El miércoles 25 Carmen descargó en la entrada editorial una serie de preguntas, tras la lectura de un artículo de EL País –Reza Aslan: “Dios es una idea. No me interesa la pregunta sobre si existe o no”– que no fueron contestadas por nadie. Yo reuní una serie de cosas obvias que decía Aslan (sobre restos elohistas y yhavistas en la biblia: Elohim=Dioses, en plural) y otras discutibles. Prueba del buen “olfato” de Carmen es que ayer 26, jueves, José Mª Castillo publicaba en su blog Dios no puede ser un objeto mental elaborado por nosotros. Y ahora acabo de recibir este artículo de Jesús Martínez Gordo que escribió en Iglesia Viva, entre otros, este artículo: Dogmática atea y dogmática católica. El debate pendiente. ¿No será el momento de responder a los interrogantes de carmen y otros muchos? AD.
Yo también, como el admirado José María Castillo, he leído el informe sobre el libro del profesor Reza Aslan, de la Universidad de California e investigador de la historia de las religiones (“Dios. Una historia humana”, Taurus) que, publicado por El País el pasado 25 de septiembre, lo encabezaba el siguiente entrecomillado: “Dios es una idea. No me interesa la pregunta sobre si existe o no”.
A diferencia de él, entiendo que lo que los deístas y teístas decimos cuando decimos Dios es una explicación racionalmente consistente a partir de las evidencias científico-empíricas que se vienen alcanzando en la astrofísica, en la protobiología y antropología contemporáneas. Pero no solo en estos saberes. Y que es una explicación racionalmente más consistente que las explicaciones alternativas, sean ateas, antiteístas e, incluso, agnósticas; particularmente, las que fundan su increencia en cosmovisiones o interpretaciones partidarias del materialismo bruto y del azarismo o casualismo.
Me tomo la libertad de dar a conocer un par de páginas del libro en el que abordo este asunto y que, publicado por PPC, verá la luz en unas pocas semanas: “Ateos y creyentes: qué decimos cuando decimos Dios”. Creo que puede contribuir al debate sobre la cuestión.
A lo largo de los últimos años, apunto en dicha publicación. han sido bastantes las personas que me han invitado a escribir sobre las trasparencias y anticipaciones seculares en las que es perceptible lo que decimos cuando decimos Dios. Entendían que en ello estaba en juego algo tan importante como la consistencia racional de la fe y de la teología. Es cierto que tampoco han faltado otras que me han manifestado su escepticismo al respecto. E, incluso, quienes me han dicho –amigablemente, por supuesto– que se trataba de un proyecto ingenuo e inútil, habida cuenta de la potencia argumentativa que presenta el ateísmo en las sociedades más desarrolladas y del espléndido futuro que, según sus pronósticos, le aguarda. Son ellos quienes –con nombres y rostros y, tras largos e intensos diálogos, e, incluso, amistad compartida desde la infancia– he tenido delante, y de manera preferente, escribiendo el presente libro. Se puede decir que, en alguna medida, son los “responsables” indirectos de estas líneas… Indirectos porque, como es evidente, el primer y único responsable (sin comillas, en esta ocasión) de lo aquí escrito soy yo y nadie más que yo.
Pero tengo que manifestar que, junto a los diálogos mantenidos y a las sugerencias recibidas, existe también una inquietud personal que atraviesa de principio a fin todas y cada una de estas páginas: entiendo que ha llegado la hora de prestar atención de nuevo a la consistencia racional de la idea de Dios a partir de las pruebas científico-empíricas que se vienen alcanzando desde hace años, concretamente, en la cosmología, en la biología y en la antropología modernas. Y creo que es algo que se puede hacer sin renunciar al imaginario –en mi caso, cristiano– de un Dios Amor y Justicia que, transparentándose en tantos millones de crucificados de todos los tiempos es perceptible, a la vez, como Belleza, atrayente y fascinante por sí misma.
Además, creo que he de hacerlo dialogando con los llamados “nuevos ateos”, es decir, con aquellas personas que cuestionan en la actualidad la solidez argumentativa y la verdad de lo que decimos cuando decimos Dios tanto a la luz de las evidencias científico-empíricas como de las conclusiones a que están llegando la antropología y la filosofía modernas e, incluso, apoyados en algunas aportaciones teológicas y exegéticas de los últimos decenios.
Pero pienso, además, que he de andar este camino acompañado de los que me atrevo a llamar los “nuevos creyentes”; y, en concreto, de tres personas que, habiendo sido ateas, han descubierto que las explicaciones deísta o teísta son mucho más consistentes que la increyente en la que se habían mantenido hasta entonces y que, incluso, alguno de ellos, había liderado durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX. Aunque los elegidos han sido Anthony Flew, Francis S. Collins y Clive Staples Lewis, bien podrían haber sido otros. En la confrontación autocrítica que mantienen consigo mismos y crítica con sus ex – compañeros ateos se aprecia, más allá de que se puedan aceptar o no sus argumentos, una admirable frescura y libertad de pensamiento que agradezco.
Comparto con ellos que la explicación creyente es mucho más sólida racionalmente que la increyente a partir de las pruebas alcanzadas por la astrofísica, la protobiología y la antropología contemporáneas. Si es cierto que éstas han venido siendo para los ateos, tipificados como “científico-empíricos”, señales inequívocas en apoyo de su cosmovisión increyente, también lo es que son signos o “murmullos” (E. Hillesum) en los que se trasparenta aquello a lo que nos referimos los creyentes cuando decimos Dios. Y también estoy de acuerdo con ellos en que nos hemos adentrado en una época en la que conviene recuperar el debate –para nada, nuevo u original, aunque necesario– sobre la mayor firmeza racional de estas diferenciadas interpretaciones.
Pero, antes de adentrarme en el diálogo, hay algunas consideraciones previas que me parece oportuno resaltar.
La primera, para recordar que todos podemos entrar en este debate ya que la cuestión que se plantea no es de orden científico-empírico, sino explicativo: discernir la mayor o menor fortaleza racional de las distintas interpretaciones a las que dan pie dichas pruebas. Para esto no es necesario ser un especialista en astronomía, en biología o en antropología, sino tener un conocimiento suficiente de los resultados que se van alcanzando y, por supuesto, de las diferentes explicaciones (ateológicas o teológicas) a las que dan pie con el fin de evaluar la mayor o menor fuerza racional de todas y de cada una de ellas. Por eso, el lector se encontrará con expresiones tales como “científico-filósofo” o “cosmólogo-filósofo” y “biólogo-filósofo” e, incluso, “científico-ateo” o “nuevos creyentes”. Con ellas quiero indicar que en este debate también intervienen, aportando sus explicaciones filosóficas, teológicas o ateológicas, muchos astrofísicos, astrónomos, biólogos, protobiólogos, antropólogos, zoólogos o científicos del comportamiento social. Y que la fortaleza de sus respectivas interpretaciones no descansa en el reconocimiento de sus aportaciones científico-empíricas, sino en la mayor o menor consistencia racional que presenten, sean deístas, teístas o ateas. Este es el criterio que, fijando los términos del diálogo, lo abre a todo aquel que, sin ser investigador, esté interesado en el mismo.
La segunda, para estar muy atentos a la riqueza y novedad que presenta entre los nuevos creyentes lo que éstos entienden por Dios. Y con ellos, entre muchos deístas o teístas que vienen abriendo, desde hace años, la idea de Dios a nuevos horizontes. Entiendo que tales aportaciones son perfectamente articulables con otras más tradicionales, sean de orden sacramental, escriturístico o magisterial que, definitivas en su tiempo, requieren ser repensadas y reformuladas en el nuestro. Actualmente no se puede hablar de aquello a lo que nos referimos cuando decimos Dios sin tener presentes estas explicaciones.
La tercera, para aclarar que no abordo la cuestión del agnosticismo con sus legítimas y necesarias diferencias: el metodológico, el ateo y, también, el creyente y teológico. Creo que es una importante cuestión que hay que abordar con mayor detenimiento en el momento en que se trate la explicación que defiende, como argumentadamente incuestionable, la absolutez de la finitud y de nada más que la finitud y la crítica a la que queda sometida tal interpretación, entre otros, por parte de los pensadores a quienes me he atrevido a denominar “agnósticos trágicos” y, a veces, “nihilistas trágicos”.
La cuarta, para constatar, el extrañamiento y marginación del hecho religioso, de las distintas explicaciones, del diálogo interreligioso y de los debates entre ciencia y fe por una parte de la universidad española, a diferencia del espacio institucional que tienen asignado en la cultura anglosajona. Entre nosotros es muy frecuente que, al no ser considerados temas dignos de ser estudiados por sí mismos o de manera interdisciplinar, acaben sometidos al criterio de las filias o fobias que vierte el catedrático o el profesor de turno. Sobran ejemplos sobre algunos de los comentarios formulados al respecto, llamativos, además, por su falta de rigor y solidez racional. Quizá algunas universidades, recelando de la carga confesional que pudiera presentar esta materia, hayan preferido desecharla, a la espera de mejores tiempos que, con frecuencia, suele ser la manera políticamente correcta de decir “nunca”. Pero también es probable que el apartamiento de este saber y de su correspondiente institucionalización académica obedezca, en otras, únicamente a una laicidad excluyente y ciega, dispuesta a renunciar, sin reparo alguno, a lo que es más propio de la “universitas”: la investigación racional en libertad de todo y, en este caso, del hecho religioso en sí y de las diferentes explicaciones o cosmovisiones en las que se visualizan. Dando por normal (y hasta es posible, que como progresista) semejante política, renuncian a investigar un fenómeno que, omnipresente, ha marcado –y sigue marcando, para bien o para mal– la historia de la humanidad.
