Walt Withman (1819-1892) es como el padre de la poesía norteamericana. Ha tenido y tiene una proyección en la literatura universal como astro de primera magnitud. En la de toda América, en la europea, en la de habla castellana o portuguesa. Ha inspirado a Rubén Darío, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, García Lorca, Pessoa…
Cabalgando entre el trascendentalismo y el realismo filosófico, ha construído un universo religioso en el que se confunden rasgos panteístas, el viejo culto a Gaia, versos místicos a lo San Juan de la Cruz, pluralismo religioso, un abigarrado cruce de interpretaciones del fenómeno religioso que, si se puede no compartir, sí da qué pensar. Todo un mundo en que a las afirmaciones, dogmas o creencias sustituyen preguntas, hipótesis de trabajo, pistas a seguir, y un humanismo a prueba de bomba…En todo caso, es difícil entender la mentalidad y la religiosidad de los norteamericanos si no se conoce a Walt Withman.
Tal vez está un poco en el origen de esa identificación que sienten todos los norteamericanos con la religión como componente esencial de su espíritu nacional, como primer artículo de su Constitución; eso sí, una religión que admite todas las formulaciones, todos los credos, todas las iglesias y confesiones. Que ese es también otro elemento del pensamiento de Withman.
Su obra fundamental se titula Hojas de Hierba, un poemario de verso libre, del que quizá Whithman es el padre y promotor. Presentamos aquí una selección de textos de este poeta y de sus “Hojas de Hierba”, como un pequeño homenaje a Cristina W. y a todos los norteamericanos que quieran asomarse a Atrio.
- UNA NUEVA RELIGIÓN.
Declaroque en verdad no existe la maldad. (O si existe, declaro que es tan importante para vosotros, para el país o para mí como cualquier otra cosa.)
Predico una nueva religión; la tierra toda y cada estrella del cielo existen por la religión… Digo que la verdadera y permanente grandeza de los Estados Unidos habrá de centrarse en su religión. Ni personalidad ni vida merece tal nombre sin una religión; ni país, ni hombre o mujer, sin religión…
- MIL GRACIAS DERRAMANDO…
¿Qué es la hierba? Es el pañuelo del Señor, regalo perfumado y recuerdo deliberadamente desechado que lleva el nombre de su dueño en alguna de sus esquinas para que lo veamos y, notándolo, preguntemos: ¿De quién?
Oigo y contemplo a Dios en todos los objetos, aunque no lo entiendo en absoluto, ni entiendo cómo puede haber alguien más encantador que yo. ¿Por qué habría de desear ver a Dios mejor de lo que le veo ahora? Veo algo de Dios a cada hora de las 24: en los rostros de hombres y mujeres veo a Dios, en mi propia cara reflejada en el espejo. Encuentro cartas de Dios tiradas por las calles y cada una de ellas está firmada por la mano de Dios; y las dejo donde estaban, porque sé que, vaya donde vaya, otras me llegarán puntualmente siempre y siempre.
- SUFRE CON LOS QUE SUFREN.
Quienquiera que degrade a alguien, a mí me degrada, y todo cuanto se haga o diga vuelve a mí finalmente… A través de mí, muchas voces mudas durante largo tiempo. Voces de interminables generaciones de prisioneros y esclavos. Voces de enfermos y de desesperados y de ladrones y enanos…
Ningún maniatado marcha maniatado a la cárcel sin que vaya yo con él, marchando a su lado. Ningún joven es cogido por robar sin que también vaya yo con él y juntos seamos juzgados y sentenciados. Ningún enfermo de cólera exhala su último suspiro sin que también yo yazga y exhale mi último suspiro… Los pordioseros se encarnan en mí y yo me encarno en ellos. Tiendo ni sombrero y me siento, como rostro avergonzado, a pedir limosna… ¡Ojalá pudiese contemplar con visión ajena mi propia crucifixión y mi corona de espinas!
- ¿PLURALISMO RELIGIOSO? ¿DEÍSMO? ¿PANTEISMO?
He adoptado las dimensiones exactas de Jehová, litografiado a Cronos, a Zeus, su hijo, y a Hércules, su nieto; comprado estampas de Osiris, Isis, Baal, Brahma y Buda. En mi carpeta coloco a Manitú solo, a Alá en una horma y al Crucifijo grabado, junto con Odín y con Mexitli, el de horrenda faz, y con todos los ídolos e imágenes, tomando a cada uno por lo que vale, sin pagar ni un céntimo más.
No os desprecio, sacerdotes de todos los tiempos y de todo el mundo. Mi fe es la mayor de todas y la menor, pues engloba cultos antiguos y modernos y cuanto hay entre lo antiguo y lo moderno. Creo que volveré a la tierra pasados cinco mil años. Soy admirador de shastas y vedas, …cuido el Corán,… acepto los Evangelios; acepto a quien fue crucificado; sé positivamente que es divino; me arrodillo en la misa; me pongo de pie al oír las plegarias de los puritanos…
Creo que una hoja de hierba no es menos que la trayectoria de las estrellas, y que la hormiga es igualmente perfecta, y el grano de arena, y el huevo del reyezuelo, y que el sapo es un chef oeuvre de las mayores, y que la zarzamora podría adornar los salones celestiales, y que la más insignificante articulación de mi mano pone en ridículo a cualquier maquinaria, y que la vaca que pace con la cabeza baja supera a cualquier estatua, y que un ratón es suficientemente milagroso como para dar mareos a sextillones de incrédulos.
