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El pueblo tiene poder para elegir a sus obisposy quitar al obispo indigno

        ¿No nos damos cuenta de que, en cosas muy importantes, la cultura y la sociedad cambian a una velocidad que la Iglesia no es capaz de seguir? Es un hecho, por ejemplo, que hay curas jóvenes que miran más al pasado que les conviene a sus ideas conservadoras que al futuro que les interpela.

        Hace más de cuarenta años, yo enseñaba a mis alumnos que, en el s. III (en otoño del 254), los cristianos de la España romana le presentaron al obispo Cipriano (el más importante de entonces, aunque estaba en Cartago) un problema complicado. Tal problema consistía en que los fieles de tres diócesis españolas (León, Astorga y Mérida) se enteraron de que sus obispos no habían dado el debido testimonio de su fe en una persecución del emperador Decio. Y aquellos fieles, ante el ejemplo escandaloso de sus obispos, tomaron la decisión (impensable ahora) de quitar a los obispos, echarlos a la calle y deponerlos de sus cargos. Los cristianos, en aquel tiempo, se sentían responsables de sus diócesis. Y no toleraban el escándalo de obispos que no eran capaces de confesar su fe en Jesucristo, cuando se veían amenazados. Así las cosas, los cristianos acudieron al obispo más reconocido y ejemplar de entonces, que era Cipriano de Cartago.

        Pero todo se complicó cuando uno de los obispos depuestos, un tal Basílides, recurrió al papa Esteban, obispo de Roma. Pero se valió de una información manipulada y en la que el asunto era presentado como a Basílides le convenía. Con lo que el asunto de complicó. Y esto fue lo que motivó el recurso de los cristianos de la España romana al obispo Cipriano, el más reconocido y respetado de la Iglesia de entonces.

        Cipriano convocó un concilio, cuyas decisiones nos han llegado en la carta 67 de Cipriano, que está firmada por 37 obispos que participaron en aquel sínodo. Esta solución, para un conflicto local, era perfectamente aceptada en el s. III.

Ahora bien, en aquel sínodo local, se tomaron tres decisiones, que constan en la carta mencionada:

1) El pueblo tiene poder para elegir a sus ministros, concretamente al obispo: “Vemos que viene de origen divino el elegir al obispo en presencia del pueblo, a la vista de todos… Dios manda que ante la asamblea se elija al obispo” (Epist. 67, IV, 1-2).

2) El pueblo tiene poder para quitar al obispo indigno: “Por lo cual el pueblo… debe apartarse del obispo pecador y no mezclarse en el sacrificio de un obispo sacrílego, cuando sobre todo, tiene poder de elegir obispos dignos o de rechazar a los indignos” (Epist. 67, III, 2).

3) Incluso el recurso a Roma no debe cambiar la situación, cuando el recurso no se ha hecho con verdad y sinceridad: “Y no puede anularse la elección verificada con todo derecho, porque Basílides… haya ido a Roma y engañado a nuestro colega Esteban que, por estar lejos, no está informado de la verdad de los hechos, y haya obtenido el ser restablecido ilegítimamente en su sede, de la que había sido depuesto con todo derecho” (Epist. 67, 5, 3).

        Queda patente, por tanto, que la Iglesia del s. III tenía una mentalidad según la cual la Iglesia consistía más en la comunidad que en el clero. Lo cual no era atentar contra los derechos del clero, sino sencillamente reconocer el papel que desempeñaba y los derechos que tenía la comunidad de los fieles.

        Ahora bien, si la Iglesia de los primeros siglos se comportaba y era gestionada de esta manera, ¿Por qué, con el paso de los siglos, se le ha quitado a la comunidad de los fieles un derecho que tuvo en sus orígenes más antiguos y originales?

        Y quede claro que, al plantear esta pregunta, no se trata – de ninguna manera – de limitar los derechos y poderes del obispo de Roma. Se trata de todo lo contrario. Lo que más nos tiene que importar es lo que más desea el Papa actual, el Papa Francisco: recuperar la dignidad, autoridad y grandeza de un Papa que no desea ni quiere poderes y grandeza, sino una Iglesia en la que todos los fieles cristianos sientan y vivan como problema de todos lo que a todos nos va a devolver la fuerza evangélica de una Iglesia, que no quiere grandezas humanas, sino la eficacia evangélica de la comunidad de los seguidores de Jesús el Señor.

