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Una molesta pregunta de Hans Küng: ¿Morir feliz?

Juanjo

Juanjo Bosch Sintes, canario, ingeniero y alto funcionario del Estado ya jubilado, residente en Madrid, coetáneo mío, católico decepcionado, seguía y apoyaba ATRIO desde hace años. Hay aparece por primera vez en ATRIO para hablarnos de un libro que ha dado ya titulares antes de traducirso. Él ya lo ha leído ya en alemán y nos expone su controvertido contenido con rigor y respeto a la figura del gran teólogo Hans Küng. Al final de su artículo publicamos la referencia al libro y su índice. ¡Bienvenido, Juanjo!

Glücklich sterben? o en su traducción literal en castellano ¿Morir feliz? es el último libro del siempre polémico teólogo cristiano y profesor Hans Küng.

Hans Küng, nacido en Sursee (Lucerna,Suiza) el 19 de marzo de1928, ha publicado cerca de cuarenta libros de teología muy conocidos y casi siempre polémicos lo que le ha llevado a la suspensión por parte de la Iglesia de la enseñanza de Teología en centros católicos pero no a dejar de ser sacerdote católico en activo ya que ni su obispo ni la Santa Sede le han secularizado.

Son sin embargo bien conocidos los encontronazos que como profesor y teólogo ha tenido frecuentemente con la Iglesia y Curia Romanas en casi todas sus publicaciones. Porque Hans Küng ha sido un defensor a ultranza del aggiornamiento de la Iglesia Católica tal como lo defendieron en su día el Papa Juan XXIII y el Concilio Vaticano II. No tuvo, por lo tanto, la simpatía de Juan Pablo II ni de su sucesor Benedicto XVI de quien había sido amigo en los años sesenta al coincidir como profesores en la Universidad de Tubinga. Sin embargo, últimamente, ya retirado Ratzinger han tenido ambos en Roma un cordial encuentro en el que, al parecer, se evitaron los temas polémicos

Hans Küng padece a sus 86 años de un Parkinson creciente así como de una degeneración macular también en aumento. Esta disminución de sus facultades personales le ha llevado a escribir éste su último libro no sin algunas dificultades de última hora con la Editorial muniquesa Piper a raíz de un agravamiento de su enfermedad de Parkinson en junio de este año, felizmente superado, lo que le ha llevado a dedicar el libro y a terminarlo en su Postscriptum con el “agradecimiento a sus médicos, terapeutas, cuidadores y a todos aquellos que le han asistido”.

El tema, dicho claramente en el profundo sentido de la palabra griega, es el de la eutanasia, esto es una muerte buena, digna, leve, hermosa o feliz. Este sentido ha sido recogido también claramente por el diccionario de la R.A.E. en sus dos acepciones de: “Muerte sin sufrimiento físico” y “Acortamiento voluntario de la vida de quien sufre una enfermedad incurable para poner fin a sus sufrimientos”. Este tema ha sido una preocupación constante de Hans Küng en sus últimos años y a él ha dedicado en los noventa un libro “Morir dignamente” en colaboración con su amigo Walter Jens y un capítulo del tercer libro de sus memorias “Erlebte Menschlichkeit o Humanidad vivida” aún no publicado en español.

Su tesis, desde su profunda fe en el Dios de Jesús y en la vida eterna, dicho brevemente, es que Dios, ciertamente, nos da la vida pero que el hombre –toda persona– es responsable de ella a lo largo de toda su vida y también de su muerte cuando se dan ciertas circunstancias que permitan adoptar esa decisión consciente y responsablemente. Y es que Dios en su bondad quiere siempre para el hombre la felicidad que éste ha de procurarse justamente con arreglo a los principios ético-morales a los que también Hans Küng ha dedicado muchos esfuerzos en favor de una Ética Mundial.

El tema de la eutanasia o de la muerte feliz, digna… es, sin embargo, un tema siempre polémico, sobre todo en Alemania después de las ejecuciones masivas hitlerianas de la Segunda Guerra Mundial. Polémico también por su posible mal uso, principalmente por terceros.

Escuetamente, el uso y la defensa que hace Hans Küng de la eutanasia es el del derecho de todo hombre, creyente o no, a disponer de su vida cuando sus condiciones vitales sean tan precarias que no pueda vivir una vida que pueda llamarse razonablemente humana, es decir en condiciones de salud tan malas que los sufrimientos o las condiciones vegetativas derivadas de un alargamiento artificial de la vida hagan considerar razonablemente que ese paciente no merezca ya el nombre de persona.

