Parece que vamos estando de acuerdo en que uno de los problemas fundamentales de nuestra sociedad es el desempleo. En esta primavera que avanza imparable dicen que el paro, en el conjunto del Estado, dejará bien atrás la mítica cifra de los cuatro millones. En lo que no coincidimos tan fácilmente es en el cómo atajar semejante desaguisado.
Las opiniones las dividiría en dos grupos. Unos predican la religión de la economía del progreso y del desarrollo, basada en el crecimiento económico continuo. Otros esbozan la utopía de un decrecimiento sostenible en sociedades autónomas, amables y ahorradoras. ¿Qué quieren decir unos y otros? ¿Dónde está la verdad?.
Personalmente estoy hecho un pequeño lío con lo de crecer y crecer, cuando una tierra finita nos obliga a pensar, un día si y otro también, en los límites de esta estrategia. En este punto asoma un concepto muy de moda: la economía sostenible. Lo que no está tan claro es si va a servir para resolver el dilema: “Cómo crear empleo, sin necesidad de crecer globalmente”. Es decir, cómo animar a decrecer a los ricos, para que los mas desfavorecidos puedan salir de la miseria y un mundo habitable para todos evite su autodestrucción..
Pues bien, los utópicos del decrecimiento sostenible en las sociedades avanzadas, dicen tener la solución. Naturalmente reconocen la dificultad, no solo de llevarla a la práctica sino también de darle publicidad. Estos idealistas son los que aspiran a un mundo mas justo e igualitario en el que la solidaridad, y no la riqueza, sea el auténtico signo de distinción social. Esta gente no solo teoriza sino que propone medidas concretas. Probablemente son discutibles, pero no merecen un silencio despectivo, ni de los medios, ni de los poderes fácticos. Una de ellas sería destinar las mejoras en la productividad a la reducción de horarios, en lugar de aumentar la producción. ¿Estamos mentalizados a compartir trabajo, aumentar el tiempo de ocio y frenar los despidos?. Otra, fomentar la relocalización de las actividades para reducir desplazamientos. ¿Por qué no restaurar la agricultura campesina, mas local y natural?. ¿Por qué no integrar en el coste del transporte los gastos de carreteras, puertos y aeropuertos, tratando de reducir vueltas y revueltas de escasa utilidad?. También recomiendan, entre otras cosas, penalizar la publicidad que incita al hiper-consumo, reorientar la investigación científica y la aplicada, reducir el despilfarro de energía, reordenar la educación, la sanidad y la jubilación, mejorar la eficiencia del sector público para que todos podamos pagar los impuestos y tasas con mas alegría, etc..
Todo un interesante programa de gobierno a debatir, pulir y poner en marcha sin dormirse en los laureles. ¡Pero hay mas!. Se atreven a insistir en los sectores a desarrollar en la tal economía sostenible. Visto lo ocurrido con la burbuja inmobiliaria y el grado de saturación al que está llegando la industria del automóvil, animan a impulsar otras actividades. Por ejemplo, la construcción de aerogeneradores y sus turbinas, paneles fotovoltaicos, bicicletas, metros livianos, producción de hidrógeno y sus motores, agricultura biológica, reforestación, etc.. Son propuestas que se oyen y leen de vez en cuando, pero que no acaban de encandilar a quienes tienen el poder suficiente como para impulsarlas con el suficiente ímpetu.
Personalmente me quedo con el discurso de los utópicos: “No podemos seguir en un sistema que si no crece produce desempleo, aumenta la desigualdad y hace zozobrar al estado del bienestar. El objetivo es una sociedad en la que se viva mejor, trabajando y consumiendo menos”. ¿Quien le pone el cascabel al gato y nos ayuda a superar el dilema?. ¿Nos resignamos a ver como un imposible el conservar la naturaleza reduciendo el crecimiento y, al mismo tiempo, acabar con el desempleo masivo en defensa del bienestar social?. Estamos hablando de sostenibilidad y solidaridad. De algo que se hace mas visible en el día a día de muchas de las familias castigadas por las altas tasas de desempleo. ¿Será posible sensibilizar, a las elites de la sociedad opulenta, de la necesidad de un cambio que evite la sucesión de calamidades, de uno u otro tipo, en la madre Tierra?.