- LA PERSONA DIVINIZADA.
Divino soy por dentro y por fuera, y sacralizo todo cuanto toco y me toca. El aroma de estas axilas es mejor que la plegaria. Esta cabeza, mejor que iglesias, biblias y todos los credos…. Estoy enamorado de mí mismo. Hay muchas cosas en mí y todas son deliciosas.
Yo he dicho que el alma no es superior al cuerpo; y he dicho que el cuerpo no es superior al alma; y que nada, ni Dios, es superior a uno mismo; y yo o tú, que no tenemos ni un céntimo, podríamos comprar lo mejor de la tierra…
- LA MUERTE
En cuanto a ti, Muerte, y a ti, amargo brazo de la mortalidad, es inútil que intentéis alarmarme. A su trabajo, sin desalentarse, llega el accoucheur… En cuanto a ti, Cadáver, pienso que eres buen fertilizante; pero eso no me fastidia. Huelo las rosas blancas de dulce aroma que se alimentan de ti. Tiendo la mano hacia los labios como pétalos; tiendo la mano hacia los melones de pulidos pechos. En cuanto a ti, Vida, advierto que eres lo que queda de muchas muertes. (Sin duda yo mismo he muerto antes de diez mil veces. Asciendo desde la luna, asciendo desde la noche; advierto que el lúgubre responder es fruto de los rayos solares del medio día reflejados, y desemboco en lo constante y viniendo del manantial, grande o pequeño… algo hay en mí; no sé lo que es, pero sé que está en mí….. ¿Veis, hermanos y hermanas mías? No es el caos ni la muerte. Es forma, unión, proyecto. Es vida eterna. Es la Felicidad.
Preciosos vuestros comentarios. Los herederos de Walt mayormente no comulgan con su fervoroso optimismo, y cierto es que la historia de Norteamérica o USA, como queráis llamarla, se parece más a las andanzas de un cabo chusquero fanfarrón y provocador que va por el mundo entero proclamando que todo le pertenece, que a la que soñó para su país Walt Withman.
Y cierto es también que ese arraigo de la religión en la cultura y en las entretelas del ser humano ya no es tal, porque la religión ha dejado de estar de moda como lo estaba en USA en los tiempos de Walt. Pero quizá en USA en esto de la religiosidad las cosas no han cambiado tanto; solo que, si pensamos en el Tea Party, parece como que está siendo esa religiosidad muy manipulada y explotada por el gran capital y por los podres fácticos…
Lo que sí podríamos recuperar de la filosofía-teología de Withman es ese concepto de la religión del que nos habla Bonhoeffer en aquello de “vivir como si Dios no existiese”. O esa religiosidad que no nombra a Dios y profesa un García Lorca; esa religiosidad que pone a la persona en el lugar de Dios, porque le considera al ser humano como hijo de Dios…Esa religiosidad que abomina de cualquier expresión religiosa que haga referencia a un “deus ex machina”.
De Withman me parece también muy válido y enormemente actual y profético su filosofía del sexo, que algunos han confundido con un culto obsesivo a la homosexualidad. El poena de García Lorca que habéis incluído aquí profundiza en esa filosofía de la homosexualidad de Withman, no sé si con acierto o no. Me parece digno de estudiar su concepto de la inmortalidad. Y también el intentar delimitar con toda la precisión de la que seamos capaces la diferencia entre una concepción panteísta del mundo, como si Dios y el mundo fuesen una misma y sola cosa, y una concepción de la presencia de Dios en el mundo. Es decir, ¿a quién se asemeja Withman, al filosofo Spinoza, o a San Juan de la Cruz, el de “Mil gracias derramando? Eso suponiendo que Spinoza fuese panteísta, porque para algunos es el padre del movimiento cultural de la Ilustración…
Tengo muchos más interrogantes y pistas para la reflexión. De momento lo dejamos aquí.
Oscar considero que la influencia de los autores que mencionas con Walt Whitman es muy escasa, tan sólo pequeñas referencias en sus obras. Te diría más, Ezna Pound criticaba despreciativamente la métrica en los poemas de Whitman, sin comprender que su finalidad era la creación de una poesía natural y espontánea, alejada de los convencionalismos literarios basados en enfoques intelectualistas y académicos. Los tres autores que mencionas Ezna Pounz, Horace Gregory y Karl Shapiro pertenecen al mundo académico y universitario, mucho más ortodoxo, sí es cierto que a imagen de Whitman, que es sin duda el creador de una nueva forma de poesía nacional, fueron limando las limitaciones estilísticas propias del idioma inglés con reminiscencias británicas.
Yo veo más identificación en Neruda, León Felipe, Borges y Dario, que en los que tus mencionas.
