Es de agradecer que Eloy manifieste que la lectura de algún artículo del último número de Iglesia Viva le haya ayudado a entender la trascendencia de un anónimo de altos vuelos aparecido hace poco en la prensa internacional. Pero sigo diciendo que lo más novedoso de este número está en el artículo de ese número La economía del don materno. AD.
Tengo noticia de que un grupo de banqueros y expertos del sector financiero, se reunieron, el 3 de Noviembre de 2017, en Nueva York, bajo la regla de Chathan House.
El hecho me llenó de asombro pues – ¡ignorante de mí! – no conocía la existencia ni el contenido de la dicha regla. Wikipedia la define así:
<< La Regla de Chatham House es un sistema para la celebración de debates y mesas redondas sobre temas controvertidos, el nombre proviene de la sede del Real Instituto de Asuntos Internacionales, también conocido como Chatham House, donde surgió la regla en junio de 1927 // La regla dispone que las personas que asisten a un seminario pueden discutir los resultados del seminario en el mundo exterior, pero no pueden discutir quien asistió o identificar lo que dijo un individuo específico. (…) //
En su última versión de 2002 la regla reza: <<Cuando una reunión, o una parte de una reunión, se convoca bajo la Regla de Chatham House (the “Chatham House Rule”), los participantes tienen el derecho de utilizar la información que reciben, pero no se puede revelar ni la identidad ni la afiliación del orador, ni de ningún otro participante >>
Si primero desconcertado, y más tarde preocupado, por la regla de “silencio” en torno a la citada reunión, más me preocupó, alteró y sorprendió lo poco que pude saber del contenido de la misma: los banqueros y expertos se inclinaban a acusar a las entidades reguladoras del sistema financiero (probablemente ellos dijeron “del mercado financiero”), es decir a los gobiernos y entidades reguladoras, de haberse sobrepasado en la regulación.
Los asistentes reclamaban así menor grado de regulación en su actividad económico-financiera y, consiguientemente, más “desregularización“. Y, además, señalando un culpable: el correspondiente ente público regulador. ¿Porqué? La causa alegada fueron los costes: Dicen que las normas de funcionamiento establecidas por las autoridades financieras y monetarias gubernamentales, (es decir, las regulaciones buscando mayor solvencia y efectividad económica del sistema financiero), les producen costes no soportables. Pero quizá la alusión a los costes no sea más que un “eufemismo” para referirse a una pérdida de negocio y la obtención de “menos beneficios“: los que se derivarían de la asunción de mayores riesgos y/o menos solvencia, caso de no existir las dichas normas reguladoras del sector.
La posible “autoregulación” del sector financiero parece que fue alguna de las soluciones aportadas. Pero, por experiencia sabemos, que la “autoregulación” del sistema financiero y de las instituciones que lo integran, si quiere cumplir sus fines sociales y éticos no parece posible. Y todos conocemos los ejemplos de lo que ha pasado con Bancos y Cajas de Ahorro en España.
Hoy muchas personas, aunque no sean expertas, conocen los efectos de la “desregulación” precisamente por sus nefastas consecuencias en la vida diaria, habiendo sido una de las causas de la crisis financiera de 2008, que comenzó a extenderse a partir de las llamadas “hipotecas subprime” (hipotecas de alto riesgo).
- LA CRISIS QUE NO CAYÓ DEL CIELO
Un aspecto de la actual crisis económica es la desinversión en el sector productivo y el desplazamiento de los capitales no invertidos en el sector productivo hacia los mercados financieros, por lo que estos alcanzaron un desarrollo vertiginoso. Así lo señala José Antonio Zamora, (Iglesia Viva nº 272, pág. 13) que añade:
<< Favorecidos por la desregulación dichos mercados produjeron sucesivas burbujas especulativas (…) La desregulación también contribuyó decisivamente a generar una presión crediticia volcada en posibilitar y forzar el consumo de las familias y los Estados (…) La crisis financiera del 2008 provocada por el hundimiento de los productos basura fruto de esta presión crediticia y representados por las “subprime” conduciría, por su parte, a una nueva crisis de sobreproducción. //
Pero esa crisis financiera no ha caído del cielo como un meteoro extraterrestre. Con el comienzo de la crisis de sobreacumulación en la década de 1870 se volvieron hegemónicas las doctrinas económicas que solemos aglutinar bajo el término de “neoliberales” (…) >>
Hablar de neoliberalismo y hablar de desregularización es hacer referencia a un mismo proceso que nos llevará, después de las oportunas burbujas y sufrimiento de los ciudadanos, a otra crisis.
