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Mi parto es mío

esther-VivasEsther Vivas es de casa en ATRIO. Y nos ha enviado directamente este artículo que acaba publicar en PúblicoEnhorabuena, Esther, por ese parto y esa nueva criatura!

Antes de quedarme embarazada, nunca me había planteado cómo quería que fuese mi parto. A menudo, como mujeres, pensamos en si queremos o no tener hijos, qué implicaciones tendrá, de qué modo haremos compatible la maternidad con la vida personal y profesional. Como feministas reivindicamos el imprescindible derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, al aborto, a la conciliación, a repartir el trabajo de cuidados, a la igualdad. Sin embargo, creo, hay un derecho que se nos pasa por alto exigir: el de cómo queremos parir.

Parece que el parto es un mero trámite. Antes y después del mismo, levantamos la voz para reivindicar nuestros derechos, pero los ignoramos a menudo a la hora de dar a luz. No obstante, el parto no solo es un inevitable sino un momento crucial en nuestras vidas y la de aquellos que van a nacer. De aquí que una vez supe que iba a tener un hijo y me planté qué parto quería, no dejara de sorprenderme no solo cómo de olvidado teníamos dicho acontecimiento sino la poca importancia que le dábamos, tanto en lo personal como en lo colectivo.

El debate sobre el parto respetado es, tanto en espacios activistas como cotidianos, ese gran ignorado. Hablar del momento de parir significa referirse a un simple procedimiento, que en muchos casos, al menos por parte de amigas y conocidas, ha sido vivido con dolor y no pocas veces con angustia, miedo e impotencia, y no por el parto en sí sino por la alta intervención médica, a menudo evitable. No en vano, el alumbramiento es tratado en la mayoría de hospitales más como una operación quirúrgica que como un proceso natural.

Cesáreas programadas e innecesarias, oxitocina administrada antes de tiempo, separación injustificada de madre y bebé al nacer, partos inducidos arbitrariamente, mal suministro de la epidural, rotura no necesaria de la bolsa de aguas… por solo citar algunas de las prácticas vividas por amigas y conocidas. Todas ellas justificadas facultativamente porqué “era necesario para el bebé” o “no había otra opción”. ¿Seguro? A las madres, las “fuerzan” a creerlo y muchas, después del dolor, afirman que “al final todo se olvida”. Pero, ¿cuánto tiene que haber sufrido una madre para querer olvidar parte de un episodio tan importante como el parto de su bebé?.

Violencia contra mujeres y pequeños

Las estadísticas confirman estas experiencias que, desde mi punto de vista, solo pueden calificarse como violencia contra mujeres y pequeños. En el Estado español, en 2011, según datos del Ministerio de Sanidad, el número de cesáreas realizadas en hospitales públicos fue de un 21,88% sobre el total de los partos realizados. Se trata del doble del que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera justificable. En los hospitales privados, el porcentaje es aún más elevado. La episiotomía (incisión en la zona del periné para facilitar la salida del bebé) se realiza en torno al 43% de los partos vaginales (una cifra que alcanzaba el 89% en 1997) en la sanidad pública, mientras que en países como Suecia o Dinamarca solo se práctica entorno al 7% de los casos. Una intervención que a posteriori puede generar problemas sexuales, incontinencia urinaria, debilitamiento de los músculos perineales, etc. Pero, ¿a caso las mujeres aquí tenemos un periné distinto a las de otros países europeos? Claro que no.

El alto número de cesáreas y episiotomías son tan solo una muestra de las consecuencias que los partos altamente medicalizados en el Estado español tienen en madres e hijos. El sistema económico exige partos rápidos y “eficientes”, a costa del bienestar de la mujer y el pequeño. Evidentemente que si una cesárea o una episiotomía es necesaria, adelante. La intervención médica no es mala per se. Sin embargo, hoy el problema reside en que muchas de estas prácticas se realizan de forma rutinaria, siendo, en la mayoría de los casos evitables, como muestran las estadísticas de otros países y las recomendaciones de la OMS.

