eso fueron condenados por las autoridades civiles.
P: ¿Cuál es la procedencia de estos tres mil casos?
R: Sobre todo de Estados Unidos que entre 2003-2004 representaban alrededor del 80% de la totalidad de los casos. Hacia 2009 el porcentaje estadounidense disminuyó pasando a ser el 25% de los 223 nuevos casos señalados en todo el mundo. En los últimos años (2007-2009), efectivamente, la media anual de los casos señalados a la Congregación en todo el mundo ha sido de 250 casos. Muchos países señalan sólo uno o dos casos. Aumenta, por lo tanto, la diversidad y el número de los países de procedencia de los casos, pero el fenómeno es muy limitado. Hay que tener en cuenta que son 400.000 en total los sacerdotes diocesanos y religiosos en el mundo. Esa estadística no se corresponde con la percepción creada cuando casos tan tristes ocupan las primeras planas de los periódicos.
P: ¿Y en Italia?
R: Hasta ahora no parece que el fenómeno tenga dimensiones dramáticas, aunque lo que me preocupa es un tipo de “cultura del silencio” que veo todavía muy difundida en la península. La Conferencia Episcopal Italiana (CEI) ofrece un óptimo servicio de asesoría técnico-jurídica para los obispos que deban tratar esos casos. Observo con gran satisfacción el compromiso de los obispos italianos por afrontar cada vez mejor los casos que les señalan.
P: Decía hace poco que los procesos, propios y verdaderos, atañen al 20% de los tres mil casos examinados en los últimos años. ¿Se han resuelto todos con la condena de los acusados?
R: Muchos procesos ya celebrados se resolvieron con la condena del acusado. Pero tampoco han faltado otros en que el sacerdote fue declarado inocente o en que las acusaciones no fueron consideradas lo suficientemente probadas. De cualquier modo, en todos los casos, se analiza siempre no solo la culpabilidad o no culpabilidad del clérigo acusado sino también el discernimiento sobre su idoneidad al ministerio público.
P: Una acusación recurrente a las jerarquías eclesiásticas es que no denuncian también a las autoridades civiles los delitos de pedofilia que les señalan.
R: En algunos países de cultura jurídica anglosajona, pero también en Francia, los obispos que saben que sus sacerdotes han cometido delitos fuera del secreto sacramental de la confesión, están obligados a denunciarlos a las autoridades judiciales. Se trata de un deber pesado porque estos obispos están obligados a realizar un gesto como el de un padre que denuncia a su hijo. A pesar de todo, nuestra indicación en estos casos es la de respetar la ley.
P: ¿En los casos en que los obispos no están obligados por ley?
R: En estos casos no imponemos a los obispos que denuncien a los propios sacerdotes, sino que les alentamos a dirigirse a las víctimas para invitarlas a denunciar a estos sacerdotes de los que han sido víctimas. Además, les invitamos a proporcionar toda la asistencia espiritual, pero no solo espiritual, a estas víctimas. En un reciente caso concerniente a un sacerdote condenado por un tribunal civil italiano, esta Congregación sugirió precisamente a los denunciantes, que se habían dirigido a nosotros para un proceso canónico, que lo comunicaran también a las autoridades civiles en interés de las víctimas y para evitar otros crímenes”.
P: Una última pregunta: ¿está prevista la prescripción por los “delicta graviora”?
R: Ha tocado un punto crítico. En el pasado, es decir antes de 1889, la prescripción de la acción penal era una norma ajena al derecho canónico. Para los delitos más graves, solo con el motu proprio del 2001 se introdujo una prescripción de diez años. Sobre la base de estas normas, en los casos de abuso sexual el decenio comienza el día en que el menor cumple dieciocho años.
P: ¿Es suficiente?
R: La praxis indica que el término de diez años no es adecuado a este tipo de casos y sería deseable volver al sistema precedente en el que no prescribían los delicta graviora. El 7 de noviembre de 2002, el Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II concedió a este dicasterio la facultad de derogar la prescripción caso por caso ante una petición motivada por parte del obispo, y la derogación normalmente se concede.