Por otra parte Francisco Porcar (Iglesia Viva, nº 272, pág. 76) hace resalta la necesidad e importancia de poner a las personas en el centro de la vida económica y no la rentabilidad y el dinero:
<< Los derechos sociales corresponden a cada persona por el hecho de serlo. Sin embargo, en la lógica de la idolatría del dinero, los derechos sociales son vistos como un coste que hay que reducir y una oportunidad de negocio que hay que abrir en aras (…) de la rentabilidad“ (…) Nuestro modelo económico es contrario los derechos sociales. >>.
Gracias Eloy por tu articulo que produce escalofríos a los profanos y ascensos a los que se someten a la norma del silencio. Por. ejemplo De Guindos, cuyo pasado en Lehman Brothers le permitió incardinarse sigilosamente en España no ha tenido obstáculos para conseguir un interregno feliz en Europa.
La próxima vez que haya elecciones voy a tener que decir no voto porque no se lo suficiente. Procuraré aprender.
Con permiso. Dice George Steiner en “Pasión intacta” que en el aprendizaje de hoy la amnesia ha sido planificada.
Gracias Lola por tus comentarios siempre amables.
Y gracias a Alberto con esa frase para la reflexión: <>
Gracias Juan Garcia Caselles por recordarnos el peso de la economía real.
Pero no podemos olvidar como la practicas desregularizadas de las finanzas han podido contribuir a la sobreproducción y a la burbuja financiera.
Porque la vivienda se convirtió en elemento de especulación. No e compraba para vivir , sino para revender y especular. Y el ahorro de personas e instituciones no lo canalizaron las entidades financieras a las necesidades de la economía real sino a la especulación hipotecaria u otras similares
Gracias también a Oscar que nos recuerda Oscar Varela los paraísos fiscales.
No se si os habéis dado cuenta que ahora la tendencia parece ser que las instituciones financieras tratan de no asumir riesgos con sus inversiones, y suelen trasladar el riesgo al cliente pues no le remuneran el pasivo en cuanta corriente o a plazo, sino que le ofrecen “paquetes” de inversión en acciones o valores de diverso tipo, a cuenta y riesgo del depositante de fondos en la entidad.
Las entidades financieras asumen así menores riesgos en sus inversiones y se garantizan igualmente la rentabilidad.
Hola!
Tal vez convenga no perder de vista que
* la Gran Banca Anónima Mundial
(Financiera, por lo tanto,)
* son los PARAÍSOS FISCALES.
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Nota a seguir:
1- Estimo que correr a palazos detrás de esos Paraísos
– es bueno
– pero insuficiente.
2- Conviene advertir que eso “bueno” señalado
– muestra la “bronca”
– primer signo de que se está cambiando el Cuadrante.
3- Es tarea del “intelectual” la claridad de esa “bronquitis”.
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Nota sobre la Nota:
Creo que pondré un Comentario en el Post “Profeta” aventurando asimilarlo al Oficio-Profesión PERIODISTA (el “intelectual” de n/tiempo asociado a los “Destapes de los Ocultamientos”).
La crisis financiera fue consecuencia de la crisis de la economía real y no al revés, como pretenden hacernos tragar. Para verlo es necesario entender lo de las sub-prime.
Los préstamos a personas insolventes a altos tipos de interés (muy rentables) fueron posibles mientras el índice de revalorización de los inmuebles fue muy o bastante superior a los tipos de interés. Ejemplo: Se concede un préstamo del 100% del valor del inmueble con garantía hipotecaria al interés del 8% (que se sabe que no se podrá pagar) mientras los pisos se revalorizan al 17% anual. Al cabo de dos años la deuda del prestatario se habrá convertido en el 116,64%, pero al mismo tiempo el valor del inmueble sería del 136,89%. Se puede recobrar lo prestado y aún queda un margen para cubrir gastos y aumentar los beneficios.
