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Canonizaciones. Milagros imposibles ¿o pueriles?

De siempre, me han parecido una injusticia, cuando no una puerilidad. Una intolerable discriminación de parte de Roma y, aparentemente, también de Dios. Casi siempre está de por medio el dinero. A veces es el oportunismo. Apropiarse de un genio, de un famoso, de un superhombre o una supermujer. ¿Por qué Dios favorecería a una determinada persona entre miles que piden lo mismo y están en similares condiciones? Y ¿por qué siempre se trata de curaciones corporales?

      Porque existen otros campos susceptibles de una intervención del todopoderoso y que reducirían la sospecha de fuerzas naturales todavía -y siempre- desconocidas. El sistema eclesiástico actual de responsabilizar a Dios de la santidad de una persona es inmoral. Es un descrédito del Creador. Tú, Dios, has hecho el milagro firmando la canonización. Si el canonizado no lo merecía –inclusive cuando se pruebe que no lo mereció–, la culpa es tuya por haber usado tus poderes taumatúrgicos en su favor. Todavía más inaceptable es que el Papa, al parecer ¡en directa comunicación con ese dios!, puede conocer que el candidato está en el cielo, sin necesidad de milagros. Sucedió con Juan de Ávila, sin ir más lejos. Pablo VI lo “dispensó” de los milagros y, en 1970, 400 años después de su muerte, canonizó al que la Iglesia había condenado y encarcelado como hereje.

   ———————————————

      Demasiados años los que había dejado transcurrir sin volver a Roma. Quise alojarme en el Colegio del Masquerone. Había sido mi primerísima residencia romana en la prehistoria de mi vida. A sólo dos minutos, el Tíber y via Giulia. A diez minutos, el Vaticano. Me propuse visitar el Pontificio Instituto Bíblico, el Colegio Español de via Sant’ Apolinare ahora museo, la Casa de Santiago y Montserrat en la que preparé mi tesis doctoral, el Palazzo del Sant’Uffizio, el Laterano, el Angelicum, el resto de la Ciudad del Vaticano, los Foros. En fin, tantos y tantos otros lugares, monumentos y rocas. En Roma todo es grande, fantástico, inmortal. Pero, sobre todo, quería ver a mis antiguos colegas de la Sección Doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Cinco de diez siguen en Roma. Los cinco han hecho carrera. Tomko es Cardenal. Zlatnaksky, De Magistris y Girotti son obispos. Geppetti es alto funcionario del Santo Oficio. Los otros cinco, yo incluido, hemos elegido la diáspora, la libertad.

      Los llamé uno a uno. Con todos ellos me vi relajadamente en sus respectivos domicilios o en sus despachos. Pero el encuentro con Jozef Zlatnansky debía ser especial. Con él, durante ocho años, había compartido despacho, un salón de cien metros cuadrados. Dos amplias mesas enfrentadas, en la 2ª planta del Palazzo. Inconformistas los dos, críticos con la institución eclesiástica, compartíamos trabajo, ideas, cultura, confidencias de todo tipo, cotilleos curiales, ocio, comida. Juntos íbamos a las playas de Fregene y de Ostia. También a museos, conferencias, conciertos, a los Castelli, y a lugares los más turísticos. Él no tenía automóvil. Yo, sí, y lo compartíamos..

      Me citó en la Residencia Santa Marta. Después de la comida entre dignatarios del Vaticano que me iba presentando, subimos a la modesta suite de 40 m2 en 3ª planta que Zlatnansky ocupa en la Casa que Juan Pablo II hizo reconstruir y ampliar pensando en el Cónclave. Los Cardenales electores se alojarían en ese edificio. 106 suites, 22 habitaciones simples. Lo hicieron por primera vez para elegir a Ratzinger.

      Claro que Giuseppe (así habíamos traducido su nombre del eslovaco) se alegró de verme y evocamos los tiempos con Pablo VI, Ottaviani y Seper. Pero la mitra no dejó inalterado al antiguo oficial que otrora estaba deseando alejarse de Roma porque la consideraba inauténtica, despótica más que dogmática. Añoraba su Bratislava natal. En la postguerra se había refugiado en Italia. Un niño captado (raptado?) para un seminario católico. Le estaba vedado acercarse a su país, la Checoslovaquia roja. Sólo iba a Viena donde tenía amigos y familiares exiliados. No podía comprender que los occidentales libres, los no italianos, permaneciéramos en Italia y echáramos raíces en Roma.

      Ahora Giuseppe no era el mismo. Hablaba con responsabilidad de “pastor”. Juan Pablo II lo había ungido obispo y lo había encargado de las relaciones con los episcopados de la Europa oriental. Viajaba de continuo, me dijo. En la Curia era miembro de varios dicasterios. Me confesó que la pertenencia a la Congregación para las Causas de los Santos era su labor más dura. Y me mostró dos pesados volúmenes. Unas mil páginas. Ves, Celso, tengo que leerlos entre hoy y mañana. Todo versa sobre un milagro, una curación de una monja fundadora de un pequeño instituto religioso.

      Zlatnannsky, juntamente con una docena de personas (son 23, pero suele asistir la mitad) entre Cardenales y obispos, todos residentes en Roma, tendrían que dictaminar, en última instancia, si Dios había intervenido en una curación y, además, si la intervención divina había obedecido a la intercesión de la monja. Dejé hablar a Giuseppe. Claro que yo iba con mis ideas preconcebidas, fruto de larga reflexión. Quien fue y quien te ve!. Con Giuseppe nunca me privé de desembuchar. En los tiempos de colegas, él y yo éramos sinceros hasta la imprudencia. Ahora no había motivo para mostrarme timorato o prudente. Nada que perder. Arremetí. Lo acusé de inconsecuente, de tímido, de arribista, de inmoral, de irreverente, de aprovechado, de manipulador de la idea de Dios, de ignorante de la Biblia. Le espeté una frase del sabio español José Luis Sampedro (“La sonrisa etrusca” p.312) que, si bien sólo parcialmente aceptable, podría servir de colofón y sello a los cultivadores de la teo-logía: “La teología es contradicción en términos porque es absurdo razonar a Dios; el mero hecho de pretenderlo prueba el orgullo clerical”. Yo esperaba que, después de tal perorata, Giuseppe llamara al conserje o a un gendarme. No me echó de Santa Marta. Me tomó de la mano y me llevó a un paseo por los Jardines Vaticanos.

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       Durante todo el primer milenio del Cristianismo, no se requería milagro alguno para la proclamación de un santo. Tampoco intervenían los obispos, mucho menos el Papa. El culto a los muertos, y más si se habían distinguido por algo, era un fenómeno de todas culturas. Durante los primeros mil años del Cristianismo, no existía un Papa. A partir de Constantino el Grande, el obispo de Roma había ido creciendo en importancia por ser el titular de la capital del Imperio y porque Pedro y Pablo habían creado comunidades en Roma. El pueblo creyente “elevaba a los altares” (incluso físicamente) a quienes habían vivido de manera ejemplar o habían muerto heroicamente. Así lo siguen haciendo hoy todas las religiones y confesiones. Sólo el Catolicismo romano liga la canonización con el milagro. Fue a partir del siglo X, en evitación de abusos, cuando los obispos exigieron intervenir en la proclamación de los santos cristianos.

      Las facultades disciplinarias y doctrinales de los obispos fueron paulatinamente asumidas o controladas por el obispo de Roma. La proclamación de santos no fue una excepción. La avocación de facultades creció y creció. Ya en el siglo XIII Roma asumió en exclusiva el poder de canonizar. Sixto V, en 1588, creó el correspondiente dicasterio. Y llegó el Concilio Vaticano I, año 1870, que definió al Papa, entonces Pio IX, primado universal e infalible, con jurisdicción inmediata y directa en diócesis, parroquias y fieles.

      Hay un elenco de santos que nunca han existido. Surgen de la mitología o de los profundos anhelos de los fieles. San Jorge, Santa Bárbara, Santa Filomena y muchos más. Son santos o santas inexistentes, salvo en la imaginación y devoción del pueblo. Lo curioso es que operan “milagros” de manera semejante a otros santos que sí existieron, antes o después de que Roma asumiera las canonizaciones.

      Puestos a milagrear, sabemos de las facultades taumatúrgicas de algunos vivientes. Personalizando, yo estudié el voluminoso dossier sobre el hoy San Pio de Pietrelcina cuando todavía vivía. Además, tuve la suerte de visitarlo y departir con él unos minutos pocos meses antes de su muerte en 1968. La Curia romana seguia apretándole las tuercas. Durante cuarenta años, lo había perseguido y humillado. Lo había recluido para hurtarlo a sus fieles devotos y admiradores. Incluso le prohibió la administración de los sacramentos, particularmente el de la Penitencia. El pobre capuchino no era responsable de soportar las llagas en sus manos, ni de bilocarse, ni de curar, ni de leer la mente de sus penitentes. Poderes paranormales semejantes a los de otros humanos en la Historia. No necesariamente intervenciones divinas. Y bien, a su muerte, el Vaticano, aprovechando la popularidad del Padre Pío, olvidó sus reservas de cuatro décadas y tardó sólo diez años en beatificarlo. Luego, en 2002, Juan Pablo II lo canonizó. La Curia observó apenas los plazos establecidos. No así con Teresa de Calcuta, por la que Juan Pablo II sentía especial predilección. La dispensó de los cinco años a partir de su muerte (a.1997) para iniciar el proceso. Éste comenzó inmediatamente y fue beatificada en 2003. No está claro si con dispensa de milagro.

      Nadie duda de la actual complejidad técnica y burocrática de los procesos de beatificación y canonización. Esta complejidad se agudiza para algunos. A veces, se eterniza y se hace imposible. Juegan factores económicos, de poder, de influencia, de amiguismo, de estrategia, de casualidad. Y, por encima de todo, está la discrecionalidad y arbitrariedad del Papa de turno. Ya he citado el caso de nuestro Juan de Ávila. Es significativo que Juan Pablo II haya proclamado más santos que todos los Papas juntos de la Historia. Él y su Curia dieron por buenos cientos y cientos de milagros. Un despilfarro o una inversión. Según algunos entendidos, una devaluación de la “santidad” canónica.

 ——————————————

      Pero ¿es lícito hablar seriamente de intervenciones puntuales de Dios en las canonizaciones? Mi opinión es claramente negativa. A Dios nadie le ha visto. Creemos en él y lo idealizamos. De Dios sólo tenemos conceptos acomodaticios y antropomórficos. De la Historia de las Religiones y de la Historia en general cincelamos y adornamos el concepto de Dios. Pero podemos filosofar sobre el ente que llamamos Dios. Matizando la frase de J.L. Sampedro, razonar es lo que nos atrevemos a hacer con respecto al Dios en que creemos. Como queda escrito más arriba, resultan chocantes los milagros que se barajan en las canonizaciones. Siempre son curaciones de enfermedades, normalmente funcionales. Hay otros muchos hechos y fenómenos, incluso más espectaculares, que se atribuyen a fuerzas naturales paranormales. En concreto, la bilocación, la multiplicación de panes, la lectura del pensamiento, son considerados fenómenos raros, pero no atribuibles al Dios que admitimos y en el que creemos.

