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¿Ética eclesiástica? No, gracias

Gil de Zúñiga 1

T. W. Adorno, de la escuela alemana de Frankfurt, escribió que después de Auschwitz no se podría hacer poesía, si bien luego matizó su alcance. Algo parecido tendría yo que decir hoy a la vista del holocausto del pueblo palestino a manos ahora de los descendientes de aquellos judíos que fueron cruelmente asesinados. Escribir, pues, sobre la ética eclesiástica no parece un asunto de máxima urgencia; pero, a mi parecer, es de gran relieve tanto por sus protagonistas como por el contexto en que vive la sociedad española.


Paseando un atardecer acompañado de alguien más joven que yo por los aledaños del polideportivo cubierto del que ahora es mi pueblo, Villaviciosa de Odón, en agosto de 2011, en plena jornada del JMJ, el que me acompañaba me advirtió de la gran pancarta que cubría la fachada del polideportivo con esta inscripción: “Busca la santidad”. El acompañante, sin más preámbulos, me espeta como un dardo furtivo: ¿”Qué significa eso de la santidad”? Por este interrogante deduje que no dominaba el lenguaje religioso. Y mi respuesta fue también a bocajarro: “Coherencia”. Después del paseo y volviendo a eso de la coherencia y de lo que conversamos luego en torno a este vocablo, pensé que había sido acertada esta traducción al lenguaje de hoy, a un lenguaje propiamente laico. Y creo que la coherencia debe ser el componente básico de la ética, es decir, del territorio del quehacer humano, pues la ética, en su derivación etimológica, significa “morada”, “hábitat”. Por lo tanto, la coherencia debe ser hábitat ineludible del actuar de cualquier ciudadano/a y, sobre todo, de cualquier responsable público, sea político o eclesial. Haciéndonos eco de M. Heidegger habría que decir que la coherencia es el pastor de la ética.

Con razón Max Weber en 1919 distinguía entre ética de la convicción (hacer las cosas por su bondad intrínseca, sin tener en cuenta el contexto) y ética de la responsabilidad, que busca el bien teniendo en cuenta el contexto y sus consecuencias. Una y otra son necesarias en un servidor público. Y de un modo especial, con más razones aún, en un responsable de la comunidad eclesial, puesto que no sólo habla y actúa para la Iglesia española, sino también, teniendo en cuenta los medios de comunicación actuales, para toda la sociedad. Las llamadas redes sociales han evidenciado en estos últimos años, como fenómeno social y político más potente que el “mayo del 68”, que nuestra sociedad es más adulta, más autónoma, y goza de una democracia más saludable, como comprueba el profesor de la Universidad de Viena, Homero Gil de Zúñiga (cfr. Social media use for news and individuals’ social capital, civic engagement and political participation, 2012)

Y una de las demandas más punteras de estos movimientos sociales es que el servidor público ha de ser coherente y honesto. Debe hablar y actuar con ejemplaridad. El discurso político ha de adaptarse a un parámetro compatible entre el dicho y el hecho; entre lo que se dice hoy y lo que se dice mañana; entre lo que dije yo ayer y lo mismo que dice otro hoy. La coherencia es una virtud laica relevante; una conquista inesperada, pero de gran valor social. La tarea es ingente, pero el camino está bien diseñado: acabar con aquello de “Del dicho al hecho va un trecho”.

Esta virtud laica de la coherencia no puede ser ajena a los responsables eclesiásticos. Es un imperativo de la comunidad de creyentes. Más de uno de nuestros jerarcas, para desgracia de los creyentes, accede a la responsabilidad eclesial desde un hábitat propio de depredadores, y, aprovechándose de su status eclesial, imitan a aquellos políticos que llevan su discurso y su actuación al borde del cinismo, sin tener en cuenta lo que M. Weber recomienda sobre ética de la convicción y ética de la responsabilidad.

“¿Ética eclesiástica? No, gracias”. Nos referimos a esa ética que tiene por morada el desprecio de la coherencia; que le importa un bledo entre el dicho y el hecho y, lo más llamativo, que considera a los creyentes, y ciudadanos/as en general, como menores de edad. En el mes de julio, para no ir más lejos, se han producido noticias que tienen como protagonistas a eclesiásticos españoles de gran responsabilidad eclesial.

  1. El paro. Mi paisano, el secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal, José Gil Tamayo, en nombre de los obispos, se alegra del descenso en las cifras del paro en el mes de junio. Éste es un buen sentimiento: alegrarse por lo que ocurre de bueno en la sociedad. Pero… esto lo dice el portavoz de la CEE a los pocos días de que el Presidente de la CEE fuese recibido en la Moncloa por el Presidente del gobierno. Y, sobre todo, lo más llamativo es la ausencia de discurso, de una palabra de la jerarquía durante estos años de gobierno del PP sobre la destrucción del paro como consecuencia de una ley laboral depredadora, de unos recortes sociales cainitas en sanidad, en educación, en dependencia… ¿Dónde está el “hábitat” de este discurso halagüeño? ¿Desde la ética de la convicción y de la responsabilidad y de la coherencia, o desde la connivencia con el poder político? Otro dato no menos relevante es  que el portavoz de los obispos también aprovechó la rueda de prensa sobre la presentación del nuevo catecismo para “manifestar nuestro dolor por el secuestro y asesinato de los tres jóvenes judíos, y señalar nuestra repulsa, condena y cercanía con el pueblo judío, tan masacrado en otras circunstancias”. Durante el mes de julio, con la masacre de civiles y niños palestinos por los bombardeos judíos, ¿ha habido alguna declaración institucional de nuestros obispos condenando la barbarie? No la conozco.
  2. 13TV o los medios de comunicación social de la Iglesia. Se podrían multiplicar los textos de la jerarquía católica sobre los fines de los medios de comunicación social como servicio a la verdad, a la objetividad informativas; sobre el rol de los mismos como constructores de la convivencia pacífica, promotores de la diversidad y pluralidad, etc, etc. Ya en mayo de 2006: “Animamos, con respeto y humildad, a cuantos trabajan en los medios, ya sean de titularidad eclesial o civil, a un verdadero rearme ético…”

La llamada TV de Rouco (13TV) o la COPE ni por asomo se acerca a ese “rearme ético” que propone la comisión episcopal. No digamos nada sobre la información objetiva o la pluralidad tanto política como eclesial o que sean medios de comunicación social favorecedores de la convivencia. Hasta algunos obispos se han atrevido tímidamente a denunciar estas carencias ¿Dónde está la coherencia entre el discurso y los hechos? Este horizonte ético cada vez se aleja más y es más inalcanzable, si se tiene en cuenta el nuevo nombramiento de Urdaci, como jefe de informativos de la 13TV. “En casa del herrero, cuchillo de palo”, sentencia nuestro refranero. La HOAC, en este mes de julio, ha puesto el dedo en la llaga al considerar que los medios de comunicación social de titularidad eclesial son un antitestimonio.

  1. El aborto. Como botón de muestra recogemos una de tantas manifestaciones de obispos que están satisfechos con la ley del aborto de Gallardón. El obispo de Almería recientemente “en declaraciones a los periodistas junto al presidente de la Diputación Provincial de Almería, Gabriel Amat (PP), antes de inaugurar el curso de verano ‘Vida humana’, el prelado se ha mostrado conforme a la postura del Gobierno en cuanto a la reforma de la ley del aborto”. No es el momento de abordar el aborto en profundidad, sólo resaltar la incoherencia del discurso eclesiástico y el de este obispo acompañando al Presidente del PP de la Diputación. Cuando se acercan las elecciones generales los obispos españoles, con cierto descaro, aconsejan que se vote a los partidos que defienden la vida. El PP, según los obispos es defensor de la vida, gobernó con Aznar durante ocho años (una legislatura con mayoría absoluta) y no eliminó la ley del aborto y ahora, también con mayoría absoluta, sólo retoca la ley del aborto.

Para cualquier ciudadano/a, si uno es coherente, defender la vida no es una actitud según convenga ni según el partido que gobierne: si gobierna un partido de izquierdas, la ley del aborto es mala; si es de derechas, no es mala del todo. Los obispos que estudiaron la escolástica deberían saber que “bonum ex integra causa, malum ex quocumque defectu”.

Conversando no hace mucho sobre lo divino y lo humano con un cura amigo, le pregunté sobre el contenido de la última reunión de su arciprestazgo. Me respondió que el tema había sido la pastoral juvenil. Y al insistir sobre el análisis y conclusiones de la reunión de toda una mañana, me dijo escuetamente que habían decidido realizar una encuesta entre los jóvenes del arciprestazgo para detectar sus inquietudes religiosas. No pude por menos poner cara de sorpresa, pues le referí que las encuestas del CIS y de la Fundación Santa María manifiestan claramente cuáles son las actitudes y comportamientos de los jóvenes ante el hecho religioso. Y fui más allá: “Mientras no se encare con sinceridad el porqué de esta lejanía de los jóvenes, la pastoral juvenil carece de sentido. Es más, si el diseño de esa pastoral no contempla como uno de los factores básicos de su lejanía de lo religioso el hecho de la incoherencia de muchos creyentes y de muchos jerarcas de la Iglesia católica, es una pastoral fracasada”. No parece que mi amigo cura participaba de este análisis y seguimos, entonces, hablando de lo humano.

