Hay muchas incógnitas en este fecha respecto a lla cumbre del episcopado español convocada en Roma, incrementadas con las dudas de si la salud de Francisco hará posible el encuetro como estaba previsto. Yo estaba esperando esta fecha, revolviendo muchas cosas por dentro (en 1970, siendo rector en Salamanca del Colegio-Seminario del Salvador, estábamos elaborando un proyecto renovador de “encaminamiento al sacerdocio” que fue abortado), pensando escribir. No he tenido tiempo o capacidad de hacerlo. Pero me identifico con lo que hoy escribe Xabier Pikaza y le cedo la palabra. Su opinión y análisis no es simplista, no cabe en un tuit, como no cabría el mío. Pikaza estuvo en el nacimiento de ATRIO y, aunque sus publicaciones han ido más a Religión Digital, mantenemos un continuo diálogo amistoso por teléfono. Ex una persona excepcional que aún habiendo sido expulsado de la cátedra de Teología, sigue pensando y creando en un pueblecito salmantino, acompañado de libros, de esperiencia y del cariño de Mabel, el gran regalo de Él para que su vida siga fecunda y feliz. Y, en esto que escribe hoy, estoy casi al 100 por ciento de acuerdo.AD.
Sobre la formación “clerical”.
1. Principio apostólico.
El Credo confiesa que la Iglesia es una, santa, católica y apostólica: fundada en la fe y misión de transmitir (testimoniar) su fe, la vida cristiana, que tenían algunos.
En sentido restringido llevan ese título de apóstoles los enviados y misioneros de la primera generación cristiana, donde se incluyen mujeres y parientes con los once (cf. Hech 1, 13-14) o los testigos a que alude Pablo en 1Cor 15, 3-9 (Pedro, los Doce, apóstoles, Santiago, muchedumbre de hermanos…). Los cristianos posteriores apóstoles formamos la iglesia apostólica, como herederos de aquellos primeros creyentes y enviados, que aceptaron el testimonio de Jesús, tanto en Galilea (profetas itinerantes) como en Jerusalén.
2. Todos apóstoles (enviados), y algunos con ministerios especiales (obispos, presbíteros…)
Originalmente, los Doce y los demás compañeros y amigos de Jesús fueron testigos del mensaje de Jesús. Pero el mismo despliegue del Espíritu (la marcha de la historia) cambió su modelo de iglesia de manera que fueron muriendo y/o desaparecieron. Pues bien, de forma lógica y sorprendente, la tradición posterior les ha recordado como compañeros de Jesús, modelo de creyentes para todos los tiempos y grupos posteriores. El simbolismo y tarea de los Doce y de los restantes discípulos, compañeros y amigos de Jesús pervive en los enviados posteriores y de un modo especial en los obispos, presbíteros y servidores de la iglesia posterior, hasta el día de hoy.
Jesús no creó una jerarquía especial para siempre (no dejó las cosas bien atadas, sino abiertas, al impulso del Espíritu Santo). La misma falta de una institución jerárquica eterna hizo que la iglesia antigua expresara diversos ministerios mesiánicos, al servicio de la misión eclesial: apóstoles y profetas, carismáticos itinerantes y servidores comunitarios (diáconos), exorcistas y predicadores, taumaturgos y responsables de la acogida doméstica, ministros de las mesas y presidentes de comunidades, expertos en lenguajes extáticos e intérpretes de lenguas, creyentes y escribas etc. etc. Los diversos gestos y modelos de animación y carisma social han sido ensayados en la iglesia . Es claro que nadie había planificado esta abundancia, sino que ha brotado de un modo natural, como expresión de la vida de las comunidades. Pero Pablo y otros como él se han sentido obligados a organizarlos (no a controlarlos), para que sirvan mejor al bien (=amor) de la comunidad (cf. 1Cor 12-14). Así debe suceder en nuestro tiempo. La institución oficial de la iglesia podrá “moderar” esos carismas y servicios, para bien del amor universal, pero no controlarlos de un modo uniformador y casi dictatorial, como suele hacerse ahora.