Hay una quinta consideración que también entiendo necesaria. Hace tiempo que conozco a Manuel Tello, en la actualidad profesor emérito de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) tras haber sido catedrático de Física de Materia Condensada en dicha Universidad. La vida ha permitido encontrarnos en diferentes ocasiones. La última ha sido la lectura de un artículo suyo en El Correo: “Los científicos y Dios” (15 de febrero de 2019) denunciando la ligereza y temeridad de quienes proclaman que “todos los científicos son ateos” y que “Dios no existe”. “Un científico, indicaba Manuel Tello, hace un flaco servicio a la ciencia cuando, en nombre de esa ciencia, realiza afirmaciones falsas o sin rigor”. “Afirmar que no existe, argumentaba, exige una demostración. ¿Conocen alguna demostración sobre la no existencia de Dios”? La lectura de este texto, las muchas conversaciones tenidas al respecto y su trabajo universitario explican que le haya invitado a redactar el prólogo de este libro. E, igualmente que, habiéndolo leído, entienda su modestia, pero también que me vea obligado a indicar –como imprescindible contrapunto– los motivos de dicha invitación; además, por supuesto, de manifestarle mi agradecimiento.
Concluyo resaltando un último punto que, a pesar de no quedar enfatizado con la fuerza requerida a lo largo de esta publicación, es perceptible a medida que se avanza en el debate entre creyentes e increyentes: la sorprendente convergencia de razones a favor de la mayor solidez de la interpretación creyente. Hay algún autor que, incluso, la califica de “abrumadora”.
[NOTA DE ATRIO: Un punto antes “.Carmen” provocó que Atrio no te reconociese y que tu comentario del día 3-10 quedara pendiente… AD]
Supongo que algunas personas les parecerá un pelín radical el decir que o cambia la teología católica o no hay nada que hacer, puesto que es la base de la estructura de la iglesia.
Pero el llamar a dios madre , uf, si eso no es un cambio, que me lo expliquen. Porque es algo brutal. Se remonta a tradiciones prebiblicas. Cuando aquello de un dios y una diosa
A no ser que se trate de otra cosa. De decir que dios no tiene género. Pues a ver qué hacemos con Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre.
Si es que no se puede tocar nada, se cae el castillo. No se puede quitar una carta de un castillo para poner otra. Es que se cae.
Pero vamos, dios no es mi mi padre ni mi madre. Dios es dios. No sé qué es, pero ni como mi padre ni como mi padre, pero vamos, fijo. No con la idea de hoy que se tiene de padre o madre
Puedo entender que Jesús dió un salto en su concepción de dios. Por supuesto. Pero es que ya no se vale. Personalmente no tengo ningún problema en lo que se diga de dios, se que no acertamos ni uno , ni una. Pero dile tú a una persona del siglo XXI que el dios bíblico es como un padre amoroso. O como una madre.
Pero bueno. Estoy absolutamente convencida de que este pensamiento no es compartido. Da igual. La realidad es la que es. A lo mejor dentro de unas cuantas generaciones se empieza a pensar que un cambio en esto de la teología no quiere decir que se quiera acabar con la imagen de Jesús y con la del cristianismo.
O no.
La verdad es que no me preocupa, porque las ideas de Jesús, ahí están. Y fíjense, creo que esto está por encima de la iglesia. Me gusta pensar que su pensamiento me hubiese llegado de cualquier forma.
En fin.
Gracias, Ya me pasó otra vez, me dijiste que algo habría hecho. Y era cierto
Así que esta vez pensé, algo he hecho. Y efectivamente, había puesto un punto no sé cómo. Pero me dio pereza repetirlo y…
Gracias
A pesar que Dios se encuentra por encima de toda definición no por esto estamos en total oscuridad. Su silencio es más que elocuente y nos habla en susurro como el viento que pasa o la hoja que cae aunque a muchas veces se nos presenta estruendosamente dejando poderosas y visibles huellas.
Nuestra frustración es múltiple al no poderlo atrapar y sujetarlo a nuestra voluntad humana y manipularlo a nuestro antojo. Sin embargo su Revelación es compleja y ha continuado a través de los siglos puesto que es inmanente a Su Creación.
Esta limitación nuestra e imposibilidad de definirlo no impide nuestra percepción de Su existencia por medio de la razón y la fe. El problema consiste que cualquier lenguaje que utilicemos para hablar d e Dios no puede reflejar Su suma realidad. Por tanto nuestras palabras solo pueden expresar parcialmente la Realidad Suprems ya que la nuestra es solo un destello de la de DIOS perdida en Su vida infinita y eterna. Solo podemos expresarnos mediátiicamente por medio de imágenes “por similaridad” y “semejanza” a nuestra misma experiencia vital. A pesar de todo Su Misericordia es lo que nos sostiene a nosotros y al Universo entero como fundamento esencial de todo.
Saludos cordiales
Santiiago Hernández
Fíjese, creo que no es cuestión ni de fe ni de lógica. Es cuestión de sentir . De sentimientos debería decir pero esa palabra creo que a veces no expresa lo que quiero decir. Tengo un problema gordo con esto de las palabras.
O tienes el sentimiento profundo de que hay algo , o no lo tienes. Independientemente de lo que digas que crees o no crees. Muchísimas veces las personas no somos sinceras a la hora de expresar lo que sentimos. Creo ,me parece, diría que es una forma de defensa , como los camaleones.
Y para mí, eso que llamamos Dios es un sentimiento. Algo que sientes. O no lo sientes. Quizás por eso cada cultura en sus orígenes le da una forma o formas distintas. Luego vienen las conquistas y las imposiciones de una fe u otra, vuelve a salir nuestra parte camaleónica y aceptamos lo que haya que aceptar a niveles conscientes. En nuestra parte no conscientes queda enterrado ese sentimiento que tenemos. Pero ahí está. Por eso cuando a nivel consciente te haces preguntas, te vuelves loco porque no encuentras respuestas. Y es que enfocamos mal la búsqueda. No es cuestión de fe, no es cuestión de razón. Es otra historia Entonces nos aferramos a lo que de alguna manera nos puede tranquilizar, que efectivamente, es la fe y la razón.
Pero Dios, el mío, por ese camino no se encuentra. Se encuentra mucho más por ese sentimiento que dice Rodrigo, el querer echar una mano al que tienes al lado o meterte en un jaleo de querer mejorar todo, como Óscar Fortín.
Que en realidad es el camino que decía mi Jesús imaginario. No hagas nunca a nadie lo que no te gustaría que te hiciesen a ti.
Idea que se llama la regla de oro, creo, que a su vez ya sonaba por el antiguo Egipto. Y fíjese el jaleo de dioses que tenían ellos.
Porque pienso como el señor del artículo. Dios es una idea, pero no solo una idea, es algo que sientes, un sentimiento, en el mejor sentido de la palabra.
Y ya está.
Y si los teólogos católicos ponen el grito en el cielo, que lo pongan. Pero ese sentimiento profundo no lo van a tocar. Se siente.
Porque me lo demostró mi madre, un poco antes de entrar en ese proceso que la destruyó: si todo lo que dicen los curas es cierto… Porque, querido amigo, contra tu sentimientos profundos, nadie puede hacer nada. Cuando empiezas a perder filtros , salen al exterior, como un manantial .
Buen día.
Claro que en esta vida hay más preguntas que respuestas…Está claro también que es EN lo profundo de nuestro ser donde se encuentra y desarrolla nuestra “vida energético-espiritual”..,y no en la superficie donde domina el YO…Por eso, es cierto que existe una decisión profunda en nuestra opción fundamental por la que usualmente transitamos por esta vida, que implica esa esperanza cierta…esa, a veces, iluminación de que nos encontramos en el camino hacia lo que nos da paz porque es algo que se me presenta como totalmente cierto..Aquí entra todo el ser, en toda su complejidad, en el querer, en la razón y en la fe, puesto que solo descansamos cuando encontramos la estabilidad que no está sujeta a los vaivenes de la mentira y de la deshonestidad..
Si estamos “en el camino” nos sentimos bien..nos da seguridad…la máxima que podamos en esta vida..que no es todavía “visión” sino una “penumbra” temporal..que anticipa la claridad…
Me gusta mucho lo de D Miguel de Unamuno aunque no he podido leerlo extensamente. Entiendo lo que dice de su autor favorito Hug Thomas. Cuando uno estudia y asimila profundamente a un autor, lo que escriben los demás generalmente no pueden expresar a cabalidad lo que nosotros “sabemos” al desglosar su mensaje exacto. Eso me pasa a mi cuando me entusiasmo con mis autores o autoras porque me parece que soy yo “el único” que los conoce.
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Supongo que conocerá a Unamuno. Ahora se habla mucho de él y sus ideas políticas. Amenabar ha hecho una película sobre él. Protagonizò una anécdota junto a Millán Astray, fundador de la llamada legión española y la mujer de Franco, absolutamente preciosa. La leí en un libro de Hug Thomas a principios de los ochenta, en un libro sobre la guerra civil española. Lo recuerdo perfectamente, estaba al principio del segundo de los dos tomos.