      Un dios que discrimina a sus criaturas, aunque sea positivamente, no es el Dios. Un dios que encumbra a los ricos y famosos, a los fundadores de algo, a los amigos de los jerarcas, postergando a los humildes y anónimos, ése no es el Dios. No se trata de negar que Dios pueda intervenir en el proceso natural de la vida y de la Naturaleza. Es que implicar a Dios en tales hechos y para tales fines es simplemente un imposible, un infantilismo que conlleva la negación de Dios. Los fenómenos inexplicables son sólo eso, inexplicables. No se puede achacar a Dios algo que podría proceder de un ídolo, de un patrón, de un mandarín. La hipótesis de que Dios ha creado el mundo con sus leyes es la más plausible. Resulta absurdo que cada poco, incluso una sola vez, ese Dios haga excepciones a sus leyes. Todavía más absurdo cuando se lo demanda algún que otro humano y para fines de ensalzar a un humano. Y, repito, peor todavía cuando la excepción conlleva acepción de personas. Entendemos y creemos que Dios creó este mundo con amor, por amor, para que nos amemos. Trasladando ideas filosófico-teológicas de A. Torres Queiruga en un reciente artículo sobre el desastre natural de Haití, Dios creó este mundo para el bien y deja que la Naturaleza siga sus propias sabias leyes. Nos toca hacer buen uso de nuestras facultades y de nuestra libertad.

 Celso Alcaina, Dr.Teología,Ciencias Bíblicas y Filología
Lic. Derecho, ex-prof. Comillas y Univ.Villanova (USA)
durante 8 años oficial en el Vaticano con Pablo VI

103 comentarios

  • Lali

    De verdad, ¿eh? ¡Por la gloria de mi madre! Javier está de testigo, que se lo he escrito en un correo. No pensaba intervenir más en este debate sobre las canonizaciones, pero me da no se qué no decirle algo a José Luis. Y me he dicho a mí misma: ‘Mimisma’, lánzate, que a lo mejor los de Atrio te dejan… Como el patio anda algo parado esta tarde. Así que ahí va:
     
    Amigo José Luis, es cierto que hay especialistas que afirman que Jesús fue un taumaturgo. También es cierto que son la inmensa mayoría, pero con un matiz, son la inmensa mayoría de los que necesitan el nihil obstat. A mi personalmente no me valen esas afirmaciones generales. Lo que sirve es salir a la palestra con datos y rigor, que algún especialista explique que un hecho de Jesús fue un milagro y porqué.
     
    Te aporto un dato. La palabra milagro no aparece nunca en los evangelios y la expresión signos y prodigios tampoco se utiliza para hablar de la actividad liberadora de Jesús, sí en cambio está referida a la actuación de los engañadores que se atribuyen el papel de Mesías y profetas (Mt 24,24). Por lógica, identifican también a las que, encasquetadas a los canonizados, sirven para engañar al personal
     
    A mi modesto entender, lo verdaderamente extraordinario en los evangelios es la praxis poderosa de un hombre de aldea que, con sus manos, sus argumentos y sus convicciones, fue capaz de enfrentarse a la injusticia y transformar lo que era ordinario, es decir, la desesperanza de los marginados, en dignidad, libertad y plenitud humana.
     
    Y por si alguien lo necesita, dicho sin ironía, ni coña, ¡por favor!, que nadie me malinterprete: para las verrugas, frotar con frecuencia sobre ellas berenjena cruda durante unos días. ¡Mano de santo, mire usted!
     
    Abrazos
    Lali

  • Asun

    Hola, Lose Luis, gracias por tu comentario.
     
    Lo que dices me hace pensar que las “leyes naturales” así denominadas por lo que y hasta lo que sabemos, en realidad no existen como tales, son constructos humanos desde el conocimiento al que llega la ciencia. Creo que  la afirmación que se hace es errónea en ambos sentidos, la de dar por conocidas las leyes naturales y también la idea de  Dios misma, que hemos construido entre todos, así como la de intervenir o no.
     
    La vivencia cristiana ha estado centrada durante milenios en el “yo” de uno, por una parte y en el “Yo” de Dios, pensado como Ser separado, ya como Padre, Amor, etc…Y lo que no se entendía o nos sobrepasaba era cosa de Dios.

     Hoy día, cada vez va desplegándose en nuestra consciencia la dimensión profunda de lo Real en la que somos,  emergiendo la conciencia de Unidad-sin-costuras desde lo “transpersonal” que  nos va asombrando y se va haciendo presente día a día en lo más íntimo en todos los ámbitos de la vida,  de la ciencia.

    Existen, sin embargo, por otra parte,  muchas resistencias a aceptar y acoger lo que es, Lo Que Es, porque  buscamos seguridades palpables que apacigüen nuestros miedos, porque también es la sociedad lo que quiere oir, que al menos otros controlen,  asiéndonos a lo que podemos medir, tocar y en cierto modo “controlar”, además de la inercia de lo heredado que sigue ejerciendo su resistencia. Nos cuesta también, quizá lo que más, seguir viendo que el que así lo quiere es en definitiva nuestro inconsistente ego, por los motivos e intereses que sean,  que sustenta un espacio en nuestra mente disociado de lo que realmente somos, porque se resiste a dejar de “controlar”, “ser protagonista”.
     
    Espero no complicar las cosas, cuando, en realidad, intento todo lo contrario. Ser positiva y dar confianza en lo que es y somos.

    Un abrazo.

  • josé luis

    Es totalmente cierto que Dios respeta las leyes naturales pero también lo es,admitido por la inmensa mayoría de los exegetas, que Jesús de Nazaret fue un taumaturgo, es decir, un sanador que curó a muchas personas. ¿Cómo se pueden concordar las dos afirmaciones?. Pienso que por las poco conocidas relaciones psicosomáticas. Las interrelaciones mente-cerebro-cuerpo son hoy día totalmente admitidas por la ciencia. Sin embargo hasta donde puden llegar, siguen siendo un terreno desconocido por la misma ciencia. Yo pienso que Jesús de Nazaret a partir de su gran identificación con el Padre, por su gran autoridad moral que influía respeto y por su fuerza mental, unida a su gran sensibilidad ante el dolor de sus semejantes, estos fueron los ingredientes que le permitieron sus curaciones. A otro nivel muy inferior recordemos los poderes de sanadores actuales, en cuestines indiscutbles de verrugas, sudoraciones inexplicables, dolores articulares donde los traumatólogos habían fracasado etc. Y pudiendo pensar que el poder de  la mente cuando sea más conocido se puede extender a muchas otras dolencias no conociendo de momento sus límites. Ultimamente, en la revista NATURE se ha publicado un estudio que prueba la conexión directa del estrés con algunos tipos de cáncer. Esto en las relaciones negativas pero ¿hasta donde pueden y podrán llegar las rela cines positivas de curación?.

  • Asun

    No quisiera desearos a todos buenas noches sin decir gracias a Lali, Rodrigo y Sergio por vuestro enriquecedor y respetuoso diálogo ¿de dos días?, que acabo de leer y disfrutar.  También a ti, Oscar, por taladrarnos un poco los sesos.
     
    Un abrazo.

  • Me voy a aplicar a mí  mismo una canción de mi tierra “porque estás que te vas y te vas y te vas y no te has ido” jajajajaja

    Sólo para decir que a mí no me escandalizaría afirmar que los discípulos le ganaran por goleada a Jesús. Y creo que tampoco a algún evangelista -y a Jesús mismo si el dicho fuera históricamente atribuíble al hijo del carpintero- que dice que dijo que Jesús dijo “si tienen fe harán las obras que he hecho y aún mayores”.

    He encontrado pocas personas cristianas -de las diversas denominaciones- que se animen a decir cuales son esas obras mayores que se han realizado por los que vinieron después de Jesús 😉

    Saludos y me voy a echar un par de tequilas a la salud de los hombres y mujeres que construyen fraternidad en este pícaro planeta. A su salucita Lali y Sergio y Oscar y Atrio!!!

  • Lali

    Con permiso y con perdón. Aún me quedaba este comentario al amigo Sergio. Gracias
     
    Sergio, no quisiera que se interpreten mis palabras como un reto que te obligue a defenderte. Sólo trato de hacer ver que, a veces, afirmaciones generales resultan insostenibles cuando se desciende al análisis de los textos en donde dicen fundarse. Es el caso de la idea equivocada que tenemos cuando en el evangelio se habla de enfermedades o enfermos. Solemos imaginar sarampiones, estados infecciosos, reumas crónicos, tumores, gripes…cuando en realidad se habla de situaciones de abatimiento social y económico, desesperación por hambre y miseria, estados de abandonos físicos causados por la marginación y la pobreza, desfallecimiento existencial y depresiones al límite de la resistencia humana (Pensemos en cualquier sociedad de las que han precipitado por debajo del nivel de subsistencia). El proyecto de sociedad alternativa propuesto por el Galileo abría las puertas a los que padecían éstas y parecidas circunstancias. Sólo tenían que entrar con libre decisión.
     
    En línea con lo que dice Rodrigo en su paréntesis, dos hechos muy cercanos y comparables por su pertenencia al mismo contexto.
     
    “No le fue posible (se refiere a Jesús) de ningún modo actuar allí con fuerza; sólo curó a unos pocos enfermos aplicándoles las manos. Y estaba sorprendido de su falta de fe” (Mc 6,5-6)
     
    “Ellos… (refiriéndose a los discípulos) expulsaban muchos demonios y, además, aplicaban unturas de aceite a muchos enfermos y los curaban” (6,13).
     
    Según la tesis de que Jesús realizaba curaciones con su poder se deduciría de estos textos que los discípulos le ganaban por goleada. Se podría concluir incluso que utilizaban mejores técnicas. Siguiendo esta lógica absurda alguien se atrevería a decir: ¡El aceite, eso es el aceite! ¡Una tía mía usa el de oliva… y le va de bien!
     
    Apliquemos el zoom: En el primer relato es la falta de adhesión de los nazarenos lo que merma la eficacia del mensaje. La condición humana del Galileo echó para atrás a los nazarenos. ¿No es para pensar? Rechazando al hombre, desprecian su proyecto.  El verbo traducido aquí por curar es un verbo de amplia significación: cuidar, atender a, estar al servicio de, y se una para indicar la aproximación a alguien para restaurar la plenitud humana del que está necesitado de ayuda. El término que se traduce aquí por enfermo tiene un sentido más vasto y social: desfallecido, postrado. Los habitantes de Nazaret no reconocieron que las manos de un simple carpintero de aldea tuvieran la capacidad de restaurar la grandeza humana.
     
    ¿A qué se debió, en cambio, el éxito de los discípulos? Sencillamente  a que renunciaron a presentar el mensaje del Reino y se quedaron en el programa de justicia del Bautista: “se pusieron a predicar que se enmendaran” (6,12). Sus propuestas reformistas dieron alas a la violencia de los fanáticos (endemoniados) y fue como un bálsamo (aceite) para los más desfallecidos.
     
    Gracias Sergio y Rodrigo.
    Un abrazo
    Lali

  • oscar varela

    Hola!
     
    Yo no sé si Rodrigo, con esa frase final:
    -“Nuestros mayores creían gracias a los milagros, nosotros creemos a pesar de ellos”-
    no remacha el clavo que sostiene lo construido por Sergio, Lali y él.
     
    Y, de paso, cierra el círculo iniciado cuando me atreví a decir que:
    – “el Milagro es lo que Tú estás llamado a ser”-
    ·············
    En efecto, no puede el ser humano hacer depender su propia vida (que es lo único que de verdad lo sostiene), hacerla dependiente de alguna “OTRA INTERPRETACIÓN”, a no ser la que viene-va-y-sigue teniendo “en vista de las circunstancias”.
     
    La “Vida humana”, la de cada cual (la tuya, la mía, la de él; no hay otra)
    consiste y se sub-stancia en la propia, insoslayable e intransferible “INTERPRETACIÓN”.
     
