Una vez más agradecemos a Leandro Sequeiros, Presidente de ASINJA, Asociación Interdisciplinar José de Acosta ( lsequeiros42@gmail.com ) este valioso artículo que profundiza en la necesidad de incorporar en paradigmas y proyectos de hoy, la sabiduría y el sentido expresado de otra forma en el pasado. AD
En unos años, nuestra sociedad ha transitado
desde la cristiandad a la postsecularidad
El pasado día 5 de octubre asistí (de forma virtual) a la conferencia de un arzobispo y periodista de una diócesis española. El título era sugerente: “Evangelizar en la sociedad de la información”. Comenzó describiendo cómo es nuestra sociedad. Una sociedad en la que cada vez hay menos bodas religiosas, menos asistencia dominical a misa, menos confesiones, menos catequesis familiar. Una sociedad en la que la Iglesia apenas tiene relevancia social y es víctima de acoso debido a los periódicos y a los acontecimientos bochornosos, como la pederastia clerical, los abusos y los curar poco edificantes. En resumen, el conferenciante mostró una sociedad descristianizada, desorientada, intoxicada de información en la que los creyentes de verdad se sienten afectados por la desafección que sienten hacia el clero y hacia la Iglesia. Y en el contexto, una añoranza de la sociedad de la cristiandad asediada por los enemigos de siempre, los ateos y los secularistas.
Esta situación – con sus matices – puede aplicarse a muchos países europeos y latinoamericanos. Y en España tuvo el matiz añadido del llamado Nacionalcatolicismo que se prolongó hasta los años setenta del siglo pasado.
Paradigmas alternativos emergentes
En la ya lejana época de la transición política española hay una anécdota significativa cuando Alfonso Guerra proclamó “vamos a cambiar un país que no lo va a conocer ni la madre que lo parió”. Entre otras cosas, esta secularización implicaba la desafección a todo lo religioso.
En estos años, como reacción a la situación de poder de la Iglesia española en el franquismo, surgieron desde los cristianos de base reacciones críticas a esta prepotencia de la Iglesia.
Pero también hubo instituciones que fueron modélicas en el diálogo con el ateísmo y con la posición más emocional que racional del llamado “secularismo”. De ellos hemos hablado en ATRIO al traer a estas páginas la experiencia del Instituto Fe y Secularidad.
Describir estas situaciones desde el modelo de los paradigmas de Thomas S. Kuhn puede ser fecundo para los seguidores de ATRIO. En su famoso ensayo “Estructura de las Revoluciones científicas” incluye muchas definiciones de paradigma. Como este concepto no parecía bien delimitado, Kuhn se ve en la necesidad de precisarlo en la famosa Posdata: 1969. Escribe: «Un paradigma es lo que los miembros de una comunidad científica comparten y, recíprocamente, una comunidad científica consiste en hombres que comparten un paradigma». (La Estructura de las Revoluciones Científicas, Posdata: 1969, pág. 271).
En nuestro caso, se puede sostener la hipótesis de que el paradigma de cristiandad (que incluye su opuesto, la secularidad) está siendo sustituido por otro paradigma: el de la postsecularidad.
Este texto de Kuhn describe ese cambio revolucionario de paradigma:
«La transición de un paradigma en crisis a otro nuevo del que pueda surgir una nueva tradición de ciencia normal, está lejos de ser un proceso de acumulación, al que se llegue por medio de una articulación o una ampliación del antiguo paradigma. Es más bien una reconstrucción del campo, a partir de nuevos fundamentos, reconstrucción que cambia algunas de las generalizaciones teóricas más elementales del campo, así como también muchos de los métodos y aplicaciones del paradigma» (La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. VIII, pág. 139)
El papel de Jürgen Habermas
El cambio de paradigma que hoy se opera hacia la postsecularidad parece que se inicia en el siglo XXI gracias, sobre todo, a Jürgen Habermas. Hacia el año 2000 se va a dar un paso que dará lugar a lo que ahora muchos sociólogos de la religión denominan paradigma postsecular. En la mente de Habermas (que era muy crítico con las religiones) se opera un giro epistemológico en 2001 y su entrevista con Josep Ratzinger en 2004 abre nuevas vías de superación de los conflictos de racionalidades, entre saberes científicos y teología.
En el año 2001, Habermas con ocasión de la concesión del Premio de la Paz en Frankfurt, pronuncia una conferencia sobre Creer y saber (Glauben und Wissen). Habermas utiliza aquí la expresión “sociedad postsecular”, que aplica a muchas naciones de Europa Occidental, pero también a algunos países en cuya formación la emigración europea ha sido determinante, como Canadá o a Australia.
Según leemos en la prensa de 2001, “Si queremos evitar un choque de civilizaciones, debemos reflexionar sobre nuestro propio proceso occidental de secularización”, afirmó Jürgen Habermas al recibir, en Frankfort, el Premio de la Paz. Para Habermas, la construcción de la paz duradera en Europa no puede prescindir de la aportación de las tradiciones religiosas. El diálogo y colaboración con las religiones es necesaria para una cultura de la paz.