3. Año 2023, un camino abierto. A partir de lo que existe
El problema no lo hemos inventado nosotros. El tiempo nos ha puesto en una encrucijada y debemos tomar una decisión, pues dejar las cosas como están, manteniendo el sistema actual, parece la peor, al menos desde el punto de vista de occidente. No se trata de romper con violencia lo que existe. Tampoco Jesús derribó el templo, sino que lo hicieron celotas y romanos luchando por el control del sistema; pero aquel templo estaba ya vacío, muerto, antes que ardiera en las llamas de la guerra. Un tipo de religión oficial desaparece, pero hay nuevos caminos abiertos, con agua de evangelio. Lo había previsto de algún modo M. Weber, a principios del siglo XX, recordando la voz suave (pianissimo) de los grupos juveniles empeñados en recrear las iglesias. Hoy aquella voz se ha hecho más fuerte. Así quiero evocarla en esquema, recogiendo también temas anterior:
Algunos sienten prisa: les gustaría que llegaran nuevos romanos imperiales (como el 70 EC) para destruir la sacralidad externa de la iglesia actual. Otros sostienen es tiempo apocalíptico: acaba la iglesia, termina el cristianismo, pero acaba también la vida sobre el mundo. En contra de eso, pienso que las cosas tienen un sentido y que es mejor apoyarse en lo que existe, pues mucho de ello es bueno: fruto de un largo proceso de fe y sufrimiento, camino esperanzadamente abierto. Lo que a veces parece simple iglesia en ruinas (visión de Francisco de Asís) contiene elementos que deben aprovecharse y restaurarse, según el ejemplo de aquel que no quiso quebrar la caña cascada, ni apagar la mecha humeante (cf. Mt 12, 20). Aquí debe aplicarse la paciencia histórica, hecha de ternura ante lo que parecen ruinas.
4. Camino católico, con Pedro (=Papa), garante de unidad de la Iglesia.
El obispo de Roma en cuanto tal no es necesario, pues no lo hubo hasta entrado el II dC (aquella iglesia estaba dirigida por presbíteros), pero de hecho ha realizado una función de pacto y unidad, sintiéndose vinculado a Pedro (y Pablo), cuya memoria y confesión mantiene Roma. La mejor aportación de esa iglesia es que empiece siendo una entre otras, dejando que esas otras exploren y busquen su camino, en clave de evangelio. Eso significa que debe abandonar un tipo de funciones actuales de sistema, no con la tristeza de haber sido derrotada, sino por fidelidad al evangelio.
Así lo pone de relieve el mismo Francisco Papa, al iniciar el camino sinodal. Tiende a desaparecer un tipo de Curia Vaticana, pero queda el Obispo de Roma, con una tarea básica de guiar y animar su comunidad, en diálogo con las restantes iglesias, tomando como referencia especial a Pedro, signo de unidad en el conjunto del Nuevo Testamento. Se abre así un modelo distinto de unidad en comunión, que no sea un simple retorno a la historia más antigua (con sus reuniones, sínodos, concilios y encuentros comunes), ni tampoco una continuidad de lo que ahora existe (dirección unificada de la administración de las iglesias), sino experiencia de comunión dialogal entre iglesias hermanas y autónomas, dentro de un mundo unificado, a otro nivel, por el sistema. En esta comunión aún no explorada deberá decir su palabra de recuerdo, de impulso en caridad y de concordia en la fe el obispo de Roma, como signo personal (histórico, presente) de comunicación entre las comunidades. Por eso me pronuncio a favor del Papa.
5. Creatividad comunitaria, camino sinodal.
Ciertamente, la iglesia es lugar donde nacemos a la fe y aprendemos a vivir; pero sobre todo es casa donde compartimos el pan y dialogamos, como hermanos-hermanas y madres (cf. Mc 3, 31-25), en madurez humana y búsqueda comunitaria. Este ha sido y será un camino difícil. Ciertamente, ella ha dejado resquicios de autonomía creadora, que han explorado genialmente los grandes místicos como Juan de la Cruz, que muchas veces han debido exilarse interiormente para expresar sus experiencias; pero en general ella es una institución obsesionada por la seguridad y control de sus fieles. La iglesia es casa de todos. Ha sido y es una institución venerable, que acoge a muchos pobres y ofrece espacio de amor para millones de personas, pero tiene miedo de la creatividad comunitaria y del diálogo leal entre los fieles. Por eso debemos cambiarla, por amor al evangelio.