    Somos “OPINIÓN” de nosotros mismos.
    Somos el “PERSONAJE de FICCIÓN” que nos vamos inventando, creando.
    (La IDENTIDAD de la “clonación” no le llegaría ni al dedo gordo del pie a la “DIVERSIDAD PERSONAL” de cada clonado, si los hubiere.)
    ··········
    Todas las “Leyes Físicas”, todas las “Mutaciones biológicas”, toda la “Evolución de las Especies”, no alcanzan a “dar cuenta” de la realidad radical que es la VIDA HUMANA.
     
    Lo dicho: Ella, la vida humana es el Milagro. Todo lo demás acontece, con mayor o menor importancia, según el Sentido que abreva en el ARGUMENTO en que va envuelta su Generación, su Época y su Sociedad.
    ···········
    La Vida humana del más in-significante ser humano tiene la “suficiente” significación para él mismo, sin necesidad de pedir prestada felicidades y salvaciones a nada ni a nadie. Sólo aquellos ingredientes de “su” circunstancia a los que está llamado (M.Légaut) a re-absorber para cumplir su destino o vocación.
    ···········
    Esta razón vital es para mí la razón “democrática” (el poder del pueblo) sub-yacente a toda “liberación” del ser humano, del “hombre nuevo”; previsto por Jesús, Teilhard, el Ché y tantos otros, como O.Romero, L.Boff … Fray Luis Beltrán (creador de la Fábrica Militar ordenada por San Martín para la Guerra al Godo absolutista), etc.
    ···········
    ¡Sigan, compañeros, que aprendo un montón! ¡Gracias! – Oscar.

  • Me despido con una frase que me encanta de Luis Evely
    “Nuestros mayores creían gracias a los milagros, nosostros creemos a pesar de ellos”
    😉

  • Lali
    Por supuesto que es cierto lo que dices de los sentidos simbólicos de la narración teológica de los distintos pasajes. Pero queda la pregunta final sobre la imposibilidad absoluta de que hubiera un sustrato histórico por debajo de las distintas elaboraciones teológicas en los distintos pasajes.

    Entiendo que se necesita mucha profundización, que pueda exceder el respeto que ambos sentimos por este espacio común

    Gracias por tan rico intercambio!!!!

    Saludos

  • Lali

    Querido Rodrigo. El relato de Lázaro es único, como es único que se diga el nombre del sujeto. Se trata de un personaje histórico. Lucas habla de sus hermanas. Los otros personajes que citas son simbólicos. El del hijo de la viuda de Naím, con dos figuras, viuda que representa a Israel, y su hijo que representa al pueblo. Jesús toma la iniciativa de parar el féretro en su camino definitivo hacia la fosa y le habla como a otro muerto en vida: el paralítico, le pide que se levante. Esta escena está cargada de alusiones a relatos de Elías y Eliseo. En el relato anterior también aparece una dualidad de personajes simbólicos, el centurión y su siervo. En este caso para hablar de Jesús y el paganismo.
     
    Más claro aún son los relatos de la hija de Jairo. Representa al pueblo y coincide en su representación aunque con diferencias de matices a la mujer con flujos a la que está unida por el número 12. La mujer lleva 12 años con su problema de marginación y la chiquilla tiene 12 años. 12, como sabes, es número simbólico que representa al pueblo. Incluso en el relato de la Hija de Jairo no se debe hablar de resurrección, Jesús mismo afirma ante los profesionales del alboroto: “La chiquilla no ha muerto, está durmiendo” (Mc 5, 40).
     
    Para ahondar en el tema necesitaríamos hacer una lectura palabra a palabra de la impresionante escena de Lázaro… y… ¡nos echarían de Atrio! Cuando se lee a ese nivel es cuando se capta la grandeza del evangelio. 
     
    Un abrazo
    Lali  

  • Querida Lali

    1.- ¿Conoces el librito “Clamor del Reino”, de González Faus? Se da una serie de clasificaciones muy interesantes sobre los milagros de Jesús; incluyendo una clasificación entre milagros que aparecen en 2 o más versiones; y milagros que aparecen en una sóla versión.  El que un pasaje aparezca en un sólo evangelio no es criterio suficiente para negarle historicidad.

    2.- Tradicionalmente había una comprensión de que los evangelios sinópticos son más históricos y el evangelio de Juan es más simbólico. Y si bien es cierto que la elaboración simbólica/teológica es más compleja y posterior en Juan que en los sinópticos, los estudios más recientes tienden a revalorar de una forma mayor la credibilidad histórica del evangelio de Juan. Por ejemplo, hay muchos exégetas que ahora ven más fidedignos a los hechos la ubicación temporal de la Pasión en Juan que en los sinópticos.

    3.- Dices “¿No es extraño que estando los sinópticos más cerca de los hechos no hayan recogido una acción tan deslumbrante y demostradora de la valía del protagonista de sus textos?. ¿Cómo pudieron olvidar un hecho irrefutable como aquél?”.
    a) Ningún evangelio proclama haber incluído todo lo acontecido. El que un pasaje no aparezca, puede interpretarse por muchas razones, no únicamente como un “olvido” o una “no existencia histórica”
    b) Si bien la resurrección de Lázaro aparece sólo en Juan, en el conjunto de los evangelios hay tres narraciones de resurrecciones: una exclusiva de Juan; una exclusiva de Lucas; y una común a los tres sinópticos. De modo que los cuatro evangelios incluyen al menos una narración de resurrección de muertos. Conforme a las reglas de múltiple testimonio (y siendo narraciones no sólo elaboradas conforme a cada autor, sino incluso independientes entre sí en su fuente), puede afirmarse con cierto grado de credibilidad histórica que resucitar muertos es una de las actividades atribuídas a Jesús como parte de su praxis (por supuesto, interpretar ese dato es otra cosa. González Faus hace una comparación muy interesante entre los elementos narrativos de las resurrecciones en el antigua testamento y los elementos narrativos de las resurrecciones atribuídas a Jesús)

    4.- Sí, me parece muy sugerente la relación que haces entre los dos pasajes en que aparece Lázaro como nombre. Pero, ¿significa que Juan conocía el texto de Lucas, y por éso nombra “Lázaro” a un personaje ficticio que resucita, para mostrar la dureza de corazón de los dirigentes? o ¿significa que Lucas conocía -aunque fuera en versiones previas a la redacción final de Juan- el pasaje de la resurrección de Lázaro, y escribe este otro pasaje, para aclarar que es ficticio aquél? No me suena; parece que incluso en aquellos casos en que hay pasajes comunes entre Juan y los sinópticos, sus fuentes son diferentes. Lo que para algunos exégetas (González Faus y  por ejemplo) conforme el criterio de testimonio múltiple

    5.- No estoy hablando yo de lecturas literales. Sabemos que los evangelistas (fueran personas individuales o comunidades o escuelas) tomaron material de  dichos y de hechos atribuídos a Jesús; y a partir de ahí reelaboran naracciones teológicas. Por éso, el mismo hecho o dicho (incluso cuando se trata de fuente común y no de testimonio multiple) se narra diferente…porque cada evangelista (individual o colectivo) tiene una teología y una finalidad diferente de por qué y para qué narrar ese hecho. Lo anterior no ha impedido que se pueda considerar que debajo de las narraciones teológicas, haya un sustrato de hechos o dichos con relativo grado de credibilidad histórico. ¿Porqué habría de ser diferente en este caso? ¿Porqué no puede ser que hubiera un sustrato histórico de un testimonio múltiple de que se atribuye que Jesús alguna vez realmente resucitó muerto(s), y a partir de ese sustrato histórico, Juan elaboró una narracción teológica para explicitar su convicción de que Jesús es Vida y la sinagoga es impotente ante la muerte?

    6.- Las preguntas siguientes que haces (   ) tienes dos problemáticas comunes
    a) pueden ser respondidas de distintas formas, dependiendo el paradigma desde donde uno mire el texto. Es decir, incluso desde una lectura literalista (que no es la mía, sino la de quien piensa que cada palabra es historicamente verídica).
    b) Evaden la cuestión que señalaba en el punto 5: la posibilidad de un sustrato histórico, utilizado por el evangelista para componer una narracción teológica. En el caso de Juan, sabemos que uno de sus elementos teológicos que le importa resaltar es a Jesús con pleno dominio de los acontecimientos… por éso el decide cuando ponerse en marcha, etc. Esa parte por supuesto es elaboración teológica; pero queda el problema de por qué usar los elementos de elaboración teológica para negar sustento histórico. ¿Y por qué sólo en estos casos problemáticos para la mentalidad moderna y no -por ejemplo- respecto de la práctica de la comensalidad? porque entonces, habría que negar historicidad a la totalidad, porque la totalidad es una narración teológica construída sobre material que se reconoce que tiene un sustrato de relativa credibilidad histórica.

    Con lo que regresamos a mi pregunta: si en otros casos se admite un sustrato histórico a partir del cual se construye la narración teológica (sin que la interpretación teológica mediante elementos narrativos específicos de cada evangelista sea argumento para negar el sustrato histórico), ¿porqué en este caso no? ¿Segura que no es por una preconcepción de que es imposible que se violen las leyes de la biología?

    Saludos cordiales querida amiga; me encanta tu forma de exponer tus argumentos!

  • Lali

    Querido Rodrigo, es un placer mantener vivo este diálogo. Me parece que puede ayudar a algún otro amigo. Te contestaré en dos partes. Ahora al tema Lázaro. Esta tarde, si dispongo de tiempo, al contenido del paréntesis que también interesa a Sergio. Me limito a presentar algunos datos, consciente de que una sentencia se dicta en función de pruebas y no por la cara de bueno que tenga el acusado.
     
    Algunos datos:
     
    El relato de Lázaro, forma abreviada en griego de un nombre hebreo (Eleazar) que significa Dios ayuda, únicamente aparece en Juan y no en los sinópticos. ¿No es extraño que estando los sinópticos más cerca de los hechos no hayan recogido una acción tan deslumbrante y demostradora de la valía del protagonista de sus textos?. ¿Cómo pudieron olvidar un hecho irrefutable como aquél? Si debía ir de boca en boca, tratándose, como era el caso, de uno de los amigos íntimos de Jesús.
     
    Sólo en Lucas aparece esa forma abreviada (Lázaro) en una parábola (en Mateo con el nombre completo en la genealogía: 1, 15). Se trata del único caso en que se le da nombre a un personaje de ficción. Curiosamente, la parábola del rico y Lázaro termina con la siguiente frase: “Si no escuchan a Moisés y los Profetas, no se dejarán convencer ni aunque uno resucite de la muerte”.
     
    Una lectura historicista y literal del relato conduce a conclusiones incongruentes. Sabiendo de la enfermedad de su amigo  (11,3) y a pesar del cariño que le une a él y sus hermanas, permanece dos días en el lugar (v.6). ¿Qué cosa urgente le entretenía para no poder acudir adonde su amigo del alma? No sería tan importante cuando el evangelista omite hablar sobre el asunto. Tras tomar la decisión de ir a Betania les dice a los discípulos que Lázaro se ha dormido y va a ir a despertarlo (v.11). ¿Por qué esa forma de hablar? Los discípulos, lógicamente, no comprenden ese lenguaje y él les aclara que Lázaro ha muerto. ¿Por qué dijo entonces que se había dormido? ¿Cómo ha sabido de su fallecimiento? Anteriormente el evangelista dejó constancia que supo de su enfermedad a través de los mensajeros de las hermanas María y Marta, ¿por qué razón ahora se omite cómo obtuvo la información? (v.14).
     