Puede decirse que, junto con otros autores, a partir de 2001 se empieza a generalizar la expresión “postsecularidad”. Las religiones ya no son un lastre para el progreso del saber libre, sino que hay que contar con ellas para la construcción de la sociedad occidental laica. Esta ponencia la consideramos de gran interés porque, muy probablemente, abrió la posibilidad del encuentro de Jürgen Habermas con el entonces cardenal Josep Ratzinger (2004) que consideramos un giro importante en el diálogo entre la teología y la modernidad.
El encuentro Ratzinger- Habermas del año 2004
Dentro de un año, en 2024, recordaremos los 20 años del trascendental encuentro entre Josep Ratzinger y Jürgen Habermas, dentro del contexto de la postsecularidad.
En enero del año 2004 la Academia Católica en Baviera reunió al entonces cardenal Joseph Ratzinger (nacido en 1927 y fallecido en 2022) con el filósofo Jürgen Habermas (nacido en 1929) para debatir sobre los fundamentos de una ética de la paz. La cumbre intelectual se mantuvo entonces en discreta reserva. Personalidades de amplia influencia en mundos muy distintos -el reino vaticano en un caso, la república académica en otro-, ambos son alemanes de una generación que, muy joven, participó del colapso bélico del Tercer Reich.
Maestros de vasta experiencia si bien, por así decir, con libros opuestos, ofrecieron en esa ocasión su visión de las relaciones entre la religión y la política a comienzos del siglo XXI. ¿Pueden llegar a ser hermanas la fe y la democracia? ¿O bien persistirán en su añeja y mutua hostilidad?
Más allá del resultado del encuentro, resulta claro que Ratzinger se enfrentó en un sentido amistoso, pero con energía, con su antagonista, sin dudas el pensador vivo más célebre tras la desaparición de figuras como Norberto Bobbio, John Rawls o Jacques Derrida.
La conferencia de Baviera modifica algo del perfil convencional por el que son conocidos sus protagonistas. Es cierto que Habermas se muestra preocupado por los temas de siempre, como son los de la fundamentación no metafísica de los valores modernos y la racionalización de la cultura política. Pero a la vez -y esto es sorprendente en quien al pasar se define como indiferente, «sin oído musical para la religión»- insistió allí en la necesidad de contar con la fe para sostener la debilitada vitalidad de la conciencia democrática.
Ratzinger defendió por cierto una filosofía tradicional que tiene siglos detrás de él. En sus maneras, sin embargo, tomó distancia del perfil mediático que supo proyectar como guardián del dogma y purpurado ultramontano capaz de sostener que los políticos católicos pueden aplicar la pena de muerte pero jamás autorizar el aborto. En su Baviera natal adoptó el papel de polemista urbanizado. Se permite incluso un cortés comentario crítico acerca de una idea de Hans Küng, un teólogo cuya enseñanza combatió desde su implacable puesto institucional en Roma durante la era Wojtyla.
¿En qué creen los laicistas?
Un problema de los laicistas, comenzó Habermas, es que tienen dificultades para afirmar valores sin recurrir a los respaldos trascendentes o confesionales que pretenden negar. La secularización -vale decir, el proceso de replanteo en términos laicos del antiguo universo conceptual de la cultura religiosa- amenaza con vaciar el sentido mismo de esos conceptos que son también valores.
¿Cómo se justifican, por ejemplo, el derecho y el Estado? Esta pregunta fundamental para la política constituyó el centro de la discusión en Baviera. Desde la filosofía de Habermas, una variante del liberalismo político, el respaldo de las instituciones ya no puede ser religioso o metafísico: debe ser racional. La ley que regula al Estado se fundamenta en las mismas condiciones que hacen posible el diálogo entre ciudadanos, quienes están involucrados de una u otra forma en el procedimiento legislativo. La argumentación es la fábrica de legitimidad del sistema.
En esta visión, es el propio proceso democrático el que genera el imprescindible consenso hacia un sistema que pretende apoyarse no tanto en la represión que en el acuerdo más imaginario que real de sus integrantes. Una derivación importante es que el Estado democrático evita dar instrucciones sobre la felicidad o fijar orientaciones acerca del sentido de la vida. Es neutral, dice Habermas, respecto de las visiones del mundo. Sus ciudadanos pueden adoptar la que prefieran; son libres de pensar y actuar como quieran siempre que respeten la legalidad vigente.
Pero el verdadero problema -que, hay que decirlo, no empezó a preocupar a Habermas en el momento en que se encontró a debatir con Ratzinger sino mucho antes- se perfila ahora con claridad, pues ¿qué motivará a estos ciudadanos laicistas, post-metafísicos, individualistas a participar en política o a sacrificar algo de lo propio en aras de un interés común? La razón puede justificar, pero no basta para motivar, aclaró Habermas. Y es aquí donde se encuentra un espacio para que la religión haga su aporte a la cultura democrática moderna con la que vive en disenso a la vez perpetuo y, según él, tolerable.