El evangelio es un camino de comunión, que nadie puede recorrer por otros; así nadie puede darnos soluciones hechas, sino que debemos buscarlas, amarlas, conversarlas, en comunión y conservando por lo menos el derecho a equivocarnos. Allí donde la jerarquía sabe, dice y decide, mientras los demás callan y obedecen (sin tener ni siquiera el derecho a equivocarse), está en riesgo la misma verdad de la iglesia. No se trata de dejar a los creyentes solos, cada uno ante su Biblia, como han hecho algunos grupos protestantes, sino de potenciar comunidades, capaces de explorar y tantear, de crear y ofrecer caminos de evangelio (en libertad y comunión), en este tiempo nuevo en que la mayoría parecemos amenazados por un sistema de poder exterior que nos domina.
6. Hogar contemplativo, libertad creadora.
Muchos que somos ya mayores (entre los 60 y 90 años) hemos recorrido un camino de compromiso que ha venido marcado por diversos acontecimientos: Vaticano II, reforma litúrgica, adaptación pastoral un tipo de teología de la liberación etc. Lo que entonces sentimos y dijimos continúa siendo válido. Pero ahora, pasados los años, con la nostalgia de un fracaso (los problemas siguen, el sistema resulta imparable) y, sobre todo, con más honda experiencia de Jesús, queremos destacar el aspecto contemplativo de la iglesia, que es hogar de misterio, casa donde se comparte el pan de la plena humanidad, especialmente la palabra que brota de la boca de Dios (cf. Mt 4, 4), en un camino donde destacamos tres palabras.
Queremos que la contemplación sea expresión de la más honda autonomía, sin imposición de varones sobre mujeres (o viceversa), sin dictados impuestos desde fuera. Queremos que la contemplación sea un aspecto central de la vida cristiana, de manera que haya lugares y momentos donde creyentes puedan reunirse para compartir la experiencia de fe, en silencio o cantando, de un modo temporal o para siempre, ofreciendo al conjunto de la iglesia el testimonio de la experiencia fundante de Cristo. En esa línea, la iglesia futura debe ser un espacio y camino de amor contemplativo, si no quieren que el sistema le destruya. Pues bien, le contemplación cristiana ha de encarnarse y ofrecer su testimonio en los lugares donde el ser humano está más estropeado, es decir entre los excluidos del sistema, en gesto de plena gratuidad.
7.Sembrar evangelio, porque viene (=para que venga) el Reino
El Reino viene y nosotros lo adelantamos… Pero no viene sólo porque nosotros lo adelantamos, sino porque rogamos y pedimos “ven señor Jesús”, haciendo que venga en nuestra vida.
Unos suponen que el ciclo cristiano termina: esto se acaba, resistimos un tiempo, mantenemos algunas estructuras, luego Dios dirá; somos los últimos de una larga historia, de mil años de tradición cristiana occidental, cuando acabe todo cerramos la casa y nos vamos.
Otros tienen miedo y defienden el sistema: se creen llamados a mantener el orden y guardas las estructuras, en plano de dogma y disciplina, como si Cristo les necesitara para mantener la iglesia; normalmente se fijan en cosas secundarias (hábitos y rezos exteriores, estructuras caducas).
Pues bien, en contra de unos y otros, pienso que este es un tiempo bellísimo para sembrar evangelio. No se trata de hacer y programar, en línea de sistema, como si todo dependiera de nosotros, sino de dejar que la Palabra de reino penetre de nuevo en nuestra tierra (Mc 4). Esto es lo que importa: no tener miedo y explorar formas de vida cristiana, desde el evangelio, en comunión cordial con el conjunto de la iglesia, pero sin estar esperando las directrices directas de una jerarquía, que normalmente llega tarde. Se trata de ser iglesia, de acoger la voz del evangelio y de crear vida cristiana, con autonomía, en la línea de todo lo que he venido diciendo en este libro.