Pero ocurrió que ya a mediados de 2.007 la economía real había entrado en crisis de sobreproducción, especialmente en el sector del automóvil, en el de los chismes electrónicos y, sobre todo, en el inmobiliario. Tan pronto como el precio de los inmuebles dejó de crecer y empezó a descender, las hipotecas sub-prime en las que los bancos se habían metido alegremente dejaron de ser rentables y de hecho se convirtieron en ruinosas. Los bancos alemanes, pongo por caso, presionaron a la Merkel para que el Gobierno español garantizara el pago de los muchos préstamos que tenían concedidos a las insensatas cajas de ahorro españolas para comprar paquetes de su-prime que ahora no valían ni para papel higiénico. Acordaos de la modificación de la Constitución y de Zapatero reuniéndose con los empresario a impulsos del rey.
De ahí la necesidad de sobreestimar el crack bancario para justificar el tremendo gasto de salvar a unas entidades prodigiosamente torpes y con ello agudizar la crisis ya existente y aprovecharla para rebajar en lo posible el nivel de vida de los currantes, permitiendo una acumulación de capital nunca antes vista en la Historia.
En resumen, la crisis que acabamos de pasar tuvo un componente estructural propio del capitalismo y otra parte más política de aprovechamiento de las circunstancias para mejorar el dominio de la burguesía mundial.
Hola ELOY!
Boaventura es creador de “Epistemologías del Sur”.
A él se le debe añadir al gran pensador mendocino de Argentina (que desarrolla su trabajo en Méjico) Enrique Dussel.
Y el que les hace pata (habiendo “pateado” los Continentes) el español Juan José Tamayo con su “Teologías del Sur“.
Abrazo!
Muchas gracias, Oscar.
Ya te he dicho que yo siempre aprendo algo de ti.
Un abrazo.
Hola Oscar.
He leído con atención el artículo de Boaventura de Sousa Santos el que das cuenta y facilitas texto. Supongo que tendré que leerlo alguna vez más para llegar a comprender mejor el planteamiento del texto aducido.
Coincido con algunas de las afirmaciones que hace el citado autor, como por ejemplo el valor que da a las ideas y al conocimiento “filosófico” (en sentido amplio) que no lo considera inane en la transformación del mundo frente a la afirmación de Marx de que “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.
Por otra parte me resulta atractiva la idea de que es preciso, lo que podríamos llamar “un nuevo paradigma”, y así dice de Sousa:
<< La construcción de una nueva comprensión del mundo será el resultado de un esfuerzo colectivo y de época, o sea, ocurrirá en el seno de una transformación paradigmática de la sociedad. La civilización capitalista, colonialista y patriarcal no tiene futuro, y su presente demuestra eso de tal modo que ella solo prevalece por la vía de la violencia, de la represión, de las guerras declaradas y no declaradas, del estado de excepción permanente, de la destrucción sin precedentes de lo que continúa asumiendo como recurso natural y, por tanto, disponible sin límites. Mi contribución personal a ese esfuerzo colectivo ha consistido en la formulación de lo que denomino “Epistemologías del Sur”. >>
Me parece entender que el “Sur de las Epistemologías” es un “no-lugar“, porque puede ser cualquier lugar y en cualquier tiempo. Eso no quiere decir que no exista, sino que existe y constituye una “situación circunstancial“, de carácter transversal. Dice de Sousa:
<< En mi concepción, el Sur no es un lugar geográfico, es una metáfora para designar los conocimientos construidos en las luchas de los oprimidos y excluidos contra las injusticias sistémicas causadas por el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado, siendo evidente que muchos de los que constituyen el Sur epistemológico vivieron y viven también en el Sur geográfico. Estos conocimientos nunca fueron reconocidos como aportes para una mejor comprensión del mundo por parte de los titulares del conocimiento erudito o académico, sea filosofía o ciencias sociales y humanas. Por eso, la exclusión de esos grupos fue radical, la exclusión resultante de una línea abisal que pasó a separar el mundo entre los plenamente humanos, donde “solo” es posible la explotación (la sociabilidad metropolitana), y el mundo de los subhumanos, poblaciones descartables donde son posibles la apropiación y la sobreexplotación (la sociabilidad colonial). Una línea y una división que prevalecen desde el siglo XVI hasta hoy. >>
Estimo que el Artículo “La nueva tesis once” Por Boaventura de Sousa Santos – Doctor en Sociología del Derecho. Profesor de las universidades de Coimbra (Portugal) y de Winsconsin-Madison (EE.UU.) va a la raíz histórica del callejón en que estamos encerados y de su posible salida.