Este tono desconcertó a los comentaristas. ¿El heredero de la tradición radical de Frankfurt, el defensor de la Ilustración y del progresismo se aprestaba ahora a un giro religioso ante un cardenal oscurantista?
Cristianos y no creyentes deberían soportar la perpetua discrepancia sobre temas de sexo o familia. La razón, por su lado, ganaría en profundidad si reconociera en la fe un «potencial de verdad» que ésta sin embargo no puede demostrar por sus propios medios. La filosofía no debería enjuiciar a la fe con criterios estrictos de verdad o falsedad (cosa que hizo abundante e inútilmente en el pasado), sino cambiar de actitud y estimar lo que puede aprender de ella.
El cristianismo le parece a Habermas un aliado adecuado en la lucha contra el posmodernismo, enemigo común, pues, a diferencia de éste, no reniega de la racionalidad ni le atribuye a ella el origen de todos los males. Con todo, para Habermas sería preciso «desinfectar» de cierto irracionalismo remanente a las culturas no liberales, como las religiosas, para admitirlas en la ciudad. Pero, ¿qué queda de la religión después de esta profilaxis?
¿Liberales o católicos?
Para Ratzinger es obvio que el laicismo de la modernidad racionalista domina -por el momento y para su propio mal- el actual panorama espiritual. Con todo, razón y fe -los padres de la iglesia, dice el cardenal, lo enseñaron hace ya muchos siglos- son complementarias antes que enemigas. Además, queda claro que la razón tiene sus propias patologías, no menores ni menos mortíferas de las que la religión sufrió en el pasado. Atrocidades históricas aparte, y pese a que superficialmente no parezca así, desde un exclusivo plano doctrinal el ecumenismo de la fe católica manifiesta una mayor disposición a la relación con lo distinto que la cultura liberal.
La lucha de Habermas contra el llamado posmodernismo, – deja entender el cardenal Ratzinger -, lo terminará arrastrando hacia la intolerancia cultural. Después de todo, no sólo París es la capital de la diferencia. También el Islam, el modo de vida de la India o las sensibilidades nativas de Latinoamérica tienen sus propias visiones no coincidentes con las del Occidente racionalista, la mayor cultura operativa a nivel global.
Para Ratzinger, y en ello se adivina el intento de una estocada final (¿populista?), la modernidad que Habermas defiende debería aprender a modular sus pretensiones de universalidad tomando lecciones de la tradición católica. Esta tradición no sería menos firme pero sí (al menos en teoría) menos absolutista o paranoica que la modernidad laica. Si ésta no modera su ciega arrogancia, lo pagará caro. Y ya lo está pagando, insinuó en Baviera el hombre que sería Papa. Pese a los aspectos oscuros es conveniente recuperar las dimensiones luminosas del que fue gran intelectual católico en tiempos de penumbra.
Conclusión
ATRIO busca su propio lugar dentro del debate interreligioso e intercultural. Tal vez estas reflexiones puedan ayudar a ello.
Comienzo este comentario con una alusión elogiosa al nuevo compañero José Thompson. Y aludo a ti, José, por dos motivos:
1) Por el hecho de que en plena juventud de 24 años -por muy graduado que seas-, demuestras una madurez de pensamiento, que no resulta fácil encontrar a tu edad. (Madurez, aunque no siempre se comparta tu visión.)
2) La otra razón es que parece que te has integrado bien en el portal de ATRIO, donde abundamos los “mayores” entrados en años.
Lo que lleva a pensar que acaso los entrados en años de ATRIO (hablo en general) sintonizan con cierta juventud que, como nosotros, busca sentido y quiere perfeccionarlo y/o fortalecerlo. Si fuere así, los “entrados en años” de ATRIO manifestaríamos que no somos viejos, que nuestro pensamiento es todavía joven. Una cosa son las canas de los “presbíteros” (ancianos) y otra las neuronas y las ideas que generan
-Quisiera ahora desarrollar una reflexión, muy provisional, en torno al tema de los paradigmas. Aunque se puede hablar de al menos varios -quizá mejor bastantes- paradigmas en la historia, a mi juicio, los paradigmas más determinantes en la historia son dos:
1) El Tradicionalista-conservador que en casi todos los aspectos -intelectual, social, económico, político y religioso etc.- defiende el “statu quo” (que nada importante cambie: éste sí que es ¡el fin de la historia!) y
2) El Paradigma dinámico: todo se va haciendo-realizando, renovando y mejorando en el tiempo. Paradigma que, aparte de que nos enseña y exige vivir en la provisionalidad (que puede generar inseguridad) nos invita a seguir aprendiendo, revisando, corrigiendo y madurando… Paradigma abierto al cambio.
