En 1492 no existía la TV que nos hiciera a todos testigos de cómo se expulsa a todo un pueblo de su tierra…

Dicen que la conciencia ética de la humanidad está escandalizada del proyecto de Trump de expulsar a los palestinos de Gaza, para contruir allí el paraiso de una riviera turística que redundaría en un mundo mejor. Y parece que la cúpula de la Iglesia Católica está estudiando, al mismo tiempo, la cononización de Isabel, la reina católica de España. Invito a los visitantes de ATRIO a leer con calma este documento que no es leyenda negra sino parte del archivo del Patronato Real, publicado por el P. Fita en 1887. Pasmado he quedado de los motivos y cláusulas de destierro (con lo puesto, sin poder sacar oro de España) que fue ejecutado sin resistencia, como quiere ahora hacer Israel con los gazatíes, apoyado por el nuevo emperador. ¿Y vamos a quedar callados? ¿No debemos inquietar un poco la conciencia del bueno de Francisco? AD.

Edicto de expulsión de los judíos de Castilla y Aragón (1492).

Don Fernando e doña Isabel, por la gracia de Dios, rey y reina de Castilla, de León, de Aragón, de Sicilia, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, del Algarve, de Algeciras, de Gibraltar y de las Islas Canarias, conde y condesa de Barcelona y señores de Vizcaya y de Molina, duques de Atenas y de Neopatria, condes de Rosellón y de Cerdaña, marqueses de Oristano y de Gociano, al príncipe Juan, nuestro muy querido y muy amado hijo y los infantes, prelados, duques, marqueses, condes, maestres de las órdenes militares, priores, ricoshombres, comendadores, alcaides de los castillos y casas fuertes de nuestros reinos y señoríos y a los concejos, corregidores, alcaldes, alguaciles, merinos, caballeros, escuderos, oficiales y hombres buenos de la muy noble y muy leal ciudad de Burgos y de las otras ciudades y villas y lugares de su obispado y de los otros arzobispados y obispados y diócesis de nuestros reinos y señoríos y a las aljamas de los judíos de dicha ciudad de Burgos [y las demás ciudades, etc., de nuestros reinos y señoríos] y a todos los judíos y personas singulares de nuestros reinos y señoríos, tanto hombres como mujeres de cualquier edad y a todas las otras personas de cualquier religión, estado, dignidad, preeminencia y condición que sea y a quien corresponda lo que sigue en esta carta, salud y gracia para él. 

Bien sabéis o debéis saber que fuimos informados en las cortes que hicimos en Toledo en el año de 1480 de que en nuestros reinos había algunos malos cristianos que judaizaban y cometían apostasía contra nuestra santa fe católica, debido al contacto continuo entre judíos y cristianos; por lo cual mandamos apartar a dichos judíos en todas las ciudades, villas y lugares de nuestros reinos y señoríos y darles juderías y lugares apartados donde viviesen esperando que esta separación remediara la situación. Y asimismo dimos orden de que se investigara mediante una inquisición en nuestros reinos y señoríos, de la cual como sabéis hace más de doce años que se ha hecho y se hace y por ella se han hallado muchos culpables según es notorio y según nos han informado los inquisidores y muchos religiosos, eclesiásticos y seglares, y nos consta el gran y continuo daño causado a los cristianos por la relación, contacto y comunicación que han tenido y tienen con los judíos, de los cuales hay pruebas de que procuran siempre de cualquier manera posible subvertir y minar nuestra santa fe católica a los cristianos fieles y apartarlos de ella y a pervertirlos y a traerlos a su errónea creencia y opinión, instruyéndolos en las ceremonias y observancias de su religión, haciendo reuniones donde les leen y enseñan lo que deben creer y observar según su religión, procurando circuncidarles a ellos y a sus hijos, dándoles libros para que recen sus oraciones, indicándoles los ayunos que han de observar, y juntándose con ellos a leer y enseñarles las historias de su religión y notificándoles las pascuas antes de la fecha, avisándoles de lo que deben observar y hacer en estas fechas, dándoles y llevándoles a su casa el pan ácimo y las carnes preparadas según sus ritos, instruyéndoles sobre las cosas de las que se han de apartar, tanto en el comer como en otras cosas por observancia de su religión y persuadiéndoles en la medida de lo posible para que tengan y guarden la ley [religión] de Moisés, haciéndoles entender que no hay otra religión ni verdad salvo aquélla. Para lo cual hay evidencia de muchas palabras y confesiones así de los mismos judíos como de los que fueron pervertidos y engañados por ellos, lo cual ha redundado en gran daño, detrimento y oprobio de nuestra santa fe católica 

Y aunque antes de ahora fuimos informados de esto por muchas fuentes y reconocíamos que el verdadero remedio a todos estos daños e inconvenientes estaba en impedir del todo la comunicación entre los dichos judíos y los cristianos y en echar a aquéllos de todos nuestros reinos, nos quisimos contentar con expulsarlos únicamente de todas las ciudades, villas y lugares de Andalucía donde parecía que habían hecho el mayor daño, creyendo que ello bastaría para que los de las otras ciudades, villas y lugares de nuestros reinos y señoríos dejaran de hacer y cometer lo antes dicho. 