Hablando de solidaridad y de ayuda mutua, llama la atención la alegría desbordante de quienes rescatan con vida a victimas de una catástrofe. Lo hemos vivido con intensidad, viendo conmovedoras escenas transmitidas desde Haití. Pero, vamos a ver, el sacar de apuros a alguien no solo produce satisfacción en situaciones excepcionales de gran repercusión mediática. Muchos de nosotros no podemos hacer gran cosa ante desgracias de este calibre. Lo que esta al alcance de todos es disfrutar de la sensación de bienestar personal que nos deja el hacer algo por los demás. Y para esto no hay que ir a miles de kilómetros, basta con mirar un poco a nuestro alrededor. El ser solidarios no es una obligación moral, es mas bien un medio eficaz para acercarnos a una felicidad profunda.
Iñaki San Sebastián Hormaetxea. Areeta (Vizcaya)
Amigo Iñaqui, con estos mimbres, con estos interrogantes y planteamientos es como yo creo que debe construirse hoy un religiosidad comprometida y moderna. Gracias por tu aportación.
Perdóname, Miguel González, pero no puedo aceptar tu respuesta radicalmente escéptica, desesperanzada, nihilista: no es verdad que no hay nada que hacer, hay mucho que hacer, se puede hacer, y puede dar resultados. Si no fuese así, tendrías que explicarme para qué murió Jesús en la Cruz, para qué mataron a Gandhi, para qué se pasó tantos años en la cárcel Nelson Mandela, qué podemos esperar de ese Reino de Dios que Jesús nos anunció….
Yo veo un vicio de planteamiento si no se hace una crítica radical del sistema económico actual: hoy se trabaja para producir el máximo con el coste mínimo y garantizar al que pone el capital las máximas ganancias; hoy, como las máquinas salen más baratas que el obrero, se sustituye al obrero por las máquinas y se le deja a la persona humana al margen del trabajo y del consumo, es decir, se le condena a morir de aburrimiento, de hambre y de inanición.
Y claro, con este sistema no hay solución posible.
Se precisa otro sistema en el que la prioridad sea dar trabajo y alimento a todas las personas.
Por ejemplo: los servicios municipales de limpieza, obras en las calles, etc. antes los realizaban barrenderos, aguadores, jardineros, un sinfin de personas. Ahora los realizan máquinas, que además de robar empleo a las personas, producen ruido, contaminación, molestias al ciudadano.
Si se pusiese en primer término la salvaguarda de los puestos de trabajo, no contaminar, produccir ruidos, no habría máquinas de barrer, ni de hacer agujeros en el hormigón…la ciudad sería un paraíso.
Pongo esto de la vida ciudadana como un ejemplo. Podría aplicar el mismo ejemplo a la agricultura. Se producen alimentos para ganar dinero, no para alimentar al personal; para hundir a la competencia, arruinar a la agricultura de los países pobres. Se sustituye a la persona por la máquina, se destruye empleo en la agricultura, se agota sistemáticamente los acuíferos, condenando tierras fértiles y frescas a la condición de desiertos estériles.
Y luego, como la persona necesita hacer ejercicio físico y en su trabajo no lo hace, se inventan deportes y más deportes…Cuánto más sencillo sería ejercitarse físicamente con el trabajo…
¿Decrecer? Yo prescindiría de ese término. Cambiar máquinas por obreros de carne y hueso supondría efectivamente disminuir la productividad, pero aumentar el nivel de empleo y la calidad del producto. Es está optica, esta forma de ver las cosas, lo que habría que cambiar. Nuestros antepasados hacían deporte con la azada, el arado, las tijeras de podar…de acuerdo, trabajaban como animales. No se trata de volver al ritmo de trabajo que ellos soportaban, se trataría de hacer ejercicio con herramientas y no con pelotas de fútbol…
O sea, que el ideal del máximo beneficio y mínimo coste habría que sustituirlo por el de máxima promoción del empleo y del bienestar de las personas y máxima humanización de los sistemas de trabajo.
Esto quizá sea marxismo puro, Miguel González. Para mí es evangelio puro.