En el fondo de estos dos paradigmas se encuentra el ser o no ser. Mejor: el no ser -que tanto limita-, y el poder llegar a ser, que conduce a la madurez. Pues bien, dentro de este segundo paradigma se encuentra el gran Mensaje del Reino: somos, pero todavía no… Quien propuso este paradigma, en revisión y perfeccionamiento continuo, y de un modo más completo -religioso, social, económico y ético (incluido el poder como servicio)-, fue Jesús de Nazaret. Éste es el paradigma aún pendiente, capaz de poner el mundo en paz y en armonía, religiosa, humana y social. En él no caben las guerras ni los atropellos que sufrimos. En él la sociedad encontraría el auténtico estado de bienestar humano. Estado de bienestar humano que podría llamarse pos-secular, porque va más allá de la secularidad actual.
-Termino con esta pregunta reiterada: ¿La parábola del “Venid, benditos” (liberada de las añadiduras viejo-testamentarias, demasiado humanas -éstas añadiduras pertenecen al paradigma estático, que la contradicen o la corrigen-), no es el paradigma más secular, aún no alcanzado (pos-secular)?
[Ya corregido. AD] Al releer este comentario veo 1) que en el segundo tema: los paradigmas , nº 2, después de “generar inseguridad”) faltan estas palabras: NOS INVITA A IR APRENDIENDO… Y en la penúltima línea final en vez de “no son…”, debe decir “no ES…” Las prisas… Disculpas.
Hola Juan A.
Gracias. No creo que exista la madurez absoluta, como afirman los expertos, porque el ser humano es falible y perfectible, los años no siempre reflejan nuestra madurez personal. Además, la edad cronológica no garantiza la madurez emocional, hay jóvenes muy maduros y mayores muy inmaduros.
La juventud no es solo un tiempo de vida, es un estado de espíritu. Vosotros, los miembros habéis envejecido acumulando juventud, bravo !!!, lo que implica aprender a salvaguardar la identidad y asimilar las derrotas con entereza.
Un abrazo.
No se si solo me ocurre a mí, pero el editor de textos no respeta mis puntuaciones. Me gustaría saber como hacerlo para que esto no ocurriese.
Hay tres soluciones:
1) Método Isidoro: Poner un comentario breve con el tema sobre el que se quiere escribir uno más largo que exija puntos y aparte. Después abrir un comentario al anterior. Así funcionará el editor interno de WordPrees que parece se ha deconfigurado en cmentario directos.
2) Encontrar un manitas de Word Press que entienda a fondo el lneguaje a fondo de los plugins de Word Press. Como otras veces, pregunté a ChatGPT y me advirtió, tras informar cómo podría entrar en los entresijos del blog: “pero no cambie nada si no ex experto en lenguajes html y edición de programas”, Y ahí me paré. Estoy esperando que haya medios para contratar un experto no solo ese detalle sino otras muchas cosas para un nueo portal. Agradeceré esa ayuda parcial ya, si no cobra mucho.
3) Confiar en el moderador que en unas pocas horas repasará la puntación. Ya que debo seguir todos los comentarios, no es mucha faena extra ir poniendo puntos y aparte en esos comentarios largos.
En cuanto a los puntos y aparte, yo sigo otro sistema , imperfecto, pero que me ayuda.
1) Pulsando la tecla de espacio en blanco de forma seguida, construyo un espacio en blanco. 2) A partir del final de ese espacio en blanco el texto que escribo ya aparece con suficiente separación del anterior texto. Es imperfecto el sistema porque normalmente no acierto para que los puntos y aparte abarquen líneas completas.
Al empezar a leer este artículo he recordado la frase de 1 Corintios 7:31: “El cielo y la tierra pasarán, más mis palabras no pasarán” y me he preguntado qué papel juegan hoy en día estas palabras en esta frontera del cambio paradigmático actual del diálogo del cristianismo con la secularidad (con el mundo), que demanda ser sustituida por la postsecularidad (más de lo mismo). Acaso esto mismo con nombres distintos no es lo que a través del tiempo ha venido siempre sucediendo, o es que somos tan ingenuos en creer que los paradigmas son privativos del hombre actual y que nuestro destino dependen de los paradigmas de cada momento.
El primer artículo del Credo se refiere precisamente a la fe en Dios creador del cielo y de la tierra, lo que ya nos evidencia (a los que nos decimos creyentes), que no podemos plantear la cuestión de Dios sin contemplar la cuestión del mundo.
El hombre, la persona, en su existencia siempre está envuelto entre Dios y el mundo, entre lo sagrado y lo secular o profano. Lo sagrado es ese misterio al que accedemos por la fe y que nos demanda entrega y confianza absoluta, sin obviar en lo más mínimo al mundo. Lo secular (lo sujeto al tiempo por los siglos de los siglos) es el misterio que nos es dado también para intentar desvelar el mundo por nuestras propias facultades, al que identificamos como problema para así poder encontrarle una solución o un sentido.
