Tenemos la suerte en ATRIO de disfrutar los avances de las memorias del Santo Oficio, que está redactando Celso Alcaina. Pulsando en su nombre pueden verse lo artículos anteriores. Hoy nos habla de un personaje que, teniendo rasgos de humanidad coincidentes con Juan XXIII, fue el más férreo opositor al proyecto del Concilio. Otros son hoy tan opuestos, pero con más astucia y doblez.
En el 30º aniversario de su desaparición
Sin entrar en Piazza San Pietro, me cobijé recorriendo el brazo izquierdo de la columnata del Bernini. Lloviznaba aquel 3 de febrero. En la recóndita Piazza del Sant’Uffizio surge, imponente, el renancentista Palazzo del Sant’Uffizio. En frente, el convento de los Agustinos Recoletos.
Un amplísimo portón coronado por un balcón del seicento. Unas anchas escaleras de granito que conducen a la “loggia” que circunda el claustro medieval. Sandro, el conserje, me deja a merced de monseñor Agustoni, quien me trata de colega. Sin llamar, me introduce en un despacho no muy amplio, unos 30 m2.
¡Arriba España”. Su voz es fuerte, segura, amigable. Me sonríe con la mirada algo perdida. Luego aprenderé que está casi ciego. Su ceguera no le impedirá un minucioso y delicado trabajo en el departamento más sensible del Vaticano. Tampoco le privará del trato directo con cada uno de sus colaboradores. Nos llamará por nuestros nombres. Nos individuará por sola la respiración, al cruzarnos en pasillos y despachos. Prescindirá de intermediarios. Tiene al alcance de su mano una batería de botones. Corresponden al teléfono interno de cada oficial, unos treinta en total. Muchas veces, durante los 18 meses siguientes, me llamará al 4881. Le traduciré del español o portugués. Con sencillez, me pedirá consejo sobre los nihil obstat a candidatos al obispado y sobre problemas diversos, a veces muy delicados, gozosos o vergonzosos.
En más de una ocasión Ottaviani se definió como el “carabiniere della Chiesa”. Lo fue desde su cuartel inquisitorial durante 33 años. Pío XI, en 1935, le confió la ortodoxia ante la “desviación” modernista y el avance del ateísmo marxista. Primero como “asesor”, el segundo de abordo. Luego, como máximo responsable del “Supremo Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición”. Más tarde se llamaría simplemente “Santo Oficio”. El Concilio Vaticano II dulcificaría el nombre: “Sagrada Congregación para la Doctrina del la Fe”. Habia sido “asesor” de la Secretaría Papal con el Papa Ratti. Pío XII temía a Ottaviani, al tiempo que lo consideraba el bastión de la Iglesia. Se conocían de antaño. Habían nacido en la misma calle del Trastevere, la via Vascellari. Pacelli, algunos años antes, de “buena familia”. Ottaviani, el penúltimo de doce hermanos, tuvo como padre a un humilde panadero. Su madre, en horas libres, confeccionaba sobres por encargo. Sus hermanos no pasaron de la escuela primaria. Ottaviani estaba orgulloso de sus orígenes.
Don Plácido Fernández, el Rector del Colegio Español, fue enigmático. En el comedor del Altemps, se me acercó: “Monseñor Parente quiere verte. Es el asesor del Santo Oficio, el segundo de Ottaviani”. Fui al Palazzo. “El Concilio quiere internacionalizar la Curia. Hemos pensado en ti. Tu prelado, el Cardenal Quiroga, ya dio su asentimiento. Por cierto, hace de ti un panegírico. El Cardenal desea verte una vez que hayas defendido tu tesis bíblica. Te daremos el grado máximo en el escalafón: aiutante di studio. Aceptas?” Elogió a Jozef Tomko, el Capo Ufficio de la Sección Doctrinal a la que yo sería adscrito con otros seis nuevos fichajes de cuatro continentes.
Ahora, yo estaba delante del gran Ottaviani, el máximo inquisidor moderno, el terror de teólogos, el coco y la criba de obispos, el mentor de dos Papas, el político instigador del “Pacto de Letran” que en 1929 cerró los 60 años de desencuentro con la República Italiana, el único firme canditato al Papado de la facción perdedora en el Cónclave que prefirió a Roncalli, el elocuente orador en el Concilio, el canonista autor del texto “Derecho Público Eclesiástico” estudiado en casi todos los seminarios. Su presencia, su atuendo, su conversación, nada lo distinguia de un cura bonachón, amable, sin distintivos pontificales. Botones rojos en su sotana.
“Arriba España”. Poco más sabía de español. Y me habló de política. Admiraba a Franco, era entusiasta de nuestro nacionalcatolicismo. Había visitado España. Recordaba con ternura al Cardenal Segura, maltratado por los rojos. “España es la reserva de la Iglesia. No como otros países, por ejemplo, Holanda”. Me entregó una carta sellada y lacrada. “Es tu nombramiento pontificio”, me dijo. “Debes entregársela en mano al Cardenal Fernando Quiroga. Te esperamos dentro de este mes de febrero”. Me despedí.
Pocos saben que Ottaviani, desde siempre, tenía otras ocupaciones, otras pasiones, al margen de su función de cancerbero de la Iglesia. El “Pontificio Oratorio di San Pietro” fue la niña de sus ojos durante toda su vida. Se trataba de un Colegio para niños del Trastevere romano, con sede en un anexo del Palazzo del Sant’Uffizio. A su Oratorio dedicaba los fines de semana y sus horas de asueto. Hacia esa institución desviaba buena parte de las rentas del importante patrimonio del Santo Oficio que el Cardenal administraba sin trabas. El Oratorio estuvo presente en las negociaciones con el gobierno de Mussolini. En efecto, fue Ottaviani quien sugirió que el Palazzo del Sant’Uffizio no fuera formalmente incluido en la Ciudad Estado del Vaticano, no obstante estar dentro de sus muros. Los Pactos Lateranenses califican el Palazzo del Sant’ Uffizio como extraterritorial, lo mismo que las tres basílicas mayores y la residencia de Castel Gandolfo. ¿El motivo? Ottaviani alertó al Cardenal Gasparri, plenipotenciario del Papa, sobre un eventual peligro para la educación de los niños trastiberinos. La nueva República Italiana, ahora reconocida, podría dificultar o prohibir el acceso al nuevo Estado de la Ciudad del Vaticano. Eso no sucedería si el Palazzo era meramente extraterritorial, por analogía con los otros inmuebles homónimos.
Un mes después de la mentada entrevista, volví a Roma y me establecí en el Pontificio Colegio Español, el Palazzo Altemps, de Via Sant’Apolinare 8. No por mucho tiempo, porque el Cardenal pensó en mí y me animó a aceptar un apartamento propiedad del Santo Oficio, sito en Via di Pietro Venturi, por una renta testimonial. No sólo. Apenas un mes después, me llamó. “Deberás echar raíces en Roma y tener un automóvil como la mayor parte de tus compañeros”. Cuando le dije lo que él se esperaba, me sorprendió paternalmente: “no importa, vete de mi parte a Mons. Masci (era el administrador, maestro di casa, así era llamado) y que te dé cuanto necesites para comprarte un buen auto. Devolverás lo prestado cuando puedas y como quieras”. Dos semanas después, tomaba mis primeras vacaciones veraniegas con mi flamante Volkswagen 1600.
Ése era Alfredo Ottaviani. No sólo el martillo de heterodoxos, reales o supuestos. Estaba seguro de todo. Los dogmas eran indiscutibles, sin matizaciones. Concebía a la Iglesia como una pirámide jerárquica, bien trabada, sociedad perfecta, con poderes divinos. El Primado romano tenía poderes absolutos y prevalentes. Además, era infalible. Así lo había instituido Jesús de Nazaret. Lo vivía, lo había enseñado en el Ateneo Lateranense y lo había escrito en su libro. Era doctor en Derecho Eclesiástico. ¿Teología?, la del Denzinger. Quien obedece no se equivoca. Mandaban los Concilios de casi dos milenios, el dogma, que por eso es dogma. No podía admitir de buen grado el revisionismo del Vaticano II. Se consideraba un importante órgano del Primado, del Papado. Su responsabilidad le había llevado a deliberar sobre la posible deposición del Papa Roncalli, en base a doctrina de teólogos salmantinos. A su entender, Roncalli rozaba la heterodoxia. Y su Iglesia necesitaba una cabeza sana que encarnara el Primado diseñado por el Vaticano I. Sufría con los cambios que él no lograba detener. Era autenticamente espiritual. De una pieza.
Despues de medio año en via Pietro Venturi, Ottaviani me ofreció un apartamento dentro del mismo Palazzo, 1ª planta. Acepté. Él residía dos plantas más arriba. Ottaviani tenía por costumbre rezar el Breviario paseando por la terraza del Palazzo, ático, quinta planta. No leía, sabía el oficio de memoria. Lo recitaba en voz alta, siempre con algún oficial. Me llamaba algunas veces, cuando los habituales Casazza o Agustoni no podían acompañarlo. Jamás vi a Ottaviani enfadado. Jamás me regañó. Y creo que lo merecí más de una vez.
Pablo VI, aconsejado por nuevos banqueros –léase Marcinkus–, decidió unificar las diversas Administraciones de la Santa Sede. Ello significaba suprimir la autonomía económica del Santo Oficio. También la de otros dicasterios. No la de Propaganda Fide. Conocí la decepción de Ottaviani. Resultó infructuosa una especial audiencia con el Papa para que desistiera de ese propósito. En una conversación con pocos oficiales, Ottaviani manifestó su profunda preocupación por el Oratorio di San Pietro y también por tener que prescindir de secretas inconfesables ayudas económicas.
Algunas de estas ayudas eran hurtadas al mismo Papa. No era por el Papa personalmente. Era por los adláteres que podrían conocer y difundir lo que debe ocultarse a toda costa. Un secreto deja de serlo cuando se sale de dos. Eclesiásticos degenerados, algunos de altísimo rango, en vías de recuperación, enclaustrados por sus delitos, o castigados con remoción de cargo y de lugar. Compensaciones económicas por reales abusos sexuales, o de otra índole, celados a la opinión pública. Seguimiento, patrocinio y colaboración con el partido demócrata cristiano de Don Sturzo. Identificación, marginación y persecución de los comunistas, enemigos de la Iglesia.
Pude verlos casualmente. El armario no estaba cerrado. Dentro había cientos de carpetas desordenadas con miles de fichas. Pregunté a un veterano colega. “Son las fichas de militantes comunistas del Partido de Togliati. Debemos bajarlas al Archivo”. Eran los años del bipartidismo italiano. Los comunistas pisaban los talones a los democratacristianos. Éstos buscaban el apoyo del Vaticano. Sin ese apoyo hubieran perdido. La cruzada jesuítica, impulsada por Pio XII, había declinado. Pero el Decreto de 1949, redactado por Ottaviani, seguía vigente. El Comunismo era perverso y condenable. Excomunión automática a los católicos que se afiliaran o colaboraran. Ottaviani no podía, no quería, aflojar.
Pero Ottaviani tuvo que tolerar, más que aceptar, el Concilio Vaticano II. También vi los voluminosos “esquemas” elaborados en el Santo Oficio bajo los auspicios y la ideología del Santo Oficio. Estaban a punto para ser propuestos a los Padres Conciliares. Convencido como estaba de su ortodoxia y de su oportunidad, el Cardenal esperaba su consecuente aprobación. Todos sabemos lo sucedido. Desde el primer día, tras el discurso del Cardenal francés Liénart, el Concilio derivó en motín contra la Curia personificada en Ottaviani. Fue abucheado, pitado. Se calló, pero no cedió. Sólo le quedó la sensación de que el Concilio se había equivocado. La doctrina conciliarista del siglo XV ya había sido definitivamente abolida por Pío IX y su Vaticano I. La Iglesia era una, romana, dogmática, divina, y semper idem.
Pablo VI decidió desembarazarse de Ottaviani. Sabía que Ottaviani no ejecutaría el Concilio sin una dura lucha cotidiana. Montini ideó la jubilación forzosa generalizada a los 75 años, 80 años para entrar en el Cónclave. Se comentaba entre nosotros. El Papa hamlético resolvió un problema particular con una norma general. Ottaviani, 78 años, dimitió. Sobreviviría 11 años a su defenestración. Seguí de vecino suyo en el Palazzo durante otros siete años. Asistía a las reuniones de los miércoles como miembro de la Plenaria. Seguro de sí mismo, fiel a sus convicciones, a sus amigos, a sus muchachos del Oratorio, a su Iglesia. Desaparecido Montini, Ottaviani sin mando, un nuevo Papa integrista llegó de la Polonia resistente y martirizada. El Concilio es frenado por la Curia, la fiel poderosa hija de Ottaviani. Seper, su sucesor, un croata débil, inculto e inexperto, se encoge de hombros o se deja enredar por los neocons. Y viene Ratzinger quien hace bueno a Ottaviani, mi superior, mi amigo.