Así las cosas: ¿Ética eclesiástica? No, gracias.

Agosto 2014

38 comentarios

  • M.Luisa

    Bien, Román, me vale,  démoslo por terminado pero no por cerrado y menos por bien cerrado. El tema, tarde o temprano, cogido por alguna de sus muchas derivaciones volverá  a hacerse presente y lo hará  con las mismas   aristas    sobre las cuales   nos hemos enfrentado.  Porque, aunque tú distingas  al final de todo ello una síntesis, a mi juicio  no es así. Pienso que  el fondo de su problemática no ha sido ni tan siquiera  rozado.
     
    Dices que,  como mera herramienta que es el lenguaje,  no me preocupe por la definición exacta de los vocablos. Y así es Román,    no me preocupa en absoluto  tan es así que antes de consultar al diccionario  para que me defina cualquiera de ellos me intereso  antes por  su historia. Lo que  por sus nefastas consecuencias  me preocupa   es que no se considere la  evolución de los mismos desde la perspectiva de la realidad a la que apuntan. Por cierto, el último artículo de Antonio, el autor de este  que comentamos,  trata precisamente  de ello.
     
    Ahora  quisiera, para terminar,  explicar un poco  mi   réplica  de  ayer sobre tu  referencia  a la etología  pues considero que quedó un poco colgada en el aire, decía así:   “estamos hablando  de ética, es decir,   de acciones humanas con sentido y no de meros comportamientos o  costumbres”. Pues bien, con ello quería decir algo que  de algún modo ya había salido al principio del debate y era  que el término  responsabilidad recae sobre valores no sobre  estados anímicos. Para que haya responsabilidad ha de haber sentido de realidad, ella es la que cubre el área  de los valores  que al realizarlos  nos dan la capacidad creativa para construir el mundo que habitamos.
     
    Ha sido un placer.

  • Román Díaz Ayala

    Efectivamente, M. Luisa, yo también considero que el tema ha quedado bien cerrado,
    cerrado por tí, pues has sabido dar con su síntesis.
    No te preocupes en demasía sobre la definición exacta de los vocablos que usamos como  mera herramienta del lenguaje, y que tienen un valor virtual, que sólo pueder ser valorada en función de la explicacion del “dicente”, aunque para un especialista o un experto en determinada disciplina ( y precisamente tú que destripas los conceptos) sea éso mismo; una indisciplina.
    cuando en lugar de buscar la idea, tratamos de encontrarnos con los ojos de la persona que habla, hayamos la complicidad necesaria que nos humaniza.
    Esto no es una crítica, sino que pretende ser un halago, porque eres tan sutil en tu pensamiento que da mucho placer leer como explicas las cosas.
    Lo de la Ley del Evangelio tiene tela. Esperamos otra ocasión. ¿Te vale?

  • M.Luisa

    Perdona, Román, me quedó sin seleccionar del borrador el párrafo siguiente.
     
    No entiendo muy bien  qué tiene que ver aquí  la etología, estamos hablando  de ética, es decir,   de acciones humanas con sentido y no de meros comportamientos o  costumbres.

  • M.Luisa

    También yo, Román,  agradezco tu esfuerzo e interés… pero déjame que te diga,  antes de que demos  por finalizada  esta charla, que tras ella sí observo en tu último comentario algo  en lo que podríamos, con alguna salvedad, coincidir. Y es  en donde concluyes  que estamos habitados por una moral que no puede ser ajena al Evangelio. Sí, de acuerdo, pero a mi modo de ver  (y ese es el matiz o salvedad) ahí se llega habiendo tenido que dar  un gran rodeo. Un rodeo  ineludible, precisamente para desprendernos    del carácter de Ley que se le  ha atribuido al Evangelio haciéndolo derivar  así  en moral religiosa. Pues  sigues hablando  de atenerte a la ley  del Evangelio y al mismo tiempo reconoces que el  Evangelio  es praxis, es decir  experiencia de vida? O, una cosa o la otra.
     
    Por otra parte, Román, te confundes  o, puntualmente  no me  leíste  bien  pues sí  que dije que íbamos en paralelo en cuanto al punto de partida ya  que se da  por el hecho    de haber recibido ambos  la misma educación católica. Si como dices tú trato el tema con más profundidad es porque  no he tenido más remedio,  a ella  me llevaron  el tipo de  circunstancias de las que, precisamente, aquí hemos tratado.
     
    Y por último, déjame que le haga  aquí mismo una consideración  al amigo  Isidoro, y es que señalar que cualquier ética  es adecuada o no en función de su coherencia con los fines que se quieren  obtener,   es la misma que aquí se critica, aceptar eso  significaría no habernos movido un ápice.  La ética eclesiástica, a mi modo de ver,  se mueve entre la ética de fines y la ética de la convicción

  • Isidoro García

    Para mí, una delas mayores aportaciones que las difuntas Cajas de Ahorro han realizado a la cultura española, fue un anuncio publicitario que realizó hace tiempo Cajasol, y que decía: Cuando las cosas se vuelven demasiado complicadas, a veces es necesario empezar desde el principio, y simplificar. Y para eso estamos aquí”.

    Por eso,  siguiendo el consejo de Cajasol, a mí me gustaría empezar por el principio y señalar que cualquier ética, (o líneas de comportamiento), es adecuada o no, en función de su coherencia con los fines fundamentales que queremos obtener. Primero debemos fijar nuestro destino, verbigracia “ir a Barcelona”, y luego veremos si las decisiones que tomemos nos acercan o no a nuestro objetivo. Porque a lo peor sucede que unos quieren ir a Barcelona y otros a Portugal.

    Parece claro que el objetivo básico de la Iglesia Católica debería ser colaborar en la construcción paulatina del Reino de Dios. Pero aquí se empieza a complicar la cosa. ¿Qué constituye el Reino de Dios?. Parecería claro que el Reino de Dios debe abarcar a toda la humanidad entera: a la Humanidad.

    Pero en la forma de llegar a ello, es donde empezamos a discrepar. Unos consideran que la Iglesia Católica es el germen inicial, de ese Reino de Dios, y los que estén fuera, o se integran en ella o serán “expulsados” del Reino. Algo así como una nueva edición del pueblo prometido del judaísmo. (Los judíos eran también “católicos”, universales. Y por eso era una religión proselitista: consideraban que la cuestión era que todo el mundo debería hacerse judío).

    Pero otros consideramos que el Reino de Dios será una gran Comunidad de Comunidades, en la que todos son llamados y acogidos: creyentes de todo tipo y también los increyentes.

    Y se podría añadir que todo el mundo “de buena voluntad”, pero no lo digo porque incluso los de “mala voluntad” también son beneficiarios de la misericordia divina.
    (No en balde Jesús en la Cruz, no dijo: “Pero que quede claro que todo esto a los que no se porten bien y no crean en mí, nos les vale de nada”. Dijo: “Padre, perdónales, (a los que le estaban crucificando como símbolos de todos nosotros), porque no saben lo que hacen”. Mas claro el agua).

    Entonces la ética a predicar varía mucho. Si se considera que fuera de la I.C. no hay salvación, entonces la ética consistirá en seguir lo que manden sus dirigentes. Si consideramos que todos, (de todas las religiones y creencias e increencias), cada uno en nuestra trinchera, tenemos que colaborar por crear un mundo mejor y coordinado, entonces la ética eclesiástica pierde mucho autoridad.

    Y también en defensa de la ética eclesiástica, diré que mucha gente no quiere pensar y quiere que le den una guía. Para ellos puede ser buena la ética eclesiástica. Por ello acabo con una anécdota taoísta:

    Huo-Kuo, el arquero, visitó al maestro Chuang, y le dijo: -“Maestro, ¿qué es mejor tener unas reglas para comportarnos, o tener que decidir en cada momento lo más adecuado?”.
    El maestro Chuang le contestó: -“Los dioses (los hombres sabios) no tienen reglas, ellos deciden en cada momento siguiendo el Camino de lo mas conveniente. Es difícil a veces acertar con el camino, y las reglas son un mal menor.
    Por ello, Huo, si puedes ser un dios (un hombre sabio), adelante, inténtalo. Pero si no puedes ser uno de los dioses, sé al menos un buen humano y un buen arquero”.
     