En esta relación existe una tensión constante tanto en el hombre religioso como en el que se dice no religioso, pues el hombre lo quiera o no lo quiera es un ser religado, es un ser que sabe que no se da el ser a sí mismo, religándose ya por voluntad propia a Dios como fundamento de toda realidad o al mundo sin más como fundamento de su ser, en espera de poder dominarlo y establecer un orden definitivo, no tiene otras posibilidades.En este contexto ambos siempre ejercen su libertad a través de su voluntad que se manifestará en su realidad y la realidad que ponen en el mundo a través de su praxis existencial. Uno trabaja y trabajará para preparar el advenimiento Del que le da el ser a todo ser, sabiendo que Él establecerá el orden pleno y definitivo, y el otro trabaja y trabajará para establecer él mismo su propio orden secular, a base de leyes que siempre demandarán más leyes. ¿Por dónde emergerá el paradigma que los consensue?. ¿Es posible un consenso entre ambos? ¿O más que consenso deberá será una metanoia de todos?
El tiempo se acaba y no demanda más paradigmas que siempre acaban en lo mismo porque son una réplica de lo de siempre, pero con distintos collares. Desde un principio no ha existido más que un solo paradigma, y si echamos una mirada a los textos que nos está presentando Salvador Santos aquí en Atrio observaremos que el paradigma del cristiano para serlo verdaderamente tiene solamente un recorrido, el de bajar de nuestra Jerusalén (de nuestros paradigmas) a Galilea, volver al principio, al encuentro del principio con la Buena Nueva. El paradigma de todo ser humano es el de cumplir ese trayecto sujeto a su libre voluntad, y en el tiempo de su propia existencia.Lo que era válido entonces, es lo que es válido ahora y será válido después. El verdadero creyente pondrá su confianza en esas palabras del Galileo a pesar de lo que le aconteció (asumiendo la Cruz), y el verdadero no creyente pondrá su confianza en sí mismo y en el mudo, en un mundo secular, sin fin.Dejo espacio para quien quiera seguir opinando desde su testimonio personal que está por encima de su racionalidad. En este contexto cabe el dicho popular que obras son amores y no buenas razones.
Gracias.Soy profesora de secundaria, y he explicado mil veces a mis críos la historia del modelo del átomo. Primero contaba cotilleos del señor en cuestión para captar su atención y antes de que se dieran cuenta, zas, les daba algo de.información.
También conozco su tumba, y la de tu otro abuelo, cuando fui no estaba Hawking. Preciosa la estatua de Newton.
Soy un desastre para los nombres, siempre confundo el de esas dos universidades, y eso que están en ciudades diferentes…Llevas buen apellido.Buena suerte.
Un abrazo.
Un sigo más de POSTSECULARIDAD: https://www.religiondigital.org/mundo/COP28-Pabellon-Fe-religiones-climatico-papa-francisco-laudate_0_2604939500.html
En la COP28 se cuenta con las tradiciones religiosas para luchar contra el cambio climático!!!
Perdona José.
Es que me puede la curiosidad. Tienes Edad para ser nieto de un nieto de jj Thompson. Tuvo un nieto que se llamaba Joseph. Además, he leído que has estudiado en Cambridge y… Me puede la curiosidad.Sorry.
Si quieres me contestas y si no, pues no.Gracias.
Hola Carmen.
No, no soy nieto de JJ Thomson, y no he estudiado en Cambridge sino en Oxford. Mi otro abuelo, William Kirkpatrick, sí que conoció y tuvo amistad con el científico que mencionas, fue alumno suyo creo. Yo conozco su tumba de la abadía de Westminster junto a la de Newton y S. Hawking.
Abrazos.
Desde el diálogo entre Habermans y Ratzinger, han pasado unos años, equivalentes en nuestro tiempo a siglos de otra época. La lentitud en la evolución de las religiones (algunas ni se mueven desde hace siglos y siglos), es lo contrario a la velocidad con la que cambia la sociedad.
Vayamos al momento actual. José nos da el dato siguiente: “en Reino Unido sólo un 5 % de los alumnos se declaraban practicantes o con inquietudes religiosas, en España no llegaba al 4 %.” El dato habla por sí solo.
Yo voy a tratar otros dos aspectos socio-religiosos actuales, lo que Tamayo llama el cristoneofascismo. Por ejemplo, comprobar cómo la ultra derecha política en los países europeos y en EEUU, no sólo son ultra nacionalistas y ultras en contra los valores humanos, como negar la violencia de género, negar la igualdad de hombres y mujeres, el odio a l@s inmigrantes, odio al colectivo LGTBQ, y dodo esto lo hacen desde una manifiesta catolicidad. Estoy pesando en países muycristianos como los EEUU de Trump con la biblia en la mano, ultra-católicos de Vox, de Polonia, de Hungría, etc. El mismo Israel con la religión judía y sentirse elegidos por Dios mismo, en los países árabes, el Islam. En fin, un desastre de religiones.