A Luis Troyano:
Respondo a tu amistad con amistad.
Dice Ortega y Gasset que en la distancia es difícil distinguir si dos personas se están abrazando o se trata de una lucha cuerpo a cuerpo. Mira por dónde nuestro encuentro, que parecía una lucha cuerpo a cuerpo, era simplemente un abrazo.
Pero quiero añadir un comentario a unas palabras tuyas. Dices literalmente: “Creo que quieres conservar la Iglesia Católica tal cual es”.
Verás: en absoluto, o sea, de ninguna manera. De verdad que no me gusta la Iglesia, por lo menos en muchos aspectos, tal como se comporta y se está mostrando hoy día a la sociedad.
.-No me gusta que haya una preponderancia de las normas sobre el espíritu.
.-No me gusta que la liturgia esté tan regulada y tan fosilizada que, a veces, el santo pueblo llano tenga la sensación de asistir a un espectáculo distante y críptico.
.-No me gusta que se ponga más acento en los ritos que en el espíritu.
.-No me gusta que seamos una Iglesia que gasta más energía y tiempo en administrar sacramentos que en acompañar a los hermanos en la fe.
.-No me gusta un estilo de predicación que es más bien adoctrinamiento que evangelización, cuando no es simplemente publicidad.
.-No me gusta una Iglesia donde las palabras, casi todas, (las primeras y las últimas) las tienen los clérigos, y no el pueblo de Dios en su conjunto.
.-No me gusta una Iglesia que en sus comportamientos, normativas y regulaciones acusa un mortífero mimetismo con las peores formas de la sociedad civil.
.-No me gusta una Iglesia que, a veces, no es suficientemente humilde para exponer su mensaje y su voz, junto a otras voces y otros mensajes, sin que pueda exigir primacía.
No me gusta una Iglesia medrosa, que, a veces, parece tener miedo a afrontar la mundanidad (porque ella está en el mundo) con valentía y rigor.
No me gusta que los pobres no sean los principales y más queridos miembros de la Iglesia, según el mensaje inicial de nuestra familia.
Podría seguir con este inventario de dolores y perplejidades.
Sin embargo, pese a encontrar estos y otros muchos déficits en mi Iglesia, me parece que debo seguir en ella: porque en ella he aprendido a rezar, en ella he aprendido a querer a Dios como Padre, en ella he aprendido a conocer y a seguir a Jesús, ella me ha enseñado a querer a todo el mundo como hermano; porque entre sus muros hay muchas personas para las cuales la Iglesia es el camino y el recinto donde viven su religiosidad y su fe en Jesús; porque hay muchas personas que mantienen su fidelidad a la Iglesia como expresión de amor.
Puede que a veces me encuentre incómodo dentro de la casa, pero esta es mi casa y aquí permaneceré, con la ayuda de Dios, hasta la muerte.
Pero esto no hace que no quiera bien a quienes tal vez han abandonado los muros físicos de la casa, pero siguen viviendo, y a veces con más generosidad que los que aquí hemos quedado, el espíritu de Jesús y el seguimiento de Jesús. Y en Atrio hay muchas personas, y sus testimonios inundan todos los días estas páginas, con las que me siento fraternalmente unido, que han abandonado físicamente los aposentos de la casa/iglesia pero mantienen vivo y creciente el espíritu del seguimiento y la fidelidad a Jesús.
Un abrazo a todos.
¿El cielo aburrido? ¡Qué va, Luis –Luises-! Podría resultar muy entretenido, aunque no tenemos ni idea de cómo será –si es ‘hay algo después de la muerte’, claro, como creemos los cristianos que sí hay-.
Hace unos días mis hijos me han regalado un chisme (una cajita digital) que se enchufa a la tele y tiene montón de películas y fotos que nos hacía mi padre cuando éramos más pequeños (tendría yo unos 8 años), y las que yo mismo he filmado a mis hijos, y las de algunas excursiones por el monte, cenas y comidas con amigos y parientes, bodas de hermanos, primos y demás parientes, festejos familiares … etc, etc. Se oye lo que decíamos en algunas ocasiones … nuestra memoria no tiene suficientes gigas como para almacenar todo lo acontecido. Pero en la eternidad podría ser muy diferente, quizá, sólo Dios lo sabe.
¿Os imagináis ver en tropocientas dimensiones todos los detalles vuestras vidas con todos los detalles de nuestros pensamientos, sentimientos, emociones, verdaderas motivaciones, y las de vuestras personas más cercanas, incluso las de Marx y las de Jesús y las de …, comprendiendo el sentido de todo lo acontecido por dentro y por fuera a cada persona –hoy hay tanto que no comprendemos, tanto que disfrazamos consciente o inconscientemente de bueno, o incluso de Santo, cuando no es muchas veces más que carencia de ser persona humanizada y consciente de la Verdad- … Conocer la Verdad de todo tiene que ser la hostia de entretenido, interesante y gratificante.
Imaginaos, ver que razón teníais cuando hicisteis aquel comentario en Atrio discutiendo (quiero decir dialogando) con … Será divertido ver cuántas veces hemos metido la pata hasta el zancarrón, cuando creíamos tener toda la razón del mundo. Y ver quien ha gobernado de verdad la ICAR…. joo, jo
Será jodido ver cuánto sufrimiento ha habido, y cuánto sufrimiento podíamos haber evitado (amor, si lo logramos evitar, ateos o creyentes) y cuánto sufrimiento no hemos querido evitar al vecino (desamor). Será jodido ver cuánto daño hemos hecho; creo que ni nos lo podemos imaginar siquiera, los del mundo rico, cuánto daño hemos hecho.
Hoy mismo he leído un artículo de prensa en el que se afirma que la Iglesia (se refiere a la ICAR) ha hecho mucho daño a algunos indios americanos:
http://jubileomlp.blogspot.com/2010/02/cronicas-i-del-centenario.html
“La Iglesia, principal responsable de la opresión de los indígenas.”
Quizá veamos la eficacia que han tenido los rezos de Zapatero (bueno, su lectura del Deuteronomio, que lo que es rezar, no me ha parecido que haya rezado), o la de los rezos de la Jerarquía ‘infalible’ … jo, jo, jo, qué interesante. Sabremos también de dónde vino el espermatozoide que fecundó a la Virgen… Eso los que estén en el cielo; quién sabe si acaso en el último momento me cuelan a mí incluso, por alguna rendija de la pared de atrás … Lo que Dios haga, bien hecho estará.
Pero aburrido lo que sea que es el llamado cielo, no, aburrido no, de ninguna manera. Me gustaría llegar a estar alguna vez allí, por sentir a tope el amor sin trabas, y por conocer toda la Verdad y le sentido que ha tenido toda vida: eso debe ser la felicidad absoluta de las personas queridas … que en ese ‘entonces’ celestial serán TODAS …
Saludos cordiales.
Luís González Moran:
En los libros que leo, que son los que me proporcionan las pocas luces del saber que tengo, he leído que la religión que profesas es del todo legitima. Lo que ocurre es que no transforma, tan solo apuntala el ego. Como en el mundo hay de todo, normal es que existan religiones traslativas. Pero así y todo, hay que denunciar, cuando el mal que se hace, es superior al bien que se hace. Es apreciación subjetiva, ya lo se, en cualquier caso, si discrepamos, esta el dialogo o en debate.
Ojala todo el mundo que defiende posiciones conservadoras, lo hiciera con la amabilidad y la mesura que lo haces tu. (Creo que pretendes conservar la religión Católica, tal cual).
Creo en lo que escribo y digo, si dialogáramos directamente, lo haría con vehemencia, pero como digo, se que tienes toda la legitimidad. Lo que no es legitimo, son los abusos de poder. Obviamente, con esto no quiero decir que tu abuses, porque entre otras cosas, no te conozco suficiente.
El cielo debe ser un lugar enormemente aburrido. Porque solo está la parte buena de todo.
Defiendo que de lo bueno y de lo malo. Saquemos –bien-, en una armonía superior.Y aunque no lo queramos, con el demonio hay que contar, para generar ese –bien superior-. Si estoy dispuesto a integrar al demonio, con mas motivo contaré contigo, que no creo tengas nada de demonio.
En el caso de que alguien debiera desaparecer de los foros de ATRIO. Ese alguien no creo que debieras ser tu. Mas bien seria yo. Porque yo en estos foros soy el “pepito grillo”. La voz disonante. Aunque creo que entre los miles de lectores de los posts de ATRIO, muchos si me entenderán.
Gracias por las disculpas, pero no tienes porqué darlas, y gracias por considerarme amigo. Respondo a tu amistad, con amistad.
Creo que debería yo, de recibir clases de “esgrima dialéctica”, pero como soy tan tosco, muchas veces “hablando”, me creo enemigos. Celebro no haberme ganado otro enemigo mas, contigo.
Te creo inteligente y culto. Por ese motivo me extraña no captes en sentido con el que me refiero a lo de –maestros-. Pero ya está bien, no enredemos mas el tema.
A Luis Troyano.
Querido Tocayo. Leo sorprendido tu último comentario. Yo solamente había querido hacer una broma con el “vino nuevo” de que hablaba mi amigo Honorio y del chiquito” de que había hablado antes mi amigo Javier. Porque, aunque no lo creas, yo tengo muchos amigos en el Atrio, aunque no piensen como yo, afortunadamente para ellos. Pero sin ánimo de ofender a nadie.
Y de repente me encuentro con tu inesperada andanada, de la cual lo único que es verdad es que soy un cura viejo, pero ese es un problema estrictamente cronológico que no puedo evitar y que ya no tiene remedio.
No uso trucos: digo honestamente lo que pienso y en lo que creo, y a lo que he dedicado mi vida, y que para mí es defendible. Que para tí sea “indefendible”, no me convierte a mí en defensor de causas perdidas.
Lo de la “retranca” no es verdad: mi sentido del humor puede ser discutible, pero no hace sangre.
Lo de que somos “pésimos maestros” es otra gratuita afirmación: yo soy un forero más que no pretende enseñar nada a nadie ni ser maestro de nadie y que hasta hoy escribía cuando tenía algo que decir y que desde ahora tendrá que pensarlo, dado el talante cuasi-exterminador que comienza pulular por el Atrio. Me parece que habrá que ir preparando la despedida, para dejar el camino expedito a los que molestamos, aunque aún no estoy muy seguro de marchar “todavía”.
De todas formas, como parece que mis “cosas” te han molestado mucho, te pido sinceramente perdón por lo que haya habido en mí de culpa y ha provocado tu reacción.
Te saluda, aunque no lo creas, un amigo que cree firmemente, como en la única razón de su vida en Jesús de Nazareth y que no quiere hacer sufrir a nadie y menos a los compañeros del Atrio.
Un abrazo para todos.
Luis González Morán:
Yo se cual es ese vino nuevo, me remito a lo que ya he escrito en ATRIO. Pero vosotros los profesionales del espíritu, seríais los que primero deberíais conocer ese vino nuevo.
La retranca que usas de cura viejo, no tiene gracia, cuando se defiende lo indefendible.
Que entren todos y que se salve el que pueda: sois unos pésimos maestros, o como digo, profesionales del espiritu.
Honorio: gracias.
Dices muy evangélicamente: “No se puede echar el vino nuevo en odres viejos”.
De acuerdo, pero ¿dónde está y quién tiene el vino nuevo?. Como dice nuestro amigo Javier, oye, a ver si invitas un día a tomar un chiquito de ese vino nuevo…
Se admiten apuestas dialécticas y cordiales.
Un abrazo.
Amigo Luis: El debate sigue en “SOS por la iglesia de hoy”. Parece inagotable, apasionante para los “atrieros”. Tus reflexiones son muy válidas, yo también tengo miedo de los cambios bruscos, pero me da más miedo todavía “echar el vino nuevo en odres viejos”. Hablaríamos de Asturias y de sus sucesivos obispos, desde Merchán hasta el que acabáis de estrenar…para cuyo nombramiento, al igual que para el de Munilla, el pueblo fiel creo que no ha sido tenido en cuenta para nada. la diferencia está en que aquí el pueblo fiel opina, no se calla…
Pero entiendo y respeto tu línea de acción. Un abrazo.
