Hacen falta nuevas herramientas para tender puentes en una cultura líquida
Hace unos días, en redes sociales, participaba en un debate sobre “El espejismo de Dios” de Richard Dawkins. Era un debate desigual entre un científico que se proclama “ateo” y un filósofo claramente seguidor de Tomás de Aquino.
El debate (amistoso) se me antoja desigual cuando no mediáticamente tendencioso. Porque echaban a discutir a un prepotente con un inferior. Me recordaba el debate circense que Galileo describe en sus “Diálogo sobre los dos sistemas del Mundo”, en el que uno de los contendientes planchaba al otro por la fragilidad de sus argumentos.
Y es verdad. En el moderno encuentro (que no pelea ni apologética) entre racionalidades (las racionalidades científicas y las racionalidades religiosas) las viejas herramientas conceptuales y epistemológicas son obsoletas para poder tender puentes con la racionalidad científica.
Por eso, me ha parecido didáctica esta expresión (que dejé escrito en el chat del debate citado): “la sopa Dawkins no se puede comer con tenedor tomista”.
Nos ha tocado asistir a la emergencia de una nueva civilización humana. Nace una sociedad diferente. El mundo, gracias a las nuevas tecnologías de la información, cambia muy aprisa. Y los últimos acontecimientos geoestratégicos mundiales nos empujan a resetear nuestras mentes para poder ser resilientes en un mundo social, político, ecológico, emocional, cultural y religioso muy diferente al que vivíamos hace muy pocos años.
Muchas personas están viviendo esta situación con zozobra y con angustia ante un futuro plagado de incertidumbres, de preguntas sin respuesta, de situaciones nuevas que no son fáciles de controlar. Estas personas se sienten incómodas porque se sienten en un mundo que ya no es el suyo. Bajo sus pies, la realidad se ha movido muy aprisa y se sienten inseguras, amedrentadas, añorando un pasado empedrado de seguridades que ya no existe.
En los años 90 del siglo pasado, el sociólogo Zygmunt Baumann habló con mucha fuerza sobre el tsunami de la “cultura líquida”, el “amor líquido”, la “ética líquida”. Por influjo de las filosofías del fragmento y del rechazo de los grandes relatos de los postmodernos franceses (como Jacques Derrida) se habría derrumbado todo el edificio de la modernidad y el relativismo individualista, el “carpe diem” serían el modo de vida del futuro.
Para Baumann, esta cultura de la banalidad, del individualismo consumista, de la ausencia de valores permanentes racionales asumidos por los humanos, corroe no solo la sociedad sino también los fundamentos de la democracia, aunque sea liberal y burguesa. En esto estaría acompañado por Jürgen Habermas quien en 2001 proclama que entramos en la era de la post-secularidad, y los demócratas deben contar con el gran potencial simbólico de las religiones para trabajar juntos por las libertades de todos.
Por otra parte, desde las diversas comunidades científicas del mundo se teje la conciencia del valor de las Ciencias y de l as Tecnologías en la era emergente de la nueva biología y del procesamiento de la información, la mal llamada IA. Pero los científicos y tecnólogos son cada día más conscientes de que vivimos en un “universo enigmático”. El 80 % del universo es “materia oscura”. Y de lo que puede ser captado por las sondas espaciales, cada vez es más difuso y complejo poder hacer afirmaciones fiables sobre lo que todavía se llama la “realidad” (en filosofía cada vez se discute más sobre lo que significa la realidad, del mismo modo que se discute la naturaleza del “conocimiento humano”, de “la verdad”, de la capacidad del ser humano para poder conocer)
Esta actitud no debe llevarnos al escepticismo, sino a una postura de humildad ante el valor de lo que se ha dado en llamar “el progreso humano”. No se trata de lanzarse al mar proceloso del “no saber”, sino aceptar que lo que llamamos “la realidad” es algo que se nos escapa del poder de las neuronas para construir una imagen adecuada de lo que existe fuera de nosotros.
A esto se añade que muchas personas que, no son malas sino que “han aprendido” a odiar y a enriquecerse y que forman “la humanidad”, en un intento de supervivencia individual se construyen sus propios mundos explotadores de los demás. Son los “supremacismos” (blancos, hombres, ricos, occidentales.. y yankis)
Hoy se habla mucho de las “fake news”, las noticias falsas, los bulos. En Andalucía se usa mucho la palabra “embustero”. Esta expresión es más fuerte que “mentiroso” porque incluye connotaciones morales: el “embustero” no solo miente con la intención de mentir, sino que además lo hace para arrebatar a los demás parte de sus vidas y de sus libertades. Creando confusión, “a río revuelto ganancia de pescadores”.
Todos somos conscientes de que cada vez es más necesaria una racionalidad crítica que contribuya a construir entre todos unos sistemas de creencias, unas representaciones racionales del mundo, en las que el individuo humano no se constituya en señor y tirano de los demás de la casa común (la Tierra).
Entre toda la sociedad civil mundial urge asumir la conciencia de “mente colectiva” que no solo busca sobrevivir, sino sobre todo tejer entre todos un universo en el que la solidaridad, la tolerancia, la comprensión mutua, el respeto a la diversidad (y sobre todo a las minorías) sean valores determinantes.
En definitiva, el triunfo del amor sobre la cultura del despilfarro, el acaparar, la rivalidad y el odio. Probablemente esta sea también la razón por la que Teilhard escribió una vez en 1934:
“Algún día, después de dominar los vientos, las olas, las mareas y la gravedad, aprovecharemos para Dios las energías del amor, y luego, por segunda vez en la historia del mundo, el hombre habrá descubierto el fuego”.
(Pierre Teilhard de Chardin, Toward the Future , pág 86; y “La evolución de la castidad” [1934 (febrero), en: Las direcciones del porvenir. Taurus, Madrid, 1974, volumen XI, pp. 55-78, y en: Sobre el amor y la felicidad . PPC, Madrid, 1997, pp 19-22].
Ahora, más que nunca, es necesario que la sociedad civil, formada en una racionalidad crítica, “resetee” su mente y busque nuevas herramientas para comprender, amar y vivir en el este mundo. La sopa antigua no se puede comer con tenedor.
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