Como decia alguien sabio, las pequeñas experiencias que en clave de Reino, estan destinadas a engendrar los cambios necesarios…Si Juan Carlos, la vida, la lucha y la Utopia, estan ahí palpitando.- Un abrazo desde Montevideo.- Gabriel – Antonio borra el otro que es error mio.-
Como decia alguien sabio, las pequeñas experiencias que en clave de Reino, estan destinadas a engendrar los cambios necesarios…Si Juan Carlos, la vida, la lucha y la Utopia, estan ahí palpitando.- Un abrazo desde Montevideo.- Gabriel
Efectivamente, somos muchos y muchas los que, procedentes de mundos tan diversos como la cooperación al desarrollo, el ecologismo, el sindicalismo, el movimiento por los derechos humanos, la lucha contra la pobreza…, vamos llegando al decrecimiento como herramienta para atisbar esa utopía de justicia y vida. Personas hartos de tanta competitividad e individualismo, conscientes de la inviabilidad del crecimiento económico como salida a la crisis, hambrientos de coherencia.
Es cierto que no tenemos una propuesta política -la estamos construyendo junto a otros muchos-, pero hay dos fuerzas que me parece que dan coherencia y sentido a lo que anunciamos y pretendemos realizar: la justicia social, en el sentido más clásico y más universal -con nuevas herramientas, como la exigibilidad de los derechos sociales, económicos y culturales o la soberanía alimentaria-; y el respeto al medioambiente desde la conciencia de su finitud.
Una urgencia: generar espacios, sistemas y estructuras que nos permitan romper con la ilógica de este sistema, llevar a la práctica cotidiana la apuesta personal y colectiva por la disminución, aquí y ahora, de bienes materiales (trabajar menos, cobrar menos, consumir menos) para crecer en otro tipo de bienes (servicios que respondan a necesidades colectivas, tiempo libre, relaciones personales, participación social). Esos espacios liberados que, insertos en nuestros pueblos y ciudades, generen interés y susciten esperanza.
Necesitamos pensar y actuar conjuntamente para incidir socialmente, y lo estamos haciendo en torno a pequeños colectivos, heterogéneos, muy vivos, conscientes de ir a contracorriente pero convencidos de la urgencia de cambiar de rumbo.
Iniciativas de transición, relocalización de la producción y del consumo, reparto del trabajo, trueque, redes de apoyo mútuo… Son algunas de las ideas ya en marcha, y la vida sigue…
Voy a pintar un cuadro de forma muy artesanal (es decir sin conocimientos de economía) y sin aspiraciones a decir nada que no se sepa, pero que quizá nos haga reflexionar un poco lo que tenemos encima. Desde luego que el problema es el sistema de producción y consumo actual, pero ¿es posible cambiarlo sin que esto agrave el problema del paro?
Veamos lo que ocurre en España. Todo el mundo coincide en que en España el principal problema es el desempleo. Y es evidente que el despegue de la economía española hace cincuenta años se hizo a partir del turismo y del ladrillo. Todo esto se ha venido abajo.
Consecuencias de la burbuja inmobiliaria en concreto:
Si pudiésemos hacer un gráfico en este espacio para expresar en qué trabajaban las y los parados actuales (hablo de España), pondríamos en el centro la burbuja inmobiliaria y en su derredor pondríamos fábricas de ladrillos, puertas, ventanas, persianas, cristales, sanitarios, albañiles, electricistas, pintores, fontaneros, yesistas, arquitectos, aparejadores, fabricantes de muebles, de solería, de electrodomésticos, fabricantes de pintura, escayola, cemento, tejas, grúas, transportistas de todos estos productos, fabricantes de los vehículos para el trasporte, oficinistas, vendedores directos e inmobiliarias, un sin fin de oficinas y sus administrativos/as correspondientes, etc. etc. ¿cuántos millones de parados/as ha producido la dichosa burbuja inmobiliaria?
Toda esta gente, al perder el trabajo deja de consumir o reduce el consumo de todo lo imaginable, necesario o innecesario, (coches, motos, bicicletas, determinados alimentos, ropa, libros, peluquerías, bares, restaurantes, cines, renovar elementos caseros, etc. etc. ), generando más desempleo ya que el pequeño o mediano comercio deja de vender, al mismo tiempo que se reduce la producción de lo que allí se vende, y se cierran pequeñas y medianas empresas, que a su vez también reducen o dejan de consumir lo mismo que vendían.
