LA VIDA Y SU SOMBRA 2
—Habría que trasformar el amén bíblico del Antiguo Testamento en un “amen” evangélico (sin tilde) propio de Jesús.
—Con lo que me quieres me basta: y con lo que te quiero nos sobra.
—Paradoja: ando buscando delante un sentido o amor cuya reminiscencia o recuerdo proviene de atrás: haber sido amado.
—No hay materia y espíritu sin su correlación: hay materia espiritualizada y espíritu enmaterializado.
—La vieja confesión católica protege la intimidad y la desproteje: la inconfesión protestante seculariza la intimidad.
—El amor y su oscuridad: según Amos Oz.
—Que el sinsentido tenga tanta relevancia en nuestro mundo nos descansa otro tanto: relajándonos.
—Quien no se llega a desesperar en este mundo es un mundano cínico: lo sabían Schopenhauer y Kierkergaard, Camus y Cioran.
—El asombro ante la vida: y el estupor ante el mundo.
—No saber simplemente más: sino mejor.
—Soy un sacerdote un poco cerdote, con perdón, por culpa del cerdo ibérico: español de pata negra.
—Un juez español se enfrenta a la prohibición de fumar entre la gente por el coronavirus: un juez fumado.
—El mar está embravecido por nuestro querer y amor: que prosiga embravecido por nuestro amor y querer.
—En España no se suele dialogar sin levantar la voz: somos jupiterinos de rayos y truenos (sobre todo la derechona).
—Qué casualidad, el día que más me afecta la quimio es el jueves, día de Júpiter: así puedo elevar mi voz contra el dios del Olimpo desde la tierra (in)firme.
—De alguna amistad no sé dónde está, de otras lo sé seguro: en el corazón.
—Increíble que la Iglesia cristiana haya dado al Papa títulos imperiales: del Imperio romano.
—Asumir las tinieblas para acceder a la luz (C.G.Jung).
—Mi gusto por el Western quizás refleje mi subconsciente con el propio mal mortal interior: como ocurre en el film El mejor de los malvados.
—Un colega celoso me preguntó qué daba en la universidad: le dije que “hermenéutica diacrítica” (bueno, me contestó despectivo, es lo que damos todos en la enseñanza media).
—La ilusión mental es ilusa: la ilusión del corazón es amor.
—Si no se encuentra un sentido a la vida, hay que aportarlo humanizándola.
—Según la tradición antigua, morir nos fusiona con el Alma del mundo.
—En la Teogonía de Hesíodo, primero es el caos oscuro, luego la tierra media y a continuación el eros: la aspiración amorosa.
—Caos es la matriz, la tierra la gran madre y eros el hijo-hermano (hermanador).
—En la mitología clásica griega al principio es el eros, después la madre tierra (Gea) y Urano, finalmente nace Zeus que se declara el Dios supremo venciendo a los titanes.
—En otra versión primitiva, tras el caos proviene la diosa madre Eurínome que, fecundada por la sierpe Ofión, pone cual paloma el huevo cósmico del que emerge el universo.
—En la cultura pagana (por ejemplo, romana), coexiste la protección divina para los bienhechores, pero también la protección divina de Laverna para los malhechores.
—La división del mundo en Nietzsche entre el dios luminoso Apolo y Dioniso el dios oscuro, refleja la lucha entre el supramundo y el inframundo, el cielo y la tierra, lo solar y lo lunar.
—En la mitología nórdica la lucha es entre los dioses Ases solares y celestes con los dioses Vanes lunares y terrestres: Odín (Wotan) frente a Frey.
—En la misma mitología escandinava, la serpiente celeste vencerá finalmente a los dioses: porque la sierpe celeste representa la reunión de la fuerza terrestre y celeste (una especie de serpiente alada, como en el mito mesoamericano).
—Así que la lucha entre los contrarios se acaba aparcando en su conjunción o coimplicación: lo que he llamado el amor de los contrarios.
—En el trasfondo mitológico hay pues un combate entre el día y la noche: entre la acción guerrera masculina y la pasión nocturna femenina.
—En la Atenea griega y otras divinidades se da cierta síntesis o junción de la guerra y la paz, lo masculino guerrero y lo femenino pacífico.
—La clave final está en cierta androginia sagrada: una diosa masculina como Atenea, y un semidios femenino como Orfeo.