8. Servicio voluntario, primacía del carisma
Debemos pasar con toda urgencia del ministerio-honor, entendido en clave ontológica, sacral y jerárquica (como valioso en sí, con independencia de la comunidad), al ministerio-servicio, integrado en una comunidad, de la que depende y a la que sirve, en gesto de animación (ministros que surgen de la comunidad y en ella permanecen) o creación (ministros-misionerosque crean comunidades nuevas).
A partir de una visión más pagana que cristiana, la iglesia ha desarrollado una visión ontológica y jerárquica del ministerio-honor (válido en sí mismo, independiente de la comunidad) y lo ha vinculado a la primera burocracia de occidente, creando así uno de los mejores sistemas de organización sacral del mundo(con mística de fondo cristiana y orden social romano). Pero el tiempo de esa burocracia y ese orden ha pasado, no sólo por razón externa (ha triunfado y se ha impuesto en el mundo otro tipo de sistema estatal/económico, con su burocracia total), sino también y sobre todo por una causa interna: la visión ontológica de los ministerios (como algo absoluto, vinculado a la persona en sí) ha pasado, de manera que las mismas comunidades han de ser espacio y camino de surgimiento de los ministerios. Estas son sus dos tareas principales:
9. Ordenar el carisma: Ministerios de amor mutuo, crear/cuidar comunidades.
Los ministerios cristianos surgen del amor comunitario (de la vida eclesial, expresada en la vida de cada uno) y tienen finalidad la finalidad de cuidar/animar ese amor comunitario. No tienen una finalidad puramente finalidad administrativa, ni de poder social. No valen por sí mismos, como si tuvieran un poder u honor distinto al de otros fieles; valen en la medida en que son signo de animación y trasparencia comunitaria, promoviendo (suscita, celebrando) el amor en la iglesia.
Tan pronto como un ministro eclesial eleva y destaca por sí mismo, como persona superior y no aparece como signo de envío y amor comunitario pierde sentido cristiano.
Este es su grandeza: un ministro eclesial sólo tiene autoridad en la medida en que su autoridad individual desaparece, apareciendo como mediador del “nosotros” de la comunidad, es decir, el amor mutuo de todos los creyentes, en Cristo. Por eso es normal que pertenezca a la comunidad, siendo elegido por ella, por un tiempo o para siempre. Es secundario que sea mujer o varón, soltero o casado: lo que importa es que sea persona de transparencia y animación eclesial. Quizá no es bueno que sepa hacer todo, pues podría impedir el despliegue de aquellos carismas eclesiales, de que hablaba 1Cor 12-14; pero debe ser persona de amor y concordia.
10. Animar la oración, principio evangélico.
El ministro (mujer o varón) ha de ser al mismo tiempo un animador de fe y experiencia contemplativa, al servicio de la comunidad. No es la comunidad para el ministro, como a veces a pasado, sino el ministro para la comunidad. Puede llegar un caso en que no sea el ministros para la comunidad, sino la comunidad para el ministro. Algunos tienen la impresión de que la iglesia la forman una serie de jerarcas (obispos, presbíteros) a los que se debe “colocar” (encontrar un lugar donde ejerzan), pues no se les puede “quitar” su ministerio.
En contra de eso, l ministro cristiano ha de ser un hombre de fe y experiencia de evangelio; pero, al mismo tiempo, siendo elegido por la comunidad y hablando desde su propia experiencia creyente, ha de presentarse como portavoz de una llamada y una gracia que le desborda, tanto a él como al conjunto de la comunidad.
Ha de ser hombre o mujer de oración,alguien que ofrece su ejemplo de oración, acompañando a los demás en la plegaria.
Ha de ser hombre o mujer de comunidad, Debe estar al servicio de ella, pero sin imponerse sobre ella, sin tener su ministerio como un “orden” valioso en sí mismo, sino como un servicio que se emplea mientras sea necesario o conveniente, y que luego cesa.