Para volver a dar trabajo a toda esta gente, habría que darle a la moviola y volver a lo que se hacía antes de la crisis, es decir, la crisis no habría servido para nada.
Lo que está claro es que tanto si sigue el sistema de producción capitalista tal cual (que seguirá), como si cambia algo… (cosa que dudo), el desempleo en España no se arreglará con una varita mágica, y nos esperan tiempos difíciles.
Un montón de gente, entre los que nos contamos y para nombrar a alguien representativos nombraríamos al profeta Leonardo Boff, hemos venido militando hace años, en esto de advertir, que la contaminación y la depredación expoliadora típica del capitalismo neoliberal ha llevado a un limite y lo ha pasado, rompiendo delicados equilibrios, que traerán año a año, un comportamiento climático que hará cada vez más difícil la subsistencia de la especie humana…
Ahora bien, si continuamos con este ritmo de contaminodepredación, mucho antes de lo que se espera, lo cambios se volverán muy agresivos para el sostenimiento de la vida humana…
Por lo que sea utópico o no, o cambiamos o nos enfrentamos a las consecuencias, aquí no hay alternativa…
Luego el problema no es el desempleo es el síntoma, de cómo bien dice el autor del hilo, un sistema, que debe ser al menos matizado a cortísimo plazo, cual es la solución… Una vez más, Boff y un coro enorme de personas, han insistido en que el cambio es exterior e interior, implica una forma de ser…. Humano, que nos sitúa ante la naturaleza y ante la realidad toda, de una manera diferente, no como algo extraño a la misma, sino en comunidad con las misma, entonces la solidaridad comprende la necesidad comunitario de donar gratuitamente y recibir lo que se nos dona gratuitamente…En esto nos puede ayudar las sabidurías ancestrales, hablo de la indoamericana porque es la que siento más cercana…Con su amor por la tierra y todo lo vivo, es decir por toda la creación…y a nosotros como parte de la misma…Entonces en que nos ayuda, en que no se necesita un crecimiento ilimitado, si terminamos con las bolsas de acumulación, como se logra esto, en primer lugar desmontando la moneda, es decir que los bienes se intercambien mediante un sistema que establezca el valor de los mismos en vinculaciones con los otros, un kilo de carbón, vale xxx de trigo…etc.…Allí esta para ayudarnos a descubrir que puede ser algo mas que utopía, EL SUCRE “MONEDA DEL ALBA”… SUCRE (Sistema Único de Compensación Regional). Y que al fijar los precios, es un sistema de compensación que tiene en cuenta las inequidades de las diversas economías)…Cuando no haya inequidades, no será necesario, esto nos todo un sistema de comercio exterior y nos ordena en cuanto a una PRODUCCION INTERNA COMPLEMENTARIO…es decir en donde no se produzca más de lo que se necesita y su valor no sea mayor que el necesario para cubrir las necesidades del país exportador… (Va eliminando los excedentes, ganancia-lucro, abaratando los costos).
La otra pata es planificar el desarrollo tecnológica con una premisa, el máximo empleo…si esto requiere que la tecnología sea…digamos redireccionado hacia por ejemplo en vez de maquinas robot, de maquinaria que multiplique la intervención humana, esto crearía empleo… A modo de ejemplo diríamos que se trata de priorizar la manufactura por sobre la informática, se trata de que la producción y comercialización de comida, abarca las necesidades humanas y no las de las multinacionales, para lograr mayor lucro…Se trata de que el trabajo humano participe más ampliamente de la riqueza que produce… Los corredores de comercio exterior emergentes, y experiencias como el ALBA, o LA ASEAN QUE APUNTAN A UN COMERCIO EXTERIOR SIN EL DÓLAR…pueden ser caminos, pero antes debemos sanar la enfermedad de acumular, que esta llevando a la abismo a toda la humanidad…Desde Montevideo, los saluda Gabriel
Pues agarraos bien,poque las cosas van a empeorar. A corto plazo,a medio plazo y alaro plazo:
“”En 2030 seremos 8.300 millones de humanos, y la demanda de agua y alimentos superará a lo que el planeta puede proporcionarnos. John vaticina hambrunas y epidemias que corregirán el exceso de seres humanos en el planeta. ¿Qué estamos haciendo para enfrentar el problema?””