     

  • Román Díaz Ayala

    Te doy gracia, M. Luisa, por el esfuerzo que has tenido conmigo.
    observo con agrado que a pesar de mis supuestas interrupciones has llegado felizmente a la conclusión que buscabas explicar: “que la ética de los clérigos es una ética que se impone más que exhorta porque está apoyada en valores absolutos que no tienen en cuenta las circunstancias.”
    Si me resulta lícito atenerme a la Ley del Evangelio, segun mi alternativa, entonces estamos habitados por una moral que no puede ser ajena al Evangelio. Es mi tesis.
    En este lugar que recorremos parece abundar en lo obvio; que la inconsecuencia del pensar se traduce muchas veces en las incoherencias en los comportamientos. A pesar de que tú consideres, no sé por qué motivos, que no  hemos podido ir en paralelo porque no tenemos (¿?) una misma educación católica. Te vuelvo a insistir en que la única diferencia que yo encuentro está en que tú cultivas, al parecer con mucha profundidad y logro, la filosofía más reciente.
    Pueda parecer que yo en lugar de ética, haya estado analizando una “etología”, pero me lo sugiere, Antonio, el autor, cuando a efectos prácticos dice de la santidad que es coherencia y al mismo tiempo insiste en ello  que es “el componente básico de la ética”
    “Más de uno de nuestros jerarcas, para desgracia de los creyentes,   accede ala responsabilidad eclesial desde un hábitat propio de depredadores,y, aprovechándóse de su status eclesial…” y no ahorra calificativos.
    Tu consideras que ese desprecio a la coherencia, esa indiferencia entre lo dicho y los hechos, y la valoración que se hace de las personas no tratándolas como adultas obedece a una ética equivocada, y lo explicas muy bien.
    Yo sin embargo desde la “etología”, la praxis evangélica se hace traición a sus valores. Todas las demás cosas que dices son de libre interpretación y yo las acepto como tales.
    Estamos acostumbrados a vivir situaciones donde se castiga con puños de hierro usando guantes de seda. Yo prefiero el escándalo del Evangelio en palabras de Jesús.

  • M.Luisa

    Con respecto al tema, Román, no vamos en absoluto  en paralelo, podemos partir en paralelo  desde una misma educación católica recibida y ver desde ahí con qué rigor cada cual afronta el problema,  pero el tratamiento que le damos a la cuestión, como tú mismo reconoces, es distinto y por tanto el diálogo resultaría  enriquecedor, estoy segura de ello,  según sea  la profundidad en que lo abordemos.
     
    Ya, el otro día me pareció  que tu  alternativa   a la ética eclesiástica,   objeto de la  presente crítica era, de las dos propuestas por Weber, la de la convicción y no la de la responsabilidad que es la que defiendo debería aplicar la jerarquía.
     
    Por otra parte, no veo que en su tesis,  D. Antonio identifique santidad con ética sino con coherencia. Lo  coherentemente ético implica responsabilidad. Precisamente todo el  esfuerzo anterior que dediqué en profundizar sobre la distinción  entre experiencia religiosa y  experiencia ética  era   porque esa distinción es la que ha de tener clara los responsables eclesiásticos.
     
    Con todo, y volviendo a Weber , las dos éticas, la de la convicción y la de la responsabilidad pueden complementarse ciertamente,  pero para ello es necesario eliminar toda  connotación de poder que impone el término  convicción. Como recordarás, a ambas, ya las definí días atrás. La ética de la convicción, según Weber  es aquella que apunta a valores absolutos sin tener en cuenta las consecuencias. Y la ética de la responsabilidad es aquella que tiene en  cuenta  principios pero también  considera que  para que la acción sea responsable hay que ponderar, si se pretende un razonamiento moral,  las consecuencias  de los actos.   Se observa ahí que   la ética de la  convicción    en tanto se rige por los valores absolutos no tiene en cuenta las circunstancias (es la que imparten los clérigos)  y en este sentido impone más que exhorta. Es rigurosamente deontológista , es decir, la acción humana en este caso  se mueve por los deberes  que  poderosamente  le imprime   esos principios inamovibles. Por eso si bien, ambas éticas,  pueden ser compatibles teniendo en cuenta este elemento a salvar, también pueden ser antitéticas.
     
    No entiendo cuando dices que el discurso episcopal no ha podido  ser de otra manera  si al mismo tiempo reconoces que deforma la doctrina evangélica. ¿Cuales son las razonoes históricas que lo impiden?

  • Román Díaz Ayala

    El distanciamiento obedece únicamente a un tramiento distinto, pero eriquecedor.
    El autor, Antonio Gil de Zúñiga realiza una acusación sin tener que apartarse de las formas o cánones acedémicos por el comportamiento colegiado o corporativo de los obispos españoles. en su tesis identifica santidad, que es virtud de creyentes, con ética, teniendo en cuenta que es un valor social o ciudadano, para así afear sus conductas o manifestaciones públicas. Emplea el recurso de referenciarse con algún que otro autor ( Max Weber y otros) para ilustración de lo que debemos entender a lo que él llama “etica eclesiástica” .
    Mientras tu vas ahondando en tales citas sugeridas por el autor para esclarecer en qué pueda consistir tal ética,
    yo, por el contrario,  afirmo que este discurso episcopal no ha podido ser de otra manera, ni distinto al estar ligado a un pensamiento que se perpetúa en ciertos elementos “eclesiales” por razones históricas  y que además deforma la doctrina evangélica.
    tú y yo amos en paralelo, pero no distanciando. Las diferencias se liman con la profundidad del diálogo.

  • M.Luisa

    Estimado Romá:

    Son muchas las cosas que quisiera decirte  al advertir que, si bien hay buena disposición y voluntad  por parte de ambos, también habrá que admitir que volcamos en el tema lenguajes tan distintos  que cada vez nos distancian más de él.
     
    Esta vez he de empezar diciéndote  que no me coloques donde no me corresponde, los dos somos alumnos de la vida que nos va enseñando en este intercambio de reflexiones.
     
    Hablas de contraposición entre “culpa” y “don” pero no se trata de eso sino de experiencias distintas, irreductibles, ya que relación dialéctica puede haberla.
     
    Si interpretaste adecuadamente en versión zubiriana la “experiencia del don”, advertirás que quien la viva, su estado es de total pasividad. No es así, en cambio, en la experiencia de la culpa, pues para que se de ésta habrá habido un acto o actividad previa. Por tanto la originaria o primaria es la del “don”. En términos teológicos la experiencia religiosa originaria no es la del pecado sino la de la gracia. Si se invierten los términos es cuando la religión se convierte en un asunto moral, en una dialéctica de culpa-justificación. Es el tema del “Dios moral” kantiano al que días atrás me referí, pero que hunde sus raíces en la tradición judeo-cristiana´.
     
    La dinamica de la culpa lleva a la lógica  salvación y el cristianismo se convierte en religión de Salvación. Sin embargo ¿es esto así? No lo creo.
    La salvación tiene que ver primeramente con la estructura conformante de nuestro entero ser y no con la caída o la culpa. El cristianismo es formalmente en expresión paulina una “morfosis” (Rm 2,20).
    En el credo se dice (…) Y el verbo bajó del cielo por nosotros y por nuestra salvación. Por tanto “el por nosotros” es algo anterior al por “nuestra salvación”  La salvación no es constitutiva del cristianismo sino consecutiva.
     
    Fijémonos ahora donde dices: la persona creyente no necesita congraciarse con la divinidad mediante actos meritorios (el ejercicio de una moral) sino en la aceptación de un Acontecimiento Salvador propiciado por Dios a favor de la humanidad, que es el don.
     
    Pues bien, si se entiende ese acontecimiento salvador   en el sentido que acabo de explicar te daré la razón,  pero es porque en este caso tú mismo sitúas el “don” en primera línea. Ahora bien, esto requiere  un poco de detenimiento porque, veamos. Si esta  experiencia del don es primaria y universal  estará  al alcance de todo ser humano, es  en versión religiosa cuando  al  atribuirse   al “don” otro significado que es  el de  la “gracia”, como ya dije en otro momento se   establece ahí una especie de barrera. Pero si vuelvo a tu frase no se ve ninguna barrera,  al contrario,  las personas abiertas,  conformadas estructuralmente a lo que ellas son en realidad, es decir realizadas, independientemente de que crean o no,   su ética puede muy bien  coincidir. Y si esto es así,   si los actos  van en la misma dirección, y concluyen en una acción  buena   o en algo  positivamente bueno,  por qué unas necesitan  mediación religiosa y las otras no?

  • M.Luisa

    Se  entiende Román  que no me refería a  tu  comentario  de las 16,43 pues éste todavía lo he de leer

  • M.Luisa

    Román,  al leer  tu último comentario  me veo forzada a dejar de lado   la objeción que me quedaba  pendiente hacerte sobre tu equivoco,  al pensar que Weber se refiere a la ética de la convicción y no es así, pero en fin…lo que me sorprende de tu última aportación   y que  hace ralentizar el diálogo  es  leer lo que dices  al final. Hablas de la religión del evangelio,  pero perdona, religión y Evangelio podría decirse que son  dos realidades antinómicas. Lo que ocurre es que me has hecho retroceder a la época medieval   cuando ya habíamos llegado al periodo fenomenológico, es decir, al mundo de la experiencia  y  la experiencia no necesita mediadores.   Por qué  ahora se habla tanto de la necesidad de ir a los orígenes  del Evangelio? Pues  porque  el Evangelio no es ninguna religión, son relatos con sentido humano que   se pueden experienciar.  La religión toma cuerpo cuando se burocratiza el cristianismo… pero esto ya es otro tema.