CDF/DELICTA GRAVIORA/SCICLUNA VIS 100313 (1970)
Ciertamente no es para presumir de haber sido Atrio uno de los primeros lugares en donde fue posible poner de manifiesto las acciones y encubrimiento eclesiástico de la pederastia, pedofilia y vicios sexuales relativos. Pero sí es necesario reconocer que por denuncias valientes como la que en este foro se pusieron en su momento a la luz, es que muchos de los silenciados fueron cobrando valor y ahora tenemos enfrente, más información de la que seríamos capaces de conocer y de la que quisiéramos enterarnos.
Y qué sigue esperando la Institución eclesial para poner en marcha los cambios que son pedidos a gritos: Abolición del celibato obligatorio, acceso de la mujer al sacerdocio y a las decisiones de peso en la Iglesia, reparación del daño, etc, etc. ¿ Otros mil años de abusos y estupro?
Luego dirán que servir a la ICAR es sinónimo de servir a las personas.
Hans Küng, que ya fuera condenado por su ex-amigo el poderoso Ratzinger por poner en tela de juicio la pretendida infalibilidad del Papa, (creo que eran amigos antes de que el condenador se pusiera a hacer carrera eclesiástica y así se volvió involucionista hasta llegar a creerse infalible) no tiene desperdicio, ni pelos en la lengua en este artículo:
“Ninguna persona en la Iglesia ha tenido sobre su mesa tantos casos de abusos como él”
“es el responsable principal de la ocultación a nivel mundial (de los casos de pederastia), concretamente Joseph Ratzinger”
“Joseph Ratzinger ya tuvo conocimiento de esas prácticas cuando fue durante ocho años profesor de Teología en Ratisbona, donde su propio hermano Georg debió informarle sobre los abusos en el coro catedralicio infantil”
http://www.redescristianas.net/2010/03/18/hans-kung-arremete-contra-el-papa-benedicto-xvi-es-el-responsable-principal-de-la-ocultacion-de-la-pederastia/
“El celibato ‘no es santo’, no es ni tan siquiera ’sagrado’, es mas bien ‘funesto’, ya que excluye a un amplio número de buenos candidatos al sacerdocio” y ha expulsado de sus puestos a un gran número de religiosos que deseaban casarse,” subraya el teólogo suizo Küng.
Una vida en celibato que se inicia en internados y seminarios no hace sino fomentar las tendencias pedófilas.
Pero las víctimas de los pedófilos eclesiásticos que se jodan, que el celibato obligatorio se ha inventado para servir bien a los intereses materiales de la ICAR El celibato obligatorio supone dedicación full time sin limitación de jornada, horas extraordinarias ilimitadas sin aumentar la retribución de los curas que las hacen, pues cobran como si no las hicieran; y supone más sumisión al jefe y disponibilidad para lo que quiera mandar el jefe, al privarles de la vida sexual a los curas …
Así el patrimonio de la ICAR crece sin parar, porque además los curas célibes no tienen mujer ni hijos oficialmente, a mantener ni que puedan heredarles … y así todo va para la ICAR, cuyo patrimonio crece y crece … AMDG.
La vergüenza esa del ‘secreto pontificio’ la han inventado los hipócritas, para que la verdad nos haga libres. Menudo servicio a las personas el de estos jerarcas que así sirven a su poder vaticano. Joder, con Su Santidad celibatísima, eminentísima infalibilísima … vaya cuento. Una estructura dictatorial es una estructura corrompida, y en ella no son de extrañar estas cosas que dice Küng … El tiempo lo curará todo, cambiarán algo para que nada cambie.
Miles de millones de euros en indemnizaciones, que podían haber quitado tanta hambre en el mundo (servicio a las personas), y daños irreparables a las víctimas de los eclesiásticos pederastas … Pero no hay nada que no se ‘resuelva’ con confesar y comulgar …
Es evidente que la pretendida infalibilidad no sirve para nada más que para dar culto a la persona del Papa de turno, para alimentar el pretendido milagro de que Dios (el Dios de todos, también de los musulmanes) le asiste al Papa católico y sólo a él le hace infalible, no a Mahoma, ni al Dalai Lama …
Es curioso que no salgan a la luz casos de pederastia clerical en España…Ahí v a uno de los años 45-50.
