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El programa de Jesús (7)

VII. LOS ANHELOS COLMADOS

1. Este Pacto no destruye ni excluye ni defrauda

          Las multitudes escuchan a Jesús. Mateo no describe movimiento alguno en los situados en la falda del monte. Tampoco menciona reacción entre los discípulos que circundan al Maestro. Nadie hablará; solo él. Pero el evangelista no pierde de vista a la comunidad destinataria de su escrito. Se esfuerza por captar sus sentimientos, ocultos tras el silencio. Tal vez, anudados aún a ciertas ideas tradicionales del AT, albergan en su interior calladas dudas sobre el plan propuesto por el Galileo. Ser felices era el máximo deseo de todos ellos, pero elegir ser pobres implicaba la renuncia a la riqueza que los libros tenidos por sagrados destacaban como una bendición divina. La inevitable persecución a que se verán sometidos los comprometidos con el Nuevo Pacto no concordaba tampoco con la preeminencia política y el esplendoroso futuro garantizado con insistencia por los profetas.

          La intervención de Jesús desbloqueará los ocultos recelos. Seguirá intentando con su enseñanza librar a los suyos de la desconfianza hacia él y hacia su Programa:

“17 ¡No penséis que he venido a echar abajo la Ley ni los Profetas! No he venido a echar abajo, sino a dar cumplimiento:

18 porque os aseguro que antes que desaparezca el cielo y la tierra, ni una letra ni una coma desaparecerá de la Ley antes que todo se realice.

19 Por tanto, el que se exima de uno solo de esos mandamientos mínimos y los enseñe así a los hombres, será llamado mínimo en el reino de Dios;

en cambio, el que los cumpla y enseñe, ese será llamado grande en el reino de Dios:

 20 porque os digo que, si vuestra fidelidad no se sitúa muy por encima de la de los letrados y fariseos, no entráis en el reino de Dios”

          El texto se abre con energía. El adverbio de entrada: Μή (“No”) seguido del subjuntivo al que acompaña (νομίσητε: “penséis”) descubre el carácter prohibitivo de la acción del verbo νομίζω (‘pensar’, ‘juzgar’, ‘reconocer’). La fórmula: “No penséis” previene a los oyentes. Entra en sus silencios. Les reclama mantenerse alertas y activos para impedir la irrupción de toda idea contraria a la declaración posterior de Jesús. Él pretende a toda costa evitar que los suyos queden estancados en el pantanoso terreno de las suspicacias.

          El Nuevo Pacto no defraudará las más profundas aspiraciones de quienes se han comprometido con él. Tampoco significará una liquidación del futuro esplendoroso anunciado en el AT para el pueblo fiel. No hay razón para el desasosiego de los judíos integrantes de la comunidad de Mateo. Las palabras de Jesús lo dejan claro:

“¡No penséis que he venido a echar abajo la Ley ni los Profetas!”.

          La referencia al Pacto que inaugura una comunidad de felices (Mt 4,25 – 5,12) se deja notar en los términos utilizados por Mateo. La determinación de Jesús, dispuesto a dar viabilidad a ese Pacto, está marcada por la acción ἦλθον (“he venido”) del verbo ἔρχομαι (‘venir’, ‘llegar’): el recorrido de un camino hasta culminar en la meta que se había propuesto alcanzar. La comunidad ha de comprender la naturaleza de ese cometido buscado por Jesús. Nada tiene de destructivo. El infinitivo καταλῦσαι ( “echar abajo”) del verbo καταλύω (‘derribar’, ‘destruir’) señala la idea a descartar: “No he venido a echar abajo”.

2. La Ley: vigencia y cumplimiento

La realidad objeto de esta aseveración se enuncia con la fórmula: “la Ley ni los Profetas”. Esta expresión “La Ley y los Profetas” era la usada habitualmente para citar el AT. También se empleaba solo el término “Ley” para designar al conjunto de los libros que los judíos tenían por sagrados. Así lo hace Pablo, buen conocedor del tema, en I Cor 14,21 al usar el vocablo “Ley” ¡refiriéndose a un texto del PROFETA Isaías!:

“En la LEY está escrito:
<<Con gente de otras lenguas, por boca de extranjeros
hablaré a este pueblo:
pero ni así me escucharán>>”
(cita de Is 28,11-12). https://www.atrio.org/2020/09/el-proyecto-de-jesus-madurando-en-el-tiempo-3/

          El Antiguo Testamento narra desde una óptica religiosa la liberación de unos grupos tribales de la esclavitud en Egipto, el Pacto origen de la Ley constitucional de Israel y los sinsabores y desgracias históricas sufridas por ese pueblo tras haber traicionado reiteradamente ese Pacto. En medio de tan innumerables calamidades surgieron voces augurando un futuro esperanzador que produciría un cambio radical en la situación. Resultaba evidente que el Nuevo Pacto presentado por Jesús desde la cumbre del monte derogaba la Antigua Alianza, pero ¿significaba también la demolición de todas las expectativas de felicidad anunciadas en el AT? La declaración de Jesús responde sin rodeos a esa sospecha. Su tarea no consistirá en invalidar los anuncios esperanzadores garantizados por los autores del AT. Y para eliminar cualquier atisbo de desconfianza, insiste de nuevo en la negación repitiendo los mismos términos: ἦλθον καταλῦσαι (“no he venido a echar abajo”). La misión a la que entregó por entero sus esfuerzos, expuesta con detalle al comienzo de su enseñanza, no solo no desbarataba las promesas y juramentos sobre una vida feliz, sino que las llevará a su término colmando todos los anhelos. Su Pacto ofrece el acabamiento definitivo de las desdichas y el disfrute de una felicidad soñada desde antiguo. Lo certifica de manera contundente con la fórmula adversativa con que detalla el sentido de su misión y su relación con las promesas del AT: “sino a dar cumplimiento” (ἀλλὰ πληρῶσαι). El verbo griego πληρόω (‘llenar’, ‘completar’, ‘realizar’) informa de un lleno hasta los bordes; declara que la realidad aludida se ha completado a tope. Con él se indica a las claras el empeño decidido de Jesús por llevar a su culminación esas promesas. Con él se acabó la espera. La creencia deja de tener sentido. Su objetivo está a la mano. No cabe el sobresalto. Ha llegado el tiempo esperado. El Nuevo Pacto no defrauda las esperanzas del pueblo sometido, hace realidad los sueños, convertirá las desdichas en felicidad y dará cumplimiento a todas las aspiraciones.

3. El “dónde” y “cuándo” del Proyecto

          Jesús fue un hombre de libre y profundo pensamiento. Hay pruebas innumerables en los evangelios que lo muestran. Supo captar la honda necesidad de unas gentes repletas de desgracias; meditó sobre la situación de un pueblo en una espera interminable del bienestar prometido y garantizado por las sagradas escrituras. Y consideró inútil seguir aguardando. Nadie podía confirmar el momento señalado para el inicio de esa etapa. Y se dio cuenta de que solo la libertad, el compromiso y la acción de iniciarla señalarían ese momento. Le dio vueltas, por consiguiente, a los ejes que estructuraban la sociedad de su tiempo antes de articular la mejor estrategia a seguir y planificar las actuaciones correspondientes.

          El Galileo hablaba en serio. Evitó el truco empleado por la religión de desvincular la felicidad de la historia trasladándola a una esfera ultramundana. Remachó, sin reparo alguno ni encomendarse a nadie y garantizándolo con firmeza (“porque os aseguro”), el absoluto cumplimiento (πληρόω) de todas las promesas ¡EN ESTE TIEMPO!:

“que antes que desaparezcan el cielo y la tierra”.

          Resulta cuando menos sorprendente la obsesiva tendencia a corregir sin ninguna aprensión afirmaciones del evangelio expresadas con un sentido incontestable. El intento desaforado de enmendarle la plana al Maestro es una buena muestra de la ignorancia y el engaño. El Galileo constituyó mediante un Nuevo Pacto una sociedad humana a la que aseguró la conquista de la felicidad ¡AQUÍ Y AHORA!: “antes que desaparezcan el cielo y la tierra”. La conocida frase acompañante de esta aseveración, acorde con lo dicho con anterioridad, se ha trastocado también, desde el desconocimiento del texto, hasta darle un significado inadmisible. Fue redactada por Mateo con meticulosidad:

“ni una letra ni una coma desaparecerá de la Ley antes que todo se realice”.