Las dificultades principales para un correcto y responsable uso de la eutanasia vienen, a juicio de Hans Küng derivadas de la no adaptación a las actuales circunstancias de la sociedad en que vivimos, principalmente en dos ámbitos: el jurídico y sobre todo el religioso. Se queja el autor, en efecto, de la insuficiente regulación jurídica y del atraso en su adaptación a las circunstancias actuales de las religiones cristianas, la protestante y, en particular la católica.

Sin embargo defiende, en general, la actuación médica y su creciente adaptación a técnicas paliativas del dolor a medida que los avances actuales producen el alargamiento de la vida con sus inevitables secuencias de sufrimiento y de aumento de demencias. Está a favor de la política de residencias para enfermos terminales donde estos puedan morir en un ambiente lleno de comprensión y cariño en presencia y con participación de sus seres más queridos. Alaba también la presencia de movimientos de ayuda a morir dignamente como EXIT o la Sociedad Alemana por la Muerte Humana (DGHS), por la que ha sido premiado, así como la política de ciertos Estados como Suiza, Bélgica, Holanda u Oregón en Estados Unidos.

En definitiva, desde su larga experiencia vital y desde su profunda fe en el Dios de Jesús, en el Abba amantísimo , Küng cree que el cristiano creyente debe vivir su propia cruz, pero no a imitación de Jesús, como mantiene la doctrina más tradicional cristiana de aceptación del sufrimiento, sino como correlación o correspondencia, es decir, en sus propias palabras: “El reto del seguimiento de la cruz es éste: cargar cada uno con su propia cruz, colocarse en el riesgo de su propia situación y, a pesar de la inseguridad del futuro, marchar por su propio camino”.

Según el autor, pues, la tarea de todo cristiano en el mundo actual es luchar contra el sufrimiento, la pobreza, el hambre, las desigualdades sociales, la enfermedad y la muerte. Por ello no hay que buscar el sufrimiento sino soportarlo, pero no sólo soportarlo sino luchar contra él. Seguir la propia cruz y la ayuda a morir, consecuentemente, no son para él términos excluyentes.

Al respecto cita elogiosamente el libro del filósofo español de la Universidad Complutense de Madrid Antonio Monclús “La Eutanasia, una Opción Cristiana” (Madrid 2010) y con él la esperanza de constatar la existencia de distintas corrientes cristianas opuestas a la inamovible e inveterada opción de la Iglesia oficial de considerar todo tipo de eutanasia como crimen y pecado, lo que ha llevado a considerar este tema, incluso socialmente, como tabú.

En consecuencia según su punto de vista su compromiso por una muerte digna y con ayuda es un asunto totalmente personal; no es tema de otros, sea la Fundación de Ética Mundial o el Instituto de Ética Mundial. Y continúa: “Estoy convencido de hablar en nombre de muchas personas que buscan para su muerte una ayuda responsable… Pero ninguna ayuda a morir es aceptable si va en contra de los principios básicos de una Ética Mundial. Tanto la regla de humanidad como la regla de oro de subordinarlo todo al mantenimiento de la reciprocidad y al respeto por la vida.”

Y termina el libro con una bella oración de alabanza a Dios de la que reproduzco sólo la última estrofa:

Así, pues, pongo también, sereno y confiado, mi futuro en tus manos.

Sean muchos años o pocas semanas

Me alegro por cada nuevo día que me regalas,

Y abandono en ti, lleno de plena confianza y sin preocupación

Ni miedo, todo aquello que aun me aguarda.

Pues tú eres el principio de todo principio

Y el centro de todo centro

Y también el fin de todo fin

Y la meta de toda meta.

Te doy gracias, mi Dios,

Porque eres siempre amigo

Y tu bondad dura eternamente.

Amén. Así sea.

HANS KÜNG

GLÜCKLICH STERBEN? (¿Morir Feliz?)

Editorial Piper, Munich, septiembre 2014

Índice

Un prólogo personal

Introducción: ¿Puede ser feliz la muerte?

Conversación con Anne Will

De la felicidad de la contradicción

Primeras reacciones

Premio Especial Arthur Koestler 2013 de la Sociedad Alemana por la Muerte Humana (DGHS)

1.    Laudatio del Prof. Dr.Dr. h.c. Dieter Birnbacher

2.    Discurso de agradecimiento de Hans Küng

Clarificación y Profundización

1.    Vivencias clave

1.1.                Mi hermano Georg

1.2.                Vivencias cercanas a la muerte: Elisabeth Kübler Ross

1.3.                El amigo perdido: Walter Jens

2.    Normas médico-éticas

2.1.                Por una ética de la Humanidad

2.2.                ¿Cuál debe ser la norma básica de la práctica médica?