La capacidad de decidir de las mujeres a la hora de parir, parece, se queda a la puerta de quirófanos y hospitales. De ser protagonistas, pasamos a ser, en el mejor de los casos, espectadoras de un parto donde otros deciden por nosotras. Los deseos, las necesidades y las expectativas que tenemos no cuentan, e incluso a veces ni siquiera nos las planteamos… porque nadie nos ha preguntado. De aquí que muchos partos sean vividos de forma traumática.

A pesar de que en los últimos años se han dado mejoras significativas en la atención al parto en centros hospitalarios, con la erradicación de algunas prácticas, la concienciación de más profesionales y la aprobación de La Guía sobre la Atención al Parto Normal, por parte del Ministerio de Sanidad, y su aplicación en algunos hospitales, el total respeto a la voluntad de las parturientas está aún lejos de lo deseable. Aunque éste pueda variar en función del centro y/o de los profesionales.

Pero, ¿parir es cosa de médicos o de mujeres? Para mí, la respuesta es obvia. Sin embargo, durante décadas y aún en la actualidad nos han hecho creer que como mujeres no estamos preparadas para dar a luz por nosotras mismas, no podemos, no sabemos… y así, con el tiempo, nos han secuestrado el parto. La actitud paternalista, en muchos casos, nos inhibe como parturientas. Y la estrategia del miedo hace mella. Otra cara más del control patriarcal sobre el cuerpo de la mujer.

Parto en casa

No obstante, el parto es un derecho, donde la mujer y el pequeño deberíamos ser los auténticos protagonistas, y ante todo tiene que ser respetado. En los últimos años, una oleada de mujeres, organizadas en espacios y asociaciones varias, se han alzado reivindicando este derecho, porque el parto es nuestro.

Una de las opciones de parto que poco a poco se ha ido recuperando es la del parto en casa, donde la mujer es plenamente protagonista y su parto del todo respetado. Aunque el porcentaje sobre el conjunto de alumbramientos es muy bajo, un 0,2% del total, y el servicio público de salud ni siquiera contempla dicha opción, en 2013,según el Mapa del parto en casa en España, se llevaron a cabo una media de 800 partos planificados en el hogar, casi la mitad en Catalunya.

A pesar de que muchos tachan de “irresponsable” esta práctica, considero que se trata de una de las opciones de parir más seguras. Teniendo en cuenta, evidentemente, que el parto hospitalario es imprescindible en determinadas circunstancias de riesgo. En Gran Bretaña, el Instituto Nacional de Salud (NICE)publicó en 2014 un informe donde recomendaba el parto en casa atendido por comadronas en embarazos de bajo riesgo. Según dicho trabajo, las ventajas residían en una reducción drástica del número de cesáreas, episiotomías, inducciones y el uso de forceps y ventosas debidos a los partos altamente medicalizados en centros hospitalarios. A diferencia de aquí, en Gran Bretaña el parto en el hogar está cubierto por el sistema público de salud. En Holanda, el número de partos en casa es el más elevado de toda Europa, con un 20% del total, y son varios los informes que señalan que el porcentaje de complicaciones es inferior incluso al que se da en hospitales. Aunque es importante señalar, en estos tiempos neoliberales y privatizadores, que no se puede utilizar por parte de los gobiernos la demanda del parto en casa como una estrategia para recortar gastos en sanidad y que éste debe de incorporarse con plenas garantías en el sistema público de salud. De hecho, según la OMS es igual de recomendable un parto en el domicilio que uno en el hospital.

Yo parí en casa. Varias conocidas y profesionales me animaron a hacerlo. Finalmente consideré que esta era la opción más respetuosa y segura tanto conmigo como con el bebé. Solo es necesario ver las estadísticas y, como decíamos anteriormente, las dinámicas en otros países. El parto natural y, en particular, el parto en casa es una de las experiencias más intensas y únicas que puede vivir una mujer y con un vínculo más estrecho con su bebé. No se trata de sacralizar el parto, pero sí reivindicar este derecho y experiencia que nos han arrebatado.

