Es un espacio de convivencia, de buena vecindad, bajo un mismo sol y con los pies en tierra, abierto
El 11 de Septiembre de 1714, las tropas borbónicas tomaron la ciudad de Barcelona en la Guerra de Sucesión. Esa victoria fue para los catalanes una derrota y el principio del fin de sus instituciones arrasadas por imperativo legal con los Decretos de Nueva Planta en 1716. No obstante, haciendo de tripas corazón y de acuerdo con su Estatuto, los catalanes celebran su Fiesta Nacional el día 11 de septiembre año tras año en plena democracia. Un pueblo que de las piedras hace pan, es capaz de hacer de una derrota un derrotero. Que así sea es lo que yo deseo para ellos y para todos nosotros, compañeros de acá y de allá: de més entadins o de més entafora, por decirlo en la propia lengua y desde la perspectiva de mis paisanos aragoneses que también la hablan.
Nací en Favara del Matarranya, que de allí era mi madre y mi padre de Vilalba dels Arcs en la Terra Alta de Tarragona más allá de Batea. Soy de una comarca oriental de Aragón donde se habla catalán como siempre, pero sin complejos desde hace algunos años. Lo que hablamos allí ya no es aún lo que no podía decirse, es sencillamente catalán y a mucha honra. Ni más ni menos, ni mejor ni peor que lo que hablan valencianos y mallorquines. Si fa o no fa como en Girona. No es chapurreau, que eso es un mal nombre por decir algo y silenciar lo que más importa.
Las comarcas orientales de Aragón que comparten el habla y mucho más con las occidentales de Cataluña se llaman ahora con frecuencia La Franja. Para evitar malentendidos y para entendernos hablando, quisiera pensar que le atribuimos todos a ese término un mismo significado: el de una banda ancha con dos orillas o vores que se corresponden de vora a vora y en modo alguno como dos bordes que no se hablan, muro de separación y menos tierra de nadie entre trincheras enemigas. En esa Franja, compañeros, estoy seguro de encontrar hilo suficiente para hacer un bordado entre vecinos donde otros se empeñan en hacer hoy un descosido. En la Franja nos encontramos unos y otros, catalanes y aragoneses: todos nosotros.
Los aragoneses de la Franja hablamos catalán. Como nuestros vecinos catalanes que hablan también castellano sin ningún problema si viene al caso para entenderse con otros españoles. Por cierto, desde nuestra perspectiva lo que se habla más allá de Caspe –aguas arriba del Ebro– es el castellano y no el español, que españolas son todas las lenguas de este país que habitamos los españoles hasta Finisterre. Hay razones para pensar que la Franja es el medio –y no el remedo– entre castellanos de Castilla y castlanes de Castlonia. De modo que el contencioso, de haberlo, no sería entre villanos sino entre burgueses de ambos lados. La hipótesis de Balari sobre la etimología de Catalunya no es en absoluto despreciable.
La Franja es un espacio de convivencia, de buena vecindad, bajo un mismo sol y con los pies en tierra, abierto. Quiero pensar que hospitalario, aquí y a la vez en todo: la quiero, es mi tierra. Y en ella y por ella estoy en el mundo. Por ella saldría a la calle. No para cerrar el paso a nadie, sino para tender puentes y la mano a todo el mundo. Amo la libertad y barrunto en mi tierra, respiro, un aire que sopla donde quiere, un espíritu libre. Nada que ver con el capricho, que es la libertad de las cabras. Ni con la real gana, ni siquiera con el derecho a decidir atribuido a los pueblos. Que no son los pueblos los que deciden, ni las personas en su nombre. Aquellos no son personas, sino supuestos: ídolos cuyo nombre usan en vano los ciudadanos. Y estos, las personas, los únicos que tienen derecho a decidir… responsablemente . ¡Y el deber! Salir a la calle es lo que piden en estos días los políticos del «Procés» desde las instituciones catalanas en nombre de Catalunya y en su defensa. Es una pasada que no va a ninguna parte. Si pudieran llevarse esa tierra como los caracoles la casa encima poco a poco al Pacífico, lo comprendería. Pero dado que no es posible, les digo que se entiendan con los vecinos y no pierdan el tiempo sacando los cuernos. Porque eso no es una salida, ni un derrotero: es una derrota. Y su apego a esta tierra –más que devoción– sólo es mala baba.
