Miro a Jesús de Nazaret en medio de esta crisis que no cesa de agravarse. No porque piense que él –y mucho menos la fe cristiana– sea la única alternativa, ni siquiera necesariamente la mejor. Simplemente, cada uno tiene sus raíces, y las mías están en Jesús, a él le quiero y le sigo. Pero las raíces nos conducen a lo más profundo, al agua y el humus que a todos nos nutren, al Fondo sin nombre, a la Misericordia sin fondo, donde somos Uno.
Miro, pues, a Jesús, en esta crisis global que padecemos, y en todas las crisis profundas que padece nuestro pobre corazón. En él busco más que en ningún otro aquel “gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos”. En él exploro chispitas de luz que permiten vislumbrar otro mundo posible y dar pasitos hacia él.
Miro a Jesús encarnado en cada uno de los rostros que lloran, en cada una de las víctimas que padecen el paro y la pobreza creciente, pues él dijo una vez: “Lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeños, a mí me lo hicisteis”. Todo gobernante de este país o de cualquiera que se llame cristiano debiera preguntarse: “¿Le negaría yo atención sanitaria a un inmigrante porque no tiene papeles, si fuera Jesús? ¿Le mandaría al paro con toda su familia porque el mercado financiero lo exige, si fuera Jesús?”. Y los grandes señores de la especulación financiera –que son, por mucho que digan, los mayores responsables de los peores males y que no sé cómo pueden llamarse cristianos–, ¿se atreverían a hundir en la miseria, con sus políticas de precios y sus transacciones de capitales, a casi todos los habitantes de los países más pobres y a las especies de seres vivientes en peligro de extinción, si fueran Jesús? Pues lo son. Cada uno son Jesús. “A mí me lo hicisteis. A Dios se lo hicisteis”. Y no sé cómo el papa y los obispos no se lo recuerdan a voz en grito todos los días a todas horas.
Miro a Jesús y le oigo. Oigo de sus labios aquellas palabras de luz y de consuelo, de gracia y liberación, que proclamó en Galilea hace dos mil años y que siguen teniendo toda su actualidad. Son palabras certeras que desenmascaran la raíz primera de esta crisis planetaria, que es la codicia, y trazan el horizonte de otro mundo posible, realmente fraterno, con otra economía.
¿Qué dijo Jesús? Empezó diciendo lo primero de todo: “Alegraos: el Reino de Dios está cerca”. Eran tiempos de dura crisis política, económica, cultural, religiosa en Galilea y Judea. Y Jesús les dijo: “¡Alegraos!”. ¿Cómo que “alegraos”? Sí, alegraos, porque está cerca el “Reino de Dios”, que es como decir: un mundo justo, bueno y feliz.
¿Qué dijo Jesús a los pobres campesinos, pescadores y artesanos, hundidos en el paro y la miseria? Les dijo: “Dichosos vosotros, los pobres, porque es vuestro el Reino de Dios”, es decir: porque todo va a cambiar, porque dejaréis de sufrir la miseria, y porque está en vuestras manos transformar la situación.
¿Qué dijo Jesús a los que por miedo sufrían –sufrimos–y a los que por miedo hacían –hacemos sufrir–tanto? Les dijo insistiendo una y otra vez: “No temáis”. Mirad las flores del campo y las aves del cielo, cómo son felices con poco. Mirad la semilla poderosa que crece. Es posible. El poder del bien es siempre más grande, a pesar de todo. Vosotros podéis. Dios puede en vosotros.
¿Qué dijo Jesús a los ricos terratenientes, a los ricos del campo y de las ciudades, a los ricos del palacio y del templo? Les dijo severamente: “No podéis servir a Dios y al dinero”. Y ahí estaba la clave, ahí sigue estando. El Dinero: esa divinidad en cuyo altar se sacrifica la vida, todo lo que haga falta. Pues bien: o la Vida o el Dinero. Decidid si queréis servir a la Vida o a las finanzas, a los Bancos, al Mercado con sus ajustes y crecimientos. Servid a la Vida.
¿Qué dijo Jesús a los unos y a los otros, a los tentados por el desaliento o por la violencia en un mundo inhumano? Les dijo, y ahí se resumió:“Sed compasivos, como vuestro padre del cielo es compasivo”. Sed compasivos como el Misterio del que todo proviene, donde todo se funda. Solo la bondad crea. Solo la compasión cura. Solo la compasión libera. Solo la compasión es verdaderamente subversiva y poderosa.
Son palabras que concuerdan con la enseñanza inspirada de los profetas y profetisas de todas las religiones o de fuera de toda religión. Son palabras que indican el camino para crear un mundo nuevo de las cenizas de este mundo violento.
Para orar. LA VISIÓN
Al mirar con tus ojos
cambia el mundo.
Por la pobreza generosa,
el amor abundante,
el perdón que sana
y la alegría contagiosa.
Por el poder que sirve,
la oración que abre sepulcros,
la humildad que alumbra verdades
y la soberbia ninguneada.