Hola Oscar: Después de volar con Whitman en la pasión por esta América (del Norte del Río Grande) y su grandiosidad, del sueño americano del siglo 19 que lo inspiró casi en forma mística, nos invitas a pasar al aterrizaje violento con Pound y otros. Yo conozco un poquito de T.S Eliot, deudor de Pound, en la “Tierra Baldía”, en el poema The Hollow Man (El Hombre Vacío), que te deja KO al primer round, porque toca el fondo de la desesperanza, mostrando la vaciedad, la pequeñez y la carencia de trascendencia del hombre masa, esperando el fin de la vida en el valle de la muerte, hacinados, las órbitas vacías, la mandíbula rota de nuestros reinos perdidos, siendo el reino de la muerte la última esperanza. y termina con un responso estremecedor que traduciré en forma liberal, ya que comienza con una parodia a una ronda infantil tradicional:
Here we go round the prickly pear
Juguemos a la ronda del cactus, del cactus,
Juguemos a la ronda, del cactus, del cactus
A las cinco de la mañana
Entre la idea
u la realidad
Entre el impulso
y el acto,
cae la sombra
Porque Tuyo es el Reino
Entre la concepción
y la creación
entre la emoción
y la reacción,
cae la Sombra
La vida es muy larga
Entre el deseo y el espasmo
Entre la potencia y la existencia
Entre la substancia y su descendencia
Cae la sombra
Porque Tuyo es el Reino
Porque Tuyo es
La vida es
Porque Tuyo es el
Esta es la forma en que termina el mundo
Esta es la forma en que termina el mundo
Esta es la forma en que termina el mundo
No con una explosión, sino con un gemido.
La poesía se manifiesta en voces múltiples y de distintos acentos. Podría decirse que cada poeta, o aprendiz de poeta tiene la suya. Yo me atreví un día a interpelar a Octavio Paz para mejor comprender el sentido de sus versos. El resultado fue un poema de interrogaciones: “INTERPELANDO A OCTAVIO. FRAGMANETOS”. Se puede leer completo en la WEB de Lingua Estrangeira, de la que adjunto enlace, y aquí dejo, para no alargarme, una muestra.
http://www.linguaestrangeira.pro.br/poemas/interpelando_octavio.htm
VI – II
“Los escrúpulos que me han llevado a eliminar, rehacer y corregir mis poemas, me han impedido también recoger los de mi adolescencia, con la excepción de los cuatro primeros de Puerta Condenada. (…)” (1)
Azul celeste de tu pluma,
sobre resmas de papel
cuadriculado,
llevadas por el viento,
a mi ventana llaman.
Parecen buscar amparo…
Las recojo al vuelo y las sostengo:
La “u” está rota
en mil pedazos,
la “o” es un esperpento,
la “h”, no se tiene en pie,
la “s” ni silbante es.
La “m” de María canta un aria,
la “b” de boquete dice “ete”,
la “f” de Fernando llama a “nando”,
la “z” de “zoquete” no sé donde se mete…
que sólo se oyen sus terribles gritos:
“oquete, oquete, oquete”
Renqueantes muchas,
casi todas rotas,
están sobre mi mano,
sangrantes y llorosas.
Arrastran la luz de la ceguera,
la visión de lo perdido para siempre,
el eco inexistente en la montaña,
el plúmbeo silencio del vacío:
nada.
Son tu voz, son tus palabras,
¿están rotas por estar equivocadas?.
¿Las rasgaste de un tirón
o fueron una a una amortajadas?
¿No nos las habías dado?
¿No eran ya nuestras,
apenas salidas de tu mano?
Sueltas al viento,
destrozadas,
el céfiro
las llevó
hasta mi ventana.
Suspiro eran de tu voz,
tenue o potente,
arrebatado sentir
de un muchacho adolescente.
Tal vez
Su alma te pareció
fría o lejana:
irrisorio sentir, sin fuerza,
de aquella edad temprana.
Inexpresiva, quizá,
frente a la experiencia
que la vida te dio
junto a su ciencia.
Ausente voz
que apagaste,
con tu mano,
como se apaga
una encerada llama.
Tenían en nuestro hogar
su sitio preparado:
podrían ser libro,
palabra impresa,
blanco sobre negro,
o azul sobre morado.
Podrían susurrar,
parlotear,
quizá gemir,
o reír alborozadas.
Podrían,
una noche,
desquiciadas,
llorar sobre mi almohada…
Extasiarse ante lo bueno,
mostrar su rabiosa repulsión
ante lo malo.
Y leo ahora tu “Advertencia” feroz:
“… eliminar, rehacer y corregir”.
¡Reniego de tu advertencia!
Y escucho atento
el eco de las voces
de tu bruñido verso:
“Contra el silencio y el bullicio invento la palabra,
libertad que se inventa y me inventa cada día” (2)
NOTAS
(1) Octavio Paz, Obra Poética”. Edit. Seix Barral S. A. 1990, “Advertencia”, apartado último de la página 11.
(2) Octavio Paz: “Obra Poética”, citado, página 18: “Libertad Bajo Palabra”.
TABAQUERÍA,de Fernando Pessoa(Álvaro de Campos)
No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.
Ventanas de mi cuarto,
De mi cuarto de uno de los millones del mundo que nadie sabe cuál es
… (Y si supieran cuál es, ¿qué sabrían?)
Das al misterio de una calle cruzada constantemente por gente,
A una calle inaccesible a todos los pensamientos,
Real; imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta,
Con el misterio de las cosas por debajo de las piedras y de los seres,
Con la muerte poniendo humedad en las paredes
y cabellos blancos en los hombres,
Con el destino conduciendo la carroza de todo por el camino de nada.
Estoy vencido, como si supiera la verdad.