          El texto original confirma el completo disfrute de la felicidad prometida en los escritos del AT, afirmando que se llegará a cumplir hasta la letra más pequeña y cualquiera de los diminutos signos ortográficos con que se describieron tales promesas.

          La lectura habitual y más extendida de este verso de Mateo defiende la plena vigencia de ley judía por entender que Jesús la revalidó hasta en sus últimos detalles. Dicha lectura se ve incapacitada para mantener con lógica las consecuencias de esa interpretación. ¡Y las silencia! Por poner solo unos ejemplos, esa interpretación errónea evita hablar de:

    1. La asquerosa Ley de los celos… (Núm 5, 14ss.).
    2. Pena de muerte de hombre y mujer por adulterio (Lv 20, 10ss; Dt 22, 20ss.).
    3. Ley para la venganza mortal (Núm 35, 16-21).
    4. Penas mortales por incesto (Lev 20,11-12).
    5. Pena de muerte por sexo entre homosexuales (Lev 20,13).
    6. Ley de pureza discriminatoria entre varones y hembras (Lev 12,1ss.).

          Como hemos indicado más arriba, el término ‘Ley’ se utilizaba para denominar a todo el Antiguo Testamento. En el evangelio de Juan la gente hace ese uso para referirse a antiguas promesas de un reino definitivo (Sal 89,4-5; Is 9,6-9) que sería establecido por el Mesías esperado:

“Le replicó la gente:

      • Nosotros hemos aprendido de LA LEY que el Mesías sigue para siempre, ¿cómo dices tú que el Hombre tiene que ser levantado en alto?” (Jn 12,34).

          El dato que da la pista decisiva para entender el sentido de lo dicho con anterioridad por Jesús lo aporta la última expresión:

“antes que todo se realice”.

          El verbo griego γίγνομαι (‘suceder’, ‘llegar a ser’, ‘acontecer’) habla de realización, al igual que antes el verbo πληρόω se refería a cumplimiento. El Nuevo Pacto expuesto por el Galileo en la cumbre del monte, el del reinado definitivo de Dios, consuma todas las promesas y colma todas las aspiraciones humanas. Jesús lo ha expuesto exagerando el detalle para hacer comprender al colectivo de discípulos la responsabilidad que asumen al comprometerse en esa tarea. Ellos son los principales destinatarios de las palabras del Galileo. La declaración que les acaba de presentar les toca de lleno. Su lealtad al Nuevo Pacto será la única garantía de que la humanidad consiga alcanzar todas sus expectativas.

4. Lealtad y deslealtad al Pacto; sus consecuencias

          La referencia al Programa del monte resulta evidente al remachar Jesús acto seguido la importancia de ser leales a cada una de sus estipulaciones. La partícula griega οὖν (‘por tanto’, ‘por consiguiente’), expresando consecuencia, pone en alerta y afina el oído de cada uno de quienes rodean a Jesús. La advertencia va para ellos:

“Por tanto, el que se exima de uno solo de esos mandamientos mínimos y los enseñe así a los hombres”.

          El aviso apercibe en primer término respecto a la deslealtad. Destaca en ella una doble actitud: Una, señalada con un verbo que significa: ‘desatar’, ‘desenganchar’ (λύω), expresa la posición de quien se desvincula de alguno de los compromisos del Nuevo Pacto. La otra habla de que la infidelidad deriva en una enseñanza mutilada del Programa a otros destinatarios. Aun siendo menuda, la deslealtad falsifica la vida de la comunidad, desvía de la auténtica ruta y obliga a camuflar ante la humanidad expectante parte del contenido del Mensaje. Ser desleal al compromiso con el Galileo supone ser un impostor. Tiene las mismas consecuencias nefastas para la gente que las actuaciones de letrados y fariseos:

“¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que les cerráis a los hombres el reino de Dios! Porque vosotros no entráis, y a los que están entrando tampoco los dejáis” (Mt 23, 13).

          La deslealtad alude directamente a los compromisos del Programa del monte. La referencia utiliza la expresión: “uno solo de esos mandamientos mínimos” (μίαν τῶν ἐντολῶν τούτων τῶν ἐλαχίστων). El pronombre demostrativo en genitivo plural: “de esos” (τούτων) señala antecedentes cercanos y conocidos por haber sido mencionado con anterioridad. Según la traducción que seguimos, les llama: “mandamientos mínimos”. El término griego ἐντολή (‘encargo’, ‘instrucción’, ‘mandamiento’) ha sido traducido por “mandamiento” por la correspondencia establecida por Mateo entre el Programa de Jesús y la Ley Constitucional del Sinaí. Sin embargo, las proposiciones del Galileo en el monte, todas iniciadas asegurando la felicidad: “Dichosos”, no guardan parecido alguno con los mandatos del código de la Antigua Alianza. Aquí, por tanto, resulta más adecuado entender el vocablo griego en el sentido de ‘encargo’: un cometido aceptado por los discípulos, comprometidos a llevarlo a cabo.

          Hay una distancia inconmensurable entre los mandamientos de la ley mosaica y las propuestas de felicidad presentadas por Jesús en el monte. Mateo calificará a esos encargos de “mínimos”. Esta forma de llamarlos demuestra las ganas que el evangelista puso sobre el papiro a la hora de escribir su texto. El superlativo ἐλάχιστος (‘mínimo’) de ἐλαχύς (‘pequeño’, ‘insignificante’) no habla de carga, sino de alivio; descarta el desasosiego por la imposición de un código y constituye cada propuesta en bálsamo portador de alegría.

          Ideólogos y religiosos fueron denunciados por Jesús ante la multitud y discípulos por su responsabilidad de agobiar al pueblo mediante un volumen de preceptos que ni ellos mismos observaban:

“Lían fardos pesados y los cargan en las espaldas de los hombres, mientras ellos no quieren empujarlos ni con un dedo” (Mt 23,4).

          Jesús planteó el Programa Alternativo para enterrar la tristeza y destapar el júbilo. No se marcó como objetivo afligir, sino sacar de la pesadumbre:

“Acercaos a mí todos los que estáis rendidos y abrumados que yo os daré respiro” (Mt 11,28).

          Eximirse del compromiso con las propuestas de Jesús supone, en consecuencia, desligarse de la comunidad que tiene a Dios por rey. Ese es el sentido de la declaración que sigue a continuación: “será llamado mínimo en el reino de Dios”. Ser llamado ‘mínimo’ equivale en la mentalidad de la época a: ‘no pertenecer’ o ‘quedar descartado’.

          Frente al caso de deslealtad se opone otro ejemplar, el del que mantiene la fidelidad al Nuevo Pacto. La lealtad aparece como la condición que garantiza de pleno derecho la pertenencia a la sociedad alternativa del reinado de Dios. Al contrario del significado de ‘mínimo’, se emplea para certificarlo el adjetivo ‘grande’, ‘elevado’ (μέγας).

5. Lealtad, Fidelidad; pero ¿a qué?

          Jesús habla de una fidelidad distinta al mero cumplimiento de preceptos y normas. Los Letrados, en su mayoría pertenecientes al grupo Fariseo, eran los ideólogos y teólogos reconocidos como los maestros de la Ley. El pueblo les tenía respeto y tirria. Junto a los seglares de estricta religiosidad, habían tejido un enmarañado sistema legal con seiscientos treinta y cinco preceptos de obligado cumplimiento con el que tenían al pueblo asustado y pendiente a todas horas de su acatamiento. Fue un excelente método para mantener a la gente subyugada. El engaño era mayúsculo. Estando el pueblo bajo su control, ellos se arrogaban el papel de ser sus valedores y aparecían como modelos de observancia. Ocupados todo el día de la minucia, campaban a sus anchas alimentando el sistema de injusticia. A Jesús no se le escapó el inmenso truco teológico y no perdió la oportunidad de denunciarlo en su enseñanza a la gente:

“Entre lo que enseñaba, dijo:

      • ¡Cuidado con los letrados! Esos que gustan de pasearse con sus vestiduras y de las reverencias en la calle, de los primeros asientos en las sinagogas y de los primeros puestos en los banquetes; esos que se comen los hogares de las viudas con pretexto de largos rezos” (Mc 12, 38-40).