Por los errores que educan,
los aciertos que construyen,
- los intentos, los esfuerzos,
los proyectos, los anhelos.
Por la fuerza sin armas,
la flaqueza invencible,
el triunfo sin adulación
y el fracaso sin derrota.
Gracias, Señor,
que al mirar con ojos limpios
lo muestras todo nuevo.
(José María Olaizola, SJ)
Cuando un ser humano, por ignorancia, equivocación, rebeldía interesada o desenfreno, considera su propia realidad falseando teórica y prácticamente su relatividad igualitaria con los demás seres humanos y se olvida de que con ellos comparte semejanza de igual responsabilidad, se constituye en elemento falseado y falsificador de cuanto ES y HACE.
Su propia realidad específica humana , deja de ser soporte especifico de su condición o esencia específica humana por la pérdida del elemento más característico y especifico de su propio ser: la racionalidad libre y responsable, que es la que le confiere un puesto singular en la Naturaleza, compartida principalmente con sus semejantes humanas/os , y en distinto modo con todos los otros seres que en ella existen y la configuran.
La aceptación racional y práctica de esa relatividad especial compartida en la especie humana, es condición indispensable para la realización adecuada del ser humano.
Todo intento teórico o actuación práctica que vaya en sentido de absolutizar la propia condición respecto a la de las/os restantes humanas/os y por lo tanto de clasificarlas/os, no como distintas/os, sino como diferentes en igualdad valorativa , es un falseamiento de la VERDAD REAL HUMANA: es una aberración que nos desplaza éticamente del campo característico de nuestra propia ESPECIE HUMANA.
La no aceptación teórica de la condición singularmente excelente de nuestro ser humano compartida con nuestras/os semejantes y diferenciada de los restantes seres de la Naturaleza, nos lleva a poner empeño en adquirir más poder y tener, lo que supone intentar alcanzar la cumbre superior del absolutismo o divinización con la posibilidad de disponer (todo lo gradualmente que queramos considerarlo) de ajenas vidas y haciendas.
Cuando nos encumbramos en valoración y situación sobre alguien semejante, en el fondo lo que realmente sucede es tenerlo a disposición y condicionado por la supuesta inferioridad con la que lo consideramos.
Prácticamente estamos adentrándonos falsa e injustamente en una dimensión religiosa de nuestra propia vida y de todo lo demás, que se deriva del concepto relacional con lo absoluto
¿Tendrá algo que ver esto con ese arquetípico legado de la Humanidad del originario estado paradisíaco, cuestionando lo deficiente con anhelos de absolutismo. con la alerta de no apropiarse del fruto impropio; con la falsedad de su aceptación; y la consecuencia de la pérdida del paraíso y sus valores?
La falsedad desequilibró el orden HUMANO al intentar sustituir la VERDAD real de la relatividad por el intento de poseer el absolutismo del tener y el poder para ser como dioses respecto a todas/os y todo.
Se ha llamado a esto caída o Pecado Original de la Humanidad, como si fuera una culpa parental heredada por la descendencia humana.
Se ha intentado reparar esta extraña herencia culpable primero con el precio de un humano-divino rescate (Sacrificio vital de Jesús) y después con el signo sacramental del Bautismo, en realidad evangélica condicionado por la Fe en Jesús (Quien crea y se bautice…); en la práctica por la conjunción de baño de agua y formula Trinitaria, no siempre (caso de niños) condicionados a la fe del bautizando.
Pero parece que de parte de la Fe, como arreglo del humano desaguisado, lo que aparece más claro es que, Jesús puso verdad en la Humanidad, al dar testimonio vital humano verdadero, aceptando su propia relatividad, a costa de anonadar en Él el absoluto de la Divinidad y cumplir con ello y así la misión con la que vino a SER, ESTAR y HACER en la Humanidad.
Así sustituyó la falsedad de la desigualdad producida por el tener y el poder, con la VERDAD de la IGUALDAD FILIAL en un NUEVO ORDEN o REINO de DIOS por la JUSTICIA teórico-práctica de la HERMANDAD UNIVERSAL HUMANA: meollo de la Fé y de su HUMANISMO.
La VERDAD de la valoración igualitaria de todas/os las/os humanas/os , sin excepción por la pequeñez que a algunos falsamente se les atribuya o por ella se les considere, está en ese meollo del testimonio, mensaje y proyecto salvador de Jesús ya para esta vida mortal.
Una HUMANIDAD, compuesta de SERES HUMANOS DESIGUALMENTE CLASIFICADOS, nunca será HUMANA y, menos, RELIGIOSA y CRISTIANA.
Perdón a todos por haber olvidado poner al autor cuando edité esta entrada. Corregida la omisión involuntaria.
Esta artículo bivra con la fibra de Arregi y no veo por qué se oculta su autoría. Tal vez porque Deia le negó su publicación?
Este artículo me ha llegado al alma. Gracias.