Estoy lúcido, como si estuviera para morir,
Y no tuviera más hermandad con las cosas
Sino una despedida, volviéndose esta casa y este lado de la calle
La hilera de vagones de un tren. Y una partida anunciada
Desde adentro de mi cabeza,
Y una sacudida de mis nervios y un crujir de huesos en la ida.
Estoy perplejo como quien pensó y halló y olvidó.
Estoy dividido entre la lealtad que debo
A la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
Y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.
Fallé en todo.
Como no hice ningún propósito, tal vez todo fuera nada.
El aprendizaje que me dieron
Lo bajé por la ventana trasera de mi casa.
Fui hasta el campo con grandes propósitos.
Pero allá encontré sólo yerbas y árboles,
Y cuando había gente era igual a la otra.
Salgo de la ventana, me siento en una silla. ¿En qué he de pensar?
¿Qué sé yo de lo que seré, yo que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pero pienso ser tantas cosas!
¡Y hay tantos que piensan ser la misma cosa que no puede haber tantos!
¿Genio? En este momento
Cien mil cerebros se conciben en sueños genios como yo,
Y la historia no marcará, ¿quién sabe?, ninguno,
Ni habrá sino estiércol de tantas conquistas futuras.
No, no creo en mí.
¡En todos los manicomios hay locos con tantas certezas!
Yo, que no tengo ninguna certeza, ¿soy más cierto o menos cierto?
No, ni en mí…
¿En cuántas buhardillas y no-buhardillas del mundo
No están en esta hora genios-para-sí-mismos soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas-
Sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas-,
Y quién sabe si realizables,
Nunca verán la luz del sol real ni hallarán oídos de gente?
El mundo es para quien nace para conquistarlo
Y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón.
He soñado más que lo que Napoleón hizo.
He apretado al pecho hipotético más humanidades que Cristo,
He concebido filosofías en secreto que ningún Kant escribió.
Pero soy, y tal vez seré siempre, el de la buhardilla,
Aunque no viva en ella;
Seré siempre el que no nació para eso;
Seré siempre sólo el que tenía cualidades;
Seré siempre el que esperó que le abrieran la puerta
al pie de una pared sin puerta,
Y cantó la canción del Infinito en un gallinero,
Y oyó la voz de Dios en un pozo tapado.
¿Creer en mí? No, ni en nada.
Derrame la naturaleza sobre la cabeza ardiente
Su sol, su lluvia, el viento que halla el cabello,
Y el resto que venga si viniera, o tuviera que venir, o no venga.
Esclavos cardiacos de las estrellas,
Conquistamos todo el mundo antes de levantarnos de la cama;
Pero despertamos y él es opaco,
Nos levantamos y él es ajeno,
Salimos de la casa y él es la tierra entera
Más el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.
(Come chocolates, pequeña;
¡Come chocolates!
Mira que no hay más metafísica en el mundo sino chocolates.
Mira que todas las religiones no enseñan más que la confitería.
¡Come, pequeña sucia, come!
¡Pudiera comer chocolates con la misma verdad con que comes!
Pero yo pienso, y al jalar del papel de plata, que es de hojas de estaño,
Tiro todo por el suelo, como he tirado la vida.)
Pero al menos queda de la amargura de lo que nunca seré
La caligrafía rápida de estos versos,
Pórtico Partido para lo Imposible.
Pero al menos consagro en mí mismo un desprecio sin lágrimas,
Noble al menos en el gesto largo con que tiro
La ropa sucia que soy, sin rol, para el decurso de las cosas,
Y quedo en casa sin camisa.
(Tú, que consuelas, que no existes y por eso consuelas,
O Diosa Griega, concebida como estatua que fuera viva,
O Patricia Romana, imposiblemente noble y nefasta,
O Princesa de trovadores, gentilísima y colorida,
O Marquesa de siglo dieciocho, escotada y lejana,
O cocotte célebre del tiempo de nuestros padres,
O no sé qué moderno- no concibo bien qué-,
Todo eso, sea lo que fuera, que seas, si puede inspirar ¡Qué inspire!
Mi corazón es un balde vacío.
Cómo los que invocan espíritus invocan espíritus me invoco
A mí mismo y no encuentro nada.
Llego a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta.
Veo las tiendas, veo las aceras, veo los carros que pasan,
Veo los entes vivos vestidos que se cruzan,
Veo los perros que también existen,
Y todo esto me pesa como una condena al destierro,
Y todo esto es extranjero como todo.)
Viví, estudié, amé y hasta creí,
Y hoy no hay mendigo que no envidie sólo por no ser yo.
Miro a cada uno los andrajos y las llagas y la mentira,
Y pienso: tal vez nunca viviste, ni estudiaste, ni amaste, ni creíste,
(Porque es posible hacer la realidad de todo eso sin hacer nada de eso);
Tal vez hayas existido apenas, como una larga tija a quien le cortan la cola
Y sigue siendo cola más allá de la lagartija, agitadamente.
Hice de mí lo que no supe,
Y lo que podía hacer de mí no lo hice,
El traje que vestí estaba equivocado.
Me conocieron luego por quien no era y no lo desmentí y me perdí.
Cuando quise arrancar la máscara,
Estaba pegada a la cara.