Pero la gente no entiende sus vaivenes políticos, porque no ha leído casi nada suyo. Es un autor que me encanta. Lo encuentro fascinante, porque está lleeeeeeno de dudas. Pasa por ser uno de los grandes intelectuales españoles y para mí, desde luego lo es. Lo suyo es una continua búsqueda. Bueno, tenía un jaleo con Dios, impresionante. Una cabeza superclara y una preparación alucinante. Y no encontró respuestas. Era un hombre , dicen, difícil de carácter, pero honesto consigo mismo a la hora de escribir. Por eso era tan contradictorio. Porque no hay respuesta claras. Para mí es un hombre espectacular. Soberbio y a la vez lleno de dudas. Fascinante.
Ya le digo, ahora se habla mucho de él, desde el punto de vista político, pero en el religioso es una persona fantástica.
Y en todo. En qué es la existencia, para qué vale la educación o es inútil.
En todo.
Bueno, pues eso es lo que le quiero decir. No hay respuestas. Y me tranquiliza saber que estoy en la línea de personas como él , que no paran de hacerse preguntas. Y las respuestas de las otras personas no me sirven.
Y ya me callo.
Es que cuando oigo a personas hablar de esta película , creo que no pueden entender bien, porque porque la anécdota que protagonizó tan maravillosa, está en absoluta consonancia con su manera de ser. No es sólo cuestión política, que va
Ssssssshhhhhh.
Ya me callo
Buen día.
Bravo OSCAR VALERA ¡¡¡. No es tan trivial apear al Dios-Padre . Es una carga de profundidad contra esa concepción donde su base parece eterna e indestructible, y es EL PATRIARCADO. Pues esa es la lucha que a mi me parece fundamental, para superar esta concepción del mundo, que ha impedido radicalmente (desde las raices del ser humano) el acceso de la MADRE , la mujer, al status que le corresponde. Y la iglesia es la representación más poderosa de esa concepción, que se ha instaurado en nuestras conciencias sibilinamente, de tal modo, que ha sido capaz de SUBLIMAR a la madre de Jesús, como compensación de los valores que se le quitó al resto de las mujeres para esquivar los Derechos que sin discusión les pertenecen.
Las Instituciones no son neutrales. Como no lo es el lenguaje con que se expresan, porque a su vez alumbran una ideología correspondiente, para llevar a una práctica consecuente. Así vemos como todo eso se revierte en la organización de los actos que realizan, que se convierten en derechos-fuerza-poder. PATRIARCADO. Ya Freud nos dice en la horda humana, como el MACHO monopoliza el acceso al harem. Eso es poder. Y la rebelión contra él origina su muerte.
De acuerdo contigo, Giordano. La sociedad se ha configurado a imagen y semejanza de un dios-masculino todopoderoso. La mujer “he aquí la esclava del señor”
Leo:
-“La sociedad se ha configurado a imagen y semejanza de un dios-masculino todopoderoso.”-
Pregunto:
¿No es a la inversa?:
-“Un dios-masculino todopoderoso se ha configurado a imagen y semejanza de la sociedad”-
Pensemos un poquito!
Oscar, no sé qué primero, si el huevo o la gallina.
Hola ana!
Para mí está claro:
Dios (la Religión) es una CONSTRUCCIÓN
del HUMANO
ante la IN-SEGURIDAD
(porque SU Vida le es AZAROSA).
…………….
Luego siguió haciendo otros “CONSTRUCTOS”:
Filosofías, Teologías, Ciencias, T
Óscar. A veces coincido completamente con lo que dices. Esta es una de ellas.
Ayer escribí un comentario, pero como soy un desaaasstre, había modificado sin darme cuenta algo de mi correo y , claro, no se reconoció como mío, sino como el primero y pendiente de aprobación. Me da pereza repetirlo, pero venía a decir que para mí, dios ni hombre ni mujer. Dios es dios.
Y también decía que como esta idea de Dios madre se acepte, a ver cómo se explica que Jesús es verdadero dios y verdadero hombre. Ser perfecto de la creación.
No se puede tocar absolutamente nada o todo se derrumbará como un castillo de naipes.
Ese es el problema de la iglesia.
(…) Convendría hacer una aclaración dada la base en que se apoya un párrafo en el escrito de J.M. Castillo en el que dice, hablando del Dios trascendente de Tomás de Aquino, que “está sobre todo cuanto podemos decir o entender”.
A ello me he referido en multitud de ocasiones cuando he distinguido entre lo trascendente y la trascendencia. Lo primero es a lo que se refiere Tomás de Aquino en donde el ente (contenido del entendimiento, razón pura, para entendernos) adquiere carácter de ultra, y por esto al estar más allá es algo inaccesible al conocimiento. El escrito de Castillo lo expresa así “el cerebro humano no puede pensar nada más que “objetivando” y por tanto “cosificando” lo que piensa. Es decir, sigue Castillo, lo que “pensamos” es una realidad que “objetivamos” en nuestra mente. Aquí es donde quería llegar en la aclaración que me refería al principio porque no se vaya a confundir “cosismo” “ con cosa real” pensamos cosas ciertamente pero inteligimos realidades, con lo cual el objeto del pensar no es una objetivación ya cerrada sino un objetivo, algo abierto a una reflexión posterior que es a lo que nos empuja la cosa en cuanto real …bien es lo que quería aclarar sobre todo para no confundir el cosismo tan de moda con cosa real.
Siguiendo un poco mi anterior comentario me detendré en donde, con sentido crítico José M. Castillo le dice a R. Aslan “Dios no puede ser un objeto mental elaborado por nosotros” Bien, de ahí pienso que por esa negatividad ya de entrada, Castillo, en otro párrafo se vea en la necesidad de introducir un elemento nuevo pues dice que lo que pensamos es una realidad que objetivamos en nuestra mente.
Hay así, pues, un reconocimiento, de que lo pensado tiene un contenido real que le compete a la realidad de la cosa pensada, o a la cosa en la que estamos pensando. Aquí entra en acción aquella diferencia que hay que establecer entre cosa real y ente, o idea (pues ente, mientras no tenga existencia propia no es más que una idea) entonces, siguiendo al propio Castillo, esta “realidad” la que menciono como elemento nuevo (la que Hurssel, pone entre paréntesis, si acaso ya lo explicaría) dice, la objetivamos en nuestra mente, cierto, pero se trata de una objetivación sin efecto alguno, es decir, sin efecto producido todavía y por tanto no es una objetivación cerrada en sí misma sino un objetivo que en tanto objetivo es algo abierto, algo en proyecto, en definitiva algo utópico abierto a su realización… y aquí se cierra el círculo!
Voy a ver si hoy puedo entretenerme un poco más en la versión/ sustitución de Dios como idea, por fundamentación o realidad última que ya dejé iniciada el otro día.
Para empezar, bien que se le pudiera otorgar a esta nueva referencia de realidad última, el significado que para ámbitos distintos le damos a la expresión latina “Ultima ratio” cuya interpretación abarca, como se sabe, distintos ámbitos según sea la realidad que se estructura en ellos, social, política, cultural etc.,
Cuando argumentamos vamos esbozando, mediante el órgano de la razón, un contenido que estructuradamente va quedando inscrito en ella sin ser de ella, pues la razón última de aquello que esbozamos no es nuestra, ciertamente que está en nosotros pero no es nuestra sino de la realidad de la cosa ( social, política, cultural etc.,) que buscamos mediante el esbozo correspondiente. De ahí que se diga que la razón es búsqueda.
Por esto, por la estructura misma que se va configurando en nuestra razón orgánica y por tanto sensible, hay que contar no sólo con un contenido sino con una formalidad que precisamente por serlo se nos manifiesta abierta (indeterminismo) ..bien lo dejo aquí, si suscitase interés ya seguiría.
Si nos referimos al dios bíblico, de madre no tiene nada, porque cuando se escribieron esos libros la mujer era una posesión y además, alucinante.
Si nos referimos al dios de Jesús, pues es que lo llama padre todo el tiempo y creo que la palabra madre no sale de su boca, creo recordar que la llama mujer.
Y si nos referimos a ahora. Pues ni padre ni madre. Dios es dios. No entiendo la polémica. Pero creo que voy por otro lado.
De todas maneras, creo, creo, me parece que en la actualidad los papeles de padre y madre están empezando a fusionarse, como a desdibujarse los límites, porque sus papeles en la sociedad están empezando a parecerse.
De todas maneras, un toque de madre , de las de siempre, al dios bíblico no le hubiera venido nada mal.
Hasta hace muy poco, la ciencia establecía que la luz no podía ser onda y partícula y sin embargo, hoy ha admitido que es onda y partícula a la vez.¿No nos estaremos enredando con palabras y Dios realmente es como la luz las dos realidades Padre y Madre a la vez?.No es una realidad la luz, esa que nos ilumina, independientemente que sea onda y partícula a la vez?. ¿Por qué no admitir que en Dios la realidad nuestra que se nos presenta dividida en El es ÚNICA?. Porque admitir que la función de PADRE Y MADRE tienen que ser separados?.Porque (ahí está la clave) la mujer desempeña en la realidad terrestre algo que no se puede admitir: Una imposibilidad histórica, temporal, que aplicamos a la realidad divina, que es intemporal.¡¡¡ Y eso que admitimos que a Dios nadie le ha visto!!!Como decía Nietzche : la iglesia se traga contradicciones como si fueran piedras.¡¡¡
Claro, establecido esto, el derrumbe de todo el edificio teológico se viene abajo estrepitosamente.(Ver Portada del Libro de Juan Luis Herrero del Pozo, RELIGIÓN SIN MAGIA.).Un abrazo Ana con aires zamoranos.