    Jesús llora (v. 35). Su llanto no es de desconsuelo como el de María y acompañantes (v.33). Son lágrimas humanas por la pérdida del amigo entrañable. Pero, ¿a qué viene llorar si se había demorado dos días a sabiendas de lo que iba a suceder y cuál sería el resultado final?: “Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios…” (v.4). Si más tarde dijo que estaba dormido e iba a despertarlo (v.11). Si le dijo a Marta que su hermano iba a resucitar (v.23). Lo que encajaba era una sonrisa de confianza extrema con un pensamiento algo parecido a: ¡Ahora vais a ver lo que es bueno! ¡Aquí está mi momento!
     
    Una vez que Lázaro resucita, ni abrazos, ni besos de alegría, ni convite, ni brincos de Lázaro alabando a su amigo. Las indicaciones de Jesús fueron: “Desatadlo y dejadlo que se marche” (v.44) ¿Adónde quería que fuera? ¿Por qué no se fueron juntos a casa a celebrarlo con un banquete? La cosa no era para menos.
     
    Tampoco hay vítores ni aplausos. Ni se cantó: ¡Aleluya, aleluya! o ¿campeones, campeones…!
     
    Siendo los discípulos testigos de tamaña actuación del Galileo, ¿cómo mantuvieron su obcecación hasta el final de su vida y le dejaron sólo ante su ejecución. ¿Cómo no pensaron que era el Hijo de Dios y nada podrían los romanos contra él? ¿No les avisó él de que resucitaría?           
     
    Lo dejo aquí
     
    Un abrazo
    Lali

     

     

     

  • Sergio Zalba

    Lo que me reclamás, Lali, siendo un reclamo plenamente legítimo, no puedo ofrecerlo.
     
    Dije de entrada que de esto sé bastante poco, de modo que no me siento capacitado para tomar un caso y demostrar mi objeción a tu afirmación inicial. Si me animé a este diálogo, fue por dos motivos:
     
    1) porque efectivamente nunca había leído ni escuchado una afirmación tan contundente sobre el “no quebrantamiento” de las (llamadas) leyes físicas en los evangelios.
     
    2) porque sí tenía la referencia de que los estudios críticos del Jesús histórico arrojan también el dato contundente de la realidad de sus actividades exorcistas y taumatúrgicas. Inmediatamente me encontré, sin buscarlo, el párrafo de Pagola, que ya cité, en el que afirma que “no hay duda de que Jesús llevó a cabo curaciones de diverso tipo de enfermos…” Si alguien que sabe, como es el caso de Pagola, afirma que Jesús llevó a cabo “curaciones”, me permito inferir que eso surge de algún/os pasaje/s evangélico/s, y que por lo tanto, sí habría en los evangelios algún quebrantamiento de las leyes físicas.
     
    Eso es todo, no puedo ‘defenderme’ mucho más. Gracias por tu diálogo gentil y gracias a Rodrigo por sus intervenciones.

  • Querida amiga Lali; querido amigo Sergio:
    Estoy consciente de lo importante que es el pasaje que citas, sobre la negativa a hacer/proporcionar “señales del Cielo”.
    Aún más… es muy sintomático (aunque poco explorado en algunos ambientes) que Jesús no sólo nunca afirma que es él quien sana a las personas, sino que trampoco dice que es Dios quien sana a las personas. Sino afirma que “tu fe te ha sanado”. Esto da pié a interpretaciones tanto espirituales/energéticas (tipo Reiki)  como psicológicas/emocionales (como hizo Jung)
    Siguiendo en el tema, por algún comentario de Sergio: la sanación (y la actividad sanadora de Jesús, que parece ser un dato histórico creíble) no necesariamente implica violación de las leyes naturales. En este sentido es muy interesante la forma de aproximarse al asunto en la medicina tradicional china (que incluye el tratamiento de males debidos a espíritus familiares).  En la concepción china, el mismo mundo de los “espíritus” es parte del orden natural, y obedece sus leyes. Dice el Cánon de las Transformaciones que no sólo los espíritus y los dioses, sino el Cielo y la Tierra (entidades espirituales superiores a los dioses) obedecen las leyes de la Transformación.
    Pero bueno, esto ya desvía el tema; sólo era un paréntisis para ampliar la mirada a otra forma de ver la relación entre sanación, espíritus y ley natural.
    Volviendo a los textos. Sé que hay una forma de interpretar la resurrección de Lázaro como mera alegoría simbólica (la sociedad hegemónica es una sociedad de muerte; el proyecto de Jesús es una sociedad de vida). Se excluye el que se tratara literalmente de una muerte física real y una reanimación física real. Lo sé. Yo mismo he trazado paralelismos muy interesantes (al menos interesantes para mí jajajaja) entre este texto leído simbólicamente y la lucha de la Organización Familia Pasta de Conchos.
    Pero… el excluir la interpretación de que se tratara de una muerte y reanimación física literal ¿se deriva necesariamente del texto? ¿No es un caso en que la perspectiva contemporánea (Dios no interviene ni trasgrede las leyes de la naturaleza) es indispensable como mediación hermenéutica para arribar a tal conclusión?
    Saludos cordiales
    Rodrigo
     
     

  • Lali

    Es buena la tozudez, Sergio, yo también soy tozuda. Y entro en cualquier conversación defendiendo cuestiones sobre las que tenga conocimiento o preguntando sobre lo que desconozca. Ahora bien, los que conversamos debemos acomodarnos a un escenario concreto con unas reglas iguales para todos. Digo esto porque si yo afirmo que no hay quebrantamientos de las leyes físicas en los evangelios estoy dispuesta a defenderlo caso por caso, pero si quien dialoga conmigo dice que si hay quebrantamiento de dichas leyes debe justificar de igual modo porqué en cada caso. Si observas con detenimiento, en mis comentarios he aportado datos concretos. Respecto a la escena de la división de los panes me he quedado solo en los dos tercios. Pero cuando se me contesta, no se me da una explicación concreta justificando con el texto lo contrario. Dicho de otro modo, ¿puede alguien explicar con rigor cuándo aparece en los evangelios un quebrantamiento de las leyes físicas? No me importa que citen a cualquier especialista, si es importante que hable desde una exégesis rigurosa, siguiendo el texto original.
     
    Rodrigo estoy de acuerdo contigo en los principios generales a tener en cuenta a la hora de interpretar un texto. Tan de acuerdo que cuando hago afirmaciones como las que he hecho respecto al relato de la división de los panes, además de esos principios, he tenido en cuenta algunos otros. No podría decir que la gente se colocó siguiendo un esquema militar si no tengo en cuenta el significado concreto de la expresión que el evangelista utiliza.
     
    Me parece positivo que actúes como abogado del diablo. Esa actuación obliga a esmerarse y acercarse al fundamento de las cosas. Mi afirmación “Si Dios interviniera…” no me sirve para explicar los textos, para ese cometido hay otras herramientas, algunas de las cuales las encontramos en el mismo texto. Un ejemplo. Tras el segundo relato de división de los panes comenta Marcos: “Salieron unos fariseos y empezaron a discutir con él, exigiéndole, para tentarlo  (ahora sí la negrita es mía), una señal del cielo” (8,11). Resulta obvio que no las hubo y los representantes de la religiosidad oficial la desaban. Mi afirmación es un razonamiento de simple lógica. La completo: Si Dios existe, hemos de pensar que tiene un proyecto sobre la humanidad, proyecto respecto al que cada uno debe optar. La opción requiere libertad total que Dios debe respetar por coherencia consigo mismo. Si Dios apareciera y dijera, lo digo en plan burdo: “Oye, aquí estoy. Os dejo la prueba de que soy yo. Ahí os mando a mi Hijo. Lo mataréis, y lo sé porque soy Dios, pero yo lo voy a resucitar para que veáis cuál es el camino a seguir”, si dijera tal cosa (es un burdo ejemplo, repito), aparte de no comportarse como padre porque sería el único que hace tal barbaridad con su hijo, habría interferido la libertad humana.
     
    Y aquí lo dejo otra vez no sin antes mandaros otro abrazo.
    Lali

  • Sergio Zalba

    Amigos, dos cositas breves:
    1) Muy de acuerdo con el comentario de Rodrigo
    2) Muy de acuerdo con tu último comentario,  Lali.  Aunque sólo estoy de acuerdo con lo que dijiste, pero no con lo que obviaste en esta ocasión y que fue el nudo de mi intervención inicial. Incluso el texto que citás de Pagola se pone en la línea de mi propia objeción, pues más allá de que las supuestas posesiones demoníacas no fueran tales (yo creo lo mismo que Pagola), eso no quita que sí lo fueran para los contemporáneos de Jesús.  Y es en ese sentido que los textos evangélicos sí pueden contener relatos que incluyan ‘quebrantamientos de las leyes físicas’ aunque no representen lo nuclear de esos textos, aunque los mismos evangelistas pretendieran ofrecer un contenido que trascienda a esos ‘quebrantamientos’  y aunque hoy nosotros estemos en condiciones legítimas de hacer una lectura de otro orden.
    Gracias por todo, y perdón por mi tozudez.
     

  • P.D.
    mmm. tengo que hacer un matiz a lo que escribí anteriormente.

    Me queda claro que cada época relee los mismos textos desde su propia perspectuva; y que ésto es legítimo. Pero hay un límite, que es el de la lealtad histórica. Es decir, por mucho que es legítimo mirar desde una perspectiva, se hace dificil de aceptar como válida una lectura esclavista de Jesús, por ejemplo; o una lectura neoliberal (que se ha intentado, sin duda).

    Es decir, tampoco llego al extremo de afirmar que cualquier perspectuva es igualmente válida; la ciencia histórica es un elemento indispensable para balancear nuestra perspectiva de los textos. Y creo que ese es el gran drama detrás del conflicto con el libro de Pagola. Por supuesto que hay calbildeos y luchas de poder intraclerical. Pero incluso antes del nombramiento de Munilla, lo que hay es una negativa a reconocer que la investigación histórica es un referente que marca límites a la interpretación bíblica o teológica. Si hay un conflicto entre hisoria y teología, debe subordinarse la historia /y la verdad) a la teología.

    jaja…como ves, al final tiene razón Luis y no sólo incurro en el pecado de ser abogado y mexicano, sino que me gusta tanto la polémica que me matizo a mí mismo (disculpen la humorada; es para no tomarme tan en serio a mí mismo y quitar dramatismo a una simple controversia).

    Saludos

  • Querida Lali

    Permiteme ser el abogado del Diablo
    “si Dios interviniera en la historia, estaría interfiriendo la libertad humana”

    Esta idea (no entro a si es cierta o equivocada) puede terminar convirtiéndose también en una preconcepción, desde la cual mirar los textos: Cómo Dios no interviene, tenemos que encontrar una forma de explicar los textos que no implique una intervención. ¿Ves a lo que me refiero?

    Yo en esto me siento más cercano a Nolan (¿quién es este hombre? Jesús antes del cristianismo): es imposible no tener una perspectiva (o preconcepción) desde la cual se miran los textos; cada época tiene su propia perspectiva, derivada de sus necesidades, identidades y contextos culturales propios.

    Esa perspectiva propia le hace reconocer aspectos del texto que no pueden reconocer otras perspectivas, porwque miran desde otras necesidades y sensibilidades. De alguna manera, por compartir perspectiva y contextos, esa época es más cercana al texto que otras épocas más cercanas cronológicamente.

    Por ejemplo, en la época de corrientes de los estudios socioculturales como los de Gramsci, es posible emprender un estudio de los cuatro lados de los textos.
    En otra época-contexto, el de los movimientos de liberación nacional, se destaca el conflicto de Israel como nación ocupada por Roma
    En otra época-contexto de lucha por la igualdad y contra el patriarcalismo, se posibilita una mirada feminista de los evangelios
    En esta época de conciencia de cambio climático, se posibilita una mirada ecocósmica de los textos.