No obstante, ya que se nos informa de que ni esta acción ni los castigos que se han impuesto a algunos de los dichos judíos que se han hallado especialmente culpables de los dichos crímenes y delitos contra nuestra santa fe católica bastan para remediar por completo tan gran oprobio y ofensa a la fe y religión cristianas (porque cada día se descubre que los dichos judíos se empeñan en seguir su mal y erróneo propósito donde viven y tienen contacto con otros), y para que no haya lugar de ofender más a nuestra santa fe tanto entre los que Dios ha querido mantener hasta ahora [los “cristianos viejos”] como entre los que han caído, se han enmendado y se han sometido a la Santa Madre Iglesia [los conversos] (lo cual, según la flaqueza de la naturaleza humana y la astucia y sugestión diabólica que continuamente nos ataca, podría fácilmente ocurrir si la causa principal de esto no se quita echando a los dichos judíos de nuestros reinos, porque cuando algún grave y detestable crimen es cometido por algunos en algún colegio o universidad es justo que el tal colegio o universidad se disuelva y se aniquile y se castigue a todos por las acciones de algunos, y es justo que aquéllos que perviertan el buen y honesto vivir de las ciudades y villas y que por contagio puedan dañar a otros sean expulsados de los pueblos, y si se hace esto por cosas más leves que dañan la República, cuanto más debe hacerse por el mayor, más peligroso y contagioso de los crímenes, como es éste), 

POR ENDE

nosotros, con el consejo y opinión de algunos prelados y grandes y caballeros de nuestros reinos y de otras personas de ciencia y conciencia de nuestro Consejo, habiendo deliberado mucho, acordamos mandar que todos los dichos judíos y judías abandonen nuestros reinos y que jamás vuelvan a ninguno de ellos. Sobre esto mandamos promulgar esta carta, por la cual mandamos que todos los judíos y judías de cualquier edad que vivan o estén en nuestros reinos y señoríos, tanto los que han nacido aquí como los extranjeros que estén por la razón o causa que sea, hasta el fin del mes de julio que viene de este año, salgan de todos los dichos reinos y señoríos con sus hijos e hijas, criados e criadas y familiares judíos, tanto grandes como pequeños, de cualquier edad y que no se atrevan a volver a ellos ni estar en ellos ni en parte alguna de ellos, viviendo ni de paso ni de otra manera, bajo pena de muerte y confiscación de todos su bienes para nuestra Cámara y Fisco si no lo hiciesen y cumpliesen así y se fes encontrase en nuestros reinos y señoríos. Incurrirán en estas penas sin necesidad de que haya juicio y sentencia ni declaración. 

Y prohibimos que nadie de cualquier estado, condición o dignidad en nuestros reinos se atreva a recibir, acoger o defender en público o en secreto en sus tierras, casas, o cualquier otra parte de nuestros reinos y señoríos a judío o judía pasado el plazo del fin de julio, de entonces en adelante y para siempre, bajo pena de pérdida de todos sus bienes, vasallos, fortalezas y otras herencias y asimismo de pérdida de cualquier dádiva o gracia concedida por nosotros, para ser entregados estos bienes a nuestra Cámara y Fisco. 

Y para que los dichos judíos y judías puedan durante el plazo hasta el fin del mes de julio mejor disponer de sí y de sus bienes y hacienda, por esta carta los recibimos bajo nuestro amparo y protección y les aseguramos a ellos y a sus bienes para que durante el dicho plazo hasta el último día del mes de julio puedan andar y estar seguros y puedan vender, trocar o desposeerse de sus bienes muebles y raíces y disponer de ellos libremente y a su voluntad y que durante el dicho plazo no se les haga ningún mal ni daño ni a sus personas ni a sus bienes bajo las penas en las que caen e incurren los que quebrantan nuestro seguro real. Y asimismo damos licencia y facultad a los dichos judíos y judías que puedan sacar de nuestros reinos y señoríos sus bienes y hacienda por mar y por tierra mientras que no saquen ni oro ni plata ni moneda ni las otras cosas prohibidas por las leyes de nuestros reinos salvo cambio (ing. change) y mercancías que no estén prohibidas. 

Asimismo mandamos a todos los concejos, justicias, regidores, caba”eros, escuderos, oficiales y hombres buenos de la dicha ciudad de Burgos y de las otras ciudades y villas y lugares de nuestros reinos y señoríos y a todos nuestros vasallos, súbditos y habitantes nativos que guarden y cumplan y hagan guardar y cumplir nuestra carta y todo lo que en ella se contiene y que ayuden en todo lo que fuera menester para ello bajo pena, a nuestra merced, de la confiscación de todos sus bienes y cargos, para nuestra Cámara y Fisco. Y para que todos tengan noticia de esto y ninguno pueda aducir ignorancia, mandamos que esta carta sea pregonada por las plazas y lugares acostumbrados de esa dicha ciudad y de las principales ciudades y villas y lugares de su obispado por pregonero y ante escribano público, y que éstos no hagan otra cosa de ninguna manera después, bajo pena, a nuestra merced, de la privación de sus cargos y confiscación de sus bienes a aquéllos que hagan lo contrario. 

Y mandamos al que muestre esta carta [a los escribanos] que les dé un plazo de quince días después de ver la carta para comparecer ante nuestra Corte dondequiera que estemos, bajo la dicha pena, bajo la cual mandamos a cualquier escribano público llamado para esto que después dé testimonio firmado de su puño y letra al que le hubiera mostrado la carta para que nosotros sepamos cómo se cumple nuestro mandado. 

Se declara en nuestra ciudad de Granada a 31 días del mes de marzo del año del nacimiento de nuestro señor Jesucristo 1492. 

[Firmas] 

Yo, el rey. Yo la reina. 

Yo, Juan de Coloma, secretario del Rey y de la Reina nuestros señores, la hice escribir por su mandado.