          No es esa la lealtad que el Galileo reclama a los suyos. La comunidad de discípulos carece de un código externo al que prestar obediencia. El Nuevo Pacto requiere una actitud inquebrantable fruto de la opción planteada en la primera proposición de ese Pacto: “los que eligen ser pobres”. Ese irrompible compromiso sobrepasa de modo incalculable los moldes establecidos por la ideología religiosa:

“porque os digo que, si vuestra fidelidad no se sitúa MUY por encima de la de los letrados y fariseos, no entráis en el reino de Dios”.

          Mateo emplea de nuevo aquí el término δικαιοσύνη (“fidelidad”) conectando así con la última proposición del Pacto: “Dichosos los que viven perseguidos por su FIDELIDAD”. Esa fidelidad está enlazada con el compromiso de los que optaron por la primera proposición: “los que eligen ser pobres”. No se trata, pues, de la obligación exigida por un código, sino de la lealtad a un compromiso libre, el de la renuncia a la riqueza que esclaviza y la aceptación de una sociedad llamada en época de Jesús: el reino de Dios. La expresión “reino de Dios” se repite en este relato por tres veces. Guarda, así, una estrecha relación con la primera y la última proposición. Mateo redondea de ese modo el significado de la lealtad que exige a los suyos. La pertenencia a la comunidad de los comprometidos con su Programa no se logra por creencias ni por obligarse a una doctrina o código externo. Se alcanza a través de una fidelidad sin fisuras de “los que eligen ser pobres”.

 

25 comentarios

  • Isidoro García

    La sabiduría está dentro de nosotros. Por eso no es de extrañar, aun que nos extrañe mucho, como humanos de hace muchos siglos, descubrieron instintivamente fenómenos e ideas, que hoy los grandes especialistas estudian en sus libros y cátedras.

    En este sentido la Iglesia Católica es un escaparate magnífico de intuiciones geniales, y de estar “avant garde”, en casi todas las grandes ideas modernas que hoy en día descubrimos, en un ejercicio clamoroso de adanismo. Desde Pelagio, (Pelayo), y su gran intuición del sí mismo = espíritu = programas sapienciales inconscientes = Cristo interior, hasta muchos otros que yo desconozco.

     

    Viene esto a cuento del libro Storytelling, de Cristian Salmón. Miguel Roig en su Prólogo señala, como “…de alguna manera se puede leer el éxito de la Iglesia, a través de la historia, (el “relato”, que es el eje de su dogma, y que viene contando a lo largo de los siglos de su existencia.

           Salmón demuestra que un relato bien construido, es capaz de ser interiorizado por la audiencia, construir sentido y camuflarse en el mundo real. 

          Eso exige pericia, capacidad de respuesta, y reconocer a tiempo, la caducidad de los relatos, para sustituirlos por otros”.

    Y es que justo en la génesis del cristianismo se ve claramente ese fenómeno. Los Evangelios, suponen un torpe intento de construcción de un relato, (kerigma), que ya en el momento de su redacción, había caducado.

    La llegada triunfal del Mesías, había fracasado estrepitosamente, (ejecución sumaria de Jesús), y además la efervescencia mesiánica, se había desinflado estruendosamente, con la derrota de la guerra romano-judía y la destrucción del Templo.

    Saulo-Pablo, fue el primero, que notó la incoherencia del relato histórico original, y todo su esfuerzo fue el de encontrar un sentido al gran fracaso histórico de Jesús. Y tenía “pericia, capacidad de respuesta, y reconocer a tiempo, la caducidad de los relatos, para sustituirlos por otros”.

    Y su camino fue seguido por los demás, a pesar de que en los primeros tiempos no había mucha comunicación y muchas comunidades cristianas no tenían fácil comunicación entre sí.

    Obedecían instintivamente a una corriente de fuerza histórica instintiva, y una vez que los lazos con el judaísmo fue roto por los fariseos, después del 70, prosiguieron su deriva, con la divinificación de Jesús, de los juanistas.

    Ya en el siglo II, rápidamente, fue cundiendo la idea de que el relato había que purificarlo de incoherencias, y sobre todo había que unificarlo, y controlarlo, mediante una autoridad central que administrase dicho relato.

    Ese es el origen de la “Tradición”, que no es más que el camuflaje de un control férreo del relato, con la excusa de disponer de la exclusiva asistencia del Espíritu Santo.

     

    Ahora viene Cristian Salmón y nos explica la teoría del fenómeno, pero ya hace muchos años, hubo personas muy inteligentes, que lo aplicaron instintivamente, (aunque también es verdad de que tenían el bagaje, de toda la sabiduría que habían desarrollado los presocráticos y socráticos griegos).

    Pero la gran intuición de los dirigentes primitivos de la Iglesia, es comprender la necesidad instintiva e las personas, en que como señala Paul Auster, (citado por Miguel Roig): “Todos somos propensos a apropiarnos de historias con las que nos identificamos. Cuando una persona es lo bastante afortunada para vivir dentro de una historia, para habitar un mundo imaginario, las penas de este mundo desaparecen. Mientras la historia sigue su curso, la realidad deja de existir”.

    Ese fue y es el gran servicio que presta la Iglesia Católica a la Humanidad. Y esa es la razón de su éxito, a pesar de las crisis pasajeras.

     

    • Santiago

      Sin embargo, las contiendas e investigaciones anticristianas y racionalistas que empezaron en el siglo XIX con Strauss, Baur, Renán etc etc que han llegado hasta nuestros días no han conseguido desmantelar la fe del Evangelio…porque la historicidad de Cristo y por tanto del NT que es la Nueva Alianza ha sido reconocida ampliamente a pesar de la persistente negación de lo que es sobrenatural en ellos….

      Hay que pensar que todas las reconstrucciones de Jesús que implicaban la anulación de su divinidad para colocarlo como un revolucionario anti-romano, el político perspicaz, el profeta del AT, el zelote judío, el ciudadano semejante a Marx o a Engels, el socialista convencido, etc. etc., TODAS,  han fracasado…Cuando se saca a Cristo de su marco esencial y verdadero, que es el relato evangélico, la figura de Jesús se esfuma…y Sus  “reconstrucciones” no son mas “retratos” de sus autores que quieren plasmar en esas fábulas y especulaciones sus propias ideologías y creencias, muy alejadas del mensaje kerigmático y real de las narraciones apostólicas…

      Pero de Jesucristo sabemos bastante puesto que Jesús no vino al mundo en una penumbra histórica sino que nace en plena historia, bajo Augusto y muere bajo Tiberio. La humanidad vive entonces uno de los periodos de la mas alta cultura filosófica y literaria. La biblioteca de Alejandría en tiempo de César, poco tiempo antes del cristianismo, llegó a tener hasta 700,000 volúmenes.

      En favor de la autenticidad de los Evangelios existe tal documentación literaria como no existe para ningun otro libro de la cristiandad. como que la primera mención literaria en favor de Herodoto es en Aristóteles es decir 100 años después de la muerte de Herodoto. La segunda en Cicerón, 300 años después. De Virgilio solo se conservan 3 códices unciales…etc etc

      Los Evangelios nos han llegado por 3 clases de documentos,  directamente, por mas de 3000 códices. Los papiros son mas de 50. Los leccionarios cerca de 2000. Éstos son testigos directos del texto sagrado. E indirectamente, en las versiones, que se cuentan en miles, e implícitamente lo encontramos el texto en las citas de los autores antiguos, citas frecuentes y muy completas que llegan hasta el siglo I. Ningún libro de historia se ha sometido a tantas ni a tan duras pruebas y a tan feroz ataque. Y sin embargo, es el libro que mas se edita en el mundo en la actualidad, con millones de ejemplares…

      Por otro lado el profesor de griego bíblico J. Harold Greenlee autor del Texto del Nuevo Testamento demuestra como otros muchos biblistas que a pesar de las variantes y accidentes del texto, éste ha llegado hasta nosotros integro en su esencia con el mismo sentido que la Iglesia primitiva usaba en sus reuniones litúrgicas…

      Esta predicación oral puesta por escrito, que son las Memorias de los Apóstoles como se les denominaba entonces a los Evangelios fueron redactadas por el testimonio de testigos presenciales que murieron márires defendiendo la fe, no la mentira porque nadie muere por una mentira. Es el siglo I de la era cristiana el siglo de los testigos presenciales del cristianismo…por eso Cristo no fue un mito de fábula, ni invención humana…A Cristo le seguían muchedumbres y su vida cambió TODA una era que se vino a llamar la “era cristiana”….Los millares que le siguieron presenciaron Sus milagros y oyeron Sus palabras puesto que el cristianismo está basado en una Persona que es Jesucristo…Negar la historicidad de Cristo es una imposibilidad

      La crítica interna del Nuevo Testamento tiene un consenso común que es la divinidad de Cristo que ha sido la piedra de choque de los anticristianos…Pero esto es lo que precisamente vino a enseñarnos Cristo cuando dice a Pilato que el vino a “dar testimonio de la verdad”…Y la Verdad es El mismo, que es el Hijo verdadero de Dios, como lo declaró en el interrogatorio ante Caifás y que hizo a éste “rasgar sus vestiduras”.