https://www.pagina12.com.ar/96589-la-nueva-tesis-once
En 1845, Karl Marx escribió las célebres Tesis sobre Feuerbach. Escrito después de los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, el texto constituye una primera formulación de su propósito de construir una filosofía materialista centrada en la praxis transformadora, radicalmente distinta de la que entonces dominaba y de la que Ludwig Feuerbach era su máximo exponente. En la célebre tesis undécima, la más conocida, declara: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. El término “filósofos” se utiliza en un sentido amplio, como referencia a los productores de conocimiento erudito, pudiendo incluir hoy todo el conocimiento humanista y científico considerado fundamental, en contraposición al conocimiento aplicado.
A principios del siglo XXI esta tesis plantea dos problemas. El primero es que no es verdad que los filósofos se hayan dedicado a contemplar el mundo sin que su reflexión haya tenido algún impacto en la transformación del mundo. Y aunque eso haya ocurrido alguna vez, dejó de ocurrir con el surgimiento del capitalismo o, si queremos un término más amplio, con la emergencia de la modernidad occidental, sobre todo a partir del siglo XVI. Los estudios sobre sociología del conocimiento de los últimos cincuenta años han sido concluyentes en mostrar que las interpretaciones del mundo dominantes en una época dada son las que legitiman, posibilitan o facilitan las transformaciones sociales llevadas a cabo por las clases o grupos dominantes. El mejor ejemplo de ello es la concepción cartesiana de la dicotomía naturaleza-sociedad o naturaleza-humanidad. Concebir la naturaleza y la sociedad (o la humanidad) como dos entidades –dos sustancias en la terminología de Descartes– totalmente distintas e independientes una de otra, tal como sucede con la dicotomía cuerpo-alma, y construir sobre esa base todo un sistema filosófico es una innovación revolucionaria. Choca con el sentido común, pues no imaginamos ninguna actividad humana sin la participación de algún tipo de naturaleza, comenzando por la propia capacidad y actividad de imaginar, dado su componente cerebral, neurológico. Además, si los seres humanos tienen naturaleza –la naturaleza humana–, será difícil imaginar que esa naturaleza no tenga nada que ver con la naturaleza no humana. La concepción cartesiana tiene obviamente muchos antecedentes, desde los más antiguos del Antiguo Testamento (libro del Génesis) hasta los más recientes de su casi contemporáneo Francis Bacon, para quien la misión del ser humano es dominar la naturaleza. Pero fue Descartes quien confirió al dualismo la consistencia de todo un sistema filosófico.
El dualismo naturaleza-sociedad, en razón del cual la humanidad es algo totalmente independiente de la naturaleza y ésta es igualmente independiente de la sociedad, es de tal manera constitutivo de nuestra manera de pensar el mundo y de nuestra presencia e inserción en él que pensar de modo alternativo es casi imposible, por más que el sentido común nos reitere que nada de lo que somos, pensamos o hacemos puede dejar de contener en sí naturaleza. ¿Por qué entonces la prevalencia y casi evidencia, en los ámbitos científico y filosófico, de la separación total entre naturaleza y sociedad? Hoy está demostrado que esta separación, por más absurda que pueda parecer, fue una condición necesaria para la expansión del capitalismo. Sin tal concepción no habría sido posible conferir legitimidad a los principios de explotación y apropiación sin fin que guiaron la empresa capitalista desde el principio.