Amigo Luis,
¿dónde he dicho yo lo que me imputas entrecomillado, que yo “jamás tomaría un chiquito con los Ottavianis, Ratzingers, Wojtylas, Cañizares, Lefèvbre ni Munilla”? Creo que es falso lo que me imputas ¿Es que no me lees con cariño de amigo?
Lo que he dicho es que ellos no se lo tomarían conmigo, ni con Honorio. Lo cual es un hecho real, una Realidad. Y que con los cristianos -y no cristianos- de Entrevías tengo mucho más fácil eso de tomarme unos chiquitos; de hecho los tomé hace un mes y medio o así con un tipo estupendo de Entrevías, con otros de Atrio, en el local de Mentxu, de la que es esposo Pepe Sala.
Lo que he dicho es que Blázquez no me contestó a ninguna de mis dos cartas que le dirigí a él, ni me dijo palabra alguna, ni siquiera por teléfono, cuando le dije que me por favor me dieran de baja de la ICAR. Lo cual también es un hecho real, una realidad.
Y he dicho que creo que un pobre y marginado como Jesús tampoco se tomó un chiquito (no confraternizó amistosamente) con los Caifás ni los altos dignatarios o jerarcas de su Iglesia judía, que fueron precisamente los que le asesinaron, si no lo he entendido mal.
Por otro lado, Luis, primeros en hablar en bloque de la ICAR son los que la dirigen-gobiernan, los jerarcas que se arrogan ser la única voz de la ICAR, su único Magisterio, su única doctrina. Ellos han creado la actual estructura piramidal en bloque de la ICAR, en cuya estructura ninguna oposición tiene la menor cabida, ni es imaginable siquiera. Lo cual atenta a mi modo de ver contra los derechos humanos, que los Papas no pueden firmar (de hecho no han firmado la Declaración de Derechos Humanos).
Una dictadura como la ICAR es una agresión, en tanto que dictadura.
Yo no hablo –hablas tú- de la Iglesia (me parece arrogante, como si quisieran negar, quienes así hablan, que hay otras Iglesias); yo hablo de la ICAR, y de la Iglesia de Jesús en la que permanezco como miembro del Pueblo de Dios, de los cuales Iglesia de Jesús y Pueblo de Dios no me he ido en ningún momento, pues yo no he apostatado de ni la fe ni del amor a Jesús ni del mensaje de salvación por el amor.
La hostilidad y agresión la empieza la jerarquía católica cuando pretende que la Iglesia de Jesús subsiste sólo en la ICAR, y en pretender que ‘fuera de la ICAR no hay salvación’. Dañina pretensión de monopolio, de los poderosos jerarcas católicos sumisos a sus Papas. Arrogarse monopolio es agresión, a mi modesto modo de ver.
Con esa arrogancia Luis, hoy van los jerarcas católicos acusando de complicidad o de favorecer el asesinato a los que voten la ley de plazos.
Luis, las agresiones suelen partir de los poderosos, y parten en este caso de la poderosa ICAR, cuyo poder en España se fundamenta enormemente en algo tan bestia y anticristiano como la Cruzada criminal, y en algo tan bestia y anticristiano como la dictadura fascista, también criminal, para lograr la cual hicieron su Cruzada católica.
Cuando condenes Luis aquella monumental visceralidad anticristiana azuzada por la jerarquía católica, esa monumental agresión católica, esa dictadura bendecida todavía hoy por tu jerarquía católica, en la que exterminaron a decenas de miles de personas de la oposición entre Misas, Valle de los Caídos y alabanzas y condecoraciones católicas al que llamaron los católicos Caudillo de España por la Gracia de Dios, entonces te escucharé sobre visceralidades.
Si ya las has condenado, semejantes agresiones viscerales criminales, lo cual no sé Luis, te aplaudo por ello.
Tengo entendido que todos los partidos menos el PP (lleno de católicos) han condenado la Cruzada católica y la inhumana dictadura franquista, de la que tantos privilegios obtuvo y mantiene la ICAR.
Saludos cordiales
Vengo del post de Lègaut y he tenido la impresión de pasar de una zona de calma a una te turbulencias.
Entré en este hilo con la intención de intervenir pero al ver que a algunos se os hace muy tan mala sangre con estos personajes, yo me he preguntado ¿vale la pena perder un gramo de energía rabiando contra determinados personajes? Y me he dicho pues no, hay cuestiones, personajes y personas que no tienen remedio y que no merecen mi tiempo salvo que haya que defender alguna causa justa en la que estas personas estén involucradas.
Así que “paso” y que cada cual se tome lo chiquitos con quien esté a gusto y le apetezca, que para eso están los chiquitos, para pasar un buen rato.
Un abrazo cordial.
Me hacen gracia, en el buen sentido de la expresión, los últimos comentarios que he leído en este hilo: controversias sobre si los jerarcas de la Iglesia son ceranos o lejanos en el trato con el común de los mortales, con el común de los fieles; sobre si suelen irse de pinchitos, copas, puro y café con el común de los mortales…
Qué simpátco todo. Desde luego debe haber obispos excelentes, como obispos y como personas, como creyentes discípulos de Jesucristo y como hombres cultos, sólo que “en general”, salvo honrosas excepciones, sigo considerando yo que que son distantes, muy distantes del común de los mortales.
Yo, que sospecho soy bastante más joven que la mayoría de los foristas de Atrio, he tenido la oportunidad de conocer a algunos obispos, y he hablado y comido y celebrado con ellos de un manera distendida. A algunos los he tratado con una elemental confianza, tampoco tanta; puedo asegurar que en efecto no son tan inalcanzables como tradicionalmente se ha creído. Sin embargo, mi impresión sigue siendo la misma: aunque es de valorar que ya en efecto los obispos no den esa imagen de autoridad absolutamente por encima de los seglares, para mí que es insuficiente: nunca me parecido estar con un obispo en un clima de confianza profunda, con la salvedad, acaso, no sé bien, de algunos momentos incluso festivos con alguien como Ramón Echarren, que no obstante tener fama de hombre social y avanzado, también tiene fama de algo gruñón y poco “sociable”.
Con el actual obispo de Tenerife también recuerdo una cnversación distendida, compartiendo una comida en la parte exterior de una ermita, juntamente con otros fieles. Es de agradecer que pueda ser así, aunque a decir verdad, a mí me parecen insuficientes “esas confianzas”, no porque yo plantee ir al otro extremo, al de, pongamos, a cada obispo o cardenal que uno ve, echarle el brazo por encima y decirle: “Qué pasa tronco, ¿nos echamos unas birras?” Tampoco es eso, creo en un cierto respeto a la autorida, por más que con algunos de mis amigos puedo compartir cervezas, caminatas, confidecias, los brazos sobre los hombros…
Sin embargo, como el “ethos” cristano según la buena nueva de Jesús de Nazaret es más actitud de servicio que de ejercicio de la autoridad propiamente (aquello de “quien quiera ser sevidor de ustedes, que se haga el último…”), a mi modo de entender las cosas le parece que en la Iglesia ha sobreabundado, entre los jerarcas, más la actitud de poder, de dominio, de autoridad convertida casi siempre en autoritarismo, que la actitud de sericio en claves de vivencia evangélica comunitarista, horizontal, fraterna.
Vamos, que el viejo sueño libertario de una sociedad sin clases, igualitaria y libre, no se ha manifestado lo que se dice mucho en las alas esferas eclesiásticas. Y sigue sin manifestarse con la intensidad y claridad con que debiera, me sigue pareciendo a mí.
Honorio,
Estoy convencido de que mis ‘cosas de carácter ideológico’ difícilmente tendrán más aciertos que errores, siendo muy benévolo; imagino que Blázquez es una buena persona, como los tíos jesuitas que aún me quedan, más viejos que él, con los que paso muy buenos ratos, y no son precisamente de la teología de la Liberación.
Por mucha ideología diferente de la mía que tenga Blázquez, podría pasar buenos ratos tomando con él chiquitos, cafelitos o vino ‘de misa’ (como tomaba cuando era monaguillo).
Encontraríamos sin duda mucho que compartir y de lo que disfrutar, incluso en el terreno ideológico. Tenemos mucho en común, pues ambos somos cristianos. Seguro que yo aprendería lo que ahora ni me imagino. Pero Blázquez está a una altura por la que de hecho yo nunca alcanzo a pasar, pues mi vida se mueve mucho más a pie de calle. No recuerdo haber conversado nunca con un Obispo, ni siquiera haber estado cerca de ninguno.
En cuanto a mi ideología, sí, me es útil, algo así como mi bici (que ya uso poquísimo). Pero en la jerarquía de cosas que me componen, creo que mi ideología está en no sé qué lugar, por las páginas interiores del folleto, hacia la mitad quizá. Y frecuentemente está en tela de juicio.
Bueno, para qué darle vueltas: nunca he estado cerca de encontrarme personalmente con Blázquez, ni me encontraré con él, con la vida que hago. Más fácil imagino que sería tomarme un vino con algún cura o con alguien de la parroquia de Entrevías (la que Rouco convirtió en ‘capellanía’, para quitarle luego las ayudas de Cáritas), a pesar de que Entrevías está mucho más lejos geográficamente.
Por desgracia veo a los Obispos demasiado lejos de la gente de la calle, más si son marginados, como era Jesús. A los Otavianis sólo me los imagino en las películas, o por Tv, tan altos dignatarios …
Nada desacertado Honorio, con la toma o no de los chiquitos me has facilitado una buena entradilla para que mi comentario además de breve fuera directo al grano.
Un abrazo
Voy a intervenir, y también cordialmente, en el cordial cruce dialéctico entre Honorio Cadarso y Javier Renobales.
En primer lugar, Honorio, muchas gracias, y voy a explicarte por qué. En una de tus aportaciones de hoy, día 29, incluyes esta frase: “Ni ellos son tan malos como algunos los pintan y pintamos, ni nosotros somos tan buenos como creemos ser”. Estimo que por aquí pasa una de las claves hermenéuticas de toda esta cuestión: hay en este Atrio de nuestros amores y dolores, un predominio exclusivo del riguroso negro al enjuiciar a las gentes de la Iglesia, con un dibujo plano, sin matices ni distinciones.
Javier lo ejemplifica y añade enfáticamente que “jamás tomaría un chiquito con los Ottavianis, Ratzingers, Wojtylas, Cañizares, Lefèvbre ni Munilla”: se ve que en estos personajes personifica su animosidad visceral contra la Iglesia, en la que fue educado y a la que abandonó, como él mismo nos cuenta. Debo, sin embargo, decir varias cosas:
1ª.- Que no se puede estar toda la vida dale que dale, dando contra el aguijón. No te convencía el estilo de vida de la Iglesia Católica, la abandonaste, pues, vale, compañero, sigue adelante en tu camino, y aquí estamos muchas gentes que estamos a tu lado, pero, por higiene mental, no puedes estar escribiendo todos los días contra ella porque es prácticamente imposible encontrar una sola intervención tuya en que no arremetas contra la Iglesia Católica Apostólica Romana.
2ª.- Hay, a mi modesto entender, un error de fondo en toda esta cuestión: se habla de la Iglesia, como si fuera un bloque único, homogéneo, pétreo, inamovible, insensible, coriáceo. Y esto es absolutamente falso. Las gentes que permanecemos en la fidelidad y la comunión eclesial no somos ciegos, ni mudos, ni estamos anestesiados: tenemos capacidad de pensar, enjuiciar, de ponderar, de valorar….y de sufrir. Pero nos parece más constructivo continuar dentro de la Iglesia, que no dar un portazo y ponernos a gritar desde la acera de enfrente: hay mucha comunidad y mucho pueblo de Dios al que hay que ayudar a que madure en su fe, pero desde la cercanía, no desde la hostilidad. Estar en la casa, no quiere decir encontrarse cómodo en ella: con toda certeza habría que amueblarla de otra manera y organizar otro sistema de convivencia. Pero esto solo pueden hacerlo los que vivan en la casa, aunque necesitamos la colaboración de los que habitaron en ella muchos años e hicieron obras de reforma saludables en ella.