9 comentarios

  • oscar varela

    Hola!
    El Artículo empieza con:
    “No nos damos cuenta de que  … ?”-
     
    Luego sigue con que:
    “hay quienes miran más al pasado (que les conviene)… “-
    ……………………..
    Lo que noto es que el Articulista
    “NO SE DA CUENTA”
    que HACE LO MISMO (lo que le conviene a él):
    MIRA P’ATRÁS (pa’fundamentarse).
    ………………………..
    NOTA: lo mismo hace mi tocayo.
    Y es posible que tal “no darse cuenta” de eso
    sea lo común en los “teólogos”.
    Un nuevo “clericalismo” que consiste en
    criticar el “clericalismo” … hasta por ahí nomás.
     
    Se trata de una nueva forma de “ESTAR NERVIOSO”,
    y administrarse “drogas tranquilizantes”
    de GATOPARDISMO.
    ………………………..
    Termino con lo gracioso de mi Tocayo Oscar Fortín:
    “con todo respeto”.

  • Puede ser que el momento de pasar de una Iglesia unipolar a una Iglesia multipolar haya llegado. La toma de consciencia de lo relacionado al Resucitado y a su Espiritu que se hacen presentes en cada uno de nosotros y en cada comunidad, abre la puerta a la autonomía de cada comunidad que vive de la fe en el Resucitado y en su Espiritu. El primero nos asegura que donde uno o tres se reúnen en su nombre esta con ellos y el secundo nos confirma que distribuye sus dones como bueno lo entiende.

    Los poderes, dados a Pedro en Mateo 16,18, son los mismos, dados a la comunidad en Mateo 18,18. Nos hablaron mas de los poderes de Pedro que de los poderes de la comunidad. Pablo en su carta a los Efesios tiene un pensamiento que expresa bien esta multipolaridad, hablando del cuerpo y de sus distintos miembros. Efesios 4:16 ^

    Del cual, todo el cuerpo compuesto y bien ligado entre sí por todas las junturas de su alimento, que recibe según la operación, cada miembro conforme á su medida toma aumento de cuerpo edificándose en amor.

    Digamos que se trata de un pensamiento un poco original, pero que apoya plenamente el poder de la comunidad de elegir sus obispos y mas….

    con todo mi respeto

  • George R Porta

    Leo: «¿Por qué, con el paso de los siglos, se le ha quitado a la comunidad de los fieles un derecho que tuvo en sus orígenes más antiguos y originales?» 

    Hay una razón fundamental para que hoy día sea impracticable la elección comunitaria del obispo. A pesar de la realidad del asalto a la privacidad, es cada vez menos posible llegar a conocer quien es quien. Si se pudieran elegir los párrocos, fuera más fácil porque el número de electores siempre fuera más reducido y la cercanía facilitaría el conocimiento personal y, por ende, aseguraría una mejor elección. La cuestión de la colegialidad estrictamente clerical repetiría las circunstancias que hoy día existe en cuanto a la mala elección de los obispos. Si además de elegir a los párrocos se pudiese asegurar la participación laical en el resto de las instancias y se eliminara la cúpula, la figura del Obispo de Roma como Jefe Supremo de la Iglesia, quizás la colegialidad fuera incluso un beneficio. Por ejemplo las Conferencias de Obispos de cada nación, con la presencia de laicos elegidos para participar en ellas, de iure, pudieran muy bien confirmarse mutuamente, como ocurría entre los patriarcados antiguos.

    Claro que esto que imagino crearía una disrupción institucional que lo hace imposible, ni siquiera utópico, sino imposible. Pero nada cuesta soñar.

  • Román Díaz Ayala

    La dificultad que encierra mirar hacia atrás con las lentes de la historia tiene que ver con que olvidamos la pátina del tiempo que ennubla nuestros cristales. Saltamos del año 254 al 2019 y en medio existe un gran abismo producido por la evolución cultural. En medio está nuestra Edad Media europea, y luego la Modernidad, y mucho más tarde aunque en un plazo de años más breve, el nuevo paradigma desde el que enjuiciamos situaciones presentes y pasadas,y además, desde nuestra óptica particular, que no abarca todo el entorno, variado, variante y complejo.