Además de párroco, era maestro nacional y atendía la escuela del pueblo con unos 50 alumnos. Al tiempo, con la mayor discreción por parte de las instituciones, se le instruyó un proceso por abusos sexuales con el hijo…del alcalde falangista del pueblo! Y siguió con su viacrucis de ir de pueblo en pueblo, cada vez pueblos de menos categoría.
Naturalmente, todos comentaban en el pueblo que, antes de meterse con el hijo del alcalde, se había pasado por la piedra a casi todos los niños de la escuela…Pero hasta el hijo del alcalde, no pasó nada.
Y ¿por qué corrían un tupido velo, como dice Honorio Cadarso? (bueno, escrito minimizado queda h.cadarso, ¡Jesús! Honorio, ¡qué humilde!) Pues corrían un tupido velo, antes los crímenes de los pederastas, porque así sabían que servían a su ICAR, aunque a la vez con ello perjudicaban a las personas, sobre todo a las víctimas de los depredadores pederastas.
Como para que luego vengan pretendiendo que servir a la ICAR es sinónimo de servir a las personas.
Se han hecho una ICAR al servicio en primer lugar de sus particulares intereses, de su posición en la ICAR: y pretenden luego poner el disfraz de que actúan en servicio a las personas; será sólo si coincide, en lo que pudiere coincidir alguna vez, con los intereses de su ICAR del servicio a su ICAR, que es lo prioritario, lo primordial, lo que de verdad cuidan.
La obediencia obligatoria, el celibato obligatorio, la discriminación de la mujer por el mero hecho de ser mujer, la estructura dictatorial antidemocrática, son cuatro ejemplos de instrumentos utilizados férreamente para servir a la ICAR, instrumentos que han creado ellos, de la cual ICAR se han apoderado gracias a ellos: no los han creado, esos cuatro instrumentos tan característicos de la ICAR, para servir a las personas.
Es como si los que manejan el Corte Inglés dicen que dedican su vida al servicio de las personas, y que la tarjeta de crédito-pago del Corte Inglés la han creado para el servicio de las personas: será al servicio de incrementar los beneficios del Corte Inglés, y al servicio de incrementar con ello su particular retribución individual y su carrera profesional en dicha empresa, sirviéndose para ello de las personas consumidoras que tengan suficiente poder adquisitivo (lo cual es bien distinto que dedicar su vida a las personas).
Claro, ahora ya no les vale correr un tupido velo, porque los abusos han sido masivos, en cantidades industriales y la justicia ha actuado contra ellos, de forma que ya n o la controlan como antaño. Entonces viene la decisión firme, ‘inquebrantable’ ‘de toda la vida’, de no tolerar la pederastia de los eclesiásticos. Es que además el tema les ha tocado el dinero, pues una vez que actúa la justicia, han tenido que pagar millones de euros de indemnización.
Una vez más ha sido la sociedad civil la que ha enseñado moral y dignidad a los dirigentes de la ICAR.
Las verdaderas dimensiones de la pederastia de los eclesiásticos probablemente no las sabremos nunca; montones de víctimas callarán siempre, unas porque habrán muerto, otras porque para qué van a sufrir más rememorando lo que siempre ocultaron ….
Pero si el Papa y otros dirigentes de la ICAR ahora se amagan denunciadores, no es por el servicio a las personas, sino una vez más por que ahora eso es servicio a su ICAR de la que tan bien viven.
El ejercicio que ralentiza la justicia hasta por largas décadas al ocultar los supuestos abusos sexuales es de todo menos justicia. Esto es sólo un síntoma de algo mucho más grave y vergonzante, pues al no reconocerlos a su debido tiempo, se nos desvela todo un mundo de prejuicios de culpa y pecado, de apariencias y de buena imagen que como máscaras han impedido que se actúe responsablemente y ajustadamente, con humildad, pudiéndose haber evitado males mayores al insistir en su ocultación.