      La “institución” cristiana podría desaparecer en cuanto a lo que es físico-burocrático, pero la institución carismática divina cristiana con La Palabra viva y sacramental de Cristo, permanecerá “hasta la consumación de los siglos” a pesar de todos los ataques y de  todos los intentos inútiles de borrarla de la faz de la tierra…

      Un saludo cordial

      Santiago Hernández

  • Santiago

    Es por tanto Jesucristo el que interpreta la Ley eterna, que es la voluntad divina que manda realizar y prohibe cambiar el orden natural….por el que participamos en este orden querido por Dios y que fue comunicado por Dios desde el principio imprimiéndolo en el corazón humano para que buscáramos el bien y nos alejáramos del mal y que sería después esta Ley promulgada en piedra por medio de Moisés…Esta ley eterna es la ley del Amor ya que si por Amor Dios decidió crearnos, por Amor decidió también darnos la regla de salvación que es el Decálogo….

    Es por eso que Jesús interpreta correctamente el primer mandamiento del Decálogo cuando el escriba le pregunta y El responde: (Marcos 12:29-30)

    “Escucha Israel, el Señor nuestro Dios es un solo Señor y amarás al Señor con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con toda tu fuerza” tal y como se encuentra formulado en Deut 6,4-5..DE AHÍ que en nuestro Catecismo Católico se resuma como: Amar a Dios sobre todas las cosas puesto que YAWE se encuentra sobre todo lo creado en el Universo…y que también la segunda parte es amar al prójimo como a nosotros mismos…Le Ley de Cristo pues consiste en amar a Dios y a nuestros hermanos…Esa es la síntesis perfecta.

    Moisés fue llamado por Dios para liberar a Israel de la esclavitud egipcia y para proclamar en piedra su Ley eterna en el Decálogo…Dios se presentó asimismo  como el Dios de los patriarcas y Moisés respondió “heme aquí¨. La comisión a Moisés fue de liberar y rescatar  a todo un pueblo y El mismo confirmó su petición a Moisés: “Yo estaré contigo. Y te voy a dar una señal de que Yo soy quien te envía: cuando hayas sacado de Egipto a Mi pueblo, todos vosotros me rendirán culto en la montaña”

    Por tanto, Moisés fue solamente un intermediario y un emisario de Dios para conducir a Su pueblo a la tierra prometida para su adoración permanente en el Dios que revela y se revela por medio de los seres humanos…Jesús cita a Moisés y le da relevancia histórica…pero la Ley del Sinaí  no es creada por Moisés sino por Dios….Por otro lado, Cristo cita en Marcos 10,2-6 que Moisés permitió el repudio a la mujer “por la dureza de vuestros corazones” puesto que Dios puede disolver el matrimonio cuando solamente existe como contrato natural porque la indisolubilidad pertenece al derecho natural secundario…La Ley entonces liberaba a la mujer del abuso e injusticia del marido que en muchos casos llegaba hasta el asesinato…Es por eso, que Jesús dijo que “en el principio no fue así”…porque el plan de Dios se basa en el amor conyugal y familiar…

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

     

     

     

  • salvador santos

    Amigo Nicolás
     
    Siguiendo con el asunto tratado en tus lógicas reflexiones heterodoxas, te aporto otro dato. Lamento trasladártelo en varias entregas y no de una vez. Es la manera de no hacer entradas excesivamente largas.
     
    El primero de los mandamientos del Decálogo NADA DICE DE AMAR A DIOS. Ese es otro arreglo cosmético aplicado a la Ley de Dios.
     
    Vayamos al texto:
     
    Después de la presentación: “Dios ha pronunciado las siguientes palabras” (Ex 20,1), comienza diciendo:
     
    “Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud” (v. 2).
     
    Los mandamientos que citará a continuación arrancan de la historia. Son leyes históricas; nada que tienen que ver con una ley natural de la que aquí no se habla. Estas leyes están cimentadas sobre la experiencia de una salida desde la esclavitud a la libertad. Los clanes escapados habían sufrido un larguísimo tiempo de esclavitud; ahora, son libres. Disfrutan la vida. Pueden constatarla. Esa salida fue su salvación. Comienza la llamada historia de la salvación. La salvación consiste en salir de la esclavitud y entrar en la libertad. El Dios que aceptan con esos mandamientos es presentado como único. Es el que procura la libertad y la vida. No, hay otro como Él.
     
    El primer mandamiento tratará de que el pueblo rechace ser esclavizado de nuevo; que acepte exclusivamente a quien le ha proporcionado plena libertad y una vida que nunca habían conocido. Dice así:
     
    “No tendrás otros dioses frente a mí” (v. 3).
     
    Este primer mandamiento no exige ser amado, sino ser aceptado en exclusividad. Carece de sentido dogmático; no afirma: “no hay”, sino “no tendrás”. No llama a la creencia; se trata de praxis. La creencia se establece, asi, desde la experiencia; no, al revés. Proscribe, por tanto, la traición. La traición supone distinta andadura a la que han sido invitados. Traicionar esa invitación significa desviarse del trayecto de la libertad y la vida.
     
    En la enseñanza de su Programa desde la cumbre, Jesús siguió con lógica ese mismo criterio poniendo un claro ejemplo:
     
    “Nadie puede estar al servicio de dos señores, porque aborrecerá a uno y querrá al otro, o bien se apegará a uno y despreciará al otro” (Mt 6, 24a).
     
    Y precisó con extraordinaria agudeza a los dos señores representantes de dos polos opuestos: La libertad y la esclavitud:
     
    “No podéis servir a Dios y al dinero” (Mt 6,24b).
     
    La nueva sociedad (el reinado de Dios) estará constituida, pues, por quienes renuncian al Dios metálico. Esa será la primera y esencial propuesta del Programa del Galileo:
     
    “Dichosos los que eligen ser pobres”.
     
    Otro abrazo, amigo Nicolás

    • Amigo Salvador, nuestra reiterada gratitud por iluminar nuestras tinieblas que nos impelen a dudas y muchas interrogantes. Y al abordar el tema de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, solo hicimos eso: expresar nuestras dudas y hacernos preguntas. Nos referimos a hechos históricos que Moisés recibe los diez mandamientos de las manos de Jahvé mismo, en dos páginas líticas, para el gobierno del pueblo de Israel (que esto fue verdaderamente histórico o no, es otro tema). Y, no nos hemos referido a las leyes naturales insertas en la mente y el corazón del ser humano (Dios nos libre de meternos en esas profundidades)…Nos preguntamos el por qué Dios impone un mandato al ser humano que por gracia de El mismo goza  del  libre albedrio; y si desobedece ese mandato en virtud de esa libertad, Dios castiga al hombre con suma crueldad aquí y en la eternidad..
      Obviamente nuestras dudas e interrogantes no conlleva, en lo absoluto ofensa o irrespeto a la fe de nuestro pueblo, o de los santos y mártires de la Iglesia católica.
      Amigo Salvador sus  explicaciones son entendibles, cuadran con lo razonable y lógico. Nos ayuda bastante. Las esperamos con mucha gratitud.
       