    ¿Significa que son falsas estas miradas? No, porque en los textos del evangelio hay elementos que las posibilitan, que crean una sintonía (como la sintonía de las cuerdas de la guitarra).

    Pero hay dos riesgos:
    a) Pensar que sólo nuestra perspectiva es cierta.  Yo más que cierta o falsa, prefiero habalr de eficaz. Son miradas que son más o menos eficaces para platearnos la problematización y comprensión de nuestra época. La lectura de Jesús  como rey -que fueron eficaces en la epoca de nacimiento de los estados nacionalies a partir de monarquías tanto electivas como hereditarias- es menos eficaz para nuestra época y nuestros contextos.
    b) Pensar que Jesús y sus contemporáneas tenían nuestra perspectiva. Es decir, sin duda que hay una resonsancia; hay elementos de la experiencia de las comunidades primitivas que resuenan con nuestros problemas y miradas actuales. Pero finalmente, la época de Jesús y las primeras comunidades NO ES  nuestra época ni nuestro contexto. Ese es el riesgo del anacronismo del que hablan -de manera distinta y creo que con finalidades distintas- tanto Sergio como Miguel. Y en el que estoy de acuerdo. La afirmación de que Dios no interviene en la historia habría sido simplemente inaceptable e increíble para las comunidades del tiempo de Jesús.

    Espero expresarme bien. a) Son valiosas las perspectivas; b) las interpretaciones de los textos que nos compartes son legítimas, y están basadas en elementos reales de los textos (los aspectos simbólicos que detallas); c) una perspectiva en consonancia con nuestra época, es más eficaz para plantearnos los problemas y comprensiones de nuestra época, que es finalmente en donde “vivimos, nos movemos y somos” si se me permite la humorada; d) aún así, sigue siendo válido afirmar que nuestras ideas y comprensiones -propias de nuestra época- no son idénticas a las ideas y comprensiones de la Palestina de los primeros años de la era cristiana

    Saludos cordiales

  • Javier Renobales Scheifler

    El ratón (qué fiera) se  me ha comido a Lali, quiero decir, el nombre de Lali a quien va dirigido mi comentario anterior

  • Javier Renobales Scheifler

    , había querido felicitarle el día de la mujer enviándote un pps que me ha enviado una amiga desde AL; creo que pusiste tu mail en un hilo en Atrio no hace mucho, pero estoy tan tope que no lo encuentro ¿lo podrías de nuevo para que pueda enviarte el pps?

    Quizà Miguel piense -no lo sé, Miguel- que te hago la pelota, pero no lo puedo remediar; Miguel, si pones tu dirección e-mail por aquí, en el hilo que quieras, te lo envío a tí también, amigo.

    La mía es javirenobales@rmc-abogados.es   por si prefieres que no lo sepan etc (o sea los demás; Jesús, mi latín jamás fue, no ya bueno, sino que ni siquiera fue)

    Saludos cordiales

  • Lali

    Estimado Sergio, el leproso, un personaje sin nombre, es un excluido social, una figura representativa, prototipo de la marginación. Imposibilitado para participar en el prometido triunfo final del pueblo elegido, se acerca a Jesús, infringiendo la Ley, y expresando su posición frente a la discriminación. Para él, poder es querer: “Si quieres, puedes…”. Ha quebrantado la norma tratando de averiguar si el proyecto del Reino le excluye también. Al igual que el leproso, Jesús infringe la Ley declarándola invalida. La sociedad alternativa ha roto con las exclusiones y la marginación. El excluido deja de serlo.
     
    Te decía que para llegar a una conclusión, la que sostengo o la que otros sostienen hay que hacerlo después de analizar a fondo todos los hechos sin ideas preconcebidas. Aunque las ideas preconcebidas suelen caracterizarse por su debilidad. Los que admiten de principio que Jesús es Dios y, por tanto, consideran normal que hiciera milagros olvidan que si Dios interviniera en la historia, estaría interfiriendo la libertad humana. Los que no admiten su divinidad, pero sí sus milagros, ocultan el verdadero mensaje de la praxis de nuestro hombre de Galilea. Conviene, pues, bajar a cada hecho concreto y, tras su análisis, obtener las conclusiones pertinentes. Cito a continuación a Pagola cuando desciende a cuestiones concretas:
     
    “Probablemente es más acertado ver en el fenómeno de la posesión una compleja estrategia utilizada de manera enfermiza por personas oprimidas para defenderse de una situación insoportable. Cuando no hay otro medio para rebelarse, en el individuo se puede desarrollar una personalidad separada que le permite decir y hacer lo que no podría en condiciones normales, al menos sin importantes riesgos. ¿Había alguna relación entre la opresión que ejercía sobre Palestina el Imperio romano y el fenómeno contemporáneo de tantas personas poseídas por el demonio?”. (P. 170) En una nota en esta misma página además de citar a diversos especialistas que apoyan esa idea, indica: Es sorprendente que la ‘posesión demoníaca’ (el entrecomillado es suyo), tan extendida en tiempos de Jesús, esté prácticamente ausente en siglos anteriores”.
     
    En esa misma página comenta: “No faltaban tampoco conflictos y opresiones dentro de aquellas familias campesinas de estructura rígidamente patriarcal. No pocos de los poseídos eran, sin duda, mujeres, adolescentes y niños: esposas estériles frustradas y sin honor alguno ante nadie, viudas privadas de defensa ante los atropellos de los varones, niños víctimas de abusos. La posesión se convierte también para ellos en un mecanismo de autodefensa…”.
     
    A todos esos trajo Jesús la liberación. Su proyecto les abría las puertas de par en par de manera que para abandonar la marginación en la sociedad del Reino bastaba sólo la decisión personal del marginado nunca a actos de naturaleza sobrenatural.
     
    Un abrazo, Sergio; y gracias amigos administradores de Atrio por vuestra generosidad.
     
    Lali

  • Sergio Zalba

    Perdón, no sé por qué cada vez que pongo negritas o cursivas utilizando el cuadro de diálogo de la página (no está hecho en word copiado y pegado), me aparecen esos chirimbolos… [Ya están borrados. Son códigos de formato. AD] ¿Será porque utilizo el navegador Mozilla Firefox?
    [Puede ser. Hasta ahora todos aquellos a quienes les pasa y me lo han comunicado usan el Firefox. Si hay a quien le haya pasado y use el Explorer u otro, que lo diga, por favor. Veremos si hay solución. AD]

  • Sergio Zalba

    Amiga Lali,
    No quisiera convertir esto en un chat, pero me parece que el tema bien lo vale.
    Cierto que en el caso del leproso no se habla de ‘curación’ o ‘sanación’ sino de ‘purificación’, lo que resultaría razonable –según mis pocos conocimientos- puesto que la lepra se consideraba el resultado de alguna impureza de orden espiritual. No obstante, en los siguientes ‘signos mesiánicos’, sí se utiliza el término curación o sanación: el centurión, la suegra de Pedro, “curó a todos los que estaban enfermos…” (Mt. 8,16)
     
    Quiero insistir en este asunto, porque me parece muy importante: según entiendo, muchos de los seguidores de Jesús incluyendo a sus discípulos cercanos, habrían creído en los dotes milagreros de Jesús, de modo que aunque los textos estén rebosantes de lenguaje simbólico, ello no les quitaría algún grado de literalidad.
     
    Circunstancialmente, hoy he podido bajar de la red el libro de Pagola (Jesús, una aproximación…1ra. edición) gracias a la información recibida de Koinonía. Apenas le dí una ojeada y como sin quererlo, me detuve en este párrafo que está casi al final del libro:
     
    Actividad curadora.
    “Aunque es difícil precisar el grado de historicidad de cada relato transmitido por las tradiciones evangélicas, no hay duda de que Jesús llevó a cabo curaciones de diverso tipo de enfermos (la negrita es mía), que fueron consideradas por sus contemporáneos como milagrosas. Asimismo practicó exorcismos liberando de su mal a personas consideradas en aquella cultura como poseídas por espíritus malignos. Jesús fue en la sociedad de su tiempo un exorcista y curador popular que ejerció una gran atracción entre la gente. Presentó estas curaciones y exorcismos como signos de la llegada del reino de Dios a los sectores más hundidos en el sufrimiento y la alienación. Sin embargo, Jesús se resistió siempre a llevar a cabo los signos espectaculares que probablemente le reclamaron algunos sectores críticos…”
     
    Pues a eso me refería, querida Lali. No a la interpretación que hoy hagamos de los textos, sino a cómo percibieron a Jesús sus inmediatos y por tanto, eso podría indicarnos –a mí al menos me lo estaría indicando- que se narran en los evangelios quebrantamientos de las leyes físicas, aunque su mensaje profundo sea muchísimo más importante que ellos. ¿De dónde sacaría sino Pagola eso de que “no hay duda de que Jesús llevó a cabo curaciones de diverso tipo de enfermos…”?
     
    Un abrazo
     
    Post data totalmente fuera de lugar: ya sé que los premios de “la Academia” tienen una gigantesca carga comercial y colonizadora, pero no dejen de ver ‘El secreto de sus ojos’, excelente película argentina.
     

  • Lali

    Hola Sergio. Dices entre otras cosas: “Y aún si se realizara una lectura más honda que la meramente literal, ello no suprimiría necesariamente el ejercicio taumatúrgico de Jesús…”. Eso es precisamente lo que hay que hacer, una lectura honda que supone dejar atrás posiciones preconcebidas. Fíjate, hablas a continuación de la sanación del leproso repitiendo dos veces el término sanación, cuando en el relato no se habla de sanar o curar. Ayer te pedía que leyeras el relato del endemoniado de Gerasa y buscaras dónde se ve el milagro. Lo hacía para que leyeras por ti mismo, sometiendo a crítica los propios prejuicios. Esperaba tu contestación.
     
    Respecto a al asunto de lo que debe llamarse “la división de los panes” y su mención en el relato de la barca, me alegra saber que ya lo has entendido. Permíteme, de todas formas, aportar algún apunte más por si a alguien le interesa. Sigo a partir del lugar en que lo dejé ayer.
     
    Resultaba innecesaria la pregunta de Jesús por la cantidad del alimento que llevaban. Marcos, sin embargo, quiere que el lector se fije en los números. La suma de todo el alimento, cinco (panes) más dos (peces) consigue la perfección, es decir: Siete.  El simbolismo del siete es la perfección, la plenitud (La Creación en siete días). El mensaje de la sociedad alternativa es perfecto para dar la solución al hambre y al abandono de los pueblos.
     
    Las indicaciones de Jesús no quedan ahí. Marcos las detalla. Da instrucciones para que la gente se recueste (v.39). Es decir, les invita a adoptar la posición de personas libres. Los esclavos comían de pie. Marcos, que no pierde una, dice “en la hierba verde” para aludir a la época definitiva, la de la abundancia  prometida por los profetas. Hay una indicación más de Jesús, un apunte ¡importantísimo!: “formando corros”, mirándose unos a otros, como comensales. Es la posición de la igualdad, la que ofrece la mesa entre amigos. La igualdad se constituye en un ingrediente fundamental de la praxis de Jesús y de la sociedad alternativa: exige esa praxis al grupo de discípulos. La gente, en cambio, optó por una estructura propia de formación militar: “se echaron formando cuadros de ciento y de cincuenta”, lo que revela la posición disconforme de los discípulos que, contra las indicaciones de Jesús, permiten una colocación más acordes con sus planteamientos nacionalistas de lucha abierta y violenta contra la dominación romana.
     