…dentro de los márgenes de la dialéctica política y también de la judicial, Iñaki!! pero con una salvedad, ahora, después de que el ministro del interior Josép Borrell afirmó ayer en la BBC que Cataluña es una Nación. Entonces yo pregunto ¿acaso los ciudadanos de una Nación no tienen derecho a votar? que nos lo diga!!
También dijo el ministro español que los políticos catalanes que están en la prisión deberían estar en libertad provisional. ¿Pues qué hace el fiscal?
Por otro lado, a la prensa española le fue muy bien abrir ayer las portadas con la onda expansiva de los “másters” pero lo dejo ahí ¿Que rumbo tomará la politica española ahora frente a más de un millón de catalanes manifestándose pacificamente por la Diagonal de Barcelona? y que se repite año tras año sin violencia y sin ni un papel al suelo?
Buenas preguntas, M. Luisa. Visto lo visto, no solo sino también en la última Diada, se está pidiendo a gritos una sabia respuesta política al anhelo soberanista de, en mi opinión, la parte más dinámica de la sociedad catalana. ¿Cuanto tiempo va a durar la ceguera de los poderes fácticos estatales, ante esta opción racional de una ciudadanía plural, sana y tan esquisitamente pacífica?.
Es triste decirlo, pero no anima demasiado el ver la deriva de las nuevas caras políticas, encaramadas al frente de los partidos políticos de implantación estatal.
En fin, una vez más, vivir para ver. La realidad es que sin una Cataluña próspera, lo más soberana posible dentro de una Europa Unida, el Estado español tiene poco futuro.
Magnífica lección, M. Luisa, doblemente buena por su brevedad y precisión. Del último párrafo retengo esta idea….”El anhelo soberanista es el resultado de una opción racional. No tiene nada que ver con un afán de separación y si con un afán de crecimiento para todos” .
Cataluña/La Catalogne, si no se le cortan las alas, será siempre una parte importante de La Europa Unida, dispuesta a ayudar a las zonas más deprimidas de la mencionada Unión.
Las personas intervinientes en los cuatro anteriores comentarios no sólo me son merecedores del máximo respeto, sino que además de seis años de trato habitual a través de Atrio (¡Dios, cómo pasa el tiempo!) he llegado a tener una relación de afecto. Tales cosas me obligan a limitar mis intervenciones en la discrepancia, especialmente en las cuestiones de sentimientos como es el sentir nacionalista excluyente, aquel que hace de sus respectivas nacionalidades una realidad otra, distinta y ajena al común sentir de españolidad.
Pero, es que la verdad me metéis en un brete. Por una parte la contribución que hacen los artículos propuestos por la Redacción, son para enjuiciarlos y comentarlos tanto en el asentimiento como en la discrepancia. Tales cosas logran que Atrio siendo un foro abierto.
Pero aquí me encuentro con algo de naturaleza distinta: Se pretende que el autor José Bada diga lo que no ha querido decir, y que además está en las antípodas de sus razonamientos. Creo que M. Luisa notó la incongruencia interpretativa sobre el derecho a percibir con el resto del texto.
Y es que el derecho a decidir (figura jurídica) está recogida en la Constitución como una cuestión de principio que le da su carácter democrático. Y, por si me apuráis más, sólo la nación española era el poder constituyente, la cual nación era previa a la Constitución. Las otras naciones que culturalmente tenían una existencia anterior fueron asimismo reconocidas en la Constitución. Nuestra Constitución de 1978, entrando en vigor, juridificó tales otras naciones.
El derecho de autodeterminación es otra figura jurídica que no tiene espacio en el ámbito español, ni en el Derecho Internacional para España. Los catalanes y catalanas españolistas son tan españoles como quienes abogan por la separación de España. Ése es el tal conflicto por encima del nacionalismo español centralista que estamos sufriendo como residuo del franquismo ideológico.
No te contestaran Iñaki.El nacionalismo español claramente supremacista se lo impide.