Esto, por un lado. Por otro, coy a la religiosidad popular. Estos días, en Granada, las calles están tomadas por el traslado de pasos de semana santa desde las distintas iglesias hacia la catedral desde donde, el sábado saldrán en la Procesión Magna, veintitantos pasos invadiendo la ciudad y a la que calculan asistirán más de cien mil personas venidas de toda la provincia. Claro, junto a la inmensidad de turistas que abarrota Granada estos días
Estos datos contratan bastante con los porcentajes que hemos visto con lo que nos decía José y que nosotr@s mismo@s comprobamos con nuestros hijos e hijas.
Yo, por mi edad, he vivido todas la etapas y paradigmas habidos a lo largo de mi vida: desde el nacional catolicismo franquista invasivo y por obligación…ufff; después ya una religión socializada con más libertad y no menos convicción basada en creencias; después una crisis y abandono personal de estas historias que no me convencían; a continuación, ya vino el acceso a la teología de la liberación, la exégesis, la teología más humanizada, más comprometida con los problemas sociales de los más vulnerables o causas justas como el feminismo, etc.
Mi fe actual, es parecida a la lo que siente la juventud, es decir, el teismo no preocupa, pero como he profundizado lo que con interés los valores del evangelio, que son valores universales que humanizan a quien los vive, sigo ahí. La Iglesia católica la cuestiono todo lo que puedo, al igual que lo hago con otros poderes fácticos como el capitalismo, el comercio de armas, los delitos de odio, etc. En esto coincidimos gran parte de la sociedad secularizada, pero no por ello, carente de valores.
A la gente joven, como me imagino que le pasa a José, (¡bienvenido!), los asuntos de la religión, les suenan a “chino”. Y especialmente los asuntos eclesiásticos.
(Porque hay que distinguir seriamente entre la cuestión de “Dios”, la cuestión de Jesús, y la cuestión de la Iglesia. Con nuestros actuales conocimientos científicos, el “Dios”, quizás principio y trasfondo de todo, en su aspecto inaccesible a nuestra corta mente, cada vez “sale” más en la foto-, aunque de una forma borrosa y misteriosa, como ve un elefante a diez metros de distancia, un miope semiciego, y con las gafas sucias y rotas).
Y vuelvo a lo del “chino”, porque dicen muy bien Ignatieff, Ruiz y Sequeiros, que “tanto las religiones como la secularidad, se han convertido en lenguajes del mundo global”.
La Iglesia católica, tuvo un grave problema con el latín, que aún con más de mil años de retraso, resolvió después el último Concilio, eliminándolo.
Pero como la resistencia del humano a los cambios es legendaria, casi siempre, los cambios importantes se hacen en varias fases. El trasatlántico Iglesia, gira muy lentamente.
La modernidad, con su conocimiento de la realidad muy insuficiente, ha funcionado a base de grandes reduccionismos, a base de utilizar categorías y conceptos sobre lo humano, que resulten comprensibles y abarcables para nuestra débil mente.
(Porque una cosa que hay que aclarar, es que eso del pensamiento débil, líquido y banal, es una forma de no querer ver la dura realidad, de que la que es débil, líquida y banal, es nuestra capacidad mental actual, debido a su diseño estructural evolutivo bastante deficiente).
Y así, por ejemplo en las ciencias sociales, en la Economía, siempre se ha razonado sobre la base del “homo economicus”, que era un ser plenamente lógico y racional, que actuaba siempre desapasionadamente, como un robot.
Pues esa tendencia reduccionista, se ha extendido a la Religión, y por eso las Iglesias, viven en una tensión interna permanente, entre los teólogos, racionales, y los pastoralistas, que trabajan mucho más los aspectos emocionales de la gente.
Vivimos en tiempos postmodernos, y eso significa, que en contra de la idea moderna de la excelencia racionalista, la moderna psicología desde hace mas de un siglo, nos enseña que “el Rey va desnudo, o al menos en calzoncillos sucios”.
El humano no es el rey de la Creación, es el mas evolucionado en este planeta, y relativamente somos “maravillosos”, pero absolutamente, somos una mierdecilla, hasta que la I. A. y toda la moderna tecnología, nos de un patadón en el culo y nos suba de categoría.
La racionalidad es un asunto que está muy sobrevalorado, respecto a su incidencia real en la gente actual. La gente no entra, ni sale de las religiones por razones, sino por emociones, que nos generan unas fuertes pulsiones profundas, que muchas veces nos son desconocidas.
En esta época de la psicología profunda, creemos saber que un cierto porcentaje de humanos, tiene dentro de su mente, (junto al resto de sus instintos comportamentales), un fuerte y misterioso instinto hacia el misterio y la trascendencia, que actúa como un fuerte imán oculto, que nos atrae a nosotros, (que siguiendo la metáfora, somos de materia ferrosa), y así actuamos de manera no racional, sino lo que denominamos como emocional.
