Chico Mendes es un hijo genuino de la selva, identificado con ella. Pronto se dio cuenta de que el desarrollo actual prescinde de la naturaleza y que se hace contra ella, pues la ve más como un estorbo que como un aliado. Fue uno de los pocos que entendió la sostenibilidad como equilibrio dinámico y autorregulador de la Tierra, gracias a la cadena de interdependencias entre todos los seres, especialmente, los seres os vivos que viven de recursos reciclados permanentemente y, por eso, sostenibles indefinidamente. La Amazonia es el mayor ejemplo de esta sostenibilidad natural.
Los que lo conocimos y gozamos de su amistad sabemos de su profunda identificación con la selva amazónica, con su inmensa biodiversidad, con los seringales (plantaciones de árboles de caucho), con los animales, con la menor señal de vida del bosque. Tenía el espíritu de un san Francisco moderno.
Dividía su tiempo entre la ciudad y la selva. Cuando estaba en la ciudad oía fuertemente la llamada de la selva, en su cuerpo y en su alma. Se sentía parte de ella y no sobre ella. Por eso cada cierto tiempo regresaba a su seringal y a la comunión con la naturaleza. Ahí se sentía en su hábitat, en su verdadera casa.
Pero su conciencia socioecológica lo hacía dejar por algún tiempo la selva para organizar a los seringueros (trabajadores del caucho), fundar células sindicales y participar en las luchas de resistencia: los famosos “empates”, estrategia por la cual los seringueros junto con sus niños, sus ancianos y otros aliados se apostaban pacíficamente delante de las máquinas taladoras, impidiéndoles derribar los árboles.
Frente a la quemas, como las que hay actualmente en la Amazonia, que en 2019 han tenido 74,155 focos alcanzando 18.627 km2, Chico Mendes sugirió, en nombre del movimiento de los pueblos de la selva, la creación de reservas extractivas, aceptadas por el Gobierno Federal en 1987. Bien decía: “nosotros los seringueros entendemos que la Amazonia no puede transformarse en un santuario intocable. Por otro lado, entendemos también que hay una necesidad urgente de desarrollo, pero sin talar y con esto amenazar la vida de los pueblos del planeta”.
Afirmó: “al principio defendía a los seringueros, después comprendí que debía defender la naturaleza y finalmente me di cuenta de que debía defender a la humanidad. Por eso proponemos una alternativa de preservación de la selva que sea al mismo tiempo económica. Pensamos entonces en crear la reserva extractiva” (cf. Grzybowski, C., (org.) El testamento del Hombre de la Selva: Chico Mendes por él mismo, FASE, Rio de Janeiro 1989 p.24).
Él mismo explicaba cómo iba a funcionar: “En las reservas extractivas vamos a comercializar e industrializar los productos que la selva nos concede generosamente. La universidad debe acompañar la reserva extractiva. Ella es la única salida para que la Amazonia no desaparezca. Esa reserva no tendrá propietarios. Va a ser un bien común de la comunidad. Tendremos el usufructo, no la propiedad” (cf. Jornal do Brasil 24/12/1988). “De este modo se encontraría una alternativa al extractivismo salvaje que solamente trae beneficios a los especuladores. Un árbol de caoba cortado en Acre cuesta de 1 a 5 dólares; vendido en el mercado europeo cuesta de 3 a 5 mil dólares”.
En vísperas de la Navidad de 1988 fue víctima de la saña de los enemigos de la naturaleza y de la humanidad. Fue asesinado con 5 balazos. Dejó la vida amazónica para entrar en la historia universal y en el inconsciente colectivo de las personas que aman nuestro planeta y su biodiversidad.
Chico Mendes se ha convertido en un arquetipo que anima la lucha por la preservación de la selva amazónica y de los pueblos de la selva, asumida ahora por millones de personas. Entendemos la indignación de muchos miembros del G7, liderados por E. Macron, presidente de Francia, contra la devastación irracional promovida por el presidente Bolsonaro. Comete un crimen contra la humanidad y merece ser juzgado por ese crimen. La Amazonia es un bien común de la humanidad.
Los megaproyectos amazónicos (brasileños y extranjeros) ponen de manifiesto el tipo de desarrollo depredador del capitalismo. Produce solo crecimiento, del que se han apropiado algunos a expensas de la selva y de la miseria de sus pueblos. Es contrario a la vida y enemigo de la Tierra. Es el resultado de una racionalidad demente.
Sobre tales proyectos faraónicos se toman decisiones sin las debidas informaciones en oficinas gélidas, lejos del paisaje encantador, ciegos a las caras suplicantes de los sertanejos e indiferentes a los ojos ingenuos de los indios, sin ningún vínculo de empatía ni sentido de respeto hacia la selva, ni de solidaridad humana.