Como dice el autor Jesús Martínez Gordo junto con el profesor vasco Manuel Tello hay mas argumentos a favor de la existencia de Dios que lo contrario partiendo de la base que la ciencia no puede probar “la no existencia de Dios”…Se puede argüir sin duda que “solo creo lo que veo” y sin embargo hay muchas cosas que no vemos y creemos en su existencia…El conocimiento humano no es simplemente “de visu” sino que implica sentidos que van mas allá de lo concretamente biológico ya que no solamente logramos deducir sino que tenemos un “sexto sentido” en grado de menor a mayor para captar la realidad de las cosas visibles e invisibles…ya que nuestra más íntima vida permanece oculta en nuestro interior…No solamente nos sujetamos a la especulación sino que conocemos empíricamente y a través de la experimentación…Por eso el conocimiento implica a “toda la persona” en la unidad hipostática de cuerpo-espíritu capaz del conocimiento trascendente, cosa imposible a los seres “no racionales”..
Aunque no le compete a la ciencia probar el conocimiento de Dios, sin embargo, en los últimos siglos ella nos acerca cada vez mas a la evidencia de un Creador que ha dejado las huellas de una inteligencia “en acción” en el Universo…Por eso el autor cita al avance moderno de la astrofísica, de la protobiología, cosmología, y antropología que en vez establecer la casualidad, el caos y el azar como la norma del Cosmos, citan que el Cosmos y la vida en el es el producto de un plan algorítmico perfectamente programado y sumamente inteligente en que las constantes vitales están extraordinariamente afinadas para producir y sostener el Cosmos…Por tanto, la ciencia, sin su capacidad probatoria, nos acerca al verdadero origen del Universo…
Por otro lado, la naturaleza divina escapa de toda manipulación humana…En su intimidad no podemos percibir a Dios…como tampoco en su inmensidad…Racionalmente podemos acercarnos suficientemente para no descartarlo…No podríamos nosotros, los humanos, formular el concepto de Dios si no fuera cierto, puesto que la idea de un ser divino trasciende totalmente nuestra biología natural. Si buscamos a Dios es porque existe ya que nadie busca lo que no es. Cuando negamos Su existencia es porque debe existir afirmativamente ya que nadie niega la que no existe.
A pesar de las huellas divinas que existen dentro y fuera de nosotros, y que queremos rechazar apriorísticamente, San Pablo nos dice que lo invisible se hizo visible en Jesús de Nazaret. El es la LUZ que ha venido a iluminar nuestra razón oscurecida por el mal…ES esta luz de la FE la que nos brinda El para poder llegar hasta el Padre, razón de todo lo que existe…”En el vivimos y nos movemos…y por El todo se ha hecho”…
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Cuando sale a la palestra Dios, no me puedo quedar indiferente: ¿Por qué no Diosa?. Y, queramos o no reconocerlo,en esa imaginaria identidad (nadie lo ha visto), el peso del varón hace que se incline hacia su propia identidad.Pero no solo es eso.Hay más. Detrás está la aparición del lenguaje: Y en su más sencilla expresión, nos delimita, entre un YO y un TU, que es reversible, vale tanto uno como el otro, porque todos comprendemos que depende del que habla, suponiendo que los dos, O LAS DOS, sean hombres o mujeres. Y en ese momento advertimos que ya, el lenguaje ha marcado unas diferencias, EL o LA. Pero ya ahí se marcan unas diferencias que van a influir-¡¡¡Y DE QUÉ MODO-como vemos.si un TERCERO y fuera de las realidades del , yo y tu,o el o la, convenimos que está por encima de esas dos realidades.Y además le atribuimos lo de Creador, o Dios, y no Creadora o Diosa…. Hay muchas cosmogonías en el planeta tierra. Tantas quizá como culturas, a lo largo de los tiempos. Pero al paso de esa temporalidad, SE HA IMPUESTO POR LA FUERZA DEL PREDOMINIO VIOLENTO DE NUESTRA CULTURA, LLAMADA OCCIDENTAL, UN CRISTIANISMO, que HA CAMUFLADO SU IMPOSICIÓN VIOLENTA, que la mayor parte de la Humanidad, dice “la verdad”, no, su verdad.
Luego vino Jesús de Nazaret, que, después del elaborado nacimiento en Belén, cierto es, que para que se cumplieran las Escrituras, pasó a ser uno más en Nazaret, y hasta su propia familia tomó por enajenado, saliendo por pies de su pueblo cuando al cabo de 30 años, pretendió hablar como profeta, recomendó orar con la fórmula de “Padre nuestro, que estás en los cielos, y no, Madre nuestra que estas en los cielos…..
Giordano (Antonio), ya sabes lo que dice Mary Daly y que tantas veces he repetido aquí, en atrio,: “Si Dios es hombre, el hombre es Dios”.
Todos los dioses son masculinos, con excepción los politeísmos antiguos en el que había diosas, siempre relacionadas con la procreación o el amor, nunca, que yo recuerde, con el poder. Las tres religiones monoteístas son masculinas en su dios, en sus fundadores y en sus representantes. Así que, la voluntad de Dios, es la que los hombres, varones, nos dicen que es. Los sacerdotes, la moral, la teología oficial, el Derecho canónico, los ritos, etc. etc., es cosa de hombres.
Esto traspasado a la sociedad, pues ya lo estamos viendo: maltrato, humillaciones, desprecio, palizas, violaciones, abusos de toda índole, coacciones o asesinato de la mujeres porque son propiedad de “sus” amos-dueños-hombres.
En fin, que tienes razón.
DIOS (masculino)
DIOSA (femenino)
Ok!
Un jueguito válido
DENTRO DE LA BURBUJA religiosa.
El problema de utilizar el masculino en los dioses, es que eso se haga “dogma” en la sociedad, como ha sido a lo largo de toda la historia, dioses omnipotentes y todopoderosos a la hora de conducir la humanidad, con ausencia total de la mujer en esta tarea de construir historia.
Y con todos mis respetos a la filosofía que creo que es una disciplina que hace pensar un montonazo , y a la teología , que no entiendo cuál es su finalidad, porque si es el conocimiento de dios o el estudio de dios, o sea, me parece un disparate por definición, pues con todos mis respetos, creo que las dos junticas han desvirtuado una idea que ya de por sí es muy muy compleja.
Porque claro, antes la filosofía y la teología iban de la mano. Y lo que no logro entender es como todavía se siga citando a determinados autores como si hubiesen logrado el conocimiento de dios. Me parece alucinante. Porque seguramente con la idea que se tenía hasta el siglo XV del universo, puedo entenderlos con un poco de esfuerzo. Pero que después de Giordano Bruno y Galileo Galilei se sigan manteniendo determinadas posturas es preocupante. Eso sí me ruboriza.
A mi me gustò mucho lo que dijo el Papa cometando lo de quièn no ama al hermano al que ve como va amar a Dios al que no ve.Descontextualizado y sacado de una reseña de la red:Ama lo que ves,lo que puedes tocar,lo que es real,y no las fantasías que no ves…Esto que sigue es cosecha mía:no serà Dios una fantasía? Con lo cual la frase es casi atea….Creo que la idea de Dios vista desde aquella frase,aùn en una lectura atea,es funcional:1.Ama lo real:bueno para la salud mental.2.Ama lo real:no creas en el cuento chino de las falsas promesas del capitalismo,incluso del desarrollismo ecocida.3.Ama lo real:y denuncia las fantasías que nos venden de las cosas que sabemos que no son reales…4.Ama lo real: lo que exige conocer lo que es lo real ,lo que no es tarea fàcil…5.Ama lo real: que cosa màs real que el pròjimo,los animales,la naturaleza….6.Ama lo real:es difícil despojarse de las propias fantasías…En fin,yo creo que Dios es una idea funcional,claro bien entendida…Mal entendida,un desastre…Y claro otra afirmaciòn es hablar de Jesùs como Dios.Jesùs era jodido el tio…
Cuando digo “jodido” de Jesús quiero decir que es deslumbrante,tan deslumbrante que hasta quema…
Madurez humana última y siempre en dinamismo, que traspasa las seguridades adquiridas y heredadas desvaneciéndose su encanto o engaño. Allí mismo solo quedan los pilares que sostienen al ser que somos en la vida y desde la consciencia desnuda.
No hay nada que decir ni argumentar sobre el tema constructo que nubló nuestro modo de ver y conocer. Sí, lo que se experimenta y vive en lo más íntimo y hondo de cada ser humano, independientemente de creencias o no sujetos a ellas. El más hondo sentir que da sentido al no sentido de lo anteriormente buscado y/o inculcado en lo no nuestro.
Nada ajeno al vivir junto a los otros y desde la piel del otro.
Gracias, Oscar. Un abrazo.
Yo he dejado de decir Dios
gracias a haber pasado por
1- la “Teología” y
2- las “Ultimidades”
(quién soy, de donde vengo, a dónde voy).
……………….
Pienso que en las “ULTIMIDADES”
uno se puede “quedar”
no lograr pasar atravesándolas;
se queda uno, entonces,
en la SUPER-VIVENCIA o SUPERSTICIÓN
Una especie de “REGRESIÓN religiosa”
Una “REGRESION”? pudiera ser, cómo no!! Pero de ello no se desprende que sea la única conclusión … bien podría suceder que en esta deconstrucción se nos abriera una situación de “REENCUENTRO” y con ello la posibilidad de dejar las cosas en su sitio.