  • Román Díaz Ayala

    Perdona que ahora vuelva sobre lo mismo con la tosudez de un alumno que no acaba de entender la lección.
    La contraposición que haces de culpa cn respecto a “el don”
    Aquí radica la mayor dificultad, porque ambos son términos bíblicos, y por lo tanto para mi  tienen un sentido propio de la revelación positiva y ajeno a una previa experiencia humana. si quieres puedes llamarlos términos teologico aunque no  resulta de mi agrado, porque la teología muchas veces es una construcción filosófica que se aleja de los contenidos más íntimos de la fe (La teología como disciplina y no como explicación de la doctrina)
    El sentimiento de culpa nace del conocimiento de la Ley de Dios (revelación) pues la Ley tiene por primera función mostrarnos cuán alejados estamos de Dios y nuestra situación de necesidad frente a Él.
    La persona creyente no necesita  congraciarse con la divinidad mediante actos meritorios ( el ejercicio de una moral) sino en la aceptación de un Acontecimiento Salvador propiciado por Dios a favor de la humanidad, que es el don.
    El ser humano reconciliado con Dios actúa con hechos que podemos calificar de “éticos” o conforme a moral como consecuencia de su nueva naturaleza adquirida.
     
    De ahí que nuestra crítica, positiva o negativa según los casos, a las personas “de Iglesia” no está en tanto en cuanto obren ciñéndose a una ética, sino que porque a pesar del contexto, o de las circunstancias  negativas hacen manifestación en sus actos  de que Dios obra en ellas.
    Las Bienaventuranzas no nos hacen perfectos/as, sino que ponen de manifiesto la necesidad absoluta de recibir la perfección de Dios (“Sed perfectos, como vuestro Padre Celestial es perfecto”)
    Desde mi manera de pensar, claro que anteponen la culpa al don, es que ignoran el don, o parecen olvidarlo.
     

  • Román Díaz Ayala

    M. Luisa,
    me sobreestimas y me siento halagado.
    Yo entiendo que el autor ante la falta de coherencia de los obispos analice “su etica”, citando a Weber de manera ilustrativa.
    También entiendo que tal explicación te lleve a preguntarte: ¿En que consiste la ética episcopal? y afirmas: “el mundo clerical sitúa en primer lugar el de la culpa. Y te sigues preguntando. ¿Hay dato primario de la culpa? y contestas la pregunta con consideraciones filosóficas.
    Pero yo tengo condicionado mi pensamiento en otro ámbito y con otras experiencias y entiendo que es posible que la condición o el sentimiento de culpa esté presente en el universo mental de los obispos ( del clero dices tú) porque así fue durante muchos siglos de ideosincracia medieval.
    En la época del románico, o sea cuando europa occidental cayó en plena decadencia, se desmebró el imperio romano de occidente y los bárbaros configuraron el mapa político, aunque se levantaron reinos nominalmente cristianos, la ruralización hizo que los habitantes de los pagos (paganos) mezclasen ideas cristianas con sus creencias y sus ritos, El mundo se hizo hostil, peligroso, y sujeto a toda clase de clamidades y males  entre los la muerte temprana o violenta. La idea de un cielo cristiano para después de la muerte fue el único consuelo
    Y la explicación más  directa para tanto mal en la tierra era el sentimiento de culpa, la presencia del pecado. Un Dios justiciero que clama venganza y un Cielo Bienaventurado para quienes se someten aceptando la responsabilidad de la culpa. El mundo es el lugar donde purgamos nuestros pecados.
    Pero comprenderas que ésa no es la Religión del Evangelio, y si los obispos tienen todavía esas reminiscencias de tiempos medievales,  no es así en el pueblo creyente y están errando en el mensaje.

  • M.Luisa

    Claro! Román, cité la fenomenología en su contexto histórico con el fin de contrastarla con la filosofía dominante hasta entonces, pero su uso como método lo dejé tan sólo apuntado al final de mi comentario, cuando a modo de ejemplo dije que iba a pensar el tema con categorías zubirianas. Tenía en aquel momento el pensamiento puesto en la experiencia del “don” como dato primario (recuerda que el mundo clerical sitúa en primer lugar el de la culpa) pues en aquel párrafo queda descrito de tal modo  ese dato que cualquier persona puede identificar en esa descripción  su propia experiencia. Ahora bien, yo me pregunto ¿Hay dato primario de la culpa? De ella ¿hay experiencia previa? Habrá, desde luego,  percepción pero no aprehensión. Y a partir de este elemento perceptivo se construye toda una teoría de la culpa sin importar sus nefastas consecuencias.
     
    Me he detenido  un poco en esto  para que veas que no hace falta, para esta experiencia,  ninguna especialización filosófica, si mencioné a Zubiri fue porque  si la dialéctica que mantenemos llegara a más desarrollo, donde quedarían más claras mis  intenciones,  al final nos encontraríamos con que su concepto de aprehensión es lo que da pie para  luego entender  por qué Weber, en sociología,  utiliza el método de la comprensión. Y es, porque al ser la cultura un fenómeno humano,   no puede tener la misma lógica que tienen las ciencias de la naturaleza que son explicativas. Weber se da cuenta  que,  en cuanto a  humano es un fenómeno que tiene que tener sentido lo cual para ello  el instrumento   intelectual al que  se acoge  es el comprensivo. Las ciencias de la naturaleza se explican, las ciencias de la cultura y del espíritu se comprenden. Y algo se comprende cuando ha habido una previa aprehensión de ello.
     
    Para que no me suceda lo mismo del otro día que me desapareció de repente todo el trabajo, de momento lo dejo aquí,  porque    veo  en tu comentario alguna objeción  que me llevaría algún  tiempo  pues  no es la ética de la convicción sino la de la responsabilidad la que caracteriza el trabajo de Weber.

  • Román Díaz Ayala

    Sigo,
    permíteme ahora citar tu última reflexión. Buscas las claves para distinguir de manera muy diferenciadas una experiencia religiosa de otra experiencia ética o moral y utilizas los conceptos de culpa y de don, aunque no alcanzo a ver como defines “don” aquí.
    La inmoralidad ( faltas contra la moral) ha existido siempre manifestándose de diversas formas y tales actos han sido merecedores de juicios condenatorios, no importa en qué momento histórico, en qué sociedad y cuáles son sus códigos de conducta, y en cuanto eran actos atentatorios al Derecho se hacían punibles.
     
    La ausencia de manifestación religiosa siepre fue considerada un acto de impiedad.
    Pero el fenómeno del ateísmo, la negación de la existencia de Dios y a una escala social tiene raíces muy reciente en términos históricos. Sin embargo el ateísmo, que hace negación de la religión,  no está exento de ética, sino que teóricamente busca fundamentos en una nueva visión del ser humano
    Podemos concluir que la ética no nace de la religión, ni tiene por origen una experiencia religiosa, sino que ambas cosas, espiritualidad y sentido moral anidan en el ser humano.
    Que la religión del Evangelio en su herencia judeo-cristiana, los haya unificado obedece a otros parámetros que obedecen a la revelación positiva.

  • Román Díaz Ayala

    M. Luisa,
    he tenido por fin la oportunidad de estudiar con más detenimiento tus aportaciones, así que te contesto mencionando las lagunas de lo que por incapacidad no he podido abordar.
    Empecemos por confesarte que Zubiri no está a mi alcance, Tendría que estudiarlo desde un plano estrictamente académico y filosófico. Pero es muy interesante todo lo que dices de él.
    Segundo, que usas la fenomenología en su contexto propio, es decir como una doctrina  filosófica iniciada por Hussler, aunque comprendo la necesidad de tales reflexiones dado el contexto histórico en que la filosofía parecía desbordada por el cientificismo y existía la necesidad de darle u nuevo cometido que le diese un marco con sentido para la ciencia.
    Yo entiendo la fenomenología como un método usado por algunos autores en las ciencias de la religiones, pero metodología no es filosofía
    Expresadas las lagunas vamos a la parte del artículo  de  Antonio Gil de Zúñiga que comentas con relación a Weber
    El autor le pide coherencia a nuestros representantes religiosos poniendo de relieve que son personajes públicos tanto a nivel eclesial ( pastores) como político (no carecen de audiencia o referencia)
    Y les insta a que “su ética”, sea como explica M. Weber, una ética de convicción(la bondad de las cosas por sí mismas) y también de responsabilidad ( teniendo en cuenta el contexto y sus consecuencias).
    Yo lo diría de otra manera: los obispos no dejan de ser poderes fácticos como lo fueron en el pasado cuando estaban dotados de representación institucional del Estado y hablan y actúan corporativamente con poder mayestático, pues creen que “su ética” obliga al conjunto de la sociedad con indiferencia de que sean creyentes o no lo sean.
    Los obispos no obran con coherencia ni con responsabilidad porque aunque su discurso es en tono pastoral y dicen representar a Jesús. no se ve en ellos los signos adecuados para que yo pueda considerar que están obrando las obras del Señor.
    yo no sé si en 1968 la sociedad española era adulta, más autónoma y gozaba de una democracia muy saludable, pero yo sí se que el pueblo creyente de ahora necesita un cambio de mentalidad en las personas de sus pastores.
    Max Weber hacía sociología de la religión y entendía desde la lógica más elemental los contrasentidos que se producían en el Cristianismo. Para nosotros los creyentes tales contadicciones no obedecen al espíritu religioso, sino que obedecen a una traición al mensaje (nuestra religión es profética)
     

  • M.Luisa

    Hola Román!
     