Parir en casa no es cosa de “imprudentes”, “locas” e “insensatas” es una opción pensada, meditada y preparada. A menudo, más que un parto medicalizado en un hospital, donde a veces ni sabemos con qué nos vamos a encontrar. Muchos, algunos de buena fe otros no tanta, intentaran disuadirnos en este camino. La clave: una buena información, saber que puedes parir y estar bien acompañada, tanto de las personas que amas como de una buena comadrona con quien tengas plena confianza.

Quiero terminar por agradecer y dedicar este artículo a todas aquellas mujeres que me animaron a tirar adelante el parto en casa (comadronas, doulas, mujeres que así lo habían hecho, otras que así lo quieren hacer), y en particular a la comadronaBlanca Lainez, que me acompañó en el momento de parir, por su profesionalidad y cariño, y al increíble equipo de Cos cooperativa y su compromiso con el embarazo, el parto y la crianza consciente y natural.

Porque el parto es nuestro. Que no nos arrebaten este derecho.

12 comentarios

  • Manuel

    Perdona Luis pero no sé que tiene que ver el tema de la vida del niño y la preocupación porque sea ésta y no la muerte la que prevalezca (me imagino que también la de la madre) con el tema que nos ocupa.
    Lo que se está valorando, a mi parecer es, si el parto en la casa particular reúne o no las condiciones idóneas para garantizar tanto para madre como para el inminente neonato un nacimiento sin complicaciones, y que de darse inesperadamente éstas, se pudiesen afrontar  mejor con los medios que hoy están a nuestro alcance en un hospital.
    Algunos opinan que sí y otros opinamos que no
    Ahora bien, hombre, que Jesús nació en su casa pues, sin desmerecer las condiciones en las que hubo que parir (como la de todas las palestinas de su época) su madre, la verdad que ese ha sido el procedimiento habitual en todo el orbe hasta “anteayer”.
    Y que una madre elija ser atendida en un hospital a la hora de parir, lo hace con la misma preocupación por salvaguardar la vida de su hijo (y de paso, no se te olvide, la de ella también llegado el caso) que la que opta por una matrona en su casa.

  • No olvidar que Jesús salió del vientre de Maria, en SU casa. Por supuesto que esto no es modelo para estos tiempos.
    De todo el comentario, lo que más se resalta es la gran preocupación de salvaguardar la vida del niño (a). Es decir, la MUERTE nunca prevalecerá sobre la vida.

  • Manuel

    Gracias al Equipo Atrio por vuestra consideración.

  • Equipo Atrio

    Tienes razón, Manuel. He visto que Esther no tiene comentarios en su blog de Público. En su twitter lo referenció, pero no ha sido retuiteado ni comentado casi.

    Conocí a Esther a través de Teresa Forcades y le pedimos algún artículo para Iglesia Viva. Aquí hemos publicado ya algún otro y ella quedó complacida por ello y, desde entonces, me envía directamente sus escritos.

    Está especializada en temas de alimentación. Pero éste me gustó especialmente pues me hizo recordar los planteamientos hechos con mi pareja hace veintitrés años. Lo de parir en casa lo considero una opción que necesita, sin embargo, disponer de una buena matrona y tener todo preparado para acceso urgente a médico y a hospital si hay complicación. Es una opción que no todos pueden hacerlo con garantías.

    Pero en lo que tiene razón es que en algunas instituciones se toma ya la epidural e incluso la cesárea como primera opción, privando a muchas madres de la experiencia de un parto natural. Porque me pareció interesante el tema y por haber hecho dos veces, con total entrega, la preparación al parto y haber asistido-participado a los dos, consideré que era un tema para todos. Si Esther tiene tiempo y ganas de participar, estupendo. Pero si no, yo le estoy muy agradecido por la manera como ha expresado y titulado este tema del propio parto.