También como tú yo dejé hace mucho tiempo de decir o de nombrar la palabra Dios y hasta me ruborizo cuantas veces la oigo decir y además con tanta frivolidad añadida, sin embargo de esta realidad última, no veo porque no se pueda hablar, si no, a que venía entonces el escrito que nos remitiste ayer?
Por eso lo llamo It
Soy Itista. No sé qué significa exactamente, por eso me gusta la palabra. Tampoco sé lo que es dios o Dios.
No me ruborizo en absoluto cuando digo la palabra Dios, o dios. No tengo otra.
Por eso me gustó el artículo de este señor. Un sustantivo en castellano intenta representar la idea de algo. Por ejemplo: si decimos gato todo aquel que lo oye o lo lee entiende a qué nos referimos. Una vez oí en clase decir a un profesor estupendo que me hacía pensar a toda pastilla, que el lenguaje había supuesto un paso del pensamiento concreto al abstracto. Y que el lenguaje escrito había influido muchisimo en ese salto de pensamiento. No sé si es cierto, pero sí sé que cuando decimos el sustantivo dios, no pensamos todos lo mismo.
A lo mejor el diccionario de la RAE un día nos sorprende.
Pero de momento no tengo otra que hablar de dios, o Dios.
Y me gusta el tema. No me preocupa en absoluto, pero me gusta.
Además, estoy superconvencidisima que si evolucionåsemos en ese idea, traería consigo una evolución de la humanidad.
Pero seguimos en la edad media.
Pues bueno.
“principio” y “ultimidad” No dirán ambas palabras lo mismo?
Podría ser pero la noción de abstracto que tiene el principio no la tiene la de ultimidad, pues a ésta no se llega por idea alguna sino por experiencia, era lo que me reservaba desarrollar más adelante como dije esta mañana pero se ha preferido coger la directa mediante un atajo.
Ya me va bien la vía corta pues me encuentro algo cansada y ello me permitirá, antes de irme a dormir, hacer una simplificación del sentido que para mí tiene el término ultimidad o realidad última que por extraño que parezca no tiene nada que ver con las “ultimidades” quién soy, de donde vengo, a dónde voy, no, nada de eso, no tiene nada que ver con la subjetividad de cada cual, se trata más bien de experiencia, de prueba, de algo que se vive, en fin de una constatación real.
Cogiendo el atajo, pues, y obviando toda explicación voy a poner un ejemplo, algo que me sucedió el otro día.
No siempre, pero muchas veces paso por periodos largos en los que la casa fuera de mí está vacía y silenciosa, sin embargo mi tiempo está lleno de quehaceres y ocupaciones, lectura, pintura, jardinería, apaños que la casa me pide, etc,etc, y todo ello proporcionándome algún que otro momento de felicidad, de auténticos momentos felices. Siempre, por eso, a media tarde me siento un rato al sillón, pongo la tele y, qué sorpresa el otro día cuando en una entrañable entrevista en la serie de preguntas que le hacían a una persona ésta decía que lo que más deseaba es poder compartir cuando se siente feliz esos momentos y no dejar que se pierdan sólo en él. Qué coincidencia pensé desear compartir no ya la felicidad en sí sino los momentos presentes en los que la persona se siente no sólo feliz sino que lo es. Esta es la razón por la cual la felicidad, pienso, puede realmente compartirse aunque sea sólo por deseo … un fenómeno que no tiene nada que ver con lo restringido y lo subjetivo de aquellas preguntas. Buenas noches.
Hola!
– “Qué decimos cuando decimos Dios”-
Ok!
Ahora pregunto:
¿Y cuando ya hemos dejado de decir Dios?
Respondo:
Cuando ya hemos dejado de decir Dios,
es que el momento socio-histórico en que estamos
nos conmina a decir:
¡Vamos todavía, vive tu vida con TODOS-TODAS y TODO!
Vale! esto es una respuesta que yo misma no tendría inconveniente en subscribir pero dado su simplismo en manera alguna responde al opúsculo que ayer nos compartiste
¡¡¡Genial, comparto esa mirada!!!
pili
Hola, Oscar, ¿cómo estás?
Realmente haces preguntas difíciles de contestar. Gracias por la respuesta que tú mismo has dado.
Aguirre, en otro hilo, pone en boca de Francisco de Asís lo siguiente: “el Todo Otro y no-Otro, me fundí en la Conciencia Universal o en el Alma de toda vida,”
Yo creo que ha habido una especie de consenso universal de poner el nombre Dios a lo innombrable, a lo inalcanzable, a lo trascendente. El problema ha venido después, cuando las religiones han ido marcando un perfil personalizando el término Dios, antropomorfizándolo o proyectando sobre él nuestros mejores deseos, así como creando una relación de sometimiento a voluntad de Dios sin saber lo que es. Son imágenes producidas por nuestra mente, pues, como se dice el NT, a Dios nadie lo ha visto.
A partir de aquí, cada ser humano que quiera saber algo de Dios, tendrá que buscar el camino hacia el BIEN, y, si eres seguid@r de Jesús, puedes tener una buena pista de encontrar sentido a la vida tuya y de l@s demás.
Cuando estudiaba matemáticas, me encantaba la parte de la estructura de los conjuntos de los números. Es una pura abstracción pero que sigue unas leyes que elaboran los mismos matemáticos. Es precioso.
Me llamaba mucho la atención que se empezase por el conjunto de los números enteros, el de los positivos, los negativos y el cero. Y de ahí, pues pasábamos a los demás. Precioso. Y los naturales? Preguntaba.
Pues el problema es que los naturales son los primeros, el origen, por decirlo de alguna manera. Y no vean para definir el uno. La unidad. Superdificil . En cuanto al cero eso era delirante. No llegué a saber exactamente quien o qué cultura lo definió . Porque utilizarlo si, pero definir…por lo visto , creo recordar que todavía no hay acuerdo. Pero de esto hace ya muchos, muchos años.
Pues si. El origen. Ay, el origen… Quien sabe? Desde luego personalmente me pierdo. Otros lo tienen clarísimo. Pero prefiero las preguntas a las respuestas. Por lo visto es esa mente de niña que no hay manera de desprenderme de ella.
Y por qué no podré?
QUÉ ES UN PRINCIPIO
Por su noción abstracta, «principio» es aquello que en un orden dado se halla antes que otro.
Si A se halla antes que B, decimos que B sigue a A y que A antecede o precede a B.
En el orden lineal finito habrá un elemento que no tiene precedente o principio.
De ese elemento son todos los demás consecuentes.
Será, pues, principio en sentido radical o absoluto dentro del orden, será primer principio.
Los elementos que preceden a los que les siguen, pero que a su vez son precedidos por otros, pueden ser llamados «principios relativos» dentro del orden.
Al pronto se juzgará que solo el «principio absoluto» es, en rigor, principio. Pero adviértase que la noción abstracta de principio rechaza esa suposición, puesto que su nota es «hallarse antes que otro».
Lo constitutivo del principio es, pues, que le siga algo, y no que no le preceda nada. De este modo la noción de principio vale lo mismo para el absoluto que para el relativo, y vale además para órdenes que no son de tipo rectilíneo finito; por ejemplo: para un orden rectilíneo infinito en el cual no hay primer elemento, o para un orden circular en cada elemento es también antes que otro, pero es indiferentemente primero, intermedio y último.
Principio lógico:
De la noción abstracta avancemos hacia una de sus formas concretas. Veamos, por ejemplo, qué significa «principio» en el orden tradicionalmente llamado «lógico». En el sentido tradicional, el orden lógico está constituido por una multiplicidad de proposiciones verdaderas y falsas. Para simplificar, dejemos estas últimas y quedémonos solo con las verdaderas. Forman las proposiciones verdaderas un conjunto ordenado. El orden radica en el carácter de verdad que las proposiciones exhiben. En vista de él quedan ordenadas de modo que la una sigue a la otra, solo que aquí el «seguir» se concreta un poco más: es seguir la verdad de la una a la verdad de la otra. Aquélla es el principio de la verdad de esta, y esta es la consecuencia de aquella. Nuestro idioma, muy refinadamente, reflexiva en este caso el «seguir», y dice que una proposición —es decir, su verdad— se sigue de la otra. De este modo, en regreso, llegamos a una altura en que aparecen no una, sino varias proposiciones que no se siguen las unas de las otras, ni se siguen tampoco de ninguna antecedente de ellas, que son, pues, entre sí independientes y no tienen precedente o principio. Son ellas principios de todas las demás. Son, pues, principios absolutos. Son el principio de identidad y el principio de contradicción. Algunos añaden el principio del tercio excluso, hoy expuesto en grave cuestión por los trabajos de Brouwer.
Ahora bien; de lo dicho brota espontáneamente la cuestión de por qué el orden tiene un último elemento, por qué termina. La cosa es clara. Como cada proposición verdadera recibe su carácter de verdad de la anterior, y así sucesivamente, de no haber un término quedaría la serie toda vacía de verdad. Hace falta que haya un comienzo y que en él esté ya todo el carácter «verdad» que va a fluir y llenar toda la serie, que va a «hacer» verdaderas todas las demás proposiciones. Esto es, al menos, lo que tradicionalmente se opinaba respecto al orden lógico.