    En el relato de la barca (símbolo de esa sociedad alternativa), Jesús les obliga a ir solos. Tendrán que decidir entre sus planteamientos y el propuesto por él: el de la igualdad. Por eso, les orienta ir “al otro lado”, a Betsaida, aldea situada fuera de territorio judío (v.45). Desea que observen desde la perspectiva no nacionalista. Esto les cuesta trabajo a los discípulos: “Viendo el suplicio que era para ellos avanzar, porque tenían el viento en contra…” (v.48).
     
    Y ahora, Sergio, lee con mucha atención el final del relato: “llegaron a Genesaret y atracaron”. No fueron a Betasida, como Jesús les había indicado. Permanecieron en su ideario nacionalista. Amarraron el proyecto alternativo del Galileo (la barca) en territorio judío. ¡No habían entendido lo de los panes! El proyecto de la igualdad no les interesaba. Ellos hubieran preferido el milagro. Y… ¿no significaba el milagro un camino equivocado?: “…di que estas piedras se conviertan en panes” (Mt 4,3).
     
    ¿Se va viendo mejor?
     
    Y lo dejo ya porque me he pasado de nuevo
     
    Un abrazo
    Lali  

  • Javier Renobales Scheifler

    Sergio Zalba,
     
    Leeré con más calma tu comentario y el de Lali cuando vuelva del trabajo.
     
    Sólo quiero decir que los milagros y las canonizaciones es el mismo tema; según el invento de las canonizaciones que hacen los Papas, los milagros son imprescindibles para canonizar.
     
    Porque al poder de los Papas le es consustancial conseguir que ‘los fieles’ crean en los pretendidos milagros. Si dejan de creer en los milagros los jerarcas se quedan sin poder.
     
    Creo que en la ICAR hay miles de llamados Santos, canonizados por el poder vaticano, más de diez mil, no lo sé. Cada uno tiene que haber hecho sus milagritos, de lo contrario no los canonizan los Papas (menudo tinglado)
     
    Ahora a Santosúbito le ha fallado un supuesto milagro, pero le quedan más de supuestos 270 posibles milagros
     
    Falla el milagro del papa Wojtyla
     
    Lo que está más claro que el agua es que, sin los pretendidos milagros, los jerarcas se quedan sin poder.
     
    La magia es consustancial a la ICAR de los jerarcas católicos.

  • Sergio Zalba

    Gracias Rodrigo!
    Y yo tampoco no he cenado. Chau, me voy a comer unas pizzas que acabo de poner en el horno.
    Esto sí que es un “milagro”. Hasta ahora, en casa podemos comer todos los días.

  • perdón, no era Fico sino Sergio ah… cada vez voy peor, mejor me voy a ver la entrega de los óscares jajaja

  • Hola Fico

    Creo que en tiempos de Jesús, la primer ley de la naturaleza era su subordinación a la voluntad divina; mientras que posteriormente su primer ley es la de autonomía intrínseca. La cosa se pone todavía más peliaguda si añadimos al cuadro la teología ortodoxa (normalmente ausente de las discusiones sobre el cristianismo en Atrio), especialmente la Palamita y sus energías divinas. O si agregamos los actuales desarrollos -cambio de paradigma científico- que niegan incluso la posibilidad de hablar de leyes de la naturaleza.

    Yo me quedo con el gurú de mi barrio, quien parafraseando a Sócrates siempre concluía Yo sólo sé que no he cenado.

    😉

  • Sergio Zalba

    Querida Lali,
    Muchas gracias por el tiempo que dedicaste a mi pregunta-comentario.

    Aún en mi amplia ignorancia bíblica, tenía bastante claro el leguaje simbólico con que se redactó el pasaje llamado “de la multiplicación de los panes”, lo que no recordaba, y no conseguía conciliar, era por qué se hacía mención a ese hecho en el relato de la barca. Tu comentario y el texto que nos envió Rodrigo me aclaran las cosas. Gracias.

    De todos modos, insisto en que nunca había escuchado de manera tan contundente que “No hay en los evangelios ni un solo quebrantamiento de las leyes físicas”. Por lo pronto, una lectura literal de muchísimos pasajes, dirían lo contrario. Y aún si se realizara una lectura más honda que la meramente literal, ello no suprimiría necesariamente el ejercicio taumatúrgico de Jesús, tan caro a la ‘religión con magia’. En la sanación del leproso, por ejemplo, podría incorporarse perfectamente la idea de “inclusión social” presente en esa narración, pero sin negar por ello el hecho en sí de la sanación.

    Hasta donde sé, por otra parte – que insisto, sé muy poco – Jesús habría sido efectivamente considerado como un exorcista. No importa si nosotros hoy consideramos “sus expulsiones de demonios” como tales, ¿pero no lo entendieron así muchos de sus contemporáneos y seguidores?

    No estoy dudando sobre el hecho de que pudieran haberse producido “quebrantamientos de las leyes físicas”. No acepto esa posibilidad; sólo me pregunto si es que todo relato evangélico en que se mencione algún tipo de “quebrantamiento”  ha sido escrito puramente en lenguaje simbólico. El hecho mismo de que Jesús enseñe a “pedir” en la oración, independientemente de que sean palabras de él mismo o atribuidas, me parece un signo de la confianza en la intervención directa de Dios en la naturaleza, con posibilidad de modificar o de suspender sus leyes internas (aunque no las conozcamos todas, pero ese es un problema nuestro).

    Perdón, se me hizo demasiado extenso. Pero es que son tantos los ‘prodigios’ que se mencionan en los evangelios, que no puedo dejar de pensar en que realmente creían en ellos más allá del contenido teológico-catequético-ideológico que los escrituristas hayan querido transmitir. Por eso mismo -pienso yo- es que se instaló tan hondamente la creencia en los milagros y luego en las canonizaciones (esta última frase es para que no me acusen de irme del tema en cuestión. Ja!)
     

  • Fico Sánchez Peral

    Kaláa

    Amiga de nombre polinesio ¿dónde estabas?, celebro volver a “verte”.
    ¿Réplica? Qué quieres que te diga, su soneto está pssssché; me gusta más el mío y el tema está zanjado (por mi parte). 

    Y en cuanto a los milagros, puede que tenga razón Oscar, quiza ni con los dedos de una oreja se cuenten, ese es parte del problema, que los que de verdad lo son (y haberlos, haylos) quedan desacreditados por la masiva morralla existente; ya sabes, santos con dinero que -curiosamente- resultan ser más milagreros y canonizables antes que otros sin él…, y eso se paga en descrédito. Aunque, afortunadamente, hay otra clase de milagros como los que apunta Rodrigo.   
    Saludos.

  • Lali

    Amigo Sergio, para responder a tu solicitud con rigor necesitaríamos leer todos y cada uno de los relatos donde se narran hechos entendidos como milagrosos. Tal cosa resulta imposible, especialmente para mí que no soy una experta y mis conocimientos alcanzan sólo a que no me den gato por liebre. Pero tampoco quiero que esta imposibilidad se vea como una salida por la tangente, de modo que me arranco con algunas preguntas partiendo de tus afirmaciones.
     
    ¿Por qué no puedes ver la relación entre “lo de los panes” y el estupor de los discípulos en la barca? ¿Por qué razón ni siquiera recordabas esa parte del texto tan fundamental? ¿No será que la consideración de milagro nos oculta el mensaje que el evangelista quiere transmitir? Al titular ese relato: “Jesús camina sobre las aguas”, ¿no se está forzando con esa denominación a ver un milagro? Si ni siquiera aparece el término agua… ¿Por qué no leer sin prejuicios considerando lo que el autor del texto quiere transmitir? ¿Tan importante es sostener lo que el evangelista no dice? ¿A quien le interesa el milagro? Fíjate en un dato que pasa desapercibido. En la liturgia, se descontextualizan de alguna manera las lecturas cuando comienzan, por ejemplo: En aquel tiempo… El relato del que hablamos dice: “Caída ya la tarde…”. ¿Es que ese inicio carece de importancia? El evangelio hay que leerlo sin posiciones preestablecidas y prestando una extrema atención a los detalles en los que su autor vierte su mensaje, porque ese mensaje interpela al lector, trata que descubra quién es y que pueda optar con libertad.
     
    En esa dirección, aporto unos apuntes sobre la escena de la división de los panes y los peces de Mc 6, 35-46, la que da origen a la travesía de los discípulos por el lago (llamado intencionadamente mar). La escena habla de praxis. Nadie hace comentario alguno sobre el espectacular resultado de esa acción emprendida por Jesús. No hay aclamaciones, ni movimientos enardecidos de la gente gritando: Oé, Oé, Oé…Nada. Ni vítores, ni aplausos. Incluso el final de la comida con la recogida de las sobras en los cestos hace pensar que la actividad de la gente estuvo dominada por el sosiego. El silencio de los discípulos y de las masas aglomeradas en el lugar atestigua que allí no hubo milagro, sino un inmenso efecto expansivo de la solidaridad. De haberse producido un hecho sobrenatural la reacción multitudinaria no habría podido ser frenada, ni Marcos la habría omitido. Pero estos datos no se sacan a la luz. A la religión le obsesiona poner de manifiesto lo que Marcos no dice: Cómo se produjo milagrosamente la operación. Hay que preguntarse ¿qué quiere Marcos que descubra el lector? Veamos algunas cosas.
     
    Los discípulos, que no participan en la enseñanza y que han demostrado su interés por contar con las masas (1,37), se las quitan de encima y le echan el mochuelo a Jesús cuando su necesidad se convierte en un problema urgente de resolver (“despídelos…” 6,35). La solución para ellos está en la fórmula individual e injusta, deseada por el sistema al que ellos pretenden derrocar (“y se compren de comer…” v.36). A ese planteamiento, Jesús opone su alternativa: La sociedad alternativa tiene la solución el problema del hambre y debe tomar la iniciativa: (“Dadles vosotros de comer” v. 37). Los discípulos no salen de sus categorías, piensan en el modelo que fomenta la disgregación y engorda a los poderosos. La estructura económica establecida domina sus cabezas (“¿vamos a comprar panes por doscientos denarios…?” v.37). Jesús exige a los discípulos como colectivo que indaguen respecto a lo que poseen y quieren ocultar (“¿Cuántos panes tenéis? Id a ver” v.38) El término pan tiene una doble acepción: Alimento físico y alimento ideológico…
     
    Veo que me alargo demasiado, lo dejo aquí. Aunque te pediría, Sergio, que leyeras el relato de Mc 5, 2-20 y me dijeras dónde ves tú el milagro en esa escena.
     
    Un abrazo
    Lali

  • Les comparto un milagro más;  de ésos que no requieren trasgredir las “leyes físicas” sino las sociales (al estilo de lo que explicaba Carlos Bravo) que son más resistentes e implacables  😉

    http://www.youtube.com/watch?v=kvt4u6wrVQs&NR=1

    El que en estos tiempos de posmodernidad existan mujeres y varones jóvenes que se organicen en un seminario académico de este tipo , ¿no es milagroso?

    Saludos

  • Kaláa

    Ppsssssch Fico , hijo  ajusta el periscopio que estás malgastando   torpedos….
    Ya debíeras conocer  las maneras de lanzar de   Oscar, donde pone el ojo…
    Caramba!   me estás haciendo dudar de que procedas de un peral.  A ver como  compones  la réplica…
    Saludos.

  • Oscar

    Para payadas, yo prefiero la de la vaca (que entiendo era prima segunda del caballo de Zapata jajaja)
    http://www.youtube.com/watch?v=1PH1lGRsOfg

  • oscar varela

    Hola “phigo”!
     
    Acá, somos gente de a caballo,
    y sonetos no sonamos:
    a no ser de resfriadas narices,
    acaso nuestra, o del hermano.
     