Estos dos rasgos (amor mutuo y oración) resultan inseparables y no se aprenden o adquieren con estudio en los actuales seminarios, sino en la escuela de Jesús y en la vida concreta de las comunidades cristianas, en contacto con los excluidos del sistema. Hasta ahora, el ministerio ha parecido una carrera y profesión, un modo de vida, lleno de honor, vinculado a un reconocimiento social externo (de carácter sacral pagano más que evangélico) y a una estabilidad económica. Pues bien, ha llegado el momento de abandonar esa visión del ministerio-oficioy su vinculación con una forma de estabilidad social.
Conclusión. Pienso que en esta línea irán algunas recomendaciones del Papa a los obispos de España, pues los seminarios nuevos, tipo Opus Dei o Remptoris Mater resultan insuficientes y a veces contraproducentes, como ha dicho en otras ocasiones el Papa
(seguirá tras la reunión de los obispos con el Papa)
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Además. El señor llaguno y usted discrepan en muy poca cosa. Le dice que no puede estar de acuerdo con usted, no en lo fundamental , acerca del Reino de Dios.
Pero, es lo fundamental?
Buen día.
El Reino de Dios es lo fundamental porque es lo único que es esencialmente trascendente…lo que va a persistir eternamente. Todos los demás “reinos” quedarán atrás y desaparecerán sin dejar huella. Al final, solo permanecerá la Jerusalén celestial:
”Y estará en ella el trono de Dios y del Cordero, y sus siervos le adorarán; y verán su rostro, y llevarán Su nombre sobre la frente. No habrá ya noche, ni tendrán necesidad de luz de antorcha, ni de luz del sol porque el Señor Dios los alumbrará, y reinarán por los siglos de los siglos. (Apoc 22:1-5)
Muchas gracias Carmen por su acertado comentario. Le envío un afectuoso saludo
Santiago Hernández
Santiago, es usted único.Me encanta.
Dudo mucho que realmente haya habido un tirón de orejas del papa y dudo mucho más aún que de haberlo habido, los obispos españoles le hagan el más mínimo caso.
El tema de la visita en cuestión, es la situación de los seminarios españoles que se han convertido en un gasto excesivo para los pocos alumnos que tienen, un reino de taifas donde cada obispo hace de su capa un sayo y en algunos casos un vehículo de condicionamiento ideológico de los clérigos que acabamos teniendo en España.
Uno de los ejemplos más flagrantes es el seminario de Toledo.Francisco, acabará resolviendo esto por la vía generacional, es decir destituyendo obispos y colocando otros que vayan por la línea correcta.La aceptación inmediata de la renuncia del ex obispo de Alcalá de Henares, Reig Pla, y el destierro de Munilla a Alicante que ya tiene un “seminario compartido con otras diócesis” va por ahi.
Sin duda, la evangelización del mundo requiere un claro y rápido aggiornamiento puesto que las condiciones actuales del mundo occidental son de de-cristianización para borrar del mapa al Evangelio.
Pero el Reino de Cristo trasciende la brevedad efímera del Universo cuando se compara con la eternidad de Dios..
Por eso Cristo nos habla de que lo importante “no es ganar todo el mundo” sino entrar en la vida eterna, entrar en Su Reino. Y esa es la misión de la Iglesia, a la que todos estamos llamados “según lo ordenó Cristo” después de Su Resurrección, ya que El, resucitando había ya destruido el poder del pecado y de la muerte, y nosotros cooperando con Su gracia somos acreedores de entrar en Su Iglesia para vivir eternamente junto a El.
Es por eso, que tanto el “sacerdocio ministerial“ como “el sacerdocio de los fieles” no son antagónicos sino complementarios: uno, aclarando el magisterio de Cristo y salvaguardando la FE, el otro predicando a Cristo con nuestra palabra y ejemplo, y poniéndonos al servicio del Evangelio en el amplio “ministerio que concede el Bautismo a los laicos” tal y como lo enseña el Concilio Vaticano II
Un saludo cordialSantiago Hernández
No puedo estar de acuerdo contigo, Santiago.
No en lo fundamental sobre es el reino de Dios (El término Reino de los Cielos no me gusta nada), pero menos aún en lo accesorio, es decir las condiciones del mundo actual no son de descristianización. Absolutamente no.