  • Manuel

    No tengo muy claro si cualquier lector a la hora de hacer una observación, una matización, o un cuestionamiento de fondo a una aportación de un determinado autor, están éstos o no impelidos, a responder a quienes contraponen con sus opiniones, las posiciones de sus ideas expuestas por parte del colaborador en cuestión.
    Compruebo muchas veces pasmado, cómo el protagonista del articulo se limita a difundir su trabajo mientras que quienes participan a opinar sobre el mismo asumen, unos el papel apologético y otros, los que disienten de su contenido dándose curiosamente la situación, en la que se produce una diatriba fervorosa y en la que el responsable del artículo permanece de forma ostentosa totalmente enmudecido.
    ¿Por qué? ¿Por qué no descienden desde lo alto de su atalaya y bajan al coso a debatir o a esclarecer?
    Posiblemente no tendrán tiempo o no merecerá la pena aclarar nada a nadie.
    Sea por lo que sea, sencillamente para mí, es una actitud incomprensible.

  • Manuel

    ¿Doulas? Pero ¿se es consciente de la crítica que el Colegio de Enfermeros ha llevado a cabo sobre ese colectivo?
    Esther Vivas adosa a la agricultura, llámese “ecológica”, como natural y el parto en casa, como natural. No me extrañaría que se presentase objeciones a las vacunas, y lo natural fuese, no vacunarse como consecuentemente un núcleo de seguidores de las medicinas alternativas, están promoviendo insistentemente.
    Simpatizante de estas opciones “naturales” están de acuerdo con los efectos sanadores de la reflexología, homeopatía y la acupuntura. También defiende el poder de curación de las flores del Dr. Bach, de la terapia menstrual o la quiromancia.
    A saber, que otras cosas nos hará descubrir Esther
     

  • George R Porta

     
    La medicina gineco-obstétrica tiene su historia negra como todo. A medida que ha ido adquiriendo pericia y efectividad como lo ha hecho a base de practicar y de practicar en mujeres y recién nacidos/as no pocas veces posponiendo el derecho a la preservación de la dignidad humana para priorizar el avance técnico, ha cometido muchos atropellos. Incluyo la historia de la industria farmacéutica en ello y no solamente por aquella historia de medicamentos que causaban defectos fetales permanentes. En el campo de la ginecología oncológica la historia es igualmente pésima en muchos aspectos.

    Las normas éticas universales de la práctica médica y los servicios de salud incluye estos principios fundamentales, tres positivos y uno negativo entre otros: Causar la mejoría más efectiva e inmediata; hacerlo del modo menos invasivo y/o contaminante posible; ser costeable para el paciente y, además: No causar daño o perjuicio al paciente.
     
    El parto implica una situación médica riesgosa y que puede tornarse letal y por lo tanto está sujeto médicamente al cumplimiento de esos principios éticos. El dolor y los riesgos que implica puede ser tan grande a los ojos de los hombres que los machistas que parecen haber redactado los textos bíblicos, no vacilaron en presentarlo como un castigo de la divinidad (masculina) contra la mujer porque la Eva de la leyenda etiológica había sido sediciosa para pérdida del infeliz y romántico Adán.
     
    Un impulso decisivo a la legalización y perfeccionamiento de la cirugía cesárea fue la legalización del uso de anestésicos por la aplicación desde 1842 en los EE UU del éter etílico. La imperial Victoria de Inglaterra consintió en usarlo en sus partos segundo y tercero (Leopoldo en 1853 y Beatriz in 1857) para evadir la dolorosa experiencia del primero. Como Jefa de la Iglesia Inglesa abolió la aplicación obligatoria del mandato bíblico de “parir con dolor” con o sin tomar en cuenta el pecado de Eva.  
     
    Al consentir en utilizar ella misma una variante menos dolorosa del alumbramiento abrió el camino final a la legalización y el perfeccionamiento de la cirugía cesárea, desde luego en beneficio de quien pudiera costearla, pero de cualquier modo un avance en cirugía porque la profesión médica siempre ha tenido su dimensión comercial.
     