    A esto llamamos payar
    con chungos versos decidores
    -amical manera de conversar-
    de la cotidiana vida, algunos primores.
     
    Si milagros, de haber haylos;
    usted, amigo, los señala con el dedo;
    pa’ mí, no hay manos que los cuente
     
    Vea éste de hacer, que acá le traigo,
    de su acerada espada pa’l duelo
    un culto de arado, que el pan presente.
    ·········
    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • Fico Sánchez Peral

    El sábado estuve ausente y veo ahora con horror la afrenta del maetro Varela (5 de Marzo, 11,43 a.m.), a la que me dispongo a dar cumplida respuesta.
     
    Soneto (chungo) a maese Varela.
     
    Nunca hubo higuera con peras,
    ni peral que diera higos,
    los inventó un tal Varela
    de ingenio un tanto escocido.
     
    Peral fue mi bisabuelo,
    del submarino inventor,
    con tubos lanzatorpedos
    y periscopio visor.
     
    Cóbrese maese Varela,
    yo pago, ¡cóbrese un higo!,
    precio de su cantinela.
     
    Es su son y yo lo bailo,
    más por mucho que le escueza
    milagros: ¡haberlos, haylos!
     
    —————————————-
    PD. Al alba, tras la tapia del cementerio, os reto a espada.
    Respetuosos saludos. Fhigo.

  • Sergio Zalba

    Gracias Rodrigo!
    Valió la pena que nos recuerdes ese texto. Simple y claro.

  • Javier Renobales Scheifler

    Será muy interesante descubrir cada vez más al Jesús histórico. Creo que el blog de Antonio Piñero es muy útil al respecto.
     http://blogs.periodistadigital.com/antoniopinero.php/2010/03/03/p265407#more265407
     
    http://blogs.periodistadigital.com/antoniopinero.php/2010/03/05/p265424#more265424
     
     http://www.antoniopinero.com/blog.php
     
    La lectura que ve (como dice el comentario de Rodrigo Olvera, en el llamado milagro de la multiplicación de los panes, que la solución que propone Jesús ante el hambre del Pueblo es compartir, es la única que tiene sentido común, a mi modesto modo de ver.
     
    El problema es que de esa lectura resulta que Jesús era un poco comunista o socialista. Por lo tanto el catolicismo oficial no puede admitir esa lectura, que se da de patadas con el capitalismo: necesita a toda costa que los fieles crean en los milagros, o se les acaba el poder que tienen desde hace tantos siglos.
     
    De alguna forma los evangelistas debieron ocultar el sentido que le dio Jesús (dividir, compartir), y se inventaron el milagro: multiplicar milagreramente, en lugar de dividir lo de todos para que nadie pase necesidad.
     
    Entonces como hoy, era demasiado duro proponer, a los que tenían mucho, que tenían que compartir lo que tenían con los demás. Los evangelistas debieron pensar que si lo contaban tal y como Jesús parece que explicado el reino de Dios, fracasarían; entonces lo contaron como un milagro, viendo milagros por todas partes.
     
    Parece que nadie pasaba necesidad en las primeras comunidades de cristianos. El primer evangelio, el de Marcos, debe ser posterior en poco a la destrucción de Jerusalén a manos de los Romanos, hacia el año 70.
     
    También en la eucaristía se inventaron el milagro, la pretendida transformación del pan y en vino en cuerpo y sangre de Jesús (que nos hacían creer de pequeñitos), ocultando totalmente el significado de compartir los alimentos, que es el significado esencial que debió darle Jesús al hecho de partir el pan en la última cena.
     
    Precisamente los católicos involucionistas como Wojtyla y Ratzinger son anticomunistas, y condenan la Teología de la Liberación por terror al marxismo, pues esa concepción les enfrentaría con el capitalismo, y por ahí sí que no van a pasar nunca.
     
    Si el Vaticano se pusiera a compartirlo todo para paliar el hambre de la gente, se quedarían sin Vaticano. Y por ahí sí que tampoco.
     
    Y sin buena parte de los fieles ricos. Y por ahí sí que menos aún.
     
    La palabra compartir aparece en el NT en Filipenses 4, 14. Supongo que dependerá de las diferentes traducciones.
     

  • jajajajaja… me has hecho reir fuerte con lo de pendejismo heroico.

    La jornada (periódico mexicano) publicó una caricatura titulada CONTRAPRODUCENTE, en la que un cura dice “¿no podríamos suspender el día de la familia? Cada que se va a celebrar, aparece una nueva de Maciel”

    Ahora, no sé si es para reir o para llorar, pero se afirma que se convocó a un exorcista al lecho de muerte de Maciel porque se negaba a confesarse y recibir la extrema unción. Dirán que es mentira, pero también decían que era mentira sus actos de pederastia
    http://www.elmundo.es/suplementos/cronica/2010/746/1264892403.html

  • José de Jesús Molina Perales

    Con milagros o sin ellos, con virtudes heroicas o sin ellas, sería canonizable un Papa por pendejismo heroico (por ejemplo haber protegido a otro hombre de Dios, a capa y espada, contra sus “calumniadores”)… La cosa sería más simple si conviniéramos en que los santos de altar no hacen falta.

  • Ese librito lo usaba yo mucho en la época en que me dedicaba a echar a perder mentes juveniles de un colegio (bachillerato) católico con ideas como justicia, solidaridad, cambio social, derechos humanos, comunidad, libertad. Yo estaba entonces estudiando en la Universidad, y participando activamente en el zapatismo civil.

    Fue la época en que me apodaban “Rodrigo el que lee la Biblia”, para sorpresa tanto de mis compañeros ateos como de mis compañeros católicos  😉

    Mucha agua ha corrido debajo de mi puente desde entonces (unos 12 años), pero aún conservo grandes amistades de aquellas reuniones.

  • mªpilar garcía

    ¡¡Gracias Rodrigo por este texto!!

    Que recuerdos tan hermosos me trae; hace mucho mucho tiempo, hice un taller con este libro como base y  acompañamiento, más el evangelio y fue ¡¡enriquecedor!!

    ¡¡Gracias!!  mª pilar

  • Sergio

    A reserva de lo que nos comparta Lali (yo ya me estoy saboreando lo que compartirá), hay que entender el pasaje del miedo de los apóstoles a que su barca se hunda, a la luz del asesinato de Juan. Entre estos dos pasajes se encuentra el pasaje de los panes. Mientras no entendamos la enseñanza de los panes, las consecuencias del profetismo (asesinato de Juan) nos llenarán de miedo y Jesús no será más que una especie de fantasma que nos pone en peligro (recordemos que los apóstoles se embarcan en la noche por orden de Jesús; y les ordenó eso para desbaratar las pretensiones del pueblo de proclamarlo rey)

    Ya antes he dicho que me parece muy bueno el librito Galilea año 30, que es una presentación popular de una tesis de doctorado de Carlos Bravo. Me atrevo -con perdón del equipo de Atrio, ya sé que soy insufrible en ésto- a compartir cómo explica los pasajes de los panes y de la tempestad
    _________________________________
    Discípulos, pueblo, Jesús, panes, salud, vida (6, 30-46)
    Pero volvamos a los discípulos. El recuerdo de la suerte de Juan me vino a la mente ahora, al narrarles el inicio de la misión de los discípulos, porque es la suerte que espera al que se compromete de esa manera con la verdad y con el reino
    Después de varias jornadas de trabajo evangelizador regresaron los apóstoles con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Se necesitaba un tiempo largo para platicar todo lo que tenían que decirle. Se quitaban la palabra unos a otros, entusiasmados por la experiencia de Reino que habían vivido. Entonces Jesús les dijo: ‹‹Vámonos solos a un lugar apartado, para que platiquemos y que descansemos un poco››. Es que ya iba haciéndose costumbre que, por tanta gente que iba y venía a donde él estaba, no tuvieran tiempo ni para comer.
    Y se embarcaron para irse a un lugar apartado en donde estar solos. Ya les era necesario ese reposo, el primero que tenían en el caminar sin descanso de Jesús ante la urgencia del Reino.
    Pero algunos los vieron embarcarse y vieron a dónde iban, y a pie, por la orilla del lago se fueron corriendo y llegaron antes que ellos al lugar donde iban a desembarcar. De todos los pueblos vecinos se les adelantaron, de manera que, cuando desembarcaron, Jesús vio al montón de gente que estaban esperándolo.
    ‹‹¿Dónde están sus pastores?›› -se preguntaba Jesús- ‹‹¿por qué nadie se cuida de ellos?. Parecen ovejas que no tienen pastor››, porque estos sean ausentes, y no se preocupaban de la vida – vida de su propio pueblo. Metidos en el mundo de leyes y ritos, sólo les importaba el cumplimiento exacto de las 613 prescripciones que habían elaborado y en las que pretendían encerrar la voluntad de Dios. Se preocupaban por las condiciones rituales de pureza que debían observarse para comer, pero no se preocupaban de la miseria del pueblo; no tenían misericordia ni asumían su responsabilidad por la calidad de la vida del pueblo.
    Para Jesús la necesidad del pueblo había sido siempre criterio para determinar lo que ‘puede’ o ‘no puede’ hacer. Ahora también cambiará sus planes de descanso ante la urgencia de ese pueblo abandonado por sus pastores. Y se puso a enseñarles con toda calma.
    ¿Y los Doce?. ¿Y los planes de descanso?. De verdad que no era justo. Primera ocasión que tienen de descansar, y no es posible por la gente. Ni siquiera han podido comer lo que llevan para los Doce y Jesús. Y él no parece tener prisa ni intenciones de acabar. Y se está haciendo ya muy tarde. Y tenemos hambre. Y nos vamos a retrasar en el regreso, y el lago se pone peligroso por la noche… Además, era ya imprudente retener tanto tiempo a la gente, que también tenía hambre.
    ‹‹Jesús -le dijeron los discípulos- ya es muy tarde y esto está muy solo, y la gente tiene hambre; ya déjalos para que se vayan a algún rancho cercano a comprarse que comer››.
    ‹‹La solución al problema del hambre, -dice el mundo, dicen los discípulos- está en que cada quien se compre algo para comer››. Jesús, en cambio, les dice: ‹‹Denles ustedes de comer››.
    ¿Cómo se le ocurre eso?. Como si fuera cosa de magia dar de comer a cientos y cientos de gentes. ¿Donde -y con qué- iban a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?. Si los había enviado a la misión si un centavo; y apenas estaban regresando. Y aunque tuvieran esa cantidad, apenas ajustaría para darles un bocado a cada uno. (El denario era el salario de un campesino por el trabajo de un día).
    Nuevamente no estaban entendiendo. Ellos ven claro que el hambre se resuelve comprando; y Jesús insiste: ‹‹Yo nunca he hablado de comprar. ¿Cuántos panes tienen?. Vayan a ver››.
    -‹‹Pero Jesús, es inútil; no traemos más que cinco panes y dos peces; no alcanza para nada››…
    Quiero hacer una paréntesis para que entiendan el mensaje que les quiero dar. No se imaginen a Jesús como un mago al que se le multiplican los panes en las manos; yo no hablo de multiplicar sino de dividir. El Imperio Romano hablaba de multiplicar (fiestas, impuestos, ejércitos, riquezas, todo); lo que nos enseñó Jesús fue lo otro: a dividir.
    Y para entender el mensaje fíjense en los símbolos. Los discípulos tardaron mucho en entender lo de los panes; no se extrañen de que ustedes no lo logren a la primera. Porque todos tenemos muy metido el que la solución de los problemas del pueblo (por ejemplo, el hambre) está en que cada quien se compre qué comer. Para Jesús, en cambio, la solución estaba en que los que tuvieran algo lo compartieran. Porque cuando el hombre comparte, Dios interviene, y ajusta para todos e incluso sobra. Jesús no entendía el Reino como una situación de pobreza o carencia, sino como abundancia, pero no para unos cuantos, sino para todos igualmente. Y había que ir organizando este mundo y la historia de acuerdo a eso que esperaba para el final; y el único camino era el compartir con el pueblo organizado.
    Eso es lo que está muy claro en la narración. Yo no estuve presente en aquella ocasión. Si me preguntaban qué fue lo que sucedió, no les sabría decir; ni es eso lo que pretendo. Sólo sé, -y es lo que hay detrás de la tradición que me llegó, y que les he transmitido a ustedes- que en aquella ocasión en que todos compartieron lo que traían ajustó y sobró. Y en eso descubrieron que el Reino era algo cercano para ellos.
    A alguno se le ocurrirá: ‹‹Pero ¿de veras sólo llevaban cinco panes, si iban en plan de día de campo?››. No les vaya a ocurrir esa pregunta. Sepan leer los símbolos. Y siete significa plenitud para los judíos. Y 5+2 son siete. Como también es simbólico el número 12 (el pueblo de Israel), de los canastos que sobraron: la plenitud que allí se dio es suficiente para todo un pueblo.
    Pero sí es importante que descubran que allí sucedió un milagro. Sólo que lo deben entender como lo entendemos los judíos: un milagro es un hecho -ordinario o extraordinario, comprensible o incomprensible para nosotros- en el que los hombres descubrimos que Dios está con nosotros y que nos salva. Sucedió allí un signo de que el reino ya comenzaba a hacerse un pueblo, el pueblo de hijos de Papá-Dios.
    Lo que Jesús hizo, pues, fue mandarles a los discípulos que organizaran a la gente en grupos de cien y de cincuenta, y que se sentaran en la hierba verde (era tiempo en que comenzaba a revivir el campo, con las lluvias tempranas). Y tomando los cinco panes y los dos peces, mirando al cielo bendijo a Dios y partió los panes y los daba a los discípulos para que los repartieran a la gente, y dividió también los dos peces para todos. Y todos comieron y se saciaron. Y recogieron las sobras de aquellos panes partidos, y las sobras de los peces divididos, y se juntaron doce grandes cestos. Los que comieron eran como cinco mil.
    Allí había sucedido un milagro: cuando el hombre comparte lo que tiene, Dios interviene y ajusta para todos y aún sobra; se había alimentado todo un pueblo.
    Y se armó un revuelo. Aquel grupo de gentes que inicialmente eran como ovejas sin pastor, sin cohesión, ahora eran un pueblo con columna vertebral, con un pastor que se preocupaba por su vida. No es difícil suponer que quisieran hacerlo rey. Y que a los discípulos aquello les pareciera muy bien. Y que estuvieran dispuestos a alentarlo.
    – ‹‹Ustedes se me van a Betsaida, a la otra orilla, y yo los alcanzo allá››, les dijo Jesús:
    – ‹‹Pero si ahora es cuando tenemos a la gente con nosotros -le dijeron- ¿y quieres que nos vayamos?. ¿Vas a organizar todo tú solo?››.
    – ‹‹No es lo que ustedes se están pensando; tengo que explicarle a la gente que no les ofrezco lo que ellos se esperan; les ofrezco el Reino de Dios, no el Reino de Israel sobre las naciones. Entiendan que no soy ningún rey ni ningún mesías guerrero. Por más que muchos eso quisieran de mí; ustedes, entre otros››.
    Jesús tuvo que obligarlos. El desencuentro entre las dos maneras de entender el Reino (Jesús y los discípulos) era cada vez más evidente. Parecería que mientras más tiempo pasaban con él menos lo entendían, menos sabían quién era.
    Finalmente Jesús se quedó solo. Tampoco le fue fácil despedir a la gente, convencerla de que su camino no era el que se imaginaban. Pero todo aquello iba cuestionando a Jesús más y más sobre su práctica. Porque los problemas que le causaba eran cada vez mayores. Y sin embargo, sentía un compromiso con el pueblo, con su vida, porque allí estaba en juego el nombre del Padre…
    Todo eso era lo que tenía que platicar con su Dios. Otra larga noche en vela con El, para conferir nuevamente, en el monte, en la soledad del diálogo íntimo con el Padre, el rumbo de su acción.