Cuando la arranqué y me vi al espejo,
Ya había envejecido,
Estaba borracho, ya no sabía vestir el traje que no me había quitado.
Dejé la máscara y dormí en el vestíbulo
Como un perro tolerado por la gerencia
Por ser inofensivo
Y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime.
Esencia musical de mis versos inútiles,
Quién me diera encontrarte como cosa que yo hiciera,
Y no quedara siempre enfrente la Tabaquería de enfrente,
Pisoteando la conciencia de estar existiendo,
Como un tapete en el que un borracho tropieza
O una alfombra que los gitanos robaron y no valía nada.
Pero el Dueño de la Tabaquería llegó a la puerta y se quedó allí.
Lo miró con la incomodidad de la cabeza mal volteada
Y con la incomodidad del alma mal entendiendo.
El morirá y yo moriré.
El dejara el letrero, yo dejaré versos.
En algún momento morirá el letrero y los versos también,
Después morirá la calle donde estuvo el letrero
Y la lengua en que fueron escritos los versos.
Morirá después el planeta girante en que todo esto se dio.
En otros satélites de otros sistemas cualquier cosa como gente
Continuará haciendo cosas como versos
y viviendo debajo de cosas como letreros,
Siempre una cosa enfrente de otra,
Siempre una cosa tan inútil como la otra,
Siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
Siempre el misterio del fondo tan cierto
como el sueño del misterio de la superficie,
Siempre esto o siempre otra cosa o ni una cosa ni otra.
Pero un hombre entró en la Tabaquería (¿para comprar tabaco?)
Y la realidad pausible cayó de repente encima de mí.
Me incorporo enérgico, convencido, humano,
Y voy a intentar escribir estos versos en que digo lo contrario.
Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos
Y saboreo en el cigarro la liberación de todos los pensamientos.
Sigo el humo como una ruta propia,
Y gozo, en un momento sensitivo y competente,
La liberación de todas las especulaciones
Y la conciencia de que la metafísica es una consecuencia de estar enfadado.
Después me echo para atrás en la silla
y continuo fumando.
En tanto el Destino me lo conceda continuaré fumando.
(Si me casara con la hija de mi lavandera
tal vez fuera feliz).
Visto esto, me levanto de la silla. Voy a la ventana.
El hombre salió de la Tabaquería (¿metiendo el cambio en el bolsillo del pantalón?).
Ah, lo conozco; es el Estevez sin metafísica.
(El Dueño de la Tabaquería llegó a la puerta.)
Como por un instinto divino el Estevez se volteó y me vio.
Me dijo adiós con un gesto, le grité ¡Adiós oh Estevez! y el universo
Se me reconstruyó sin ideal ni esperanza, y el Dueño de la Tabaquería sonrió
DECLAMADA POR SILVIA MARTÍNEZ CORONEL EN FACEBOOK…MAGISTRAL
Hola!
Rodeado de Poetisas y expertas en Literatura este Post de Honorio,
aprovecho a preguntar a quienes saben (¡Gracias!)
si pueden contar algo de los abajo nombrados en su relación con Withman.
············
En una vieja Antología al presentar a POETAS NORTEAMERICANOS empieza diciendo esto:
Walt Whitman dejaba que el viento americano le desordenase la barba, exaltando al hombre a través de su propia identidad y extrayendo de cada uno su cualidad más afirmativa, su fundamento más esperanzado.
Por cierto que Ezra Pound, años más tarde, mirará el espectáculo del mundo con distintos ojos,
lo mismo que Karl Shapiro o Horace Gregory.
La teoría de las ilusiones se desvanece y de aquella romántica seguridad en el eterno e indiscriminado progreso poco queda luego de tanta mistificación y tanta guerra.
La exaltación, la decadencia sobrevienen en un lapso relativamente corto, en años de prueba.
La luz a cuyo resplandor hay que acostumbrarse en las invocaciones de Whitman, alumbra un mundo de intolerancia e intranquilidad donde Shapiro quiere volver sobre sus pasos para encontrar el principio del laberinto, para mejorar
los modales de nuestro tiempo.
* Whitman habitó las pacíficas praderas yanquis, se exaltó con el ritmo de sus manufacturas, asistió a la unidad americana posterior a la secesión;
* Shapiro escribe desde su carpa caliente de rancios olores vegetales, esquivando el cuerpo a los bombarderos japoneses;
* Pound depone como testigo de una sociedad que periclita.
Sus mensajes, pues, son de intención diversa, pero animados por una misma fuerza expresiva que hace del aporte norteamericano a la poesía universal un coro intenso y original que intenta los contracantos del hombre en nuestro tiempo.
···················
Un poema de Walt Whitman para comenzar la jornada con un talante mas armónico, más vital.
NO TE DETENGAS
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores: el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes. Huye. ”Emito mis alaridos por los techos de este mundo”, dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos. Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante. Vívela intensamente, sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte. Las experiencias de quienes nos precedieron a nuestros “poetas muertos”, te ayudan a caminar por la vida . La sociedad de hoy somos nosotros: Los “poetas vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas …
Dicen los entendidos que tanto en Gabriela Mistral como Pablo Neruda, cada uno a su modo, se puede ver la influencia de Whitman, que les llegó a través de José Martí. Gabriela, cristiana, que aspiraba a borrar las barreras que separan a las personas y a los pueblos, aspirando al amor universal, nos canta una ronda de niños, que yo solía enseñar a unos pequeños alumnos cuando tenía 15 años, y que todavía le canto a mis nietas.