3ª.- Javier concreta su belicosidad en una serie de nombres, cuya vida interior ni cuyo mundo interior conoce, solo desde el pálpito y desde la presunta intuición. Dentro de la Iglesia estamos –perdona que me incluya, pero llevo ya cincuenta y un años de vida sacerdotal y ya tengo mucha mili hecha y muchas guardias vividas en buenas y malas garitas- que creemos en Jesús, que intentamos realizar una vida compatible con esta fe y con su seguimiento y que no nos pasamos la vidas sobando el morbo contra los Ottavianis, ni los Setién, ni los Uriarte, ni los Blázquez, ni los Munilla…. Yo, personalmente, conozco muchísimas personas dentro de la iglesia que no saben nada del dualismo agustiniano ni de la controversia de auxiliis, pero que son honestas, sinceras, leales, comprometidas y generosas, que aman a Dios y a sus hermanos, que creen en Jesús y que, con toda certeza, no saben nada de Ottaviani, ni si era panadero o gran inquisidor o en qué equipo de la liga italiana jugaba, ni de su sucesor Seper, de quien mi amigo Celso Alcaína dice en esta entrada, con notable suficiencia, que “era un croata débil, inculto e inexperto”. Por cierto, que con amigos así, no hacen falta enemigos.
4ª.- A muchos no nos gustan muchas cosas de nuestra iglesia, por supuesto: pero no nos ponemos enfrente de ella y le tiramos pellas de barro a la cara, sino que intentamos limpiar su rostro desde dentro, como a una madre vieja y achacosa, a quien los hijos la quieren más cuando la ven doliente y humillada que cuando era lozana y frondosa y podía arremeter con todo. Te voy a poner un ejemplo: mañana, a las doce y media de la mañana, toma posesión en la Catedral de Oviedo nuestro nuevo Arzobispo, Don Jesús Sanz Montes, que ha sido acogido con bastante más cariño y respeto que el Obispo Munilla en San Sebastián. He estado deliberando si acudir o no a la ceremonia de toma de posesión. Tenía varios argumentos en contra: no me gusta la parafernalia de muchas de nuestras celebraciones, demasiado recargadas y ostentosas, no me gusta el desembarco de excesivas autoridades religiosas y civiles, no me gusta el excesivo mimetismo con la sociedad civil y sus formas, no me gusta una cierta impresión de fuerza que dan estos eventos, etc. Y, sin embargo, voy a ir: porque ahí está mi comunidad, ahí se encuentran muchos hermanos en la fe (otros optarán por no ir, y lo sé porque algunas personas ya me lo han comentado), porque quiero expresar, a pesar de mis luchas interiores, mi comunión eclesial, y por tanto estaré allí. Pero no voy de palmero, a la juerga triunfal.
5ª.- Voy a terminar con lo de los chiquitos de Javier: yo, que soy un cura ya viejo, como persona y como sacerdote, conozco muchos obispos y de varios de ellos soy amigos. He tomado café con muchísimos obispos (no tengo mucha costumbre ni tiempo para eso de los chiquitos) a lo largo de mi vida: mi amistad no tiene nada que ver con la identidad de pensamiento, así que con algunos me siento más cercano en modos de enfocar la vivencia religiosa y con otros me siento más lejano. Pero ninguno de ellos muerde, te lo aseguro, así como también te aseguro que ninguno de ellos se siente superman. Y he visto a obispos afligidos de tristeza y sufrimiento por la situación de sus iglesias locales. Y por cierto: pueden Udes. preguntar, por ejemplo, por Don Julián, el arzobispo de Santiago de Compostela o por Atilano, el obispo de Ciudad Rodrigo, ambos amigos míos y ambos buenísimos sacerdotes y obispos. Y otro día, si se tercia, aumento la plantilla.
6ª.- Por cierto, Javier: el cierre de tu última aportación me ha parecido cruel: “Y yo, como tú, Honorio, tengo –me tiene- mujer. Así la vida es bella”. Hay que ser más cuidadosos con aquellas gentes para quienes, tengan o no mujer, la vida no es tan bella, ni siquiera es bella.
Un abrazo para todos.
María Luisa, Jabier: Lo de tomar un chiquito ha estado desacertado, mis disculpas. Por supuesto que os reconozco toda la humanidad necesaria y mucha más para tratar con respeto y con cariño de hermanos a todas las personas. Yo quería referirme a las diferencias de carácter ideológico que hay entre los cristianos de corte conservador y los de tendencia progresista.
Pero ya puestos, me da por reconocer que esa resistencia que opondrían Blázquez, Ottaviani y Martínez Somalo a tomar un chiquito con nosotros, soldados de a pie, no son precisamente signos de grandeza de ánimo de esos señores, sino evidentes pruebas de…¿inmadurez? ¿timidez? (aquí se pueden poner muchas otras palabras, las que queráis.)
Junto a unas dotes intelectuales no despreciables, esos personajes evidencian graves lagunas en el terreno de la humanidad y del trato social, que no sé si son achacables a mala voluntad o a una educación misógina
Nuestro obispo Blázquez, Jabier, vive bastante aislado y solitario en una casa de ejercicios. Le haríamos un favor, creo yo, si lo llevásemos a las Siete Calles a chiquitear de cuando en cuando. Pero no sé si se dejaría…
Honorio, un poco de humanidad que me hubiera puesto Blázquez, y no me habría ido, pues yo me guío sobre todo por el corazón. Me hubiera mostrado el corazón su Eminencia pretendido sucessor apostolorum (o como se diga en la lengua de Ratzi), hubiera puesto algún empeño humano en comunicarse conmigo, y me habría quedado. Pero le importé un comino. Yo estaba solo, me fui sólo, sin hablar con nadie de mi decisión de irme de la ICAR, y me quedé con mis pensamientos, totalmente solo.
Los funcionarios católicos cubrieron su protocolo. Ni siquiera quisieron firmarme el acuse de recibo de mis cartas: el Vicario de Bláquez me dijo que lo tenía que consultar previamente, no sabía si podía firmar el acuse de recibo, no tenía decisión propia.
Siempre me he alegrado de haberme ido, y más me alegro cada vez que lo pienso, visto lo visto. Luego, casi dos años depués, encontré Atrio … La de orujo que he tomado con algunos de Atrio … Y lo que he aprendido … más que aprendiera Adso, de William de Baskerville. Y yo, como tú, Honorio, tengo -me tiene- mujer. Así la vida es bella …
Honorio Cadarso (o h.cadarso, como gustas presentarte en Atrio),
Desde mi posición de ideas algo confusas yo, que no tengo tu formación, ni de luchador obrero, ni de sacerdote católico (teología, filosofía, pastoral, música –te debo un libro de música vasca, no lo olvido, ya lo he encontrado …-), sino la de burguesito que creo tú no tienes, te pregunto, Honorio: ¿se ‘tomaba chiquitos’ (es decir, confraternizaba amistosamente) nuestro admirado hombre Jesús con los Otavianis de su época (Caifás y los de su jodido Sanedrín – hoy curia vaticanesca-)? Tengo entendido -corríjeme si me equivoco- que no.
Suponemos que Jesús no tenía un pelo de tonto: sabía bien (aunque progresivamente) a lo que iba, y por eso sabía que tenía poco tiempo, porque conocía a los Otavianis de su época. Aquellos Otavianis le limpiaron el forro a Jesús impunemente y en seguida, si no estoy mal informado.
Creo que el instinto animal de conservación de Jesús le libró de ‘tomarse chiquitos’ con los Otavianis de su época. Un pobre y marginal, tenido por loco por algunos de sus cercanos, como fue Jesús, no se toma chiquitos con un alto preboste, príncipe dignatario del becerro de oro católico, perdón, quiero decir de la alta jerarquía religiosa judía de su época (Jesús, en qué estaría yo pensando, con lo buenos que se hacen parecer los Otavianis, Ratzingers, Wojtylas, Cañizares, Roucos, Lefèvbres, Escrivás …etc., con al aureola de Santos Eminencias Ilustrísimas Sus Santidades que se ponen …- Magnifentísimas (le decía el pobre torturado dulcinista fraile benedictino Salvatore al cabrón de Inquisidor Papal dominico Bernardo Oui, en el film ‘El nombre de la rosa-), lo cual no le libró de la hoguera católica.
Mejor dicho, a la inversa, Honorio: son los prebostes los que no se rebajarían nunca a tomarse un chiquito conmigo. Esta es la realidad, la Verdad.
Honorio, me tomaré unos pelotazos contigo este finde (sé que tú tomarás café, pero te invito a lo que sea). Pero desde mi pequeñez burguesa te digo que los que no se tomarían nunca jamás un chiquito conmigo, con mi insignificancia de cuidadano de la calle, serían los Otavianis, Ratzingers, Wojtylas, Cañizares, Roucos, Lefèvbres, Escrivás …etc. Ni Munilla.
Mira, cuando me fui a dar de baja de la ICAR, le mandé dos cartas al que se suponía que era mi Obispo, Blázquez sucessor apostolicus. No habrás pensado, Honorio, ni por un momento que el pastorón (perdón, el Pastor que cuida de sus ovejas –quizá me creyó un zorro o un lobo o un mierda, un mindundi-) me ha contestado ni una línea, ni un gesto, ni una palabra, ni siquiera por teléfono.
NO, estuve siempre en tu ICAR a un nivel muy inferior al de un Jerarca, máxime si es, como era, flamante Presidente de la Conferencia Episcopal Española, el vuestroseñor epíscopo. Venga Honorio, que esos tan elevados cargos no son Iglesia de Jesús, en mi modesta opinión.
Su Santidad Blázquez, que ese mundano escalafón ni siquiera en llega a Cardenal, ni a Arzobispo, ni a Santo como el franquista Escrivá, ni lo ascenderán nunca dados ‘los servicios’ prestados, no se rebajaría nunca a perder el tiempo tomando un chiquito conmigo, ni harto de grifa. Sus altas responsabilidades de pastorón añillado enfajinado de la ICAR no le permitieron ocuparse de una oveja que él perdió para siempre. Ni se enteró, amigo Honorio, le importé un comino, a tu epíscopo Otaviniano.
No soy yo el que ha empezado a no tomarse chiquitos con semejantes ‘altas personalidades’ de la Santidad celestial.
Ojo, no estoy tirando a dar ni a rozar (no llegaría, y eso que tengo fuerte brazo con la derecha) ni a un estupendo y admirado amigo como Honorio, ni a nadie del foro.
Pero Honorio, enfoquemos bien la cosa: me temo que Otaviani en sus excelsas alturas vaticanesca no se habría tomado nunca un chiquito tampoco contigo, cura de Jesús. Ni aunque tú quisieras tomártelo con él, que tendría que pensar, por lo que dices, que tú SÍ te lo tomarías, el chiquito. Pero nunca te lo tomarás con ningún preboste de ese jodido tinglado católico. (lo de ‘jodido’ me lo ha pegado nuestro amigo Pepe Sala, el jabalí, pero me parece que es muy adecuado).
Mª Luisa, he intentado aportarte una respuesta, pero mi cabeza está en demasiados sitios, y además no tengo tu formación de filósofa … Ahora mismo no sé qué decir a lo que me dices. Me cuesta seguirte. Pero te reitero mi mejor aprecio como persona, que ya sabías.
Saludos cordiales.
Ni con Octaviani ni con Somalo me tomaría un chiquito estimado Honorio, pero si verdaderamente quiero construir el Reino de Dios si me los tomaría y de hecho me los tomo agradecida cada día con alguien cuyo pensamiento está muy cerca de ellos y no obstante por lo que esta persona es, la quiero así, sin más.
De eso se trata pues, el ritmo no es igual para todos/as, pero mientras se va en camino no debe faltar el respeto mutuo en tanto personas que todos somos a los ojos de Dios. ¿O cual sería entonces el criterio que mide ese amor del que tanto se habla?
Un cordial saludo
María Luisa: He leído con mucho interés tus aportaciones, me ha intrigado, mejor dicho, me ha emocionado tu historia personal, que al parecer está en el origen de tus posturas de hoy. De las cuales no participa en absoluto Jabier Renobales, según parece. A las cuales se acercan los otros: Vicedo, Liberto, etc. De las cuales se aleja por el otro extremo, al parecer, Tamames…Siempre según mi apreciación, por supuesto.
A ver si me explico, a mi manera un tanto basta y a la pata llana. Nos opusimos en tiempos a una dictadura política, intentando una RUPTURA, que finalmente ha sido una TRANSICION. En el Concilio Vaticano II pasó algo de lo mismo, algunos intentamos la RUPTURA y nos estamos quedando en una TRANSICION; y tanto la una como la otra, la política y la eclesial, se van quedando cada vez más, en opinión de algunos de nosotros, opinión que no comparten otros, en agua de borrajas.
Y vas tú, María Luisa, y, si yo he entendido bien, dices que hay que construir el Reino de Dios con la aportación y la confluencia de los unos y los otros. Y va Renobales y dice que “con los otros”, los de Ottaviani, no va ni a tomar un chiquito.
En lo político, no hemos tenido opción, la ruptura parece que no ha sido posible. En lo eclesial, ¿hemos tenido opción? ¿Era deseable la ruptura? ¿Sigue siendo la estructura eclesial estructura evangélica, de salvación, mejorable y restaurable y reformable?