En vista de lo dicho aparece el orden lógico constituido por parejas de proposiciones, una de las cuales es principio de la otra, que es su consecuencia. Cada proposición de cada pareja forma a su vez pareja con otra de la que se consecuencia o de la que es principio. Toda proposición lógica —salvo las primeras— es a la vez principio y consecuencia. Esto da al corpus lógico su perfecta continuidad. No hay en él salto o hiatus. Cuando decimos que una proposición es principio de otra, podríamos variar la expresión, sin que ello variase la noción, diciendo que la una es fundamento de la verdad de la otra, y que esta está fundada en aquella. También podemos decir, en lugar de «principio» o de «fundamento», razón. El principio de la verdad de la proposición B es la razón A. El orden lógico está articulado en el «juego» de razón y consecuencia.
En fin, también podemos decir, en vez de la «razón», la «prueba» de una proposición.
Esta acumulación de sinónimos no es superflua, porque en rigor su sinonimia es solo parcial, y cada uno de estos vocablos significa un lado o aspecto diferente de la misma cosa. En ciertos casos obtendremos mayor claridad usando uno que otro.
Dos sentidos de “ser verdad”
Ahora bien; la simple inspección del orden lógico en su totalidad descubre que en él el carácter denominado «verdad» tiene un doble valor, y por lo mismo se hace equívoco. Dentro del «corpas» lógico, toda proposición es verdadera, porque tiene su «razón» o su «prueba», la cual es otra proposición. De modo que «ser verdad», «ser consecuencia» y «ser probado» son lo mismo. Pero en el extremo de la serie nos encontramos con proposiciones —los «primeros principios»— que no son a su vez «consecuencias», que no son «probados», que no tienen «razón». ¿Qué significa esto? Sin duda, una de estas dos cosas: o que son verdad en un sentido distinto del hasta ahora fijado, o que no son verdad. Si lo primero, tendremos que los «principios» del orden lógico son proposiciones verdaderas, con una verdad que no es «razón» ni «prueba» —que no tienen «fundamento», que no son, por tanto, razonadas ni razonables. Esta nueva forma de «ser verdad» suele expresarse diciendo que son «verdades por sí mismas», esto es, no por una «razón»; que son evidentes.
Y ya tenemos dos sentidos del término «verdad» totalmente extraños uno a otro: verdad como razón y verdad como evidencia. En vez de evidencia se ha solido hablar de «intuición» (Así, Descartes).
Conviene añadir que, aunque parezca mentira, habiéndose hecho depender todo el saber humano de la evidencia, nadie, hasta Husserl (1901), se había ocupado en serio de dar a ese vocablo un sentido controlable. No nos importa en este momento el asunto. Más importa alertarnos ante la grave situación que representa existir dos clases contrapuestas de «verdad»: una, razonada, probada, fundada, y otra irrazonada e irrazonable, espontánea y a boca de jarro. Pero tampoco esto es ahora urgente. Lo es, en cambio, hacer notar que esta doctrina de los «primeros principios» como «verdades per se notae o evidentes», implica la convicción —que es la tradicional— de que los primeros principios tienen que ser de suyo, y sin más, verdad, porque se considera que son ellos quienes tienen que transmitir o insuflar verdad en toda la serie de sus consecuencias. ¿De dónde, si no, podían estas extraer ese don que las hace verdaderas?
……………………….
QUE LOS «PRIMEROS PRINCIPIOS» NO SEAN VERDAD.
Ahora debemos enfrentarnos con la segunda posibilidad: que los «primeros principios» no sean verdad. Esto no implica, claro está, que sean falsos; dice tan solo que son indiferentes a su propia verdad; que no pueden ser falsos, pero que no necesitan ser por sí verdaderos. ¿Qué pueden ser entonces? Téngase bien presente cuál es la ley constitutiva del orden lógico, coincidente en esto con un «buen orden» cualquiera: en él, todo elemento sigue a otro, se sigue de otro. Esta es toda su sustancia. En él algo es principio, porque de él se sigue otro algo. No es, pues, la sustancia del principio que no le preceda otro algo, sino, repito, que algo le siga. En este caso, lo decisivo en un «principio» es que tenga consecuencias —no lo que él sea por sí—. Por tanto, que él sea rayón de otra cosa, que con él se pueda probar otra proposición. En este sentido, lo que constituye a un principio no es su verdad propia, sino la que él produce; no es su condición inmanente, «egoísta», de ser por sí verdadero, sino su virtud transitiva, «altruista», de verificar otras proposiciones, de suscitar en ellas el carácter de «verdad». Esta condición es la que antes llamábamos «principio relativo» y que es común a todas las proposiciones aunque no hubiera primeros principios. La cosa no tiene nada de extravagante. En la serie de causas y efectos, que es una proyección sobre el orden real del orden lógico, no hay una primera causa, y sin embargo, cada efecto encuentra en un hecho antecedente su razón.
En esta doctrina cabe, pues, que los primeros principios no necesiten ser verdaderos, sino simplemente «admisiones», supuestos libres que se adoptan, no por interés alguno hacia ellos, sino para «sacar» de ellos consecuencias, para que sean rascón de lo que sigue, para probar todo un mundo de proposiciones que de ellos se pueden deducir o derivar.
Es oportuno dejar ahora la cuestión indecisa, para mantener frente a frente, con brío parejo, los dos sentidos del principio lógico que proceden de la ley articulatoria en que consiste el orden lógico, a saber: la pareja «razón y consecuencia», «fundamento y fundado» —en suma, principio y prueba—. Esta articulación, este nexo, permite que se cargue el acento más en uno o en otro término; o dicho en expresión desarrapada: lo importante es «probar»; o bien, lo importante es que el principio sea verdadero.
Con esta somera y elemental preparación podemos volver al enigma que nos era la actitud de Leibniz ante los principios, si bien nuestro volver tiene que tomar el aspecto de un amplísimo rodeo.
Hola Oscar! Que tal? Gracias por ese escrito de enorme fecundidad reflexiva que no por eso quiera decir que esté de acuerdo con él. La vía que nos ofrece transita por ese camino que como principio parte de la lógica tradicional dualmente concebida dentro de la cual todavía se movía Leibinz, que luego más tarde Kant vio la necesidad de restablecer una conceptuación unitaria del conocimiento que, repito, hasta entonces éste venía siendo separado entre el mundo sensible y el mundo inteligible tal como lo llamaba Leibniz.
Sí pero cómo restableció Kant esa unidad? Desde la perspectiva neurocientífica actual muy insuficientemente: en la línea de la objetualidad convirtiendo aquel principio en Objeto y por tanto objeto de una construcción sensible a la inteligencia, es decir, de un movimiento reduccionista. Un movimiento que reduce lo inteligible a lo sensible (El término de la inteligencia es la realidad ¿por qué conformarse con menos?) es lo que se ha venido en llamar sensibilización de la inteligencia o lo que es lo mismo inteligencia emocional que es la que está de moda y de la cual también sospecho.
Entre aquella sensibilización de hecho imposible y la inteligencia emocional a mediado el racionalismo como mal remedio de imposición.
Pienso que ninguno de estos planteamientos tocan el meollo de la cuestión… si acaso para no alargarme más adelante expondré mi humilde opinión al respecto.
Abrazos!
Hola!
– “No se trata de beatería ninguna; no se trata ni siquiera de religión.
Sin que ello implique escatimar respeto alguno a las religiones, es oportuno rebelarse contra el acaparamiento de Dios que suelen ejercer.
El hecho, por otra parte, no es extraño; al abandonar las demás actividades de la cultura el tema de lo divino, sólo la religión continúa tratándolo, y todos llegan a olvidar que Dios es también un asunto profano.
La religión consiste en un repertorio de actos específicos que el ser humano dirige a la realidad superior; fe, amor, plegaria, culto.
Pero esa realidad divina tiene otra vertiente, en la cual se prenden otros actos mentales perfectamente ajenos a la religiosidad.
En ese sentido cabe decir que hay un Dios laico, y este Dios, o flanco de Dios, es lo que ahora está a la vista.”-
(…) Esta dirección proyectiva ascendente de la talidad a la realidad constituye no lo trascendente sino la trascenden – talidad misma de las cosas cuya trascendencia aparece cuando nos hacemos una idea teísta del poder de lo real entrañado en ellas.
Los ateos, claro está, viven esa misma experiencia del poder de lo real pero sin otorgarle ese carácter de ultimidad o de fundamentación.
Con todo, creo que Aslan defiende el panteísmo por eso se pregunta —Si Dios es todo, ¿por qué llamarlo Dios y no universo? Aquí se descubre la diferencia entre Cosmos y Mundo, entre biosfera y noosfera.
“Qué decimos cuando decimos Dios” sin duda que se trata de un decir que no es el mismo de aquel decir que dice cosas meramente conceptuadas en su talidad misma, por ejemplo “esto es tal cosa” y le otorgamos un nombre que para su manejo ya nos sirve.
No, el logos, el decir humano no sólo dice algo sino que dice algo más, dice lo que ese algo es, lo razona. Por eso pienso que la pregunta bien podría plantearse así: “De qué hablamos cuando decimos Dios” pues posiblemente de una realidad cuya experiencia consiste en el hecho de haberla sentido.
Con lo cual esta realidad se deja sentir cuando en el trato de las cosas le otorgamos su carácter de reales. No es que con ello el problema en cuestión quede resuelto porque las cosas no nos dan conceptos representativos de Dios, pero sí que nos dan a elegir diversas vías con que situarnos en dirección a Él.
He leído el artículo del señor Castillo. Y los comentarios de después. No avanzamos. Y lo entiendo. No es fácil. Tienes que romper muchos esquemas y , pues no compensa. Decimos que de dios por definición no sabemos nada para a continuación decir quién es su hijo. Y quien tiene la verdad sobre dios. Seguimos con Tomás de Aquino.