Dame la mano y danzaremos,
Dame la mano y ma amarás,
Como una sola flor seremos,
Como una flor,y nada más.
El mismo verso cantaremos;
Al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
Como una espiga, y nada más.
Te llamas Rosa y yo Esperanza;
Pero tu nombre olvidarás.
Porque seremos una danza,
En la colina, y nada más.
DICEN QUE LA NIÑA CANTA PORQUE LORCA
DUERME EN SU GARGANTA (Homenaje a F. G Lorca)
Dicen que la niña canta al rayar
el alba y cuando la luna
se peina con los corales
del sol de la mañana…
Y mientras la niña canta
el alba y la luna trenzan
su pelo peinado con
lazos de estrella escarlata
mejillas sonrojadas
de corales dibujadas
sonrojada sus cara
cuando escucha
del fondo decirle
¡Niña guapa!
Hay niña que al rio besas
para bañarte en sus claras
enaguas,
cantando cantando encandilas
de los peces el arco iris
de sus escamas de plata.
Canta niña, canta no calles
a tu boca de grana porque
el poeta de Nueva York
por ella habla, y sobre
el puente del rio Brooklyn
sus pies descalzon el corazón
eleva sus aguas.
Niña del romancero, valiente
niña de los ojos negros, labios
carnosos alma rebosante
de verde esperanza,
niñas que de amor al
abrigo de la luna
sus amores cantan…
de amor a la luz de la luna
sus amores
en el verso cantan…
Canta la niña, canta el poeta
canta el amor
cuando la poesía de amor
habla y la Niña que canta, canta…
9.2.2012
Carmen.H.R
PARA TÍ PILAR GARCIA…
¡¡¡Gracias a cuantas personas posean el don de la poesía!!!
Cada noche antes de abandonarme en brazos del dulce sueño… o no… Son como alimento para mí ser.
¡Gracias!
mª pilar
Hola!
De una amiga nicoleña (Bs. As.): Marta Ruffini,
en su poemario “Plegar la Noche” pág.46 (1997)
·················
MIRANDO ESTE MOMENTO
Me siento y miro
todos los dolores del mundo.
Veo, oigo y estoy callado.
Walt Whitman
························
Como vos hermano Walt
también me siento y miro
hoy aquí
la soledad y la injusticia
el gesto por nunca solidario
y oigo súplicas
de unas manos que vuelan
pidiendo erráticos milagros
me siento y miro
la mezquindad sin fin
sin límites
la garra interminable
que llega sin piedad hasta mi puerta
y me despoja y mata
inimputable
siento la oscuridad
que me destierra a un gris peregrinaje
Veo, oigo y callo.
Oda a Walt Whitman, Federico García Lorca.
Por el East River y el Bronx
los muchachos cantaban enseñando sus cinturas,
con la rueda, el aceite, el cuero y el martillo.
Noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas
y los niños dibujaban escaleras y perspectivas.
Pero ninguno se dormía,
ninguno quería ser el río,
ninguno amaba las hojas grandes,
ninguno la lengua azul de la playa.
Por el East River y el Queensborough
los muchachos luchaban con la industria,
y los judíos vendían al fauno del río
la rosa de la circuncisión
y el cielo desembocaba por los puentes y los tejados
manadas de bisontes empujadas por el viento.
Pero ninguno se detenía,
ninguno quería ser nube,
ninguno buscaba los helechos
ni la rueda amarilla del tamboril.
Cuando la luna salga
las poleas rodarán para tumbar el cielo;
un límite de agujas cercará la memoria
y los ataúdes se llevarán a los que no trabajan.
Nueva York de cieno,
Nueva York de alambres y de muerte.
¿Qué ángel llevas oculto en la mejilla?
¿Qué voz perfecta dirá las verdades del trigo?
¿Quién el sueño terrible de sus anémonas manchadas?
Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman,
he dejado de ver tu barba llena de mariposas,
ni tus hombros de pana gastados por la luna,
ni tus muslos de Apolo virginal,
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla
que gemías igual que un pájaro
con el sexo atravesado por una aguja,
enemigo del sátiro,
enemigo de la vid
y amante de los cuerpos bajo la burda tela.
Ni un solo momento, hermosura viril
que en montes de carbón, anuncios y ferrocarriles,
soñabas ser un río y dormir como un río
con aquel camarada que pondría en tu pecho
un pequeño dolor de ignorante leopardo.
Ni un sólo momento, Adán de sangre, macho,
hombre solo en el mar, viejo hermoso Walt Whitman,
porque por las azoteas,
agrupados en los bares,
saliendo en racimos de las alcantarillas,
temblando entre las piernas de los chauffeurs
o girando en las plataformas del ajenjo,
los maricas, Walt Whitman, te soñaban.
¡También ese! ¡También! Y se despeñan
sobre tu barba luminosa y casta,
rubios del norte, negros de la arena,
muchedumbres de gritos y ademanes,
como gatos y como las serpientes,
los maricas, Walt Whitman, los maricas
turbios de lágrimas, carne para fusta,
bota o mordisco de los domadores.