No sé si formulo el dilenma igual que tú. Pero yo lo formularía así. Por otra parte, soy muy adicto del ritmo del pensamiento marcado por Hegel: TESIS-ANTITESIS-SINTESIS. Y pienso que “ni ellos son tan malos como algunos los pintan y pintamos, ni nosotros somos tan buenos como creemos ser”.
Te contaría cosas de Martínez Somalo, el choricero de Baños de Río Tobía y camarlengo de S.S. Pero lo dejaremos para otro día.
Y como no podía ser menos, en ese mismo portal en el que ayer leía la noticia sobre la exhortación de Benedicto XVI a los fieles católicos a creer “cum Petrus et sub Petrus”, publiqué unos comentarios como forista en los que planteo que ese creer “cum Petrus et sub Petrus” no implica negarse a pensar, perder el sentido críticamente fraternal, no atreverse ya a opinar con libertad, etcétera, y resulta que me llueven críticas de foristas que se consideran más ortodoxos que nadie y que me cuelgan el sambenito de heterodoxo, disidente, rebelde con o sin causa…
Uno se queda de piedra. Esto es, no suponía que simplemente por considerar que los obispos deben ser más cercanos, sencillos, humildes, solidarios, respetuosos de la libertad “heterodoxa” del pensamiento y de la acción, más fraternalmente horizontalistas y comunitaristas y menos jerarcocéntricos, menos críticos con los movimientos solidarios, obreros y de izquierdas -la impresión que dan en España al menos es que son muy críticos con esas movidas, tan llenas de imperfecciones, por otra parte, y mucho menos lo son con cualesquiera movidas conservadoras y de derechas, y aun de extrema derecha-, por lo visto estoy poniendo en entredicho la Revelación, el Magisterio y la Tradición viva de la Iglesia.
Vengo de leer en Redes Cistianas el artículo de Juan Arias titulado “¿Por qué la Iglesia teme a los diferentes?” Antes, leí una información, publicada en un portal de Intrnet que se sitúa en la antípodas ideológicas de Atrio, en la que Benedicto XVI asegura que no puede haber verdadera renovación en la Iglesia sin counión con el Papa. Y cita como modelo de esa comunión fratern con la jerarquía y con el Papa,nada menos que a Francisco de Asís, santo que se caracterizó por su radicalísimo sentido de la pobreza no reñido con el amor a los pastores de la ICAR.
Es decir, cualquier parecido entre la propuesta de Juan Arias y la de Benedicto XVI, pura coincidecia. ¿Entonces? Entonces la doctrina de la Iglesia pretende aclarar: obedezcan dócilmente a sus pastores, garantía de la comunión con la fe y la doctrina verdaderas.
Sin embargo, tengo que reconocer que no estoy poco de acuerdo con la presentación que de Jesús de Nazareth hace el periodista y escritor Juan Arias, si bin no con todo. Pero estoy de acuerdo porque ese Jesús de Nazareth es precisamente el de los Evangelios: un profeta procedente de una aldea perdida y casi anónima llamada Nazareth; hombre de vida sencilla, muy cercano a todo el mundo, especialmente a los marginados, a los pobres y enfermos; una especie de profeta más parecido a los fariseos que a cualquier otro grupo religioso judío aunque sin ser propiamente un fariseo, y que no tnía ni dónde reclinar la cabeza, por más que no hacía ascos a la hora de sentarse a comer con los ricos fariseos… Un hombre que, desposeído y abandonado incluso por los suyos, murió crucificado, acusado de sedicioso, entre dos ladrones o malhechores, dos proscritos. Y murió desnudo.
Y si comparo las peripecias, la vida y obras y milagros de ese judío llamado Jesús de Nazareth, con la pompa y el boato de la ICAR, con el centralismo romano, con la sacralidad del poder, con la jerontocracia, con el piramidalismo jerárquico, con el clericalismo eclesial, con las forms protocolarias de tratamiento (eminencia, ilustrísim@, beatitud, santidad, santo padre…)…
Me parece estar plenamente convencido de que muchas personas de buena voluntad no pueden tragar con eso; vamos, que no encuentran manera alguna de conciliar la memoria “subversiva y confraternizadora” de Jesús de Nazareth, el Rabí de Galilea, con muchos de los usos, hábitos, normas, amenazas, exhortaciones y maneras de la ICAR actual.
Javier, sigo pensando después de leerte aquí y allí lo mismo que ya te dije, la simple queja no responde a la crucial pregunta lanzada días atrás por un comentarista ¿Cómo es posible que en la ICAR haya tanta disparidad ..etc.?
Tus críticas aun siendo ciertas, pues está a la vista de todos el transcurrir manipulador de la institución eclesial, sin embargo todo lo que ello ha supuesto de perjuicio para las personas no lo explica la simple visión crítica que desde fuera y de forma permanente se haga. Así podríamos estar criticando toda la vida esta situación y no por eso dejaría de existir.
Precisamente por tratarse de personas, con más razón se debe profundizar en el fenómeno y las causas que lo produce prestando para ello también atención al factor psicológico humano. Si repartieras un poco también la energía en esa dirección, amigo mío, no sabes la de cosas sorprendentes que descubrirías.
Ah! No te preocupes no espero respuesta.
Amigos y Hnos:
Comparimos con ATRIO un buen complemento a lo expuesto por Celso. Es la entrevista al buen Hno.
José María Castillo y su contundente Entrevista.
Podeís entrar a: http://www.reflexionyliberacion.cl
Mira lo que quieren que se proclame y proclama en la ICAR como PALABRA DE DIOS, que condiciona a los creyentes por fe en la REALIDAD DIVINA, y es ofrecida a quienes con plena libertad y fe no creen en esa REALIDAD – Ni unos ni otros tenemos pruebas científicas de ella -: (Ju. XIII, 35): “-En esto conocerán que sois discípulos míos, – dice o le hacen decir a Jesús- EN QUE OS AMAIS UNOS A OTROS.” A lo que se añade la cuestión de la coherencia o incoherencia de actitudes y comportamientos.
Y con esto, doy por concluidas mis aportaciones sobre este tema o hilo como veo que algunos lo llaman. Gracias por vuestra atención.
No sé, amigo Antonio Vicedo; a mí la común fraternidad me sugiere relación de amor mutuo con el hermano, bien sea con el hermano ateo, o bien con el hermano convencido por la fe de que Dios (Padre, amor) está en nosotros, en cada uno y en comunidad.
No hay fraternidad sin amor ysí la hay sin creencia en Dios. Si el amor es Dios, como creemos los cristianos, pues bueno, vale. Pero tampoco nos hace falta más a los cristianos, no necesitamos tanta jerarquía, tanto Papa poderoso …
El hermano ateo cree que no existe Dios, y sin embargo sí hay amor para él, la verdad del amor, la vida que es amor, el camino del amor que lleva a vivir feliz, a vivir mejor, más humanamente, y todo eso sin necesidad de creer el ateo en Dios.
Lo que importa pues, es que haya amor que se manifieste o realice en obras de amor, que sí son demostrables, a diferencia de Dios, que no lo es.
Aunque no haya Dios. Lo importante es el amor, eso es lo necesario, no creer que hay Dios o deja de haberlo. Y menos aún es importante o necesario creer en la ICAR, o relacionarse con ella de ninguna forma.
La ICAR nos lo ha montado todo a partir de su idea imaginaria (por la fe) de Dios, y nos ha contado que Dios ha querido la ICAR, que es obra de Dios o fundada por Dios, que Dios la sostiene, la gobierna, elige y les hace infalibles al Papa, a los Obispos, y a la ICAR, les da poder para manejar lo que llaman la Gracia, y para perdonar los pecados …etc.
Incluso han casado a Dios con la Virgen madre de Dios (o Dios fecundó a la Virgen sin estar casados, se me escapan estas imaginaciones), y han casado a su ICAR con Jesús, llamándola sociedad perfecta, Santa, divina, y hasta han hecho Dios a Jesús, e incluso dicen que el Papa representa a Dios en la Tierra … etc. Una gran construcción imaginaria a su antojo, a su gusto, a lo que conviene a sus intereses materiales, construcción que han colgado del manejo que hacen de Dios.
Yo creo que no es así. Demasiado manejo de Dios, demasiada falsedad.
Creo que muchas personas encuentran sentido a su vida, y la viven felices, sin necesidad de creer en Dios (máxime visto lo que hace la ICAR con Dios). Y por supuesto sin necesidad de la ICAR, que se quiere hacer imprescindible.
Pero no sin amor, no sin amar, nadie encuentra sentido a su vida sin amor, sin amar. Lo importante es pues amar. Si hay Dios como y creo, eso es para lo que nos ha hecho Dios, para amar, y punto.
Creo que no nos ha hecho Dios para que le demos tantas vueltas a Dios, que si existe Dios, que si se ofende si no vamos a Misa, que cómo es Dios y que si Dios hizo o hace o va a hacer, y que si Jesús es Dios y que si la que nos quieren hacer pasar por esposa de Jesús es infalible, o sólo lo son sus Papas y Obispos …
Lo importante, la verdad, el camino son pues las personas humanas (Jesús por ejemplo), no la idea de Dios ni la creencia en Dios, ni siquiera experimentar a Dios, sino al prójimo, a la pareja, …etc.
En efecto, querida Asun, como todos aquí expreso opiniones y experiencias también por cierto, como tú (en tu bonito relato del buscar fuera de sí) extraídas de momentos decisivos en la vida de la persona. Sin embargo se ha de ser consciente y asumir los riesgos que eso a veces comporta.
En cuanto a la metáfora del ver y la mirada, entrar en ella hace comprensible lo que quiero decir cuando digo aquello de que no es por nuestra propia voluntad lo que nos mueve ir hacia la verdad.
Por ejemplo, el ojo ve pero limitado sólo a eso al ojo le es indiferente la realidad, con que haya cosas objetivas que satisfagan su voluntad es suficiente. En cambio cuando el ojo mira se abre a la verdad de la realidad a la que mira, cumple así su plena función.
Como sienpre tu sensibilidad te delata, querida amiga, un abrazo
Querida Mª Luisa,
Muchas gracias por el empeño tuyo en darnos a conocer tus experiencias para que podamos discernir mejor en la mirada. Eres muy realista al calificarlo de callejón sin salida, perdiendo toda esperanza en el asunto que has mamado y sufrido. Pero la Realidad en la que convergen las realidades más concretas que manan de ella, han aprendido el camino y ya no se extravían, aunque aparentemente pueda parecerlo o confundir para quien no “ha visto” aún. La libertad interior no lo da cualquier verdad, porque si no va acompañada de amor se queda en un espejismo.
Dices que “…no es por nuestra propia voluntad lo que nos mueve ir a ella sino que como es la Verdad realmente la que se nos impone es ineluctable (vocablo extraído precisamente de Légaut) abrirse a todo nuestro potencial humano para que la verdad recaiga en el lugar que le es propio. En la realidad humana y desde ella cambiar el mundo”. Entiendo, entonces, que la Verdad se nos va imponiendo a medida que nos abrimos más y más a lo que ya es y en realidad somos, todo un potencial de humanidad en riqueza y bondad, desde ahí se podrá ir cambiando el mundo dejando ser sencillamente lo que se es.
Lo dejo aquí. Creo que lo contrario es ir dando vueltas y más vueltas a lo que no se está “dispuesto”, quiero decir, más bien, posicionado a la praxis de la mirada.
Un fuerte abrazo.
Javier Renobales Scheifler 25-Enero-2010 – 3:10 am
CITA:- “Venga, mi buen cura Antonio Vicedo, … Tío, (amigo), me recuerdas que el cristianismo (como dice Puente Ojea) es lenguaje lleno de ambigüedad. … Lo que digo es: … la traición de la ICAR oficial … a Jesús de Nazaret, al mensaje de Jesús, pobre entre los pobres, y por eso lo mataron.
Te agradezco la referencia (mi buen cura … Tío –amigo)) que creo no va en la identificación personal de ATRIO como tampoco lo de pensionista de 81 años, esposo de Consuelo y padre de dos hijos ya mayores de edad. Pero, son cosas de la comunicación y como nada es erróneo, ahí queda del pasado, presente y para lo que vendrá.
Puede que, contemplado desde algún vértice, se acierta en eso de la ambigüedad y aún de la mucha dificultad del lenguaje cristiano, como ya lo manifestó el apóstol Pedro, indicando el remedio para superarla, aclarando lo confuso desde lo más claro y no al revés
Púes esto si que tiene miga: porque lo más claro, está tan clarísimo, que parece ser. que esta claridad, se convierte en la mayor dificultad para entenderlo y practicarlo.