—Así que en nuestro trasfondo cultural y simbólico comparece la lucha entre lo material y lo espiritual, la vida y su sombra: pero también su mediación por algún dios (Hermes e Iris, Vishnú encarnado en Krishna o Jesús-Cristo).
—Jesús es también el gran mediador cristiano entre el Dios y el hombre, el cielo y el mundo: Dios-hombre y hombre-Dios.
—Finalmente nuestro trasfondo cultural mitológico expone el sentido existencial simbólicamente: como lucha y junción de contrarios, por ejemplo entre el poder masculino y la potencia femenina.
—Esta reunión de lo matriarcal y lo patriarcal se realiza humanamente en el fratriarcado o fratriarcalismo: hermandad de los opuestos compuestos.
—La división de los contrarios expresa el sufrimiento del hombre en el mundo: su junción la sanación.
LA VIDA Y SU SOMBRA 3
—No hay ángeles sin demonios, ni triunfos sin derrotas: todo éxito responde a un fracaso.
—La vergüenza de no ser amado: y la mayor vergüenza de no amar.
—El buen amor podría sintetizarse así: querer al otro como es, y ser amado a su manera.
—Los trascendentales del ser son la bondad, la verdad y la belleza: porque abren la realidad a su idealidad o trascendencia.
—Los inmanentales del ser son el mal y la maldad, la mentira y lo falso, la fealdad: porque nos inmanentan o imantan a la realidad inferior.
—Precisamente el amor es el punto de encuentro entre lo trascendente y lo inmanente, lo puro y lo impuro, lo terrestre y lo celeste.
—No casarse con nadie ni con nada: para poder casarse con todos y con todo.
—Demasiada exigencia no encuentra amor: ni sentido.
—El suicida no quiere mal-vivir: pero realiza un mal-morir.
—Consolación: no sabemos si es mejor o peor morir del coronavirus o de otro virus.
—El hombre y su mundo en el punto de mira: por su desbarajuste.
—La vieja clerecía y su clericalismo: tan poco claro y tan oscuro u oscurantista.
—La religión del amor nos libera de nosotros mismos: y nos hace adeptos felices del otro.
—Dejar atrás a filósofos y filosofías caducas: inútiles o farsantes.
—El tiempo nos atraviesa y convierte en seres temporales: temporeros.
—La muerte es filósofa silenciosa: y quien la asume no la teme.
—La muerte acaba dando un sentido extático a la vida: mientras la vida ofrece un sentido dinámico a la muerte.
—Quien no asume morir, no asume vivir.
—Sólo el amor sublima el dolor: sin amor la vida no es vivible ni soportable.
—Eliminar el sufrimiento sería eliminar la vida: la vida se sufre y se goza.
—Los psicólogos populares discuten qué cara o rostro poner a lo bueno y lo malo: pues bien, al mal tiempo cara tiesa, y al buen tiempo cara tersa (y en paz).
—La humanidad anda dualizada entre la realidad física y la surrealidad metafísica: el amor-sentido.
—La gente ya no reacciona tanto ante la pandemia, asumiendo críticamente su realidad: yo asumo dicha realidad surrealmente.
—El amor es lo más radical y surreal frente a la realidad dura del mundo.
—Dice F.Savater que la muerte confiere su sabor especial a la vida, así pues, a modo de especia o condimento.
—Yo pienso la muerte más bien como condicionamiento: el aguijón de la vida.
—Icíar Bollaín celebra el casarse consigo mismo: para asumir toda nuestra potencia y depotencia.
—La felicidad íntima del amor que desborda la borda del yo: y se incendia en otro/otra como una mariposa azul.
—Hay un enamoramiento físico o psíquico, corporal o cordial, sexual o sensual, anímico o espiritual.
—Amamos precisamente en el otro su originalidad y rareza: su entrañeza y extrañeza.
—Te conocí en la tormenta: te conocí, repentina, en ese desgarramiento brutal de tiniebla y luz: mi invisible (P.Salinas).
—El amor es como explayarse en la playa: el amor y la playa son lo único importante y gratuito.
—Cuando prende el amor es demasiado tarde para apagarlo: lo mejor es dejarse quemar místicamente.
—El amor como el sentido de la vida: porque asume el sinsentido compasivamente (frente a Nietzsche).
—Cómo brilla el resplandor del cielo en la oscuridad de la tierra; un esplendor cuyo brillo hiere y ciega.
—Gracias, Dios mío, por la gloria en la desgracia.
Gracias por estos retazos de su vivir tan intensos.
Un abrazo entrañable.