      Un abrazo muy cordial
       

  • Santiago

    Es un grave error pensar que los preceptos de la Ley de Dios han sido inventados por la ley de los seres humanos como un defraude colectivo para los ilusos que los siguen, como si todo el testimonio de los confesores y los mártires que existen, existieron y existirán a través de los siglos hasta el final de los tiempos y que dieron sus vidas por seguirlos,…… fueran inválidos e inútiles…

    Sin embargo, los preceptos de la Ley divina fueron impresos en nuestros corazones en el comienzo de nuestra existencia y hasta el más “salvaje” de los seres humanos logra saber en su interior cuando obra el bien y el mal, y tambien sabe que debe evitar el mal…Nadie  necesita decirnos una cosa tan simple…la culpa no viene de fuera…lo sabemos desde dentro de nosotros…Y la culpa nos transtorna, trastorna al mundo…a tal punto que lo que se trata es de “tapar y cubrir” esa culpa que nos atormenta…Así aparece en la historia de la humanidad de manera clara y evidente,  y hay que preguntarles a los psiquiatras, psicólogos, confesores, consejeros etc. por qué están siempre tan “llenos” de “clientes” que no tienen ni tiempo para ocuparse de ellos mismos…Nos sorprendería el saberlo…pero el mundo se hunde en su propia culpa y no encuentra salida alguna como no sea el arrepentimiento, la penitencia y el perdón divino antes de la muerte…

    Pero Dios es el Creador Supremo del Universo y la vida que El creó es un don de Su amor y es por eso que nosotros debemos responder a este regalo de la existencia que se nos da gratis, ya que somos seres, no irracionales, sino racionales con un intelecto y una voluntad responsables….

    Y por eso los preceptos divinos de la Ley natural y los de la Ley positiva, cuyo intermediario fue Moisés en el Sinaí, son mandatos del Amor y obligan, ya que, “a la tarde”, nuestra conciencia va a ser juzgada en el Amor de Dios…No vamos a ser juzgados en nuestra conveniencia, ni de acuerdo a nuestros gustos particulares, sino en el Amor de Quien es el autor de la vida…Es lógico que Dios nos deje saber cuáles son las reglas de la vida para llegar a Su amor…puesto que Sus mandamientos regulan nuestra vida y evitan que nos desviemos del Bien que es El mismo…Éste es el propósito de la promulgación del Decálogo…es un destello de ese amor divino…

    Por eso Jesús, el hombre perfecto y el verdadero Hijo de Dios,  vino aquí “a darle cumplimiento” real a los preceptos del Padre que son nada más que la expresión del Amor de Dios.De ahí que que Jesús mencione y cite una y otra vez en el Evangelio a la Ley como válida y como un camino a seguir como medio para la vida eterna que es la meta de la vida terrestre, su último fin..Y así vemos a Jesús increpando a sus interlocutores con aquéllo de ¿”Qué se lee en la Ley? y ¿Que dice la Ley? 

    Si los preceptos de Dios estuvieran de más, hubieran sido anulados por Cristo. Pero El los respalda y sostiene su contenido. Ni la “iota” -que es la letra mas pequeña del alfabeto hebreo- intentó Jesús suprimir porque es todo lo contrario: Jesús no suprime, ni cambia, la Ley divina sino que le da verdadero sentido a esa Ley eterna que procede de Dios y que está impresa en la existencia humana, porque los preceptos del Padre son también los del Hijo, Jesús…

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

    • Isidoro García

      Amigo Santiago, no puedo entender como una persona tan inteligente como tú, puede argumentar algo utilizando la auto referencialidad.

       

      Dices: “…como si todo el testimonio de los confesores y los mártires que existen, existieron y existirán a través de los siglos hasta el final de los tiempos y que dieron sus vidas por seguirlos,… fueran inválidos e inútiles…”

       

      Pero todos sabemos, que confesores y mártires, hay ha habido y habrá en todas las religiones y en todas las ideologías diferentes. Las creencias del ser humano son plurales, y en muchos casos absurdas, y delirantes, (terraplanistas, etc.).

       

      La auto referencialidad, es clara. “Sí, pero es que hay muchos, la mayoría que están equivocados. Solo nosotros tenemos la verdad”. Es un razonamiento de vergüenza ajena. ¡Cómo un hombre tan sensato y prudente como tú, al que envidio y admiro sinceramente, puede ir por ahí!,

       

      (Estoy pergeñando un articulillo, que quizás mande pronto, sobre como en general, las organizaciones culturales del tipo “tribu”, (que Traver denomina “egregores”), colonizan y vampirizan la mente de sus individuos miembros, magnificando “memes”, que actúan y se transmiten como virus, con el objetivo final de la supervivencia y el engrandecimiento de la organización-egregor).

       

      Sería la causa de la psicología de las masas, respecto a la arquitectura mental de sus individuos integrantes.

       

      Ejemplos de egregores serían los partidos políticos, las Iglesias, los clubs deportivos res-pecto a sus “hinchas”, y todas las organizaciones tipo “tribu”, que magnifican en el individuo, el arquetipo tribal, zombificando a sus miembros).

       

      • Amigo Isidoro, estoy de acuerdo en la respuesta que le das al amigo Santiago, pero reconocerás que te has centrando el “uno” aspecto más inconsistente de su razonamiento (pescadilla que se muerde la cola), evitando otros razonamientos de calado y peso que también ofrece. Habría que atender a lo que es más valioso en su texto, para mí, y que conlleva cuestionar (en este caso) la respuesta del maestro (para mí) Salvador Santos. Espero que en la reflexión que nos prometes, abordes la pregunta por la ley moral natural en la conciencia humana (casi siempre) universal, y si es connatural a nosotros para sobrevivir como seres morales, y así, mucho menos opcional de lo que se dice, y, a la vez, pre-religiosa, pre-mosaica y pre-evangélica. (Si es que en esto existe un previo y posterior, que no lo veo claro, sino un todo multicausal en la evolución humana hasta hoy). Te leeré con gusto.

      • Santiago

        Muchas gracias Isidoro y José Ignacio por vuestros comentarios que me ayudan a reflexionar de nuevo en este crucial tema que pertenece a la fe. Porque aunque en diversos matices y en diferentes maneras de enfoque estamos situados dentro de esta luz que S. Juan de la Cruz pudo distinguir dentro de su “noche oscura” del alma…”en la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía……Aquesta me guiaba mas cierto que la luz del mediodía…

        Es esta luz la que nos guía, sin duda. Hablo de la fe porque aquí se barajan los hechos históricos con la fe católica que es trascendencia…Por eso mi observación y referencia al testimonio de los confesosres y mártires con los que encabezo mi comentario anterior no intentaba ser una prueba de la procedencia de los Mandamientos de la Ley,  sino como tu  Isidoro bien  señalaste no  es más que una referencia a la persistencia de la Iglesia de Cristo en la fe apostólica que incluye el Decálogo tal y como Cristo reafirmó y le dió validez durante Su vida pública en Israel…

        Por otra parte, hablando del testimonio de la fe de los confesores y los mártires, en referencia a la fe católica, existe diferencia, sin querer ser ofensivo, ni despreciar a nadie  que se inmole por cualquier ideología del mundo….y así S. Pablo nos dice que los atletas en el estadio hacen un sacrificio  pero  “ellos lo hacen por obtener una corona que se marchita, mas nosotros, una que no se marchita” puesto que la fe cristiana se basa en la trascendencia divina, en la esperanza de la Resurrección con Cristo….cosa que es un poco diferente….

        Pero sobre el aspecto principal que es la moralidad innata del ser humano como Ley universal presente en  nosotros por experiencia tal y como lo formula Jose Ignacio, hay que recalcar también  que los Mandamientos ya prexistían desde siempre antes de la proclamación escrita en el Sinaí.  Tanto en el Génesis como en el Levítico pre-Decálogo, aparece la transgresión de la Ley divina como falta grave, ya que en Sodoma se condena la lujuria desenfrenada e inordinada, y en otro lugar el adulterio, y existe la condena de la acción de Adán y Eva por robo y por mentir, y el castigo de Caín por fratricidio, como la condena divina de la Idolatría etc. etc. Luego ya existía la Ley que regulaba la conducta humana en relación a Dios y al prójimo antes de que los Mandamientos de la Ley eterna fueran escritos en piedra y proclamados al pueblo de Israel  por  Moisés.

        Un saludo cordial

        Santiago Hernández

  • ana rodrigo

    Nicolás y resto de comunidad, me alegro (junto con A, Duato) que participéis en ATRIO, lo que supone dar y recibir, yo espero vuestras aportaciones. Este foro es una buena fuente de reflexión. Yo llevo unos 17 años y no me despego de él por ser tan enriquecedor.