(Todo humano tiene ese instinto de trascendencia, pero hoy día, aún, la mayoría lo tiene solo muy débil y latente).
Esa es la realidad de la naturaleza de la mente humana. Lo que pasa es que como la Modernidad se inició en épocas previas a la Psicología, seguimos con la cantinela del gran Descartes, del “pienso luego existo”, que es del siglo XVII, ¡hace cuatrocientos años!
La realidad es que el talón de Aquiles de todas las religiones, y concretamente del cristianismo, no es ni la dogmática, ni siquiera su estructura imperial trasnochada e irreformable, (hay cosas que no se pueden arreglar, y solo pueden desaparecer con dignidad, como muy bien saben los reparadores de electrodomésticos y coches viejos), ni siquiera los casos de escándalos varios.
Todas esas cosas interpelan a nuestra razón, y la gente lo critica y denosta, pero al final lo acepta como miserias humanas perdonables. (Si no nos perdonamos nuestras miserias, tendríamos que tirarnos por el balcón).
Antes, cuando nuestra capacidad de incidir en la Naturaleza era mínima, los humanos éramos mucho mas estoicos, y aceptábamos con pesar, los sinsabores y dolores de la vida, que eran inevitables y les sucedían a todos.
Por eso, éramos tan sensibles a la posible vida futura, y por eso, la salvación de nuestra alma era un tema tan candente para los humanos.
Hoy día los grandes y continuos avances en la medicina y la tecnología en general, nos hacen ser mucho mas sensibles con la posibilidad de remedio de nuestros males actuales y de conseguir, la tan ansiada felicidad, aquí y ahora.
Y en esta tesitura, lo que pase después de muerto, en general, preocupa mucho menso que antes. Preocupa lo de ahora.
Las religiones al uso, no decaen en el favor de la gente, por el aumento de la racionalidad de la Modernidad. Las religiones están decayendo porque su principal oferta útil al humano, (la salvación del alma en una vida futura), ya no es creíble y atrayente.
No se si habéis visto un anuncio actual en donde uno pide un Bitter Kas, (“Old is cool”). Pues eso.
(Perdón por el rollo).
Gracias Isidoro.
La espiritualidad, sí es un factor protector para los jóvenes, ya que la suma de sus principios y prácticas brinda sentimientos de bienestar, siendo un medio para afrontar problemas, replantear conductas, relaciones, pensamientos o hábitos que son perjudiciales para la vida de una persona. La religión ciertamente no, pues se la considera como un mecanismo de control y de represión. La tradición religiosa va perdiendo adeptos de forma generacional, es una realidad.
Un abrazo.
https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/?p=7221Este articulo de hace un año puede ayudar [Leandro Sequeiros] Mucha gente de ámbitos intelectuales (incluso seguidores de FronterasCTR) mantienen que el problema de la religión en España es que esta está “secularizada”. Que hay una actitud de desafecto hacia las creencias y experiencias religiosas. Y esta se suele achacar al poder ideológico de la ciencia y la técnica en nuestra cultura. ¿Es eso así? Los sociólogos piensan que esta actitud está cambiando. Y suelen apuntar la hipótesis de que estamos emergiendo a lo que Habermas (2001) llama postsecularización. Recogemos los rasgos de esta cultura a partir de las reflexiones del sociólogo Rafael Ruiz Andrés en un trabajo publicado en Cuestiones de pluralismo en 2022. De acuerdo con los planteamientos de algunos sociólogos (Habermas, Casanova…) en la reflexión sobre el papel de las tradiciones religiosas en nuestras sociedades occidentales, el término ‘postsecularización’ ha ido gozando de creciente aceptación e implantación en los debates desde finales del siglo XX.
Actualmente, en todos los congresos y foros, aparecen de manera reiterada títulos como la Europa postsecular, espiritualidad y postsecularización, tiempos postseculares, pluralismo religioso y postsecularización. ¿Pero a qué nos referimos con este concepto? ¿Por qué es necesario añadir un “post” a la secularización?
Hola Leandro.
Eres muy optimista con eso de la postsecularización, bravo. Pero, en mi opinión, quizá lo estás siendo en exceso, porque no parece objetivo y la realidad es muy distinta. Yo no creo que exista una “Sociedad postsecular”, como una categoría sociológica que describir una inexistente situación por la que atraviesan ciertas sociedades occidentales, tampoco lo veo como una categoría filosófica de carácter normativo. Por el contrario, creo que las sociedad cada vez están más secularizadas, es decir más emancipadas de cualquier tutela religiosa, y esa pérdida de influencia de la religión se evidencia en el hacho cultural.