2.3.                ¿Qué significa para el hombre de hoy cuidado humanitario (asistencia social)?

2.4.                ¿Puede practicarse hoy la humanidad sin religión alguna?

2.5.                ¿Puede la religión servir de base para una medicina humanitaria?

2.6.                Ayudar a morir y ética mundial

3.    El esfuerzo por una muerte digna

3.1.                Uso y límites de la medicina paliativa

3.2.                Sí a las residencias (hospicios)

3.3.                ¿Entregados al morbo del Alzheimer?

3.4.                ¿Dieta para morir?

4.    ¿Qué ayuda para morir?

4.1.                La eutanasia obligatoria es asesinato

4.2.                La ayuda a morir generalmente aceptada

4.3.                Acortamiento de la vida para aliviar sufrimiento

4.4.                La debatida ayuda a morir

4.5.                Zona gris entre ayuda a morir pasiva y activa

4.6.                Acabar con la inseguridad jurídica

5.    Responsabilidad propia también para el morir

5.1.                Don de Dios y a la vez tarea del hombre

5.2.                Autodeterminación también al final de la vida

5.3.                Respetar la voluntad del paciente

5.4.                Suministro a pacientes con obligación jurídica

5.5.                Práctica médica en interés del enfermo

5.6.                ¿Ayuda a morir organizada?

5.7.                Liberalizar la muerte libre por ancianidad

6.    Cambio de paradigma en la consideración de la vida humana

6.1.                Cambio de visión del comienzo de la vida humana individual

6.2.                Cambio de visión del fin de la vida humana individual

6.3.                El alargamiento de la vida plantea nuevas cuestiones

6.4.                Drástico aumento de las enfermedades mentales – reto para la sociedad y la política

7.    La dimensión religiosa de la muerte

7.1.                La posibilidad de un no a la vida eterna

7.2.                Un sí fundamentado a la vida eterna

7.3.                ¿Creer en el Infierno?

7.4.                ¿Soñar en el Cielo?

7.5.                Confianza responsable

7.6.                La persona finita va hacia el infinito: la felicidad eterna

8.    La muerte auto determinada – ¿no cristiana?

8.1.                Sostenidos por Dios en la muerte

8.2.                La consecuencia no es una imitación de Cristo

8.3.                Doctrina cristiana y práctica cristiana

8.4.                Oración

Postscriptum por motivos actuales

8 comentarios

  • oscar varela

    Hola!
     
    No conozco el Libro de Küng pero observo que el Índice trae algunos indicios donde enmarcar mi reflexión. P.e.:
    *Un prólogo personal;
    * 1.    Vivencias clave
    — 1.1.                Mi hermano Georg
    — 1.2.                Vivencias cercanas a la muerte: Elisabeth Kübler Ross
    — 1.3.                El amigo perdido: Walter Jens
    (y al final)
    * Postscriptum por motivos actuales
    ………………………
     
    Me pregunto si estoy ante un Texto “temático” o “vivencial”.
    ¿Se pregunta Küng por “LA Muerte” o a partir de “SU Muerte”?
     
    NOTA solamente interesante, nada más: En el ideoma alemán hay dos términos para señalar esta diferencia: “existentielle” (temático) y “existenzielle” (vivencial). Esta diferencia no la encontramos en el vocablo castellano “existencial”.
    …………………..
     
    Por lo que he venido diciendo en mi Comentario anterior, la Muerte solo puede hacerse presente en la vida del humano a modo de “Constructo”, de “Modelo”, de “SIMULACRO”.
     
    NOTA: véase lo que charlaba con Isidoro en el Taller sobre la Compu. La exorbitante “novedad” de la Compu como “SIMULADOR” es que nos abre el acceso a tocar-sentir-modelar nuestra intimidad, radicalmente “simuladora-protagónico teatral”.
    ……………………
     
    Yo lo he intentado varias veces, ya que me voy viendo más cerca del Arpa que de la Guitarra. Creo que casi nunca pude sentir-verme “muerto”; o si lo logré no me significó nada instructivo. Sin embargo lo que es más arriesgado y tal vez escalofriante (o no tanto) es la de armar un Modelo (simularlo) el de un Mundo donde yo ya no esté (al estar “muerto”) ¿Cómo es ese Mundo “¡SIN MÍ!? Asistir a un Mundo donde hay y pasan cosas que ¡¡¡ME LAS ESTOY PERDIENDO!!!; ¡Un Mundo donde ya se me ha cerrado para siempre la caricia y la opinión!
     