Diferente es el instrumento de trabajo para el Sínodo Panamazónico, donde la voz más presente y escuchada proviene de los pueblos de la selva. Ellos saben cómo protegerla. Ofrecen las mejores sugerencias, uniendo la protección del bosque y la extracción y producción de sus bienes naturales.
Este “desarrollo”, hecho con el pueblo y para el pueblo, deslegitima la idea dominante, especialmente la del agronegocio, de que los bosques y selvas deben ser erradicados porque de lo contrario no se entraría en la modernidad.
Los estudios han demostrado que no es necesario destruir la selva amazónica para obtener riquezas. La extracción de frutas de las palmeras (açaí, burití o moriche, bacába o milpesillo, chontaduro, etc.), nuez de Brasil, caucho, aceites vegetales y colorantes, sustancias alcaloides para farmacología, sustancias de valor herbicida y fungicida rinden más que toda la deforestación, que bajo el gobierno de Bolsonaro ha crecido en más del 230%.
Solo el 10% de las tierras roxas (tierras de los indios), ya identificadas como de excelente fertilidad, pueden convertirse en áreas de la mayor producción agrícola mundial. La explotación de minerales y madera puede ir de la mano con la reforestación permanente que asegura la mancha verde de las áreas afectadas (cf. Moran, E., La economía humana de las poblaciones amazónicas, Vozes, Petrópolis 1990, 293 y 404-405; Schubart, H., Ecología y utilización de las selvas , en Salati, E., Amazonia, desarrollo, integración, ecología, op.cit. 101-143).
La Amazonia es el lugar de ensayo de una alternativa posible, en consonancia con el ritmo de su naturaleza exuberante, respetando y valorando la sabiduría de los pueblos originarios.
Chico Mendes será para el Sínodo Panamazónico, que tendrá lugar en octubre de 2019 en Roma, un ejemplo paradigmático y una fuente de inspiración.
*Leonardo Boff es ecoteólogo y filósofo y ha escrito Cómo cuidar de la Casa Común: una ética de la Tierra, Vozes 2018.
Traducción de Mª José Gavito Milano
CARTA ABIERTA DE LA FEDERACIÓN LATINOAMERICANA DE SACERDOTES CASADOS A PROPÓSITO DE LA CRISIS ECOLÓGICA DE AMAZONIA
Como miembros de la Federación Latinoamericana de Sacerdotes casados y sus familias, desde una postura evangélica, nos unimos a otras voces en favor de los hermanos los pueblos originarios de toda la Amazonía y de la misma naturaleza, que están pasando por una situación gravísima por la poca actuación de los gobernantes de países que tienen la obligación de proteger y defender a estos pueblos vulnerables, amenazados por el egoísmo económico y político de los poderosos del mundo.
La selva de la Amazonía es un patrimonio de la humanidad; es la que oxigena y provee de una rica biodiversidad al planeta, por ello todos, debemos defenderla y más aún, defender a los seres humanos que habitan esa zona, y que son moradores respetuosos del medio ambiente: su hábitat natural originario.
Sabemos, que existe un holocausto de pueblos no contactados, de fauna y flora milenaria.
Estamos seguros que el Sínodo Panamazónico es un signo de los tiempos para el anuncio del evangelio y la eucaristía. Como sacerdotes casados, uniéndonos a la preocupación de la Iglesia Católica en el cuidado de la casa común (Laudato Si), hacemos llegar nuestra voz, a las Conferencias Episcopales de los países de Latinoamérica (como pide la CNBB) y a los señores obispos reunidos con motivo del Sínodo Panamazónico, como así también, a las instituciones particulares como ONG, estatales y hombres de buena voluntad, y queremos expresar cuanto sigue:
1. La defensa de la vida en todos los grados y niveles (por tanto la naturaleza y la madre Tierra) es inalienable, imprescindible e indiscutible.
2. Las Naciones Unidas, deben generar, políticas de apoyo y acciones concretas para proteger y defender toda vida, especialmente la humana,
3. Denunciamos la indiferencia con que se aceptan estos acontecimientos graves y de magnitud no dimensionable para el planeta Tierra.
4. Solicitamos,- enfáticamente, como ciudadanos del planeta-, a los Países que comparten el territorio amazónico, que busquen y pongan en ejecución .acciones urgentes y políticas de estados en beneficio de los pueblos de la amazonia y, de los bosques como pulmón del planeta para terminar con esta tragedia
¡¡¡Es hora de despertar antes que morir calcinados por nuestros egoísmos e indiferencias!!!.
¡¡¡Apoyemos a nuestros hermanos en este momento de dolor y sufrimiento y defendamos los bosques de la Amazonía!!!
Hacemos propicia esta oportunidad para saludar fraternalmente a las Conferencias Episcopales, a los señores Obispos, y a los especialistas.
“Cuidar la casa Común” es un pedido y un mandato.
Presidente: Sebastián Cozar
Secretaria: Encarnación Madrid
Septiembre 2019