El dualismo contenía un principio de diferenciación jerárquica radical entre la superioridad de la humanidad/sociedad y la inferioridad de la naturaleza, una diferenciación radical que se basaba en una diferencia constitutiva, ontológica, inscrita en los planes de la creación divina. Esto permitió que, por un lado, la naturaleza se transformara en un recurso natural incondicionalmente disponible para la apropiación y la explotación del ser humano en beneficio exclusivo. Y, por otro, que todo lo que se considerara naturaleza pudiera ser objeto de apropiación en los mismos términos. Es decir, la naturaleza, en sentido amplio, abarcaba seres que, por estar tan cerca del mundo natural, no podían considerarse plenamente humanos. De este modo, se reconfiguró el racismo para significar la inferioridad natural de la raza negra y, por tanto, la “natural” conversión de los esclavos en mercancías. La apropiación pasó a ser la otra cara de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo. Lo mismo ocurrió con las mujeres al reconfigurarse su “inferioridad natural”, que venía de muy atrás, convirtiéndola en la condición de su apropiación y sobreexplotación, en este caso consistente en la apropiación del trabajo impago de las mujeres en el cuidado de la familia. Este trabajo, pese a ser tan productivo como el otro, convencionalmente fue considerado reproductivo para poder devaluarlo, una convención que el marxismo rechazó. Desde entonces, la idea de humanidad necesariamente pasó a coexistir con la idea de subhumanidad, la subhumanidad de los cuerpos racializados y sexualizados. Podemos, pues, concluir que la comprensión cartesiana del mundo estaba involucrada hasta la médula en la transformación capitalista, colonialista y patriarcal del mundo.
A la luz de esto, la tesis once sobre Feuerbach plantea un segundo problema. Es que para enfrentar los gravísimos problemas del mundo de hoy –los chocantes niveles de desigualdad social, la crisis ambiental y ecológica, el irreversible calentamiento global, la desertificación, la falta de agua potable, la desaparición de regiones costeras, los acontecimientos “naturales” extremos, etcétera– no es posible imaginar una práctica transformadora que resuelva estos problemas sin otra comprensión del mundo. Esa otra comprensión debe rescatar, a un nuevo nivel, el sentido común de la mutua interdependencia entre la humanidad/sociedad y la naturaleza; una comprensión que parta de la idea de que, en lugar de sustancias, hay relaciones entre la naturaleza humana y todas las otras naturalezas, que la naturaleza es inherente a la humanidad y que lo inverso es igualmente verdadero; y que es un contrasentido pensar que la naturaleza nos pertenece si no pensamos, de forma recíproca, que le pertenecemos a la naturaleza.
No será fácil. Contra la nueva comprensión y, por tanto, nueva transformación del mundo militan muchos intereses bien consolidados en las sociedades capitalistas, colonialistas y patriarcales en que vivimos. La construcción de una nueva comprensión del mundo será el resultado de un esfuerzo colectivo y de época, o sea, ocurrirá en el seno de una transformación paradigmática de la sociedad. La civilización capitalista, colonialista y patriarcal no tiene futuro, y su presente demuestra eso de tal modo que ella solo prevalece por la vía de la violencia, de la represión, de las guerras declaradas y no declaradas, del estado de excepción permanente, de la destrucción sin precedentes de lo que continúa asumiendo como recurso natural y, por tanto, disponible sin límites. Mi contribución personal a ese esfuerzo colectivo ha consistido en la formulación de lo que denomino “Epistemologías del Sur”.
En mi concepción, el Sur no es un lugar geográfico, es una metáfora para designar los conocimientos construidos en las luchas de los oprimidos y excluidos contra las injusticias sistémicas causadas por el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado, siendo evidente que muchos de los que constituyen el Sur epistemológico vivieron y viven también en el Sur geográfico. Estos conocimientos nunca fueron reconocidos como aportes para una mejor comprensión del mundo por parte de los titulares del conocimiento erudito o académico, sea filosofía o ciencias sociales y humanas. Por eso, la exclusión de esos grupos fue radical, la exclusión resultante de una línea abisal que pasó a separar el mundo entre los plenamente humanos, donde “solo” es posible la explotación (la sociabilidad metropolitana), y el mundo de los subhumanos, poblaciones descartables donde son posibles la apropiación y la sobreexplotación (la sociabilidad colonial). Una línea y una división que prevalecen desde el siglo XVI hasta hoy.