    Es de agradecer el interés que te tomas  sobre el tema.  Tal vez, como yo, aunque no lo creo del todo,  pienses que la crítica al clericalismo abierta en este hilo  podría conducirnos por unos derroteros que al final se concluyera no muy  lejana  su extinción.
     
    La verdad es que el autor, mencionando  a Weber, nos  puede facilitar  las cosas. Por eso, tras leerte, en mi opinión,  creo que no sería oportuno, de momento, alejarnos del  enfoque weberiano donde el perfil del concepto de  responsabilidad queda más al completo con respecto a lo que en épocas anteriores era concebido.

    Qué es lo que cambia en él?  Cambia el sentido jurídico que venía soportando, es decir la connotación de falta  o de  culpa. Un sentido que por oposición al anterior, la responsabilidad se percibe como  algo  antecedente, previo al  al acto y no sólo posterior a él en la necesidad de compensar aquello por lo que uno hiciera mal. Ese cambio no se produce hasta mediados  del pasado siglo que es cuando el vocablo empieza a caminar con un significado que le es propio. En este proceso se  produce la separación de culpa en el concepto de responsabilidad.
     
    Hecha esta precisión,  retomo lo que dije sobre la distinción existente entre la experiencia religiosa y la experiencia ética o moral. Aunque,  por lo  que persigo me situaré ahora  en la perspectiva de aquellos clérigos que por conservar su autoridad no las consideran irreductibles sino que en su propósito de   confundirlas, también confunden los planos  situando  contrariamente  en el primero de ellos, la culpa al don. Esto facilita   que  se pueda  seguir  hablando de “culpa”. Esta postura a pesar de ser muy poco consistente desde la perspectiva de la fenomenología de la religión es, desgraciadamente,  la más usual en el modo popular de entender las relaciones entre moral y religión. Pero yo me pregunto ¿es la culpa o el don lo primario.?

  • m. pilar

    Ufff… Cuanta materia… ante un interogante claro y rotundo.
     
    Las religiones “llaman-tiran” cada cual hacia ellas mismas; y pienso… que todas ellas de alguna manera han adulterado la  auténtica Esencia que se nos dejó.

    Pasado algún tiempo, se han asentado casi todas mirando y aprendiendo-copiando… del poder político, en todas sus manifestaciones:

    “Reales, Presidenciales, Iluminados, Tiranos, Siguiendo por encima de todo, sus diferentes pensamientos”

    Cada cual, se ha ido “acoplando” o por cómoda afinidad unas, o por dura oposición otras, al verse atacadas  de manera rotunda intentando erradicarlas de la humanidad, o por “necesidad” de mantener lo que recibieron de sus ancestros, guardándolo  como santo y seña para sus seguidores.
     

    Esto ha traído graves males para la humanidad, exceptuando aquellos casos, que solo deseaban volver a la Fuente primera,  para salvaguardar la libertad  a la que tiene derecho cada ser nacido.

    Por esa razón, hay seguidores fieles en las distintas “religiones” que por todos los medios (menos el del poder) siguen intentando que el ser humano ¡Viva!.. desde el camino que elija; con responsabilidad, verdad, justicia, hermandad, y  respeto a los diferentes.

    Hay muchas maneras de enseñar Teología, una desde el poder eclesiástico, y otra desde la fidelidad a su Mentor y Maestro;  a los segundos, se les persigue, ataca, denuncia… porque con esa Teología, se les desmonta el “chiringuito”.

    Para los cristianos seguidores de Jesús de Nazaret (y habrá cientos de estilos, formas, caminos) si todos ellos se conducen  por el mismo afán, fin, consecuencia; estén donde estén, se reconocerán y podrán compartir mesa y alimento de pensamiento, palabra, y obra.

    Cuando se tiene esa como… “llamada” a ese estilo  Proyecto de vida, a lo que enseñó y vivió el Maestro; irá cada cual… le enseñen lo que le enseñen, le digan lo que le digan,  sabiendo discernir qué y cómo hacer a lo largo de su vida; sabrá poner los puntos sobre la íes, y limpiará de toda rémora que pueda ir penetrando con el paso de los tiempos.

    Seguirá actualizando su manera de vivir a la época en la que haya nacido,  y sabrá resguardarla de toda contaminación posible; la enseñará con su manera de actuar, pensar, vivir… porque esa es la mejor manera de resguardar la Esencia primigenia del pensamiento que la Fuente dejó en esta tierra.

    ¿Dónde dejamos las hermosas palabras de Jesús?  (en el caso de los cristianos) cuando aseveró:

    ¡Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque si has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla!

    Hay que aprender día a día el lenguaje de cada tiempo y lugar… pero la Esencia primera es, será y perdurará, hagan lo que hagan desde el poder eclesiástico y también eclesial… puesto que tiene una cantidad ingente de seguidores, que para nada desean que cambien las cosas, por la sencilla razón de que:
    Seguir al Maestro, es mucho más exigente que seguir a sus representantes sentados en el poder.
    mª pilar

  • M.Luisa

    No, si yo, Ana también me apuntaría a lo fácil, a esta visión que dices de andar por casa, pero si se quiere llegar hasta el fondo de la cuestión se ha de ir al origen del problema y averiguar sus dos caras.  Porque, si  como tú dices, tan certeramente,  los eclesiásticos se les forma para enseñar desde un escalón más alto,  ¿por qué, entonces, se les ha consentido por parte de la feligresía y    durante tantos siglos,  tal desatino?. A mi modo de ver, si no se llega hasta al  fondo  se seguirá   dando vueltas sobre lo mismo. Todas las reflexiones que haces, que me parecen, repito,  muy certeras,  se han dicho ya  de mil maneras  como argumentos para rebatir excesos y apropiaciones indebidas por parte  del clero,  pero  en mi opinión son insuficientes  para dilucidar la cuestión desde la  raíz.

  • ana rodrigo

    La que suscribe este sencillo comentario, lega absoluta en filosofía y en filósofos (agradezco a quien nos ilustra tan fehacientemente desde esa perspectiva), voy a reflexionar desde otra visión más de andar por la calle.
     
    Para empezar hay que recordar que la moral eclesiástica procede de eclesiásticos (perdón por la perogrullada), y los eclesiásticos tienen un punto de partida viciado: se les forma para enseñar desde un escalón más alto que el resto de los mortales, es decir, como portavoces de Dios. Si Dios nunca ha hablado a nadie, podemos deducir que ellos hablan desde su mundo, apartados del mundo (otra vez, perdón por la aparente redundancia). Fijan unos códigos morales, basados en una teología moral que el mundo eclesiástico ha ido elaborando a lo largo de los siglos, en sociedades diferentes, con costumbres de la época, y como las mentiras, cuando si se repiten miles de veces parece que sean verdades, ellos las santifican con eso de la Santa Tradición, y se convierte en tan sagrada como si de la palabra de Dios se tratase. Mientras la sociedad camina, ellos se han quedado sentados en su cátedra labrada en madreas nobles, decoradas con oro y plata y con la paloma encima de su cabeza.
     
    Como, además, la clerecía es cosa de hombres, pues los problemas de las mujeres los manejan desde el patriarcado, el androcentrismo y el machismo. Ahí tenemos el tema del sacerdocio femenino: “la Tradición” la han convertido con artilugios argumentarios ridículos en palabra de Jesús en su última cena…., uf!, me marea la ceguera de la que hacen gala los clérigos.
     
    Y ¿qué decir de la moral sexual y reproductiva?, en realidad, somos las mujeres el objeto y el objetivo de sus normas, no el feto que, como dice el autor del post, se saltan a la torera eso de “bonum ex integra causa, malum ex quocumque defectu”. Es decir, el aborto es un “crimen” de una “persona” si la ley es de un gobierno o de unas conveniencias interesadas (Aznar), y no lo es si es de otro tipo de gobierno que autoriza ese supuesto “crimen” sólo en algunos casos (Gallardón); se ve que esos fetos ya no son personas para ellos. ¿Se puede dar mayor grado de cinismo y de incoherencia?
     
    Mientras han sacado a la calle a las multitudes contra el aborto, contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía, a favor de las clases de religión, contra las bodas civiles de los homosexuales, en cambio no les hemos visto arengar a la calle contra el paro, contra la privatización de la enseñanza o la sanidad, contra los recortes a la dependencia, contra los crímenes machistas, contra la corrupción… Y así sucesivamente.
     