El mismo monstruo que hemos creado nos traga y devora …
Por favor, yo preferiría aquí escuchar o leer opiniones de sicólogos, siquiatras y educadores sobre el problema de la pedofilia en el clero y la posible relación de causa-efecto con el celibato impuesto “con calzador”. Porque los juicios emitidos por eclesiásticos huelen a hipocresía y fariseísmo. Porque uno puede contar con pelos y señales cómo en los años 40-50 se cubrían con un tupido velo historias de pedofilia clerical, y el castigo solo llegaba cuando el cura en cuestión se metía con el hijo del alcalde falangista del pueblo…y hasta entonces no pasaba nada, y el tal cura hacía de maestro nacional en la escuela…
Milongas no! Ah! Y tiene razón el que se pregunta que a ver cuándo salen al ruedo las historias de pedofilia en España, y no solo las de USA, Alemania y otros países mínimamente civilizados…Necesitamos primeros planos, enfrentarnos a nuestra propia realidad, retrararnos ante una sociedad que quiere ser democrática y suprimir los rincones sin luz; que quiere ser Europa…Tanto perorar contra el crimen del aborto y tanto secretismo con los abusos sexuales del clero…
La filosofia y de la ICAR es callar y callar, todo hay que plancharlo. en vez de reconocer sus errores y sus deficiencia, esa actitud de no sinceridad no se entiende en los tiempos que vivimos y con los medios de información con los que se cuenta hoy en día, en que todo llega a mucha gente ycada dia llega a mas numero de gente, la actitud de callar y callar y querer negar lo que ya es visible y palpable, no digamos que no es cristiana, sino que tampoco es de ser humano, con independecia de las creencias que tengas, el ser sincero es el a,e,i,o,u del cristianimos y de la gente integra ,aunque no se consideren cristianos ni creyente, por supuesto si eres cristino no plachas esas cosas, las reconoces y que sobre los culpables, caiga lo que la ley indica. la ICAR ha sido la tapadera de muchas cosa, eso es mejor reconocerlo que negarlo, creo que hoy, se valora mucho mas el reconocer las cosas que querer ocultar lo inocultable, en estos tiempos en que todo se sabe, es mejor se integro no solo por cristano sino por que no lo vas a poder mantenerte en la mentira, los tiempso han cambiado y no se puede llamar a las cosas por otro nombre que no sea lo que son, pero aun hay quien lo intenta y por desgracia en muchos casos lo consiguen. Pienso que en España hay casos que no han salido a la luz, por que la presion social y de poder que aun hoy tiene la ICAR son muy grandes.
Muy bueno el testimonio de José Rodríguez de Rivera.
Es cierto, aquí aún no se ha levantado la veda. Pero sospecho que por estas nuestras tierras españolas, quien denuncie públicamente algún abuso, el condenado o la condenada va a ser la víctima.
Yo conocí dos casos de dos chicas menores, pero no se atreverían nunca a denunciarlo, todo el mundo las señalaría con el dedo por haber osado a “calumniar” a ese sacerdote tan bien considerado en su ciudad y hasta ocupando responsabilidades actualmente en el obispado.
Hasta mu recientemente la Iglesia Jerárquica ha silenciado sistemáticamente todos los casos de abusos sexuales por parte de sus sacerdotes, religiosos o religiosas. En una reciente discusión en la Deutsche Welle, un periodista que sufrió abusos, no sexuales, sino de sádicos maestros al comienzo de los años cincuenta, contaba que hace dos años expuso ya su caso y no hubo eco alguno. Las cosas han cambiado. Los medos de difusión funcionan así, por oleadas, y en la misma televisión alemana internacional, estos abusos son ya la primera noticia no pocos días. Roma no reaccionaba antes, pero ahora se ve forzada a hacerlo. Y más cuanto que el mismo pontífice, antes que su hermano, dirigió ese famoso coro infantil de los Domspatzen. Al parecer, aunque es un grupo pequeño, nunca percibieron que se abusaba de los pequeños cantores.