Porque no me dirás que hay mucha ambigüedad en lo de FRATERNIDAD UNIVERSAL y en lo de ponerse DIOS en LOS MÁS PEQUEÑOS DE ENTRE LOS HUMANOS para darnos a entender que nuestra relación con Él no se puede considerar tal, hasta que no se concrete, al modo posible y no caprichoso, en el ÚLTIMO HUMANO, si así lo consideramos.
Esto que dices: “-Creo que no se trata de optar por Dios, sino por los que hoy nos piden para vivir. Olvidemos a Dios, que ya está demasiado presente en estos, que nos siguen pidiendo, y pidiendo, y pidiendo “, en nada contradice aquello a lo referido a la consideración que de Dios hace y dice JESÚS.
Porque la referencia a Dios de este modo, no comporta ni teóricamente, ni menos en la práctica, ninguna ambigüedad.
La COMUN FRATERNIDAD implica COMÚN FILIACIÓN, y esta, necesaria RELACIÓN con UN PADRE, aunque de ÉL no podamos probar su realidad, como tampoco negarla.
Y, hablando entre HERMANOS; es muy conveniente apuntar a que el sitio que corresponde a LA MADRE-PADRE no se considere UN VACÍO, para evitarle a cualquier DESCENDIENTE la fácil tentación del MATER-PATERNALISMO, ni en la ICAR, ni desde la FAMILIA ADULTA hasta LA ONU.
Una reflexión inspirada sobre algo que leí de una persona a la que admiro. Creo que más o menos decía así: No es posible ver sin una mirada. La función del ojo es ver pero en su justo sentido mirar es algo que “hacemos” para ver. Miramos desde el logos que dice lo que vemos. La función del ojo pues es ver, pero los ojos no ven sino nosotros al mirar, pues al mirar no sólo miramos con los ojos sino con todo lo que somos, fuimos y queremos ser. La mirada es volitiva es también histórica, cultural y social y viene empapada con la mirada de los demás. Desde esta perspectiva la mirada es una praxis, es un modo de estar en la realidad. De ese modo es cuando la realidad pasa a ser algo hecho, es decir una realidad de hecho, una realidad posible.
Si he tenido especial interés en desarrollar un poco las ideas sobre la voluntad de verdad expuesta, según mi opinión, en mi anterior comentario, es por la sana intención de dar a conocer a quien buenamente lo acepte experiencias vividas y contrastadas que pienso pueden, en determinadas ocasiones, considerarse. Sobre todo aquellas en las que se establecen prolongados e infructuosos argumentos entre dos posturas opuestas. Entonces es cuando en mi observación atenta me pregunto ¿Quién intentará cambiar a quién? ¿No se está dando siempre vueltas a lo mismo? ¿No se estará cogiendo gustillo a este callejón sin salida?
Puesto que mi amiga ha pospuesto para mañana la visita voy a dedicar un poco más de tiempo en desarrollar un punto clave de la cuestión. Dices Javier que somos nosotras, las personas quienes estamos sobre las placas telúricas mencionadas. Pero esto mas que una verdad es sólo una realidad construida dentro de la cual nos encontramos como tu muy bien dices, por eso dije lo de constatable porque es un hecho montado con pretensión de verdad solamente pero sin visos de ella. Es por consiguiente un instalarnos satisfactoriamente en lo que se dice sobre la verdad, pero nada más, y en esas condiciones es imposible que aparezca búsqueda alguna. De ahí que me fijara en el carácter condicional y subjetivo de tu frase. (…para que la aceptemos….si tenemos el valor de hacerlo…) ahí es donde se ve que no es por nuestra propia voluntad lo que nos mueve ir a ella sino que como es la Verdad realmente la que se nos impone es ineluctable (vocablo extraído precisamente de Légaut) abrirse a todo nuestro potencial humano para que la verdad recaiga en el lugar que le es propio. En la realidad humana y desde ella cambiar el mundo.
En mi anterior comentario al ir escribiendo me ha salido una ventanita informática que justo me ha anulado las letras en el punto donde quería poner “con todo su ser” ha quedado “codo su ser”, en fin, cosas de la informática.
Javier, creo que más de una vez, pero es que te lo diría siempre, tus escritos en cuanto mirada crítica son para mí impecables.
Cuando te leo, después de todo lo que, como pesadilla, por culpa de la mentalidad jerárquica se convirtió una gran parte de mi vida no puedo más que asentar silenciosamente al leerte todo cuanto tu sentido crítico expresa. Conozco bien el percal. A falta de comunicación en aquel tiempo con Cañizares y otros obispos, acudí todavía a instancias más altas hasta llegar al mismo Somalo entonces cardenal cercano al papa. Tuve respuesta directa de Roma, pero no era lo que se me proponía más que el comienzo de una partida de ping-pon. Pues bien con este panorama y envuelta además por un circulo de mentalidades todas ellas similares, es decir, acríticas o indiferentes se me cerraba toda posibilidad de crítica por lo que mi salud se vio muy afectada. Sin embargo aproveché para ir más al fondo del problema de manera que mi atención la fijé no sólo en el factor psicológico sino también en el real. Con esto quiero decir, por que no es cuestión de alargarme, que si sólo me detenía en el terreno de lo psicológico, como la persona es con sus psiquis también como entra en el terreno de lo real era por tanto más aconsejable que el estudio lo enfocara no tanto al psicologuismo humano sino a una filosofía del conocimiento humano en tanto realidad. ( dios psicológico – Dios real)
Hasta aquí te puedes hacer una idea general de mi situación, que junto con ella, es decir, con mis circunstancias acuestas he ido con optimismo obteniendo el fin que me proponía. Libremente, marginalmente, sin nada, sólo espiritualmente, escuchando, ayudando en lo que puedo, y haciendo también en lo que puedo, felices a los demás, aunque estos me apunten sin compasión.
En fin Javier esta introducción a ti también puede hacerte ver que andamos muy próximos acerca de lo que pensamos, por eso me limitaré ahora a grandes rasgos darte mi opinión sobre en algunos puntos de tu escrito.
“Vaya que sí se esclarece. Sobre las placas telúricas están (estamos) las personas. Esa es la Verdad, que se nos impone, la que decimos buscar, la Verdad que se nos muestra para que la aceptemos, si tenemos el valor de hacerlo, y acometamos hasta resolver todos los sufrimientos humanos”
Estimado Javier, el carácter condicional que subyace en esta certera y compendiosa frase es la razón por la cual nos hace entrar al fondo de la cuestión y resolver el hecho de que como es la Verdad la que se nos impone habrá de ir a ella de una precisa y determinada manera. De ahí que en ese ir en su búsqueda se hará imprescindible la responsabilidad del cómo ir. Precisamente por lo condicionada que está la psiquis cuando esta está sometida no a la Verdad sino a lo que se dice de ella.
Lo que hay que esclareces, pienso, se halla en este espacio donde la persona aun con todo su potencial humano que la constituye pueda al ir hacia la Verdad bien inclinándose meramente con una parte de él (el psicológico) o con todo su potencial humano el psicológico y el real, codo su ser, que en tanto real es aquel en donde recaerá la Verdad. No olvidemos que el correlato de la Verdad es la inteligencia pero para que ésta sea verdaderamente humana ha de ser sensible a lo real (no a cualquier cosa).
Tu escrito, amigo mío, es muy suculento pero ahora lo dejo aquí porque precisamente me vendrá a ver esta tarde una amiga con la que estudié teología en el año 1999 y ella, fíjate lo que son las cosas le atrajo el Opus Dei (tomaré antes un poco de tila) no obstante a mí me supuso dejarlo todo y emprender un camino en soledad hacia la libertad.
Un abrazo.
Venga, mi buen cura Antonio Vicedo,
Lo que digo es que la ICAR imperial vaticanesca de los prebostes Rouco, Munilla y Cañizares se presenta apabullante como única Iglesia verdadera en la España conquistada por los vencedores de la Cruzada católica.
Tío, (amigo), me recuerdas que el cristianismo (como dice Puente Ojea) es lenguaje lleno de ambigüedad.
Lo que digo es lo que aprendí de Juan Luis Herrero del Pozo: la traición de la ICAR oficial durante tantos siglos a Jesús de Nazaret, al mensaje de Jesús, pobre entre los pobres, y por eso lo mataron.
Esa traición se sigue consumando, por más que traten de adecuar el lenguaje a lo que han aprendido de la teología de la Liberación, aunque condenándola, como hace SantoPapaPadre Ratzinger copiando lo que hiciera Santosúbito.
Dices “Optar por Dios, tal y como en Jesús se nos presentó en su tiempo. y se presenta ahora en lo humano de los más pequeños, empieza por ser señal de alerta, para convertirse en motivo, siempre hipócritamente disimulado mientras no haya peligro de influencia, de marginación, exclusión y, si aparece dicho peligro, de condena”
Creo que no se trata de optar por Dios, sino por los que hoy nos piden para vivir. Olvidemos a Dios, que ya está demasiado presente en estos, que nos siguen pidiendo, y pidiendo, y pidiendo …
Si les diéramos lo que necesitan, ya no pedirían.
Pero hay que mantener y reconstruir tantos edificios católicos y obras de arte sacro …, y pagar viajes del Papa a España (para hacer el coro político a Juventudes católicas de no sé qué …), y a Haití (donde han idao tantos políticos …) que no llega para paliar el hambre.
Teófilo Liberto,
Dices que ¿la ICAR se escora hacia lo piramidal? Oh cielos¡ ¡la ICAR es lo piramidal por excelencia, lo más piramidal imaginable! NO se puede escorar más a lo piramidal, tanto o más que los faraones egipcios
La figura del Papa, el papado, está endiosado, lo han dotado de atributos divinos, como la pretendida infalibilidad del pretendido elegido por Dios … y pretendido intérprete único infalible de lo que fuera que sea la voluntad de Dios enb cada momento.
Es algo aberrante donde lo haya, a mi modesto modo de ver, un cuento para crédulos de lo más increíble.
Si buscas a Jesús de Nazaret, creo que harías bien en mantenerte lejos de la jerarquía de la ICAR, a mi modesto modo de ver. Esos jerarcas manipulan interesadamente a Dios, y a Jesús, pues sirven a su ICAR, a su negocio.
Mejor buscar por cuenta de cada uno, por donde va el amor que nos hace personas felices … pues el amor es Dios, es el mensaje de salvación de Jesús.
Mª Luisa,
Vaya que sí se esclarece. Sobre las placas telúricas están (estamos) las personas humanas. Esa es la Verdad, que se nos impone, la que decimos buscar, la Verdad que se nos muestra para que la aceptemos, si tenemos el valor de hacerlo, y acometamos hasta resolver todos los sufrimientos humanos.
No hay más, ni necesitamos que haya más, pues eso ya es tarea de cíclopes: las personas agotamos la Vida, agotamos en esta vida la Verdad y la Vida, que es el Camino que es Jesús … Sin necesidad de ICAR’s de ninguna clase. Nos basta con la Iglesia de Jesús.
La ICAR que optó por lo imperial Romano, o sea la ICAR oficial vaticanesca, se ha desviado radicalmente de Jesús. No nos dejemos confundir más por ella, por su becerro de oro, por su Papado imperial Romano vaticanesco tan falso.
Es la Iglesia de Jesús, la de TODAS las personas de buena voluntad (lo que llamas factor antroploógico de la cuestión), la de los que sufren necesidad, totalmente al margen de si son iglesias o personas católicas, cristianas o ateas.
¿El estudio del funcionamiento humano y de la averiguación del sentido de sus acciones? Amiga mía, es la Vida misma, el día a día a cada momento de relación con otras personas y con una misma: unos pasan necesidad y otros tenemos de sobra. Ahí empieza la Verdad, lo que nos enseñó Jesús. Y no hay más.
Es sencillo, no hay más que acometer el día a día humanamente. Nos sobra tanto pretendido Magisterio de machos célibes obligatorios y dogamáticos, tanto Denzinger, tanto becerro de oro, tanta encíclica falsa que a nadie aclara nada sino que confunde más y más, pues la jerarquía-Magisterio católicos están vendidos al sistema establecido.
Para construir el Reino no necesitamos ni Papas ni Jerarquía católicos, al menos los que irradia el Estado Vaticano, tan materialista. Ahí les duele, pues se les acabaría el negocio, y eso el sistema establecido no lo puede, y no lo va a tolerar. Tenemos ICAR vaticana para rato.