Estoy seguro que las víctimas de la persecución de Diocleciano o Nerón o los cristianos que vivieron en la España conquistada por los árabes a partir de 711 tampoco coincidirían contigo.
Otra cosa es que el mundo actual rechace esa visión del cristianismo, anclada al poder, influyente en decisiones políticas y estratégicas y decisora en relación a leyes, comportamientos y costumbres entre los seres humanos.
Efectivamente el mundo está en contra de esa Iglesia… y yo, que soy cristiano, también.
Antonio Ll, solamente hay que leer y oír las noticias diarias en los medios para darse uno cuenta como se quiere marginar todo lo que se relacione con la religión que tuvo su origen en el siglo I y posee fuentes bien documentadas..
No, los testigos-mártires del Evangelio no pudieron tergiversar el pensamiento de Cristo sino que narraron explícitamente “lo que fue desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto…lo que contemplamos y nuestras manos tocaron”. Por eso el cristianismo es una religión “revelada” por la Persona de Cristo, el cual ES dualmente divino y humano, como ha sido siempre la FE de la Iglesia de Cristo. Ser cristiano es creer en ese Cristo que se nos revela en el Evangelio.
Pero ahora se quiere sustituir toda creencia que se encuentre por encima de lo natural por un humanismo materialista, donde Dios -y por supuesto Jesucristo- estén al margen de todo y por lo que ya vemos como se va extendiendo la relajación de la moral, separándola del cristianismo evangélico y acomodándola a lo subjetivo de cada cual , lo que invalida la moral como norma social. La moral subjetiva conduce -a la postre- al caos social que estamos presenciando diariamente.
De ahí el avance de la adoración a ídolos creados por nosotros mismos y la rampante pornografía, droga-adicción, suicidios infantiles, crímenes horrendos como parricidios, matricidios y otros “idios” que estamos confrontando a nivel mundial. Europa hace tiempo que ha rechazado y negado sus raíces cristianas sustituyendo su constitución por otra que rechaza su propia historia, que guste o no, tuvo su origen en ese cristianismo histórico que no conviene ahora divulgar y menos, practicar, pero la Verdad de Cristo nos fuê revelada por El y no creada, ni mucho menos, y no puede ser reformada por nosotros. El contenido del pensamiento revelado en la Escritura es inmutable cuando pertenece a la fe divina del Hijo de Dios que vino a salvarnos del pecado y de la muerte eterna. Lo accidental -lo que NO es sustancia- cabe y debe reformarse excepto lo que se ha enseñado como esencia de lo que Cristo reveló en orden a la salvación
Perdona Antonio Ll si me extendí. Admiro tu interés y como escribes y lo que escribes. Gracias por tomarte el tiempo en dirigirte a mi.
Un abrazo
Santiago Hernández
El insólito viaje de los obispos a Roma (religiondigital.org)
Tanta frivolidad me hace sentir vergüenza ajena. “Qué viaje más guay, qué bien nos lo hemos pasado.” ¡¡¡Mamma mía!!! Cinco horas hablando, dos de ellas con el Papa, y no hablaron de las víctimas de la pederastia. Vergonzoso si fue así, y mentirosos si no lo fue, en cualquier caso, vergonzoso. Sin palabras.
Repito enlace:El insólito viaje de los obispos a Roma (religiondigital.org)
Recomiendo la lectura de este enlace de Roberto Esteban Duque donde dice cosas como las palabras socarronas de Omella, presidente de la CEE: “De toda la realidad de España es imposible hablar en una mañana… Hoy estaba centrado solo en este tema”, los seminarios. De estas palabras se deduce que para el Papa y para los obispos españoles, éste es el problema más importante que tiene la Iglesia en España.
…atribuyendo la drástica reducción del número de los seminaristas a la baja natalidad, manifestando que es la misma situación en que se encuentra la universidad española. Un periodista tuvo que corregir a su eminencia para decir que “sus consecuencias todavía no son visibles en los seminarios”, así como para afirmar que mientras que el número de seminaristas descendió en un 13,80 % en siete años, el número de universitarios ascendió en un 2,39%.