Y el personal continua estando contra la Ley del aborto , contra el DECRECIMIENTO y contra todo lo que intente poner un poco de sentido comun en la locura que nos ha metido el capitalismo.
Pensran que llos s salvaran del desaguisdo???. Lo siento, pero cundo las cosas se pongan insostenibles, sera el momento de: ” aqui cabemos todos,o no cabe ni dios”
Las propuestas para arreglar el mundo resultan utópicas por teóricas. La solidaridad requiere acuerdo entre las partes. Nunca avanzaremos si nos dedicamos a reclamar (o a declamar) soluciones sin tener en cuenta quién nos escucha y quién está de acuerdo o no.
Este barro no bien cocido que es el ser humano (en sabias palabras del poeta León Felipe) es capaz de los mayores heroísmos a la par que de las mayores vilezas. Casi en paralelo y en una misma persona. De ahí que nunca haya triunfado ninguna revolución que no tuviera entre su objetivo oculto el quítate tú para que me ponga yo. Es la crónica del siglo XX del fracaso de las ideologías supuestamente de liberación que acabaron en estrepitoso fracaso además de que se llevaron por delante la vida de millones y millones de personas, entierro de la libertad mediante. Ni existe la sociedad perfecta ni semi perfecta ni mediopensionista ni existirá a tenor de la experiencia histórica que acumulamos. Y podríamos dar un paso más en la reflexión: algunos albergan la esperanza de que la democracia llegue a generalizarse de tal modo y hacerse efectiva hasta tal punto que los analfabetos dirijan países y el maestro ciruela ejerza de oráculo del pueblo (por aquello de que analfabetos y maestros ciruelas siempre habrá entre vosotros). Mucho me temo que por esos contoneos de la historia haya reestructuraciones o movimientos de las placas tectónicas, por usar una metáfora, que lleven las aguas al molino de siempre.
Contemplar, frente a un mundo imperfecto, a tanto revanchista, envidioso, con complejo de inferioridad; individuos que ponen palos en la rueda de lo que hay sin ser capaces más que de balbuceos de algo nuevo en lo que tampoco están ni convencidos y, además con tan pocos escrúpulos ante el totalitarismo, pues como que no motiva. Posiblemente (paradojas tiene la vida) sea la mejor vacuna. Uno cuando es joven se lo traga todo pero la edad no perdona y los experimentos, con gaseosa. Antes de derribar hay que ver qué se edifica en su lugar y a ser posible se construye algo (todo arquitecto que no aporta planos ni proyecto no tiene ninguna opción) para que lo nuevo pueda competir con lo viejo. Parece lo más correcto desde que un preboste del racionalismo lo insinuara, en su caso, referido a la certeza y la duda.
Lo cierto es que las alternativas al actual sistema no pasan de ser quimeras, cantos de sirenas que ya ni escuchan aquellos a quienes supuestamente les beneficia. Contraponer la quimera a la libertad es perder siempre.
Es muy fácil, predecir el futuro:
A la vista de las noticias que nos traen los medios informativos, y teniendo en cuenta que la Tierra es limitada, y por lo tanto, no puede admitir un crecimiento depredador ilimitado. No nos queda otra, que decrecer. Y no nos queda otra, que repartir bien.
Lo que ocurre es que los poderosos del mundo, no están por la labor. Solo un ejemplo. Recuerdo meses atrás, que algunos jefes de gobierno, hablaban de la necesidad de que desaparecieran los paraísos fiscales. Ya no se habla…
Lo que no hagamos de forma ordenada, “por las buenas”. Nos veremos obligados a hacerlo de forma desordenada “por las malas”. Y entonces…, que tiemblen los poderosos. Porque una vez más digo: que los pueblos no se dejaran morir mansamente…
Si alguna vez se han dado las condiciones objetivas, para: la Madre de Todas las Revoluciones. Es ahora en nuestros días.