    Tempestades, miedos, falta de fe
    (6, 47-56)
    Allá a lo lejos se alcanzaba a ver, en la penumbra de la noche iluminada por la luna, la barca a mitad del lago. Y viendo cómo se fatigaban remando, pues tenían el viento en contra, a eso de la madrugada viene hacia ellos, caminando sobre el mar, y tenía la intención de rebasarlos… Viéndolo ellos caminar sobre el mar les pareció que era un fantasma y se pusieron a gritar; porque todos lo habían visto y se espantaron. Entonces él les habló y les dijo: ‹‹Tengan ánimo; soy yo, no tengan miedo››.
    Ese era el problema de los discípulos: el miedo, o sea, la falta de fe, que son sinónimos. Por esa falta de fe no comprendían a Jesús y lo que hacía. Lo veían como un fantasma; su sola presencia les hacía sentir el temor ante lo que nos rebasa y no podemos manejar a nuestro antojo, lo que no podemos designar con un nombre conocido. ¿Quién es ese Jesús que así vence tantos peligros de muerte que lo rodean -simbolizados en el mar embravecido-?. Si él está ausente, las olas parecen acabar con el grupo; pero basta que él llegue para que se calmen todos los huracanes. Realmente no entendían nada. Y particularmente estaban fuera de sí, porque no habían comprendido todavía lo de los panes; es que tenían la mente embotada.
    No habían comprendido la solución que Jesús ofrecía al mundo, el Reinado del Padre, que cambia todas las reglas del juego de la sociedad: solidaridad contra egoísmo, colaboración contra competencia, verdad contra hipocresía, justicia contra injusticia, libertad contra opresión. No comprendían por qué Jesús no aprovechaba las circunstancias populares para dominar ni por qué no se dejaba arrastrar por la popularidad, respondiendo a las expectativas de la gente.
    Tanto había sido el desconcierto que ni cuenta se dieron de que habían perdido el rumbo y finalmente llegaron a Genesaret, no a Betsaida, que estaba en la orilla superior del lago, al norte. Y allí nuevamente la misma historia mil veces repetida: el gentío que se agolpaba en cuanto reconocían que allí iba Jesús, y el montón de enfermos que le llevaban en camillas, a rastras, cargando, a donde quiera que llegaba. Las plazas de todo el pueblo, pequeño o grande, se llenaba de enfermos para que, al pasar, al menos pudieran tocar el borde de su manto. Y todos los que lo tocaban, por su fe quedaban curados.
    Ya a nadie le podía caber la menor duda: el asunto de Jesús, el Reinado del Padre, tenía como núcleo central la preocupación por la vida del pueblo y, concretamente, tres necesidades básicas: el hambre, la enfermedad, y la falta de sentido de la vida. A ello Jesús respondía compartiendo su propia experiencia del Reino, dando la salud y compartiendo su propio pan con la gente. Así iba, poco a poco, reconstruyendo la esperanza del pueblo. 

  • oscar varela

    Hola compañer*s atrienses! (repetido en otro post)

    A mi parecer ya va siendo hora de que Lali (tal vez en acuerdo con su lobby& Cía)
    nos sorprenda con un Post en torno a tantas cosas que en Comentarios salteados nos van diciendo.
     
    Yo me anoto ansioso por el sí
    ¿y ustedes, compañeros?
    ¿y la Redacción?
     
    ¡Presionemos, compañeros, si fuere necesario huelgueando!
     
    Gracias por el apoyo ¡Já! – ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • Sergio Zalba

    Estimada Lali:

    Mis conocimientos bíblicos son harto elementales, pero llevo muchos años escuchando y leyendo comentarios evangélicos. Nunca me había topado con una interpretación que afirme tan rotundamente lo que vos afirmas: “No hay en los evangelios ni un solo quebrantamiento de las leyes físicas”.

    Por favor, ¿podrías explayarte? Si fuese que al hilo de este artículo no es el lugar apropiado, podrías enviarle a Antonio una nota específica sobre ese particular.

    Ahora me quedé con la intriga sobre qué tienen que ver los panes en el relato de la barca. De verdad que ni recordaba ese final en el texto que, la Biblia de Jerusalen titula “Jesús camina sobre las aguas”.

  • Lali

    Corrección: En lugar de Mc 9, 51-52, Mc 6, 51-52
    Lali

  • Lali

    Amigo Oscar, empezaré por el final. El evangelio nunca me ha parecido trivial. Para mí da respuesta a los problemas crónicos de la humanidad y responde a las preguntas quizás más acuciantes del ser humano; diría incluso que también a la que subyace tras la última afirmación de tu anterior comentario, la que resaltas en negrita: “El milagro es lo que tú estás llamado a ser”.
     
    No he olvidado el fondo que contenía tu comentario. Tampoco los que incluían los de los amigos que escribieron antes y a los que tú hiciste alusión: Gabriel, Pepe, Rodrigo y Fico, pero como desviaste la cuestión de fondo  por la rama de la física, me he permitido salir de esa rama e intentar retornar al fondo de la cuestión. Estrategias de mujer, Oscar. Eso sí, hechas con cariño…
     
    No tenías que haber buscado cita alguna, ya te dije que en ninguna parte de dice que Jesús hubiese andado sobre las aguas. Habrás visto que en esos textos que mencionas se usa la palabra mar en vez de aguas. Hay una diferencia muy apreciable entre los contenidos de una y otra.
     
    No son cuentos esos relatos, responden a pedagogías elaboradas con detalle,  cuidado y una profundidad menospreciada unas veces por ignorancia y otras persiguiendo intereses muy retorcidos. Permíteme que no ofrezca mi punto de vista sobre esos relatos, nos iríamos del tema del artículo. Pero puedes ver una de las claves de lectura en Mc 9,51-52: “Su estupor era enorme, pues no habían entendido lo de los panes…”. Curioso, ¿verdad? El caminar sobre el mar tiene relación directa con la división de los panes.
     
    Un fuerte abrazo, Oscar, amigo
    Lali

  • Asun

    Lali, a mí también me lo pareces. La verdad es que Oscar en ocasiones nos sorprende   enormemente y esta vez, con sus comentarios es una de ellas. Genial los dos. Gracias.

  • oscar varela

    Hola!

    ¡Genial Lali!

    – Pero sé buenita y contanos ese otro cuento que tenés,
    y nos modifique el cuento que nos contaron, digamos desde chiquitos;
    o “La Sainte Bible traduite en français sous la direction de l’ecole biblique de Jérusalem” 

    – ¿cuál cuento?

    – Esos de Mt. 14,22-33  y sus paralelos (¿será un cuento sólo “para lelos”?); Mc.6,45-52 y Jn.6,16-21 (parece que se ¡salvó! el Lucas).
    ·········
    ¿Me podías haber ahorrado gastar tiempo en buscar las “citas”, no?
    ·········
    Gracias igual!
    `·······
    De todas maneras mi comentario tenía un Fondo y no esto, importante pero trivial, ¿no te parece?

    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • Lali

    Hola Oscar. Tú sabes que suelo hablar en serio y meditando antes lo que afirmo. De modo que repito mi anterior afirmación: No hay en los evangelios ni un solo quebrantamiento de las leyes físicas. Y aprovecho para decir que en ningún lugar de los evangelios se escribe que Jesús anduvo sobre las aguas.
     
    Un saludo
    Lali