Creo que los planteamientos de Habermans y de otros autores y pensadores del siglo pasado están desfasados. La nueva sociedad tiene distintos métodos, tanto su estructura como la acción social, que toma a la sociedad como “un todo” o la visualiza desde la escala de los individuos, poniendo el énfasis en la dimensión macrosocial o microsocial respectivamente.
Los países laicos experimentan un mayor desarrollo económico, mientras que los confesionales tienden a ser más pobres., es decir que la secularización precede al desarrollo económico y no al revés”.
https://www.independent.co.uk/news/science/religion-economic-development-wealth-gdp-bristol-university-a8453386.html
La secularización a menudo viene acompañada de una mayor tolerancia hacia la las libertades individuales, genero, sexo, raza, aborto o el divorcio. Pero eso no quiere decir que los países religiosos no puedan prosperar” siempre y cuando puedan encontrar su propia forma de modernizar y respetar los derechos y las libertades de las personas. Cuando los gobierno laicos reemplazan gradualmente a las instituciones religiosas como proveedoras de educación y bienestar social el nivel suele subir como el PIB, pero no niego el apoyo a la investigación científica de las instituciones religiosas.
Yo tengo 24 años, he estudiado mi grado en The Oxford University, después Máster en Autónoma Madrid, ahora hago prácticas en un hospital, y me relaciono con varias organizaciones de cooperación. Mi experiencia con compañeros, a nivel de estudio sociológico, que se reflejan en estudios de mi hermana que es socióloga e hizo sus tesis al respecto: en Reino Unido sólo un 5 % de los alumnos se declaraban practicantes o con inquietudes religiosas, en España no llegaba al 4 %. Yo me muevo entre círculos diversos, jóvenes, jóvenes profesionales, y con personas de diversas procedencia y cultura, no veo en absoluto esa inquietud.
En mi campo, yo creo que la religión afecta los procesos psicológicos de maneras diversas e importantes. la religión es una base fundamental para el juicio moral lo que afecta en gran medida las relaciones intergrupales, quizá también la autoconceptuación que las diversas maneras en que la religión moldea el pensamiento de las personas son una cuestión compleja que puede ser instructiva en términos de la manera en que la cultura llega a la mente de las personas.
Abrazos.
Como matización a la realidad expuesta por José, yo creo que hay que tener en cuenta, el proceso de evolución de las conciencias personales a lo largo de la vida del individuo.
El ser humano, tiene en su naturaleza mental, un reloj biológico que va marcando y regulando el proceso de evolución y maduración de las conciencias.
Y este establece que dicho proceso se divide en dos grandes fases. La primera se inicia desde el nacimiento, y la segunda se inicia hacia la mitad de vida, hacia los 35-40 años, en la forma de la famosa crisis de los cuarenta, de la que ya hablaba Dante.
Como decía en mi comentario anterior, todos tenemos en nuestra mente, instalada la emoción de la trascendencia, que se refleja en un rasgo de la personalidad: la apertura a la experiencia, que está mas desarrollada y explícita en solo un porcentaje de personas.
Pero es justo en esa crisis de los cuarenta cuando se inicia el despertar y afloramiento a la superficie de ese instinto- emoción.
Por ello, los judíos, no permiten el estudio serio de la Kabala, a menores de 35 años.
Ha sido el cristianismo tradicional, y su deseo de adoctrinamiento a los niños, como recurso facilón apologético de “apostolado”, el que ha trastocado todo el proceso natural de desarrollo de las conciencias, en muchas personas.
Esto ha sido la causa de muchas falsas vocaciones tempranas, que con el tiempo se desmoronan, pues eran artificiosas, con fuertes crisis personales y una fuerte sensación de fracaso y de pérdida de mucho tiempo en la vida.
Hasta esa “media edad”, los jóvenes deben aprender y conocer todo lo que puedan, en todos los ámbitos y lo mejor posible, para que luego llegado su momento de maduración, empiecen a desarrollar la profundidad de su mente, y reordenen sus ideas en lo importante y lo secundario.
Decía Tom Stoppard, que “la mejor época de la vida, es cuando descubres que casi todo lo que sabías, ya no te sirve”.
(Existe un artículo muy interesante sobre ese proceso temporal de desarrollo de la mente, del psiquiatra transpersonal Sinesio Madrona, que ya he colgado anteriormente: https://procesos-autoorganizacion-conciencia.blogspot.com/).
Creo que es tema muy interesante!!! Estoy recogiendo mucha información. Hay autores que conocia poco y que aportan una perspectiva diferente. Además, creo que con ocasión de los 20 años del encuentro en Baviera entre Ratzinger y Habermas en 2004, se van a publicar muchas cosas.. Personalmente creo que estamos en la frontera de un cambio de paradigma… Aqui tenéis los textos originales (la traducción no es mia): Debate entre el filósofo liberal Jürgen Habermas y el cardenal Josep (bubok.es)
Muy interesante. Muchas gracias Leandro Sequeiros por esta aportación muy bien trabajada y para la reflexión.