    Nada puede restar importancia a los derechos médicos fundamentales del paciente y en este caso de la mujer a cualquier método de parto que sea éticamente aconsejable, incluyendo la metodología de preparación para disminuir o eliminar el dolor, la asistencia de una comadrona debidamente entrenada y experimentada, y la compañía y apoyo del padre de su criatura. Los riesgos del uso de Matronas o Comadronas se debían a los pocos conocimientos sobre la sepsis bacteriana, la necesidad de la asepsia por parte del agente de salud incluyendo los médicos graduados y la tardanza en llegar a los métodos de esterilización del instrumental (incluyendo las manos, delantales, etc.) y de los antibióticos.
     
    Nada sugiere que muchas mujeres puedan beneficiarse de la desmedicalización excesiva e injustificada de la obstetricia, como con todo, provisto que se cumplas las necesarias condiciones que requiera la salvaguarda del mejor interés de la parturienta de la/s criatura/s por nacer.

  • Javier Pelaez

    No es lo mismo plantar una alcachofa que traer un hijo al mundo…

  • Javier Pelaez

    Completamente desaconsejable el parto a domicilio que aquí está patrocinando por un ginecólogo francés,pero que evidentemente en cuanto haya una dificultad hay que llamar al SUMMA 112-en Madrid-.

  • George R Porta

    Alguien sabe cuántas mujeres practican hoy día obstetrician y ginecología en España? Esta/s especialidad/es están muy vinculadas a la cirugía o a procedimientos quirúrgicos y tradicionalmente la mujer Española escogía menos las especializaciones quirúrgicas hasta 2010.

    Alguien sabe cuántas mujeres están hot día especializándose en cualquiera de las sub-ramas de medicina obstétrico-ginecológica?

    Según  SEGO (Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia) en España hay, ahora, un deficit de Comadronas, en las autonomías general, y en 2015 todavía habrá un deficit en esa rama de la Medicina. Alguien sabe por qué hay un deficit? Los estudios son menos costosos si la comadrona es enfermera y en enfermería, la mayoría practicante son mujeres y obviamente es un campo en demanda porque si se sabe/estima un deficit es porque se conoce el volume de demanda.

    Para poder entrar en el sitio de SEGO tengo que ser professional de la Medicina o estudiante de España o la UE y pagar la correspondiente subscripción, por eso pregunto y no busco directamente. Gracias.

    También fuera interesante saber cuál es la demanda que en España tiene una segunda opinion cuando el paciente no desea consentir de inmediato al procedimiento indicado, y el uso que hacen de ese derecho los/las pacientes, en general, en España, sobre todo en Ginecología y Obstetricia.  

  • olga larrazabal

    Si Ester, hasta cierto punto tienes razón.  Pero, como ser en mi caso, estaba destinada a morirme en mi primer parto si no hubiera habido intervención, o mi hijo tener sufrimiento fetal si se hubiera prolongado el tiempo de espera.  Y eso no se sabe hasta que sucede,  Y cuando sucede, ya no tiene reparación.  Entonces las madres que quieren parir en el hogar, tienen que ser monitoreadas por alguien que sea capaz de discernir si es necesario llevarlas a un centro asistencial antes que sea tarde y que ese centro asistencial tenga médicos y pabellón a disposición.
    Por el hecho de ser intervenida después de 42 horas de haber roto aguas, tuve que quedarme 1 semana en la Clínica y me bombardearon con antibióticos.  Me explicaba un médico que actualmente las bacterias se han hecho tan poco sensibles a los antibióticos, que la espera es muy corta.
    Nuestra experiencia familiar en el tema es un poco más complicada.
    Me alegro que tu parto haya sido normal y como querías.
    Saludos,
     

  • Javier Pelaez

    Es cierto la afirmación de Wyoming en el Intermedio de que el debate sobre el derecho al aborto es absurdo porque la Ley de Aido/ZP habla del “derecho a la la maternidad libremente decidida”-art.3.2-,es decir,habla de la “libertad de abortar” a saber nadie es coaccionado a abortar,nadie es sancionado por abortar…Si el PP no está de acuerdo con esto es que no sabe en que país vive…