Esos dirigentes de esa ICAR tienen que tratar de hacerse imprescindibles, infalibles, únicos intérpretes de la única voluntad del único su Dios, ‘fuera de la ICAR no hay salvación’, y todo mentiras así, mentiras de semejante panda de farsantes, como ruedas de molino. Esa es la Historia de la ICAR imperial.
Hasta donde he podido leer, pienso que la respuesta que se le da a Teófilo resbala sobre algo que considero muy importante y es que se olvida, al tiempo que me parece exacto lo de las dos placas telúricas, el factor antropológico de la cuestión. La cual nos haría entrar en el estudio del funcionamiento humano y en la averiguación del sentido de sus acciones. Porque si bien es verdad que esta oposición existe dentro de la institución eclesial, si todo acabase ahí, si no se esclarece de alguna manera el por qué se da esa disparidad de criterios entre sus miembros, nos quedamos solamente con el hecho constatable de esta triste realidad por lo que el problema enfocado solamente hacia este único aspecto se enquista y no deriva mas que en repetidas quejas.
Si ambos lados opuestos miran hacia una misma realidad que se ha manifestado con signos muy precisos, el problema de fondo, sin duda, recaerá, no tanto sobre la existencia de estas dos placas telúricas sino sobre su construcción por los heterodoxos y los ortodoxos.
Porque al fin y al cabo ¿No será de ellos mismos que de alguna manera, posteriormente saldrán los que de forma lenta y progresiva e incipiente ya van constituyendo el Reino?
Creo entende tu comenario, Antonio Vicedo -peritido el tuteo, simpre resptuoso, cálido, confraternizdor y comunitarista-. Tal vez es que mis convicciones crstológicas y sobre todo eclesiológicas no sean tan extremas y radicales como las de algunos de aquí, de Atro.
Sin embargo, aunque sean así o gracias precisamne a que son así -cualquiera sabe, caitodo es miterioso y algo equívoco-, me extrañan y sigen chirriando todas esas formas tan reaccionarias y conservadoras de critiansmo confesionalmente católico. Pieno, verbigracia, en la FSSPX, en la que seguro que es seguro encontrarse con fieles católicos muy espiriuales, muy devotos, piadosos cumplidores de ls precepto… Sólo que sin duda también muy conservadores, muy de derechas.
Y ahí es donde quier segur insistiendo. Yo, que creo con la Iglesia en el Evangelio y creo en la Iglesia anunciadora de esa buena noticia para la humanidad, especialmente para los pobres, no termino de entender cómo esa buena nueva va a venir de la mano de fieles católicos neoconfesionales, de mentalidad así pues nacionalcatólica, de mentalidad antidemocrática y antilaica, de alianza permanente con las fuerzas sociales, políticas, culturales y ecómicas más conservadoras…
Te diré que hay movidas de católicos entristecidos porque el diálogo entre la Santa Sede y los seguides del integrista Marcel Lefebvre se han estancado últimamente, porque los integristas seguidores del cismático arzobispo no recuerdo si nacido en Suiza o en Francia, se muestran demasiado inflexibles en sus exigencias.
Sin ánimo de juzgar a nadie en concreto, esas posturas de reacción frente al Concilio Vaticano II son las que me desconciertan, máxime si se tiene e cuenta además que el Vaticano II no fue un concilio decididamente dotrinal ni mucho menos laica, sino qe fue más bien un concilio de reflexió eclesial y de colegialidad episcopal. Y a los de Marcel Lefebvre les sigue pareciendo inasumible.
Así que -insisto-, lo que me preocupa especialmente es el alcance de ese movimiento radicalizado de reacción integrista frente a una Iglesia postconciliar abierta al diálogo con el mundo (con lo signos de los tiempos, que decía el ya beato Juan XXIII), con las otras religiones, con las otras iglesias y comunidades crstianas separadas de la comunión con Roma…
Si prosperan en la ICAR los lefebvrerian@s, adiós al Vaticano II; adiós a la noción de Iglesia como comunidad de iguales, como Pueblo de Dios que camina; adiós al diálogo interreligioso y ecuménico; adiós al pensamiento libre, a la libertad de conciencia; adiós al diálogo gozoso y creativo con el mundo…
Ese es un notable temor que yo siento.
CITA: “-no consigo enhebrar el hilo que me lleva hasta la radical simplicidad de vida de Jesús de Nazaret con la aceptación de las formas clericales y episcopales, y todo como si tal cosa. No sé si es porque en el fondo a pesar de que mis convicciones morales son plenamente católicas (aborto, concepto de familia, etcétera), subsisten en mi interior, muy arraigadas, simpatías libertarias.”
Aquí me parece das alguna pista para barruntar lo que parece te preocupa: ” .., y todo como si tal cosa.” Pones junto a Jesús a quienes en la Iglesia se presentan como actualización de aquellos a quienes por Él fue dicho; “COMO mi Padre Me envió, ASÍ os envío Yo a vosotros.”
En ese COMO entra el factor fundamental de cuanto supone LA ENCARNACIÓN (HUMANIZACIÓN) de DIOS HIJO (para la fe) y la elección de circunstancias concretas coherentes con la MESIANIDAD profetizada (Lc. IV, 17-19: Is. 61,1-2) : Buena Noticia para los pobres.
¿Cómo se puede ofrecer como BUENA NOTICIA la condición de POBREZA (ser y actuar como pobre humano), si no se asume esta condición como un propio bien con el que han de guardar coherencia actitudes, comportamiento y mensaje?
Lo de ”mis convicciones morales son plenamente católicas (-), tendrás que revisar en qué apoyas lo de CATÓLICAS (cristianas universales= de JESÚS, para TODA LA HUMANIDAD)
Pues hay “simpatías libertarias” que surgen más de la afirmación teórico-practica de la FRATERNIDAD UNIVERSAL(Ser Humano y Familia adulta) proclamada por Jesús (UN SOLO PADRE) que el concepto y realidad de familia laica o eclesial dominada por un Santo Padre=Papas; muchos padres; o cargos paternalistas, moldeados e impregnados por y de poder.
Bueno, Antonio Vicedo y Javier Renobales, comparto en no poca medida lo que ustedes plantean -con algunas matizaciones que ahora no tengo tiempo de exponer-, sólo que, como contatación en la que coincidimos los tres, diría que la percepción que mucha gente sigue teniendo de la ICAR (gentes de dentro y sobre todo de fuera de la Iglesia) es que la Iglesia católica, apostólica y romana se escora más hacia el modelo piramidal, centralista, clerical, jerarcocéntrico y detentador del poder “sagrado” que hacia el modelo que podríamos denominar samaritano, voluntariamente desposeído de todo poder expurio y de toda ostentación…
Por ejemplo, una consideración. Yo en lo pesonal no me considero persona irrespetuosa en el trato que prodigo a los demás, y aunque tengo tendencia a tutear a todo el mundo y a que me tuteen, no tengo problemas en tratar de usted y con cierta distancia a personas mayores, a personas que desempeñan un cargo público, etcétera. De modo que justo aquí quería llegar, a saber, ¿por qué la Iglesia fundada sobre la “memoria subversiva” de Jesús de Nazaret ha sido tan pródiga en otorgar a sus máximos representantes, que es como decir otorgarse a sí misma, tantos títulos de grandeza, honoríficos, protocolarios, supuestamente dignificadores de cargos (eminencias, ilustrísimos…)?
Un par de veces tuve que tratar, de pasada, a varios obispos, a un arzobispo, a un cardenal español que aún vive y que acaban de “jubilar” de su cargo en una importante diócesis española -siendo yo muy joven, o sea, ayer mismo, coquetería aparte, que es cierto que soy bastante joven aún-, y se me ocurrió tutearlos, ya que ellos por supuesto que lo hacían conmigo, faltaría plus. Aseguro que me miraron ipso facto con cara de total desaprobación, de verdad, como mosqueados por mi atrevimiento. Y me sentí tan avergonzado y ridículo que… Y eso que a mí mismo no me considero lo que se dice un progresista al uso, pues estoy en contra del aborto, etcétera.
Pero con todo es que no consigo enhebrar el hilo que me lleva hasta la radical simplicidad de vida de Jesús de Nazaret con la aceptación de las formas clericales y episcopales, y todo como si tal cosa. No sé si es porque en el fondo a pesar de que mis covicciones morales son plenamente católicas (aborto, concepto de familia, etcétera), subsisten en mi interior, muy arriagadas, simpatías libertarias.
Javier Renobales Scheifler .-22-Enero-2010 – 18:32 pm
CITA: “-Pregunta Teófilo Liberto: “¿Cómo es posible que en la ICAR haya tanta disparidad de criterios, de opiniones, tanta heterodoxia y tanta ortodoxia imposibles de reconciliar…?”
Ya hace tiempo que en el Evangelio,(BUENA NUEVA, especialmente para los pobres) anticipó Jesús la respuesta. -No se puede servir a dos señores, a DIOS, y al otro endiosado que, como Becerro áureo o Dinero-Poder, se ofrece a la Humanidad, como ídolo de alternativa.
En el fondo se trata de optar por prepararse para lo que ahora llaman casting, en perspectiva y búsqueda de colocación con retribución de apetecida ventaja.
Por eso está tan férreamente establecido el modo de selección y aceptación de candidatos, y la elección de cargos con tan cuidadoso control de la normativa (CDC Y MORAL “Ad hoc”) y sobre todo el servicio práctico al señorío idolátrico.
Optar por Dios, tal y como en Jesús se nos presentó en su tiempo. y se presenta ahora en lo humano de los más pequeños, empieza por ser señal de alerta, para convertirse en motivo, siempre hipócritamente disimulado mientras no haya peligro de influencia, de marginación, exclusión y, si aparece dicho peligro, de condena.
Pregunta Teófilo Liberto: “¿Cómo es posible que en la ICAR haya tanta disparidad de criterios, de opiniones, tanta heterodoxia y tanta ortodoxia imposibles de reconciliar…?”
Bueno, la respuesta creo que está en los datos tan irreconciliables que nos facilita la Historia, (a modo de dos placas telúricas opuestas que friccionan con estruendo como dañino terremoto desde hace siglos):
– Por un lado Jesús, sin pretender fundar una religión, vivió de tal manera humanizadamente, que lo asesinaron de forma terrorista el Imperio Romano y el Sumo Pontífice –con su Curia, el Sanedrín- de la Iglesia de la que era miembro Jesús, la judía.
– Y por otro lado, los que se decían seguidores de Jesús, unos pocos cientos de años después de ser asesinado Jesús, se habían convertido ya en la religión oficial de dicho Imperio asesino (un Imperio que se hizo y creció asesinado), y pasaron así en poco tiempo, de ser perseguidos, a ser perseguidores de herejes y de otras religiones.
Desgraciadamente la ICAR oficial nunca se ha arrepentido de de dejarse imperializar por el Imperio asesino de turno. Todo lo contrario, sus Papas, Jefes de Estado instalados en su arrogante infalibilidad y en palacios y Templos de gran riqueza, son detentadores de un patrimonio inmenso mobiliario e inmobiliario, y asemejan muchísimo más a poderosos emperadores, que al judío marginal Jesús de Nazaret, el cual no tenía dónde reclinar la cabeza y vivía sin poseer inmueble alguno con lo puesto, como murió.
Creo que esas dos placas telúricas, opuestas y en permanente fricción (aunque el poder del Vaticano trate de ocularla), responden en alguna forma a tu pregunta Teófilo: así es posible tanta disparidad de criterios irreconciliables dentro de los miembros de la misma ICAR, la oficial que detenta todo el poder, y la de la Liberación de pobres y oprimidos, la que necesita poner a los pobres en el centro porque pone a Jesús, un pobre asesinado como un esclavo sedicioso, a la cabeza y en el corazón de la Iglesia de Jesús, que es pobre.
Porque una parte de la ICAR, la imperial, la de los cargos que detentan el poder, no es Iglesia de Jesús de Nazaret pobre y marginal. En mi modesta opinión.
Esa parte de la ICAR que es imperial y detenta todo el poder de la Institución, es muy seductora, por ser tan seductor el poder, y seguirá seduciendo a muchas personas, que tienden a confundir el poder, el Imperio, con lo que llaman Señor Todopoderoso; como si una ICAR rica y poderosa fuera lo que sustenta el mejor seguimiento a Jesús y a su causa: cuando es precisamente al revés.
Por esa seducción del poder mucho me temo que, creyentes y no creyentes, tendremos (que seguir padeciendo) ICAR imperial para rato, sobre todo en reservas ‘espirituales’ como España e Italia, donde el fascismo anidara ayudado por el catolicismo y se extendiera como un cáncer no hace aún mucho tiempo.