Me gusta mucho el señor Castillo y he aprendido un montón leyendo artículos suyos. Pero, no avanzamos. El sentimiento religioso o como se quiera llamar a buscar respuestas sobre eso que llamamos Dios , cambian con los tiempos, pero las religiones no pueden cambiar . Porque entonces no serían una religión.
En fin. Las cosas son como son. Y lo que no puede ser, pues es imposible
Pero que quede claro que cuando muchas personas nos hacemos preguntas de este tipo, no se nos pasa por la cabeza querer definir o conocer a Dios. Qué va. No es eso, en absoluto, para eso están las religiones. Lo que buscamos es , no lo sé ni explicar, quizás sea sentir que en realidad hay algo que…en fin. No lo sé decir.
Pero me alegro por todos aquellos que tienen ideas tan claras.
Me acuerdo mucho de la frase aquella que dijo mi madre hablando con ella misma: si todo lo que nos dicen los curas es cierto…
De tal palo, tal astilla. Dios la bendiga.
Pues a mi me gusta hablar de ello, pero la verdad, no encuentro con quién. Por eso cada vez que hay un articulo de este tipo entro y me encanta decir lo que pienso. Es un tema fascinante eso de dios. Bueno, ahí están las religiones, algo tendrán que ver con dios, digo yo.Y casi todo el mundo tiene una. Y la teología y , en realidad toda nuestra cultura descansa sobre la idea de dios. Aunque no nos demos cuenta,la cantidad de cosas en las que intervienen las religiones han sido y son bestiales. Cuantísimas cosas se hacen porque las cosas tienen que ser como dios manda. El problema está cuando oyes la apostilla, pero qué dios… uf.
A mí me gusta hablar de esto, creo que se nota un montón. Y la verdad, no creo que sea un error. Pensar siempre es bueno. Y no por eso tienes que dejar de creer en lo que crees. Lo que crees es lo que crees, y es como un misterio para mí. Porque muchas veces he creído cosas cuando toda la realidad me decía: no es cierto. y Otras veces no me he creído cosas que estaban clarísimo que eran ciertas. Por que creemos en algo o no creemos? Pues no lo sé.
El dios de Jesús no es el mío. No lo entiendo, me asusta. Pero Jesús es un referente en mi vida. Porque lo que él creía o dejaba de creer es un asunto personal suyo, pero su humanidad era abrumadora. Me encanta. Muchas veces he pensado, pobre criatura, ojalá al final no sea cierto eso que dice un evangelista , no sé cual, cuando cuenta ese grito de ¿por qué me has abandonado? Es que se me parte el alma. Ojalá nunca saliese de su burbuja.
En fin
Opiniones.
Sólo una muy breve reflexión en torno al tema que tan bien expone Jesús M. G. Cuando leo que la ciencia apunta -y parece reforzar- hacia una apertura a lo trascendente, me viene a la memoria un artículo de Ortega, que titulaba: ¡”Dios a la vista”! No sé si “a la vista”, pero tengo la impresión de que a veces se asoma algo, un algo…
Suscribo lo que afirma Martínez Gordo: “El teísmo tiene una argumentación más sólida”. Aunque, como es lógico, esa argumentación se quede en el campo de lo teórico, de la mera posibilidad o incluso probabilidad… Es posible y razonable que Dios exista. Y esta afirmación la pueden suscribir a nivel racional tanto creyentes como agnósticos. (Otra cosa es el tipo de Dios que los humanos nos hemos hecho en la historia, historia que merece revisión…)
Loa ateos confesos, en cambio, no admiten la afirmación de esa posibilidad, porque parten -y se basan- en un principio para ellos “evidente” (también dogmático?) de que dios no existe, aunque racionalmente su argumentación sea bastante endeble. Pero la defienden con cierto fanatismo -piensen en Dawkins, por ejemplo-, como también muchos creyentes, racistas y nacionalistas etc.
En esta controversia es interesante la postura y el proceso de reconversión del filósofo de la ciencia, A. Flew (antes ateo convencido), que describe en su libro “Dios existe”. Menciona la formación de los aminoácidos y su papel decisivo en la aparición de la vida. Si ni un soneto de Shakespeare es posible por mero azar, dice, menos la vida…
Pero la fe no es la conclusión de un brillante silogismo. Aunque es verdad que la fe se sirve, en algunos aspectos, de la razón, no es ésta el pilar fundamental de la fe, sino sobre todo la “experiencia de Dios”, como sostiene, por ejemplo, Zubiri, entre otros. Y esta “experiencia de Dios” no es fácil ni asequible a nuestra razón… Por eso insisto: Fe es más, mucho más, que la conclusión de un silogismo. (Permítanme que aluda a un próximo libro, listo para publicar, cuyo título es: “En torno a la fe…” En él amplío estas reflexiones. Disculpas.)
Entiendo las posturas de los comentaristas, especialmente de Carmen, que, sincera y honesta como parece, se ve que ha bregado mucho con estos temas. Un cordial saludo a todos.
Juan Antonio V., avísanos cuando saques tu libro porque creo que a mí me va a interesar.
Sobre Dios ya hace un tiempo que no me atrevo ni a abrir la boca, por ahora estoy en el punto en que Pablo les dijo a los atenienses: “En él o ella, vivimos, nos movemos y existimos” Hch. 17,28.
Gracias, Ana, por la atención que prestaste a mi comentario. El libro está listo desde hace unos meses. Enfoco el tema del concepto de Dios desde un paradigma evolutivo, desde la psicología evolutiva del desarrollo humano, mental y social…, desarrollo que va de menos a más madurez, de tribal y rupestre al Dios de Jesús, que supera el mismo V. T. Por eso el concepto de Dios de Jesús de Nazaret es mucho más maduro y auténtico. Si Dios existe, como creemos muchos, tiene que ser así, como él lo describe. Jesús no entra en elucubraciones metafísicas…
Fueron los teólogos cristianos de los primeros siglos, con una mentalidad muy teórica, muy creída y suficiente -pensaban- los que se adentraron en lo indescifrable, en lo inefable. Y marcaron pautas. Lo lógico es que, si Dios existe, como creo, no lo podamos entender, sólo vislumbrar y aproximarnos algo, siempre con el riesgo de antropomorfizarlo y concebirlo a nuestra “imagen y semejanza”… Y ya sabemos qué tipo de semejanzas hacemos y hemos hecho en la historia…, también en la historia de la teología.
Por eso es hoy tan necesaria una revisión de ciertos conceptos demasiado humanos… Lo importante en el mensaje de Jesús, junto a Dios Padre-Madre -sí, pese a todas las apariencias- es el amor, que es praxis, no doxia…. En la parábola de la evaluación final, que a mi juicio tiene mucha miga, se sugieren muchas cosas e ideas…, que invitan a revisar…
Sólo añadir que espero que el libro aparezca el próximo año. De nuevo, gracias. Un abrazo
Para Edgar Alan Poe, cuya lectura me ha enseñado mucho, “lo importante y principal es saber lo que se ha de observar”. Me apunté hace muchísimos años a lo que dice Juan Antonio en su intervención arriba. El Dios de Jesús es el que alumbra mi vida y al que observo siguiendo lo que sugieren los evangelios. Y la candela la tengo sobre el celemin. Leeré, como Ana, el librico.
Perdón por interrumpir. Pero cuando se afirma que “Si ni un soneto de Shakespeare es posible por mero azar, dice A. Flew, menos la vida…”, yo creo que hay que matizar el concepto de “azar”.
Lo que sabemos del Universo, es que no es un campo aleatorio puro, sin fuerzas y condicionantes previos. Desde su inicio, (lo que verdaderamente supone un gran misterio), nace con unas magnitudes concretas de la materia elemental, y de las fuerzas universales que lo rigen.
Por ello, el Universo se rige con una aleatoriedad determinada, por esas magnitudes. Es la síntesis entre el azar y la necesidad. Rige en la evolución del Universo un azar dentro de un campo de fuerzas determinado, por eso no es un azar puro.
Pondré un ejemplo que ya he puesto alguna vez. Un mono tecleando aleatoriamente una máquina de escribir, ¿puede escribir el Quijote, sin el menor error?. Evidentemente si existe un azar puro, la respuesta es claramente NO.
Pero si le ponemos una máquina de escribir “trucada”, con una memoria del Quijote mecanografiado, y un dispositivo tal que si la tecla apretada en cada caso, no es la correcta, no imprime, ni corre espacio. Y si es la adecuada, imprime y corre un espacio, al final, con el tiempo suficiente el mono tecleará perfectamente el Quijote.
Naturalmente se dirá que ¿quién o cómo el Universo está diseñado desde el momento cero, de tal forma, que siguiendo ese diseño de partículas y fuerzas, y con tiempo suficiente, dé lugar a la vida, y más aún a la inteligencia?. ¿Quién o como trucó la máquina de escribir del mono?. Ese es el gran Misterio. Llámalo Dios, llámalo casualidad superafortunada, o llámalo X.
Casi lo mejor sería llamarlo X, o como otros dicen ( ),… y hablar lo menos de Ello.
Extraordinario !
Acabas de describir la teoría “filosófica”(¿?) del diseño inteligente.
En esa misma línea lo leí yo entre la abundante literatura de los testigos de Jehová. DE verdad que no miento.Me pasé siete años en conversaciones con un testigo que hoy es uno de los ancianos de la congregación de mi pueblo y con el que guardo una buena amistad.