Me quedo con la frase…..“Las personas son las únicas que tienen derecho a decidir….responsablemente”.
Creo que las personas que conforman el conjunto de la ciudadanía catalana, en pleno siglo XXI, con su reconocido buen nivel cultural medio, son capaces de decidir responsablemente. Siendo esto así, me cuesta entender por qué se les niega, una y otra vez, desde el Estado español, su derecho a decidir.
Vamos a ver si algún alma caritativa me lo explica.
Iñaki.
Yo creo tener la respuesta, al menos a nivel personal me vale.
Esta lo que dice la Contitución española, por una parte. Por la otra el derecho a decidir de los pueblos según los derechos humanos. ¿A que hacemos caso?. Creo que a la mas elemental lógica democrática y la Carta Internacional de Derechos Humanos.
¿Por que la mayoría de españoles no admitirían un referéndum, “como Dios manda”?.
Fundamentalmente por el centralismo que hemos aprendido ya en la escuela, de corte francés. Y por “cuestiones económicas…”
En fin. Te explico lo que seguro tu ya sabes.
No, no me he olvidado, Iñaki! Ayer no me fue posible entrar.
Veo que te has quedado con lo mejorcito del escrito, la frase donde D. José reconoce el derecho a decidir de las personas. Aunque después, siguiendo el resto de la lectura parece ser que la frasecita queda como desmentida. Y no me extraña porque, sobre esta cuestión, el discurso socialista, aquí en Catalunya, en un principio, apoyaba ese derecho de la ciudadanía pero luego se retractó.
Como se sabe, ahora el gobierno socialista, más condescendiente que el anterior, propone votar, ¡muy democrático! Pero, nada de Referéndum, votar sí pero a otro Estatuto…cuando fueron ellos los que se cepillaron el anterior!
Tal despropósito muestra la carencia de sensibilidad política para reconocer la singularidad de Cataluña y es precisamente esta falta de sensibilidad que ha llevado a miles de ciudadanos (“cabras”, diría don José, no atribuyéndose a él sino a los demás esa alusión a la mala baba) a apostar por la independencia como única salida.
El anhelo soberanista no es fruto de ninguna manipulación de líderes sobre ciudadanos adoctrinados como algunos pretenden considerarlo, sino que ese anhelo más bien es el resultado de una opción racional que responde a una acumulación de fracasos que se arrastran desde lejos. Ni tampoco es afán de separación sino de crecimiento para todos!
Gracias, amigo! Un cordial saludo
¿De verdad aceptarían un referendun con preguntas claras y concisas, y aceptarían sus resultados?
Me cuesta creerles, dado que no tienen la mayoría entre ustedes. No soy nada nacionalista, ni saldría a la calle embuelta en ninguna bandera, (solo me cubriria con un signo de paz e igualdad) pero toda persona tiene derecho adecir lo que piensa sea de un lado u otro.
¿Asumirían de verdad el resultado?
m* pilar
Naturalmente, Pili, que se aceptaría el resultado del Referéndum si se llegase algún día a realizar. Los presidentes de la Generalitat, tanto el anterior Puigdemont como el actual Quim Torra, han repetido hasta la saciedad por activa y por pasiva que se respetaría el resultado como no podría ser de otra manera en una sociedad democrática.
Fíjate que, precisamente, por el otro lado ha sucedido lo contrario ya que el gobierno de la Generalitat anterior que ahora esta en la prisión, lo está por haber cumplido el mandato salido de las urnas.
La libertad que es la consigna de la Diada de este año, no fractura nunca! Es su ausencia la que separa!
Un abrazo!
Algún día, buena gente como M. Pilar y M. Luisa llegarán a entenderse al cien por cien. En ese momento se acabará con el desencuentro histórico entre Cataluña y Madrid.
Entre Catalunya y España. Los demás también existimos.
No te enfades amiga Carmen. Claro que si y además, en un aspecto concreto, estais de suerte. Por ejemplo, teneis garantizado el reconocimiento universal de vuestra identidad nacional. Esto es algo que nos falta, en cuanto a nuestro propio SER, a quienes seguimos dando la murga,….. por supuesto dentro de los márgenes de la dialéctica política.