En nuestro país, todavía, no se ha levantado la veda. Pero yo puedo contar mis experiencias personales como nuevo confesor, todavía cursaba cuarto de teología. Mi sorpresa fue que venían a nosotros, jesuitas, no pocos párrocos pues al parecer teníamos facultad para absolver casos reservados al obispo. La acusación normal era haber abusado del monaguillo. Peor fue mi experiencia al confesar monjas en internados. Y ahí el que sufrió la sanción episcopal fui yo, no las que abusaban de sus alumnas. Alguna vez explicaba yo a la profesora monja, que se arrepentía muchísimo de su infidelidad a su divino esposo, que lo importante no era eso, pues el divino esposo está resucitado y en la gloria no sufre, pero que ella hacía mal a la niña, pues la predisponía a ser lesbiana, y su destino, entonces la mayoría se formaban así, era el de ser esposa y madre. Así impediría la felicidad de una familia. Su respuesta fue: Vd. Padre, sitúa entonces el mal moral “natural” por encima del “sobrenatural”. Pocos días después recibí la prohibición del obispo para poder seguir confesando en su archidiocésis por haber puesto la moral natural sobre la sobrenatural. Ell secreto de confesión me obligaba a mi, naturalmente no a ella.
No fue ese el único choque con la jerarquía, otra vez fue por recomendar visitar a un psiquiatra (yo veía estas perversiones como patológicas), cuando la Iglesia dispone de su legislación y jurisdicción divinas, por encima de las leyes del Estado.
El arzobispo de Viena parece que ha dicho que el celibato obligatorio tiene que ver con la pederastia eclesiástica católica Y ese pederastia tiene mucho que ver con le descenso del número de fieles, y por lo tanto con el desceno de los ingresos, sobre todo si los que se van son ricos (a esos sobre todo no hay que dejarlos escapar, pues aportan más dinero que los pobres).
http://m.publico.es/301058
Y eso no se puede admitir, máxime cuando las cuentas se han visto ya tan dañadas por los miles de millones de euros de indemnizaciones que la ICAR ha tenido que pagar llegando a acuerdos con las víctimas de los abusos, para evitar actuaciones judiciales.
Así que ahora les importan las víctimas (amor a las víctimas), quiero decir, importa el dinero, pues antes las víctimas no les importaron, y se limitaban a cambiar de desstino a los pederastas eclesiásticos, que seguían causando más víctimas en las nuevas ‘viñas del Señor’, donde encontraban nuevos infantes desprevenidos e indefensos.
Claro, la archidiócesis ha salido obediente a decir que su arzobispo no cuestiona el celibato obligatorio de los curas.
No podría cuestionarlo, pues como eclesiástico ha jurado obedecer al Papa; y el Papa es el inmovilismo personificado, salvo que gire aún más a la derecha, ya atravesando la pared (posible para los poderes del Papa, experto en milagros).
Nada nuevo en la viña del Señor … Papa.
Es evidente estimado Antonio que contra la argumentación empírica que tu nos das no hay respuesta válida, y menos la que se nos pretende dar monográficamente en el “Vatican information Service”, que, (como en otra “Nota aclaratoria sobre el Jesús histórico de Pagola”), ni informan, ni aclaran, sino más bien hacen todo lo contrario, desinforman y confunden, prácticas propagandísticas, puramente ideológicas, destinadas a justificar lo injustificable, con tal de mantenerse en el poder.
Yo podría referirme a hechos constatados como los tuyos, además de referirme a otras razones psicológicas y sociológicas, pero tan sólo señalaré, antes de pasar a a-nalizar el boletín V.I.S., la rectificación que le obligaron a hacer ayer al Arzobispo de Viena, quien había manifestado espontáneamente como causa de los delitos la del celibato….(Seguiré)
Yo sueño una Iglesia, en donde toda la comunidad sea igual, en donde uno reconozca a los servidores- ministros de la comunidad, no por cuantro poder tienen, ni por cuanto mandan, sino por cuanto sirven y por cuanta vida donan a los otros y que todos pongamos tener una familia, hijos, rescatando a una Iglesia comunitaria-trinitaria…En donde las personas tengan igual dignidad y amor los unos por los otros…UTOPIA gritarán alguno…Si LA UTOPIA DEL REINO QUE YA ESTA ENTRE NOSOTROS, PERO TODAVIA NO EN PLENITUD…Gabriel