Acabo de leer el artículo de Celso Alcaina sobre el cardenal Ottaviani; antes, quise leer el que dedican al ilustre cardenal italiano en una conocida página que está, espiritual e ideológicamente, en las antípodas de Atrio. Ni que añadir que cualquier parecido entre ambos artículos, pura coincidencia. De modo que es obligado preguntarse: ¿Cómo es posible que en la ICAR haya tanta disparidad de criterios, de opiniones, tanta heterodixia y tanta ortodoxia imposibles de reconciliar…?
Porque es un hecho que la Iglesia católica, apostólica y romana es así. Para algunos, señal de cisma interno, de rebeldía permanente, de herejes camuflados en plan caballo de Troya; para otros, signo de vitalidad, de libertad creativa, de inspiración procedente del Espíritu Santo.
No obstante, comoquiera que ello sea, a escala de calle, de opinión del común de los mortales, lo que sí querría añadir quien estas líneas escribe es que ese modelo de Iglesia supertradicional, dogmática, nacionalcatólica (o con ecos del nacionalcatolicismo), piramidal y jerarcocéntrica, proclamadora de la Iglesia como comunidad eclesial perfecta, inmutable sociedad de diferentes, que han de estar en la certeza de la obediencia, sin duda cuenta con defensores entre los grupos más integristas, pero me parece muy claro que entre las mayorías ciudadanas no despierta más que desinterés, rechazo, desconfianza, oposición… Y yo creo entender perfectamente por qué.
Y asimismo a mí, que no soy teólogo, la sola impronta y presencia de esos magníficos “príncipes” de la Iglesia, como el llamado gran inquisidor Alfredo Ottaviani, me chocan enormemente con la idea que tengo de Jesús de Nazaret, “profeta” que hablaba con autoridad, ciertamente, pero que no tenía ni dónde reclinar la cabeza, y que andaba sobre todo con gentes de mal vivir, desconsiderada, marginada, con enfermos y pecadores públicos… Vamos, lo de siempre: sin ánimo alguno de juzgar conciencias, como que parece -digo “parece”, sólo Dios conoce todas las cosas- irreconciliable toda la parafernalia de la Iglesia, con su estructuras de poder, protocolo, títulos de grandeza y pompa y boato, y la radical sencillez del proyecto fundacional de Jesús de Nazaret.
Buen pincelazo histórico de la Curia por dentro…
La pregunta es; ¿Cuanto queda hoy de esas operaciones e intrigas en lo que debería ser un espacio de Oración, Paz y Buenas costumbres?…
Que el Señor de la Vida y la Esperanza nos fortifique ante tanta miseria humana… Por esto y más, cada día cobra más fuerza esto: La Santa Sede No nos deja ver el Evangelio!!… Hay que volver siempre solo al Evangelio…Los papas y cardenales pasarán…. No así la Palabra liberadora de Jesús!! Desde Chile en Paz!!
Agradezco este articulo que deja ver un poquito la curia por dentro y sospechar que hay mucho más de lo que aparece aquí. Pocas veces tenemos la oportunidad de que nos cuenten algo vivido de primera mano. Se filtran cosas, comentarios, pero nada más. Los laicos y laicas que somos la gran mayoría de la Iglesia católica estamos poco o nada informados de lo que hace esa pequenísima minoria todopoderosa que es la Curia. Parece ser que en ella impera el ultrasecretismo hasta límites insospechados. Así hacen y deshacen a su gusto, pero que injusto me parece todo esto…
Estuve en la casa general de los Agustinos Recoletos y desde la terraza vi el Palazzo del Sant’Uffizio. Pero ni ganas de acercarme a su portón. Qué valiente fuiste Celso Alcaina, y mucho más me lo pareces ahora que te atreves a contar lo que has vivido allí.
(copio)
“La pregunta estaría en cómo es posible que el ser humano haya podido, en el siglo XX, dar muestras de seguir cualquier movimiento enfermizo e inhumano”. (fin)
Y los hay también en el siglo XXI; sobre todo, estos lodos, nos vienen de aquellos polvos. Porque no hay peor ciego, que el que no quiere ver, y sordo, que no quiere oír.
Estamos hablando de seguir un mensaje concreto La Palabra Encarnada en Jesús; no estamos hablando de políticas para regir un país; ahí empezaron nuestros males, cuando los príncipes del mundo, se metieron a “organizar y mandar” al pueblo cristiano, manejándolo como reino de este mundo.
El estilo nuevo que Jesús nos trajo, es, una manera nueva de vivir, que nada tiene que ver, con las fuerzas que animan a este mundo.
Donde la justicia, el amor, la misericordia, el servicio, el compartir… como “moneda” central, nada tiene que ver, con el funcionamiento que rige el mundo.
En todos los tiempos hay personas que no avanzan hacia adelante; siguen “atados y añorando lo viejo, lo antiguo”.
Ni siquiera en su tiempo, fue bueno para la iglesia toda; sí, para sus mandatarios.
Cada uno de ellos con su peculiar manera de “mirar” lo que debería ser la iglesia.
Como sucede hoy, esperemos que las “cosas” comiencen a cambiar, por el bien no solo de la iglesia, sino de toda la humanidad.
mª pilar
Ap. 2,1-10.- Gabriel
Personas con más información, vieron las cosas de otra forma bastante más equilibrada y que aún no se ha investigado con atención. En las sesiones del Concilio, no pocas veces, los que tenían una visión más conservadora, votaban con los que se llamaban progres para que no salieran adelante interpretaciones mucho más ricas y profundas, que superaban esos debates que como hoy, son estériles, interesados y alineados con los poderes del mundo.
Las apreciaciones de los últimos párrafos, podrían ser un ejemplo de ello. Dependerá de donde uno se situé uno dentro de la horizontal política. Izquierda y derecha, simétricos que retroalimentan, no pueden juzgar acontecimiento alguno sin perder todo poder moral en el juicio, dada su herencia.
Pero suena a descalificación eso de integrista. Progresista tiene un halo de modernidad. En fin, que con su pan se lo coman.
Lo cierto, me parece a mí, es que los conservadores hicieron un flaco favor con sus exageradas posiciones frente a los llamados progresistas. La alineación de estos con corrientes de inspiración socialista en vez de ser tratados como un totalitarismo más, con un sistema inspirador del terror y la represión, se le vio con un temor exagerado. No es la primera vez que Occidente se enfrentaba a pretensiones totalitarias, que la inteligencia se sometía al dictado d los horrores más furibundos. Un poco más de sentido común y confianza en el ser humano, nos hubiese deparado más tranquilidad y acierto para enfrentarnos a lo que ahora vemos: la ruina moral y social de un movimiento de ideas estéril y sin sentido.
La pregunta estaría en cómo es posible que el ser humano haya podido, en el siglo XX, dar muestras de seguir cualquier movimiento enfermizo e inhumano. From nos ha dejado un legado que no pierde vigencia.
Por eso, para los conservadores, muchos somos tibios o raros, para los pogres de la nada, integristas que cuidan su imagen.
Como siempre, en estas discusiones de politiquillos de segunda se nos pasa el tiempo de Dios y no vemos las necesidades del Hoy de la Historia.
Curiosa e interesante lectura de intrigas palaciegas al mejor estilo. Nos presenta a un personaje preconciliar y también “de una profunda espiritualidad”, a quien “nunca vio enfadado”, coherente con su función y su posición de poder, a quien no mide con la opinión que al respecto pueda tener el autor. Me gusta el manifiesto respeto por la persona, personaje preconciliar, de mano firme, gran inquisidor, con quien posiblemente no coincida ideológicamente, a quien en algún punto describe como “terror de los teólogos”, dejando al lector la tarea de posicionarse.
Su descripción casi fotográfica del ambiente vaticano trasmite la idea de lo que a las altas jerarquías ocupa y preocupa, dirigir férreamente el timón de una vieja y poderosa gran estructura que pretende soportar, a modo de “esqueleto” el tejido más vivo de la comunidad católica, una estructura rígida y de lento cambio y movimiento que no es el verdadero corazón del cristianismo. Así se ha ido construyendo y consolidando a lo largo de estos siglos, me parece que quizá ahora corresponde dirigir la atención al evangelio y a la vida, al corazón vivo del cristianismo, no a esa estructura que se está empezando a fosilizar…
Gracias por el artículo. Saludos cordiales
Disculpen, corrijo:(bregando y dejándonos)por: bregábamos y nos dejábamos..- Gracías.
Y mientras, muchísimos, a quienes Jesús, Dios Humano, nos apretaba junto así para que ni a Él, ni a SU HUMANIDAD, nia quienes por ella nos habíamos comprometido con nuestra relativa entrega, bregando y dejándonos girones de piel y esperanzas en el forcejeo generoso por que la ventanas no cesaran de entreabrirse hasta quedar del todo abiertas a la LIBERACIÓN que para los pequeños acreditaba el Mesianismo de la IGLESIA.
¿Por qué tan a destiempo se airean estos embrollos mantenidos por quienes no tenían otra misión más que la que el Padre le confió a su Hijo, Jesús? ¿Era esa toda la coherencia al misterio de la Encarnación y al modo como se realizó tan diáfanamente presentado y conservado en la IGLESIA? Y no es que lo ignorásemos, es que quienes podían, por todas las curias episcopales, recurrir a su complicidad eficiente para mover la apisonadora del poder sagrado con la que impedir cualquier impulso promocional de laicado y clero. A pesar de sus retrasados compromisos con riesgo, esto apoya la denuncia del origen de la tortícolis episcopal española derivada de la mirada asustada de los mitrados, y candidatos, hacia el Vaticano. Pero ahora no valen lamentos y sí comportamientos libres y liberadores, constatando hacia donde quisieron orientar el VUELO DE LA PALOMA, cosa que no han podido ni podrán conseguir, Parece ser que El E´SPÍRITU nos va regalando la VERDAD LIBERADORA de que no es lo mismo TOLERAR que ACTUAR; y que ya se ha terminado el tiempo de lo primero, que viene del malhadado compadreo con el Imperio, y que la falta de VINO en la BODA no está en manos sagradas. A las manos humanas nos corresponde llenar las tinajas de AGUA: de HUMANIDAD FRATERNA; de AMOR PRÁCTICO, de poner VERDAD en el NOSOTROS y NUESTRO, confiando y colaborando con el ÚNICO PADRE UNIVERSAL, sin que nos atrape ninguna otra paternidad por muy sagrada que se presente.
Hemos convivido con planificaciones marianas de Devoción y enaltecimiento de María, intentando hacer de ella, más que LA MADRE, LA SEÑORA DE LA IGLESIA. Pero ELLA, también tiene ahora que ocupar en nuestras tareas fraternales, su propia cometido que no es otro que el que adoptó en las Bodas: ¡HACED LO QUE ÉL OS DIGA!
Y ÉL nos sigue diciendo que llenemos de AGUA las tinajas, que es lo que podemos y debemos hacer por estar a nuestro alcance: “CONMIGO hacéis, o no, LO QUE CON UNO CUALQUIERA de mis más pequeños HERMANOS.”
En lo que DE ESTO, pida colaboración y obediencia PEDRO (Uno o, Colegiado)allí habrá que estar con compromiso fraterno, libre y responsable; en lo que con esto no haya coherencia, que nos tenga fraternalmente críticos y libres para salvar nuestra responsabilidad con los HERMANOS, en los que Jesús nos espera.
Nos va quedando claro que no es VERDAD que EL QUE OBEDECE NO SE EQUIVOCA. Esto vale SOLO para con Dios, que no habla ni manda, sino desde su presencia paternal en sus HIJOS, nuestros HERMANOS.
Vaya, también Atrio tiene las claves de la verdadera interpretación del Concilio Vaticano II y, como bien dice Javier Renobales, el único problema es el Papado y la Curia romana, enemigo del cristianismo.
Cómo no está permitido ser demasiado crítico, esperare al siguiente artículo que tenga algo más de interés.
Felicito a Celso por su sinceridad y su compromiso cristiano (la verdad nos hará libres).
Me parece pavoroso el ejemplo que nos muestra Celso Alcaina. Unas pocas mentes integristas dogmáticas se han apoderado sin remedio de la ICAR durante siglos, y ni siquiera la excepción de un concilio como el Vaticano II ha servido para lograr un cambio real.
Creo que tiene mal arreglo el problema. Ese catolicismo del Papado y de la Curia romana es enemigo del cristianismo.
Mucho mejor que yo lo explica Jaime Richard en Redes Cristianas
http://www.redescristianas.net/2010/01/20/catolicismo-vs-cristianismojaime-richart/