¡También ése! ¡También! Dedos teñidos
apuntan a la orilla de tu sueño
cuando el amigo come tu manzana
con un leve sabor de gasolina
y el sol canta por los ombligos
de los muchachos que juegan bajo los puentes.
Pero tú no buscabas los ojos arañados,
ni el pantano oscurísimo donde sumergen a los niños,
ni la saliva helada,
ni las curvas heridas como panza de sapo
que llevan los maricas en coches y terrazas
mientras la luna los azota por las esquinas del terror.
Tú buscabas un desnudo que fuera como un río,
toro y sueño que junte la rueda con el alga,
padre de tu agonía, camelia de tu muerte,
y gimiera en las llamas de tu ecuador oculto.
Porque es justo que el hombre no busque su deleite
en la selva de sangre de la mañana próxima.
El cielo tiene playas donde evitar la vida
y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora.
Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño.
Éste es el mundo, amigo, agonía, agonía.
Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades,
la guerra pasa llorando con un millón de ratas grises,
los ricos dan a sus queridas
pequeños moribundos iluminados,
y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.
Puede el hombre, si quiere, conducir su deseo
por vena de coral o celeste desnudo.
Mañana los amores serán rocas y el Tiempo
una brisa que viene dormida por las ramas.
Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whítman,
contra el niño que escribe
nombre de niña en su almohada,
ni contra el muchacho que se viste de novia
en la oscuridad del ropero,
ni contra los solitarios de los casinos
que beben con asco el agua de la prostitución,
ni contra los hombres de mirada verde
que aman al hombre y queman sus labios en silencio.
Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades,
de carne tumefacta y pensamiento inmundo,
madres de lodo, arpías, enemigos sin sueño
del Amor que reparte coronas de alegría.
Contra vosotros siempre, que dais a los muchachos
gotas de sucia muerte con amargo veneno.
Contra vosotros siempre,
Faeries de Norteamérica,
Pájaros de la Habana,
Jotos de Méjico,
Sarasas de Cádiz,
Apios de Sevilla,
Cancos de Madrid,
Floras de Alicante,
Adelaidas de Portugal.
¡Maricas de todo el mundo, asesinos de palomas!
Esclavos de la mujer, perras de sus tocadores,
abiertos en las plazas con fiebre de abanico
o emboscadas en yertos paisajes de cicuta.
¡No haya cuartel! La muerte
mana de vuestros ojos
y agrupa flores grises en la orilla del cieno.
¡No haya cuartel! ¡Alerta!
Que los confundidos, los puros,
los clásicos, los señalados, los suplicantes
os cierren las puertas de la bacanal.
Y tú, bello Walt Whitman, duerme a orillas del Hudson
con la barba hacia el polo y las manos abiertas.
Arcilla blanda o nieve, tu lengua está llamando
camaradas que velen tu gacela sin cuerpo.
Duerme, no queda nada.
Una danza de muros agita las praderas
y América se anega de máquinas y llanto.
Quiero que el aire fuerte de la noche más honda
quite flores y letras del arco donde duermes
y un niño negro anuncie a los blancos del oro
la llegada del reino de la espiga.
Hola Sarri!
¿No te parece que tu Comentario interrumpe
el Oasis que vos también apreciás?
¡Vamos amigo, mirá por esa Ventana abierta de la Sierrra vecina donde habitás! – Oscar.
ANOCHE TE SOÑÉ
Anoche, te soñé en mi lecho
Taciturno y soñoliento
te llegaste, para susurrarme
que la muerte codicia ser capitana
de los miedos de mis miedos,
anoche, te soñé despierta
y ahí quedaron desnudos
todos y cada uno de tus
recuerdos y mis recuerdos.
Fragmentados bajo aquel silencio
inservible de la pesadumbre,
beneficiaria y poseedora
de tu sonrisa que ya no rie
junto a la mía,
en el crepúsculo de la almohada
sin olor a ti, te soñé
para abrazar sin dolor
tu amado y añorado
tus recuerdo y vivencias
que serán eternamente
míos porque tú me
lo agraciaste.
Te soñé ya sin desasosiego,
pero aún rompiéndome por dentro
aquella imagen lejana
y mis ojos lloraron en los tuyos
abrazados en tu y mi desconsuelo
acaricie con el cincel la fría piedra
corté a golpe de buril el muro
blanco,
y te abriste paso en mi alma
borrando los tristes recuerdos
tus manos heladas dieron abrigo
a las mías.
¡Oh! Muerte, fútil y arrogante
te viste y adueñas de lo que no es tuyo
para hacerte grande en el lecho
frio,
¡Grande es por ti
mi desprecio!
Ni eres dueña ni tan siquiera
señora porque solo eres
poseedora de la inerte materia
de las victimas a deshora,
de los amores que morir
nunca debiera y morirás
cuando conmigo mueras.
hacerte victima, y primicias,
dispensario en mis sueños,
y su recuerdo,
¡Anoche te soñé, sin muerte
de por medio!
¡Tú! Muerte, osadas eres, te crees
Fuertes entre el dolor y el silencio,
Pretenciosa es tu tiranía
¿No ves que tú mueres, acaba
cuando yo muero?
No pretendas, reinar en la vida
porque no tienes
Espacio, ni reino…
cuando, la tierra nos acoge en su seno,
acabas muerte, siendo dueña de su féretro…
él, ya de ti huyó, y sometida
quedas en la piedra de tu nulo
y fallido imperio.