    Roma en su más clásico posicionamiento da valor de fe a lo que ha venido en llamar la Tradición Canónica y en ella encontramos que en un momento dado (histórico) la Iglesia  quizo ser una copia de la sociedad civil, pero que era la manera más directa de hacer de la sociedad medieval, con sus estamentos,  una copia de la institución eclesiástica que se convirtió así en su principio rector. Arañando en la hisotria se comprueba que al principio no era así y que la sociedad civil funcionaba  aparte (fuera) y sin los condicionamientos de la eclesiástica. De la Edad Media viene el concepto de Iglesia como sociedad perfecta y el ideal de Iglesia de Cristiandad que lucha fuertemente por permanecer todavía más en la institución romana.

    ¿Como funcionan las cosas en las otras confesiones cristianas, las cuales, por supuesto, también son Iglesia? Lo primero que observamos es que  no existe la fuerte jerarquización de la Iglesia de Roma, aunque mantienen sus patriarcados y también sufrieron  la evolución propia de los tiempos medievales, aunque con otras cronologías (por ejemplo; el Imperio Ruso)

    En las iglesias evangélicas (protestante) que realizaron en su tiempo histórico la vuelta a un cristianismo primitivo y la revalorización de Las Escrituras se dan muchas interesantes situaciones comunitarias de elección y revocación de sus pastores, muchas veces de forma reglamentaria y otras envueltas en crisis, como una copia  o repetición de lo que  José María nos trae para la reflexión.

  • ana rodrigo

    Es curioso, y lamentable a la vez, que lo que hoy es la Iglesia institución, en un momento determinado de su historia fuese pionera de una sociedad alternativa en cuestiones como la que comenta aquí Castillo, o la de una sociedad igualitaria respecto al género y respecto al compartir los bienes. Pero con el paso del tiempo, olvidó, cambió, se quedó convertida en estatua de sal, y fue sustituyendo aquellas prácticas tan novedosas por la contaminación de la sociedad en la que se encontraba, como la jerarquización, los dogmas, la obediencia, la sumisión al jefe correspondiente, la exclusión de la mujer, etc.

    Y todas aquellas experiencias lejanas, quedaron en el baúl de los recuerdos, mientras la sociedad actual ha activado la democracia, la libertad de expresión, la igualdad de género (aunque  estemos haciendo camino, pero de forma irreversible), y, si no fuese por el sistema capitalista, hay bastante conciencia contra las injusticias sociales. Pero la iglesia se ha convertido en una mole de inmovilismo y de falta de actualización e inoperatividad, que la sociedad actual no comprende. Aunque yo tampoco comprenda las romerías y esas cosas tan populares…

    Y sobre la cuestión de los obispos, siendo los dueños del poder y estar por encima de la comunidad como intocables, tienen mal remedio. Habría que comenzar por los cardenales y la Curia que, mamma mía, lo mal que huele aquello. Y, finalmente, si estos jerarcas proceden del clero base, es evidente que no hay futuro, porque los pocos aspirantes al sacerdocio, proceden de movimientos conservadores más inmovilistas que los actuales. ¿Y la comunidad qué? Pues nada, a callar desde el ostracismo.

    En fin, dejad que los muertos entierren a los muertos.

  • Gonzalo Haya Prats

    Solemos tener un gran déficit de conocimiento de nuestra historia, y nos conformamos con las leyes y costumbres actuales a las que, por ignorancia de la historia, calificamos de principios permanentes e inalterables. Bienvenidas sean estas situaciones históricas. Ya Jesús reprochaba a los escribas y fariseos que se olvidaban de los mandamientos de Dios por seguir “esas tradiciones vuestras”.

  • Juan García Caselles

    ¿Sería posible hoy quitar a un obispo indigno? Para saberlo sería necesario saber antes quienes forman la iglesia, si la comunidad de creyentes o solo el clero.

    • Carmen

      La iglesia la forman la comunidad de creyentes que aceptan lo que dicen los dirigentes del clero. Los demás son disidentes no demasiado molestos. Y si lo son, poco a poco se les recorta las alas hasta que ellos mismos abandonan. Y llegado a un extremo, si no desaparecen y los sienten como amenaza, los excomulgan. Pero esto último no lo hacen casi nunca. Demasiada publicidad. Porque la parte contratante de la segunda parte, puede hablar y pasarían por intransigentes y todo el mundo sabe que la iglesia acoge a todo el mundo mundial y perdona los pecados en nombre de un dios extraño. Tiene ese poder. Se siente.
      Pues bueno.
      La enorme ventaja de ser invisible es que puedes decir lo que piensas. Da igual. No eres ninguna amenaza
      Pues disfrutemos de Atrio.
      Un abrazo

  • Carmen

    No entiendo nada.

    Pero ya estoy acostumbrada. No me importa ya.