    ¿Ética eclesiástica? No, gracias. ¿Sociedad madura y autónoma? sí, por supuesto.

  • Román Díaz Ayala

    La religión en la ciencia, la filosofía o la teología.( y los componentes ético de la misma)
     
    En el breve tiempo en que me asomo en Atrio ( y en Internet) he ido descubriendo que son varias las líneas de pensamiento que se ofrecen a la discusión, no coincidentes, por corresponder a diferentes planos y hasta disciplinas o porque los intervinientes ya tienen muy fijos sus posicionamientos ideológicos.
    Una corriente muy fuerte de pensamiento teórico hacen de la secularización el convencimiento más profundo de que la religión desaparecerá pronto, al menos en nuestro primer mundo más avanzado debido al progreso científico técnico. El cientificismo toma la iniciativa en el proceso de secularización occidental. Las manifestaciones más espirituales se buscan en mecanismos o desencadenantes biológicos.
    Los aconteceres del siglo XX, a partir del colapso de la Modernidad que culminó con la II Guerra Mundial ha hecho que tome fuerza y más protagonismo de los estudios sobre el hecho religioso
    ante fenómenos que hacen repensar la religión.
    Los precursores del estudio positivo del hecho religioso los hemos podido encontrar fuera de la filosofía y de la teología ( que también lo consideraban)  así que podemos hablar de “la ciencia de las religiones”, es el hecho religioso tal como acontece en los seres humanos históricamente. La importancia de tales estudios es que no tienen por objeto a Dios. Se divulga frecuentemente para “llenar nuestro vacío existencial”, en forma de seudo-religión.
    Pablo, quien era muy culto, se enfrentó al problema del “hecho religioso” en sus campañas evangelizadoras en tierras de gentiles. Pero ese es otro apartado.
     

  • M.Luisa

    Román, qué pronta respuesta!! pero he de dedicarle tiempo  pues la he leído mientras algo olía se me quemaba en la cocina…he de pensar y meditar,  pues lo mío también surge de una experiencia personal que bien podría, si me atuviera a ella,  subtitular el articulo  por “ gato escaldado con agua tibia huye! Esta huida la he aprovechado para investigar… bien te dejo…. pero sólo de momento

  • Román Díaz Ayala

    Gracias, M. Luisa, por el tiempo que te tomas en explicarme y ten por seguro que, en la medida en que lo que aquí expongamos sea de interés general, en este hilo o los que puedan surgir, procuraré yo también administrar mis tiempos.
    Por una cuestión de método, considero que es más útil que yo exponga previamente mis posicionamientos a tu exposición porque de esta manera superamos el primer escollo consistente en que el vocabulario filosófico, y la misma evolución histórica del sentido de los términos varía de época en época, de autor en autor. Un filósofo se permite ciertos tecnicismo que consiste en vaciar de sentido un vocablo cualquiera para inyectarle el suyo, por lo que debemos acurdir primero a “su” definición, lo cual a veces es una labor compleja.
    En segundo lugar, que me documente previamente, via diccionario, o citas de autores, antes de expresarte mis consideraciones a determinados puntos.
    En tercer lugar, que yo de por aceptado todo aquello que argumentas o expones, como elemento necesario del diálogo a construir. La reflexión limará las diferencias.
    Y dicho el método, si éste te parece bien a quí van mis puntos.
    Religión y ética.
    En mi niñez, en Cuba, en mi pueblo se practicaba “la santería”, que era una evolución de la religión traída por los esclavos africanos. Estaba muy extendida y convivía con nuestro catolicismo. La característica más acentuada de la santeria era que siendo una religión ritualista carecía de toda implicación moral para sus practicantes. Luego, en mis años de formación supe que eso es una constante en las religiones animistas
    Luego en mis años de estudio, cuando estudiábamos las épocas clásicas también aprendimos que la Mitología ( de Griegos y de Romanos) hacía separación entre el comportamiento de los dioses y el de los seres humanos. El ejercicio de la piedad solo comportaba nuestro respeto hacia las divinidades.
    De nuestra tradición clásica aprendíamos que la moral significaba el ejercicio de las buenas costumbres y que era necesaria para el comportamiento entre los seres humanos, lo que era también la “Etica” para los griegos. Pero los códigos se establecían lo mismo que para el Derecho para quienes gozaban de los beneficios ciudadanos. La ética no obligaba hacia los inferiores ( esclavos o bárbaros) y que la “virtud”, era la “cualidad del varón” (Vir, viris) porque la mujer, por su situación de inferioridad, no estaba obligada.
    La moral occidental entró con la admisión del cristianismo, pues el judeo-cristiano practicaba una religión ética. (Aquí no necesito extenderme, porque casualmente Antonio ha insertado un último trabajo mío)
    Aquí viene un asunto que puede ser fuente de muchas confusiones.
    a) las primeras reflexiones vienen necesariamente de la terminología bíblica ( en sus dos versiones entonces muy usadas: la Biblia Hebrea y sobre todo de las versiones griegas) y de su traducción al Latín (Vetera Latina y la  Vulgata)
    b) Judaísmo y Cristianismo continuaron su avance histórico con dos trayectorias separadas en tradiciones diferentes.
    c) así por ejemplo el vocable “misterio”, que es palabra de origen persa y que aparece por primera vez en el Libro de Daniel. San Pablo luego lo usa “teológicamente” enriqueciendo su sentido, pero que nada tiene que ver con los continuos usos posteriores a nivel popular, o en manos de la filosofía.
    d) El Renacimiento tuvo necesidad de separar “Etica” de “Religión”, no tanto desde el punto de vista disciplinar (La Teología como la maestra de las ciencias) sino para poder poder construir una nuevas bases civilizatorias (No valía la ética de los antiguos) y hacer construir un nuevo humanismo.
    Bien, me detengo aquí, para no alargarme demasiado, y para poder recomponer mi pensamiento, pues sigue en pie la cuestión de fondo: ¿Etica eclesiática?

  • M.Luisa

    Hola Román!:

    De nuevo aquí retomando lo que de alguna manera dejamos apuntado sobre las derivaciones que  el presente artículo bajo el nombre “¿Ética eclesiástica?,  no gracias” subyacen. Una de ellas trata del problema, como dije, de la identificación entre moral y religión típica de la Teonomía donde, como su nombre indica, las normas morales vienen dadas directamente por la divinidad e impuestas  de modo incondicional, de forma tal, que sólo los mediadores sagrados pueden interpretarlas  en su aplicación. De ahí que el otro día concluyera con lo  que de correctiva pudiera tener la teología aunque, ciertamente, sus vaivenes históricos han  impedido tal propósito.

    Será desde la fenomenología donde ambas experiencias,  la de la religión y la de la ética  advengan irreductibles. No obstante, anterior a este  periodo hemos de situar el de la filosofía de la religión que, como se sabe,  parte  de Kant. A él se debe, en efecto, la descripción del Faktum de la moralidad. En el hecho moral la iniciativa parte del sujeto que, por eso mismo, como dice Kant, es autónomo, Hay una disposición natural de la mente humana que nos permite aprehender lo “numinoso” y que  es por  tanto el entendimiento el lugar de la revelación interior. Si esto es así, entonces  la experiencia moral es la que conduce ineludiblemente a la experiencia religiosa confundiéndose  ambas entre sí. Esto explica la utilización en Kant  de expresiones como “Dios moral” “fe moral” etc.,
     
    Con todo, Kant,  aplica el  concepto   “noúmeno”  a la metafísica por lo que dio pie a que con posterioridad se aplicara al ámbito teológico,  a la religión como así lo hizo Rudolf Otto uno de los padres de la fenomenología de la religión. Sin embargo,  si bien en el periodo anterior se identificó ética y religión,  en Otto se identifica el origen de la religión con la experiencia de lo llamado por él “Misteryum tremendum y fascinans” y es a partir de aquí que la teoría del misterio tiene multitud de seguidores cuya influencia alcanza hasta las puertas mismas de  este Atrio tan querido por todos.

    Ahora bien, como experiencia propiamente humana ¿Es el misterio algo primario? A mi modo de ver esta idea  cae    de lleno en la línea todavía no superada de la visión sustancialista propia de las filosofías que parten del sujeto o de la conciencia, es decir,  de la razón, de lo que la razón es capaz de pensar o no pensar y a partir de ahí llegar a la esfera del misterio.  El aspecto negativo de toda esta cuestión  nos lleva a inscribir la experiencia originaria no abierta a la pasividad como receptiva a un don sino inscrita en un movimiento activo de la mente.
     