Anoche te soñé…
viendo que yo viva tú eras
no muerto.
Carmen
Hacía falta un poco de lirismo en este atrio que apesta a incienso y nafta quemados.
En el primer comentario hice hincapié en León Felipe como mi referencia en el conocimiento de Walt Whitman, en la traducción de su obra al castellano, pero no olvido al gran Jorge Luis Borges, que también lo tradujo, cómo podría olvidarme de él. Su versión es distinta en mi opinión, él mismo lo afirma:
“Mientras tanto, no entreveo otra posibilidad que la de una versión como la mía, que oscila entre la interpretación personal y el rigor resignado“.
Con los años y con el conocimiento de la lengua original, pude tener entre mis manos una edición coetánea del autor, y puedo afirmar que no difiere demasiado de la traducción de León Felipe, con todas las reservas que se puedan tener pues ninguna traducción es perfecta.
La religiosidad o mejor diría la espiritualidad en Walt Whitman tiene sus raíces en la diversidad de creencias, aunque tiene muy presente su tradición cristiana, pero tiene como prioridad a la persona que es la protagonista de su poesía, “Divino soy por dentro y por fuera”. Para él el cuerpo y el espíritu se alternan, de esa dualidad entre la materia y el espíritu basa su poesía desde su concepto de espiritualidad. Una espiritualidad que canta a las personas y a su país, en donde confluyen todas las experiencias vividas en parte y en conjunto.
“Creo en ti, alma mía.
Pero el otro que soy, no debe humillarse ante ti ni tú debes humillarte ante él.
Deja las palabras,
la música y el ritmo;
apaga tus discursos;
túmbate conmigo en la hierba.
Sólo el arrullo quiero,
el susurro
y las sugestiones de la voz.
¿Te acuerdas de aquella mañana transparente de verano?
Estabas con la cabeza reclinada en mis rodillas y dulcemente te volviste hacia mí,
abriste mi camisa
y me buscaste con la lengua el corazón profundo.
Después te alargaste hasta hundirte en mi barba, te estiraste
y te adheriste a mí desde la cabeza hasta los pies.
Conocí entonces la paz y la sabiduría que están más allá de las disputas de la tierra.
Y ahora sé que la mano de Dios
es la promesa de mi mano;
que el espíritu de dios
es hermano de mi espíritu;
que todos los hombres nacidos en el mundo son mis
hermanos también
y que todas las mujeres son mis hermanas y mis amigas……
¡que un solo germen de la creación es amor!
Infinitas son las hojas erguidas o marchitas del bosque,
las hormigas oscuras que se afanan debajo de las hojas,
las costras musgosas de la cerca,
las piedras amontonadas;
infinito el saúco,
el gordolobo,
la fitolaca”.
El gran crítico literario norteamericano Harold Bloom sobre Walt Whitman:
“El alma whitmaniana, de modo similar al alma de Norteamérica, es un enigma y, pese al armonioso abrazo que abre Canto a mí mismo, el lector nunca siente que Whitman esté cómodo con ella. Llegamos a pensar que el “mí mismo” es la parte mejor y más antigua de Whitman – que se remonta a antes de la Creación -, mientras que el alma pertenece a la naturaleza, o es el elemento desconocido de la naturaleza. Leyendo a Whitman aprendemos explícitamente lo que muchos norteamericanos parecen saber de manera implícita: que el alma norteamericana no se siente libre a menos que esté sola, o “sola con Jesús”, como dicen nuestros evangelistas. Whitman, que era su propio Cristo, compartía sin embargo ese impulso del alma de su país y lo transformó en el que acaso sea el mayor de sus muchos y variados poderes: una fuerza que, al unísono con su alma, desafía la naturaleza”.
Yo conocí a Walt Whitman en mi adolescencia a través de su mejor representante en lengua castellana y su mejor traductor León Felipe. Y estos dos poetas, son unos de los escritores por los que descubrí mi vocación por la literatura, primero en estudiarla y después en ensañarla, y a la que me dedico desde hace algunos años. Gracias Honorio por recordarme hoy a Walt, pero también muy especialmente a nuestro León Felipe.
De esta manera nos presenta León Felipe a Walt Whitman en el prólogo de Canto a mi mismo:
Dios le llama Walt
Se apellida Whitman.
Pero Dios le llama Walt.
No tiene familia.
Es hijo de la tierra mas que de la sangre, como todo americano legítimo. Que en esto se diferencia del europeo. Y en esto se diferencia también el pionero del conquistador.
No tiene genealogía.
Y en esto se diferencia del hebreo.
No acarrea su sangre desde Adán, por una atarjea de nombres empalmados, pero es tan adámico como Isaías.
“Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres, hijos de esta tierra y de estos vientos también”.
No dice el nombre de sus padres ni de sus ancestrales.
Le basta con saber que todos fueron hijos, como él, de la tierra y el
viento,
de esta tierra y este viento de América.
Ahora es necesario señalar esto bien.
Su nombre telúrico y adámico es Walt.
Walt, Walt, Walt…
le dicen el gavilán,
la tempestad
y las olas del mar entre las rocas de la playa…
Llamadle Walt vosotros también.
Yo le llamo Walt…
Dios le llama Walt.