Porque claro, entiendo que el que tiene clarísimo que su creencia es la auténtica, que su fe, que no sé exactamente qué significa esa expresión, es la auténtica, entiendo que este tema no le interese. Pero el problema es que las personas jóvenes, y no me refiero a niños de veinte años, sino a los que pertenecen a la siguiente generación a la nuestra, ya les es imposible creer en determinadas cosas. O sea, no pueden, y por ello las iglesias no se llenan como antes, y cada vez lo harán menos. Al menos así pienso.
Tengo una amiga. Cristiana , pues nacida en Murcia a ver qué iba a ser. Bueno, pues conoció a un chico de Marruecos. Se querían casar . Ella, que es una valiente, se apuntó a un curso de islam , estudió, y cuando lo creyó oportuno, se cambió de religión un proceso nada fácil, por cierto, porque tienes que pedir la baja en la tuya. No existe la doble religiosidad.
Y se casaron. Una boda superdivertida en el ayuntamiento, aquí en Murcia. Lo pasamos genial. Aquí somos de mucha cerveza y claro, aquello estaba lleno de todo tipo de refrescos pero nada más. Entonces de repente se hizo el milagro y empezaron a aparecer bandejas con cerveza fría. Y bebimos tooooodosss, moros y cristianos.
Luego se fueron a Marruecos y allí se casaron por el rito musulmán. Las fotos eran increíbles. Siete vestidos, las manos llenas de genna, en fin, preciosas.
Tienen tres hijos. La mayor debe de andar ya por la universidad. Hace pocos años le pregunté. Y estuvimos un ratito hablando. Es que no hay diferencia, me decía, es que es lo mismo . Hay un dios que los musulmanes llaman Alá. Pero en realidad es como el tuyo. Lo que sucede es que , pues lo de siempre, y me contó la historia del hijo de Abrahaan, y que ellos creen en que de ahí de esa rama viene la auténtica relación de dios con su pueblo. Y Jesús? Pregunté. Qué pasa con él? Pues un profeta maravilloso, pero no lo consideran hijo de Dios. Es un profeta, como Mahoma. Pero Mahoma es el más grande de todos los profetas. Ellos creen eso.
Es todo igual carmen, me decía, igual, por eso después de estudiar decidí cambiar, no podría haberme casado con mi marido de otra manera. Y sabes qué te digo? Que lo único que hay que hacer es ser lo que queremos decir cuando decimos que hay que ser buenas personas. Lo demás carmen, me decía, lo demás es lo demás. Da igual.
Lo que les estoy contando es absolutamente cierto. Hay cosas que no digo por pura prudencia. Pero si les digo que es una persona fantástica y una profesional estupenda. Todo el mundo que la conoce lo dice.
Diría que el momento de las religiones está empezando a pasar, que no el de las creencias. Porque lo importante es lo que tú crees, pero no lo que dices que crees, no. Lo importante es ese sentimiento que nace de lo profundo de tu alma. Por eso me gusta lo que ha dicho el señor este del artículo: no sé si existe Dios o no. Tampoco me importa, lo importante es lo que yo sienta.
De verdad, es que me alegro con toda mi alma cuando leo que alguien que se ha ganado un prestigio en esto del estudio de las religiones, sale diciendo estás cosas. Es un bálsamo para mí cabeza que ya está un poco cansada.
Que Alá y Elhoim lo bendigan.
Mira, Carmen, volvemos siempre al mismo círculo vicioso de querer identificar la fe con la creencia ( un hecho de razón) Quienes se mueven en esas coordenadas tengan fe o nó, estén dentro de la “obediencia” o fuera de ella identifican fe con el grado de verdad que perciben, dan por cierta, y “aceptan”. Para tales personas su experiencia alcanza tan sólo al “acto de razón”, ya sea como única experiencia, ya que sea la única experiencia válidad discursiva (que valida el pensamiento)
Me agrada mucho el ejemplo que has puesto de tu amiga convertida al Islam porque es muy esclarecedor. Hizo un cambio de religión, porque vió en ella un elemento cultural (heredado, pero en el plano de la razón, de lo convenido y aceptado)Y religión por religión, el trueque no ha sido malo. No llegó a las más íntimas convicciones. El amor de enamoramiento se convirtió en fín y la religión en un medio. Obró en plena conciencia de que hacía “lo bueno”, porque se salvaba lo esencial “para ella”: “Mira, Carmen, lo importante es ser buena persona, lo demás dá igual”. El Islam, que significa “Obediencia” (Se entiende que obediencia a la fe predicada por Mahoma, su Profeta)en ese plano del que estamos hablando es igual al Cristianismo. Una religión profética, es decir, que se alcanza por revelación divina, una misma historia de fe, la religión de Abraham por Ismael, su otro hijo (La judía y la cristiana dicen que fue Isaac el hijo de la Promesa), Jesús uno de los profetas judíos “antes” que Mahoma, el profeta definitivo. Así guarda todo el acerbo cultural de haber vivido en Murcia, España, en la tradición católica.
Ahora, yo te pregunto: ¿Qué hubiera pasado si la cosa hubiera ido a la inversa y fuese la otra persona la que por presión se tuviera que ver sometida al cambio de religión y costumbres? ¿Bastaría con ser buena persona?
Mientras se siga por los rumbos del momento epocal en la cultura, por los caminos de la razón, a la espera siempre de que alguién tenga un aserto nuevo, más definitivo que los anteriores, la luz de la fe, que brilla en lo alto, para ser alcanzada, seguirán las generaciones que pasan sin “alabar a vuestro Padre que está en los cielos”.
Este comentario mío, puede que no sea de una aceptación general, por cuanto la intención del autor es teológica o apologética, la de mostrar cual razonable es tener fe, que es creer en la existencia de un Dios Creador (A ese tipo de dios personal nos referimos)
¿En qué sentido Dios es una explicación racionalmente existente? ¿En una explicación previa a la fe? – Creo que no.
La fe es anterior a cualquier explicación razonada sobre Dios. Algo así como una impronta, una fe “natural”, que viene de fábrica, pero que se puede debilitar y hasta perder por una cultura dada, o por una disposición interior de la persona. A su imagen nos hizo, “espíritus vivientes” (Génesis)
La fe es “una certeza, una convicción” (Hebreos 11) Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la Palabra de Dios”. Es decir, que una persona creyente puede llegar a ese convencimiento de que todo ha salido a la existencia por una acción divina, porque Dios, de alguna manera que se ignora se nos ha hecho presente.
Hay una señora muy catalana, muy polemista, con mucho reconocimiento personal y que salía en muchas debates. No recuerdo el nombre. No m gusta, porque es una de esas personas convencidas de que está en conocimiento de la verdad. Pero hace ya bastantes años, estaba discutiendo con alguien de un tema de estos que la iglesia suele meterse por enmedio. El señor o la señora dijo la palabra dios y ella saltó como lo suele hacer. Dios? Pero qué dios? Dijo.
Oye. Me llegó al alma. Qué dios? Desde entonces no paro de preguntármelo. Pues no es uno? Como cabe entonces esa pregunta?
Otro día, hablando en la sala de profesores de todo esto del terrorismo islámico, hace ya años, de repente una señora de estas iluminadas dijo: porque ellos que se queden con su dios, nosotros tenemos al nuestro. Creo que es lo mismo dije. Y ya sobrevino el silencio.
Me alegro de que alguien importante le de importancia a esta cuestión. Porque me hace pensar que no soy tan rarica.
Y este tema lo han puesto sobre la mesa los laicos. No puede ser de otra manera, porque los teólogos, teológos teológos son.
Me gustaría que entendieran un poquito lo que quise decir cuando dije aquello de que se prima mucho a las personas de prestigio intelectual. Supongo que a muchos les molestaría, sorry. A lo mejor ahora me entienden un poquito mejor. No desprecio el conocimiento. Por favor
Por favor. Pero si he dedicado mi vida a abrir puertas a los críos, a mis hijos y a mí misma. No es eso en absoluto. Pero hay pe
Ya no lo sé explicar mejor.
Se ha mandado Solo. Sorry.
Creo que lo que cuestiona son las religiones. Y le van a llover críticas por todos lados. Hay muchos teológos de muchas religiones distintas.
Me compraré el libro. Lo leeré. Está en mi línea de pensamiento. Aunque no sea una persona que su criterio tenga ningún peso, a no ser que uno de los considerados grandes tenga tb interés en el tema. Nos movemos por los grandes.
O no.
Porque todas las personas, grandes y pequeñas, nos hacemos preguntas parecidas.
En fin.
Me alegro de este artículo, que no creo que termine de leer, porque , en fin, todas las preguntas que nos hacemos todos y todas, tienen la misma validez, y no me gustan las personas que hablan desde lo alto de una tarima. Hace muchos, muchos años dejaron de impresionarme las tarimas. Me gustan las personas que se ponen a tu nivel. He conocido también muchas personas que lo hacen. Aquí mismo, en Atrio , las hay y las adoro. Otra cosa es que me convenza lo que digan.
Gracias Antonio. Sé que me aprecias y sabes que yo a ti también
Un abrazo fuerte.
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Menuda sorpresa. Creí que se había tomado por otra rareza de esas mías.
No he leído el artículo . Lo leeré. Pero fíjate, diría que este libro lo que plantea no es la idea de Dios, porque está claro, lo dice él mismo. No me interesa si existe o no. Le interesa en lo que el