    Donde se percibe ya una diferenciación clara entre religión y ética es en las filosofías fenomenológicas a partir de Husserl. La fenomenología como se sabe es el método que deja de lado todo tipo de explicaciones para describir el dato originario más allá del cual no puede irse. Este dato, según Husserl es el de “darse cuenta”. Un darse cuenta en el  que algo adviene a mí y se me impone. ¿Cómo describirlo? En el caso de Heidegger ese dato originario y previo a cualquier posición intelectual es el Ser. En Ortega, la vida. En Zubiri, la realidad. En Jaspers, la trascendencia que nos abarca, etc.,

     
    Para concluir  pensaré  el tema  desde las categorías de Zubiri. En el acto más elemental del ser humano, lo que él llama la aprehensión, me encuentro con la realidad, ésta se me actualiza. No es que yo vaya a la realidad, es que ella viene a mí, se me impone. La realidad me puede, toma la iniciativa. Ella se me impone como última, posibilitante e impelente, dice Zubiri. Y a esto es a lo que él llama  “religación”, La religación no es el resultado de un saber especulativo sino la consecuencia de sentirse religado en un mundo real. El sentir humano es fundamental en el concepto filosófico de religación. Esta importancia del sentir humano no se daba a la filosofía antigua. La prioridad recaía en el logos y en la razón, Esta experiencia de la religación es universa.l Se podrá o no hacer consciente pero la tiene todo el mundo y es anterior a todo posicionamiento religioso.

    Zubiri está en las antípodas de identificar moral y religión. Su tesis es que la forma originaria de la experiencia religiosa es la religación, y la de la experiencia moral la obligación. La primera tiene siempre un carácter prioritario respecto a la segunda y por tanto  ésta no es que obedezca  a los contenidos religiosos, a las normas morales, sino a las diferentes formas históricas del poder de lo real.

    He de decirte Román, para terminar, que cuando esta mañana he ido a pasar al ordenador lo del borrador que a trancas y barrancas venía elaborando  a ratos  desde hace días,  no sé qué tecla he debido pulsar   que todo el trabajo se me ha esfumado de la pantalla. Había más cosas, como por ejemplo una nueva y posterior  interpretación de Kant bastante fructífera  pero con el tiempo tan justo  del que dispongo  ahora no me es posible   ordenar con rigor  las ideas…
     
    un cordial saludo!

  • Román Díaz Ayala

    Interesante apunte :
    Cuándo, como y por qué nació la teología como ciencia – disciplina, separada de la enseñanza de la doctrina, o explicación a la comunidad de fieles.
    Te espero.

  • M.Luisa

    Te entiendo perfectamente, Román, en tu referencia al Catolicismo, sin embargo, hay que reparar en que la  catolicidad  del cristianismo está en su esencia no en las enseñanzas. De ahí que  la teología  surgió para corregir los excesos sacerdotales.
     
    Déjame también que te diga, querido amigo, que más tarde ayer me di cuenta   que no advertiste en tu comentario  que mi corrección iba en los dos sentidos; en  el de tener en cuenta la fidelidad textual y en el de  la precisión conceptual de los dos término “eclesiástico” y “eclesial”
     
    Dentro de unos días, a mi regreso, volveré sobre lo mismo, a ver qué te parece,   pues es algo que  considero de gran importancia sobre todo  como eslabón para entender  tantas y tan variadas  cosas de las que  tratamos aquí.
     
    Ahora, con pena, lo he de dejar, incluso  he de irme sin poder  leer un poco  por encima,  tan siquiera. los Post. tan interesantes  que han aparecido ultimamente.
     
    Un abrazo

  • M.Luisa

    GRACIAS, Román! también yo  te deseo  feliz domingo!

  • Román Díaz Ayala

    Querida M. Luisa:
    Creo que ya en algunas ocasiones me he expresado en el sentido de que no alcanzo a introducirme en algunos niveles de Atrio, pues sus intervinientes tienen una altura a la que no podría llegar por razón de mi nivel cultural o de estudios académicos.
    Tu produces momentos de muy profundas reflexiones filosóficas muy apreciadas aquí por la cantidad de intervinientes, para regocijo de hermanos legos como yo.
    mis silencios no son desinterés, sino respeto. Lamento no poder introducirme en la lectura de los autores/maestros, escuelas y corrientes de pensamientos, que se citan. Pero mi tiempo es limitado.
    Los hilos de Atrio, no son piezas aisladas, sino que existe a veces un hilo conductor de un post a otro y una coordinación de pensamientos. ¿Es la ctalidad? ¿ Es la Redacción? ¿Es la comunión existente entre intervinientes?
    Eclesiástico:  se usa constantemente con referencia a la clase superior, el clero, la iglesia docente, la Jerarquía. Algunos autores son docentes (eclesiales) y se nota su mentalidad eclesiástica, corporativa.
    Yo vengo erre que erre, con mi propuesta de que El Catolicismo es algo más que su clase dirigente, o de quienes mueven el cotarro en los centros parroquiales de círculos cerrados, y abogo por una nueva forma de entender la Doctrina eclesialmente, en el conjuntos de quienes somos y pertenecemos a Jesús.
    por eso me iluminó que captases la diferenciación entre eclesiástico y eclesial, aunque formalmente haya sido por prurito redaccional.
    Feliz  domingo.

  • M.Luisa

    Estimado Román, añadiría más reflexiones sobre las ya dichas en lo referente  al peso tan negativo que en ética ha tenido la influencia del  clericalismo, pero estos días  no dispongo de mi ordenador lo que quisiera. Así que,  aprovecharé sólo este momento  para decirte que yo te leo siempre con admiración y respeto,  y también  rogarte, si tienes a bien decirme,    en qué sentido  iba    tu intervención hacia mí  pues me dejaste  algo desconcertada ¿habré dicho algún  disparate?
     
    Mi preocupación no sería tal si pudiera continuar  mis reflexiones sobre el alcance que se logra al distinguir, como ya señalé, entre experiencia moral o ética y experiencia religiosa. Esto se puede ver con Weber, pero también con otros autores contemporáneos postmetafísicos en los que todavía, lamentablemente,  están por  desarrollar sus potencialidades. Es en  lo que no puedo entrar de momento.
     
    Un cordial saludo

  • M.Luisa

    Bien, Hermano  Román, lo que  más me ha movido a rectificar no ha sido tanto la precisión, que también, sino  respetar textualmente al autor del artículo, Antonio Gil de Zúñiga.  En cuanto a la precisión, yo entiendo que sí puede haber matices entre ambos conceptos.
     
    Toda referencia de mi comentario de ayer venía dada en consideración al concepto de eclesiástico y no al de eclesial. Son los clérigos y no la comunidad eclesial los que con autoritarismo  transmiten sus convicciones erróneas. Claro que hay personas,  y muchas, demasiadas, que  dentro de la comunidad eclesial  les pesa más el ya  extendido legalismo que el  haberse  mantenido  en el primigenio carácter  carismático  de la misma. ¡Esta es la cuestión!
     
     

  • Román Díaz Ayala

    ¡Vaya!,
    parece que “eclesiástica” y  “eclesial” empiezan a ser diferenciados hasta el punto que nuestra Hermana M. Luisa se siente en la necesidad de precisar los vocablos.
    ¡Enhorabuena!

  • M.Luisa

    Que me disculpe el autor!… quise escribir    “eclesiástica” pero  es que  me estaban metiendo prisa….

  • M.Luisa

    ¿Ética eclesial? No, gracias.
     
    Este excelente artículo me ha sugerido un entramado hilo de pensamientos  que no voy a poder desarrollar en la extensión que desearía  pero sí intentaré concentrarlos  en el breve comentario siguiente.
     
    Una de las razones, pienso, que llevó a Max Weber a hacer la distinción entre ética de la convicción y ética de la responsabilidad fue tomar en cuenta el hecho equívoco de que, en el periodo histórico anterior,  la ética quedase subsumida a lo religioso cuando en realidad la religión y la ética apuntan a dos  experiencias  irreductibles una a la otra.
     
    Habrá, pues, que deslindar todo elemento religioso de la acción ética y otorgarle a ésta sentido humano. Y esto es precisamente lo que ocurre con la distinción mencionada de Weber.
     
    El término “convicción” apunta a valores absolutos  que tanto pueden referirse a políticos, sociales, como a religiosos y por tanto el acto ético estará centrado en este valor absoluto sin tener en cuenta las consecuencias del mismo.  La ética de la convicción tiene un elemento mesiánico que permite evadir responsabilidades.
     
    Todo lo contrario sucede con la ética de la responsabilidad, la cual ésta sí tiene puesta la mirada en las consecuencias  previsibles de la propia acción. Porque ser responsable no es responder a un fin sino comprometerse con lo que se ha optado.

  • Antonio Vicedo

    Si lo religioso , en general, fue considerado como condensación por Jesús como el SÁBADO en tanto concepto y expresión práctica del mismo y le señaló su ineludible finalidad : PARA EL HOMBRE=LA HUMANIDAD, pocas sombras dejó para las incoherencias en su completo DISCIPULADO.
     