    Yo, según la frase María López Vigil, “soy atea del Dios que siempre me enseñaron”, a partir de ahí vamos buscando una fe razonable no irracional. Es la madurez humana la que va dando estos frutos, frutos universales y valores humanos con fe en Dios o sin fe.

    Saludos cordiales.

    • Amiga Ana nuestra gratitud por tus palabras…Me hizo revivir un  momento crucial que viví. Si me obsequias un poquito de  tu paciencia te cuento esta anécdota que diseñó decisiones irreversibles en mi vida.
      Hace, más o menos, dos décadas atrás eran días próximos a la semana santa: En la universidad donde laboraba, el sacerdote que también  era docente allí, invitó  a unas charlas que iba  a dar un obispo muy conocido en la región. En efecto la sala magna estaba totalmente repleta de docentes. Empezó la charla un sacerdote, luego presento al obispo. El tema de fondo de la disertación era eso: La pasión y muerte de Cristo, Habló con abundantes citas del  sacrificio, que Cristo acepto voluntariamente por la salvación de los hombres….Que la sangre redentora de Jesús aceptada por Dios para el perdón de los hombres… Que el pecado de los hombres fue el causante de la pasión y muerte de Jesús,  etc. etc…En plena charla un docente se levantó y dijo señor obispó con todo respeto, queremos hacer preguntas…En seguida termino, dijo el obispo Y así fue al término de la charla le llovió al obispo una granizada de preguntas. El obispo se puso nervioso. No supo responder bien a las preguntas. Se enredó en muchos conceptos. En esos instantes cinco colegas se levantaron de sus asientos y salieron al frente. Y,  ya cerca al obispo, uno de ellos tomó la palabra y dijo: Señor obispo, con todo respeto…nos vamos a retirar.. Vamos a abandonar esta vuestra iglesia católica que predican, Tal vez   no volvamos nunca. Y  si volvemos, será cuando se instale la iglesia de nuestro gran amigo y hermano  Jesús de Nazaret y su evangelio…Mientras tanto ustedes quédense con vuestro dios vengativo, cruel,  sanguinario, que requiere que alguien derrame sangre en una muerte terrible  para perdonar a los otros seres humanos… Y diciendo esto salieron bajo los sonoros aplausos de los colegas presentes.
      Amiga Ana también para nosotros ATRIO es un Foro que creo que la divina providencia hizo que lo encontremos. Hemos tocado las puertas de varios ´portales donde uno es solamente un lector de sus artículos…Donde no te dan espacio para opinar. En cambio en ATRIO, sí tienen en cuenta tu opinión por más humilde que sea…Nuestra reiterada gratitud
      Un abrazo con todo afecto  

  • Santiago

    El misterio del por qué Dios quiso darnos el don de la libertad con todo el reto que esto supone, constituye cierta dificultad a la fe. Sin embargo sabemos que el mal existe pero NO es todopoderoso. Existe la justicia y la misericordia de Dios que se complementan una a la otra y que Dios da a cada persona la gracia o sea los auxilios suficientes para salvarse y también sobreabundantes por su infinita Misericordia.
    Pero somos libres y responsables de nuestras buenas y malas acciones y Dios nos manda a realizar el bien al menos con nuestro deseo e intención y existe la cooperación a la gracia. Existe en la Iglesia de Cristo el arrepentimiento y el perdón. En el Reino se entra penitente o inocente, pero no sin arrepentimiento del mal.

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

  • Nicolás

    Sobre los diez mandamientos de la Ley de Dios, tengo algunas reflexiones heterodoxas preñadas de interrogantes existenciales:
    1.- ¿Qué Dios mandó u ordenó o decretó, que el ser humano lo ame con todas sus fuerzas y por sobre todas las cosas?…mmm, yo pensé que el amor verdadero era producto de la libertad y no una obligación por obediencia a un mandato, una orden o  una ley
    2.- Al decretar los 10 mandamientos, ¿Sabía Dios que alguna de sus creaturas humanas, por tener libre albedrio,  iba a desobedecer esas mandamientos?….y si sabía, ¿qué hace con esos desobedientes?…¿castigarlos y mandarlos al infierno por toda la eternidad?…¿Para eso decretó esos 10 mandamientos?…mmm esto huele a sevicia a extrema crueldad.
    3.- En mi humilde reflexión esos mandamientos no son mandatos, no son órdenes  ni decretos leyes, sino, los deseos, anhelos y esperanzas de un padre de amor infinito que le dice a sus creaturas humanas hijitos hijitas en esto conocerán que sois mis hijos mis hijas que me aman, por sobre todas las cosas. Que os amáis unos a otros como a sí mismos. Que no tomáis  mi nombre en vano. Que santificáis las fiestas, etcétera….Y si os equivocáis y no cumplís con alguno de mis deseos, yo no los castigo, yo os perdono; ustedes son los que se castigan y sufren las consecuencias de vuestros errores aquí en la tierra, no después.
    Todo esto sea dicho implorando el perón, si me equivoco  de Dios nuestro Padre Celestial, en Quien yo creo y a Quien amo de todo corazón y por sobre todas las cosas, como Cristo nos enseñó, no por mandatos ni ordenes, sino por gratitud como el hijo pródigo a su maravilloso Padre  que siempre nos espera con los brazos abiertos, pese a nuestros errores e ingratitudes.

    • mª pilar

      Nicolás: ¿Dónde está aquello de:

      “Ama a “Dios” sobre todas las cosas…y al Prójimo como a ti mismo”

      Creo que el resto…¿lo olvidó?

      Un abrazo entrañable amigo.

      • Amiga Pilar los diez mandamientos están  en la Biblia…Para presentar mi reflexión, solo mencioné el primer mandamiento que dice: Amaras a Dios con toda tu mente con toda tu alma por sobre todas las cosas….¿Quién manda y ordena esto?…Dios mismo…El dio estos mandamientos a Moisés. Pongo un ejemplo, salvando las distancias obviamente: Es como tu dijeras a tus hijos:  Queridos hijos  les mando y ordeno que me amen y si no les castigo con el infierno eterno…
        Pues a eso voy, porque si tu no cumples un mandamiento de Dios estas cometiendo un pecado mortal y ¿cómo castiga Dios un pecado mortal? te manda al infierno a achicharrarte por toda la eternidad…¿Eso es posible en Dios Amor que nos dice el apostol San Juan? O el Padre Abba  de infinita misericordia de Jesús?
        A eso iba mi reflexión. Por lo demás creo que este asunto está muy bien explicado por el amigo Salvador que tuvo la gentileza de comentar mi reflexión
        Un cordial abrazo amiga Pilar

        • mª pilar

          Querido Nicolás: Puse en mi comentario la palabra “dios” entre comillas pero se me olvidó decir:

          Que Jesús no dictó ley alguna, aconsejó amar…no como mandato…a su “Papaito” como le dicen en algunos lugares…si amas así, por encima de todas las cosas…sin castigo alguno si no lo haces porque para eso somos libres ¡para optar! que camino deseamos en nuestras vidas, en  esa elección ya elegimos el “dios” que queremos nos dirija, si a nosotros mismos o deseamos formar parte de otra manera de actuar,  lo siguiente: Ama al prójimo como a ti mismo.

          Fui demasiado parca y obviando la persona central de nuestro deseos-anhelos en nuestro vivir.

          Es mejor seguir las explicaciones y en ellas…su vivir…a nuestro querido Salvador, él no suele dejar resquicios para la duda.

          Siento no haberme expresado mejor, no son buenos días para mi personilla, nada importante.

          Un abrazo muy entrañable.

    • salvador santos

      Hola Nicolás
       
      Los interrogantes que planteas desde tus reflexiones heterodoxas están cargados de lógica. Te aporto unos pocos datos sobre la cuestión que ha dado pie a tus reflexiones, por si te sirven.
       
      Los esclavos escapados de Egipto hace aproximadamente 3200 años eran grupos heterogéneos de clanes tribales. Salieron depauperados y no por decisión divina, sino porque los egipcios estaban siendo atacados en sus costas por los llamados Pueblos del mar y no les interesaba tener en el interior del país a una quinta columna que requiriera esfuerzos militares. De modo que hicieron la vista gorda. Dejarlos ir era la mejor solución. No podrían llegar muy lejos. Les detendría la zona ocupada hoy por el canal de Suez, entonces anegada por los denominados en aquel tiempo Lagos Amargos o Mar de las Cañas, llenos casi siempre con los vientos húmedos y la lluvia llegados del mar y muy bajos de nivel, en ocasiones, cuando soplaban vientos procedentes del desierto. Los escapados tuvieron suerte de haber podido cruzarlos gracias al aire seco del Sinaí. Aunque muchos grupos se dividieron siguiendo varias rutas, el núcleo más importante se adentró desde esa zona en el desierto.
       