Mientras no comuniquen lo que han hablado durante tantas horas, sí sabemos de lo que no han hablado: de la pederastia clerical y sus agravantes desde un poder y un estatus sagrado, no han hablado de la mujer en la Iglesia, no han hablado del colectivo LGTBQ y su exclusión en la Iglesia, no han hablado de que los seminarios seguirán siendo cápsulas aisladas del mundo que le rodea, de que el evangelio no es una superposición paralela a la realidad humana. En fin, que de los problemas de España no han hablado. ¡80 obispos van a Roma para nada! que le importe a la sociedad, porque lo de que ellos hablan del problema de los seminarios, no es exclusivo de España, es de los seminarios de todo el mundo. Mientras no se atrevan a abordar el ministerio del sacerdocio y que los sacerdotes no sean seres especiales, superiores, apartados del mundo como si de una secta se tratase, para seguir manteniendo una iglesia patriarcal, jerárquica, misógina y clerical, que dejen de perder el tiempo poniendo parches. Para esto no hace falta tanto ruido de viajes de obispos españoles a hablar con el Papa, y que las cosas sigan igual.
Entre lo que dijo el portavoz de la CEE y lo que conocemos del Papa, siempre tan sensible a los problemas sociales, hay algo que a mí no me cuadra, algo se callan los obispos, a no ser que estuviesen en torno a unas copas charlando de cosas, de cosas…, disfrutando de la pandilla de amiguetes, como si en el mundo sólo existiesen ellos (todos hombres) y sus “descendientes” clericales, a su imagen y semejanza con ADN incluido. Pues si sólo han hablado de los seminarios, apaga y vámonos.
Me ha llamado la atención que esta decepción haya llegado también a los medios de comunicación, pues, les parece imposible lo que nos han contado. O nos tratan como menores de edad o son ellos los que aún no han madurado. Y éste es un gran problema en cualquier clase de jerarquía, y en la Jerarquía eclesiástica en concreto, que, en una sociedad madura, la Iglesia se cree que l@s creyentes no lo somos y, no tratan de tontitos.
Hace unos meses publiqué este articulo en Religión Digital que complementa muchas de las sugerencias de Pikaza https://www.religiondigital.org/opinion/formacion-teologias-seminarios-Lakatos-epistemologia-Espana_0_2544045574.html
También yo estoy de acuerdo con casi todo lo que escribe X. Pikaza, a quien conozco -y en parte sigo- desde hace bastantes años. Y lo digo porque es bueno y necesario que estas ideas, que esta visión se difunda, porque es la visión más evangélica. A mi juicio, el futuro de la Iglesia de Jesús, de los seguidores de Jesús como gran o pequeña Comunidad, irá por ahí. De matizar algo sería en el campo de la elección de los servidores-as de la Comunidad-Iglesia. En este tema es preciso ser muy evangélicos y precavidos. Es decir, seleccionar bien y por tiempo limitado a los servidores, que en algunos casos especiales podría ser reelegidos. SERVIDORES, digo, sin más honor que el de haber servido bien. (Aquí vale la versión que algunos han dado del “quien desea un episcopado bueno,,, desea trabajo y mucha entrega”. Este es el “bonum opus”.) No honores inherentes al cargo. Tal vez solo así se reduciría el “carrerismo” y la ambición de poder y de figurar…, (y las ingerencias del poder del dinero en la Iglesia), que tanto daño ha causado a la Comunidad de Jesús. Que tanto contra-testimonio ha creado. La sacralización -y aburguesamiento de muchos servidores viviendo en palacios y enseñando doctrinas a veces poco o nada evangélicas- ha alejado a muchos, muchos de la Iglesia. Y de esto aún hoy parece que bastantes jerarcas -con poca conciencia de servidores-, no toman conciencia de ello. En la Iglesia de Jesús sobran las jerarquías sacralizadas y los mandos jerárquicos. El testimonio de vida evangélica -que es vida moderada, que es amor y servicio, es el mejor difusor del Mensaje del Reino.