    ¿Qué joda no?
     
     
    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • oscar varela

    Hola!
     
    Ni MI MUERTE ni MI NACIMIENTO están DENTRO de MI VIDA, sino FUERA de ella.
    Cuando se dan esos aconteceres Yo no estoy; a lo sumo solo como que “estuve” o “estaré”, según cuento contado o a contar respectivamente por otros en los cuales yo solo “toco de oídas nada más”; e.d., “lo que cuentan y me cuentan”; una “fábula”, en fin.
     
    Pero, si bien no estoy en mi muerte, ella me está pre-vista. Y por ello hay necesariamente -como todo en la vida humana- una estética de la dignidad según el Cuadro de lo que he venido siendo – andando.
     
    En cierta manera es el Martirio (Testimonio de uno para consigo mismo) la última justificación y soporte de cualquier ética.
     
    Pero bien que la Vida humana se realiza “en soledad” (nadie puede hacer la vida por otro) se ha de decir que la vida no la realizamos “solos”. Ya desde el inicio la hemos recibido de “otros”.
     
    Entonces, pienso que las preparaciones a la Muerte (eu-tanasias) tienen una dimensión “social”; e.d., que la Sociedad la considere y la consense en sus diversos andamiajes; p.e. el jurídico.
     
    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • Creo que la frase “tabú” es irónica, porque la muerte es una REALIDAD existencial.
    Todos tenemos que morir de alguna manera, unos más pronto y otros menos lento, pero TODOS algún día en la hora del reloj, estaremos ante Dios.
    No encuentro ninguna comparación entre  la muerte humana y la de un insecto o la de un animal. El problema es, que hay “detrás” de la muerte. ¿Nada? ¿Oscuridad eterna? ¿La no existencia para toda la eternidad? ¿Nunca más volveremos a vivir? ¿Es sólo esta vida? ¿La única para el hombre? ¿Volveremos a vivir como hemos vivido en la tierra? Después de la muerte ¿Jamás existiré? ¿Eso es todo? Después de la muerte ¿me encontraré con Gonzalo Haya?
    En lo personal, al menos tengo una esperanza, si Cristo no ha resucitado, vana ha sido mi existencia, entonces “comamos y bebamos que mañana moriremos” (cita de San Pablo).
    Que el Señor nos pille confesados.
     

  • Gonzalo Haya

    Creo que la muerte es un tabú que no nos atrevemos a analizar con imparcialidad. La lógica de este resumen del libro me lleva a que si el sufrimiento es inútil, lo normal es suprimirlo; no hay ningún motivo humano para sufrir inútilmente. Tampoco tenemos por qué suponer ningún motivo divino para ello. Una administración lógica de nuestra vida sería abandonarla cuando ya no resulta realmente humana. Sin embargo la última frase de este resumen me parece influenciada por el temor a romper el tabú: “Pero ninguna ayuda a morir es aceptable si va en contra de los principios básicos de una Ética Mundial. Tanto la regla de humanidad como la regla de oro de subordinarlo todo al mantenimiento de la reciprocidad y al respeto por la vida”. Quizás la solución racional se enfrenta al instinto de conservación enraizado en el profundo estrato reptiliano de nuestro cerebro. ¿Cuál debe prevalecer? Reconozco que yo ahora no me atrevería a solicitar la eutanasia -tampoco estoy sufriendo ninguna disminución- pero no trataría de disuadir a quien la pidiera en esas condiciones.

  • mª pilar

    Cuando el momento de la partida está a la vista… Creo que el silencio y la gratitud, es la mejor postura.

    Oraciones tan largas y complicadas, llenas de confidencias personales, para mí, sobran.

    La vida vivida (y en el caso de estas personas mundialmente conocidas) habrá dejado muestras de su calidad humana; no hay porque preocuparse.

    Si de verdad se confía en el Dios de Jesús, todo está en paz; cada cual siempre es responsable de sus actos y opciones, solo esperar el momento sin dejar que la persona se deteriore hasta límites insoportables.
     

    Si es el amor  lo que ha jalonado sus vidas, todo está en orden; toda persona tiene debilidades;  si a lo largo de la vida se han ido poniendo en orden, no hay nada que temer, todo está consumado, asumido, aceptado, ofrecido, entregado.