      Resultaba necesario, en esas condiciones, dar entidad de pueblo a esos clanes familiares y generar en ellos la confianza suficiente para animarlos a seguir en la aventura y evitar su desfallecimiento. Encontraron la mejor manera de convencer a la gente diciéndoles que un Dios, el verdadero (Yahvé), había tomado cartas en el asunto. Y atribuyeron a ese Dios la gesta de la escapada. El pueblo creyó lo que le transmitían: Qué Yahvé había actuado en favor de los esclavos con la pretensión de convertir a esas tribus en su pueblo. Hacerles creer fue el mejor procedimiento para que lucharan por la supervivencia.
       
      Para formalizar el hecho, quienes llevaban la voz cantante dieron formato constitucional al pueblo a partir de un modelo de Pacto vigente en la época. Entonces se conocían dos tipos de pactos: de Igualdad y de Soberanía. El de Igualdad se utilizaba para el intercambio de objetos, animales, alimentos… El de Soberanía era el empleado por un rey poderoso para llegar a acuerdos con pequeños reinos. En él, los reinos pequeños se comprometían a no establecer alianzas con otros reyes, a rendir homenaje y obediencia al rey poderoso, a celebrar sus fiestas… Otras leyes adicionales trataban de evitar divisiones internas de los vasallos mediante prohibiciones. A cambio, el reino poderoso les proporcionaba protección y seguridad. Siguiendo ese modelo, el Decálogo se promulgó como Carta Constitucional. Afirmar que dicha Ley había sido dictada directamente por Dios fue la manera de concederle la más alta categoría, de perpetuarla y de generar en el pueblo obediencia religiosa a sus preceptos.    
       
      Jesús, que también reflexionaba desde posiciones heterodoxas, tuvo claras las cosas. Fíjate en este dato que ya hemos citado en algún artículo: Frente a los religiosos que le apretaban con asuntos de leyes, les respondió: “¿Qué OS mandó Moisés?”  (Mc 10,3). Jesús no tuvo dudas: las leyes salieron de Moisés; no, de Dios. El Galileo mostró, además, que esas leyes no iban con él. No dice “NOS mandó”, sino “OS mandó”.
       
      Ya es hora de ir sabiendo que esas leyes del AT no fueron cosa de Dios, sino de Moisés y otros legisladores. Y conviene también conocer que Jesús no dictó leyes. Propuso, eso sí, una sociedad alternativa (el reinado de Dios) no basada en preceptos, sino en el compromiso leal de los suyos a ese Proyecto.
       
      Te mando un abrazo, Nicolás

      • Santiago

        La LEY ETERNA se encuentra en Dios y consiste en la ordenación de la razón divina y va dirigida al bien común del Universo, promulgada por El mismo para la dirección y cuidado perenne de todo el mundo…De ella derivan pues la Ley natural, la de la Antigua Alianza y la de la Nueva Alianza y todas las otras leyes..El DECÁLOGO fue promulgado por Dios por medio del ministerio de Moisés.

        Es por eso que Cristo sostiene y avala la Ley de Moisés en todo momento. Así para “entrar en la vida eterna Jesús le dice al legista que le hace la pregunta: “En la Ley ¿Qué está escrito? ¿Cómo lees?…Y respondiendo dijo: Amarás al Señor Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente”…”Haz esto y vivirás” (Lucas 10: 25-28)

        Y avala Jesús la Ley cuando dice que no vino a “destruir la Ley sino a darle su cumplimiento” porque no borrará de ella ni una sola iota…porque Jesús vino a darle a la Ley su sentido verdadero en el Amor del Padre…

        Y al joven rico que le pregunta: “Qué he de hacer para obtener la vida eterna….Y El le dijo: Mas si quieres entrar en la vida, guarda los Mandamientos. Dícele: ¿Cuáles? Jesús dijo: No matarás, no adulterarás, no robarás, no dirás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás al prójimo como a ti mismo” (Exodo 20,12-16; Lev 19,18; Deut 5,16-20)

        Es por eso que la Ley eterna divina es la misma que  la Voluntad de Dios que nos manda a amar de la misma manera que El nos ama…ya que el Amor es lo opuesto al odio representado por el mal…Y Dios quiere que todos “se salven y lleguen al conocimieno de la Verdad” por medio del Amor…El mandato del Señor es un “yugo suave y una carga ligera”, tal y como El mismo nos dice….Esto es lo que quiere enseñarnos el Decálogo.

        Un saludo cordial

        Santiago Hernández

      • Nicolás

        Amigo Salvador, reciba nuestra gratitud sincera por esclarecer nuestras dudas  y absolver nuestras interrogantes. Le hablo en plural, porque somos un grupo  de ex docentes y exalumnos que ya dejamos nuestra universidad, aquí en el rincón del mundo, allende los mares que nos resistimos tercamente a abandonar la barca de Pedro, nuestra iglesia Católica, como ya la abandonaron muchísimo de nuestros colegas. Por esta razón,  nos hemos decidido alimentar nuestra fe, no solo con actos espirituales sino también con el incremento del desarrollo de nuestra mente de nuestro razonamiento en estos temas. Por eso nuestra asidua asistencia virtual a este maravilloso portal que es ATRIO, una segunda universidad para nosotros y lo decimos con mucha gratitud.
        Al leer su mensaje nos hemos dado cuenta de nuestro gran error: Es que hemos estado interrogando, pidiendo explicaciones, queriendo entender hechos ocurridos hace  3 mil o 4 mil años atrás, es el caso de los diez mandamiento de la ley de Dios y Moisés que Ud. nos explicó con suma claridad-
        La última frase de su mensaje nos hemos anotado cada uno en nuestras agendas es para meditar mucho, sobre todo lo referente a Jesús.
        “Ya es hora de ir sabiendo que esas leyes del AT no fueron cosa de Dios, sino de Moisés y otros legisladores. Y conviene también conocer que Jesús no dictó leyes. Propuso, eso sí, una sociedad alternativa (el reinado de Dios) no basada en preceptos, sino en el compromiso leal de los suyos a ese Proyecto.”
        Nuestra reiterada gratitud amigo Salvador
         
        Un abrazo muy cordial

        • Antonio Duato

          Querido Nicolás y comunidad cristiana que a través de ti sigue acudiendo a este ATRIO para encontrar luz y aliento:

          No sé quiénes sois los que os expresáis a través de esa persona y ese nombre, Nicolás. No he tenido aún un contacto personal off-line ni hace falta. Ni siquiera sé desde dónde no habláis: solo, y no hace falta más, que vivís en un rincón “allende los mares” manteniendo la fe y la esperanza en Jesús y en vuestra vieja Iglesia que se desmorona en un mundo con tragedias y destrozos enormes que cada vez necesita más esa fe y esa esperanza para sobrevivir y reconstruir libertad, paz y fraternidad.

          Quiero deciros que he leído y apreciado los 40 comentarios que habéis escrito a ATRIO, desde hace algo más de un año, pero sobre todo en lo que llevamos de este 2022, el tercero de estos “años veinte” que no pronosticábamos nada “alegres” y que, con la nueva guerra europea que amenaza convertirse también en mundial, está destruyendo tanto, en el mundo y en las personas.

          Y quiero también deciros que vuestra presencia cada vez más habitual y más acertada en ATRIO es para este anciano que sembró hace más de veinte esta semilla de mostaza (así lo expresaba en su primera presentación en 2001) ve con gozo cómo acudís desde lejos a la realidad ya más compleja pero siempre viva de este árbol o casa abierta. Esto me da fuerzas para continuar y esperanza de que algún día esta insignificante pero ya compleja estructura de bits que es Atrio seguirá sirviendo para difundir, sembrar y fortalecer el espíritu profundamente humano, y por tanto divino, en todo el mundo.

          Bueno, ché!, sin palabras solemnes. Que me estáis alegrando el día, que os sintáis en casa, que estoy aquí para ayudaros en lo que pueda y ¡siempre adelante!