Las Epistemologías del Sur procuran rescatar los conocimientos producidos del otro lado de la línea abisal, del lado colonial de la exclusión, a fin de poder integrarlos en amplias ecologías de saberes donde podrán interactuar con los conocimientos científicos y filosóficos con miras a construir una nueva comprensión/transformación del mundo. Esos conocimientos –hasta ahora invisibilizados, ridiculizados, suprimidos– fueron producidos tanto por los trabajadores que lucharon contra la exclusión no abisal (zona metropolitana), como por las vastas poblaciones de cuerpos racializados y sexualizados en resistencia contra la exclusión abisal (zona colonial). Al centrarse particularmente en esta última zona, las Epistemologías del Sur prestan especial atención a los subhumanos, precisamente aquellos y aquellas que fueron considerados más próximos a la naturaleza. Los conocimientos producidos por esos grupos, pese a su inmensa diversidad, son extraños al dualismo cartesiano y, por el contrario, conciben a la naturaleza no humana como profundamente implicada en la vida social-humana, y viceversa. Como dicen los pueblos indígenas de las Américas: “La naturaleza no nos pertenece, nosotros pertenecemos a la naturaleza”. Los campesinos de todo el mundo no piensan de modo muy diferente. Y lo mismo sucede con grupos cada vez más vastos de jóvenes ecologistas urbanos en todo el mundo.
Esto significa que los grupos sociales más radicalmente excluidos por la sociedad capitalista, colonialista y patriarcal, muchos de los cuales fueron considerados residuos del pasado en vías de extinción o de blanqueamiento, son los que, desde el punto de vista de las Epistemologías del Sur, nos están mostrando una salida con futuro, un futuro digno de la humanidad y de todas las naturalezas humanas y no humanas que la componen. Al ser parte de un esfuerzo colectivo, las Epistemologías del Sur son un trabajo en curso y todavía embrionario. En mi caso, pienso que aún no alcancé a expresar toda la riqueza analítica y transformadora contenida en las Epistemologías del Sur que estoy proponiendo. He destacado que los tres modos principales de dominación moderna –clase (capitalismo), raza (racismo) y sexo (patriarcado)– actúan articuladamente y que esa articulación varía con el contexto social, histórico y cultural. Pero no he prestado suficiente atención al hecho de que este modo de dominación se asienta de tal manera en la dualidad sociedad/naturaleza que, sin la superación de esta dualidad, ninguna lucha de liberación podrá ser exitosa.
La nueva tesis once debería tener hoy una formulación del tipo: “Los filósofos, filósofas, cientistas sociales y humanistas deben colaborar con todos aquellos y aquellas que luchan contra la dominación en el sentido de crear formas de comprensión del mundo que hagan posibles prácticas de transformación que liberen conjuntamente al mundo humano y al mundo no humano”. Es mucho menos elegante que la undécima tesis original, es cierto, pero tal vez nos sea más útil.
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Como viene a decir George R. Porta la dicha “regla” parece ser la “ley del silencio”, tanto su comentario como el de Olga Larrazábal y los dos videos con la canción de la película “Cabaret” (Money, Money) que nos ofrece Oscar Varela, nos remiten a Quevedo en su
PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO.
Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Son sus padres principales,
Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son Reales.
Y pues es quien hace iguales
Al rico y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Es tanta su majestad,
Aunque son sus duelos hartos,
Que aun con estar hecho cuartos
No pierde su calidad.
Pero pues da autoridad
Al gañán y al jornalero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Más valen en cualquier tierra
(Mirad si es harto sagaz)
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.
Pues al natural destierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Sí ELOY!
Más aun cuando el Dinero es “circulante” y se avivaron de hacerlo circular a cada vez más velocidad: eso es lo “financiero” actual … o no tan actual, porque estimo que estos últimos ya están preparando otra crisis “financiera” post-bancaria.
Hay que acordarse siempre de la Regla de Oro que dice: El que tiene el Oro, hace las reglas.
Tal; parece que Mario Puzo se sirvió de esta regla en cualquier de sus versions para describir los mítines de las familias mafiosas de New York y New Jersey en los EE. UU. Seguramente las reuniones no públicas de Davos son por el estilo y las del Biderberg Group otro tanto. Todas tienen el común la distribución del poder. Imagino que los conclaves pequeños que preceden al Cónclave en el que se elige Papa sigan la misma regla y aún una version más estricta por nada puede ser revelado y nadie mencionados. Son cosas del poder y sus engendros.