    JESÚS  así entendió la MISIÓN QUE EL PADRE LE CONFIARA;  y la ENCARNACIÓN o HUMANIZACIÓN mas total y perfecta constituyó el marco de sus vivencias testimoniales y la claridad de se mensaje:“EJEMPLO OS HE DADO para que OS AMÉIS COMO YO OS HE AMADO” hasta el fin de lo que puede dar de si la naturaleza humana.
     
     
    Pero esto no parece ser la orientación coherente que ha seguido la eclesialidad cristiana, ya preocupada desde muy pronto en el empeño de  “celestializar” las vivencias y relaciones cristianas  a costa de la coherencia con lo hecho y dicho por Jesús, mientras fue EPIFANIA del DIOS a quien nadie vio, ni oído oyó.




    “Un único y nuevo MANDAMIENTO os doy:Que os améis un*s a otr*s”, como buen*s y reales herman*s, demostrando con ello el intento y práctica verdaderos de AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS.

    Pero la falsa coherencia respecto al testimonio de Jesús, que AMO AL PADRE AMÁNDONOS A SUS HIJ*S se convirtió en permanente ética o moral eclesiástica engrosando sus normativas  en los miles de cánones y principios catequéticos, reforzando en todos ellos el poder y las sumisiones piramidales, negando prácticamente aquello de: “A nadie consideréis ni llaméis Padre sobre la Tierra, pues uno solo , el celestial, es vuestr* MADRE=PADRE”, por lo que TOD*S sois HERMAN*S entre vosotr*s.
     
    Lástima, pero en el considerado DISCIPULADO DE JESÚS, LA LEVADURA Y LA SAL perdieron su coherencia y así, ni hay fermentación ni condimentación y conservación de la general corrupción, estructuralmente hablando.

    “De internis”, solo el Padre nos conoce y valora a nosotr*s y  a l*s demás  y no nos está permitido juzgarles, sin  que tenga que ser igual con las actitudes y comportamientos constatables, tanto coherentes, como incoherentes.

  • Román Díaz Ayala

    La incoherencia no es patrimonio exclusivo de los responsables de la Igleia Católica, ni sólo está instalada en todas las fuerzas gobernantes o regidoras de nuestra sociedad,
    sino que es el patrimonio más general de nuestra civilización europea occidental, está en los cimientos con que hemos construido nuestro pensamiento desde los griegos con sus categorías universales.
    Los principos universales de valores humanos de la Revolución Francesa, luego sólo se aplicaban a la clase emergente, la burguesía y en ese mismo siglo los Estado Unidos de América con sus “Nosotros, el Pueblo”, y la definición de sus derechos, olvidaban que dos millones mantenía a otros ochocientos mil seres humanos en situación de esclavitud y no tenían mças valor que la mera mercancía.
    Es bueno, que alguien nos recuerde de vez en vez que somos muy incoherentes y que así construimos nuestras éticas.
    Hecho en falta que se hable de una ética de las autoridades eclesiásticas ( el clero, la jerarquía) como si fuese la única ética social del pueblo de Dios. Fuera del clero no hay ausencia de ética, ni se contrapone la del clero como la única eclesiástica frente a la moral social imperante, cayendo en los mismos disparates del ahora Mons. y antes P. Martínez Camino, secretario de la CEE en una entrevista a María Anonio Iglesia, Q.E.P.D., cuando había que deslegitimar a Rodriguez Zapatero y sus funciones de gobierno a toda costa.
    para que seguir…

  • m. pilar

    Magnífico art. Y con él también digo:

    Mientras no bajen de los laureles a donde se han colocado, sacando totalmente de su Esencia (en nuestro caso como cristianos…  así se dice de este país) primera  que el Galileo y Maestro de este nuevo Proyecto que nos traía… la “Buena Noticia”:

    ¡No gracias!

    El Maestro, sí lo tenía claro, y lo hizo vida en Él y en cuantas personas  se le acercaron.

    Hoy, la iglesia está como a la deriva… no es que los jóvenes sean alocados, distraídos, no quieran saber nada de iglesia y religión; es mucho más que eso.

    La iglesia hace aguas por todas partes, porque no está en el lugar donde su inspirador la puso; está a leguas de Él.

    Ahora hay una empresa piramidal, que sigue enriqueciéndose… (cada día un poco menos, porque esta clase de crisis es lo que conlleva…) siguen anclados en época palaciegas, siguen con sus vestidos de sedas y púrpuras:

    ¿Quién se viste así hoy? ¡Los poderosos!

    Ciertamente a las personas que se sienten “llamadas” desde sus inicios, se les pide hoy de manera especial: “que no piensen, que no protesten, que no saquen pegas de su manera de gobernar…” o sea, que no tengan voz ni voto, solo que obedezcan.

    Su vivir con su “predicar y actuar” (no en todos los casos) nada tiene que ver.
    Como siempre sucede, a lo largo de los siglos, han surgido “profetas” voceros les llamo yo…que nos alertan de esos males… nos muetran opciones siempre nuevas, como nuevo les parecio a los primeros amigos del Maestro.
    En todo durante la vida, siempre, siempre: ¡Hay que avanzar!

    Pero no avanzan, siguen parados en esos laureles… que ya los romanos dejaron atrás… ni se recuerda cuando.

    Bajemos los pies al suelo, abramos las puertas, los ojos, el corazón; pongámonos en marcha,  todas cuantas personas de verdad, laicas o no,  caminando regidas por una ética coherente… o sea ¡dicho y hecho a una!

    Cada poco tiempo está de moda, sacar un nuevo catecismo…
    ¿Dónde dejamos las enseñanzas del Maestro?

    ¿Quizá, porque toda persona que las lea con limpio corazón… ¡Las comprenda!?
     
    Y en consecuencia las ponga en práctica, cristiana o no; y…  cuantas más mejor, así podremos ir haciendo de este planeta:

    ¡¡¡Un mundo mejor!!!

    ¡Gracias A. Gil!

    mª pilar

  • Isidoro García

    La lectura de este buen artículo, me ha suscitado varias reflexiones, que giran en torno a un tema controvertido y polémico, pero que está en el fondo de del tema, y de casi todos los temas socioeconómicos, diría yo. Y es su referencia a “que considera a los creyentes, y ciudadanos/as en general, como menores de edad”.

    Todos en nuestra reflexión sobre el mundo y sobre todo, nos movemos con esquemas o modelos, que necesariamente son una simplificación de la realidad. Y esa necesaria simplificación en el modelo, ocasiona en muchas ocasiones, efectos perversos en nuestro análisis de la realidad, alejándonos de ella.

    A veces ponemos una mesa en una habitación, y vemos que está coja. Y decimos “hay que serrar esta pata, que está un poco larga”, y vale. La volvemos a colocar en otro sitio, y volvemos a ver que sigue cojeando: “ahora hay que serrar un poco esta otra”, y vale. Y a la tercera vez, se vuelve a repetir el proceso. Y acabamos con la mesa colocada al nivel del suelo. El análisis es claro: “¡Estos carpinteros son unos inútiles, o a lo peor están compinchados para que les compremos una mesa nueva!.

    ¿Y no será que el suelo de la sala, no está buen nivelado y está lleno de baches y montículos?. Hay otro chiste similar: Si te tocas con el dedo, la pierna derecha y te duele, y te tocas con el dedo la nariz y te duele, y te tocas la oreja y te duele, no es que te duela todo el cuerpo, lo que pasa es que tienes el dedo roto.

    Imaginemos por un momento un Colegio Mayor de universitarios en el que la dirección consensúa sus decisiones democráticamente con los internos. Funcionará razonablemente  bien. Pero ahora consideremos que esta residencia de estudiantes es de chicos/as adolescentes, de 14 a 18 años. ¿Qué sucederá? Que se decidirán por votación popular las cosas mas inconvenientes para la educación de los residentes, y el Director, tendrá que prometer unas cosas y luego no cumplirlas, (si es un mínimo de responsable). En este caso la incoherencia está justificada.

    Qué duda cabe que en la Residencia de adolescentes, cuanto mas hábil y responsable sea el Director mejor será su gestión, pero también habrá que ir procurando la maduración de los internos, que al fin y al cabo son los que orientan la línea de gestión.

    La democracia es el mejor sistema del que disponemos, de eso no hay duda, pero hay que comprenderla con el símil que hacía Suárez durante la Transición: Tenemos que reformar toda la casa, mientras seguimos viviendo en ella. Eso obliga a situaciones e incomodidades indeseadas, que hay que minimizar y que esperemos que duren lo menos posible.

    Con esto quiero decir que yo creo, que la acción política de procurar organizar una sociedad ideal, tiene dos patas: Una, la crítica y la orientación a los dirigentes, pero también pasa por la acción cultural y formativa de la gente. Mal servicio hacen a la democracia y al progreso de la sociedad, actitudes demagógicas, que jalean la ignorancia y los mas bajos instintos de la gente, del tipo de “El pueblo siempre tiene toda la razón”, y similares.

    Sé que es un tema polémico, y seguro que habrá muchas opiniones sobre él.
     

  • gonzalo Haya

    Me gusta la identificación de ética con coherencia.