    Creo que el último libro de Hans Küng, cuando llegue por estos lares, será de obliga lectura; rezuma a,  esencia de toda una vida, centrada en el momento que tanto temen la mayoría de los humanos.
     
    Ello, enciende el deseo de compartir quizá, lo más rico de su existencia.

    ¿Se sabe cuándo estará a la venta?

    ¡Gracias por este tema!
    mª pilar

  • La enhorabuena, Juan José y gracias por tu adelanto en el resumen del libro del admirado teólogo Hans Küng. Espero con ansiedad leerlo en español, no tengo la dicha trabajada de saber alemán, como tú, querido amigo.
    Celebro que te adelantes a la divulgación, ya que esa ventana de actualidades hacia el mundo real, nunca cerrada por el teólogo y que tantos “refriados” ha causado en su vida y, por contra, tanto ha iluminado al mundo actual su teología aplicada al momento.
    ¡Cuánto hemos hablado tú y yo acerca del poder humano sobre las conciencias, atribuido (ese poder) a Dios, cuando solo es una creatividad para oprimir al prójimo. Ese poder económico, político, social que dicta normas en nombre des Ser Supremo las hace pasar por reglas éticas, según convenga. Mientras niegan la eutanasia, ejecutan la pena de muerte, potencian los conflictos armados y atribuyen a ese mismo Dios, las excepciones de conveniencia.

    Es hora de ser honestos y dar a Dios lo que es de Dios y al Cesar…
    Me ratifico en esos `principios teológicos que afirman que la vida la da y la recibe Dios, pero la administramos los hombres. Abrazos.

  • Román Díaz Ayala

    Pues, yo no encuentro grandes diferencias en ambas oraciones póstumas,
    siquiera una pequeña diferencia de matiz, que quizás marcaban cada una de sus vidas,
    en el citado en el comentario descubro una gran fidelidad a la institución como garantía de la confianza en Dios
    en  quien está siendo objeto de este post, una gran confianza en la amistad personal, que señala
    una relación, más fuerte que todos los avatares de la vida.
    ¿Dónde está la esencia de la fe?
    ……………………………………………………
    Gracias, Juan, por haberte decidido  a  ilustrarnos.
     
    román

  • ¡Que diferencia entre esta oración y la del padre Francisco Interdonato s.j! Yo creo que el padre Kung debería imitarle.
    El padre Interdonato, fue uno de los principales teólogos de la Universidad Pontificia Católica, la cual tuve la gracia de conocerlo personalmente. Se despidió de la siguiente manera:
    “Pido perdón a todos los que haya ofendido. Mi fe es firme, confío en el Señor y he aceptado su voluntad. Quiero que sepan que siempre he sido fiel a la Iglesia y a mi sacerdocio. Quiero que sepan que lo que más he querido siempre ha sido poder enseñar, y que me duele mucho que en la plenitud de mi lucidez y pensamiento deba renunciar a este anhelo. El Señor así lo ha querido: ese es el sacrificio que ahora ofrezco. El recuerdo mío para ustedes es éste: Aunque nadie sabe los estragos de la enfermedad, la decisión existencial que uno toma frente a Dios abarca el pasado, el presente y el futuro; tiene carácter definitivo e irrevocable. Uno no puede prever el curso de la enfermedad pero nada debe alterar la actitud delante de Dios y de la Iglesia. Lo que soy ahora, como creyente, como sacerdote e hijo de la Iglesia es lo definitivo y único que puede caracterizarme, suceda lo que suceda por el curso de la enfermedad y de su poder destructor. El punto al que ha llegado es irreversible. Agradezco a todos los alumnos la receptividad y la apertura. Para mí ha sido una fuente de gozo dictar clases. Si hubo mérito, gran parte ha sido por el anhelo y acogida que uno veía en los ojos de los alumnos. Ver tanta avidez era enorme prodigio de satisfacción; siempre he querido poner de manifiesto todo lo que en la tradición teológica y eclesial era necesario que conocieran. Creo que la materialidad de la explicación o de mi enseñanza como profesor no subsistirá; pero el anhelo y el impulso hacia ese saber que creo que he dejado en muchos, por el camino que Dios sabe, cada uno lo alcanzará. Quiero por último, que ustedes sean capaces de continuar algún día lo que yo he dejado y se mantengan siempre fieles al Magisterio y a las enseñanzas de Cristo”.