        • salvador santos

          Amigo Nicolás
           
          Una alegría saber que estáis ahí, en algún sitio, reflexionando y ayudando a reflexionar con libertad a otros. Gracias. Nos animáis.
          Respecto a los mandamientos, algún dato más. La obsesión por asegurar que dichos preceptos son Ley de Dios no explica por qué razón les han dado un arreglito. Veamos cómo lo han realizado.
          Leemos directamente en el texto:
          “No te harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en al agua bajo tierra. No te postrarás ante ellos, ni les darás culto…” (Ex 20, 3).
          Se trata del segundo mandamiento. La gente lo desconoce ¿Qué han hecho con él los encargados de mantener intocable la Ley de Dios? Al parecer no les ha temblado el pulso para hacerlo desaparecer. Pero en ese caso, el Decálogo quedaba reducido a nueve mandamientos, ¿cómo han logrado obtener otra vez los diez?
          Leamos el décimo en el texto:
          “No codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él” (Ex 20, 17).
          Con este último mandamiento, el décimo, han hecho un chanchullo empleando un bisturí de corte religioso. Lo han desdoblado para restablecer el conjunto de diez. A la cirugía le siguió el maquillaje. Así pues, inventaron un mandamiento de corte sexual EXCLUSIVO PARA HOMBRES: “No desearás la mujer de tu prójimo” (Se deduce que la mujer está excluida: puede desear cuanto quiera al marido de su prójima) y otro para pobres: “No codiciarás los bienes ajenos” (Los poseedores de los bienes… pueden dormir tranquilos, ¡que Dios mantiene a raya a los que carecen de bienes a base de leyes!).
          Jesús, por su cuenta y riesgo, le hizo también un interesante retoque a la Ley de Dios:
          Curiosamente, en la escena del rico que quería asegurarse el futuro en la otra vida (Mc 10, 17-22), Jesús lo remitió a su código, pero omitiendo los mandamientos referidos a Dios. Según el Galileo, ni siquiera hace falta creer en Dios para alcanzar lo pretendido por el rico, la vida eterna. Para tal fin, basta la justicia. De ahí que le citara solo los seis mandamientos de carácter social. Pero, además de tan gran rebeldía contra la Ley de Dios, Jesús ¡le dio un cambiazo al décimo! y, en su lugar, citó otro de menor rango (“no defraudes”; v. 19) que le venía como anillo al dedo al fulano del gran patrimonio: “tenía muchas posesiones” (Mc 10, 22).
          Hay, por tanto, dos maneras de darle un arreglito a la llamada Ley de Dios. Una es, haciéndolo con nocturnidad y alevosía para adaptarla a la religiosidad que interesa a los poseedores del poder y el capital. La otra, la usada por Jesús a la luz del día, para denunciar los desmanes y los trucos de los que tienen el poder y el capital en sus manos… …y a sus cómplices.
          Tras el verano espero que salga publicada la segunda parte de la explicación de esta enseñanza de Jesús desde la cumbre. En ella se hablará del sentido universal (católico) de la misión encomendada por Jesús a los suyos en “el Padre nuestro”.  Tal vez sea esa misión católica (universal) la que, al correspondernos, nos defina.  
          Te mando otro abrazo, amigo Nicolás

      • oscar varela

        Hola!
         
        Leo el final del Comentario de Salvador a Nicolás:
         
        – “Jesús,
        que también reflexionaba desde posiciones heterodoxas, tuvo claras las cosas. “
         
        – “Fíjate en este dato:
        Frente a los religiosos que le apretaban con asuntos de leyes, les respondió: “¿Qué OS mandó Moisés?”  (Mc 10,3). Jesús no tuvo dudas: las leyes salieron de Moisés; no, de Dios. El Galileo mostró, además, que esas leyes no iban con él. No dice “NOS mandó”, sino “OS mandó”. – “Ya es hora de ir sabiendo que
        esas leyes del AT no fueron cosa de Dios, sino de Moisés y otros legisladores. Y conviene también conocer que Jesús no dictó leyes. Propuso, eso sí, una sociedad alternativa (el reinado de Dios) no basada en preceptos, sino en el compromiso leal de los suyos a ese Proyecto.”
        ……………………………..
         
        Interpreto y agrego conclusión:
         
        – Salvador
        también reflexiona desde posiciones heterodoxas, tuvo claras las cosas.
         
        – Fijémonos en esto:
        Frente a la clerecía abocada a sostener una desnortada Iglesia les respondió:
        – “Jesús propuso una sociedad alternativa (el reinado de Dios)”-
         
        – Ya es hora de ir sabiendo que:
        1°. esas leyes del AT no fueron cosa de Dios, sino de Moisés y otros legisladores.
        2°. convino conocer que el NT es el Proyecto de Jesús sostenido en un supuesto Dios-Padre.
        3°. hay que hacerse cargo de “con el mazo dando”, mejor que “al Padre rogando”.

  • Santiago

     

    Como dices Gonzalo Jesús no solamente aclaró y explicó el sentido verdadero de la Ley eterna del Amor, sino que El mismo la supera y la trasciende. Porque siguiendo la lectura de Mateo en el versículo que sigue, Jesús continúa en su discurso explicativo:

    Por tanto, todo el que quebrantare uno de estos mandamientos, los más pequeños, y enseñare así a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los cielos; pero el que los cumpliere y enseñare, éste será grande en el Reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere más que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos” (Mt 5:17-20)

    Y si continuamos en el mismo capítulo vemos que Cristo va mucho más allá de lo externo de la Ley porque no se trata sólo de no matar sino de evitar cualquier daño grave a nuestros hermanos prójimos como la detracción, calumnia, injuria. No es sólo no adulterar sino ningún pecado externo o interno de lujuria…Ni siquiera falsos juramentos..Ni “ojo por ojo o diente por diente” …sino amor a los enemigos.. (Mt 5: 31-48) Éste sería el verdadero sentido de la Ley que es su espíritu íntimo…

    Dios -de acuerdo con la Revelación evangélica de Cristo- nos quiere consagrados al bien no sólo por la obra buena sino por el pensamiento y el deseo interno, porque Dios mira con profundidad nuestro humano corazón y nos juzgará en nuestra conciencia.. y por ella.

    Gracias por tu certero comentario. Con un saludo afectuoso…

    Santiago Hernández

     

     

  • mª pilar

    Este capt. VII tiene una gran envergadura no fácil de asimilar pero grande muy grande en si mismo.

    Todo tiene que ver con la fidelidad y la manera de hacerlo:

    ¡Vida!

    Hay que leerlo con mucha paz y serenidad para poder llegar al meollo de su grandeza, cosa que parece imposible mirando el mundo que nos rodea.

    Pero repito una vez más:

    ¡Que sí sucede! En aquellas personas que optan por seguir su ¡Nuevo programa! De caminar por la vida y llenar de gozo cuando se llega a su esencia porque es posible hacerlo. Ahí es donde entra de lleno nuestra capacidad de ser sencillamente humildes y reconocer nuestras dudas y fracasos; como Jesús siempre hizo con quienes les costó mucho comprender su verdadero significado.

    Siempre me fijo en Pedro…y otros discípulos…cuanto le costó “comprender” y cuando lo hizo fue en hombre fidelísimo, dispuesto a cuanto se le puso por delante.

    Este capt. VII invita al silencio interno para pensar su grandeza y desapego de todo lo que llama ha.. poseer-tener-ser…alguien con renombre en la sociedad; todo lo contrario pero mucho más rico aún, porque lo que de verdad cuenta es:

    ¡El resultado de un camino u otro!

    Gracias Salvador por tanto esfuerzo para poder llegar ha comprender la grandeza de este Proyecto de vida, gracias amigo-hermano de corazón.

  • Gonzalo Haya

    Comprendo que Jesús realizó y proclamó el verdadero cumplimiento de la Ley, pero en cuanto a que “ni una letra ni una coma desaparecerá de la Ley antes que todo se realice” solamente podría entenderlo como lenguaje exagerado de Mateo para asegurarles a los judeocristianos la continuidad de la Promesa. Sin embargo está claro que el mensaje de Jesús superó no sólo la literalidad sino el sentido de muchas normas impuestas por la Ley. Más aún lo superó Pablo, y nuestro cristianismo, conforme a la evolución cultural y ética de la Humanidad.